2. Etapa de latencia
Esta fase es muda en cuanto a sus
manifestaciones y curiosidades sexuales.
3. Las facultades de sublimación pronto entraran
en juego progresivamente.
Aquí el niño comienza a sublimar todos los
impulsos que tenga actividades importantes,
sociales, culturales, para que crezca su
autoestima.
4. La importancia y el valor de las sublimación es
de la fase de la atención son grandes.
No sólo porque en esta época es cuando se
esbozan las características sociales del
individuo, sino porque la manera en que un niño
utiliza neurótica o normalmente este periodo
hace que fije o no, exageren o haga
desaparecer componentes arcaicos de la
sexualidad y sus elementos perversos.
5. La libido, no inmoviliza en el inconsciente (como
el niño neurótico, para dominar los efectos
reprimidos) estará enteramente al servicio de un
superyó objetivo
El complejo del Edipo será progresivo. Esta
etapa es entre los 7 y 12 años.
7. La masturbación (terciaria) se acompaña ahora
de fantasías que se dirigirán ahora hacia objetos
escogidos fuera de familia.
Con la aparición de la eyaculación del muchacho
y la del flujo menstrual y el desarrollo de los
pechos en la niña, la pubertad aportara los
elementos que faltan para la compresión del
papel reciproco del hombre y de la mujer.
§
11. La hipertrofia de la “inteligencia” en relación al
resto de la actividad psico-fisiológica de un
sujeto nos parece que merece el nombre de
“síntomas neurótico”
En tales sujetos la etapa fálica y la fase de
latencia, asi como el comienzo de la fase genital
en la pubertad, se caracterizan por el interés
afectivo.
®
12. Con la madurez de la sexualidad genital el
individuo sacrificará entonces deliberadamente
(y no reprimirá) aquellos intereses netamente
incompatibles con la línea de vida que ha
preferido.
En el estadio genital el pensamiento se
caracteriza por el buen sentido la prudencia y la
objetividad de la observación. Es el pensamiento
racional.
®
13. La objetividad hacia la cual tenderá el individuo
será la de apreciar toda cosa, todo afecto, todo
ser y a si mismo, en su justo valor, es decir, por
su valor intrínseco, sin perder de vista el valor
relativo en relación con los otros seres.
El estadio oblativo se caracteriza por la fijación
libidinal al objeto, heterosexual, para una vida en
pareja, fecunda, y para la protección del hijo (o
de su sustituto)
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