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heterosexual que provoque irregularidades en las células T desde los hemofílicos a sus
esposas. Por lo tanto, Duesberg deduce que la hipótesis de proteínas extrañas pero no la
hipótesis del VIH predice la patología, la distribución por edad, la no transmisibilidad del
SIDA en la hemofilia y la inmunodeficiencia sin VIH en los hemofílicos.
    Por último, y en respuesta al argumento del CDC de que los pacientes hemofílicos sólo
comienzan a desarrollar SIDA en presencia del VIH, se propone que las enfermedades
definitorias de SIDA que tienen los hemofílicos, son una consecuencia del aumento de la
esperanza de vida gracias al Factor VIII. Éste a su vez al poseer proteínas extrañas
contaminantes ha sido el responsable de la aparición de microbios y del VIH en el 75% de
los casos, por ello se puede considerar al VIH como marcador de la cantidad de
transfusiones del Factor VIII recibidos, así como lo era antes el virus de la hepatitis, hasta
que fue eliminado de las transfusiones. (Duesberg, 1993)


b) Malnutrición en África y VIH
    A comienzos de los años 90 el riesgo de padecer SIDA en la población Africana
seropositiva era 10 veces menor que el riego medio en Estados Unidos y Europa y 100
veces menor que en los grupos de riesgo de estas dos latitudes. Esto era así porque la tasa
de seropositivos en África era mucho mayor y el porcentaje de enfermos de SIDA no lo era
tanto. Lo cierto es que diferentes estudios muestran como sólo alrededor del 50% de los
seropositivos en África tienen SIDA. Es importante tener en cuenta en nuestro análisis que
algunas de las enfermedades definitorias de SIDA en África son la malnutrición, infecciones
parasitarias, y la falta de higiene y que la incidencia de la tuberculosis, diarrea, fiebre y otras
enfermedades del SIDA en África coexisten de la misma manera sea seropositivo o
seronegativo. Asimismo, antes del descubrimiento del VIH, los investigadores del SIDA
Faunci y colaboradores, ya habían identificado la malnutrición proteínica como la principal
causa mundial de inmunodeficiencia, en especial en los países subdesarrollados (Seligmann
et. al., 1984:1286-1292). Por lo tanto no se observa una correlación importante entre VIH y
SIDA en África.




               Silvia Giménez Rodríguez                     - 122 -
c) Consumo de drogas intravenosas y VIH
    Numerosos estudios han demostrado que la morbilidad y mortalidad de los usuarios de
drogas es independiente al VIH. Duesberg recoge un estudio que demuestra que en 297
personas dependientes de drogas intravenosas, seropositivos asintomáticos, el riesgo de
contraer SIDA en 18 meses era mayor en quienes continuaban inyectándose. En base a
estos estudios Duesberg propone que la dosis del consumo de drogas a lo largo de la vida
es la que determina el riesgo anual de SIDA en estos usuarios de drogas.


d) Prácticas homosexuales y VIH
    Como el riesgo de prevalencia de VIH en varones homosexuales en 1992 era mayor
que en la media de Estados Unidos, Duesberg consideraba que se deberían identificar las
prácticas de riesgo del aún entonces designado como grupo de riesgo. Siguiendo las
correlaciones entre el consumo de drogas y los homosexuales sin VIH, Duesberg propone
que el consumo acumulativo de estimulantes sexuales y drogas psicoactivas determina el
riesgo anual de SIDA de los varones homosexuales, pues antes de que se descubriera el
VIH estas prácticas conllevaban el diagnóstico de las enfermedades definitorias de SIDA.


e) Los bebés infectados con VIH
    La salud de los bebés cuyas madres son consumidoras de drogas o hemofílicas hace
que tras una media de 2 años, desarrollen enfermedades definitorias de SIDA, al nacer el
niño con un sistema inmunológico defectuoso, y esto es así independientemente de que
exista VIH o no.


f) Transmisión sexual en mujeres prostituidas
    Siguiendo a Root Bernstein, (1993), las mujeres que ejercen la prostitución suelen tener
entre 200 y 300 compañeros sexuales por año y se asume que tienen riesgos más elevados
de exposición al VIH y al SIDA que la mayoría de los heterosexuales. En un principio, la
investigación del SIDA asumió que las mujeres que ejercían la prostitución serían los nexos
de transmisión con la población heterosexual. Una mujer prostituida contagiada por un
cliente por vía sexual podría transmitírselo a los demás clientes, lo que daría una



              Silvia Giménez Rodríguez                 - 123 -
propagación del VIH entre un número importante de personas que en principio no
pertenecerían a los por entonces denominados “grupos de riesgo” en un primer momento
descritos. Sin embargo, hasta este momento no hay constancia de que a través de la
prostitución se esté transmitiendo el virus en ningún país occidental, y los informes de
investigadores estadounidenses, británicos, y alemanes han concluido que la transmisión
del VIH a partir de la prostitución, está relacionada con las drogas, pues la infección en esta
población es mínima en ausencia de consumo de aquellas. En la Ciudad de Nueva York
entre el 40 y 50% de mujeres que practicaban la prostitución en la calle, con una calidad de
vida muy pobre, consumidoras de drogas inyectadas, eran seropositivas en la década de los
80. Entre las llamadas call girls de Nueva York, un tipo de mujeres que ejercen la
prostitución en mejores condiciones de calidad de vida que las anteriores, no se encontró el
VIH, entre las no consumidoras de drogas.
         En occidente se han encontrado las mismas cifras en esta década de los 80: En
Sevilla (España) eran seropositivas el 20% de aquellas que consumían drogas y el 2,5% de
las que no consumían. 8 de cada 10.000 no consumidoras de drogas inyectadas eran VIH+
en Filipinas. Los estudios realizados con mujeres que ejercían la prostitución sin consumir
drogas intravenosas realizados en Ámsterdam, Londres, Zurich, París, Viena, Atenas,
Pardenone (Italia), Callao (Perú), Reno (Nevada), Tijuana (México) y Túnez, durante esta
década encontraron una mínima prevalencia de VIH.
    Rosemberg y Weiner, (1988:418-423) llegaron en 1988 a la conclusión de que la
incidencia de VIH en mujeres prostituidas no consumidoras de drogas tiende a ser mínima,
lo que implica que la transmisión por vía sexual no es la que les coloca en alto riesgo de
contagio del VIH. Es importante también constatar que la no transmisión por vía sexual del
virus no se ha debido a las prácticas de sexo seguro, pues los mismos estudios mostraban
tasas muy bajas de uso de preservativos y tasas relativamente altas de contagio de otras
enfermedades por vía sexual tales como: sífilis y hepatitis B, con una prevalencia entre el 20
y 50%; anticuerpos de la clamidia, herpes simple I y herpes simple II y gonorrea entre un 95
y 100% de los casos. En definitiva, el VIH no se está comportando como una enfermedad de
transmisión sexual, por lo que la promiscuidad sexual por sí misma no parece aumentar el
riesgo de contagio, según los estudios consultados.



              Silvia Giménez Rodríguez                   - 124 -
g) En todos los grupos de riesgo aparecen enfermedades indicadoras de SIDA en
      ausencia de VIH
           Duesberg, (1991:1575-1579) recoge diferentes investigaciones tras revisar la literatura
      científica que argumentan casos de enfermedades oportunistas del SIDA en ausencia del
      VIH: Un estudio encuentra inmunodeficiencia grave en 6 de 14 hemofílicos sin VIH y en 9 de
      15 hemofílicos seropositivos. Otro estudio descubre un grupo de 5 hemofílicos con
      inmunodeficiencia antes de ser infectados con el virus. Otros han encontrado el virus en sólo
      7 de 19, o en 10 de 19 hemofílicos con inmunodeficiencias similares. Otro estudio
      prospectivo hecho en Canadá encontró inmunodeficiencia en 33 de 161 hombres
      homosexuales seronegativos, nueve de ellos después se infectaron de VIH. Un estudio
      identificó 12 casos de Sarcoma de Kaposi sin VIH en varones homosexuales americanos,
      algunos de los cuales ocurrían en ausencia de inmunodeficiencia. Otros encontraron
      Sarcoma de Kaposi en grupos de riesgo de SIDA, antes que SIDA. En otros casos no hay
      rastro de VIH ni siquiera en los casos de Sarcoma de Kaposi en los que se ha confirmado la
      existencia de anticuerpos contra el VIH. De lo anterior se deduce, que en los varones
      homosexuales el VIH no es necesario ni para presentar inmunodeficiencia, ni Sarcoma de
      Kaposi; Entre los usuarios de drogas inyectadas de Nueva York que presentaban algunas
      de las enfermedades de SIDA, no se ha encontrado VIH en 26 de las 50 muertes por
      neumonía, 15 de 22 muertes por endocarditis y 5 de 16 muertes por tuberculosis. En 24 de
      54 personas recluidas en las cárceles del Estado de Nueva York con tuberculosis, de los
      cuales 47 habían usado drogas, no se ha encontrado tampoco el virus. En un grupo de 21
      consumidores de heroína de los cuales sólo 2 tenían VIH, se encontró que la relación entre
      células T Helper y supresoras descendía en 13 años de 2 a 1, algo característico del SIDA.
           Asimismo, hay un problema con las estadísticas de SIDA ya que hasta 1989 solo un
      73% de los casos SIDA de Estados Unidos eran positivos al VIH: solo el 39% de los casos
      de SIDA en Nueva York y el 61% de los de California.
           Duesberg tras más de 20 años de investigación científica, constata que no hay
      evidencia empírica de correlación entre VIH y SIDA.




                    Silvia Giménez Rodríguez                  - 125 -


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  • 1. heterosexual que provoque irregularidades en las células T desde los hemofílicos a sus esposas. Por lo tanto, Duesberg deduce que la hipótesis de proteínas extrañas pero no la hipótesis del VIH predice la patología, la distribución por edad, la no transmisibilidad del SIDA en la hemofilia y la inmunodeficiencia sin VIH en los hemofílicos. Por último, y en respuesta al argumento del CDC de que los pacientes hemofílicos sólo comienzan a desarrollar SIDA en presencia del VIH, se propone que las enfermedades definitorias de SIDA que tienen los hemofílicos, son una consecuencia del aumento de la esperanza de vida gracias al Factor VIII. Éste a su vez al poseer proteínas extrañas contaminantes ha sido el responsable de la aparición de microbios y del VIH en el 75% de los casos, por ello se puede considerar al VIH como marcador de la cantidad de transfusiones del Factor VIII recibidos, así como lo era antes el virus de la hepatitis, hasta que fue eliminado de las transfusiones. (Duesberg, 1993) b) Malnutrición en África y VIH A comienzos de los años 90 el riesgo de padecer SIDA en la población Africana seropositiva era 10 veces menor que el riego medio en Estados Unidos y Europa y 100 veces menor que en los grupos de riesgo de estas dos latitudes. Esto era así porque la tasa de seropositivos en África era mucho mayor y el porcentaje de enfermos de SIDA no lo era tanto. Lo cierto es que diferentes estudios muestran como sólo alrededor del 50% de los seropositivos en África tienen SIDA. Es importante tener en cuenta en nuestro análisis que algunas de las enfermedades definitorias de SIDA en África son la malnutrición, infecciones parasitarias, y la falta de higiene y que la incidencia de la tuberculosis, diarrea, fiebre y otras enfermedades del SIDA en África coexisten de la misma manera sea seropositivo o seronegativo. Asimismo, antes del descubrimiento del VIH, los investigadores del SIDA Faunci y colaboradores, ya habían identificado la malnutrición proteínica como la principal causa mundial de inmunodeficiencia, en especial en los países subdesarrollados (Seligmann et. al., 1984:1286-1292). Por lo tanto no se observa una correlación importante entre VIH y SIDA en África. Silvia Giménez Rodríguez - 122 -
  • 2. c) Consumo de drogas intravenosas y VIH Numerosos estudios han demostrado que la morbilidad y mortalidad de los usuarios de drogas es independiente al VIH. Duesberg recoge un estudio que demuestra que en 297 personas dependientes de drogas intravenosas, seropositivos asintomáticos, el riesgo de contraer SIDA en 18 meses era mayor en quienes continuaban inyectándose. En base a estos estudios Duesberg propone que la dosis del consumo de drogas a lo largo de la vida es la que determina el riesgo anual de SIDA en estos usuarios de drogas. d) Prácticas homosexuales y VIH Como el riesgo de prevalencia de VIH en varones homosexuales en 1992 era mayor que en la media de Estados Unidos, Duesberg consideraba que se deberían identificar las prácticas de riesgo del aún entonces designado como grupo de riesgo. Siguiendo las correlaciones entre el consumo de drogas y los homosexuales sin VIH, Duesberg propone que el consumo acumulativo de estimulantes sexuales y drogas psicoactivas determina el riesgo anual de SIDA de los varones homosexuales, pues antes de que se descubriera el VIH estas prácticas conllevaban el diagnóstico de las enfermedades definitorias de SIDA. e) Los bebés infectados con VIH La salud de los bebés cuyas madres son consumidoras de drogas o hemofílicas hace que tras una media de 2 años, desarrollen enfermedades definitorias de SIDA, al nacer el niño con un sistema inmunológico defectuoso, y esto es así independientemente de que exista VIH o no. f) Transmisión sexual en mujeres prostituidas Siguiendo a Root Bernstein, (1993), las mujeres que ejercen la prostitución suelen tener entre 200 y 300 compañeros sexuales por año y se asume que tienen riesgos más elevados de exposición al VIH y al SIDA que la mayoría de los heterosexuales. En un principio, la investigación del SIDA asumió que las mujeres que ejercían la prostitución serían los nexos de transmisión con la población heterosexual. Una mujer prostituida contagiada por un cliente por vía sexual podría transmitírselo a los demás clientes, lo que daría una Silvia Giménez Rodríguez - 123 -
  • 3. propagación del VIH entre un número importante de personas que en principio no pertenecerían a los por entonces denominados “grupos de riesgo” en un primer momento descritos. Sin embargo, hasta este momento no hay constancia de que a través de la prostitución se esté transmitiendo el virus en ningún país occidental, y los informes de investigadores estadounidenses, británicos, y alemanes han concluido que la transmisión del VIH a partir de la prostitución, está relacionada con las drogas, pues la infección en esta población es mínima en ausencia de consumo de aquellas. En la Ciudad de Nueva York entre el 40 y 50% de mujeres que practicaban la prostitución en la calle, con una calidad de vida muy pobre, consumidoras de drogas inyectadas, eran seropositivas en la década de los 80. Entre las llamadas call girls de Nueva York, un tipo de mujeres que ejercen la prostitución en mejores condiciones de calidad de vida que las anteriores, no se encontró el VIH, entre las no consumidoras de drogas. En occidente se han encontrado las mismas cifras en esta década de los 80: En Sevilla (España) eran seropositivas el 20% de aquellas que consumían drogas y el 2,5% de las que no consumían. 8 de cada 10.000 no consumidoras de drogas inyectadas eran VIH+ en Filipinas. Los estudios realizados con mujeres que ejercían la prostitución sin consumir drogas intravenosas realizados en Ámsterdam, Londres, Zurich, París, Viena, Atenas, Pardenone (Italia), Callao (Perú), Reno (Nevada), Tijuana (México) y Túnez, durante esta década encontraron una mínima prevalencia de VIH. Rosemberg y Weiner, (1988:418-423) llegaron en 1988 a la conclusión de que la incidencia de VIH en mujeres prostituidas no consumidoras de drogas tiende a ser mínima, lo que implica que la transmisión por vía sexual no es la que les coloca en alto riesgo de contagio del VIH. Es importante también constatar que la no transmisión por vía sexual del virus no se ha debido a las prácticas de sexo seguro, pues los mismos estudios mostraban tasas muy bajas de uso de preservativos y tasas relativamente altas de contagio de otras enfermedades por vía sexual tales como: sífilis y hepatitis B, con una prevalencia entre el 20 y 50%; anticuerpos de la clamidia, herpes simple I y herpes simple II y gonorrea entre un 95 y 100% de los casos. En definitiva, el VIH no se está comportando como una enfermedad de transmisión sexual, por lo que la promiscuidad sexual por sí misma no parece aumentar el riesgo de contagio, según los estudios consultados. Silvia Giménez Rodríguez - 124 -
  • 4. g) En todos los grupos de riesgo aparecen enfermedades indicadoras de SIDA en ausencia de VIH Duesberg, (1991:1575-1579) recoge diferentes investigaciones tras revisar la literatura científica que argumentan casos de enfermedades oportunistas del SIDA en ausencia del VIH: Un estudio encuentra inmunodeficiencia grave en 6 de 14 hemofílicos sin VIH y en 9 de 15 hemofílicos seropositivos. Otro estudio descubre un grupo de 5 hemofílicos con inmunodeficiencia antes de ser infectados con el virus. Otros han encontrado el virus en sólo 7 de 19, o en 10 de 19 hemofílicos con inmunodeficiencias similares. Otro estudio prospectivo hecho en Canadá encontró inmunodeficiencia en 33 de 161 hombres homosexuales seronegativos, nueve de ellos después se infectaron de VIH. Un estudio identificó 12 casos de Sarcoma de Kaposi sin VIH en varones homosexuales americanos, algunos de los cuales ocurrían en ausencia de inmunodeficiencia. Otros encontraron Sarcoma de Kaposi en grupos de riesgo de SIDA, antes que SIDA. En otros casos no hay rastro de VIH ni siquiera en los casos de Sarcoma de Kaposi en los que se ha confirmado la existencia de anticuerpos contra el VIH. De lo anterior se deduce, que en los varones homosexuales el VIH no es necesario ni para presentar inmunodeficiencia, ni Sarcoma de Kaposi; Entre los usuarios de drogas inyectadas de Nueva York que presentaban algunas de las enfermedades de SIDA, no se ha encontrado VIH en 26 de las 50 muertes por neumonía, 15 de 22 muertes por endocarditis y 5 de 16 muertes por tuberculosis. En 24 de 54 personas recluidas en las cárceles del Estado de Nueva York con tuberculosis, de los cuales 47 habían usado drogas, no se ha encontrado tampoco el virus. En un grupo de 21 consumidores de heroína de los cuales sólo 2 tenían VIH, se encontró que la relación entre células T Helper y supresoras descendía en 13 años de 2 a 1, algo característico del SIDA. Asimismo, hay un problema con las estadísticas de SIDA ya que hasta 1989 solo un 73% de los casos SIDA de Estados Unidos eran positivos al VIH: solo el 39% de los casos de SIDA en Nueva York y el 61% de los de California. Duesberg tras más de 20 años de investigación científica, constata que no hay evidencia empírica de correlación entre VIH y SIDA. Silvia Giménez Rodríguez - 125 - Anterior Inicio Siguiente