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DISCIPLINA REDENTIVA

Dije al director y a los maestros que Dios les había impuesto la
responsabilidad de velar por las almas como quienes deben dar cuenta.
Les mostré que si la mala conducta de algunos alumnos continuaba,
extraviaría a otros estudiantes y Dios haría responsables de esto a los
maestros. Asistirían a la escuela algunos alumnos que no habían sido
disciplinados en casa, y que tenían ideas pervertidas acerca de la
debida educación y su valor. Si se les permitía hacer las cosas a su
manera, quedaría derrotado el propósito por el cual se estableció la
escuela, y el pecado sería imputado a los guardianes de ella, como si lo
hubiesen cometido ellos mismos. CM,cap12.

En el trato con sus estudiantes, los maestros deben manifestar el amor
de Cristo. Sin este amor, serán duros y autoritarios, y ahuyentarán las
almas del redil. Deben ser como milicianos, vigilándose siempre a sí
mismos, y aprovechando toda oportunidad de hacer bien a los que les
han sido confiados. Recuerden que cada una de nuestras escuelas debe
ser un asilo para los jóvenes duramente probados, donde sus
insensateces se tratarán con paciencia y prudencia

Debe manifestarse mucho cuidado en la expulsión de estudiantes. A
veces hay que hacerlo. Es una tarea dolorosa separar de la escuela a
una persona que incita a otros a la desobediencia y deslealtad; pero,
por amor de los otros estudiantes, a veces es necesario. Dios vio que si
Satanás no era expulsado del cielo, la hueste angélica estaría en
constante peligro; y cuando los maestros temerosos de Dios ven que
retener a un alumno es exponer a los demás a malas influencias, deben
separarlo de la escuela. Pero debe ser una falta muy grave la que exija
esta disciplina. CM, cap 36.

.
Los maestros y alumnos deberán acercarse en compañerismo
cristiano. Los jóvenes cometerán muchos errores, y nunca debe el
maestro olvidarse de que debe ser compasivo y cortés. Nunca debe
procurar mostrar su superioridad. Los mayores maestros son
aquellos que son más pacientes y bondadosos. Por su sencillez y su
disposición a aprender, estimulan a sus alumnos a subir siempre más
alto.



                                   1
Recuerden los maestros sus propios defectos y errores, y esfuércense
fervientemente por ser lo que desean que lleguen a ser sus alumnos.
En su trato con los jóvenes, sean prudentes y compasivos. No se
olviden de que éstos necesitan palabras sanas y estimulantes, y acciones
serviciales. Maestros, tratad a vuestros estudiantes como a hijos de
Cristo, a quienes él quiere que ayudéis en todo momento de necesidad.
Hacedlos amigos vuestros. Dadles evidencia práctica de vuestro
interés abnegado por ellos. Ayudadles a pasar por los lugares
escabrosos. Con paciencia y ternura, esforzaos por ganarlos para
Jesús. CM ,cap 36.

Dios nos somete a disciplina para nuestra felicidad actual y nuestro
bien futuro. La bendición más grande que tienen sus hijos es la
disciplina que les aplica. Nunca los guía de modo diferente al que
ellos eligirían si pudieran ver el fin desde el principio, y discernir la
gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores de Dios.
Cada dia con Dios, 23 de abril.


Los niños serán más felices, mucho más felices, bajo la debida
disciplina que si se los deja obrar siguiendo la sugerencia de sus
impulsos no educados (Manuscrito 49, 1901).

Los niños tienen temperamentos diversos, y los padres no siempre
pueden aplicar la misma disciplina a cada uno. Hay diferentes clases
de mentalidades y debiera estudiarse con oración a fin de que sean
modeladas para lograr el propósito designado por Dios (Good Health, julio de
1880).


Algunos niños tienen mayor necesidad que otros de paciente disciplina
y bondadosa educación. Han recibido como legado rasgos de carácter
poco promisorios, y por eso tienen tanto mayor necesidad de simpatía
y amor. (Consejos para los Maestros. pág. 89).
Los maestros y alumnos deberán acercarse en compañerismo
cristiano. Los jóvenes cometerán muchos errores, y nunca debe el
maestro olvidarse de que debe ser compasivo y cortés. Nunca debe
procurar mostrar su superioridad. Los mayores maestros son
aquellos que son más pacientes y bondadosos. Por su sencillez y su
disposición a aprender, estimulan a sus alumnos a subir siempre más
alto.

Recuerden los maestros sus propios defectos y errores, y esfuércense
fervientemente por ser lo que desean que lleguen a ser sus alumnos.
                                     2
En su trato con los jóvenes, sean prudentes y compasivos. No se
olviden de que éstos necesitan palabras sanas y estimulantes, y acciones
serviciales. Maestros, tratad a vuestros estudiantes como a hijos de
Cristo, a quienes él quiere que ayudéis en todo momento de necesidad.
Hacedlos amigos vuestros. Dadles evidencia práctica de vuestro
interés abnegado por ellos. Ayudadles a pasar por los lugares
escabrosos. Con paciencia y ternura, esforzaos por ganarlos para
Jesús. CM, cap 36.

Si los instructores de los niños y los jóvenes pudiesen ver desplegados
delante de ellos el resultado futuro de su disciplina errónea, cambiarían
su plan de educación. Esa clase de maestros que se congratulan de
dominar casi por completo la voluntad de sus alumnos, no son los que
tienen más éxito, aunque momentáneamente las apariencias sean
halagadoras. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 315, 316).

Los que no respetan el orden o la disciplina en esta vida, no
respetarían el orden que se observa en el cielo. No podrán nunca ser
admitidos allí; porque todos los que sean dignos de entrar en el cielo
amarán el orden y respetarán la disciplina. Los caracteres formados
en esta vida determinarán el destino futuro. Cuando venga Cristo, no
cambiará el carácter de ninguna persona. . . (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs.
538, 539).


El verdadero modo de habérselas con las pruebas no consiste en tratar
de escapar a ellas, sino en transformarlas. Esto se aplica a toda la
disciplina, tanto a la de los primeros años como a la de los últimos. El
descuido de la educación temprana del niño y el consecuente
fortalecimiento de las malas tendencias dificulta su educación ulterior
y es causa de que la disciplina sea, con demasiada frecuencia, un
proceso penoso. Enséñese al niño y al joven que todo error, toda falta,
toda dificultad vencida, llega a ser un peldaño hacia las cosas mejores y
más elevadas. (La Educación, pág. 287)

Es cierto que la disciplina demasiado áspera, la crítica exagerada, las
leyes y reglamentos no requeridos, conducen al menosprecio de la
autoridad y finalmente a la desobediencia de aquellas reglas que Cristo
quisiera que se cumplieran (Review and Herald, 13-3-1894).

La más alta educación es la que imparte un conocimiento y una
disciplina que conducen a un mejor desarrollo del carácter, y prepara
al alma para aquella vida que se mide con la vida de Dios. En nuestros
                                         3
cálculos no debe perderse de vista la eternidad. La más alta educación
es la que enseña a nuestros niños y jóvenes la ciencia del cristianismo,
la que les da un conocimiento experimental de los caminos de Dios, y
les imparte las lecciones que Cristo dio a sus discípulos, acerca del
carácter paternal de Dios. (Consejos para los Maestros, pág. 67).
La obra de nuestras escuelas debe ser del más elevado carácter.
Jesucristo, el Restaurador, es el único remedio para una mala
educación, y las lecciones enseñadas en su Palabra siempre deben
recordarse a los jóvenes en la forma más atrayente. La disciplina de
la escuela debe complementar a la educación del hogar, y tanto en el
hogar como en la escuela deben mantenerse la sencillez y la piedad
(Consejos para los Maestros, pág. 134).


Si los padres están tan absortos en los negocios placeres de esta vida
que descuidan la disciplina apropiada de sus hijos, la obra del
maestro no solamente se hace muy dura y penosa, sino que a menudo
es completamente infructuosa (Review and Herald, 13-6-1882).
Tanto en la escuela como en el hogar debe haber sabia disciplina. El
maestro debe hacer reglas para guiar la conducta de sus alumnos.
Estas reglas deben ser pocas y bien estudiadas, y una vez hechas, hay
que hacerlas cumplir. Deben presentarse al alumno todos los
principios que éstas entrañan para que se convenza de su justicia
(Consejos para los Maestros, pág. 118)


El maestro debe imponer obediencia.
Debería entenderse la cuestión de la disciplina tanto en la escuela
como en el hogar. Esperaríamos que en el aula nunca hubiera ocasión
de usar la vara, pero si en una escuela hay quienes resisten tercamente
todos los consejos y súplicas, todas las oraciones y toda la angustia del
alma en favor de ellos, entonces es necesario hacerles entender que
deben obedecer.

Algunos maestros no piensan que es mejor imponer la obediencia.
Piensan que su deber es meramente educar. Es cierto, deben educar.
¿Pero cuánto vale la educación de los niños si, cuando desobedecen los
principios colocados ante ellos, el maestro no siente que tiene el
derecho a ejercer autoridad? (Review and Herald, 15-9-1904).

El descuido de los padres en la educación de sus hijos hace que el
trabajo del maestro sea doblemente difícil. Los niños llevan el sello de
los rasgos indóciles y antipáticos revelados por sus padres. Al ser
                                          4
descuidados en el hogar, consideran la disciplina de la escuela como
opresiva y severa. Si no se los vigila cuidadosamente, tales niños
leudarán a otros con sus caracteres indisciplinados y deformados. . . . El
bien que los niños pueden recibir en la escuela, para contrarrestar su
educación defectuosa en el hogar, se menoscaba por la simpatía que
sus padres les demuestran en sus faltas. Es suficiente que los maestros
tengan que contender con la influencia de los hijos, sin tener también
[que luchar con] la influencia de los padres. (Review and Herald, 20-1-1901).
Una de las mayores dificultades a las cuales deben hacer frente los
maestros es el fracaso de parte de los padres de cooperar en la
administración de la disciplina del colegio. Si los padres lealmente
sostuvieran la autoridad de los profesores, se evitarían muchas
insubordinaciones, faltas y desenfrenos. (Testimonies, tomo 5, pág. 89).

Hay algunos padres que a propósito envían al colegio a sus hijos
echados a perder porque son incorregibles en el hogar. ¿Sostendrán
esos padres a los docentes en su obra de disciplina, o estarán listos
para creer cualquier informe falso? (Manuscrito 119, 1899)

Es necesario enseñar a los jóvenes que la vida significa trabajo serio,
responsabilidad, preocupación. Necesitan una preparación que los
haga prácticos, que haga de ellos hombres y mujeres que puedan hacer
frente a las emergencias. Debería enseñárselas que la disciplina del
trabajo sistemático y bien regulado es esencial no sólo como
salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como ayuda para un
desarrollo completo (La Educación, pág. 211).

La perseverancia recompensada
Después de todos estos esfuerzos, los maestros pueden encontrar que
algunos de los que están a su cargo desarrollarán caracteres sin
principios. Son flojos en las normas morales, muchas veces como
resultado de un ejemplo vicioso y una disciplina paterna descuidada.
Y los maestros, aun haciendo todo lo que pueden, no conseguirán
inducir a estos jóvenes a una vida de pureza y santidad, y después de
paciente disciplina, labor afectuosa y ferviente oración, serán
chasqueados por aquellos de quienes esperaban tanto. Y en adición a
esto, recibirán reproche de los padres, porque no tuvieron el poder de
contrarrestar la influencia de su propio ejemplo e imprudente
dirección. El maestro tendrá estos desánimos después de cumplir con
su deber. Pero debe continuar trabajando, confiando en Dios para
colaborar con él, y manteniéndose virilmente en su puesto y laborando

                                      5
con fe. Otros serán salvados para Dios y su influencia será ejercida en
la salvación de los demás. Que el pastor, el maestro de escuela
sabática y los maestros de nuestros colegios, unan sus corazones,
almas y propósitos en la tarea de salvar a nuestros jóvenes de la ruina.
- FE 116, 117..


Si los maestros ven que es imposible conseguir que cierto alumno se
someta a la disciplina en la clase en que está, póngaselo en otra,
porque puede ser que otro maestro logre suplir la deficiencia. Puede ser
que otro tenga lo que a un maestro le falta; pero si podéis conseguir la
confianza del niño, si lo podéis ligar a vuestro corazón con los vínculos
de la simpatía y el amor, quizá ganéis un alma para Cristo. Puede ser
que el muchacho travieso, voluntarioso e independiente, cambie de
carácter. TES 84 – 87

El maestro que quiere sujetar a sus alumnos a la disciplina, tiene que
llegar a estar él mismo primero bajo el dominio de Cristo. ¿Sois en
verdad maestros que enseñan los caminos de Dios? Si sois maestros
convertidos podréis conquistar, no arrear; atraer, no ahuyentar a las
almas por las cuales Cristo murió. Cuidaréis y velaréis por las ovejas y
los corderitos del redil de Cristo. Los ángeles os secundarán en vuestro
esfuerzo de hallar la llave del corazón del más incorregible y
desobediente. Recibiréis gracia especial, y fuerza por medio de Cristo,
el cual puede proveeros de su plenitud inconmensurable. TES 88 - 90.

El maestro que quiere sujetar a sus alumnos a la disciplina, tiene que
llegar a estar él mismo primero bajo el dominio de Cristo. ¿Sois en
verdad maestros que enseñan los caminos de Dios? Si sois maestros
convertidos podréis conquistar, no arrear; atraer, no ahuyentar a las
almas por las cuales Cristo murió. Cuidaréis y velaréis por las ovejas y
los corderitos del redil de Cristo. Los ángeles os secundarán en vuestro
esfuerzo de hallar la llave del corazón del más incorregible y
desobediente. Recibiréis gracia especial, y fuerza por medio de Cristo,
el cual puede proveeros de su plenitud inconmensurable. TES 88 - 90.

Los instructores que están bajo la disciplina de Dios reciben gracia,
verdad y luz por el Espíritu Santo para comunicarlas a su vez a los
niños. Están bajo el mayor Maestro que el mundo haya conocido, y
cuán impropio sería que ellos tuviesen un espíritu cruel, una voz
aguda, llena de irritación. Con esto perpetuarían sus propios defectos
en los niños. (Special Testimony to the Battle Creek Church, escrito en Cooranbong, N. S. W., Australia, el 15
de diciembre de 1897).


                                                      6
Sea norma establecida que, en toda disciplina escolar, han de reinar la
fidelidad y el amor. Cuando el maestro corrige a un alumno de una
manera que no le hace sentir que sea humillarlo, en su corazón brota el
amor hacia el maestro (Santa Helena, California, 17 de mayo de 1903).

Obtened un hombre fuerte para que se destaque como director de
vuestra escuela, un hombre cuya fuerza física le sostenga en la
ejecución de un trabajo cabal de disciplina; un hombre calificado
para inculcar en los alumnos hábitos de orden, aseo y laboriosidad. En
todas nuestras instituciones, los jóvenes deben ser amoldados y
disciplinados para Dios; y en esta obra se han de revelar siempre la
misericordia, el amor y la ternura del Señor. Esto no debe degenerar
en debilidad y sentimentalismo. Debemos ser bondadosos, pero firmes.
Y recuerden los maestros que aunque es necesaria la decisión, nunca
debemos ser duros o condenadores. Nunca hemos de manifestar un
espíritu intolerante. Sean ellos serenos, revelando el mejor método al
negarse a sentirse provocados a ira. (La educación, págs. 228, 229).

EL TRATAR con las mentes humanas es la obra más delicada que se
haya confiado alguna vez a los mortales, y los maestros necesitan
constantemente la ayuda del Espíritu de Dios para poder hacer
correctamente su trabajo. Entre los jóvenes que asisten a la escuela se
encontrará una gran diversidad de caracteres y educación. El
maestro hará frente a los impulsos, la impaciencia, el orgullo, el
egoísmo, y la estima propia desmedida. Algunos de los jóvenes han
vivido en un ambiente de restricción arbitraria y dureza, que ha
desarrollado en ellos un espíritu de obstinación y desafío. Otros han
sido mimados, y sus padres, excediéndose en sus afectos, les han
permitido seguir sus propias inclinaciones. Han disculpado sus
defectos hasta deformarles el carácter.

Para tratar con éxito con estas diversas mentes, el maestro necesita
ejercitar mucho tacto y delicadeza en su dirección, al mismo tiempo
que firmeza en el gobierno. Con frecuencia, se manifestará desagrado
y hasta desprecio por los reglamentos debidos. Algunos ejercitarán su
ingenio para evitar las penalidades, mientras que otros ostentarán una
temeraria indiferencia para con las consecuencias de la transgresión.
Todo esto exigirá paciencia, tolerancia y sabiduría de parte de aquellos
a quienes se ha confiado la educación de estos jóvenes. CM, cap 36.



                                   7
Los reglamentos son necesarios para la conducta de los que asisten, y
los estudiantes deberán obrar en armonía con ellos. Ningún alumno
debe pensar que, por el hecho de que se le permitía gobernar en su
casa, puede gobernar en la escuela. Cada estudiante que entra en una
de nuestras escuelas, debe colocarse bajo la disciplina. Los que se
niegan a obedecer los reglamentos, deben volver a sus casas. Los
maestros han de ligar los alumnos a su corazón por las cuerdas del
amor, la bondad y la estricta disciplina. Los estudiantes vienen a la
escuela con el objeto de ser disciplinados para servir y adiestrarse para
sacar el mejor partido de sus facultades. CM, cap 36.

Los directores de nuestras instituciones tienen una tarea muy difícil:
la de mantener el orden y una sabia disciplina entre la juventud
confiada a su cuidado. Los miembros de la iglesia pueden hacer
mucho para animarlos. Cuando los jóvenes no están dispuestos a
someterse a la disciplina de la institución; cuando están decididos a
seguir sus propios impulsos cada vez que no son del mismo parecer que
sus superiores, no los sostengan ciegamente sus padres ni simpaticen
con ellos. Los miembros de la iglesia no pueden secundar de una
manera más eficaz los esfuerzos de los directores de nuestras
instituciones que dando en su propia familia un ejemplo de buen orden
y disciplina. Joyas de los testimonios. Tomo 3.

Muchos jóvenes a quienes se cree incorregibles no son de corazón tan
duro como parecen. Mediante una sabia disciplina, se puede ganar a
muchos que se considera casos desesperados. Estos son con frecuencia
los que más prestamente ceden a la influencia de la bondad. Conquiste
el maestro la confianza del tentado, y al reconocer y desarrollar lo
bueno que hay en su carácter, podrá, en muchos casos, corregir el mal
sin llamar la atención. La Educación.

Digo que estos niños pequeños deben tener una educación,
precisamente la que adquirirían en la escuela. Deben tener la
disciplina de una escuela bajo una persona que entienda cómo tratar
con los niños de acuerdo con sus diferentes temperamentos. Deben
tratar de hacer que estos niños entiendan sus responsabilidades
mutuas, y su responsabilidad para con Dios. Mensajes selectos. tomo 3 cap 24.

En la conducción de la escuela debe usarse la mejor clase de
disciplina. En su aprendizaje los alumnos no pueden hacer lo que
quieran. Deben ceder a la disciplina impuesta. Mensajes selectos. Tomo 3 , cap 24.

                                        8
No introduzca ni una sola partícula de aspereza en su disciplina. No
establezca prohibiciones rígidas para los jóvenes. Son estas reglas y
prohibiciones rigurosas las que a veces los llevan a sentir que deben
hacer las cosas que precisamente se les indica que no deben hacer y las
harán. Cuando advierta o reprenda a los jóvenes, hágalo como quien
tiene un interés especial en ellos. Que ellos vean que usted tiene un
deseo ferviente de que logren un buen registro en los libros del cielo. -
MM 180 (1902).

Las palabras ásperas y la censura continua confunden al niño pero
nunca lo reforman. Contenga ese regaño; mantenga su propio espíritu
bajo la disciplina de Jesucristo; entonces aprenderá a tener
compasión y simpatía con los que han sido puestos bajo su influencia.
No exhiba impaciencia o aspereza, porque si estos niños no necesitaran
educación, no necesitarían las ventajas de la escuela. Han de ser
conducidos por la escalera del progreso con paciencia, bondad y amor,
subiendo escalón tras escalón en la obtención del conocimiento. -FE 263
(1893).


Sean cuidadosos con lo que hacen al suspender a los alumnos. Este es
un asunto solemne. Debería ser una falta muy grave la que requiera
esta disciplina. El estudiante entra o cae en tentación y ha de ser
disciplinado por su mal. -Carta 50, 1893.

"Reconoce también en tu corazón, que como el hombre disciplina a su
hijo, así el Eterno tu Dios te disciplina a ti. Deuteronomio 8:5.

"¡Feliz el hombre a quien Dios disciplina!*

Por tanto, no menosprecies la disciplina del Todopoderoso.* Job 5:17.

Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Eterno, ni te fatigues de su
corrección; Prov 3:11.

Porque el Mandamiento es antorcha, la enseñanza luz, y camino de
vida las reprensiones de la disciplina. Prov 6:24.

El que atiende la disciplina está en el camino de la vida, el que la
desatiende se extravía. Prov 10:17.




                                    9
El que ama la disciplina, ama la sabiduría,el que aborrece la
reprensión, es ignorante. Prov 12:1.

El que tiene en poco la disciplina, se menosprecia a sí mismo; el que
escucha la reprensión, tiene entendimiento. Prov 15:32.

Es verdad que al presente, ninguna disciplina parece ser motivo de
gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los
que en ella son ejercitados. Hebreos 12:11.

Los jóvenes necesitan actividad.
Por naturaleza los jóvenes desean actividad, y si no encuentran una
salida legítima para las energías reprimidas después de estar
confinados en el aula, se vuelven inquietos e impacientes por el control,
y así son impulsados a ocuparse de deportes rudos e indignos de un
hombre que son la desgracia de muchas escuelas y colegios, y aun caen
en prácticas de verdadera disipación. Muchos de los jóvenes que eran
inocentes cuando salieron de sus hogares fueron corrompidos por
aquellos con quienes se asociaron en la escuela. ST, 29 de junio de 1892; FE 72.


                    Recopilado por Dr. Óscar Camacho.




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Disciplina redentiva cristiana

  • 1. DISCIPLINA REDENTIVA Dije al director y a los maestros que Dios les había impuesto la responsabilidad de velar por las almas como quienes deben dar cuenta. Les mostré que si la mala conducta de algunos alumnos continuaba, extraviaría a otros estudiantes y Dios haría responsables de esto a los maestros. Asistirían a la escuela algunos alumnos que no habían sido disciplinados en casa, y que tenían ideas pervertidas acerca de la debida educación y su valor. Si se les permitía hacer las cosas a su manera, quedaría derrotado el propósito por el cual se estableció la escuela, y el pecado sería imputado a los guardianes de ella, como si lo hubiesen cometido ellos mismos. CM,cap12. En el trato con sus estudiantes, los maestros deben manifestar el amor de Cristo. Sin este amor, serán duros y autoritarios, y ahuyentarán las almas del redil. Deben ser como milicianos, vigilándose siempre a sí mismos, y aprovechando toda oportunidad de hacer bien a los que les han sido confiados. Recuerden que cada una de nuestras escuelas debe ser un asilo para los jóvenes duramente probados, donde sus insensateces se tratarán con paciencia y prudencia Debe manifestarse mucho cuidado en la expulsión de estudiantes. A veces hay que hacerlo. Es una tarea dolorosa separar de la escuela a una persona que incita a otros a la desobediencia y deslealtad; pero, por amor de los otros estudiantes, a veces es necesario. Dios vio que si Satanás no era expulsado del cielo, la hueste angélica estaría en constante peligro; y cuando los maestros temerosos de Dios ven que retener a un alumno es exponer a los demás a malas influencias, deben separarlo de la escuela. Pero debe ser una falta muy grave la que exija esta disciplina. CM, cap 36. . Los maestros y alumnos deberán acercarse en compañerismo cristiano. Los jóvenes cometerán muchos errores, y nunca debe el maestro olvidarse de que debe ser compasivo y cortés. Nunca debe procurar mostrar su superioridad. Los mayores maestros son aquellos que son más pacientes y bondadosos. Por su sencillez y su disposición a aprender, estimulan a sus alumnos a subir siempre más alto. 1
  • 2. Recuerden los maestros sus propios defectos y errores, y esfuércense fervientemente por ser lo que desean que lleguen a ser sus alumnos. En su trato con los jóvenes, sean prudentes y compasivos. No se olviden de que éstos necesitan palabras sanas y estimulantes, y acciones serviciales. Maestros, tratad a vuestros estudiantes como a hijos de Cristo, a quienes él quiere que ayudéis en todo momento de necesidad. Hacedlos amigos vuestros. Dadles evidencia práctica de vuestro interés abnegado por ellos. Ayudadles a pasar por los lugares escabrosos. Con paciencia y ternura, esforzaos por ganarlos para Jesús. CM ,cap 36. Dios nos somete a disciplina para nuestra felicidad actual y nuestro bien futuro. La bendición más grande que tienen sus hijos es la disciplina que les aplica. Nunca los guía de modo diferente al que ellos eligirían si pudieran ver el fin desde el principio, y discernir la gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores de Dios. Cada dia con Dios, 23 de abril. Los niños serán más felices, mucho más felices, bajo la debida disciplina que si se los deja obrar siguiendo la sugerencia de sus impulsos no educados (Manuscrito 49, 1901). Los niños tienen temperamentos diversos, y los padres no siempre pueden aplicar la misma disciplina a cada uno. Hay diferentes clases de mentalidades y debiera estudiarse con oración a fin de que sean modeladas para lograr el propósito designado por Dios (Good Health, julio de 1880). Algunos niños tienen mayor necesidad que otros de paciente disciplina y bondadosa educación. Han recibido como legado rasgos de carácter poco promisorios, y por eso tienen tanto mayor necesidad de simpatía y amor. (Consejos para los Maestros. pág. 89). Los maestros y alumnos deberán acercarse en compañerismo cristiano. Los jóvenes cometerán muchos errores, y nunca debe el maestro olvidarse de que debe ser compasivo y cortés. Nunca debe procurar mostrar su superioridad. Los mayores maestros son aquellos que son más pacientes y bondadosos. Por su sencillez y su disposición a aprender, estimulan a sus alumnos a subir siempre más alto. Recuerden los maestros sus propios defectos y errores, y esfuércense fervientemente por ser lo que desean que lleguen a ser sus alumnos. 2
  • 3. En su trato con los jóvenes, sean prudentes y compasivos. No se olviden de que éstos necesitan palabras sanas y estimulantes, y acciones serviciales. Maestros, tratad a vuestros estudiantes como a hijos de Cristo, a quienes él quiere que ayudéis en todo momento de necesidad. Hacedlos amigos vuestros. Dadles evidencia práctica de vuestro interés abnegado por ellos. Ayudadles a pasar por los lugares escabrosos. Con paciencia y ternura, esforzaos por ganarlos para Jesús. CM, cap 36. Si los instructores de los niños y los jóvenes pudiesen ver desplegados delante de ellos el resultado futuro de su disciplina errónea, cambiarían su plan de educación. Esa clase de maestros que se congratulan de dominar casi por completo la voluntad de sus alumnos, no son los que tienen más éxito, aunque momentáneamente las apariencias sean halagadoras. (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 315, 316). Los que no respetan el orden o la disciplina en esta vida, no respetarían el orden que se observa en el cielo. No podrán nunca ser admitidos allí; porque todos los que sean dignos de entrar en el cielo amarán el orden y respetarán la disciplina. Los caracteres formados en esta vida determinarán el destino futuro. Cuando venga Cristo, no cambiará el carácter de ninguna persona. . . (Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 538, 539). El verdadero modo de habérselas con las pruebas no consiste en tratar de escapar a ellas, sino en transformarlas. Esto se aplica a toda la disciplina, tanto a la de los primeros años como a la de los últimos. El descuido de la educación temprana del niño y el consecuente fortalecimiento de las malas tendencias dificulta su educación ulterior y es causa de que la disciplina sea, con demasiada frecuencia, un proceso penoso. Enséñese al niño y al joven que todo error, toda falta, toda dificultad vencida, llega a ser un peldaño hacia las cosas mejores y más elevadas. (La Educación, pág. 287) Es cierto que la disciplina demasiado áspera, la crítica exagerada, las leyes y reglamentos no requeridos, conducen al menosprecio de la autoridad y finalmente a la desobediencia de aquellas reglas que Cristo quisiera que se cumplieran (Review and Herald, 13-3-1894). La más alta educación es la que imparte un conocimiento y una disciplina que conducen a un mejor desarrollo del carácter, y prepara al alma para aquella vida que se mide con la vida de Dios. En nuestros 3
  • 4. cálculos no debe perderse de vista la eternidad. La más alta educación es la que enseña a nuestros niños y jóvenes la ciencia del cristianismo, la que les da un conocimiento experimental de los caminos de Dios, y les imparte las lecciones que Cristo dio a sus discípulos, acerca del carácter paternal de Dios. (Consejos para los Maestros, pág. 67). La obra de nuestras escuelas debe ser del más elevado carácter. Jesucristo, el Restaurador, es el único remedio para una mala educación, y las lecciones enseñadas en su Palabra siempre deben recordarse a los jóvenes en la forma más atrayente. La disciplina de la escuela debe complementar a la educación del hogar, y tanto en el hogar como en la escuela deben mantenerse la sencillez y la piedad (Consejos para los Maestros, pág. 134). Si los padres están tan absortos en los negocios placeres de esta vida que descuidan la disciplina apropiada de sus hijos, la obra del maestro no solamente se hace muy dura y penosa, sino que a menudo es completamente infructuosa (Review and Herald, 13-6-1882). Tanto en la escuela como en el hogar debe haber sabia disciplina. El maestro debe hacer reglas para guiar la conducta de sus alumnos. Estas reglas deben ser pocas y bien estudiadas, y una vez hechas, hay que hacerlas cumplir. Deben presentarse al alumno todos los principios que éstas entrañan para que se convenza de su justicia (Consejos para los Maestros, pág. 118) El maestro debe imponer obediencia. Debería entenderse la cuestión de la disciplina tanto en la escuela como en el hogar. Esperaríamos que en el aula nunca hubiera ocasión de usar la vara, pero si en una escuela hay quienes resisten tercamente todos los consejos y súplicas, todas las oraciones y toda la angustia del alma en favor de ellos, entonces es necesario hacerles entender que deben obedecer. Algunos maestros no piensan que es mejor imponer la obediencia. Piensan que su deber es meramente educar. Es cierto, deben educar. ¿Pero cuánto vale la educación de los niños si, cuando desobedecen los principios colocados ante ellos, el maestro no siente que tiene el derecho a ejercer autoridad? (Review and Herald, 15-9-1904). El descuido de los padres en la educación de sus hijos hace que el trabajo del maestro sea doblemente difícil. Los niños llevan el sello de los rasgos indóciles y antipáticos revelados por sus padres. Al ser 4
  • 5. descuidados en el hogar, consideran la disciplina de la escuela como opresiva y severa. Si no se los vigila cuidadosamente, tales niños leudarán a otros con sus caracteres indisciplinados y deformados. . . . El bien que los niños pueden recibir en la escuela, para contrarrestar su educación defectuosa en el hogar, se menoscaba por la simpatía que sus padres les demuestran en sus faltas. Es suficiente que los maestros tengan que contender con la influencia de los hijos, sin tener también [que luchar con] la influencia de los padres. (Review and Herald, 20-1-1901). Una de las mayores dificultades a las cuales deben hacer frente los maestros es el fracaso de parte de los padres de cooperar en la administración de la disciplina del colegio. Si los padres lealmente sostuvieran la autoridad de los profesores, se evitarían muchas insubordinaciones, faltas y desenfrenos. (Testimonies, tomo 5, pág. 89). Hay algunos padres que a propósito envían al colegio a sus hijos echados a perder porque son incorregibles en el hogar. ¿Sostendrán esos padres a los docentes en su obra de disciplina, o estarán listos para creer cualquier informe falso? (Manuscrito 119, 1899) Es necesario enseñar a los jóvenes que la vida significa trabajo serio, responsabilidad, preocupación. Necesitan una preparación que los haga prácticos, que haga de ellos hombres y mujeres que puedan hacer frente a las emergencias. Debería enseñárselas que la disciplina del trabajo sistemático y bien regulado es esencial no sólo como salvaguardia contra las vicisitudes de la vida, sino como ayuda para un desarrollo completo (La Educación, pág. 211). La perseverancia recompensada Después de todos estos esfuerzos, los maestros pueden encontrar que algunos de los que están a su cargo desarrollarán caracteres sin principios. Son flojos en las normas morales, muchas veces como resultado de un ejemplo vicioso y una disciplina paterna descuidada. Y los maestros, aun haciendo todo lo que pueden, no conseguirán inducir a estos jóvenes a una vida de pureza y santidad, y después de paciente disciplina, labor afectuosa y ferviente oración, serán chasqueados por aquellos de quienes esperaban tanto. Y en adición a esto, recibirán reproche de los padres, porque no tuvieron el poder de contrarrestar la influencia de su propio ejemplo e imprudente dirección. El maestro tendrá estos desánimos después de cumplir con su deber. Pero debe continuar trabajando, confiando en Dios para colaborar con él, y manteniéndose virilmente en su puesto y laborando 5
  • 6. con fe. Otros serán salvados para Dios y su influencia será ejercida en la salvación de los demás. Que el pastor, el maestro de escuela sabática y los maestros de nuestros colegios, unan sus corazones, almas y propósitos en la tarea de salvar a nuestros jóvenes de la ruina. - FE 116, 117.. Si los maestros ven que es imposible conseguir que cierto alumno se someta a la disciplina en la clase en que está, póngaselo en otra, porque puede ser que otro maestro logre suplir la deficiencia. Puede ser que otro tenga lo que a un maestro le falta; pero si podéis conseguir la confianza del niño, si lo podéis ligar a vuestro corazón con los vínculos de la simpatía y el amor, quizá ganéis un alma para Cristo. Puede ser que el muchacho travieso, voluntarioso e independiente, cambie de carácter. TES 84 – 87 El maestro que quiere sujetar a sus alumnos a la disciplina, tiene que llegar a estar él mismo primero bajo el dominio de Cristo. ¿Sois en verdad maestros que enseñan los caminos de Dios? Si sois maestros convertidos podréis conquistar, no arrear; atraer, no ahuyentar a las almas por las cuales Cristo murió. Cuidaréis y velaréis por las ovejas y los corderitos del redil de Cristo. Los ángeles os secundarán en vuestro esfuerzo de hallar la llave del corazón del más incorregible y desobediente. Recibiréis gracia especial, y fuerza por medio de Cristo, el cual puede proveeros de su plenitud inconmensurable. TES 88 - 90. El maestro que quiere sujetar a sus alumnos a la disciplina, tiene que llegar a estar él mismo primero bajo el dominio de Cristo. ¿Sois en verdad maestros que enseñan los caminos de Dios? Si sois maestros convertidos podréis conquistar, no arrear; atraer, no ahuyentar a las almas por las cuales Cristo murió. Cuidaréis y velaréis por las ovejas y los corderitos del redil de Cristo. Los ángeles os secundarán en vuestro esfuerzo de hallar la llave del corazón del más incorregible y desobediente. Recibiréis gracia especial, y fuerza por medio de Cristo, el cual puede proveeros de su plenitud inconmensurable. TES 88 - 90. Los instructores que están bajo la disciplina de Dios reciben gracia, verdad y luz por el Espíritu Santo para comunicarlas a su vez a los niños. Están bajo el mayor Maestro que el mundo haya conocido, y cuán impropio sería que ellos tuviesen un espíritu cruel, una voz aguda, llena de irritación. Con esto perpetuarían sus propios defectos en los niños. (Special Testimony to the Battle Creek Church, escrito en Cooranbong, N. S. W., Australia, el 15 de diciembre de 1897). 6
  • 7. Sea norma establecida que, en toda disciplina escolar, han de reinar la fidelidad y el amor. Cuando el maestro corrige a un alumno de una manera que no le hace sentir que sea humillarlo, en su corazón brota el amor hacia el maestro (Santa Helena, California, 17 de mayo de 1903). Obtened un hombre fuerte para que se destaque como director de vuestra escuela, un hombre cuya fuerza física le sostenga en la ejecución de un trabajo cabal de disciplina; un hombre calificado para inculcar en los alumnos hábitos de orden, aseo y laboriosidad. En todas nuestras instituciones, los jóvenes deben ser amoldados y disciplinados para Dios; y en esta obra se han de revelar siempre la misericordia, el amor y la ternura del Señor. Esto no debe degenerar en debilidad y sentimentalismo. Debemos ser bondadosos, pero firmes. Y recuerden los maestros que aunque es necesaria la decisión, nunca debemos ser duros o condenadores. Nunca hemos de manifestar un espíritu intolerante. Sean ellos serenos, revelando el mejor método al negarse a sentirse provocados a ira. (La educación, págs. 228, 229). EL TRATAR con las mentes humanas es la obra más delicada que se haya confiado alguna vez a los mortales, y los maestros necesitan constantemente la ayuda del Espíritu de Dios para poder hacer correctamente su trabajo. Entre los jóvenes que asisten a la escuela se encontrará una gran diversidad de caracteres y educación. El maestro hará frente a los impulsos, la impaciencia, el orgullo, el egoísmo, y la estima propia desmedida. Algunos de los jóvenes han vivido en un ambiente de restricción arbitraria y dureza, que ha desarrollado en ellos un espíritu de obstinación y desafío. Otros han sido mimados, y sus padres, excediéndose en sus afectos, les han permitido seguir sus propias inclinaciones. Han disculpado sus defectos hasta deformarles el carácter. Para tratar con éxito con estas diversas mentes, el maestro necesita ejercitar mucho tacto y delicadeza en su dirección, al mismo tiempo que firmeza en el gobierno. Con frecuencia, se manifestará desagrado y hasta desprecio por los reglamentos debidos. Algunos ejercitarán su ingenio para evitar las penalidades, mientras que otros ostentarán una temeraria indiferencia para con las consecuencias de la transgresión. Todo esto exigirá paciencia, tolerancia y sabiduría de parte de aquellos a quienes se ha confiado la educación de estos jóvenes. CM, cap 36. 7
  • 8. Los reglamentos son necesarios para la conducta de los que asisten, y los estudiantes deberán obrar en armonía con ellos. Ningún alumno debe pensar que, por el hecho de que se le permitía gobernar en su casa, puede gobernar en la escuela. Cada estudiante que entra en una de nuestras escuelas, debe colocarse bajo la disciplina. Los que se niegan a obedecer los reglamentos, deben volver a sus casas. Los maestros han de ligar los alumnos a su corazón por las cuerdas del amor, la bondad y la estricta disciplina. Los estudiantes vienen a la escuela con el objeto de ser disciplinados para servir y adiestrarse para sacar el mejor partido de sus facultades. CM, cap 36. Los directores de nuestras instituciones tienen una tarea muy difícil: la de mantener el orden y una sabia disciplina entre la juventud confiada a su cuidado. Los miembros de la iglesia pueden hacer mucho para animarlos. Cuando los jóvenes no están dispuestos a someterse a la disciplina de la institución; cuando están decididos a seguir sus propios impulsos cada vez que no son del mismo parecer que sus superiores, no los sostengan ciegamente sus padres ni simpaticen con ellos. Los miembros de la iglesia no pueden secundar de una manera más eficaz los esfuerzos de los directores de nuestras instituciones que dando en su propia familia un ejemplo de buen orden y disciplina. Joyas de los testimonios. Tomo 3. Muchos jóvenes a quienes se cree incorregibles no son de corazón tan duro como parecen. Mediante una sabia disciplina, se puede ganar a muchos que se considera casos desesperados. Estos son con frecuencia los que más prestamente ceden a la influencia de la bondad. Conquiste el maestro la confianza del tentado, y al reconocer y desarrollar lo bueno que hay en su carácter, podrá, en muchos casos, corregir el mal sin llamar la atención. La Educación. Digo que estos niños pequeños deben tener una educación, precisamente la que adquirirían en la escuela. Deben tener la disciplina de una escuela bajo una persona que entienda cómo tratar con los niños de acuerdo con sus diferentes temperamentos. Deben tratar de hacer que estos niños entiendan sus responsabilidades mutuas, y su responsabilidad para con Dios. Mensajes selectos. tomo 3 cap 24. En la conducción de la escuela debe usarse la mejor clase de disciplina. En su aprendizaje los alumnos no pueden hacer lo que quieran. Deben ceder a la disciplina impuesta. Mensajes selectos. Tomo 3 , cap 24. 8
  • 9. No introduzca ni una sola partícula de aspereza en su disciplina. No establezca prohibiciones rígidas para los jóvenes. Son estas reglas y prohibiciones rigurosas las que a veces los llevan a sentir que deben hacer las cosas que precisamente se les indica que no deben hacer y las harán. Cuando advierta o reprenda a los jóvenes, hágalo como quien tiene un interés especial en ellos. Que ellos vean que usted tiene un deseo ferviente de que logren un buen registro en los libros del cielo. - MM 180 (1902). Las palabras ásperas y la censura continua confunden al niño pero nunca lo reforman. Contenga ese regaño; mantenga su propio espíritu bajo la disciplina de Jesucristo; entonces aprenderá a tener compasión y simpatía con los que han sido puestos bajo su influencia. No exhiba impaciencia o aspereza, porque si estos niños no necesitaran educación, no necesitarían las ventajas de la escuela. Han de ser conducidos por la escalera del progreso con paciencia, bondad y amor, subiendo escalón tras escalón en la obtención del conocimiento. -FE 263 (1893). Sean cuidadosos con lo que hacen al suspender a los alumnos. Este es un asunto solemne. Debería ser una falta muy grave la que requiera esta disciplina. El estudiante entra o cae en tentación y ha de ser disciplinado por su mal. -Carta 50, 1893. "Reconoce también en tu corazón, que como el hombre disciplina a su hijo, así el Eterno tu Dios te disciplina a ti. Deuteronomio 8:5. "¡Feliz el hombre a quien Dios disciplina!* Por tanto, no menosprecies la disciplina del Todopoderoso.* Job 5:17. Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Eterno, ni te fatigues de su corrección; Prov 3:11. Porque el Mandamiento es antorcha, la enseñanza luz, y camino de vida las reprensiones de la disciplina. Prov 6:24. El que atiende la disciplina está en el camino de la vida, el que la desatiende se extravía. Prov 10:17. 9
  • 10. El que ama la disciplina, ama la sabiduría,el que aborrece la reprensión, es ignorante. Prov 12:1. El que tiene en poco la disciplina, se menosprecia a sí mismo; el que escucha la reprensión, tiene entendimiento. Prov 15:32. Es verdad que al presente, ninguna disciplina parece ser motivo de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella son ejercitados. Hebreos 12:11. Los jóvenes necesitan actividad. Por naturaleza los jóvenes desean actividad, y si no encuentran una salida legítima para las energías reprimidas después de estar confinados en el aula, se vuelven inquietos e impacientes por el control, y así son impulsados a ocuparse de deportes rudos e indignos de un hombre que son la desgracia de muchas escuelas y colegios, y aun caen en prácticas de verdadera disipación. Muchos de los jóvenes que eran inocentes cuando salieron de sus hogares fueron corrompidos por aquellos con quienes se asociaron en la escuela. ST, 29 de junio de 1892; FE 72. Recopilado por Dr. Óscar Camacho. 10