Tras la independencia de México en 1821, la economía y sociedad del país enfrentaron varios desafíos. México se encontraba en bancarrota sin un sistema de impuestos, su enorme territorio estaba mal comunicado y carecía de vías de transporte, y las actividades económicas se habían paralizado. Adicionalmente, las distintas regiones compitieron por los escasos recursos disponibles y no se pudo establecer rápidamente un nuevo sistema de gobierno para reemplazar al anterior.