Ética y libertad: análisis de los capítulos iniciales de la obra de Fernando Savater
1. FACULTAD DE
FILOSOFIA LETRAS Y
CIENCIA DE LA
EDUCACIÓN
ESC. DE COMERCIO Y
ADMINISTRACIÓN
TRABAJO DE
FILOSOFÍA
ALUMNA: MARIA JOSE CAMPOS
QUINTO SEMESTRE «A»
2. CAPÍTULO I:
DE QUÉ VA LA
ÉTICA
De entre todas las cosas que pueden formar nuestro saber, existen unas básicas como lo es
el saber qué cosas son convenientes o buenas y cuáles inconvenientes o malas. Cuando se
presentan ambigüedades, es que comienzan las dificultades del saber vivir y entra en juego
la libertad. Los animales, por estar programados por la naturaleza, conocen una sola forma
de comportamiento para cada situación. Los seres humanos, aunque
en cierta medida estamos también programados por fidelidades que nos son inculcadas
desde la cuna, somos seres imprevisibles, pues tenemos una serie de alternativas en
nuestro proceder que aunque en ocasiones resulten raras, muy pocas veces son imposibles.
La libertad nos permite elegir, inventar e incluso equivocarnos. Dos importantes aclaraciones
al respecto es que no somos libres de elegir lo que nos pasa, sino de responder a ello de un
modo u otro; y que el ser libres para intentar algo no tiene relación alguna con lograrlo, pues
en ocasiones mezclamos libertad con omnipotencia y es entonces que intentamos elegir
dentro de lo imposible. Lo importante es encontrar nuestro propio arte de vivir que nos
permita acertar, y eso es la ética.
3. En este primer capítulo, Savater comienza explicando la posibilidad de carecer de
ciertos conocimientos de la vida, cree que se puede vivir normalmente aún
prescindiendo de ellos. Sin embargo, nos muestra que existen cosas imprescindibles
en la vida, sin las que raramente podríamos vivir demasiado tiempo. Imprimé en este
capítulo la diferencia entre las cosas buenas y cosas malas.
Explica también en qué ocasiones lo que generalmente se considera malo pasa a no
ser tan malo, incluso, en cierta manera, pasar a ser bueno.
Otro tema que trata el narrador es el de la libertad. Habla de los límites que posee ésta
para nosotros. También comenta el autor acerca de la libertad de los animales, que se
reduce a seguir su instinto. He aquí el mérito de las buenas acciones humanas en
comparación con las animales.
4. CAPÍTULO II:
ÓRDENES,
COSTUMBRES Y
CAPRICHOS
Un motivo es la explicación propia más aceptable acerca de tu
conducta. Dentro de los motivos existen las
órdenes, las costumbres y los caprichos, que no hacen más que
inclinar la conducta y preferencias. Las
órdenes y las costumbres, cuya fuerza es el miedo y la comodidad
respectivamente, son impuestas por factores
externos, mientras que los caprichos surgen del interior de cada
quien. Respecto a las primeras es
recomendable establecer hasta qué punto pueden ser obedecidas y
de las segundas, saber que sirven
exclusivamente para aspectos de rutina.
5. Al igual que en el primer capítulo, recalca Fernando Savater el tema de la libertad.
Somos libres para hacer lo que prefiramos, pero esta libertad se ve limitada en
numerosas ocasiones. Muchas veces se nos plantean dos dilemas de los cuales
tendremos que inclinarnos por uno, aunque la verdadera preferencia sería no tener
que elegir. Para ejemplificar esta cuestión, utiliza la historia de un capitán de barco.
Savater dice que en ocasiones nos guiamos por unos determinados factores, sin
decidir de veras lo que nos es más o menos conveniente.
Estos factores son los siguientes:
• Órdenes: Tendemos a seguirlas, pero su justificación no está demasiado clara.
• Costumbres: Realmente solemos guiarnos por ellas para lograr la comodidad de
la rutina, o bien por estar sometidos a una determinada presión.
• Caprichos: Generalmente los llevamos a cabo porque no pensamos dos veces
las repercusiones que generarán, simplemente para llevar a cabo un deseo
momentáneo.
6. CAPÍTULO III:
HAZ LO QUE
QUIERAS
La libertad no es sólo decidir sino darse cuenta qué se está decidiendo. Por ello sólo
es válida cuando se ha pensado dos veces: con la primera se descubre el motivo y
con la segunda se cuestiona el mismo. Nunca una
acción es buena sólo por ser una orden, una costumbre o un capricho A veces con eso
basta, pero casi siempre se necesita del razonamiento para determinar si es o no
conveniente algo. Todo esto forma parte de inventar nuestra propia vida y no vivir de a
acuerdo a lo que los otros inventan por nosotros. Moral son aquéllas reglas o normas
que consideramos válidas, mientras que la ética se encarga de cuestionar por qué lo
son. Hay cosas buenas y malas que nada tiene que ver con la moral y de las cuales
conocemos concretamente su utilidad; tratándose de seres humanos, sin
embargo, resulta difícil esta clasificación, pues ignoramos para qué sirven. Lo único
que se sabe es que la ética se basa en una frase: Haz lo que quieras
7. Savater comenta que no todo en esta vida funciona regido por unas costumbres, órdenes
o por un determinado capricho. Es aquí donde de nuevo podemos hablar de la libertad.
Cuando tomamos una decisión debemos tener en cuenta que la libertad que poseemos
implica pensar las cosas dos veces antes de realizarlas, para así cerciorarnos de que es
realmente conveniente o no para nosotros.
Fernando Savater plantea la cuestión de que no sabemos calificar lo que es realmente
“bueno” en el caso de un ser humano. ¿Sabríamos definir lo que es un hombre bueno?
No será fácil puesto que no conocemos la utilidad esencial de una persona.
8. CAPÍTULO IV:
DATE LA BUENA
VIDA
Haz lo que quieras es abandonar lo que nos rige desde el exterior y enfocarse a lo que la
propia voluntad reclama desde el fuero interno. La misma contradicción que hay en Haz lo
que quieras (que así como abre una infinita gama de posibilidades puede reducirla a una
elección entre dos), se presenta en la libertad, pues no somos libres de elegirla o no, sino
que estamos condenados a la libertad, como afirmó Jean−Paul Sartre. Para no reducir la
frase a un simple capricho, es importante establecer prioridades entre los deseos
repentinos y
aquellos a largo plazo. La ética es alcanzar la buena vida humana, que es la que incluye
relaciones con otros seres humanos, no a costa de ellos. Todos tenemos una realidad
biológica pero, para llegar a ser hombres, se necesita de otros que fundamenten nuestra
realidad cultural mediante enseñanzas. La base de nuestra cultura es el lenguaje, por lo
que hablar y escuchar a alguien, es tratarlo como persona. Es un proceso recíproco igual
que la humanización, pues darse la buena vida es al final igual que dar la buena vida.
9. Para comenzar este cuarto capítulo, Fernando Savater pretende aclarar el verdadero
significado de la frase: “Haz lo que quieres”.
El hecho de hacer lo que se quiere es sinónimo de decidir mi propia vida, o lo que es lo
mismo, ser libre. Claro que aquí nos encontramos ante una paradoja: El hecho de hacer lo que
deseo sería cumplir la orden dada anteriormente, por lo tanto, no ser libre. Es aquí cuando
debemos llegar a la conclusión de que todo en esta vida estará unido a una libertad. Hace
referencia el autor a una destacable frase del filósofo Jean - Paul Sartre: “Estamos
condenados a la libertad”.
Aclara Fernando que en ningún caso se debe confundir la frase “haz lo que quieras” con el
hecho de satisfacer todos nuestros caprichos o “hacer lo que venga en gana”. Realmente
haciendo esto último no obtengo una ganancia, más bien una pérdida. Ésta pérdida la aclara
por medio de un pasaje de la Biblia: El de Esaú y Jacob.
El autor plantea lo siguiente: ¿qué es lo que verdaderamente quieres?
Dando por hecho una respuesta generalizada, “darme la buena vida”, comenta que esta buena
vida tan deseada es solo la que podría darse entre seres humanos. Debemos seguir un
proceso de humanización para hallar la “buena vida”, la cual debe ser recíproca.
10. CAPÍTULO V:
DESPIERTA BABY!
No tener perspectiva de conjunto es simplificar, el dinero e incluso la muerte es simplificar.
La vida en cambio es complejidad y complicaciones. Lo que poseemos nos posee y
pasamos la vida creyendo que
atesorar cosas es vivir, y no reparamos en pensar que de las cosas sólo salen cosas.
Como humanos necesitamos una complicidad fundamental que sólo se da entre iguales.
Las traiciones y los abusos se dan,
pero convertir a los demás en cosas es la forma incorrecta de defender el derecho propio a
no ser tratado como tal. Ya que ninguna buena vida puede ser sin cosas, es básica la
atención, es decir, la reflexión acerca del sentido de esa buena vida. Como condición ética
principal está no tomar la certeza de la muerte como un
pretexto para vivir de cualquier modo, sino intentar comprender a cada momento de qué
está tratando la vida y cómo se la hace buena para uno, no para los demás, pues nadie
puede ser libre por ti.
11. En este quinto capítulo, Fernando Savater alega que en ningún momento quiso tachar los
caprichos como algo “malo”, sino pretendiendo que nos demos cuenta de que existen en la
vida multitud de cosas más importantes que hacer “lo que nos venga en gana”.
Comenta Savater que la vida es una sucesión de complicaciones, pero que vivirla implica
hacerles frente, no ofrecer simpleza ante ellas, siendo este el deseo de la llegada de la
muerte.
Con respecto a la historia del “Ciudadano Kane”, intenta justificarlo con moderación al decir
que nos es malo tener unas metas en la vida , unos deseos, querer unas determinadas
cosas. Pero alega después que estos deseos no deben ser excesivos ya que todo lo que
poseemos llegará a poseernos a nosotros algún día.
Tras contar un relato de un sabio budista, Fernando Savater nos pide que no nos
excedamos a la hora de “querer”. No nos basta un presente, los humanos necesitamos
cosas que los objetos no poseen. Si a lo largo de la vida tratamos a los humanos como
cosas, solo recibiremos cosas, no amistad, ni respeto y mucho menos amor.
Antes de concluir aclara Savater que ser “moral” no significa seguir las normas
establecidas, ni tampoco sublevarse contra ellas, solo comprender que es lo que nos
conviene y lo que no, encontrando así la “buena vida” tan ansiada.
12. CAPÍTULO VI:
APARECE PEPITO
GRILLO
Imbécil es aquél cuyo carácter es débil, y nuestra obligación es evitar serlo. Hay quienes
creen que no quieren nada y todo les da igual, otros que lo quieren todo a la vez y caen en
propias contradicciones, otros que no
saben lo que quieren ni intentan averiguarlo, algunos tienen una voluntad muy débil o, en el
caso contrario, muy fuerte y no distinguen la irrealidad. Si se es imbécil, se necesita de
fuerzas exteriores en que apoyarse y con dificultad se llega a la buena vida. Lo contrario de
ser imbécil es tener conciencia, para lo cual se requiere de cualidades innatas. Después del
mínimo de condiciones sociales y económicas adecuadas, la conciencia depende de la
atención y esfuerzo de cada individuo. Debe haber interés por vivir humanamente bien,
concordancia entre actos y deseos, desarrollar el gusto moral y enfrentar la responsabilidad.
Un auténtico egoísta es quien quiere y busca lo mejor para sí mismo. Aquél que se rodea de
lo que le sienta mal es un imbécil que deseaba ser egoísta. La culpa y la responsabilidad
también se relacionan con la conciencia, pero lo peor es el remordimiento que es el
descontento con nosotros mismos por emplear la libertad en contra de nuestros deseos.
13. Ser responsable es saberse libre para bien o para mal y estar dispuesto a responder por los
actos; actuar sin órdenes superiores con un fin de construirse, transformarse e inventarse a sí
mismo. Como la decisión de vivir bien es personal, lo ideal sería que se volviera un tipo de
vicio. Para comenzar este capítulo, Savater nos recuerda que tenemos la obligación moral de
no ser “imbéciles”. Se refiere esto a que una persona imbécil es aquella que precisa un
sustento en el que apoyarse durante su vida. Nos muestra distintos tipos de imbéciles.
Cuestiona también Savater si se trata de un tipo de egoísmo el querer ante todo evitar el mal.
Aunque el egoísmo es poseedor de una muy mala fama, hay una ocasión en la que es muy
justificable: “Querer lo mejor para mi mismo”, claro está sin, por ello, perjudicar al prójimo.
Savater comenta que algo tan común como un remordimiento no sólo viene dado por un
miedo a represalias, es el comprender que nos estamos estropeando a nosotros
mismos, vienen dados por la repetitiva “libertad”. Para evitar los remordimientos solemos
recurrir a una justificación, aunque la verdadera solución sería actuar de una manera
responsable. La palabra clave en las justificaciones, dice Savater, es “irresistible”, la cual
podemos asegurar que se trata solo de un invento o superstición
14. CAPÍTULO VII:
PONTE EN SU
LUGAR
La ética habla de cómo vivir bien entre humanos. Sin embargo hay criterios distintos acerca de lo
aceptable y lo inaceptable. Lo cierto es que lo conveniente es aquello sin lo cual se vive, mas no
humanamente. Incluso quien comete cualquier fechoría sigue siendo humano pues cuenta con la
posibilidad de transformarse. Una característica del ser humano es la imitación, por lo que el
ejemplo que se le da a los semejantes es básico. Muchos malos lo son porque son desgraciados,
están solos, temerosos y son ignorantes. Lo más valioso que obtenemos de nuestros semejantes
es la posibilidad de tener la complicidad y afecto de más seres libres, es la forma en que la propia
humanidad se refuerza. La libertad no sirve a nada ni nadie, se contagia. Al perjudicar al prójimo el
más perjudicado es al final uno mismo. Tratar a las personas humanamente es saber ponerse en
su lugar; ser consiente que, pese a las diferencias que entre todos existen, siempre se está de
algún modo dentro de los semejantes; o reconocer sus derechos y razones para considerarle igual
de real y serio como uno mismo. Los propios intereses no son malos, pero sí relativos; el único
absoluto es el de ser humano entre los humanos que conduce a la buena vida. La clave de todo
es sentir simpatía y lograr ponerse en el lugar del otro es un arte; se requiere de objetividad para
ver las cosas a su manera sin ocupar su sitio, pero principalmente se necesita un conocimiento de
la justicia.
15. La virtud de la justicia es la habilidad y el esfuerzo para saber lo que nuestros semejantes
esperan de nosotros, y esto no se logra obedeciendo leyes que establecen sólo el mínimo de
esto, sino amando un poco a cada persona como cosa indispensable para vivir bien. Comienza
Fernando Savater este séptimo capítulo recordándonos la historia de Robinson Crusoe. Comenta
exactamente el pasaje en que el protagonista descubre unas huellas que le hacen ver que no
está solo en la isla, sino que tiene con él a un semejante. Ya no podrá sobrevivir de cualquier
modo, sino que deberá respetar unas normas morales que le harán llevar la vida “humana”.
El autor hace alusión a un pasaje en la historia de Marco Aurelio, emperador de Roma. Cuenta
que este personaje opinaba que todas las personas merecían ser tratadas como tales, porque
todo ser humano, lo desee o no, me “conviene”. No solo debo inclinarme a portarme
adecuadamente con los que “me vienen bien”, sino que debo tratar a todos por igual.
Nos habla Fernando Savater del monstruo de Frankenstein. En un pasaje de ésta novela, el
terrorífico protagonista comenta la desgracia que posee al ser “malo”. Sacamos entonces en
conclusión que la mayoría de los malos que hay en nuestra sociedad se sienten desgraciados por
ello.
Llegamos ahora a la pregunta clave: ¿En qué consiste tratar a las personas como tales? Pues
bien, la respuesta es que intentes ponerte en su lugar. Esta bonita frase se puede llevar a cabo si
se empieza conociendo los derechos de los demás y, por lo tanto, sus razones.
Para concluir, el autor nombra la palabra “justicia”, alegando que es la virtud de intentar por todos
los medios “vivir bien”, humanamente con los demás.
16. CAPÍTULO VIII:
TANTO GUSTO
Existe una gran censura sobre todo lo que implica placer corporal y no reparamos en pensar que
sin su satisfacción no hay vida buena. Disfrutar nunca será malo mientras no dañe a nadie, es lo
que nos aleja de ser animales; el sexo con fines únicos de procreación es por el contrario lo que
nos aleja de lo humano. Hay quienes temen al placer porque les gusta demasiado y distrae.
Otros disfrutan no dejando disfrutar, ellos son calumniadores o incluso puritanos, para quienes lo
bueno es lo que nos disgusta hacer y sufrir es más meritorio que gozar, lo que en realidad nada
tiene de moral o ético. Usar los placeres es tener un control sobre ellos que impida que se
mezclen con otros aspectos de la vida personal y así se nos enriquecemos. Sin embargo su
carácter excluyente puede conducir a un empobrecimiento debido a la pérdida de interés en
cualquier otra cosa. El placer que mata no es placer, sino un castigo. La templanza es el arte de
poner el placer al servicio de la alegría, que acepta vida y muerte, placer y dolor. Quienes optan
por su contrario, la abstinencia, desconfían de todo lo que les gusta. El placer más triste es la
culpa; considerar algo más que placer como un crimen es reclamar un castigo. Es falso creer
que siempre se goza a costa de otros, el interés y
la ayuda que se les brinde va por otro camino distinto al disfrutar propio.
17. Comienza este octavo capítulo criticando Savater el uso continuado de la palabra “inmoralidad”
para definir las cuestiones no adecuadas referidas al sexo. Alega que solo este tipo de acciones
son inmorales cuando se utilizan para hacer daño, al igual que en muchas otras facetas en
nuestra vida, pero no hay nada de “inmoral” en disfrutar con nuestro cuerpo, porque no solo lo
tenemos sino que somos un cuerpo. El sexo posee ante todo la función de la procreación, pero
esta no es la única. Asegura el autor que esta relación establecida desde siempre entre el sexo
y la carencia de moral no es otra que el miedo al placer.
Para personas como los denominados “puritanos”, una acción es mala solo por el hecho de que
nos guste hacerlo, alegando que el sufrimiento es la verdadera “moralidad”. Por supuesto
Savater se halla en total desacuerdo con esto. Aclara por lo tanto que el puritanismo es lo más
alejado a la ética.
Viene ahora la pregunta clave: ¿Cuál es la mayor gratificación que se puede tener? Pues dice
Savater que es, claramente, alegría. La alegría es un sí espontáneo a la vida que brota desde
nuestro interior. Por esto un placer deja de serlo cuando perdemos la alegría, estamos entonces
confundiendo lo que debemos de verdad considerar como “placer”.
Concluye Savater este capítulo comentando que no se debe pensar que el hecho de estar
gozando provocará el sufrimiento a otra persona que no lo hace. Esto es solo producto de una
represión social.
18. CAPÍTULO IX:
ELECCIONES
GENERALES
Nunca se piensa en la política como algo ético, pues en la mayoría de los casos quienes la
ejercen piensan en reprender al vecino antes de mejorarse a sí mismos. Se les atribuyen
frecuentemente poderes sobrehumanos
que conducen a la decepción de quienes los han elegido. Sin embargo, en cuanto a su
finalidad, la ética y la política están muy relacionadas, ya que el objetivo de la política es
organizar la convivencia social para permitir que, con la ética, cada individuo elija lo que más le
conviene. En cuanto a diferencias, podría decirse
que la ética se ocupa de lo que cada cual hace con su libertad, mientras que la política
coordina cómo muchos manejan la misma. Para la ética es importante querer bien, para la
política cuentan los resultados, nunca los
medios. La ética no puede esperar a la política y por ello en ningún orden político, por malo
que sea, habrá quienes ya no puedan ser buenos. En un estado utópico, todos serían
automáticamente buenos porque las
circunstancias impedirían la presencia del mal. La buena vida incluye, pues, un proyecto
político basado en la libertad, la justicia y la asistencia en el que la dignidad de los individuos
sea respetada.
19. Los derechos humanos son las exigencias mínimas que debe cumplir la sociedad política. Ya que
muchos problemas hoy pueden ser resueltos a nivel global, la fragmentación política entorpece el
proceso. El mantener la Tierra habitable es tarea de los hombres como comunidad mundial, para lo
cual se requiere tolerancia y la eliminación de ideologías fanáticas. En este capítulo se trata el tema
de la política. La pregunta que se formula sobre los políticos es: ¿Por qué su mala fama? Si los
políticos salen elegidos es porque dan una imagen que se asemeja claramente a la de la gente
normal, “de la calle”. La causa es, principalmente, que son más conocidos, por lo tanto, sus errores
son más notables que los ajenos a ellos. Como similitud entre la política y la ética podríamos
destacar que ambas pretenden hallar la “buena vida”, humanamente hablando. Por ello, si
pretendemos llegar a encontrar esa “buena vida” no podemos desentendernos total y absolutamente
de los problemas que conciernen a la política. Como diferencias esenciales nombraremos las
siguientes:
La ética es la búsqueda de la “buena vida” para uno mismo, mientras que la política pretende
alcanzar la de un conjunto numeroso de personas.
La ética pretende que cada cual haga lo que de verdad quiera. Por el contrario, la política solo busca
resultados, sin importar el medio.
20. OPINION PERSONAL DE
ETICA DE AMADOR
La ética es básica para vivir bien y crear un ambiente de armonía y respeto a nuestro alrededor. La
libertad, para bien o para mal, es algo tan sencillo como haz lo que quieras, pero no tanto lo es su
aplicación, pues en ocasiones olvidamos que ante cada decisión libre existe una responsabilidad de
enfrentar las consecuencias. Probablemente porque aún no conocemos lo que es la
dignidad, porque no hemos entendido que todos somos en lo esencial semejantes y tenemos el
derecho de ser tratados por personas como personas,
es que vivimos todavía en épocas de guerras, maltratos y diferencias. Nunca dejaremos de ser
individuos, aún si asumiéramos un poco nuestra naturaleza como miembros de una especie e
hiciéramos algo por actuar como una unidad que quiere rescatar su hábitat. La ética nos abre las
puertas a la libertad, su objetivo finalmente no es otro que el de vivir la buena vida, pero lo que aún
nos cuesta trabajo entender es que esa buena vida no
existe con una conciencia intranquila, producto de una libertad mal usada. La plenitud en todos los
aspectos (físico, mental, social e incluso económico) es lo que debemos tener como meta para vivir
bien y no hacer a nuestra felicidad dependiente de las posesiones materiales, pues en ese caso
estaríamos completamente dominados y merced de las ataduras de objetos.
21. En realidad la libertad, la ética, la responsabilidad, son
conceptos alrededor de los cuales se ha creado una gran nube de dudas y cuestionamientos y
que, sin embargo, son sumamente básicos y sencillos de exponer, mas no tanto de aplicar
correctamente. Debemos comprenderlos, intentar aplicarlos para experimentar los beneficios
que ofrece una buena vida y entonces aceptarlos y asimilarlos como elemento básico de
nuestra existencia. Finalmente no debería ser tarea difícil... sólo se trata de vivir bien