3. Se desarrolla desde los 16 hasta los 18 años.
Se basa en la capacidad de razonar inteligentemente.
Es una pasión del apetito irascible, que acomete la lucha
para dominar algún mal o para alcanzar algún bien.
La persona puede llegar a encontrar una motivación que le
convenza para que sea audaz en la persecución del bien.
4. La virtud de la audacia parte de la virtud de la
magnanimidad, ayuda a la persona a perseguir el bien y a
acometer empresas grandes, convencido de que puede
conseguir algo que realmente vale la pena.
El cristiano apoya su audacia en una esperanza
sobrenatural, en que la persona ha recibido la promesa
de bienes que superan toda expectativa humana y que
deben buscarse por encima de todo riesgo.
5. La educación de la audacia
Inicialmente, se trata de lograr en los hijos las
condiciones adecuadas para que pueda haber una
pasión fuerte.
A la vez, ayudarles a ver el fin o los fines que son
auténticamente valiosos, y luego buscar una decisión
consciente, reflexiva, enraizada en convicciones y no
en intuiciones o caprichos.
6. Las condiciones para la audacia
La audacia supone que el hijo haya aprendido a reconocer
sus propias posibilidades y experimentarlas.
Dentro de las condiciones para ser audaz, está la del
dominio del propio cuerpo:
1- si se deja llevar por los instintos hacia la búsqueda del
placer superficial, jamás verá con claridad un autentico bien.
2- el cuerpo necesita la atención debida para que los demás
atributos puedan alcanzar su debido desarrollo.
7. Los vicios en contra de la audacia
Siempre hay dos vicios en contra de una virtud: uno
abiertamente contrario, y otro que tiene las apariencias de la
misma virtud.
En el caso de la audacia son la temeridad o la osadía y la
pusilanimidad o la cobardía.
La persona que no confía en sus propias capacidades y
cualidades puede llegar a ser pusilánime, porque no se atreve
a emprender ninguna acción que valga la pena.
Objetivamente, puede ocurrir que el hijo no posea alguna
capacidad o cualidad, pero también puede pasar que la tenga
latente, sin descubrir.
8. Conviene ayudar a los hijos a profundizar en alguna
capacidad o cualidad especifica, de tal modo que lleguen a
captar el grado en que es posible avanzar cuando se pone
empeño y diligencia.
También orientarles para que lleguen a probar distintas
experiencias y así conocer, en parte, la amplitud de sus
posibilidades y de sus limitaciones.
Hay que recordar que la persona se sentirá mas capaz de
ser audaz en cuanto cuenta con el apoyo de los demás.
9. El descubrimiento de fines nobles
Lo más importante para el niño pequeño es tener la
oportunidad de ponerse en contacto con acciones,
situaciones, objetos etc., Que posean algún valor. De
este modo, llegará a tener la experiencia –orientada por
los padres- para reconocer, en otras ocasiones, acciones,
situaciones, etc., Parecidas que posean aquellos valores.
Lo siguiente consistirá en poner un nombre a cada valor,
y así saber distinguir entre uno y otro. Los padres
podrán preguntar a los hijos qué significa para ellos cada
experiencia y luego pedirles que vayan repitiendo actos
buenos.
10. El problema de la prudencia
La audacia se apoya en la prudencia y la justicia, pero
permite a la persona ver con claridad sus medios reales
en función de empresas nobles y grandes.
No compensa ser audaz para buscar algo que no lleva al
hombre hacia su plenitud sobre la tierra. No vale la
pena el riesgo.
11. La virtud cristiana
El cristiano apoya su audacia en la esperanza
sobrenatural.
Es lógico que este modo de actuar para quién no vive
la fe y la esperanza carecerían de sentido y estarían
fuera de la prudencia humana o parecerían locuras,
pero se presentan en el cristianismo con la claridad y
la certeza que le dan el vivir estas virtudes
teologales.
12. Sal y luz del mundo.
(Mt 5, 13-16).
“Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su sabor,
¿con qué se salará? Ya no sirve de nada, sino para tirarla fuera y
que la pisen los hombres. Ustedes son la luz del mundo. No
puede ocultarse una ciudad situada en la cima de una montaña.
Tampoco se enciende una lámpara de aceite para cubrirla con
una vasija de barro; sino que se pone sobre el candelero, para
que alumbre a todos los que están en la casa. Brille su luz
delante de los hombres de modo que, al ver sus buenas obras,
del gloria a su Padre que está en los cielos”.