Este es el primer capítulo del décimo libro de Charlaine Harris "Dead In The Family", el cual ha sido traducido por mí. El documento original se puede descargar en inglés, en PDF, desde la página de la autora... Este es el link: http://www.charlaineharris.com/DITFChpt1.pdf
Charlaine Harris Dead In The Family CapíTulo Uno En Español
1. DEAD IN THE FAMILY
By Charlaine Harris
1er Capítulo
Marzo – La Primera Semana
“Me siento mal dejándote así,” dijo Amelia. Sus
ojos estaban hinchados y rojos. Habían estado de
esa forma, de vez en cuando, desde el funeral de
Tray Dawson.
2. “Tienes que hacer lo que tienes que hacer,”
dije, dándole una grande y brillante sonrisa. Podía
leer la culpa y la vergüenza y el siempre presente
dolor alrededor de la mente de Amelia en una esfera
de oscuridad. “Estoy mucho mejor,” le aseguré.
Podía oírme susurrando alegremente, pero parecía
no poder parar. “Estoy caminando bien, y los
agujeros están todos rellenos. ¿Ves cuánto mejor?”
Me bajé la pretina de mis jeans para mostrarle un
lugar donde me habían mordido y sacado el pedazo.
Las marcas de los dientes apenas eran
perceptibles, aunque la piel no estaba
completamente lisa y era visiblemente más pálida
que la carne circundante. Si no hubiese ingerido una
enorme dosis de sangre de vampiro, la cicatriz se
hubiese visto como si un tiburón me hubiese
mordido.
Amelia dio un vistazo abajo y lejos a toda prisa,
como si ella no pudiese aguantar ver la evidencia
del ataque. “Es solo que Octavia sigue
mandándome emails y diciéndome que necesito ir a
casa y aceptar mi sentencia del concejo de brujas, o
lo que queda de él,” dijo apurada. “Y necesito
revisar todas las reparaciones para mi casa. Y
desde que hay algunos turistas de nuevo, y gente
volviendo y reconstruyendo, la reserva mágica está
restablecida. Puedo trabajar medio tiempo. Además,
3. tanto como me agradas y me agrada vivir aquí,
desde que Tray murió…”
“Créeme, entiendo.” Habíamos pasado por
esto un par de veces.
“No es que te culpe,” dijo Amelia, tratando de
atrapar mi mirada.
Ella en realidad no me culpaba. Desde que yo
podía leer mentes, sabía que ella me decía la
verdad.
Incluso yo no me culpaba del todo, algo para mi
sorpresa.
Era verdad que Tray Dawson, amante de Amelia
y un Were, había sido asesinado mientras estaba
trabajando como guardaespaldas. Era cierto que yo
había pedido un guardaespaldas a la manada de
Weres más cercana a mí porque me debían un favor
y mi vida necesitaba protección. Sin embargo, yo
había estado presente en la muerte de Tray Dawson
a manos de un hada empuñando una espada, y
sabía quién era responsable.
Así que no me sentía culpable, precisamente.
Pero me sentía angustiada por perder a Tray, por
sobre todos los otros horrores. Mi prima Claudine,
una completa hada, también había muerto en la
Guerra De Hadas, y desde que ella había sido mi
4. real y verdadera hada madrina, la extrañaba en un
montón de formas. Y había estado embarazada.
Tenía un montón de dolor y arrepentimiento de
todos los tipos, físico y mental. Mientras Amelia
llevaba un montón de ropa escaleras abajo, me
quedé de pie en su habitación, recomponiéndome.
Luego preparé mis hombros y levanté una caja de
cosas sueltas para el baño. Bajé cuidadosa y
lentamente las escaleras, y salí por mi cuenta hacia
su auto. Ella se volvió de dejar sus ropas del otro
lado de las cajas que ya estaban guardadas en su
cajuela. “¡No deberías estar haciendo eso!” dijo,
toda llena de preocupación. “Aún no estás
sanada.”
“Estoy bien.”
“Difícilmente. Siempre saltas cuando alguien
entra a tu habitación y te sorprende, y puedo
asegurarte que te duelen las muñecas,” dijo.
Agarró la caja y la deslizó en el asiento trasero.
“Aún cuidas esa pierna izquierda, y aún te duele
cuando llueve. A pesar de toda esa sangre de
vampiro.”
“El nerviosismo mejorará. A medida que pase el
tiempo, no será tan espontáneo ni estará en mi
mente,” le dije a Amelia. (Si la telepatía me
enseñado algo, es que las personas pueden
enterrar los más serios y dolorosos recuerdos, si les
5. das suficiente tiempo y distracciones.) “La sangre
no es de cualquier vampiro. Es la sangre de Eric. Es
algo fuerte. Y mis muñecas están un montón
mejor.” No mencioné que los nervios estaban
saltando dentro de ellas como serpientes enojadas
en este preciso momento producto de haberlas
tenido atadas por varias horas. La Dra. Ludwig,
médico de lo sobrenatural, me había dicho que los
nervios –y las muñecas– volverían a la normalidad –
eventualmente.
“Si, hablando de la sangre.” Amelia respiró
profundamente y se armó de valor para decir algo
que sabía no iba a gustarme. Como lo oí antes de
que lo pronunciara, estaba preparada. “¿Has
pensado en…? Sookie, no me preguntaste, pero
creo que será mejor que no tomes más sangre de
Eric. Quiero decir, sé que es tu hombre, pero tienes
que pensar en las consecuencias. A veces las
personas se chiflan por accidente. No es como una
ecuación matemática.”
Aun cuando apreciaba la preocupación de
Amelia, pasó a territorio privado. “No
intercambiamos,” dije. Mucho. “…l solo toma un
traguito de mí en, tú sabes… el momento feliz.”
Estos días Eric estaba teniendo muchos más
momentos felices que yo, tristemente. Yo esperaba
que la magia de la habitación retornase; si algún
hombre pudiese tener sexo sanador, ese sería Eric.
6. Amelia sonrió, que era lo que yo había tenido
como objetivo. “Al menos…” Se volvió sin terminar
la frese, pero estaba pensando, Al menos te sientes como
para tener sexo.
Yo no me sentía tan capaz de tener sexo como
sentía que debía continuar tratando de disfrutarlo,
pero definitivamente no quería discutirlo. Mi
habilidad de dejar a un lado el control, que es la
clave del buen sexo, me había sido despojada
durante la tortura. Había estado absolutamente
abandonada. Solo podía esperar haberme
recuperado en esa área, también. Sabía que Eric
podía sentir mi falta de terminación. …l me había
preguntado varias veces si estaba segura que
quería comprometerme con el sexo. Casi cada vez,
decía que sí, basándome en la teoría de la bicicleta.
Sí, me había caído de ella. Pero siempre estaba
deseando con ansias montarla de nuevo.
“Entonces, ¿cómo va la relación?” dijo. “A
parte de la parte buena.” Ya todo estaba en el auto
de Amelia. Ella se estaba quedando, evitando el
momento en el que tendría que meterse en su auto
e irse.
Solo era el orgullo lo que me estaba impidiendo
gritarle.
“Creo que nos estamos llevando bastante
bien,” dije con un gran esfuerzo para sonar alegre.
7. “Aún no estoy segura de lo que siento a diferencia
de lo que el vínculo me hace sentir.” Era como
agradable poder hablar de mi conexión sobrenatural
con Eric, tanto como de mi antigua atracción
hombre–mujer. Incluso antes de mis heridas
durante la Guerra De Hadas, Eric y yo habíamos
establecido lo que los vampiros llamaban un vínculo
de sangre, desde que habíamos intercambiado
sangre varias veces. Podía sentir la ubicación
general de Eric y su humor, y él podía sentir las
mismas cosas de mí. …l estaba siempre ligeramente
presente en el fondo de mi mente –algo así como
encender un ventilador o un filtro de aire para
proporcionar un pequeño zumbido que te ayude a
dormir. (Era bueno para mí que Eric durmiera todo el
día, porque podía ser yo misma al menos parte del
tiempo. ¿Quizás él se sentía de la misma forma
luego que yo me iba a la cama por la noche?) No es
que escuchase voces en mi cabeza o algo parecido
–por lo menos no más de lo usual. Pero si me sentía
feliz, tenía que revisar para asegurarme que era yo
y no Eric quien estaba feliz. Asimismo con enojarse,
Eric era un fanático del enojo, controlado y
cuidadosamente balanceado enojo, últimamente en
especial. A lo mejor él estaba obteniendo eso de mí.
Estaba bastante llena de enojo estos días.
Me he olvidado de Amelia por completo. Me metí
en mis propios pensamientos de depresión.
8. Ella me hizo reaccionar. “Esa es solo una gran
excusa,” dijo con aspereza. “Vamos, Sookie. Tú lo
amas, o no. No lo sigas postergando culpando por
todo al vínculo. La, la, la. Si tanto odias el vínculo,
¿por qué no has averiguado cómo puedes librarte
de él?” Se tragó la expresión de mi cara, y la
irritación disminuyó gradualmente de ella. “¿Quieres
que le pregunte a Octavia?” preguntó con una voz
más suave. “Si alguien supiera, esa sería ella.”
“Sí, me gustaría enterarme,” dije, luego de un
momento. Respiré profundo. “Tienes razón,
supongo. He estado tan deprimida que he
pospuesto cualquier decisión, o acción de aquellas
que ya he hecho. Eric es único en su clase. Pero le
encuentro… un poco aplastante.” …l tiene una fuerte
personalidad, y está acostumbrado a ser el gran
pez en la pecera. …l también sabía que tenía tiempo
infinito por delante de él.
Yo no.
…l aun no había sacado el tema a la superficie,
pero tarde o temprano, lo haría.
“Aplastante o no, lo amo,” continué. Nunca lo
había dicho en voz alta. “Supongo que eso es en
pocas palabras.”
“Creo que lo es.” Amelia intentó sonreírme,
pero fue un intento deplorable. “Escucha, tu sigue
con eso, lo del auto-conocimiento.” Se detuvo por
9. un momento, su expresión congelada en una media
sonrisa. “Bien, Sook, mejor me voy. My papá me
está esperando. …l estará arriba en mi negocio en el
minuto en que yo llegue a Nueva Orleans.”
El papá de Amelia era rico, poderoso, y no creía
en absoluto en el poder de Amelia. Estaba muy
equivocado al no respetar su brujería. Amelia había
nacido con el potencial del poder en ella, como toda
bruja. Una vez que Amelia tuviese algún
entrenamiento y disciplina, ella sería realmente
aterradora –aterradora a propósito, en vez de
producto de la drástica naturaleza de sus errores.
Yo esperaba que su mentora, Octavia, tuviese un
programa implementado para desarrollar y entrenar
el talento de Amelia.
Luego que me despedí con la mano de Amelia
bajando por la entrada para coches, la ancha
sonrisa se cayó de mi cara. Me senté en las
escaleras del porche y lloré. No me tomaba mucho
para llorar por mí estos días, y la partida de mi
amiga era solo lo que lo gatillaba ahora. Había tanto
por lo que derramar lágrimas.
Mi cuñada Crystal había sido asesinada. El amigo
de mi hermano, Mel, había sido ejecutado. Tray y
Claudine y Clancy el vampiro habían sido muertos en
la línea del deber. Desde que Crystal, así como
Claudine, habían estado embarazadas, eso añadió
dos muertes más a la lista.
10. Probablemente eso debió haberme hecho
extrañar la paz sobre todo. Pero en vez de
convertirme en el Gandhi de Bon Temps, en el fondo
de mi corazón sabía que había muchas personas a
las que quería muertas. No era directamente
responsable de la mayoría de las muertes que
fueron esparcidas en mi paso, pero era perseguida
por la sensación de que ninguna de ella hubiese
sucedido a no ser por mí. En mis momentos más
oscuros –y este era uno de ellos– me preguntaba si
mi vida valía el precio por el que había pagado.
Marzo – Fin de la Primera Semana
Mi primo Claude estaba sentado en el porche
delantero cuando me levanté en una enérgica
mañana nublada un par de días luego de la partida
de Amelia. Claude no era tan hábil enmascarando su
presencia como mi bisabuelo Niall había sido.
Porque Claude era un hada, yo no podía leer su
mente –pero podía decir que su mente estaba ahí,
si no es una forma muy vaga de ponerlo. Llevé mi
café afuera para el porche, aunque el aire estaba
frío, porque beber esa primera taza en el porche
había sido una de mis cosas favoritas antes de que
yo… antes de la Guerra De Hadas.
11. No había visto a mi primo en semanas. No le
había visto durante la Guerra De Hadas, y él no me
había contactado desde la muerte de Claudine.
Había traído un mug para Claude, y se lo pasé.
Lo aceptó en silencio. Yo había considerado la
posibilidad de que me lo tirase en la cara. Su
inesperada visita me había sacado de la rutina. No
tenía idea qué esperar. La brisa levantó su largo
cabello negro, dándole vueltas alrededor como
cintas de ébano rasgadas. Sus ojos de caramelo
estaban enmarcados en rojo.
“¿Cómo murió ella?” dijo.
Me senté en el escalón más alto. “No lo vi,”
dije, encorvándome sobre mis rodillas. “Estábamos
en ese edificio que la Dra. Ludwig estaba usando
como hospital. Creo que Claudine estaba tratando
de detener a las otras hadas de llegar al pasillo y
meterse en la habitación donde yo estaba
encerrada con Bill y Eric y Tray.” Miré arriba para
asegurarme que él conocía el lugar, él asintió.
“Estoy bastante segura que fue Breandan quien la
mató, porque una de las agujas para tejer de ella
estaba atascada en el hombro de él cuando él entró
en nuestra habitación.”
Breandan, el enemigo de mi bisabuelo, también
había sido príncipe de las hadas. Breandan había
creído que los humanos y las hadas no deberían
12. relacionarse. …l había creído esto al punto del
fanatismo. Había querido que las hadas se
abstuvieran completamente de incursionar dentro
del mundo de los humanos, a pesar de la larga
participación financiera de las hadas en el comercio
mundano y los productos que esto había producido…
productos que les ayudaban a mezclarse en el
mundo moderno. Breandan había odiado
especialmente la ocasional ganancia de amantes
humanos, un placer de hadas, y había odiado los
niños nacidos como resultado de tales aventuras
amorosas. …l había querido a las hadas aparte,
encerradas dentro de su propio mundo,
relacionándose solo con los de su especie.
Por extraño que parezca, eso era lo que mi
bisabuelo había decido hacer luego de derrotar al
hada que había creído en esta política de apartheid.
Luego de todo el derramamiento de sangre, Niall
concluyó que la paz entre hadas y la seguridad para
los humanos podía alcanzarse solo si las hadas se
bloqueaban dentro de su mundo. Breandan había
logrado sus fines con su propia muerte. En mis
peores momentos, creía que la decisión final de Niall
había hecho innecesaria toda la guerra.
“Ella te estaba defendiendo,” dijo Claude,
devolviéndome al presente. No había nada en su
voz. Nada de culpa, nada de rabia, ninguna
pregunta.
13. “Ajá.” Ese había sido parte de su trabajo,
defenderme, por órdenes de Niall.
Tomé un largo trago de café. Claude se sentó
indiferente en el brazo de la silla-columpio del
porche. Quizá Claude se preguntaba si debió
matarme. Claudine había sido su última hermana
sobreviviente.
“Sabías del embarazo,” dijo finalmente.
“Me lo dijo justo antes de que la mataran.” Dejé
mi mug y envolví mis rodillas con mis brazos. Esperé
a que cayera el golpe. Al principio no me importó
mucho, lo que era aun más horrible.
Claude dijo, “Entiendo que Neave y Lochlan te
agarraron. ¿Es por eso que estás abatida?” El
cambio de tema me tomó fuera de guardia.
“Ajá,” dije. “Me tuvieron por un par de horas.
Niall y Bill Compton los mataron. Para que sepas –
fue Bill quien mató a Breandan, con la pala de hierro
de mi abuela.” Pese a que la palita de jardinería
había estado en el cobertizo de herramientas de mi
familia por décadas, yo la había asociado a mi
abuela.
Claude se sentó, hermoso e ilegible, por un largo
rato. Nunca me miró directamente ni bebió su café.
Cuando llegó a una íntima conclusión, se levantó y
se fue. Caminando la bajada de la calzada hacia
14. Hummingbird Road. No sé dónde su auto habría
estado estacionado. Por lo que sabía, él había
caminado todo el trayecto desde Moroe, o volado
en una alfombra mágica. Fui dentro de la casa, caí
sobre mis rodillas justo después de pasar la puerta,
y lloré. Mis manos temblaban. Mis muñecas dolían.
Todo el tiempo que habíamos estado hablando,
había estado esperando que él hiciera su jugada.
Me di cuenta que quería vivir.
Marzo – Segunda Semana
JB dijo, “¡Sube tu brazo completamente,
Sookie!” Su apuesto rostro estaba arrugado de la
preocupación. Sosteniendo los dos kilos y medio de
peso, lentamente levanté mi brazo izquierdo. Dios,
eso duele. Lo mismo con el derecho.
“Bien, ahora las piernas,” dijo JB, cuando mis
brazos estaban temblando con la tensión. JB no era
un kinesiólogo con licencia, pero era un personal
trainer, por lo que tenía la práctica y experiencia
ayudando a personas a superar diferentes lesiones.
Quizá nunca se hubiese enfrentado a tal variedad
como las mías, pues había sido mordida, cortada, y
torturada. Pero no necesitaba explicarle los detalles
a JB, y él no habría notado que mis heridas eran
más que las comunes producidas por un accidente
15. de auto. No quería ninguna especulación circulando
Bon Temps acerca de mis problemas físicos –por lo
que hice unas visitas ocasionales a la Dra. Amy
Ludwig, quien parecía sospechosamente como un
hobbit, y conseguí la ayuda de JB du Rone, quien
era un buen entrenador pero tonto como una caja
de piedras.
La esposa de JB, mi amiga Tara, estaba sentada
en uno de los bancos para pesas. Estaba leyendo
What to Expect When You’re Expecting (Qué Esperar Cuando Estás
Esperando). Tara, con casi cinco meses de embarazo,
estaba determinada en ser la mejor madre que
pudiese ser. Como JB estaba dispuesto pero no
entusiasmado, Tara asumía el papel del Padre Más
Responsable. Ella se había ganado su dinero para
gastos personales en secundaria como niñera, lo
que le dio algo de experiencia en el cuidado de
niños. Estaba frunciendo el ceño a medida que
cambiaba las páginas, una expresión familiar de
nuestros años en la escuela.
“¿Ya has escogido al doctor?” Pregunté, luego
de levantar pesas con mis piernas. Mis músculos
estaban gritando, precisamente los dañados de mi
pierna izquierda. Estábamos en el gimnasio donde
JB trabajaba, fuera del horario, porque yo no era un
miembro. El jefe de JB había aceptado el acuerdo
temporal para mantener feliz a JB. JB era un gran
atractivo para el gimnasio; desde que él había
16. comenzado a trabajar, el porcentaje de nuevas
clientas había aumentado notoriamente.
“Eso creo,” dijo Tara. “Había cuatro opciones
en esta área, y visitamos a todos ellos. Tuve mi
primera cita con el Dr. Dinwiddie, aquí en Clarice. Sé
que es un hospital pequeño, pero no soy de alto
riesgo, y está tan cerca.”
Clarice estaba solo a un par de millas desde Bon
Temps, donde vivíamos. Podías llegar de mi casa la
gimnasio en menos de veinte minutos.
“Escuché cosas buenas de él,” dije, el dolor en
mis cuádriceps por hacer esas cosas comenzaron a
deslizarse al interior de mi cabeza. Mi frente
comenzó a sudar. Acostumbraba a pensar en mí
misma como una mujer en forma, y generalmente
había sido una feliz. Ahora habían días en los que
todo lo que podía hacer era salir de la cama y
meterme para ejercitar.
“Sook,” dijo JB, “Mira aquí el peso.” Me
estaba sonriendo.
Por primera vez me di cuenta que había estado
haciendo repeticiones con cinco kilos más de los
que había estado usando.
Le sonreí de vuelta. No había durado mucho,
pero sabía que había hecho algo bueno.
17. “Quizá harás de niñera para nosotros por un
tiempo,” dijo Tara. “Le enseñaremos al bebé a
llamarte Tía Sookie.”
Sería la tía de gentileza. Tendría que cuidar del
bebé. Ellos confiaban en mí. Me encontré a mí
misma haciendo planes para el futuro.