1. INVESTIGACION
LA PRUEBA DEL BOMBON
Imagínese que tiene 4 años y una persona
le hace la sgte. proposición: Si espera que
esa persona termine la tarea que está
haciendo en un cuarto contiguo, ud.
podrá recibir dos bombones de obsequio,
si no puede esperar solo conseguirá uno,
pero podrá recibirlo de inmediato.
La elección que haga el niño constituye una prueba
reveladora de su carácter y de la trayectoria que
seguirá a lo largo de su vida. Un estudio llevado a
cabo por el Dr. Mischel de la Univ de Stanford hizo
un seguimiento de estos niños hasta que acabaron
la secundaria.

2. Algunos de estos niños fueron capaces de esperar
los 15 o 20 minutos que el experimentador tardó
en regresar. Con el fin de ayudarse en su lucha
interior se taparon los ojos para no tener que ver la
fuente de tentación, o apoyaron la cabeza
en los brazos, hablaron
solos, cantaron, jugaron
con sus manos y los pies
e incluso intentaron dormir.
Estos valientes niños consiguieron la recompensa
de dos bombones. Pero otros, más impulsivos, se
apoderaron del único bombón, casi siempre
segundos después de que el experimentador
saliera de la habitación a hacer su "tarea".

3. Sin embargo, una tercera parte de los
chicos que tomaron el bombón,
mostraron estas cualidades en menor
medida pero también compartían
rasgos psicológicos más conflictivos,
mostraban inclinación a rehuir los
contactos sociales, a ser tercos e
indecisos, sentirse fácilmente
perturbados por las frustraciones, a
considerarse "malos e inútiles" a quedar
paralizados por el stress, a ser desconfiados y
resentidos por "no obtener lo suficiente", a ser
propensos a los celos y envidia, a reaccionar en
forma exagerada ante la irritación con actitudes
bruscas, provocando discusiones y peleas.
Y aún después de esos años seguían siendo
incapaces de postergar la gratificación.

4. Los que habían resistido a la
tentación como adolescentes
eran más competentes en el
plano social; personalmente
más eficaces, seguros de sí
mismos y más capaces de
enfrentarse a las frustraciones
de la vida.
Tenían menos probabilidades de derrumbarse,
paralizarse en situaciones de tensión, o ponerse
nerviosos y desorganizarse en situaciones de
presión, aceptaban desafíos y procuraban
resolverlos en lugar de renunciar, incluso ante las
dificultades, confiaban en ellos mismos y eran
confiables. Y más de una década después aún eran
capaces de postergar la gratificación para lograr sus
objetivos a largo plazo.

5. La capacidad de retrasar el impulso es la base de una
serie de logros, desde comenzar una dieta hasta
obtener el título de postgrado. (el problema
de los "inteligentes es que no tienen
que esforzarse, se acostumbran al
menor esfuerzo, sin darse cuenta!).
Lo más sorprendente es que al ser
evaluados al terminar secundaria, los
alumnos que habían esperado
pacientemente tenían un puntaje
promedio de 610 y 652 en su CI y los que habían
actuado según su capricho tenían 524 a 528
respectivamente. Es decir, una diferencia de 128
puntos en su CI. Además los primeros eran más
capaces de expresar su pensamiento en palabras, de
concentrarse, de hacer planes y llevarlos a cabo y más
deseosos de aprender.

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