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Cátedra abierta
 Universidad, cultura y sociedad

         Módulos 3 y 4

               2006

     Universidad de Antioquia
     Vicerrectoría de Extensión
   División de Extensión Cultural


      Ministerio de Cultura
    Gobernación de Antioquia


                                REPUBLICA DE COLOMBIA
©Universidad de Antioquia
©Vicerrectoría de Extensión
©División de Extensión Cultural



© Yolima Bedoya González
© Luisa Fernanda Cano Blandón
© Ramiro Echeverri Villegas
© Carlos Mario Pineda Echavarría
© Mario Elkin Rodriguez
© Rafael Rubiano Muñoz
© María Victoria Suaza Gómez
© Francy Esther del Valle Montoya

ISSN: [PENDIENTE]
Editoras: María Adelaida Jaramillo González
Adriana Elena Jaramillo Uribe
Revisión de textos: María Luisa Valencia Duarte

Diseño de cubierta: Fabio David Franco Pardo
Diseño y diagramación: Fabio David Franco Pardo
Impresión y terminación: Soluciones Integrales Gráficas, Solingraf Ltda.
Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia

Se permite la reproducción parcial, con propósitos académicos, citando la fuente.

Las opiniones expresadas en esta publicación son responsabilidad exclusiva de los autores; en
consecuencia no pueden ser asumidas como posiciones oficiales de la Universidad de Antioquia o
las entidades patrocinadoras.

Universidad de Antioquia, División de Extensión Cultural
Teléfono: (574) 210 5175. Telefax: (574) 210 5169
Correo-e: academicoext@quimbaya.udea.edu.co
Calle 67 No. 53-108, Bloque 22, oficina 204
Medellín, Colombia
Alberto Uribe Correa, Rector


Margarita Berrío de Ramos, Vicerrectora de Extensión


María Adelaida Jaramillo González, Directora de Extensión Cultural


Adriana Elena Jaramillo Uribe, Coordinadora Académica División de
Extensión Cultural




Con el apoyo de:
Ministerio de Cultura
Dirección de Fomento a la Cultura de Antioquia
Universidad de Antioquia: Dirección de Regionalización, Facultad de Ciencias
Sociales y Humanas, Facultad de Educación, Facultad de Comunicaciones
Sistema de Comunicaciones Comfenalco Antioquia
Contenido
Presentación


Tercer ciclo. Economía y cultura. La productividad como desafío de la
industria cultural
• La industria cultural: entre la cultura de masas y la cultura popular ................ 9
   Rafael Rubiano Muñoz
• Economía e identidad: soporte material y simbólico de la cultura ................. 23
   Francy Esther del Valle Montoya
• Industrias culturales en Urabá. Una mirada desde la experiencia de la
   corporación de arte y recreación Camaleón de Urabá ....................................... 37
   María Victoria Suaza Gómez


Cuarto ciclo. Las políticas públicas: elemento fundamental de una cultura
ciudadana
• Cultura política: diseño de políticas públicas bajo un enfoque de
   gobernanza ................................................................................................................. 49
   Luisa Fernanda Cano Blandón
• Políticas culturales en Colombia y movimientos sociales: el caso de
   Arturo Escobar .......................................................................................................... 67
   Carlos Mario Pineda Echavarría
• Políticas públicas en el sector cultural .................................................................. 77
   Mario Elkin Rodríguez
• Políticas públicas en un contexto cultural ........................................................... 83
   Yolima Bedoya González
• La subregión oye las voces: Occidente antioqueño. Hacia la construcción
   de una política pública cultural 2006-2007 ......................................................... 97
   Ramiro Echeverri Villegas
Presentación
   El presente libro recopila las memorias de las conferencias ofrecidas en los módulos 3 y 4 de la
Cátedra Abierta Universidad, Cultura y Sociedad, llevados a cabo en las nueve subregiones del
departamento de Antioquia durante 2006.

    El ciclo 3 “Economía y cultura: la productividad como desafío de la industria cultural”
aborda la problemática actual de la labor cultural desde la perspectiva económica. Los campos de la
economía y de la cultura se encuentran estrechamente involucrados desde siempre, aunque es verdad que
esas implicaciones se han hecho mayores y más visibles con el surgimiento de las llamadas industrias
creativas. Quién podría negar el valor económico de ciertos bienes culturales y su peso en la riqueza de un
país, o la importancia del desarrollo cultural como factor de desarrollo y bienestar social. No se trata de
reducir el estudio de la cultura encarando solamente su incidencia en el crecimiento económico del país.
Lo es también, y fundamentalmente, para los procesos de integración regional y nacional, además de lo
que puede significar para la identidad y el auto-reconocimiento de los individuos y las sociedades. Y su
inexistencia haría muy sospechoso hablar de un desarrollo justo y equilibrado.

    Todo esto obliga a desarrollar estudios y a diseñar políticas públicas y privadas capaces de regular
estas industrias, concibiéndolas como un universo de producción y servicios culturales dentro del cual
coexisten y se complementan constelaciones con características y lógicas particulares, pero cuya existencia
está condicionada por sus relaciones con las demás.

    El ciclo 4 “Las políticas públicas como elemento fundamental de una cultura política” abrió
un espacio propicio para el debate, la difusión y la reflexión sobre lo que representa para las regiones la
implementación de las políticas públicas. El propósito de la discusión fue aportar nuevas visiones que
permitan dilucidar soluciones a los múltiples problemas que ellas enfrentan en su proceso de consolida-
ción territorial y social. En tal sentido, el ciclo se propuso avanzar en la generación de espacios de reflexión
y deliberación que le permitan al ciudadano reconocerse como protagonista en la construcción de la
sociedad y de lo público. Se pretende que como producto de la reflexión y la deliberación se entiendan y
asuman compromisos en la construcción de políticas públicas, entendiendo éstas como las orientacio-
nes, estrategias y modelos que bajo una definición colectiva deben construirse para el bien común. Se
trata de entender que dichas directrices resultan de procesos de concertación de actores diversos.

   Se espera entonces con esta cátedra fomentar en la ciudadanía el interés por los asuntos públicos y
propender por la formación de una cultura política, que fomente la participación de ciudadanos, alcaldes,
concejales, líderes comunitarios y, en general, de los diferentes sectores, agentes y actores culturales, para
generar políticas y estrategias que favorezcan la construcción de regiones fortalecidas, autosostenibles y
democráticas.

    Esperamos, pues, que este encuentro de saberes contribuya a afianzar el deber ser y la pertinencia
social de nuestra Alma Máter.

    MARGARITA BERRÍO DE RAMOS
    Vicerrectora de Extensión
    Universidad de Antioquia
MÓDULO 3                         III
ECONOMÍA Y CULTURA:
LA PRODUCTIVIDAD
COMO DESAFÍO DE LA
INDUSTRIA CULTURAL




abierta
             C   Á   T   E   D   R     A




Universidad, cultura y sociedad
C O N F E R E N C I A                                                                U N O                 III




La industria
cultural: entre la
cultura de masas y
la cultura popular
Rafael Rubiano Muñoz*




*Sociólogo, docente del departamento de sociología, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad
de Antioquia.


                                                                                                    9
U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l




    Esta conferencia tiene como objetivo establecer condiciones de discusión que permitan
reflexionar sobre el impacto de los fenómenos contemporáneos en la sociedad colombia-
na y los diversos modos como ellos están influyendo en las diferentes regiones del país.
Utilizando el formato de ensayo, esto es, abierta deliberación y polémica, procura estable-
cer un diálogo efectivo entre la universidad, a través del programa de “Cátedra Abierta”
que dirige la División de Extensión Cultural, y los diversos públicos de las regiones en los
que incide, a partir de actividades que comprenden aspectos académicos como los que
atañen a decisiones sociales y políticas específicas.

   En este aspecto, una de las dificultades es el establecimiento de un diálogo claro entre
universidad y sociedad. Sería deseable construir una comunicación efectiva y sólida entre
ambas. Sin embargo, éste es el primer punto crítico que tiene el tema dirigido a un amplio
público con expectativas diversas: que las relaciones del lenguaje en las sociedades moder-
nas tienen sentidos y significados diversos según nuestra percepción del mundo. Al plan-
tearnos el problema de la industria cultural nos encontramos con una situación paradójica;
frente al lenguaje científico, el lenguaje cotidiano se apropia de manera más rápida y, por
supuesto, pragmática de los hechos o fenómenos sociales que designa. Así, podemos ob-
servar que entre impulso científico de reflexión y apropiación desde el lenguaje común a
veces se generan tensiones y discordancias.

AFINANDO EL DISCURSO SOBRE LA INDUSTRIA CULTURAL
    Por lo tanto, una tarea urgente en estas actividades de extensión es procurar la cercanía
no solamente en los lenguajes, sino también una comunicación más apropiada y pertinen-
te para el diálogo analítico y transparente. Y al hablar de industria cultural nos referimos
a un largo proceso histórico que requiere ser, no solamente investigado como fenómeno
social contemporáneo, sino también como experiencia de la vida que afecta las regiones
y las localidades de nuestro país. En ese sentido, no necesariamente lo que vemos tal y
como lo experimentamos en la realidad puede ser plenamente comprendido o validado




                                                                                                                                                11
Universidad, cultura y sociedad

de forma verídica o completa. De este modo, advertiría que estamos bajo la profunda
experiencia de representarnos un entorno social complejo, a veces contradictorio y
entrecruzado por fenómenos sociales yuxtapuestos que generan destiempos y
desencuentros históricos.

    Por otro lado, quiero llamar la atención hacia el problema del lenguaje y la comunica-
ción. La relación eficiente entre estudio o investigación de los fenómenos sociales frente a la
vida cotidiana se encuentra siempre en vilo o en disputa (normalmente los fenómenos
contemporáneos sobrepasan las dinámicas de la investigación científica). El material que
existe sobre las industrias culturales es inmenso e ilimitado. En Colombia es muy poco lo
que se ha hecho en la investigación, y en la actualidad estamos sobrepasados por las nuevas
realidades de la comunicación. Así, la relación es inversamente proporcional, esto es, la
claridad entre conocimientos y realidad social desde el lente científico depende en exclusiva
del grado mayor de la información especializada como de la rigurosidad con que se tratan
justamente los fenómenos sociales.

    Así un acumulado en detalle de datos y de información puede depurar y validar cientí-
ficamente los conocimientos sobre diferentes fenómenos sociales, pero al mismo tiempo
pueden no tener ninguna conexión con la realidad social. De ahí que a mayor especializa-
ción en la información y el lenguaje no se obtiene en la misma dirección una corresponden-
cia con la clara comprensión de las experiencias y realidades sociales. Para hablar de la
industria cultural es imprescindible establecer un acuerdo básico entre lo que entendemos
como industria, y lo que comprendemos como cultura, sin olvidar que en el fondo
ineludiblemente interviene lo que se considera es el público consumidor.

HACIA UNA DEFINICIÓN DE INDUSTRIA
    Estas tres dimensiones —industria, cultura y públicos— son los ejes centrales en la cons-
trucción de ese mundo, cuyo escenario es variable y múltiple en sentidos, significados y
formas de representación. De modo que empezaremos desde ahí, tratando de construir
los contextos adecuados para limitar el amplio campo de lo que se entiende como industria
cultural. La industria es un fenómeno ineludible de dos procesos históricos, el de la repro-
ducción en serie, el mercado y el de la extensión de la vida urbana. La industrialización
inicialmente es el proceso de transformación de sociedades que pasan de la actividad de
subsistencia a partir de las actividades manuales a procesos mediados por la mecánica y la
técnica.

    La industrialización se refiere así al desarrollo histórico desde el cual se median las acti-
vidades del hombre y la naturaleza a partir de la creación de artefactos que se producen en
serie y que tienen como fundamento la mecanización. Ahora bien, las perspectivas sociales




12
U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

e históricas en las que se transforman las sociedades bajo la industrialización no tienen la
misma magnitud y la misma intensidad en cualquier lugar del planeta. La producción en
serie de artefactos a través de la mecánica y la técnica establece un tipo particular de relacio-
nes entre los hombres en las que cambian las formas de representación simbólica y de
percepción del mundo; ése es el segundo momento de la industrialización: la creación del
mercado y del plusvalor a través de las mercancías.

    Lo que ha posibilitado de manera histórica la consolidación de la industrialización fue la
extensión del mercado, la creación de mercancías y la fuerza de trabajo que aparece con él,
lo que se manifestó a través de la apropiación privada de los artefactos o, para decirlo de
manera moderna, de las mercancías. Una de las condiciones que impulsó dichos procesos
indudablemente fue la transición del campo a la ciudad. A través de la expansión urbana y
de la constitución de unidades sociales que descomponían la relación directa con la natura-
leza, la industrialización cobró un alto grado de importancia en las sociedades denominadas
modernas. De modo que industrialización, mercado y ciudad han sido las claves históricas
para comprender el fenómeno de la industria cultural. Si bien el hombre mediante la indus-
trialización construyó la mediación consigo mismo y la naturaleza también medió la cultura,
espiritual e intelectual.

    Ahora bien, la palabra cultura es polivalente y demasiado resbaladiza en las discusiones
académicas y científicas. Se la asocia con costumbres, hábitos, ritos, conciencia, entre mu-
chas acepciones. También se la tiene como sentido común, experiencia cotidiana, lenguaje,
tradiciones o credos religiosos o políticos. Para nuestro objetivo utilizaremos la referencia
a la cultura como representación simbólica o materialización de creaciones espirituales o
intelectuales.

LA     INDUSTRIA CULTURAL EN NUESTRO CONTEXTO
    Para los propósitos de esta conferencia consideraremos la cultura en el contexto de lo
creado espiritual y mentalmente por los hombres, objetos o artefactos que si bien provie-
nen del proceso de intercambio permanente de individuos o comunidades, es lo que define
la conciencia de los pueblos o el modo de representar el mundo desde sus conocimientos.
La cultura aquí tendría que ver con todas aquellas manifestaciones sobre las cuales nos
representamos en un momento dado la vida o a partir de diversas etapas de nuestra exis-
tencia en un proceso de larga duración, nuestras realidades. Cultura como manifestación
pública de una conciencia colectiva que se crea, se hace, se difunde y se apropia mediante
diversas formas, el habla, la comunicación, la impresión o la electrónica. Lo que hace que
exista la industria cultural es que los bienes espirituales e intelectuales llegan a amplios públi-
cos y no tienen restricción alguna, es más, su acceso es abierto y libre lo que crea situaciones
contradictorias.




                                                                                                                                               13
Universidad, cultura y sociedad

     Con todo, la industria cultural estaría determinada por la difusión a gran escala y por una
apropiación mediada por el mercado como por los procesos de consumo. La cultura no se
podría restringir del modo anterior a una transmisión lingüística o a una herencia determinada
generacionalmente. Más bien la industria cultural la entenderemos aquí como un modo de
producción que adquiere materialidad en bienes o en formas de representación simbólica
accesibles como artefactos. Con lo anterior, para la sociedad colombiana es muy contradicto-
ria la construcción de una industria cultural entendida de este modo, puesto que las tensiones
entre lo tradicional y lo moderno producen serias distorsiones y profundas interferencias. El
experimentar la cultura como industria, producción y consumo en serie altera, de manera
trágica, lo que se debe considerar como patrimonio y lo que se debe considerar como inno-
vación.

PATRIMONIO CULTURAL VERSUS GLOBALIZACIÓN Y CONSUMO
    Por un malentendido, el patrimonio cultural de Colombia se convierte en industria cul-
tural y sencillamente no se lo percibe como la posibilidad de reavivar la tradición. La cultura
como identidad se transforma entonces en simple consumo y en instrumentos de venta que
no construyen un legado, sino más bien se apropia dentro del mercado como simple plusvalor
privado y particular. Por otro lado, la globalización ha arrasado con las herencias culturales
de la identidad al establecerse mediante el mercado nuevas experiencias de consumo cultu-
ral que no permiten distinguir entre lo propio y lo foráneo creando una mezcla que hace
difícil mantener nuestra identidad. Entre la apología exótica de lo nuestro vendido en el
exterior y la asimilación a culturas ajenas se produce un intercambio cultural profundamente
conflictivo a través de los procesos de consumo y de comunicación.

    Es necesario entonces considerar la industria cultural como un campo de profundo
conflicto, en las formas de recepción, asimilación y divulgación. La industria cultural como
conflicto nos plantea un inmenso reto al papel que la academia, la investigación y las univer-
sidades tienen, porque exige la reflexión de si se puede sostener una industria cultural como
problema público y no como un problema de lo privado. Incluso la defensa a ultranza de
las comunidades y localidades por la identidad cultural se establece en mayor medida desde
las iniciativas privadas y personales, no desde una política pública que sea discutida y deba-
tida de manera democrática.

INDUSTRIA        CULTURAL Y CONSUMIDORES
   Para delimitar aún más nuestro tema diremos que la industria cultural es un escenario
social especializado de la producción simbólica del ser humano que se expande y se difunde
en el contexto básico de intercambios mediados por procesos reales y abstractos, esto es,
por el mercado y por el consumo. La creación material no solamente espiritual e intelectual
de la cultura se estructura en el marco de una sociedad donde se reproducen cosas que




14
U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

llegan a amplios públicos de manera repetitiva y que tiene una característica de innovación
aparente. Aparente porque no necesariamente lo que se reproduce en serie en el marco lleva
el sello de la creatividad o de la renovación. Pero en el fondo el tema de la industria cultural
depende incuestionablemente no de quien la produce sino a quien ella llega, esto es, la
industria cultural se relaciona a un mismo tiempo con el consumo y los públicos.

     Aunque lo anterior pueda producir confusión, la industria cultural se instaló en el marco de
procesos históricos como el de la aparición de la imprenta, luego los medios electrónicos de
comunicación y en la era actual la globalización con el desarrollo de las nuevas tecnología
electrónicas. La reproducción en serie o el desarrollo tipográfico caracterizó la industria cultu-
ral. Ahora, dicha industria es causa y efecto al mismo tiempo de la sociedad moderna con los
elementos que ello involucra: expansión demográfica, consolidación de un público consumi-
dor y destrucción de las fronteras locales y nacionales. Por eso resulta tan específico de nuestro
medio hablar de una industria cultural, porque se enfrenta en dos dimensiones: la dimensión
de lo tradicional y la dimensión de lo moderno. De lo anterior se deduce que es un fenómeno
que involucra la masificación, o para decirlo de otro modo, la industria cultural depende de la
sociedad de masas que puede propiciar la homogeneidad de las formas culturales o la hetero-
geneidad de las expresiones culturales, que profundiza el anonimato y la individuación.

DEMOCRACIA EN LA CULTURA Y CULTURA DE MASAS
    A partir de esas observaciones preliminares es menester volver a un punto básico, los
críticos de la industria cultural han sostenido que en ella, la cultura se convierte en mercancía,
por lo tanto la industria cultural no genera una situación de valoración positiva de artefactos
creados para el progreso espiritual de los pueblos sino más bien para su alienación. Mien-
tras los más optimistas consideran la industria cultural como un mal necesario en la que la
cultura experimenta su ampliación y se extiende la espiritualidad de los pueblos alcanzando
tanto a renovarse como a ser reconocida mediante el proceso de democratización. Pero
democratización no quiere decir democracia en la cultura.

   Ya hemos referido que en el caso de los estudios e investigaciones de la industria cultural
se requieren procesos de información, es decir, estadísticas para poder comprender el
impacto que en las sociedades actuales tiene lo que se reproduce en serie en términos de
cultura como lo que se consume o se adquiere mediante el mercado. Pero por otro lado, y
pensando en la sociedad colombiana existen criterios muy diversos para considerar la in-
dustria cultural porque frente a ella entendida como consumo —hay muy pocos estudios
estadísticos— se opone la que la interpreta simplemente como cultura popular, es decir, lo
que acompaña de manera inmediata la existencia diaria y los contornos o referentes de las
costumbres, los hábitos, los estilos de vida y la creencias que se transmiten y reproducen
socialmente.




                                                                                                                                               15
Universidad, cultura y sociedad

    Lo que en últimas sería necesario replantear es el aspecto de las relaciones entre indivi-
duo y sociedad industrial, cómo se valoriza y desvaloriza la cultura, dependiendo de las
formas de intercambio o las formas de la mediación, en las que se tiende a estereotipar las
representaciones simbólicas y las expresiones de la cultura materializada en el nivel de lo
masivo y de lo popular. De este modo, la cultura de masas como apología de formas de
representación y de encarnación material se interrelaciona con la apología a la cultura popu-
lar como formas de mentalidad y de visión del mundo. Entre ambas se construye una
lógica de dominación como una racionalidad instrumentalizada de la que no escapa hasta
convertirse en cultura vulgar.

    Frente a lo anterior es muy poco lo que se hace en términos de investigación sobre los
medios masivos de comunicación, su impacto e incidencia en las relaciones de intercambio
o en las mediaciones sobre cultura de las masas y cultura popular. El papel de los medios de
comunicación en la discusión de la industria cultural, se debe señalar, es polivalente, pues de
la difusión o divulgación amplia de formas y de representaciones culturales, en las que una
falsa democratización crea la estandarización y el estereotipo se transita fácilmente hacia una
expresión trágica que se experimenta en la reducción de la cultura como cosificación, es
decir, creación inanimada y disecada de expresiones culturales en las que se borran y difuminan
la claridad de lo que es auténtico y valioso. Al borrarse las fronteras entre la cultura de masas
y la cultura popular, los acentos de identidad de los pueblos se conjugan con expresiones en
la cotidianidad irracionales que se transforman en actitudes intolerantes y hasta autoritarias.

INSTRUMENTALIZACIÓN                DE LA CULTURA
    Es necesario agregar que las instituciones sociales amparadas en una visión reduccionista
de lo que consideran cultura, tienden a instrumentalizarla mediante la falsa distinción entre
tiempo de producción —de trabajo— y tiempo libre. Permeada como se encuentra en la
actualidad por el proceso de globalización, la cultura es entendida como entretenimiento, y
lo que hace tan fácil su deformación es que en el tiempo libre lo que se procura no es la
construcción de cultura como “ocio creativo”, sino más bien como simple entretenimiento,
como diversión que reproduce las condiciones de trabajo. De este modo se altera de ma-
nera fatal el legado propiamente auténtico de la cultura como un espacio de reconstrucción
de las posibilidades humanas.

    Es menester añadir que bajo las condiciones de la globalización, la industria cultural se
mueve en una extraña mezcla entre lo público y lo privado; en esas dimensiones se transfor-
man radicalmente las fronteras entre el individuo y la comunidad. De por sí, en las socieda-
des modernas industriales, dichas esferas se expresaban bajo la mediatización de referentes
claros y determinados; mientras que en la actualidad, lo privado y lo público tienden a
comunicarse intensamente. Pero su expresión radica en que lo público se privatiza y lo




16
U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

privado se vuelve cada vez más particular, o en ocasiones, mediante los medios de comu-
nicación lo privado se publicita deteriorando la intimidad, la privacidad o lo individual.
Con estos referentes lo que se cuestiona son las relaciones sobre las cuales se mueve la
denominada industria cultural, en la que de nuevo, la cosificación se expresa en el contexto
de una relación de valor en los que se mide la cultura según lo que cuesta y vende de manera
cuantitativa y no cualitativa.

    La definición de los productos culturales no es exclusiva de los procesos de competen-
cia ni del mismo mercado. Lo que se entendería como políticas culturales ha de exigir una
comunicación efectiva entre instituciones, empresarios, universidades, ciudadanía entre
muchos otros, porque de lo contrario en el marco del desarrollo de la cultura como repre-
sentación simbólica o creación material se difunde una noción que amenaza con particula-
rizar las expresiones culturales, la cultura de masas o lo que es cultura popular como acceso
democrático estandarizado de los productos culturales. Las tensiones que produce la indus-
tria cultural con las denominadas formas de producción han de ser restringidas por com-
petencias comunicativas o argumentativas en el escenario del espacio público.

    Entre mercado cultural, como el consumo cultural, las diversas etapas de la formación
de la cultural de la que ninguna es dominante, son imprescindibles los estudios sobre la
cultura oral, la cultura impresa, la cultura audiovisual e incluso la electrónica. Ninguna de
ellas es preponderante en las sociedades contemporáneas. Pero sí es necesario ahondar en
las diversas formas de representación para las mentalidades de la cultura, porque de ello
dependen el entendimiento de los grados o de los niveles sobre los cuales se forman los
públicos como consumidores.

    Es claro que la industria cultural no constituye un escenario negativo en la que las diver-
sas expresiones culturales, de masas, populares o incluso vulgares cosifiquen o conviertan al
mundo en un instrumento de dominación o de poder. A través de de ellas es necesario
construir escenarios de investigación pero ante todo espacios de comunicación y de debate,
mediante el análisis científico como a través del diálogo social entre individuos y comunida-
des. La clave de la construcción de la industria cultural depende de las ofertas culturales, de
su nivel, de su calidad pero ante todo de su asimilación y recepción en los públicos y en la
ciudadanía.

INDUSTRIA CULTURAL Y PRODUCCIÓN EN SERIE
    Ya hemos referido que en el caso de los estudios e investigaciones de la industria cultural se
requieren procesos de información, es decir, estadísticas para poder comprender el impacto
que en las sociedades actuales tiene lo que se reproduce en serie en términos de cultura como
lo que se consume o se adquiere mediante el mercado. Pero por otro lado, y pensando en la




                                                                                                                                               17
Universidad, cultura y sociedad

sociedad colombiana existen criterios muy diversos para considerar la industria cultural por-
que frente a ella entendida como consumo se opone la que la interpreta simplemente como
cultura popular, es decir, lo que acompaña de manera inmediata la existencia diaria y los
contornos o referentes de las costumbres, los hábitos, los estilos de vida y la creencias.

    DE LA CULTURA ORAL A LOS MEDIOS
    Frente a las anteriores observaciones es necesario construir los contextos sobre los cua-
les la cultura se expresa a partir del desarrollo de relaciones de intercambio y vínculos
sociales que definen la cultura en sus diversos medios de difusión: oral, impreso, audiovisual
y electrónico. Una de las características de las sociedades latinoamericanas es que la cultura
se desarrolla por esos medios, sin hegemonía ni preponderancia de ninguno. Constituye un
interés para la investigación social mostrar la manera como en diversos contextos sociales
arraiga según las formas de representación y como la cultura también se establece según los
procesos de comunicación. Para poder trazar con criterios científicos el problema de la
relaciones entre la cultura de masas y la cultura popular es necesario centrar los estudios en
el marco de entrecruzamiento —donde la cultura puede ir y venir, según lo establecido
arriba, de la cultura oral a la cultura electrónica— y precisar de qué modo se manifiestan
procesos de cambio o de transformación de la cultura como procesos de conservación y
de preservación.

    Para las sociedades latinoamericanas, el peso de la cultura oral, es decir, de la narración
oral y de la memoria, constituye un vínculo muy fuerte, frente a la reciente presión que
ejercen los medios audiovisuales y electrónicos que transforman nuestros sentidos y signifi-
cados en tiempo y espacio, como en los escenarios sociales, que influyen en nuestras formas
de representación y nuestros significados ante el mundo. Por lo anterior, las ofertas cultura-
les dependen del grado de arraigo en lo oral o en lo electrónico pasando ineludiblemente
por lo escrito, lo impreso y lo audiovisual. Lo que caracteriza el proceso de formación de
la industria cultural es la manera como acentúa la clasificación y la producción de la cultura
espiritual y material dependiendo de la transición del ciudadano común al consumidor.
Construir hábitos de consumo cultural dependerá en última instancia de la educación y de la
formación de un público que valora la cultura ya no como simple entretenimiento sino
como valor social que tiene unos costos dentro del mercado.

   Durante el desarrollo de la conferencia hemos sostenido que en el ámbito de la industria
cultural debe haber un proceso de formación del público, ya que la industria cultural expre-
sada como masas o como fenómeno popular requiere de la construcción amplia de un
escenario de información y divulgación. Éste a su vez depende de la preparación del públi-
co a partir de esfuerzos educativos institucionales que creen un público con capacidad de
valorar y asimilar productos culturales, y no se constituya como un simple consumidor que




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se reduce a la cosificación o al extrañamiento propio de una cultura convertida en mercan-
cía o en bienes de mercado. Si bien la anterior perspectiva encaja en una crítica a la cultura
convertida en mercado es imprescindible que la universidad, así como las instituciones
culturales que ofertan la cultura, estén dispuestas a construir proyectos de formación en las
diferentes regiones y localidades, de manera que se reduzca la idea de cultura como instru-
mento de venta o de compra y se amplíe al espectro de bien público y no de bien particular
o privado.

    Dentro de los aspectos señalados, la cultura sería un espacio de construcción de ciuda-
danos dependiente de la dinámica de la oportunidad, es decir, de la organización de un
escenario social que transforme las actitudes de los ciudadanos frente a la cultura en lugar de
un escenario de competencia en la que los bienes culturales sean apreciados no por su valor
sino por la publicidad que generan. La producción en la industria cultural se caracteriza por
asimilarse a un instrumento de dominación y de poder que se particulariza, dependiendo
del mercado exclusivamente. Ello genera una forma del consumo en la que no se expresa
la similitud entre seres humanos y cultura como potencialización de las capacidades para la
creatividad y la emancipación, sino la cultura como extrañamiento, cosificación que en últi-
mas reduce el espacio de la cultura a objetos cuya independencia y autarquía son determina-
dos por el mercado independientemente de sus valores de uso social, es decir, se transfor-
man en valores de cambio, abstraídos de las relaciones propiamente humanas.

INDUSTRIA                CULTURAL VERSUS CULTURA
    Lo que caracteriza el modo como se construye la industria cultural para llevarla a las
masas es que deja muy poco espacio a la autenticidad y a la creatividad, pues detrás de la
estandarización, de las series y los estereotipos, bajo una falsa innovación, los bienes cultura-
les se expresan como modelos que caen en la repetición, la rutina y, lo más amenazante, en
la homogeneidad y la igualdad restando vitalidad a la diversidad y la imaginación. La cultura
de masas como posibilidad, como alternativa, se limita a ser un campo donde la cultura se
instrumentaliza como bienes y ofertas culturales, es decir, se vuelve objeto que reduce al
máximo las alternativas en la producción y en la recuperación de las potencialidades huma-
nas de la variedad y de la diferencia. La cultura como rutina y repetición adquiere una
expresión de superficialidad y de artificio.

    Además, en los modelos de reproducción cultural fatalmente se tiene la impresión de
que se desarrollan a través de la innovación, la novedad y el cambio cuando lo que se
produce son tipos de expresiones culturales que se distancian de lo auténtico. Un claro
ejemplo de la innovación vacía y la novedad repetitiva es la moda, que bajo unos mismos
moldes se ofrece como elemento de transformación cuando sencillamente es simple repe-
tición solamente alterada por las formas de producción técnica e incluso industrial. Sería




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Universidad, cultura y sociedad

imprescindible rescatar en la cultura de masas que facilita la apropiación en sociedades con
públicos muy amplios, y la divulgación por los medios de comunicación de masas que
consolidan los vínculos de la comunicación electrónica.

    De otro lado, la cultura popular tiende a experimentar las formas rutinarias y repetitivas
de la cultura de masas, cuando se produce bajo los moldes de lo vulgar y lo efímero, de lo
extraordinario, del amarillismo y la pornografía, por ejemplo. La baja exigencia en cuanto a
la calidad constituye uno de los elementos de la cultura popular porque se valora con el
lente de lo inmediato y lo pragmático sin elementos de juicio, sin crítica y sin examen. Es el
impacto con lo observable sin más, lo que es vendible a primera vista y lo que es recibido
sin preparación o reflexión. Lo auténtico de la cultura popular se pierde justamente por la
consideración de una masa de consumidores en la que el entretenimiento no es exclusiva-
mente tiempo libre y creación, sino falta de imaginación y de construcción de alternativas
que expresen la identidad y la conservación de los elementos que vinculan la cultura con el
carácter regional o nacional.

    Por lo anterior es obvio el choque que ha sufrido la cultura pensando en los problemas
de la construcción de la identidad de los pueblos, es decir, de lo que se debe conservar y lo
que se debe innovar. A través del fenómeno de la globalización, las fronteras de la identidad
nacional experimentan un proceso de deterioro donde más por la moda y la innovación
tienden a ser destruidos los legados y las herencias tradicionales por la integración a un
mercado internacional en el que las mixturas impiden renovar las costumbres, los hábitos,
los estilos de vida y las creencias, todos aquellos elementos de la mentalidad que se conjugan
con las expresiones culturales. Reconocerse en la diferencia y no aumentar las diferencias
mediante un proceso de apología de lo foráneo o mediante un proceso de nostalgia petri-
ficada será la clave en el contexto de construcción de las industrias culturales en el país.

    Es ineludible insistir en el papel de la Universidad en las comunidades regionales en la
actualidad: la apertura de espacios de reflexión y de análisis que convoquen un proceso de
comunicación efectiva, permitan el debate franco y abierto y la polémica sincera. Dentro de
las experiencias que se vienen construyendo desde la Universidad y el papel que viene jugan-
do su inserción en las regiones, los temas contemporáneos estudiados y puestos en la opi-
nión pública han de permitir no solamente un diálogo público sino también la toma de
decisiones que establezcan un consenso entre los ciudadanos, las instituciones, las empresas
y el mismo Estado. La defensa de la cultura se podrá realizar tanto en el desarrollo de
nuevos referentes de ilustración y de educación de la ciudadanía como en la construcción de
políticas públicas encaminadas a desarticular los particularismos y los intereses privados
frente a la dominación de la cultura de masas y la cultura popular concebidas como lo
hemos descrito.




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HACIA UNA VERDADERA INDUSTRIA CULTURAL
    Para terminar es necesario expresar que la dimensión cultural no se limita al entreteni-
miento, y que la cultura es más que un escenario de consumo o de objetivación mercantil de
los bienes culturales. Hay que defender la cultura como un escenario de educación y de
formación ciudadanas, que le dé cabida a la reflexión y el análisis de nuestras formas de ser
y pensar el mundo, y demandar a través de los procesos de comunicación que la cultura sea
efectivamente un marco de emancipación y de libertad de individuos y comunidades. Ade-
más, propiciar por medio de las manifestaciones culturales la formación de referentes y de
representaciones de la democracia, no simplemente como procedimiento político sino como
posibilidad alternativa de transformación y cambio de los sujetos en un entorno cada vez
más reducido a instrumentos de poder y de dominación.

    La construcción de políticas culturales no depende en últimas del estado, sino de la
formación de los públicos y la ciudadanía que desde la perspectiva de esta conferencia ha
de garantizar la defensa de lo regional y lo nacional en lugar de los fascismos al revés, esto
es, el exotismo o el chauvinismo cultural. La ineficacia del diálogo entre lo local, lo regional,
lo nacional y lo internacional propicia unas actitudes reactivas y conservadoras que en últi-
mas permitirán que nos conquisten de nuevo “la maleza y el desierto”, es decir, la barbarie.




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C O N F E R E N C I A                                                       D O S                III




Economía e
identidad:
soportes material
y simbólico de la
cultura
Francy Esther del Valle Montoya *


*Antropóloga Universidad de Antioquia, Especialista en Derechos Humanos y Pedagogía, Máster en
Historia


                                                                                         23
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    Bronislaw Malinowski, citado por Tullio Tentori, “sostiene que toda cultura tiene nece-
sidad de saber producir, así como de obtener, conservar, distribuir, usar y valorar un com-
plejo de “bienes”. Para resolver este problema, toda sociedad humana, por primitiva que
sea, debe disponer de una organización económica. Ésta estará regulada por un sistema de
normas para la posesión de los bienes y el modo de usarlos y consumirlos”. 1 Cultura y
economía son conceptos emparentados. La segunda es propia de cada cultura, es coherente
con ella e inherente a la misma, puesto que la economía está en la base de la subsistencia de
individuos y comunidades. Esta relación inicial es una consecuencia de la intervención direc-
ta del hombre en su proceso de adaptación al hábitat.

    El proceso de adaptación de una comunidad a su medio ambiente (contexto geográ-
fico) constituye la creación de la cultura, que en términos de Tylor se entiende como
“ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el dere-
cho, la costumbre y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre
como miembro de la sociedad”.2

    De igual modo, su economía y sus formas de producción, al igual que su expresión
en las fiestas populares, en la comida, la música y otros elementos son una muestra de la
cultura de un grupo y permiten identificarlos como propios de un territorio. Esta adap-
tación al medio y su consecuente transformación (en organizaciones económicas o cul-
turales) es característica entre los grupos humanos.

EL ALIMENTO: ESLABÓN ECONÓMICO Y CULTURAL
   Un aspecto determinante de la adaptación al medio es el alimento, cuya consecu-
ción demanda un esfuerzo físico e intelectual de cada integrante del grupo. La impor-
tancia de dicho evento se refleja en la cultura. Por eso compartir el alimento, en un
evento cotidiano o especial, es una muestra de solidaridad y alianzas, y éstas sólo se
establecen entre grupos que responden a una misma cultura, conocen y comparten un
1
 Tullio Tentori, Antropología cultural, Barcelona, Editorial Herder, 1981, p. 34.
2
 Tylor citado por Conrad Phillip Kottak, Antropología: una exploración de la diversidad humana con temas de la cultura hispana, 6ª. ed., Madrid,
McGraw Hill, 1999, p. 34.


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Universidad, cultura y sociedad

ritual y su significado. Es un lenguaje no verbal y elaborado, representado por todos. Por
ejemplo, la noche de Navidad y su acostumbrada cena dan cuenta de la tradición de un
grupo, de su forma de pensar, que se manifiesta en el tipo de alimentos que se consumen,
su elaboración y la hora de comerlos. Los invitados son elegidos cuidadosamente. Se dice
incluso que a casa se invita a comer sólo a los amigos. Compartir el esfuerzo de la conse-
cución de los alimentos demuestra los lazos de unión entre quienes participan en el ritual.

    La selección de los invitados y el acto de compartir el alimento responden a criterios
subjetivos e incluso podría decirse que corresponden a la ideología, en cuanto dicha
selección es una expresión de la concepción del mundo, está conformada por elaboracio-
nes abstractas que responden a un sentimiento colectivo transmitido por medio de la repe-
tición de actos comunitarios y culturales, como las fiestas.

    LA TRANSMISIÓN DE LA CULTURA POR LAS TRADICIONES CULINARIAS
    Ritos como el mencionado cumplen el propósito de hacernos parte de la cultura. La
endoculturación3 de cada uno de los miembros del grupo se da a lo largo de la vida, con
ritos que sirven de marco para sus historias y propician el establecimiento de lazos de
solidaridad, confianza y afecto entre el grupo.

    Cuando el aprendiz ha vivido y ha sido partícipe del proceso puede intervenir en la
recreación cultural del grupo. “[…] el aspecto oculto de la socialización llama la atención de
la cultura como un proceso de comunicación. Desde ese punto de vista lo importante en la
transmisión cultural no es tanto lo que se les enseña a los niños o lo que no se les enseña, lo
que hacen o dejan de hacer, sino la forma en que las cosas suceden y las actitudes de la gente
que los rodea, con quienes interactúan”.4 Este proceso diacrónico en la vida de un indivi-
duo se transmite por la tradición oral.5

    La importancia de los alimentos y las particularidades de su uso se observan en ferias
y fiestas folclóricas. En estas festividades, características de una comunidad determina-
da, el ingenio y la creatividad humanas se expresan en recetas que mantienen y transmi-
ten la tradición, se da uso a lo que producen sus campos y se manifiesta el ingenio en el
arte de la culinaria.

   Nuestra geografía, por ejemplo, ofrece a las comunidades diversidad de alimentos.
Basta recordar la famosa Cagona, de San Jerónimo (Antioquia), una mezcla de sangre
de cerdo, arroz, aceite y aliños, que tras una larga cocción toma la forma de pasta; o el
3
  “Endoculturación: proceso que consiste en la transmisión de la cultura por parte de los adultos a los jóvenes y niños que habrán de
sucederles. La aculturación puede recaer sobre todos los miembros de una cultura y, en consecuencia, sobre los adultos ya endoculturados”.
Tomado de Jairo Muñoz M., Antropología cultural colombiana, Bogotá, Unisur, 1990, p. 69.
4
   Schewartz, (1976). Citado por Serena Nanda, Antropología cultural, México, Grupo Editorial Iberoamericano, 1987, p. 101.
5
  “Tradición oral: La transmisión de las reglas de comportamiento, las creencias, las leyendas, las costumbres, etc. De generación en generación
por la palabra hablada o por la práctica, era la forma como nuestros aborígenes conservaban sus manifestaciones culturales y su historia”.
Hernán Londoño R. Diccionario de las culturas prehispánicas de Colombia, Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1998, página 316.



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tratamiento del tamarindo en Santa Fe de Antioquia, que es presentado en diversas for-
mas, desde fruta hasta los más ricos dulces y bebidas. Rosita Cartagena, una de las
vendedoras más antiguas de la plaza principal de esta ciudad, organiza la pulpa de
tamarindo
       […] la compra por bultos bien escogidos, sin gorgojos, porque de lo contrario espantaría a los
       clientes, y empaca las frutas más sanas en bolsas plásticas para venderlas enteras. Pela muchas
       otras, bota las cortezas, extiende el comestible sobre el mesón, vierte agua recién hervida pero
       fría para conseguir con ella una pasta manejable, extrae las semillas que sobresalen, amasa y, de
       esta manera, va preparando la pulpa, que luego arma en cilindros gruesos o delgados. Empaca,
       cuidándose de no omitir la inclusión, entre los dos plásticos, del rótulo de papel que las distin-
       gue de las demás: Pulpa de Tamarindo Rosa Cartagena. Santa Fe de Antioquia.6

   Aquí, sin duda, hay una apropiación de los recursos y su sello cultural en una activi-
dad económica.

    Cuando leemos Bueno para comer, de Marvin Harris, identificamos que la elaboración de los
alimentos en cada comunidad difiere de acuerdo con la estructura del pensamiento, con la
forma de percibir y transformar su mundo. Además, dentro de cada grupo se establece
cuáles alimentos son buenos y cuáles malos, y las diversas instituciones religiosas, sociales,
políticas y científicas corroboran el concepto, discriminan algunos productos y estimulan el
consumo y la siembra de otros. Todas las manifestaciones culturales interactúan y tejen una
misma forma de pensar que finalmente es compartida y acatada por el grupo.

    La restricción al uso de ciertos alimentos responde más a la influencia económica de
la oferta y la demanda que se expresa y se regula a través de las diversas instituciones
sociales. Por ejemplo, la prohibición entre los judíos, de criar cerdos y consumir su
carne, como nos muestra Marvin Harris, evidencia un tejido social que reafirma sus
normas. El rabí Moisés Maimónedes, médico en la corte del emperador Saladito en
Egipto durante el siglo XII, hizo expresa la “prohibición de comer carne de animal cua-
drúpedo que tiene el casco partido”, pero también es expresada en el nivel social cuando
“[…] la principal razón de que la Ley prohíba su carne ha de buscarse en la circunstancia
de que los hábitos y sustento son sumamente sucios y repugnantes […] si la Ley permi-
tía su cría a egipcios y judíos, las casas y calles de El Cairo, se volverían tan sucias como
las de Europa, ya que ‘la boca del cerdo es tan inmunda como el propio estiércol’”.7
Nunca Maimónedes había visto un cerdo limpio, asegura Harris. Recordemos que este
mamífero artiodáctilo no puede sudar, por lo tanto, recurre a su estiércol o alimentos
para refrescarse. Si bien algunas familias de nivel económico alto poseían acceso a gran
cantidad de agua para la crianza del cerdo, esto sin duda alentaría más las diferencias socia-
les, ya que en Egipto este recurso natural escaseaba. De modo que el tabú religioso cobija a
6
    John Saldarriaga, “¡Rosita tiene olor a tamarindo!”, El Colombiano, página 7d, Medellín, jueves 24 de noviembre, 2005.
7
    Marvin Harris, Bueno para comer, España, Alianza Ediciones del Prado, 1994, p. 76.



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Universidad, cultura y sociedad

todos los sectores y por un momento los iguala. Esta justificación también es confirmada
por la medicina en 1859, cuando se estableció el primer vínculo clínico entre la triquinosis y
la carne de cerdo mal cocinada.

   Así, se ejerce el tabú en los alimentos cuyo acceso o producción son limitados. En
cambio, los alimentos considerados “buenos para comer” están relacionados con el fácil
acceso económico al producto por parte de la mayoría de la población.

LA REALIDAD DE NUESTRO PAÍS
    Gracias a la variedad de pisos térmicos, nuestro país posee una gran diversidad am-
biental y una variada oferta de recursos naturales, lo cual impide el fomento de un tabú
para la subsistencia de los distintos grupos. ¿Cómo entender entonces que más de la
mitad de nuestra población sea pobre y que un alto porcentaje viva en la miseria absoluta?
El acceso a los recursos y a la educación es cada vez más restringido; se encuentra en lugar
de ello una frágil estabilidad económica y ausencia de ideas progresistas; los habitantes de
los campos viven influenciados por la violencia que ejercen grupos organizados al margen
de la ley, quienes imponen por medio de la fuerza nuevos modelos de oferta y demanda, y
que los han marginado por medio del desplazamiento, el secuestro, el homicidio etc., impo-
niendo una “economía del miedo” en el grupo colonizado, o podemos decir ¿sometido?
La principal amenaza para el grupo es la permanencia del conflicto armado, pues como
suelen decir los mayores “la costumbre se hace ley”.

    UNA TRADICIÓN DE GUERRA
    Nuestro país tiene una larga historia de guerra, que afecta las manifestaciones cultu-
rales, con eventos ya comunes, como las masacres, el despliegue de minas antipersona,
etc. El peligro y la violencia cambian la cotidianidad e influyen en la psiquis del grupo. La
tranquilidad y la rutina aprendidas durante años se pierden y con cada acto crece la zozobra.
La cultura se transforma para adaptarse a esta nueva realidad y modifica su imaginario.
Mucho más caótico es el proceso de pérdida de identidad que sufren sus integrantes, aque-
llos individuos que son desplazados a diferentes puntos geográficos del territorio nacional,
viviendo culturas extrañas en un lento proceso de deculturación;8 quienes frente al temor de
haber sido desterrados de su tierra, deben reaprender para incorporarse como agentes
activos de la nueva comunidad en un proceso de aculturación.9

   UNA TRADICIÓN DE DESPLAZAMIENTO
   Muchos deben iniciar de cero, escondiendo su identidad por miedo a ser desapareci-
dos ya que fueron amenazados. Otras personas, como los adolescentes del barrio Santo
8
  “Deculturación: la pérdida de los elementos de la propia cultura, esto es, el empobrecimiento de una configuración o sistema cultural”.
Tomado de: Jairo Muñoz, Op. cit., p. 69.
9
  “Aculturación: consiste en el intercambio de rasgos culturales resultante de que los grupos estén en contacto directo continuado; los
patrones culturales originales de cada uno o de ambos grupos pueden verse alterados por este contacto”. Tomado de Phillip K. Conrad,
Antropología, España, McGraw-Hill, 6ª. ed., 1999, p. 64.



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Domingo Savio en Medellín, sólo olvidan y parece que sus muertos no hubieran existido
jamás. Queman sus fotografías y se deshacen de sus objetos. Al desplazar una familia, se
desplaza también la cultura, se pierde el tejido social del grupo construido por años y se
inserta en los centros geográficos deshabitados a causa de la violencia, nuevas costumbres,
nuevas economías —como en nuestro caso, el narcotráfico— que genera un nuevo orden
de intereses.

DIVERSIDAD                  GEOGRÁFICA, DIVERSIDAD CULTURAL
   Nuestra diversidad geográfica se expresa en la pluralidad de culturas. Esto, lejos de
ser una desventaja, constituye una fortaleza frente a un intercambio cultural acelerado,
como el que plantea la aldea global. Para este intercambio es necesario afianzar nuestra
identidad de manera que sea posible establecer un diálogo entre iguales.

    Nuestra riqueza pluricultural, basada en la relación economía-cultura y expresada en
la identidad, permite pensar en lograr establecer un intercambio cultural con el mundo.
Si pensamos en nuestro país con dos mares de gran potencial pesquero, ubicados
geográficamente dentro de la línea del Ecuador, por ubicación y recursos naturales somos
“la mejor esquina de América”. Imaginemos, por ejemplo, la Costa Atlántica con tempera-
turas entre 27º y 35ºC, un mar inmenso que permite a sus habitantes mirar el futuro con
mayor amplitud, se escucha el viento pasar entre las palmeras y transportar el sonido de su
música, tamboras y gaitas elaboradas de los tallos gruesos de la caña, que se expresa en un
vallenato, cantando historias y gestas de hombres populares que representan sus hazañas,
sus valores y sus sueños, todos ellos transmitidos como leyendas a través de su acordeón, en
el eco de la caja tumbadora y la guacharaca en madera o metal.

   Esta visión de desarrollo se ve empañada en los departamentos de Cesar, Guajira,
Magdalena, Sucre, Atlántico, parte de Bolívar y Córdoba, porque también allí hay
campos secos y desiertos por la ausencia de la labor del campesino, del animal de tiro.
El desplazamiento transforma las tradiciones en cantos de desesperanza, historias
truncadas, futuro incierto, culturas desplazadas. Entonces oímos más lejanos los can-
tos de compositores y grupos musicales que cantan a su tradición y a su cultura, como las
orquestas de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Clímaco Sarmiento, Los Corraleros de
Majagual, Pedro Laza y sus Pelayeros, los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, El
Binomio de Oro, etc.

   Existe sobre los desplazados una violencia que parece haberse quedado anclada; su cultura
está intervenida por diversos grupos al margen de la ley, que dicen representar a los campe-
sinos, se entremeten en el tejido social del grupo y deciden por él; establecen impuestos de
seguridad —la llamada vacuna, dinero acordado por el cobrador que vende seguridad—;




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Universidad, cultura y sociedad

se interviene el campo con la imposición de nuevos cultivos, y las regiones con un desarro-
llo falso por el lavado de dinero; se interviene el lenguaje con frases pegajosas como “lo
voy a matar de la alegría”; se interviene la vida privada y el desarrollo de la libre personali-
dad: basta recordar cómo, a finales de la década del noventa, los grupos armados ilegales
establecieron que las jóvenes en las comunas de Medellín no debían utilizar los jeans
descaderados.

   Los que no acatan las órdenes de estos grupos organizados son entonces desplaza-
dos hacia los cascos urbanos, una gran cantidad de sus integrantes son mujeres que
arrastran su desplazamiento, dejando en sus campos al padre de sus hijos o a sus herma-
nos; unos enterrados en fosas comunes, otros todavía jugando al hombre de la guerra.
Esto lo expresan cuando hablan de la incertidumbre del futuro, la impotencia como la
fuerza que acalla la palabra.

    La violencia, que hace más de cuarenta años interviene el campo y la ciudad, hoy está
creando una nueva cultura. Ese sol que calienta nuestra geografía es opacado por una
nube oscura, que disuelve nuestros valores en la “nada”, como aquella de la cual habla
Michael Ende en La historia interminable, ese ser terrible que desaparece todo cuanto toca,
la guerra se transforma en esa nada que persigue como ser tanático devorando la cultu-
ra, devorando los sueños del grupo.

LA EXPRESIÓN DE LA IDENTIDAD
    Expresar autenticidad en la cultura significa reconocer lo propio, la diversidad. Un ejem-
plo de ello se observa en la vitalidad del litoral Pacífico. Los trajes que usan las mujeres en las
fiestas recrean historias y leyendas en figuras míticas que con colores dorados aluden a la
alegría y la religiosidad de su cultura y se entremezclan en el sistema religioso dominante en
fiestas como la Semana Santa y Navidad, durante las cuales en cada población sus habitantes
se reúnen a compartir por varios días; pero también en las fiestas profanas —Fiestas de San
Martín y de San Pacho— donde los tambores llaman al bullerengue estableciendo un puente
de unión umbilical con aquel pasado en el continente africano que un día perdieron al ser
esclavizados. Estos sonidos invitan a cuantos escuchan a recrear su cultura, mientras que los
tonos de instrumentos como tambores, tumbadoras y bongós, hechos con troncos de los
árboles y ramas de palma propios del medio, demuestran la unión naturaleza-cultura. Esta
unión se refleja también en la danza del mapalé, ritmo autóctono que es bailado en grupos
de pareja hombre-mujer entrelazados, acompañado de movimientos sensuales que permi-
ten apreciar la agilidad y el ritmo de los cuerpos de los bailarines; su danza, una provocación
de naturaleza y exuberancia, nos transporta al recuerdo de cuentos de sirenas envueltos en
olores de pescado y ñame y de arenas ardientes testigos de amores eternos tras los adioses
de un barco.




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   La cultura interactúa con la economía cuando estimula la creatividad frente a la necesi-
dad de sobrevivir, y genera un producto cultural propio que responde a intereses colecti-
vos. Las fiestas populares son una muestra de esta unión, representan el sentir de la colecti-
vidad y recrean no sólo la cultura con nuevas formas, sino que alimentan la economía y
reafirman la identidad. La feria más popular de la región Pacífica, la fiesta de Cali del 26 de
diciembre al 4 de enero, representa esta combinación entre lo autóctono y lo que el grupo
ofrece a otros para su intercambio: se exporta la cultura; allí se citan los mejores bailarines
de salsa, expositores de equinos, se llevan a cabo ferias artesanales y una feria taurina; ade-
más, festivales relacionados, como el Festival Nacional de Intérpretes de la Canción “Mono
Núñez” que se realiza en Ginebra Valle, dando cuenta de una proyección de Cali y del Valle
del Cauca al mundo.

   A diferencia de las costas, que gozan de una mayor apertura originada por el intercam-
bio constante con otras culturas que llegan al puerto, las montañas forman un carácter
reservado, si bien más fuerte, resultado de un esfuerzo físico e intelectual por dominar la
geografía agreste. De este modo, una mirada más introspectiva exhiben las culturas de
Santander, Norte de Santander, Antioquia y Cundinamarca, culturas interpretadas al son de
guitarras y tiples que, entre géneros de guabinas y torbellinos, expresan sus valores sobre la
familia, la tierra y la iglesia. En el departamento de Antioquia, por ejemplo, una muestra de
lo más popular y autóctono es la trova paisa, duelo de palabras donde el antioqueño de-
muestra su astucia y picardía; este ejercicio consiste en un intercambio de frases en rima
acompañadas de guitarras y se hace en compañía de dos o más participantes. Gana el que
tenga mayor creatividad.

    Esta geografía quebrada ha fomentado el valor del trabajo como principio cultural, el
carácter emprendedor en la industria destacada en fiestas regionales como la Feria de las
Flores, en agosto, y Colombia Moda, en el mes de septiembre. Se expresan allí el ingenio y
la creatividad antioqueños.

    Pero, al igual que en todas las zonas geográficas del país, la violencia azota esta deci-
sión de participación; basta recordar, por ejemplo, el genocidio de Bojayá, Chocó, nefas-
to y cruel a todas luces, el cual es utilizado políticamente para conseguir apoyos econó-
micos en todo el mundo para la guerra en Colombia. De ahí también la indignación de
que se piense que es más importante la inclusión o no inclusión de un grupo armado —
de acciones condenables, no cabe duda—, en la lista de grupos terroristas elaborada por
la Unión Europea que el hecho violento mismo. Eso desvirtúa el verdadero problema, la
guerra, pues causa cada vez más desplazados y miseria, transforma la cultura y los ideales de
las instituciones colombianas modificando las leyes, como la diferencia en la aplicación de la
Ley entre establecidos y excluidos; se aplican sentencias cortas a grupos e individuos que se




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Universidad, cultura y sociedad

adhieran al “desarme”, y sus delitos de lesa humanidad se condenan con penas cortas —de
tres años—. Con ello se perpetúa el problema, pues no se exige la restitución de lo arreba-
tado y no se restablece el equilibrio económico de la región y de sus habitantes, quienes
permanecen excluidos.

    Se quedan por fuera muchos más elementos que apoyarían lo esbozado por Harris
en el proceso de supervivencia y adaptación cultural del medio. La superioridad y efec-
tividad de las tradiciones y saberes de un grupo se manifiestan en su capacidad de pro-
longarse en el tiempo. Nuestro objetivo como colectividad es acertar en estas modifica-
ciones, lograr que sean las que el grupo necesita para un desarrollo sostenible; este
propósito sugiere una orientación de la cultura, desde la autorreflexión.

LA IDENTIDAD PROPUESTA DESDE FERNANDO GONZÁLEZ
    Como esfuerzo individual que se verá reflejado en el grupo, propongo realizar una
reflexión en términos gonzalianos, es decir, volverse sobre sí dos veces, repensar la
relación que establece la economía y la identidad de nuestro país, de cómo se está pro-
yectando esta relación que produce cultura; de cómo ésta es afectada por una guerra que
perdura en el tiempo, con más énfasis en los últimos cuarenta años, y reflexionar sobre
la pérdida de identidad que sufren nuestros jóvenes al imitar estilos de vida que no
responden a su realidad y necesidades, que motivados por la sociedad de consumo se
violentan a sí mismos por vivir otras vidas, otras culturas. Nuestros jóvenes no se acep-
tan en su contextura propia de raíces indígenas, y esta negación ha conducido a que se
generalice como una necesidad actual la cirugía plástica, demanda del mercado moder-
no que incentiva un modelo femenino que obliga a modificar los hábitos alimenticios, y
llega a provocar entre nuestras jóvenes problemas como la bulimia y la anorexia, por
ejemplo.

    Permitámonos hoy proponer desde cada acto individual la construcción de un presente
que asegure el futuro de la colectividad. El presente nos propone hoy el reto de la “aldea
global”, un intercambio cultural acelerado, un intercambio económico abierto. Este proce-
so no es nuevo para ninguna cultura del planeta, siempre ha existido el movimiento de
saberes y de opiniones, de tecnología y materia prima. Dicho proceso permite ampliar la
mirada a nuevos retos y mejorar la calidad de vida. El país que habitamos y vemos morir
tras las balas y secuestros posee dentro de su diversidad geográfica y cultural, el conoci-
miento que nos hace únicos, diversos con elementos propios con los cuales podemos
establecer un diálogo bidireccional, como el que se da en el Carnaval de Barranquilla, pro-
clamado “bien inmaterial de la humanidad”. La identidad cultural nos hace parte del grupo,
nos invita a participar en la construcción de la historia. Fernando González Ochoa, el filóso-
fo de Otraparte, en su constante viaje por la vida; tanto físico por la geografía colombiana,




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como filosófico, desde su Viaje a pie, nos contagia del deseo de recorrer la geografía co-
lombiana, viajar a su interior, disfrutar de la diversidad cultural, expresada en sus habitantes
y sus saberes, y con ellos realizar un viaje a nuestro interior, a nuestra postura ética y estética,
a nuestro grado de participación y compromiso en el presente.

   Es preciso prepararnos para el intercambio global y para esto es requisito obligatorio
descubrir el “gran mulato”, ese sueño americano de sentirnos orgullosos de nuestra
cultura, mezcla de razas y fortaleza en el espíritu. Nuestra diversidad constituye nuestra
riqueza. Es necesario dejar de ver la diferencia desde el concepto maniqueo de bueno y
malo, clasificar al “otro” subjetivamente entre estos parámetros, y juzgar cada acto con
intolerancia. Debemos entender la cultura en palabras de González cuando afirma que “la
cultura consiste en métodos o disciplinas para encontrarse o auto-expresarse […] el objeti-
vo de la vida es que el individuo se auto-exprese. La tierra es teatro para la expresión
humana; el hombre es cómico; la vida es representación”.10

   Hemos mirado a lo largo de estos últimos años en la historia de Colombia al
“otro” como el diferente, ese que se plasma en el rostro de mi vecino, mi compañe-
ro de trabajo. En cada uno de ellos, que también difieren de mi pensamiento, vemos
al otro, al que por intolerancia, y como producto de una cultura que ya casi se
acostumbra a la violencia, y que domina por medio del temor a todo el que piensa
diferente, lo transformamos en enemigo, señalado muchas veces a priori, discrimi-
nado y macartizado, en muchos casos tomando la justicia por mano propia. En
conclusión, se ilegitima la democracia, el convenio explícito de construcción con-
junta, el sueño de una cultura auténtica que responda a las necesidades de supervi-
vencia y recreación de sus habitantes.

    Mirar nuestra cultura y revisarla es mirar al otro, ocuparse de las cosas de los otros,
sus normas, símbolos, sentidos y modos de pensar y actuar. Ésta, sin duda, ha sido tarea
preponderante de la antropología. Durante muchos años, numerosos etnólogos han
viajado a los rincones más apartados del planeta para documentarse sobre culturas le-
gendarias, para describir a otros hombres y mujeres diversos. Hoy la antropología con-
temporánea se pregunta ¿acaso el otro, que hemos observado y estudiado, ha sido real-
mente Otro?”

    En esos estudios sobre culturas diversas, de un otro cualquiera, en el fondo subyace una
comparación tácita con la cultura del estudioso. Es del yo que habla quien investiga, más que
del otro. Recordamos en este punto a Evans Pritchard,11 quien explica que los antropólogos,
en su intento por traducir una cultura al lenguaje científico, sólo consiguen traducir patrones
culturales, no logran plasmar por completo la realidad de una comunidad ni sus relaciones.
10
  Fernando González Ochoa, Los negroides, Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1995, pp. 18-19.
11
   E.E. Evans-Pritchard —1902-1973—, “Antropología social: presente y pasado”, en: Paul Bohannan y Mark Glaser, ed.,
Antropología. Lecturas, Madrid, McGraw-Hill, 1993.


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Universidad, cultura y sociedad

Por otra parte, Robert Darnton, en conversación con Pierre Bourdieu y Roger Chartier,12
sostiene que la verdadera pregunta sería: “¿cómo pensar el mundo simbólico del otro?” Es
casi como preguntarse: cómo ser el otro. Resolver esta pregunta representa la superación de
la mera comprensión del otro en “mis términos”. Es decir precisamente conseguir ser el
otro y permitir que sea su lenguaje el que lo explique. No una simple traducción de su cultura
en los términos impuestos por otro dominante.

    El intercambio de visiones sobre el mundo facilita una mirada holística exenta de
prejuicios, es necesario experimentarlas al asistir a sus manifestaciones culturales y esta-
blecer vínculos con ese “otro”. Es importante el intercambio, porque al salir de la comu-
nidad a la que se pertenece y que lo constituye esencialmente, el participante percibe los
cambios, las transposiciones de valores, usos y costumbres, modos de comunicarse, etc.,
y se ve obligado a hacer el esfuerzo por despegarse de aquellos que le son familiares. Al
salirse de la rutina puede ver lo escondido. Sucede como cuando se inicia el aprendizaje
de una lengua diferente a la materna, que a medida que uno se interna en su estudio va
entendiendo también la estructura y la lógica de la propia.

LA ALDEA GLOBAL: UN RETO A LA IDENTIDAD
   El reto de la aldea global nos propone participar, pero debemos preguntarnos en este
punto ¿cómo vamos a participar?, ¿en qué condiciones está dado este diálogo?, ¿cuál es
nuestra propuesta cultural para establecer un intercambio cultural?, ¿será un diálogo entre
iguales, o quizás será una relación continua de inferioridad?

    Leer nuestra historia y aprender de ella en un esfuerzo de autorreflexión es lograr
entender que nuestro presente es consecuencia de hechos olvidados, minimizados, aún
no resueltos. Uno de los mayores problemas que sufre nuestra cultura —cita González—
es decir que

    […] cada pueblo sufre el complejo de ilegitimidad respecto de los que le precedieron en la
    manifestación de la individualidad, […] En cuanto negros, somos esclavos, propiedades de
    europeos, fuimos prostituidos. En cuanto indios, fuimos descubiertos, convertidos; discutie-
    ron si teníamos alma; rompieron nuestros dioses; nos prostituyeron moral, religiosa y cientí-
    ficamente. En cuanto españoles, somos criollos, sin poder probar la fuerza de sangre. Lo
    peor, que somos mezcla de las tres sangres; ocultamos como un pecado a nuestros ascen-
    dientes negros e indios. Somos seres que se avergüenzan de sus madres, o sea somos los
    seres más despreciables que pueda haber en el mundo. En realidad, tal mezcla es un bien;
    pero en la conciencia tenemos la sensación de pecado. Vivimos, obramos, sentimos el
    complejo de ilegitimidad […] Mientras simule, será inferior. La grandeza nuestra llegará el
    día en que aceptemos con inocencia (orgullo) nuestro propio ser. El día en que, mediante la
12
   Documento “Diálogo a propósito de la historia cultural. Conversación entre Pierre Bourdieu, Roger Chartier y Robert Darnton, a
propósito del libro de éste, titulado: The great cat massacre and other episodes in French cultural history», Nueva York, Basic Books, 1999.



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       cultura practicada en esta Universidad, el grancolombiano manifieste su individualidad
       mulata desfachatadamente; ese día habrá algo nuevo en la tierra, habrá un aporte nuevo al
       haber humano.13

   Este proceso de autorreflexión debe basarse además en el aprendizaje de saberes ya
dominados, incentivar en cada individuo la participación, transformación y adaptación
de nuevos conocimientos para recrear la propia cultura. La propuesta consiste entonces
en no perder el sueño conjunto de concebir en lo colectivo la reproducción cultural, y
encontrar en ella el sello de identidad que la diferencia dentro de la aldea global y le
permite incorporarse al lenguaje universal a partir de ofrecer como alternativa esta dife-
rencia.

   Se escribe la historia para conocerla, para corregir y aprender de los errores, buscando
mejorar las conductas y hechos posteriores. Hoy estamos alejados de esa historia, descono-
cida para unos y manejada por otros que justifican intereses particulares; no somos dueños
de nuestra realidad, no somos constructores de nuestro presente, se olvidan pronto los
hechos por la novedad e impacto emocional de lo nuevo que, pocas veces, está
contextualizado. Ignorar la realidad, ya sea en forma consciente o inconsciente, permite a
cada individuo sobrevivir en un presente que lo agobia.

   Es la nada la que convierte a los habitantes de este país que recorremos en seres que
no recuerdan su historia, que no les interesa conocerla y mucho menos participar de ella;
buscan sobrevivir y toman para ello diariamente la dosis de indiferencia, soñando tal vez
que la nada no tocará a su puerta, o quizás para cuando lo haga recordarán el poema de
Bertolt Brecht: “Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo
no soy comunista, en seguida detuvieron a los obreros, pero no me importó porque no soy
obrero, después apresaron a los curas, pero no me importó porque no soy religioso, ahora
me llevan a mí y es demasiado tarde”.




13
     F. González O. Op. cit., pp. 96-97.




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Universidad, cultura y sociedad

BIBLIOGRAFÍA
Bohannan, Paul y Mark Glaser, ed., Antropología. Lecturas, (Capítulos: A.R. Radcliffe-Brown 1881-1955
   y E.E. Evans-Pritchard 1902-1973), Madrid, McGraw-Hill, 1993.

Bourdieu, Pierre, Roger Chartier y Robert Darnton, “Diálogo a propósito de la historia cultural”, a
   propósito del libro de Darnton The great cat massacre and other episodes in French cultural history, Nueva
   York, Basic Books, 1999.

González Ochoa, Fernando, Los negroides, Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1995.

Harris, Marvin, Bueno para comer, España, Alianza Ediciones del Prado, 1994.

Kottak, Conrad Phillip, Antropología. Madrid, McGraw Hill, 6ª. ed. en España, 1999.

Londoño R., Hernán, Diccionario de las culturas prehispánicas de Colombia, Medellín Universidad Pontificia
   Bolivariana, 1998.

Muñoz M. Jairo, Antropología cultural colombiana, Bogotá, Unisur, 1990.

Nanda, Serena, Antropología cultural, México, Grupo Editorial Iberoamericano, 1987.

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Saldarriaga, John, “Rosita tiene olor a tamarindo”, El Colombiano, Vida y Sociedad, 24 de noviembre,
   2005, p. 7D.

Tentori, Tullio, Antropología cultural, Barcelona, Editorial Herder, 1981.




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Industrias culturales
en Urabá
Una mirada desde la
experiencia de la
Corporación de Arte y
Recreación Camaleón
de Urabá

María Victoria Suaza Gómez*


*Artista y pedagoga, directora de la Corporación Camaleón de Urabá



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    El arte tiene como tarea fundamental evidenciar el paso del hombre por el mundo. En
esta acción se entrecruzan intereses sociales; el artista con su instinto creador y su sensibilidad
para mirar el mundo se involucra con los cambios del entorno circundante, de tal modo
que el arte es un pilar en la transformación de la sociedad. Actualmente el mundo globalizado
y el capitalismo despiadado nos plantean un problema no sólo desde lo económico, sino
también desde lo social y es ahí precisamente donde adquieren un nuevo significado ele-
mentos como la identidad y el sentido de pertenencia.

    En Urabá nos encontramos con unos artistas enamorados de su tierra y de su folclor,
artistas que han entendido el arte como un talento innato que se comparte con sus comu-
nidades. Por muchos años en Urabá, los artistas han permanecido a la sombra de adminis-
traciones públicas que, en el mejor de los casos, les ofrecen espacios para desarrollar sus
actividades y un escaso recurso económico y, como contraprestación, los convierten en ban-
deras de sus programas. En el peor de los casos, los han reducido a animadores y recreacionistas
de sus fiestas privadas y payasos de sus campañas políticas. Esto, sumado a otros factores que
no mencionaré en esta ocasión, ha contribuido a degradar este gremio, y lo ha conducido
equivocadamente a adoptar como propias las peleas y contiendas políticas, con la esperanza
de cuidar, como dicen algunos, la cucharita.

    El acelerado crecimiento de la región y la aparición de nuevas propuestas culturales y
artísticas, así como la influencia de la dinámica cultural de las ciudades capitales, primor-
dialmente Medellín, han obligado a los artistas del Urabá a repensar su oficio. Además,
aunque las condiciones económicas de una región que no conoce la cultura del pago por
el arte los han obligado a continuar alternando su vocación con sus tareas como el
trabajo en las plantaciones bananeras y otros oficios propios de la región, se percibe un
gremio (si bien aún no establecido) comprometido con el arte.

     Desde hace algunos años ya se venían dando cambios importantes en el pensamiento de




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Universidad, cultura y sociedad

los cultores y artistas de la región. El resultado fue un proceso de jóvenes artistas, que
incluyó la elaboración de propuestas para hacer del arte, además de un oficio digno y
remunerado, una propuesta social de impacto para la región. Ya se han hecho pruebas
importantes, algunas exitosas, que se han quedado en el tiempo.

    En el 2001 nació la Corporación Camaleón de Urabá como una estrategia comunita-
ria que brindaba, por medio del arte, herramientas para el trabajo con las comunidades.
Con las bases del teatro se conformó un grupo de jóvenes en torno a la pantomima, los
títeres, la recreación y las artes escénicas. Fue con ella que comenzamos a hablar de gestión,
entendida como organización. Comenzamos a ofrecer este trabajo a entidades y empresas, y
en el 2001 con los compañeros que orientaban el trabajo de juventud planteamos en po-
nencia pública trabajar el arte y la cultura como oportunidad empresarial para los jóvenes
en Apartadó. Con los cambios de gobierno desafortunadamente esta propuesta perdió la
continuidad necesaria para lograr nuestros objetivos; sin embargo logramos plantear la
inquietud y avanzar en la consolidación de Camaleón de Urabá, de modo que desde enton-
ces no sólo funcionaba como escuela para los jóvenes, sino también como opción para
algunos empresarios del campo bananero que miraron con buenos ojos la idea de apoyar
el talento regional.

   A la fecha y con todo lo que ha significado romper viejos paradigmas en este camino
de encuentros y también de desencuentros, hemos logrado claridad frente a varios as-
pectos:
• Es necesario tener un trabajo de calidad que nos permita acceder a un mercado.
• Es necesario avanzar en una pedagogía basada en procesos participativos y de
  autogestión.
• El arte y la cultura deben generar sentido crítico y permitirnos adoptar posiciones ante la
  realidad.
• En Urabá hay gran talento de exportación, pero debemos avanzar en procesos
  organizativos.
• Es urgente consolidar un gremio regional de artistas.
• Es urgente integrar educación y cultura, pues si bien se han hecho intentos, todavía
  no existe ninguna universidad que contemple el programa de artes con seriedad en la
  región.

    Camaleón de Urabá sigue articulando esfuerzos con instituciones públicas y priva-
das para acercarnos a los objetivos propuestos. Hemos entendido además que la cua-
lificación permanente mediante procesos de formación y su integración a nuestra idea
de sociedad puede ser la clave mágica para llevarnos a construir en Urabá una sociedad
más justa, equitativa y por lo tanto más abierta para posibilitar una sana convivencia y




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relaciones más armónicas en nuestra región. De igual modo, dignificar la vida de los
jóvenes artistas a través de un modelo pedagógico que además tenga las características
de un proyecto productivo es el reto de la Corporación Camaleón de Urabá.

INDUSTRIAS CULTURALES: AMENAZA U OPORTUNIDAD
   El convenio Andrés Bello define tres tipos de actividades económicas dentro del
sector cultural:
• Actividades ligadas con la producción del sector público.
• Actividades indirectas estrechamente ligadas a las anteriores (uso y difusión, creacio-
  nes culturales como la impresión).
• Principales insumos y vehículos de transmisión de las actividades anteriores.

    Más específicamente, un estudio de la Universidad de los Andes y el Ministerio de
Cultura, dirigido a para determinar el crecimiento de las industrias creativas en Colom-
bia, las divide en los siguientes subsectores: • fotografía
• arquitectura            • cine y video       • libros, folletos, revistas, periódicos.
• arte                    • diseño de interfaz • música
• artes escénicas         • diseño de moda • patrimonio
• artesanías              • diseño gráfico     • publicidad
                          • diseño textil      • televisión y radio

    Una de las debilidades de Urabá para asumir las industrias culturales como una oportu-
nidad es precisamente la educación de los artistas. El artista de hoy debe ser un profesional
formado en escuelas y universidades; aunque la posesión de un título no expresa las posibi-
lidades artísticas de un creador, sí marca una diferencia. A la luz de la oferta de formación
en nuestro medio, se nos plantea el arte desde dos perspectivas: las bellas artes o el folclor.

    Por otro lado, entendemos que el arte como oficio se rige por principios económi-
cos, y no olvidamos que si bien su producto no es una mercancía ordinaria, está sujeto
a las leyes del mercado. Por lo tanto, los artistas debemos reflexionar siempre sobre
nuestro quehacer social; para producir arte se requiere entender la historia y proyectarse
en el tiempo. Así, debemos asumir que nuestra producción está determinada por los
principios de la oferta y la demanda, el comportamiento y el consumo culturales, y se
inscribe en la categoría de los bienes culturales. Como tal, son bienes de consumo que
vehiculan ideas, valores simbólicos y formas de vida. Se incluyen aquí libros, revistas,
productos de multimedia, grabaciones de películas, videos, artesanías, etc. Su
comercialización está marcada por las limitaciones cuantitativas.

     La gestión de tales producciones debe tener en cuenta también una infraestructura,




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Universidad, cultura y sociedad

una organización, las políticas culturales vigentes, un portafolio de servicios, un presupuesto
para la producción basada en proyectos, y otros recursos necesarios. La suma de esto
genera una industria. Para ello, debemos plantear una organización que se enfoque hacia un
mercado específico: local, regional, nacional o internacional. En medio de esto no pode-
mos olvidar que a Urabá se le presentan cambios importantes, retos deseados o impuestos
por un estrepitoso “progreso” que no va a la par con la realidad social de la región. Algunas
circunstancias que han limitado la actividad cultural en Apartadó, mencionadas en el Plan
Decenal de Cultura del 2001, son:
• La violencia, tanto presente como en la forma de secuelas de la guerra vivida en nues-
  tra región, que no deja a los jóvenes otra opción que enrolarse en grupos armados de
  diferente índole.
• La indiferencia de la comunidad y de las entidades a cargo limitan la posibilidad de hacer
  del arte una industria y un proyecto económico para los jóvenes en Urabá.
• La ausencia de universidades en la región para profesionalizarse en el ejercicio del arte.
• El monopolio de las casas de la cultura por los gobiernos de turno.
• La carencia de espacios y opciones para los jóvenes en su tiempo libre.
• La ausencia de políticas culturales claras y de un consejo municipal de cultura.
• La distancia del centro del departamento, que dificulta el avance tecnológico y por
  tanto la comunicación y la información.

   Revisando lo anterior, podemos concluir que es necesario trabajar conjuntamente
desde diferentes instancias para elevar la categoría de los productos artísticos y culturales.
Al hablar de instancias, me refiero a los organismos públicos y privados; ésta es una tarea
y un compromiso no sólo con la región, cuna de grandes talentos, embajadores culturales
de nuestro país en el mundo entero. Debemos trabajar juntos por crear políticas claras
que contribuyan a que menos artistas, cultores y artesanos tengan que salir de su tierra para
ver valorada su actividad. Así mismo, no podemos olvidar que las oportunidades que
plantea la construcción de industrias culturales exigen preparación. Esto implica un cambio
de actitud frente a nuestro oficio: indagar, conocer, estudiar, mantenernos actualizados y,
por supuesto, iniciar un proceso de organización desde nuestras iniciativas culturales.
   Lo anterior nos demanda otras tareas adicionales:
• Entender el campo en el que nos movemos sin alejarnos de nuestra identidad y de la
  realidad de nuestro contexto.
• Identificar el sector cultural: quiénes forman parte de él, cuáles son los obstáculos,
  cuáles son las ventajas.
• Apropiarnos de la lógica cultural que se manifiesta de la siguiente manera:
  -de la representación a la creación: profesión;
  -de la celebración al espectáculo: público;
  -de la homogeneidad a la multiculturalidad: legislación.




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   En el campo de la legislación es importante conocer la Ley General de Cultura, la
Constitución Política, el Programa Nacional de Concertación. Éstas y otras marcan una ruta
de acción para nuestro oficio.

PARTICIPACIÓN EN EVENTOS CULTURALES COMUNITARIOS:
    El grupo Camaleón Títeres y Teatro de Urabá ha participado en diferentes espacios
como:
• Apoyo artístico a las campañas de Apartadó Civismo la verdadera Urabá, 2002
• Apoyo artístico a la campaña de cultura ciudadana de la administración municipal, 2002
  y 2003
• Fiestas del río, Mutatá, 2002 y 2003-2006
• En el séptimo Encuentro Nacional Comunitario de Arte Joven, Medellín, 2002
• Fiestas del coco, Necoclí, 2003
• Ganador V Festival Municipal de Teatro, 2002 - 2003
• Urabá en el tercer milenio, encuentro comercial, 2002
• Mes de la solidaridad, Cordesu Apartadó, 2002 - 2003 - 2004
• Colombia en el planeta, 2002 - 2003
• Festiarte Triganá, Turbo, 2003
• Urabá en el planeta, 2002 - 2003 - 2004 - 2005
• Festival del truequiando, Apartadó, 2002
• Lanzamiento del proyecto de Mana, Carepa y Apartadó, 2003
• Urabá vibra en Medellín, Medellín, 2002 y 2004 - 2006
• Agroexpo, Bogotá, 2003
• I encuentro departamental de artes escénicas: Laboratorio teatral, San Carlos, Antioquia,
  2003
• Festival internacional de mimos Mímame, Medellín, 2003
• Titirifestival, Medellín, 2003 y 2004 - 2005 (ganador con la obra Tierra del Sol)
• Encuentro regional de danzas folclóricas, Apartadó, 2002, 2003 y 2004-2005
• Celebración día del niño, la niña y la recreación, 2005
• Jornadas de salud ocupacional Prosalud, 2005
• Feria del libro Apartadó, 2005
• Celebración de las familias afrodescendientes Comfama, 2005
• Encuentro comunitario de teatro, Medellín, 2005
• Encuentro comunitario de teatro y títeres región de Urabá, 2005
• Proyecto vigías de paz, Bogotá y Villa de Leiva, 2005
• Acompañamiento artístico a los encuentros culturales de la comunal San Jorge, orga-
  nizadas por Corbanacol y el BID, 2004 - 2005
• Elaboración de mapa de riesgos en Urabá, proyecto articulado con la OIM, 2005




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Universidad, cultura y sociedad

•   Festival regional de teatro San Juan, 2005 (obra ganadora)
•   Expo comercial, 2005
•   Feria Artística El Cruce, Bogotá, 2005
•   Navidad en familia, Apartadó, 2005
•   Participación en el festival Movida Joven, Cundinamarca, 2006
•   Urabá Vibra en Medellín, 2006
•   Laboratorio Teatral San Carlos, 2006
•   Festival de Teatro del Oriente Antioqueño
•   Cofraternidad Amazónica en Amazonas, 2006
•   Festival de Títeres, Cartagena, 2006
•   Cruce artístico Vigías de Paz, Bogotá, 2006
•   Jornada de intercambio de saberes Artísticos, San Andrés Islas, 2006
•   Feria del emprendimiento Sena, 2006
•   Navidarte, 2006

VALORES        INSTITUCIONALES:
•   Trabajo continuo con la comunidad
•   Promoción y fomento de los valores artísticos de la comunidad
•   Promoción de espacios de convivencia pacífica y tolerancia
•   Respeto por la diferencia
•   Amor
•   Dignidad

OBJETIVOS        CORPORATIVOS
• Formación integral de niños(as) y jóvenes a través del arte y la cultura
• Promoción de la identidad y la idiosincrasia de la región de Urabá
• Contribución directa a una mejor calidad de vida de los participantes del proyecto y,
  de forma indirecta, a la de sus familias y la comunidad en general
• Trabajo permanente en la proyección de las diferentes disciplinas artísticas
• Desarrollo, mediante la investigación y la capacitación, de las metodologías adecuadas
  para la enseñanza y la práctica de la recreación y las artes.

CARACTERÍSTICAS DE LA ORGANIZACIÓN
     Tipo: Organización cultural comunitaria
     Ámbito territorial: Serranía, Comuna 4, municipio de Apartadó, Antioquia, Colombia.

COMPONENTES
   Programas para el cumplimiento de nuestra misión:
• Coordinación interinstitucional para la gestión cultural




44
U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l

• Proyección y cualificación de grupos artísticos de la región
• Asesoría y asistencia en la ejecución de proyectos e iniciativas culturales y artísticas
• Acompañamiento académico e integral al semillero infantil y juvenil
• Desarrollo socio-cultural: con el objetivo de cualificar y mejorar nuestras condiciones
  de vida en comunidad, se trabaja en los proyectos:
• Vacacionarte: la calle como un lugar que convoca para el encuentro con los otros, toma
  lúdica donde se intercambian conocimientos en la interlocución de jóvenes, niños(as) y
  adultos mayores en un encuentro de vida y esperanza.
• Cultura ciudadana: generar actitudes positivas mediante la sensibilización con el entorno y
  con los demás para consolidar una sociedad más armoniosa y justa para todos(as).
• Chocolarte: recuperar la memoria cultural es un acto de amor por lo que somos y hace-
  mos. Pone en un chocolate el pretexto para reconstruir valores de identidad y pertenencia
  en la interlocución con adultos mayores.

SUEÑOS QUE SE HAN HECHO REALIDAD: ALIANZAS Y COMUNICACIÓN
EN RED CON OTRAS ORGANIZACIONES DE NUESTRO MUNICIPIO Y EL
DEPARTAMENTO
• Titirifestival: Articulación Manicomio de Muñecos, trabajo en red con Colombiatíteres.
  Primer festival regional de títeres en el 2004, con una amplia convocatoria y más de
  cuatro mil espectadores.
• Día Internacional del Teatro: articulación con otros grupos y organizaciones culturales de
  la región. A la fecha hemos realizado tres versiones de este evento, de los cuales el de
  mayor acogida fue el del 2005; no sólo por los grupos artísticos que se presentaron, sino
  también por la asistencia masiva de la comunidad.
• Urabá en el planeta: municipios del eje bananero, Fundauniban y el departamento, a través
  de la gobernación. En la actualidad, el proyecto cobija a 110 jóvenes en la región de
  Urabá, entre quienes se evidencia el liderazgo de los integrantes de la corporación Cama-
  león.
• Red de teatro en comunidad: organización nacional que busca cualificar y apoyar el traba-
  jo en red. En el 2005 se realizó el primer encuentro comunitario de teatro y títeres región
  de Urabá, con la participación de grupos de Argentina y Cuba, alternando con grupos
  nacionales y regionales. Para este evento la corporación Camaleón contó con el apoyo de
  otras instituciones culturales, como la corporación Cuarto Creciente, de Turbo.
• Proyecto CIFAC (Centro de Iniciación y Formación Artística y Cultural): por medio del
  arte busca promover procesos de ciudadanía y crecimiento humano. Funciona como
  escuela itinerante en los municipios de Chigorodó, Carepa, Turbo y Apartadó. Es patro-
  cinado por la fundación social de Banacol, Corbanacol. A la fecha hay 174 jóvenes bene-
  ficiados directamente por el proyecto.
• Proyecto Vigías de Paz: en articulación con la Universidad Nacional de Colombia y con




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Universidad, cultura y sociedad

  Camaleón como coordinador en la región, hemos logrado hacer del arte una estrategia
  de paz y convivencia, y contribuir a la creación de corporaciones y entidades culturales,
  como es el caso de Múcura en Chigorodó y Cuarto Creciente de Turbo, entidades que
  conocemos con el nombre de nichos.




46
MÓDULO 4                         IV
LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
COMO ELEMENTO
FUNDAMENTAL DE UNA
CULTURA POLÍTICA




abierta
             C   Á   T   E   D   R    A




Universidad, cultura y sociedad
C O N F E R E N C I A                                                         U N O              IV




Cultura política:
diseño de políticas
públicas bajo un
enfoque de
gobernanza
Luisa Fernanda Cano Blandón*


*Abogada Universidad de Antioquia, Especialista en Políticas Públicas de la FLACSO México



                                                                                            49
U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l




INTRODUCCIÓN
    Esta presentación sobre “las políticas públicas como elemento fundamental de una
cultura política” pretende hacer un breve recorrido por el concepto, presupuestos y
etapas de lo que se ha venido a denominar “gobernar por políticas públicas”. Esto se
logrará desde dos marcos conceptuales distintos: la nueva gestión pública y la nueva
gobernanza democrática. En la primera se abordará el tema de las políticas públicas y en
la segunda la gobernabilidad y la gobernanza como respuestas a la limitación de capaci-
dad y de eficacia directiva de los gobiernos.

    La primera pregunta que se busca responder es ¿por qué y cuándo es pertinente un gobierno
por políticas públicas?

    Históricamente, la crisis del modelo de estado social de derecho, el crecimiento des-
medido del Estado, el déficit fiscal y la falta de respuesta a la satisfacción de las necesida-
des materiales de la población por medio de los llamados derechos sociales evidenciaron
el requerimiento urgente de acotar, racionalizar y focalizar la acción gubernamental,
partiendo de una realidad económica dominada por la escasez y la limitación de poder y
de recursos. Se entendió, entonces, que cada decisión pública consume recursos políti-
cos y fiscales y representa un costo de oportunidad evidenciado en la desatención o no-
intervención en otros asuntos.

   La crisis del estado social, que más podría ser considerada una crisis de los gobiernos
de turno que del modelo de estado social como tal, constituyó un llamado de atención
sobre la falta de abundancia. El remedio que propone el enfoque de políticas públicas
frente a esta carencia es la intervención gubernamental eficiente y focalizada.

   Se impuso entonces la necesidad de un gobierno ilustrado, basado en la razón y
cuestionado por ella misma, siguiendo la propuesta enunciada por Harold Lasswell en




                                                                                                                                               51
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  • 1. Cátedra abierta Universidad, cultura y sociedad Módulos 3 y 4 2006 Universidad de Antioquia Vicerrectoría de Extensión División de Extensión Cultural Ministerio de Cultura Gobernación de Antioquia REPUBLICA DE COLOMBIA
  • 2. ©Universidad de Antioquia ©Vicerrectoría de Extensión ©División de Extensión Cultural © Yolima Bedoya González © Luisa Fernanda Cano Blandón © Ramiro Echeverri Villegas © Carlos Mario Pineda Echavarría © Mario Elkin Rodriguez © Rafael Rubiano Muñoz © María Victoria Suaza Gómez © Francy Esther del Valle Montoya ISSN: [PENDIENTE] Editoras: María Adelaida Jaramillo González Adriana Elena Jaramillo Uribe Revisión de textos: María Luisa Valencia Duarte Diseño de cubierta: Fabio David Franco Pardo Diseño y diagramación: Fabio David Franco Pardo Impresión y terminación: Soluciones Integrales Gráficas, Solingraf Ltda. Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia Se permite la reproducción parcial, con propósitos académicos, citando la fuente. Las opiniones expresadas en esta publicación son responsabilidad exclusiva de los autores; en consecuencia no pueden ser asumidas como posiciones oficiales de la Universidad de Antioquia o las entidades patrocinadoras. Universidad de Antioquia, División de Extensión Cultural Teléfono: (574) 210 5175. Telefax: (574) 210 5169 Correo-e: academicoext@quimbaya.udea.edu.co Calle 67 No. 53-108, Bloque 22, oficina 204 Medellín, Colombia
  • 3. Alberto Uribe Correa, Rector Margarita Berrío de Ramos, Vicerrectora de Extensión María Adelaida Jaramillo González, Directora de Extensión Cultural Adriana Elena Jaramillo Uribe, Coordinadora Académica División de Extensión Cultural Con el apoyo de: Ministerio de Cultura Dirección de Fomento a la Cultura de Antioquia Universidad de Antioquia: Dirección de Regionalización, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Facultad de Educación, Facultad de Comunicaciones Sistema de Comunicaciones Comfenalco Antioquia
  • 4. Contenido Presentación Tercer ciclo. Economía y cultura. La productividad como desafío de la industria cultural • La industria cultural: entre la cultura de masas y la cultura popular ................ 9 Rafael Rubiano Muñoz • Economía e identidad: soporte material y simbólico de la cultura ................. 23 Francy Esther del Valle Montoya • Industrias culturales en Urabá. Una mirada desde la experiencia de la corporación de arte y recreación Camaleón de Urabá ....................................... 37 María Victoria Suaza Gómez Cuarto ciclo. Las políticas públicas: elemento fundamental de una cultura ciudadana • Cultura política: diseño de políticas públicas bajo un enfoque de gobernanza ................................................................................................................. 49 Luisa Fernanda Cano Blandón • Políticas culturales en Colombia y movimientos sociales: el caso de Arturo Escobar .......................................................................................................... 67 Carlos Mario Pineda Echavarría • Políticas públicas en el sector cultural .................................................................. 77 Mario Elkin Rodríguez • Políticas públicas en un contexto cultural ........................................................... 83 Yolima Bedoya González • La subregión oye las voces: Occidente antioqueño. Hacia la construcción de una política pública cultural 2006-2007 ......................................................... 97 Ramiro Echeverri Villegas
  • 5. Presentación El presente libro recopila las memorias de las conferencias ofrecidas en los módulos 3 y 4 de la Cátedra Abierta Universidad, Cultura y Sociedad, llevados a cabo en las nueve subregiones del departamento de Antioquia durante 2006. El ciclo 3 “Economía y cultura: la productividad como desafío de la industria cultural” aborda la problemática actual de la labor cultural desde la perspectiva económica. Los campos de la economía y de la cultura se encuentran estrechamente involucrados desde siempre, aunque es verdad que esas implicaciones se han hecho mayores y más visibles con el surgimiento de las llamadas industrias creativas. Quién podría negar el valor económico de ciertos bienes culturales y su peso en la riqueza de un país, o la importancia del desarrollo cultural como factor de desarrollo y bienestar social. No se trata de reducir el estudio de la cultura encarando solamente su incidencia en el crecimiento económico del país. Lo es también, y fundamentalmente, para los procesos de integración regional y nacional, además de lo que puede significar para la identidad y el auto-reconocimiento de los individuos y las sociedades. Y su inexistencia haría muy sospechoso hablar de un desarrollo justo y equilibrado. Todo esto obliga a desarrollar estudios y a diseñar políticas públicas y privadas capaces de regular estas industrias, concibiéndolas como un universo de producción y servicios culturales dentro del cual coexisten y se complementan constelaciones con características y lógicas particulares, pero cuya existencia está condicionada por sus relaciones con las demás. El ciclo 4 “Las políticas públicas como elemento fundamental de una cultura política” abrió un espacio propicio para el debate, la difusión y la reflexión sobre lo que representa para las regiones la implementación de las políticas públicas. El propósito de la discusión fue aportar nuevas visiones que permitan dilucidar soluciones a los múltiples problemas que ellas enfrentan en su proceso de consolida- ción territorial y social. En tal sentido, el ciclo se propuso avanzar en la generación de espacios de reflexión y deliberación que le permitan al ciudadano reconocerse como protagonista en la construcción de la sociedad y de lo público. Se pretende que como producto de la reflexión y la deliberación se entiendan y asuman compromisos en la construcción de políticas públicas, entendiendo éstas como las orientacio- nes, estrategias y modelos que bajo una definición colectiva deben construirse para el bien común. Se trata de entender que dichas directrices resultan de procesos de concertación de actores diversos. Se espera entonces con esta cátedra fomentar en la ciudadanía el interés por los asuntos públicos y propender por la formación de una cultura política, que fomente la participación de ciudadanos, alcaldes, concejales, líderes comunitarios y, en general, de los diferentes sectores, agentes y actores culturales, para generar políticas y estrategias que favorezcan la construcción de regiones fortalecidas, autosostenibles y democráticas. Esperamos, pues, que este encuentro de saberes contribuya a afianzar el deber ser y la pertinencia social de nuestra Alma Máter. MARGARITA BERRÍO DE RAMOS Vicerrectora de Extensión Universidad de Antioquia
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  • 7. MÓDULO 3 III ECONOMÍA Y CULTURA: LA PRODUCTIVIDAD COMO DESAFÍO DE LA INDUSTRIA CULTURAL abierta C Á T E D R A Universidad, cultura y sociedad
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  • 9. C O N F E R E N C I A U N O III La industria cultural: entre la cultura de masas y la cultura popular Rafael Rubiano Muñoz* *Sociólogo, docente del departamento de sociología, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de Antioquia. 9
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  • 11. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l Esta conferencia tiene como objetivo establecer condiciones de discusión que permitan reflexionar sobre el impacto de los fenómenos contemporáneos en la sociedad colombia- na y los diversos modos como ellos están influyendo en las diferentes regiones del país. Utilizando el formato de ensayo, esto es, abierta deliberación y polémica, procura estable- cer un diálogo efectivo entre la universidad, a través del programa de “Cátedra Abierta” que dirige la División de Extensión Cultural, y los diversos públicos de las regiones en los que incide, a partir de actividades que comprenden aspectos académicos como los que atañen a decisiones sociales y políticas específicas. En este aspecto, una de las dificultades es el establecimiento de un diálogo claro entre universidad y sociedad. Sería deseable construir una comunicación efectiva y sólida entre ambas. Sin embargo, éste es el primer punto crítico que tiene el tema dirigido a un amplio público con expectativas diversas: que las relaciones del lenguaje en las sociedades moder- nas tienen sentidos y significados diversos según nuestra percepción del mundo. Al plan- tearnos el problema de la industria cultural nos encontramos con una situación paradójica; frente al lenguaje científico, el lenguaje cotidiano se apropia de manera más rápida y, por supuesto, pragmática de los hechos o fenómenos sociales que designa. Así, podemos ob- servar que entre impulso científico de reflexión y apropiación desde el lenguaje común a veces se generan tensiones y discordancias. AFINANDO EL DISCURSO SOBRE LA INDUSTRIA CULTURAL Por lo tanto, una tarea urgente en estas actividades de extensión es procurar la cercanía no solamente en los lenguajes, sino también una comunicación más apropiada y pertinen- te para el diálogo analítico y transparente. Y al hablar de industria cultural nos referimos a un largo proceso histórico que requiere ser, no solamente investigado como fenómeno social contemporáneo, sino también como experiencia de la vida que afecta las regiones y las localidades de nuestro país. En ese sentido, no necesariamente lo que vemos tal y como lo experimentamos en la realidad puede ser plenamente comprendido o validado 11
  • 12. Universidad, cultura y sociedad de forma verídica o completa. De este modo, advertiría que estamos bajo la profunda experiencia de representarnos un entorno social complejo, a veces contradictorio y entrecruzado por fenómenos sociales yuxtapuestos que generan destiempos y desencuentros históricos. Por otro lado, quiero llamar la atención hacia el problema del lenguaje y la comunica- ción. La relación eficiente entre estudio o investigación de los fenómenos sociales frente a la vida cotidiana se encuentra siempre en vilo o en disputa (normalmente los fenómenos contemporáneos sobrepasan las dinámicas de la investigación científica). El material que existe sobre las industrias culturales es inmenso e ilimitado. En Colombia es muy poco lo que se ha hecho en la investigación, y en la actualidad estamos sobrepasados por las nuevas realidades de la comunicación. Así, la relación es inversamente proporcional, esto es, la claridad entre conocimientos y realidad social desde el lente científico depende en exclusiva del grado mayor de la información especializada como de la rigurosidad con que se tratan justamente los fenómenos sociales. Así un acumulado en detalle de datos y de información puede depurar y validar cientí- ficamente los conocimientos sobre diferentes fenómenos sociales, pero al mismo tiempo pueden no tener ninguna conexión con la realidad social. De ahí que a mayor especializa- ción en la información y el lenguaje no se obtiene en la misma dirección una corresponden- cia con la clara comprensión de las experiencias y realidades sociales. Para hablar de la industria cultural es imprescindible establecer un acuerdo básico entre lo que entendemos como industria, y lo que comprendemos como cultura, sin olvidar que en el fondo ineludiblemente interviene lo que se considera es el público consumidor. HACIA UNA DEFINICIÓN DE INDUSTRIA Estas tres dimensiones —industria, cultura y públicos— son los ejes centrales en la cons- trucción de ese mundo, cuyo escenario es variable y múltiple en sentidos, significados y formas de representación. De modo que empezaremos desde ahí, tratando de construir los contextos adecuados para limitar el amplio campo de lo que se entiende como industria cultural. La industria es un fenómeno ineludible de dos procesos históricos, el de la repro- ducción en serie, el mercado y el de la extensión de la vida urbana. La industrialización inicialmente es el proceso de transformación de sociedades que pasan de la actividad de subsistencia a partir de las actividades manuales a procesos mediados por la mecánica y la técnica. La industrialización se refiere así al desarrollo histórico desde el cual se median las acti- vidades del hombre y la naturaleza a partir de la creación de artefactos que se producen en serie y que tienen como fundamento la mecanización. Ahora bien, las perspectivas sociales 12
  • 13. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l e históricas en las que se transforman las sociedades bajo la industrialización no tienen la misma magnitud y la misma intensidad en cualquier lugar del planeta. La producción en serie de artefactos a través de la mecánica y la técnica establece un tipo particular de relacio- nes entre los hombres en las que cambian las formas de representación simbólica y de percepción del mundo; ése es el segundo momento de la industrialización: la creación del mercado y del plusvalor a través de las mercancías. Lo que ha posibilitado de manera histórica la consolidación de la industrialización fue la extensión del mercado, la creación de mercancías y la fuerza de trabajo que aparece con él, lo que se manifestó a través de la apropiación privada de los artefactos o, para decirlo de manera moderna, de las mercancías. Una de las condiciones que impulsó dichos procesos indudablemente fue la transición del campo a la ciudad. A través de la expansión urbana y de la constitución de unidades sociales que descomponían la relación directa con la natura- leza, la industrialización cobró un alto grado de importancia en las sociedades denominadas modernas. De modo que industrialización, mercado y ciudad han sido las claves históricas para comprender el fenómeno de la industria cultural. Si bien el hombre mediante la indus- trialización construyó la mediación consigo mismo y la naturaleza también medió la cultura, espiritual e intelectual. Ahora bien, la palabra cultura es polivalente y demasiado resbaladiza en las discusiones académicas y científicas. Se la asocia con costumbres, hábitos, ritos, conciencia, entre mu- chas acepciones. También se la tiene como sentido común, experiencia cotidiana, lenguaje, tradiciones o credos religiosos o políticos. Para nuestro objetivo utilizaremos la referencia a la cultura como representación simbólica o materialización de creaciones espirituales o intelectuales. LA INDUSTRIA CULTURAL EN NUESTRO CONTEXTO Para los propósitos de esta conferencia consideraremos la cultura en el contexto de lo creado espiritual y mentalmente por los hombres, objetos o artefactos que si bien provie- nen del proceso de intercambio permanente de individuos o comunidades, es lo que define la conciencia de los pueblos o el modo de representar el mundo desde sus conocimientos. La cultura aquí tendría que ver con todas aquellas manifestaciones sobre las cuales nos representamos en un momento dado la vida o a partir de diversas etapas de nuestra exis- tencia en un proceso de larga duración, nuestras realidades. Cultura como manifestación pública de una conciencia colectiva que se crea, se hace, se difunde y se apropia mediante diversas formas, el habla, la comunicación, la impresión o la electrónica. Lo que hace que exista la industria cultural es que los bienes espirituales e intelectuales llegan a amplios públi- cos y no tienen restricción alguna, es más, su acceso es abierto y libre lo que crea situaciones contradictorias. 13
  • 14. Universidad, cultura y sociedad Con todo, la industria cultural estaría determinada por la difusión a gran escala y por una apropiación mediada por el mercado como por los procesos de consumo. La cultura no se podría restringir del modo anterior a una transmisión lingüística o a una herencia determinada generacionalmente. Más bien la industria cultural la entenderemos aquí como un modo de producción que adquiere materialidad en bienes o en formas de representación simbólica accesibles como artefactos. Con lo anterior, para la sociedad colombiana es muy contradicto- ria la construcción de una industria cultural entendida de este modo, puesto que las tensiones entre lo tradicional y lo moderno producen serias distorsiones y profundas interferencias. El experimentar la cultura como industria, producción y consumo en serie altera, de manera trágica, lo que se debe considerar como patrimonio y lo que se debe considerar como inno- vación. PATRIMONIO CULTURAL VERSUS GLOBALIZACIÓN Y CONSUMO Por un malentendido, el patrimonio cultural de Colombia se convierte en industria cul- tural y sencillamente no se lo percibe como la posibilidad de reavivar la tradición. La cultura como identidad se transforma entonces en simple consumo y en instrumentos de venta que no construyen un legado, sino más bien se apropia dentro del mercado como simple plusvalor privado y particular. Por otro lado, la globalización ha arrasado con las herencias culturales de la identidad al establecerse mediante el mercado nuevas experiencias de consumo cultu- ral que no permiten distinguir entre lo propio y lo foráneo creando una mezcla que hace difícil mantener nuestra identidad. Entre la apología exótica de lo nuestro vendido en el exterior y la asimilación a culturas ajenas se produce un intercambio cultural profundamente conflictivo a través de los procesos de consumo y de comunicación. Es necesario entonces considerar la industria cultural como un campo de profundo conflicto, en las formas de recepción, asimilación y divulgación. La industria cultural como conflicto nos plantea un inmenso reto al papel que la academia, la investigación y las univer- sidades tienen, porque exige la reflexión de si se puede sostener una industria cultural como problema público y no como un problema de lo privado. Incluso la defensa a ultranza de las comunidades y localidades por la identidad cultural se establece en mayor medida desde las iniciativas privadas y personales, no desde una política pública que sea discutida y deba- tida de manera democrática. INDUSTRIA CULTURAL Y CONSUMIDORES Para delimitar aún más nuestro tema diremos que la industria cultural es un escenario social especializado de la producción simbólica del ser humano que se expande y se difunde en el contexto básico de intercambios mediados por procesos reales y abstractos, esto es, por el mercado y por el consumo. La creación material no solamente espiritual e intelectual de la cultura se estructura en el marco de una sociedad donde se reproducen cosas que 14
  • 15. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l llegan a amplios públicos de manera repetitiva y que tiene una característica de innovación aparente. Aparente porque no necesariamente lo que se reproduce en serie en el marco lleva el sello de la creatividad o de la renovación. Pero en el fondo el tema de la industria cultural depende incuestionablemente no de quien la produce sino a quien ella llega, esto es, la industria cultural se relaciona a un mismo tiempo con el consumo y los públicos. Aunque lo anterior pueda producir confusión, la industria cultural se instaló en el marco de procesos históricos como el de la aparición de la imprenta, luego los medios electrónicos de comunicación y en la era actual la globalización con el desarrollo de las nuevas tecnología electrónicas. La reproducción en serie o el desarrollo tipográfico caracterizó la industria cultu- ral. Ahora, dicha industria es causa y efecto al mismo tiempo de la sociedad moderna con los elementos que ello involucra: expansión demográfica, consolidación de un público consumi- dor y destrucción de las fronteras locales y nacionales. Por eso resulta tan específico de nuestro medio hablar de una industria cultural, porque se enfrenta en dos dimensiones: la dimensión de lo tradicional y la dimensión de lo moderno. De lo anterior se deduce que es un fenómeno que involucra la masificación, o para decirlo de otro modo, la industria cultural depende de la sociedad de masas que puede propiciar la homogeneidad de las formas culturales o la hetero- geneidad de las expresiones culturales, que profundiza el anonimato y la individuación. DEMOCRACIA EN LA CULTURA Y CULTURA DE MASAS A partir de esas observaciones preliminares es menester volver a un punto básico, los críticos de la industria cultural han sostenido que en ella, la cultura se convierte en mercancía, por lo tanto la industria cultural no genera una situación de valoración positiva de artefactos creados para el progreso espiritual de los pueblos sino más bien para su alienación. Mien- tras los más optimistas consideran la industria cultural como un mal necesario en la que la cultura experimenta su ampliación y se extiende la espiritualidad de los pueblos alcanzando tanto a renovarse como a ser reconocida mediante el proceso de democratización. Pero democratización no quiere decir democracia en la cultura. Ya hemos referido que en el caso de los estudios e investigaciones de la industria cultural se requieren procesos de información, es decir, estadísticas para poder comprender el impacto que en las sociedades actuales tiene lo que se reproduce en serie en términos de cultura como lo que se consume o se adquiere mediante el mercado. Pero por otro lado, y pensando en la sociedad colombiana existen criterios muy diversos para considerar la in- dustria cultural porque frente a ella entendida como consumo —hay muy pocos estudios estadísticos— se opone la que la interpreta simplemente como cultura popular, es decir, lo que acompaña de manera inmediata la existencia diaria y los contornos o referentes de las costumbres, los hábitos, los estilos de vida y la creencias que se transmiten y reproducen socialmente. 15
  • 16. Universidad, cultura y sociedad Lo que en últimas sería necesario replantear es el aspecto de las relaciones entre indivi- duo y sociedad industrial, cómo se valoriza y desvaloriza la cultura, dependiendo de las formas de intercambio o las formas de la mediación, en las que se tiende a estereotipar las representaciones simbólicas y las expresiones de la cultura materializada en el nivel de lo masivo y de lo popular. De este modo, la cultura de masas como apología de formas de representación y de encarnación material se interrelaciona con la apología a la cultura popu- lar como formas de mentalidad y de visión del mundo. Entre ambas se construye una lógica de dominación como una racionalidad instrumentalizada de la que no escapa hasta convertirse en cultura vulgar. Frente a lo anterior es muy poco lo que se hace en términos de investigación sobre los medios masivos de comunicación, su impacto e incidencia en las relaciones de intercambio o en las mediaciones sobre cultura de las masas y cultura popular. El papel de los medios de comunicación en la discusión de la industria cultural, se debe señalar, es polivalente, pues de la difusión o divulgación amplia de formas y de representaciones culturales, en las que una falsa democratización crea la estandarización y el estereotipo se transita fácilmente hacia una expresión trágica que se experimenta en la reducción de la cultura como cosificación, es decir, creación inanimada y disecada de expresiones culturales en las que se borran y difuminan la claridad de lo que es auténtico y valioso. Al borrarse las fronteras entre la cultura de masas y la cultura popular, los acentos de identidad de los pueblos se conjugan con expresiones en la cotidianidad irracionales que se transforman en actitudes intolerantes y hasta autoritarias. INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA CULTURA Es necesario agregar que las instituciones sociales amparadas en una visión reduccionista de lo que consideran cultura, tienden a instrumentalizarla mediante la falsa distinción entre tiempo de producción —de trabajo— y tiempo libre. Permeada como se encuentra en la actualidad por el proceso de globalización, la cultura es entendida como entretenimiento, y lo que hace tan fácil su deformación es que en el tiempo libre lo que se procura no es la construcción de cultura como “ocio creativo”, sino más bien como simple entretenimiento, como diversión que reproduce las condiciones de trabajo. De este modo se altera de ma- nera fatal el legado propiamente auténtico de la cultura como un espacio de reconstrucción de las posibilidades humanas. Es menester añadir que bajo las condiciones de la globalización, la industria cultural se mueve en una extraña mezcla entre lo público y lo privado; en esas dimensiones se transfor- man radicalmente las fronteras entre el individuo y la comunidad. De por sí, en las socieda- des modernas industriales, dichas esferas se expresaban bajo la mediatización de referentes claros y determinados; mientras que en la actualidad, lo privado y lo público tienden a comunicarse intensamente. Pero su expresión radica en que lo público se privatiza y lo 16
  • 17. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l privado se vuelve cada vez más particular, o en ocasiones, mediante los medios de comu- nicación lo privado se publicita deteriorando la intimidad, la privacidad o lo individual. Con estos referentes lo que se cuestiona son las relaciones sobre las cuales se mueve la denominada industria cultural, en la que de nuevo, la cosificación se expresa en el contexto de una relación de valor en los que se mide la cultura según lo que cuesta y vende de manera cuantitativa y no cualitativa. La definición de los productos culturales no es exclusiva de los procesos de competen- cia ni del mismo mercado. Lo que se entendería como políticas culturales ha de exigir una comunicación efectiva entre instituciones, empresarios, universidades, ciudadanía entre muchos otros, porque de lo contrario en el marco del desarrollo de la cultura como repre- sentación simbólica o creación material se difunde una noción que amenaza con particula- rizar las expresiones culturales, la cultura de masas o lo que es cultura popular como acceso democrático estandarizado de los productos culturales. Las tensiones que produce la indus- tria cultural con las denominadas formas de producción han de ser restringidas por com- petencias comunicativas o argumentativas en el escenario del espacio público. Entre mercado cultural, como el consumo cultural, las diversas etapas de la formación de la cultural de la que ninguna es dominante, son imprescindibles los estudios sobre la cultura oral, la cultura impresa, la cultura audiovisual e incluso la electrónica. Ninguna de ellas es preponderante en las sociedades contemporáneas. Pero sí es necesario ahondar en las diversas formas de representación para las mentalidades de la cultura, porque de ello dependen el entendimiento de los grados o de los niveles sobre los cuales se forman los públicos como consumidores. Es claro que la industria cultural no constituye un escenario negativo en la que las diver- sas expresiones culturales, de masas, populares o incluso vulgares cosifiquen o conviertan al mundo en un instrumento de dominación o de poder. A través de de ellas es necesario construir escenarios de investigación pero ante todo espacios de comunicación y de debate, mediante el análisis científico como a través del diálogo social entre individuos y comunida- des. La clave de la construcción de la industria cultural depende de las ofertas culturales, de su nivel, de su calidad pero ante todo de su asimilación y recepción en los públicos y en la ciudadanía. INDUSTRIA CULTURAL Y PRODUCCIÓN EN SERIE Ya hemos referido que en el caso de los estudios e investigaciones de la industria cultural se requieren procesos de información, es decir, estadísticas para poder comprender el impacto que en las sociedades actuales tiene lo que se reproduce en serie en términos de cultura como lo que se consume o se adquiere mediante el mercado. Pero por otro lado, y pensando en la 17
  • 18. Universidad, cultura y sociedad sociedad colombiana existen criterios muy diversos para considerar la industria cultural por- que frente a ella entendida como consumo se opone la que la interpreta simplemente como cultura popular, es decir, lo que acompaña de manera inmediata la existencia diaria y los contornos o referentes de las costumbres, los hábitos, los estilos de vida y la creencias. DE LA CULTURA ORAL A LOS MEDIOS Frente a las anteriores observaciones es necesario construir los contextos sobre los cua- les la cultura se expresa a partir del desarrollo de relaciones de intercambio y vínculos sociales que definen la cultura en sus diversos medios de difusión: oral, impreso, audiovisual y electrónico. Una de las características de las sociedades latinoamericanas es que la cultura se desarrolla por esos medios, sin hegemonía ni preponderancia de ninguno. Constituye un interés para la investigación social mostrar la manera como en diversos contextos sociales arraiga según las formas de representación y como la cultura también se establece según los procesos de comunicación. Para poder trazar con criterios científicos el problema de la relaciones entre la cultura de masas y la cultura popular es necesario centrar los estudios en el marco de entrecruzamiento —donde la cultura puede ir y venir, según lo establecido arriba, de la cultura oral a la cultura electrónica— y precisar de qué modo se manifiestan procesos de cambio o de transformación de la cultura como procesos de conservación y de preservación. Para las sociedades latinoamericanas, el peso de la cultura oral, es decir, de la narración oral y de la memoria, constituye un vínculo muy fuerte, frente a la reciente presión que ejercen los medios audiovisuales y electrónicos que transforman nuestros sentidos y signifi- cados en tiempo y espacio, como en los escenarios sociales, que influyen en nuestras formas de representación y nuestros significados ante el mundo. Por lo anterior, las ofertas cultura- les dependen del grado de arraigo en lo oral o en lo electrónico pasando ineludiblemente por lo escrito, lo impreso y lo audiovisual. Lo que caracteriza el proceso de formación de la industria cultural es la manera como acentúa la clasificación y la producción de la cultura espiritual y material dependiendo de la transición del ciudadano común al consumidor. Construir hábitos de consumo cultural dependerá en última instancia de la educación y de la formación de un público que valora la cultura ya no como simple entretenimiento sino como valor social que tiene unos costos dentro del mercado. Durante el desarrollo de la conferencia hemos sostenido que en el ámbito de la industria cultural debe haber un proceso de formación del público, ya que la industria cultural expre- sada como masas o como fenómeno popular requiere de la construcción amplia de un escenario de información y divulgación. Éste a su vez depende de la preparación del públi- co a partir de esfuerzos educativos institucionales que creen un público con capacidad de valorar y asimilar productos culturales, y no se constituya como un simple consumidor que 18
  • 19. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l se reduce a la cosificación o al extrañamiento propio de una cultura convertida en mercan- cía o en bienes de mercado. Si bien la anterior perspectiva encaja en una crítica a la cultura convertida en mercado es imprescindible que la universidad, así como las instituciones culturales que ofertan la cultura, estén dispuestas a construir proyectos de formación en las diferentes regiones y localidades, de manera que se reduzca la idea de cultura como instru- mento de venta o de compra y se amplíe al espectro de bien público y no de bien particular o privado. Dentro de los aspectos señalados, la cultura sería un espacio de construcción de ciuda- danos dependiente de la dinámica de la oportunidad, es decir, de la organización de un escenario social que transforme las actitudes de los ciudadanos frente a la cultura en lugar de un escenario de competencia en la que los bienes culturales sean apreciados no por su valor sino por la publicidad que generan. La producción en la industria cultural se caracteriza por asimilarse a un instrumento de dominación y de poder que se particulariza, dependiendo del mercado exclusivamente. Ello genera una forma del consumo en la que no se expresa la similitud entre seres humanos y cultura como potencialización de las capacidades para la creatividad y la emancipación, sino la cultura como extrañamiento, cosificación que en últi- mas reduce el espacio de la cultura a objetos cuya independencia y autarquía son determina- dos por el mercado independientemente de sus valores de uso social, es decir, se transfor- man en valores de cambio, abstraídos de las relaciones propiamente humanas. INDUSTRIA CULTURAL VERSUS CULTURA Lo que caracteriza el modo como se construye la industria cultural para llevarla a las masas es que deja muy poco espacio a la autenticidad y a la creatividad, pues detrás de la estandarización, de las series y los estereotipos, bajo una falsa innovación, los bienes cultura- les se expresan como modelos que caen en la repetición, la rutina y, lo más amenazante, en la homogeneidad y la igualdad restando vitalidad a la diversidad y la imaginación. La cultura de masas como posibilidad, como alternativa, se limita a ser un campo donde la cultura se instrumentaliza como bienes y ofertas culturales, es decir, se vuelve objeto que reduce al máximo las alternativas en la producción y en la recuperación de las potencialidades huma- nas de la variedad y de la diferencia. La cultura como rutina y repetición adquiere una expresión de superficialidad y de artificio. Además, en los modelos de reproducción cultural fatalmente se tiene la impresión de que se desarrollan a través de la innovación, la novedad y el cambio cuando lo que se produce son tipos de expresiones culturales que se distancian de lo auténtico. Un claro ejemplo de la innovación vacía y la novedad repetitiva es la moda, que bajo unos mismos moldes se ofrece como elemento de transformación cuando sencillamente es simple repe- tición solamente alterada por las formas de producción técnica e incluso industrial. Sería 19
  • 20. Universidad, cultura y sociedad imprescindible rescatar en la cultura de masas que facilita la apropiación en sociedades con públicos muy amplios, y la divulgación por los medios de comunicación de masas que consolidan los vínculos de la comunicación electrónica. De otro lado, la cultura popular tiende a experimentar las formas rutinarias y repetitivas de la cultura de masas, cuando se produce bajo los moldes de lo vulgar y lo efímero, de lo extraordinario, del amarillismo y la pornografía, por ejemplo. La baja exigencia en cuanto a la calidad constituye uno de los elementos de la cultura popular porque se valora con el lente de lo inmediato y lo pragmático sin elementos de juicio, sin crítica y sin examen. Es el impacto con lo observable sin más, lo que es vendible a primera vista y lo que es recibido sin preparación o reflexión. Lo auténtico de la cultura popular se pierde justamente por la consideración de una masa de consumidores en la que el entretenimiento no es exclusiva- mente tiempo libre y creación, sino falta de imaginación y de construcción de alternativas que expresen la identidad y la conservación de los elementos que vinculan la cultura con el carácter regional o nacional. Por lo anterior es obvio el choque que ha sufrido la cultura pensando en los problemas de la construcción de la identidad de los pueblos, es decir, de lo que se debe conservar y lo que se debe innovar. A través del fenómeno de la globalización, las fronteras de la identidad nacional experimentan un proceso de deterioro donde más por la moda y la innovación tienden a ser destruidos los legados y las herencias tradicionales por la integración a un mercado internacional en el que las mixturas impiden renovar las costumbres, los hábitos, los estilos de vida y las creencias, todos aquellos elementos de la mentalidad que se conjugan con las expresiones culturales. Reconocerse en la diferencia y no aumentar las diferencias mediante un proceso de apología de lo foráneo o mediante un proceso de nostalgia petri- ficada será la clave en el contexto de construcción de las industrias culturales en el país. Es ineludible insistir en el papel de la Universidad en las comunidades regionales en la actualidad: la apertura de espacios de reflexión y de análisis que convoquen un proceso de comunicación efectiva, permitan el debate franco y abierto y la polémica sincera. Dentro de las experiencias que se vienen construyendo desde la Universidad y el papel que viene jugan- do su inserción en las regiones, los temas contemporáneos estudiados y puestos en la opi- nión pública han de permitir no solamente un diálogo público sino también la toma de decisiones que establezcan un consenso entre los ciudadanos, las instituciones, las empresas y el mismo Estado. La defensa de la cultura se podrá realizar tanto en el desarrollo de nuevos referentes de ilustración y de educación de la ciudadanía como en la construcción de políticas públicas encaminadas a desarticular los particularismos y los intereses privados frente a la dominación de la cultura de masas y la cultura popular concebidas como lo hemos descrito. 20
  • 21. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l HACIA UNA VERDADERA INDUSTRIA CULTURAL Para terminar es necesario expresar que la dimensión cultural no se limita al entreteni- miento, y que la cultura es más que un escenario de consumo o de objetivación mercantil de los bienes culturales. Hay que defender la cultura como un escenario de educación y de formación ciudadanas, que le dé cabida a la reflexión y el análisis de nuestras formas de ser y pensar el mundo, y demandar a través de los procesos de comunicación que la cultura sea efectivamente un marco de emancipación y de libertad de individuos y comunidades. Ade- más, propiciar por medio de las manifestaciones culturales la formación de referentes y de representaciones de la democracia, no simplemente como procedimiento político sino como posibilidad alternativa de transformación y cambio de los sujetos en un entorno cada vez más reducido a instrumentos de poder y de dominación. La construcción de políticas culturales no depende en últimas del estado, sino de la formación de los públicos y la ciudadanía que desde la perspectiva de esta conferencia ha de garantizar la defensa de lo regional y lo nacional en lugar de los fascismos al revés, esto es, el exotismo o el chauvinismo cultural. La ineficacia del diálogo entre lo local, lo regional, lo nacional y lo internacional propicia unas actitudes reactivas y conservadoras que en últi- mas permitirán que nos conquisten de nuevo “la maleza y el desierto”, es decir, la barbarie. 21
  • 22.
  • 23. C O N F E R E N C I A D O S III Economía e identidad: soportes material y simbólico de la cultura Francy Esther del Valle Montoya * *Antropóloga Universidad de Antioquia, Especialista en Derechos Humanos y Pedagogía, Máster en Historia 23
  • 24.
  • 25. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l Bronislaw Malinowski, citado por Tullio Tentori, “sostiene que toda cultura tiene nece- sidad de saber producir, así como de obtener, conservar, distribuir, usar y valorar un com- plejo de “bienes”. Para resolver este problema, toda sociedad humana, por primitiva que sea, debe disponer de una organización económica. Ésta estará regulada por un sistema de normas para la posesión de los bienes y el modo de usarlos y consumirlos”. 1 Cultura y economía son conceptos emparentados. La segunda es propia de cada cultura, es coherente con ella e inherente a la misma, puesto que la economía está en la base de la subsistencia de individuos y comunidades. Esta relación inicial es una consecuencia de la intervención direc- ta del hombre en su proceso de adaptación al hábitat. El proceso de adaptación de una comunidad a su medio ambiente (contexto geográ- fico) constituye la creación de la cultura, que en términos de Tylor se entiende como “ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el dere- cho, la costumbre y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridas por el hombre como miembro de la sociedad”.2 De igual modo, su economía y sus formas de producción, al igual que su expresión en las fiestas populares, en la comida, la música y otros elementos son una muestra de la cultura de un grupo y permiten identificarlos como propios de un territorio. Esta adap- tación al medio y su consecuente transformación (en organizaciones económicas o cul- turales) es característica entre los grupos humanos. EL ALIMENTO: ESLABÓN ECONÓMICO Y CULTURAL Un aspecto determinante de la adaptación al medio es el alimento, cuya consecu- ción demanda un esfuerzo físico e intelectual de cada integrante del grupo. La impor- tancia de dicho evento se refleja en la cultura. Por eso compartir el alimento, en un evento cotidiano o especial, es una muestra de solidaridad y alianzas, y éstas sólo se establecen entre grupos que responden a una misma cultura, conocen y comparten un 1 Tullio Tentori, Antropología cultural, Barcelona, Editorial Herder, 1981, p. 34. 2 Tylor citado por Conrad Phillip Kottak, Antropología: una exploración de la diversidad humana con temas de la cultura hispana, 6ª. ed., Madrid, McGraw Hill, 1999, p. 34. 25
  • 26. Universidad, cultura y sociedad ritual y su significado. Es un lenguaje no verbal y elaborado, representado por todos. Por ejemplo, la noche de Navidad y su acostumbrada cena dan cuenta de la tradición de un grupo, de su forma de pensar, que se manifiesta en el tipo de alimentos que se consumen, su elaboración y la hora de comerlos. Los invitados son elegidos cuidadosamente. Se dice incluso que a casa se invita a comer sólo a los amigos. Compartir el esfuerzo de la conse- cución de los alimentos demuestra los lazos de unión entre quienes participan en el ritual. La selección de los invitados y el acto de compartir el alimento responden a criterios subjetivos e incluso podría decirse que corresponden a la ideología, en cuanto dicha selección es una expresión de la concepción del mundo, está conformada por elaboracio- nes abstractas que responden a un sentimiento colectivo transmitido por medio de la repe- tición de actos comunitarios y culturales, como las fiestas. LA TRANSMISIÓN DE LA CULTURA POR LAS TRADICIONES CULINARIAS Ritos como el mencionado cumplen el propósito de hacernos parte de la cultura. La endoculturación3 de cada uno de los miembros del grupo se da a lo largo de la vida, con ritos que sirven de marco para sus historias y propician el establecimiento de lazos de solidaridad, confianza y afecto entre el grupo. Cuando el aprendiz ha vivido y ha sido partícipe del proceso puede intervenir en la recreación cultural del grupo. “[…] el aspecto oculto de la socialización llama la atención de la cultura como un proceso de comunicación. Desde ese punto de vista lo importante en la transmisión cultural no es tanto lo que se les enseña a los niños o lo que no se les enseña, lo que hacen o dejan de hacer, sino la forma en que las cosas suceden y las actitudes de la gente que los rodea, con quienes interactúan”.4 Este proceso diacrónico en la vida de un indivi- duo se transmite por la tradición oral.5 La importancia de los alimentos y las particularidades de su uso se observan en ferias y fiestas folclóricas. En estas festividades, características de una comunidad determina- da, el ingenio y la creatividad humanas se expresan en recetas que mantienen y transmi- ten la tradición, se da uso a lo que producen sus campos y se manifiesta el ingenio en el arte de la culinaria. Nuestra geografía, por ejemplo, ofrece a las comunidades diversidad de alimentos. Basta recordar la famosa Cagona, de San Jerónimo (Antioquia), una mezcla de sangre de cerdo, arroz, aceite y aliños, que tras una larga cocción toma la forma de pasta; o el 3 “Endoculturación: proceso que consiste en la transmisión de la cultura por parte de los adultos a los jóvenes y niños que habrán de sucederles. La aculturación puede recaer sobre todos los miembros de una cultura y, en consecuencia, sobre los adultos ya endoculturados”. Tomado de Jairo Muñoz M., Antropología cultural colombiana, Bogotá, Unisur, 1990, p. 69. 4 Schewartz, (1976). Citado por Serena Nanda, Antropología cultural, México, Grupo Editorial Iberoamericano, 1987, p. 101. 5 “Tradición oral: La transmisión de las reglas de comportamiento, las creencias, las leyendas, las costumbres, etc. De generación en generación por la palabra hablada o por la práctica, era la forma como nuestros aborígenes conservaban sus manifestaciones culturales y su historia”. Hernán Londoño R. Diccionario de las culturas prehispánicas de Colombia, Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1998, página 316. 26
  • 27. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l tratamiento del tamarindo en Santa Fe de Antioquia, que es presentado en diversas for- mas, desde fruta hasta los más ricos dulces y bebidas. Rosita Cartagena, una de las vendedoras más antiguas de la plaza principal de esta ciudad, organiza la pulpa de tamarindo […] la compra por bultos bien escogidos, sin gorgojos, porque de lo contrario espantaría a los clientes, y empaca las frutas más sanas en bolsas plásticas para venderlas enteras. Pela muchas otras, bota las cortezas, extiende el comestible sobre el mesón, vierte agua recién hervida pero fría para conseguir con ella una pasta manejable, extrae las semillas que sobresalen, amasa y, de esta manera, va preparando la pulpa, que luego arma en cilindros gruesos o delgados. Empaca, cuidándose de no omitir la inclusión, entre los dos plásticos, del rótulo de papel que las distin- gue de las demás: Pulpa de Tamarindo Rosa Cartagena. Santa Fe de Antioquia.6 Aquí, sin duda, hay una apropiación de los recursos y su sello cultural en una activi- dad económica. Cuando leemos Bueno para comer, de Marvin Harris, identificamos que la elaboración de los alimentos en cada comunidad difiere de acuerdo con la estructura del pensamiento, con la forma de percibir y transformar su mundo. Además, dentro de cada grupo se establece cuáles alimentos son buenos y cuáles malos, y las diversas instituciones religiosas, sociales, políticas y científicas corroboran el concepto, discriminan algunos productos y estimulan el consumo y la siembra de otros. Todas las manifestaciones culturales interactúan y tejen una misma forma de pensar que finalmente es compartida y acatada por el grupo. La restricción al uso de ciertos alimentos responde más a la influencia económica de la oferta y la demanda que se expresa y se regula a través de las diversas instituciones sociales. Por ejemplo, la prohibición entre los judíos, de criar cerdos y consumir su carne, como nos muestra Marvin Harris, evidencia un tejido social que reafirma sus normas. El rabí Moisés Maimónedes, médico en la corte del emperador Saladito en Egipto durante el siglo XII, hizo expresa la “prohibición de comer carne de animal cua- drúpedo que tiene el casco partido”, pero también es expresada en el nivel social cuando “[…] la principal razón de que la Ley prohíba su carne ha de buscarse en la circunstancia de que los hábitos y sustento son sumamente sucios y repugnantes […] si la Ley permi- tía su cría a egipcios y judíos, las casas y calles de El Cairo, se volverían tan sucias como las de Europa, ya que ‘la boca del cerdo es tan inmunda como el propio estiércol’”.7 Nunca Maimónedes había visto un cerdo limpio, asegura Harris. Recordemos que este mamífero artiodáctilo no puede sudar, por lo tanto, recurre a su estiércol o alimentos para refrescarse. Si bien algunas familias de nivel económico alto poseían acceso a gran cantidad de agua para la crianza del cerdo, esto sin duda alentaría más las diferencias socia- les, ya que en Egipto este recurso natural escaseaba. De modo que el tabú religioso cobija a 6 John Saldarriaga, “¡Rosita tiene olor a tamarindo!”, El Colombiano, página 7d, Medellín, jueves 24 de noviembre, 2005. 7 Marvin Harris, Bueno para comer, España, Alianza Ediciones del Prado, 1994, p. 76. 27
  • 28. Universidad, cultura y sociedad todos los sectores y por un momento los iguala. Esta justificación también es confirmada por la medicina en 1859, cuando se estableció el primer vínculo clínico entre la triquinosis y la carne de cerdo mal cocinada. Así, se ejerce el tabú en los alimentos cuyo acceso o producción son limitados. En cambio, los alimentos considerados “buenos para comer” están relacionados con el fácil acceso económico al producto por parte de la mayoría de la población. LA REALIDAD DE NUESTRO PAÍS Gracias a la variedad de pisos térmicos, nuestro país posee una gran diversidad am- biental y una variada oferta de recursos naturales, lo cual impide el fomento de un tabú para la subsistencia de los distintos grupos. ¿Cómo entender entonces que más de la mitad de nuestra población sea pobre y que un alto porcentaje viva en la miseria absoluta? El acceso a los recursos y a la educación es cada vez más restringido; se encuentra en lugar de ello una frágil estabilidad económica y ausencia de ideas progresistas; los habitantes de los campos viven influenciados por la violencia que ejercen grupos organizados al margen de la ley, quienes imponen por medio de la fuerza nuevos modelos de oferta y demanda, y que los han marginado por medio del desplazamiento, el secuestro, el homicidio etc., impo- niendo una “economía del miedo” en el grupo colonizado, o podemos decir ¿sometido? La principal amenaza para el grupo es la permanencia del conflicto armado, pues como suelen decir los mayores “la costumbre se hace ley”. UNA TRADICIÓN DE GUERRA Nuestro país tiene una larga historia de guerra, que afecta las manifestaciones cultu- rales, con eventos ya comunes, como las masacres, el despliegue de minas antipersona, etc. El peligro y la violencia cambian la cotidianidad e influyen en la psiquis del grupo. La tranquilidad y la rutina aprendidas durante años se pierden y con cada acto crece la zozobra. La cultura se transforma para adaptarse a esta nueva realidad y modifica su imaginario. Mucho más caótico es el proceso de pérdida de identidad que sufren sus integrantes, aque- llos individuos que son desplazados a diferentes puntos geográficos del territorio nacional, viviendo culturas extrañas en un lento proceso de deculturación;8 quienes frente al temor de haber sido desterrados de su tierra, deben reaprender para incorporarse como agentes activos de la nueva comunidad en un proceso de aculturación.9 UNA TRADICIÓN DE DESPLAZAMIENTO Muchos deben iniciar de cero, escondiendo su identidad por miedo a ser desapareci- dos ya que fueron amenazados. Otras personas, como los adolescentes del barrio Santo 8 “Deculturación: la pérdida de los elementos de la propia cultura, esto es, el empobrecimiento de una configuración o sistema cultural”. Tomado de: Jairo Muñoz, Op. cit., p. 69. 9 “Aculturación: consiste en el intercambio de rasgos culturales resultante de que los grupos estén en contacto directo continuado; los patrones culturales originales de cada uno o de ambos grupos pueden verse alterados por este contacto”. Tomado de Phillip K. Conrad, Antropología, España, McGraw-Hill, 6ª. ed., 1999, p. 64. 28
  • 29. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l Domingo Savio en Medellín, sólo olvidan y parece que sus muertos no hubieran existido jamás. Queman sus fotografías y se deshacen de sus objetos. Al desplazar una familia, se desplaza también la cultura, se pierde el tejido social del grupo construido por años y se inserta en los centros geográficos deshabitados a causa de la violencia, nuevas costumbres, nuevas economías —como en nuestro caso, el narcotráfico— que genera un nuevo orden de intereses. DIVERSIDAD GEOGRÁFICA, DIVERSIDAD CULTURAL Nuestra diversidad geográfica se expresa en la pluralidad de culturas. Esto, lejos de ser una desventaja, constituye una fortaleza frente a un intercambio cultural acelerado, como el que plantea la aldea global. Para este intercambio es necesario afianzar nuestra identidad de manera que sea posible establecer un diálogo entre iguales. Nuestra riqueza pluricultural, basada en la relación economía-cultura y expresada en la identidad, permite pensar en lograr establecer un intercambio cultural con el mundo. Si pensamos en nuestro país con dos mares de gran potencial pesquero, ubicados geográficamente dentro de la línea del Ecuador, por ubicación y recursos naturales somos “la mejor esquina de América”. Imaginemos, por ejemplo, la Costa Atlántica con tempera- turas entre 27º y 35ºC, un mar inmenso que permite a sus habitantes mirar el futuro con mayor amplitud, se escucha el viento pasar entre las palmeras y transportar el sonido de su música, tamboras y gaitas elaboradas de los tallos gruesos de la caña, que se expresa en un vallenato, cantando historias y gestas de hombres populares que representan sus hazañas, sus valores y sus sueños, todos ellos transmitidos como leyendas a través de su acordeón, en el eco de la caja tumbadora y la guacharaca en madera o metal. Esta visión de desarrollo se ve empañada en los departamentos de Cesar, Guajira, Magdalena, Sucre, Atlántico, parte de Bolívar y Córdoba, porque también allí hay campos secos y desiertos por la ausencia de la labor del campesino, del animal de tiro. El desplazamiento transforma las tradiciones en cantos de desesperanza, historias truncadas, futuro incierto, culturas desplazadas. Entonces oímos más lejanos los can- tos de compositores y grupos musicales que cantan a su tradición y a su cultura, como las orquestas de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Clímaco Sarmiento, Los Corraleros de Majagual, Pedro Laza y sus Pelayeros, los Hermanos Zuleta, Diomedes Díaz, El Binomio de Oro, etc. Existe sobre los desplazados una violencia que parece haberse quedado anclada; su cultura está intervenida por diversos grupos al margen de la ley, que dicen representar a los campe- sinos, se entremeten en el tejido social del grupo y deciden por él; establecen impuestos de seguridad —la llamada vacuna, dinero acordado por el cobrador que vende seguridad—; 29
  • 30. Universidad, cultura y sociedad se interviene el campo con la imposición de nuevos cultivos, y las regiones con un desarro- llo falso por el lavado de dinero; se interviene el lenguaje con frases pegajosas como “lo voy a matar de la alegría”; se interviene la vida privada y el desarrollo de la libre personali- dad: basta recordar cómo, a finales de la década del noventa, los grupos armados ilegales establecieron que las jóvenes en las comunas de Medellín no debían utilizar los jeans descaderados. Los que no acatan las órdenes de estos grupos organizados son entonces desplaza- dos hacia los cascos urbanos, una gran cantidad de sus integrantes son mujeres que arrastran su desplazamiento, dejando en sus campos al padre de sus hijos o a sus herma- nos; unos enterrados en fosas comunes, otros todavía jugando al hombre de la guerra. Esto lo expresan cuando hablan de la incertidumbre del futuro, la impotencia como la fuerza que acalla la palabra. La violencia, que hace más de cuarenta años interviene el campo y la ciudad, hoy está creando una nueva cultura. Ese sol que calienta nuestra geografía es opacado por una nube oscura, que disuelve nuestros valores en la “nada”, como aquella de la cual habla Michael Ende en La historia interminable, ese ser terrible que desaparece todo cuanto toca, la guerra se transforma en esa nada que persigue como ser tanático devorando la cultu- ra, devorando los sueños del grupo. LA EXPRESIÓN DE LA IDENTIDAD Expresar autenticidad en la cultura significa reconocer lo propio, la diversidad. Un ejem- plo de ello se observa en la vitalidad del litoral Pacífico. Los trajes que usan las mujeres en las fiestas recrean historias y leyendas en figuras míticas que con colores dorados aluden a la alegría y la religiosidad de su cultura y se entremezclan en el sistema religioso dominante en fiestas como la Semana Santa y Navidad, durante las cuales en cada población sus habitantes se reúnen a compartir por varios días; pero también en las fiestas profanas —Fiestas de San Martín y de San Pacho— donde los tambores llaman al bullerengue estableciendo un puente de unión umbilical con aquel pasado en el continente africano que un día perdieron al ser esclavizados. Estos sonidos invitan a cuantos escuchan a recrear su cultura, mientras que los tonos de instrumentos como tambores, tumbadoras y bongós, hechos con troncos de los árboles y ramas de palma propios del medio, demuestran la unión naturaleza-cultura. Esta unión se refleja también en la danza del mapalé, ritmo autóctono que es bailado en grupos de pareja hombre-mujer entrelazados, acompañado de movimientos sensuales que permi- ten apreciar la agilidad y el ritmo de los cuerpos de los bailarines; su danza, una provocación de naturaleza y exuberancia, nos transporta al recuerdo de cuentos de sirenas envueltos en olores de pescado y ñame y de arenas ardientes testigos de amores eternos tras los adioses de un barco. 30
  • 31. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l La cultura interactúa con la economía cuando estimula la creatividad frente a la necesi- dad de sobrevivir, y genera un producto cultural propio que responde a intereses colecti- vos. Las fiestas populares son una muestra de esta unión, representan el sentir de la colecti- vidad y recrean no sólo la cultura con nuevas formas, sino que alimentan la economía y reafirman la identidad. La feria más popular de la región Pacífica, la fiesta de Cali del 26 de diciembre al 4 de enero, representa esta combinación entre lo autóctono y lo que el grupo ofrece a otros para su intercambio: se exporta la cultura; allí se citan los mejores bailarines de salsa, expositores de equinos, se llevan a cabo ferias artesanales y una feria taurina; ade- más, festivales relacionados, como el Festival Nacional de Intérpretes de la Canción “Mono Núñez” que se realiza en Ginebra Valle, dando cuenta de una proyección de Cali y del Valle del Cauca al mundo. A diferencia de las costas, que gozan de una mayor apertura originada por el intercam- bio constante con otras culturas que llegan al puerto, las montañas forman un carácter reservado, si bien más fuerte, resultado de un esfuerzo físico e intelectual por dominar la geografía agreste. De este modo, una mirada más introspectiva exhiben las culturas de Santander, Norte de Santander, Antioquia y Cundinamarca, culturas interpretadas al son de guitarras y tiples que, entre géneros de guabinas y torbellinos, expresan sus valores sobre la familia, la tierra y la iglesia. En el departamento de Antioquia, por ejemplo, una muestra de lo más popular y autóctono es la trova paisa, duelo de palabras donde el antioqueño de- muestra su astucia y picardía; este ejercicio consiste en un intercambio de frases en rima acompañadas de guitarras y se hace en compañía de dos o más participantes. Gana el que tenga mayor creatividad. Esta geografía quebrada ha fomentado el valor del trabajo como principio cultural, el carácter emprendedor en la industria destacada en fiestas regionales como la Feria de las Flores, en agosto, y Colombia Moda, en el mes de septiembre. Se expresan allí el ingenio y la creatividad antioqueños. Pero, al igual que en todas las zonas geográficas del país, la violencia azota esta deci- sión de participación; basta recordar, por ejemplo, el genocidio de Bojayá, Chocó, nefas- to y cruel a todas luces, el cual es utilizado políticamente para conseguir apoyos econó- micos en todo el mundo para la guerra en Colombia. De ahí también la indignación de que se piense que es más importante la inclusión o no inclusión de un grupo armado — de acciones condenables, no cabe duda—, en la lista de grupos terroristas elaborada por la Unión Europea que el hecho violento mismo. Eso desvirtúa el verdadero problema, la guerra, pues causa cada vez más desplazados y miseria, transforma la cultura y los ideales de las instituciones colombianas modificando las leyes, como la diferencia en la aplicación de la Ley entre establecidos y excluidos; se aplican sentencias cortas a grupos e individuos que se 31
  • 32. Universidad, cultura y sociedad adhieran al “desarme”, y sus delitos de lesa humanidad se condenan con penas cortas —de tres años—. Con ello se perpetúa el problema, pues no se exige la restitución de lo arreba- tado y no se restablece el equilibrio económico de la región y de sus habitantes, quienes permanecen excluidos. Se quedan por fuera muchos más elementos que apoyarían lo esbozado por Harris en el proceso de supervivencia y adaptación cultural del medio. La superioridad y efec- tividad de las tradiciones y saberes de un grupo se manifiestan en su capacidad de pro- longarse en el tiempo. Nuestro objetivo como colectividad es acertar en estas modifica- ciones, lograr que sean las que el grupo necesita para un desarrollo sostenible; este propósito sugiere una orientación de la cultura, desde la autorreflexión. LA IDENTIDAD PROPUESTA DESDE FERNANDO GONZÁLEZ Como esfuerzo individual que se verá reflejado en el grupo, propongo realizar una reflexión en términos gonzalianos, es decir, volverse sobre sí dos veces, repensar la relación que establece la economía y la identidad de nuestro país, de cómo se está pro- yectando esta relación que produce cultura; de cómo ésta es afectada por una guerra que perdura en el tiempo, con más énfasis en los últimos cuarenta años, y reflexionar sobre la pérdida de identidad que sufren nuestros jóvenes al imitar estilos de vida que no responden a su realidad y necesidades, que motivados por la sociedad de consumo se violentan a sí mismos por vivir otras vidas, otras culturas. Nuestros jóvenes no se acep- tan en su contextura propia de raíces indígenas, y esta negación ha conducido a que se generalice como una necesidad actual la cirugía plástica, demanda del mercado moder- no que incentiva un modelo femenino que obliga a modificar los hábitos alimenticios, y llega a provocar entre nuestras jóvenes problemas como la bulimia y la anorexia, por ejemplo. Permitámonos hoy proponer desde cada acto individual la construcción de un presente que asegure el futuro de la colectividad. El presente nos propone hoy el reto de la “aldea global”, un intercambio cultural acelerado, un intercambio económico abierto. Este proce- so no es nuevo para ninguna cultura del planeta, siempre ha existido el movimiento de saberes y de opiniones, de tecnología y materia prima. Dicho proceso permite ampliar la mirada a nuevos retos y mejorar la calidad de vida. El país que habitamos y vemos morir tras las balas y secuestros posee dentro de su diversidad geográfica y cultural, el conoci- miento que nos hace únicos, diversos con elementos propios con los cuales podemos establecer un diálogo bidireccional, como el que se da en el Carnaval de Barranquilla, pro- clamado “bien inmaterial de la humanidad”. La identidad cultural nos hace parte del grupo, nos invita a participar en la construcción de la historia. Fernando González Ochoa, el filóso- fo de Otraparte, en su constante viaje por la vida; tanto físico por la geografía colombiana, 32
  • 33. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l como filosófico, desde su Viaje a pie, nos contagia del deseo de recorrer la geografía co- lombiana, viajar a su interior, disfrutar de la diversidad cultural, expresada en sus habitantes y sus saberes, y con ellos realizar un viaje a nuestro interior, a nuestra postura ética y estética, a nuestro grado de participación y compromiso en el presente. Es preciso prepararnos para el intercambio global y para esto es requisito obligatorio descubrir el “gran mulato”, ese sueño americano de sentirnos orgullosos de nuestra cultura, mezcla de razas y fortaleza en el espíritu. Nuestra diversidad constituye nuestra riqueza. Es necesario dejar de ver la diferencia desde el concepto maniqueo de bueno y malo, clasificar al “otro” subjetivamente entre estos parámetros, y juzgar cada acto con intolerancia. Debemos entender la cultura en palabras de González cuando afirma que “la cultura consiste en métodos o disciplinas para encontrarse o auto-expresarse […] el objeti- vo de la vida es que el individuo se auto-exprese. La tierra es teatro para la expresión humana; el hombre es cómico; la vida es representación”.10 Hemos mirado a lo largo de estos últimos años en la historia de Colombia al “otro” como el diferente, ese que se plasma en el rostro de mi vecino, mi compañe- ro de trabajo. En cada uno de ellos, que también difieren de mi pensamiento, vemos al otro, al que por intolerancia, y como producto de una cultura que ya casi se acostumbra a la violencia, y que domina por medio del temor a todo el que piensa diferente, lo transformamos en enemigo, señalado muchas veces a priori, discrimi- nado y macartizado, en muchos casos tomando la justicia por mano propia. En conclusión, se ilegitima la democracia, el convenio explícito de construcción con- junta, el sueño de una cultura auténtica que responda a las necesidades de supervi- vencia y recreación de sus habitantes. Mirar nuestra cultura y revisarla es mirar al otro, ocuparse de las cosas de los otros, sus normas, símbolos, sentidos y modos de pensar y actuar. Ésta, sin duda, ha sido tarea preponderante de la antropología. Durante muchos años, numerosos etnólogos han viajado a los rincones más apartados del planeta para documentarse sobre culturas le- gendarias, para describir a otros hombres y mujeres diversos. Hoy la antropología con- temporánea se pregunta ¿acaso el otro, que hemos observado y estudiado, ha sido real- mente Otro?” En esos estudios sobre culturas diversas, de un otro cualquiera, en el fondo subyace una comparación tácita con la cultura del estudioso. Es del yo que habla quien investiga, más que del otro. Recordamos en este punto a Evans Pritchard,11 quien explica que los antropólogos, en su intento por traducir una cultura al lenguaje científico, sólo consiguen traducir patrones culturales, no logran plasmar por completo la realidad de una comunidad ni sus relaciones. 10 Fernando González Ochoa, Los negroides, Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1995, pp. 18-19. 11 E.E. Evans-Pritchard —1902-1973—, “Antropología social: presente y pasado”, en: Paul Bohannan y Mark Glaser, ed., Antropología. Lecturas, Madrid, McGraw-Hill, 1993. 33
  • 34. Universidad, cultura y sociedad Por otra parte, Robert Darnton, en conversación con Pierre Bourdieu y Roger Chartier,12 sostiene que la verdadera pregunta sería: “¿cómo pensar el mundo simbólico del otro?” Es casi como preguntarse: cómo ser el otro. Resolver esta pregunta representa la superación de la mera comprensión del otro en “mis términos”. Es decir precisamente conseguir ser el otro y permitir que sea su lenguaje el que lo explique. No una simple traducción de su cultura en los términos impuestos por otro dominante. El intercambio de visiones sobre el mundo facilita una mirada holística exenta de prejuicios, es necesario experimentarlas al asistir a sus manifestaciones culturales y esta- blecer vínculos con ese “otro”. Es importante el intercambio, porque al salir de la comu- nidad a la que se pertenece y que lo constituye esencialmente, el participante percibe los cambios, las transposiciones de valores, usos y costumbres, modos de comunicarse, etc., y se ve obligado a hacer el esfuerzo por despegarse de aquellos que le son familiares. Al salirse de la rutina puede ver lo escondido. Sucede como cuando se inicia el aprendizaje de una lengua diferente a la materna, que a medida que uno se interna en su estudio va entendiendo también la estructura y la lógica de la propia. LA ALDEA GLOBAL: UN RETO A LA IDENTIDAD El reto de la aldea global nos propone participar, pero debemos preguntarnos en este punto ¿cómo vamos a participar?, ¿en qué condiciones está dado este diálogo?, ¿cuál es nuestra propuesta cultural para establecer un intercambio cultural?, ¿será un diálogo entre iguales, o quizás será una relación continua de inferioridad? Leer nuestra historia y aprender de ella en un esfuerzo de autorreflexión es lograr entender que nuestro presente es consecuencia de hechos olvidados, minimizados, aún no resueltos. Uno de los mayores problemas que sufre nuestra cultura —cita González— es decir que […] cada pueblo sufre el complejo de ilegitimidad respecto de los que le precedieron en la manifestación de la individualidad, […] En cuanto negros, somos esclavos, propiedades de europeos, fuimos prostituidos. En cuanto indios, fuimos descubiertos, convertidos; discutie- ron si teníamos alma; rompieron nuestros dioses; nos prostituyeron moral, religiosa y cientí- ficamente. En cuanto españoles, somos criollos, sin poder probar la fuerza de sangre. Lo peor, que somos mezcla de las tres sangres; ocultamos como un pecado a nuestros ascen- dientes negros e indios. Somos seres que se avergüenzan de sus madres, o sea somos los seres más despreciables que pueda haber en el mundo. En realidad, tal mezcla es un bien; pero en la conciencia tenemos la sensación de pecado. Vivimos, obramos, sentimos el complejo de ilegitimidad […] Mientras simule, será inferior. La grandeza nuestra llegará el día en que aceptemos con inocencia (orgullo) nuestro propio ser. El día en que, mediante la 12 Documento “Diálogo a propósito de la historia cultural. Conversación entre Pierre Bourdieu, Roger Chartier y Robert Darnton, a propósito del libro de éste, titulado: The great cat massacre and other episodes in French cultural history», Nueva York, Basic Books, 1999. 34
  • 35. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l cultura practicada en esta Universidad, el grancolombiano manifieste su individualidad mulata desfachatadamente; ese día habrá algo nuevo en la tierra, habrá un aporte nuevo al haber humano.13 Este proceso de autorreflexión debe basarse además en el aprendizaje de saberes ya dominados, incentivar en cada individuo la participación, transformación y adaptación de nuevos conocimientos para recrear la propia cultura. La propuesta consiste entonces en no perder el sueño conjunto de concebir en lo colectivo la reproducción cultural, y encontrar en ella el sello de identidad que la diferencia dentro de la aldea global y le permite incorporarse al lenguaje universal a partir de ofrecer como alternativa esta dife- rencia. Se escribe la historia para conocerla, para corregir y aprender de los errores, buscando mejorar las conductas y hechos posteriores. Hoy estamos alejados de esa historia, descono- cida para unos y manejada por otros que justifican intereses particulares; no somos dueños de nuestra realidad, no somos constructores de nuestro presente, se olvidan pronto los hechos por la novedad e impacto emocional de lo nuevo que, pocas veces, está contextualizado. Ignorar la realidad, ya sea en forma consciente o inconsciente, permite a cada individuo sobrevivir en un presente que lo agobia. Es la nada la que convierte a los habitantes de este país que recorremos en seres que no recuerdan su historia, que no les interesa conocerla y mucho menos participar de ella; buscan sobrevivir y toman para ello diariamente la dosis de indiferencia, soñando tal vez que la nada no tocará a su puerta, o quizás para cuando lo haga recordarán el poema de Bertolt Brecht: “Primero se llevaron a los comunistas, pero a mí no me importó porque yo no soy comunista, en seguida detuvieron a los obreros, pero no me importó porque no soy obrero, después apresaron a los curas, pero no me importó porque no soy religioso, ahora me llevan a mí y es demasiado tarde”. 13 F. González O. Op. cit., pp. 96-97. 35
  • 36. Universidad, cultura y sociedad BIBLIOGRAFÍA Bohannan, Paul y Mark Glaser, ed., Antropología. Lecturas, (Capítulos: A.R. Radcliffe-Brown 1881-1955 y E.E. Evans-Pritchard 1902-1973), Madrid, McGraw-Hill, 1993. Bourdieu, Pierre, Roger Chartier y Robert Darnton, “Diálogo a propósito de la historia cultural”, a propósito del libro de Darnton The great cat massacre and other episodes in French cultural history, Nueva York, Basic Books, 1999. González Ochoa, Fernando, Los negroides, Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 1995. Harris, Marvin, Bueno para comer, España, Alianza Ediciones del Prado, 1994. Kottak, Conrad Phillip, Antropología. Madrid, McGraw Hill, 6ª. ed. en España, 1999. Londoño R., Hernán, Diccionario de las culturas prehispánicas de Colombia, Medellín Universidad Pontificia Bolivariana, 1998. Muñoz M. Jairo, Antropología cultural colombiana, Bogotá, Unisur, 1990. Nanda, Serena, Antropología cultural, México, Grupo Editorial Iberoamericano, 1987. Pontilla LM, “Antropología y culturas en peligro”, América Indígena, vol. 35, N.º 1 1975, p. 15. Saldarriaga, John, “Rosita tiene olor a tamarindo”, El Colombiano, Vida y Sociedad, 24 de noviembre, 2005, p. 7D. Tentori, Tullio, Antropología cultural, Barcelona, Editorial Herder, 1981. 36
  • 37. C O N F E R E N C I A T R E S III Industrias culturales en Urabá Una mirada desde la experiencia de la Corporación de Arte y Recreación Camaleón de Urabá María Victoria Suaza Gómez* *Artista y pedagoga, directora de la Corporación Camaleón de Urabá 37
  • 38.
  • 39. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l El arte tiene como tarea fundamental evidenciar el paso del hombre por el mundo. En esta acción se entrecruzan intereses sociales; el artista con su instinto creador y su sensibilidad para mirar el mundo se involucra con los cambios del entorno circundante, de tal modo que el arte es un pilar en la transformación de la sociedad. Actualmente el mundo globalizado y el capitalismo despiadado nos plantean un problema no sólo desde lo económico, sino también desde lo social y es ahí precisamente donde adquieren un nuevo significado ele- mentos como la identidad y el sentido de pertenencia. En Urabá nos encontramos con unos artistas enamorados de su tierra y de su folclor, artistas que han entendido el arte como un talento innato que se comparte con sus comu- nidades. Por muchos años en Urabá, los artistas han permanecido a la sombra de adminis- traciones públicas que, en el mejor de los casos, les ofrecen espacios para desarrollar sus actividades y un escaso recurso económico y, como contraprestación, los convierten en ban- deras de sus programas. En el peor de los casos, los han reducido a animadores y recreacionistas de sus fiestas privadas y payasos de sus campañas políticas. Esto, sumado a otros factores que no mencionaré en esta ocasión, ha contribuido a degradar este gremio, y lo ha conducido equivocadamente a adoptar como propias las peleas y contiendas políticas, con la esperanza de cuidar, como dicen algunos, la cucharita. El acelerado crecimiento de la región y la aparición de nuevas propuestas culturales y artísticas, así como la influencia de la dinámica cultural de las ciudades capitales, primor- dialmente Medellín, han obligado a los artistas del Urabá a repensar su oficio. Además, aunque las condiciones económicas de una región que no conoce la cultura del pago por el arte los han obligado a continuar alternando su vocación con sus tareas como el trabajo en las plantaciones bananeras y otros oficios propios de la región, se percibe un gremio (si bien aún no establecido) comprometido con el arte. Desde hace algunos años ya se venían dando cambios importantes en el pensamiento de 39
  • 40. Universidad, cultura y sociedad los cultores y artistas de la región. El resultado fue un proceso de jóvenes artistas, que incluyó la elaboración de propuestas para hacer del arte, además de un oficio digno y remunerado, una propuesta social de impacto para la región. Ya se han hecho pruebas importantes, algunas exitosas, que se han quedado en el tiempo. En el 2001 nació la Corporación Camaleón de Urabá como una estrategia comunita- ria que brindaba, por medio del arte, herramientas para el trabajo con las comunidades. Con las bases del teatro se conformó un grupo de jóvenes en torno a la pantomima, los títeres, la recreación y las artes escénicas. Fue con ella que comenzamos a hablar de gestión, entendida como organización. Comenzamos a ofrecer este trabajo a entidades y empresas, y en el 2001 con los compañeros que orientaban el trabajo de juventud planteamos en po- nencia pública trabajar el arte y la cultura como oportunidad empresarial para los jóvenes en Apartadó. Con los cambios de gobierno desafortunadamente esta propuesta perdió la continuidad necesaria para lograr nuestros objetivos; sin embargo logramos plantear la inquietud y avanzar en la consolidación de Camaleón de Urabá, de modo que desde enton- ces no sólo funcionaba como escuela para los jóvenes, sino también como opción para algunos empresarios del campo bananero que miraron con buenos ojos la idea de apoyar el talento regional. A la fecha y con todo lo que ha significado romper viejos paradigmas en este camino de encuentros y también de desencuentros, hemos logrado claridad frente a varios as- pectos: • Es necesario tener un trabajo de calidad que nos permita acceder a un mercado. • Es necesario avanzar en una pedagogía basada en procesos participativos y de autogestión. • El arte y la cultura deben generar sentido crítico y permitirnos adoptar posiciones ante la realidad. • En Urabá hay gran talento de exportación, pero debemos avanzar en procesos organizativos. • Es urgente consolidar un gremio regional de artistas. • Es urgente integrar educación y cultura, pues si bien se han hecho intentos, todavía no existe ninguna universidad que contemple el programa de artes con seriedad en la región. Camaleón de Urabá sigue articulando esfuerzos con instituciones públicas y priva- das para acercarnos a los objetivos propuestos. Hemos entendido además que la cua- lificación permanente mediante procesos de formación y su integración a nuestra idea de sociedad puede ser la clave mágica para llevarnos a construir en Urabá una sociedad más justa, equitativa y por lo tanto más abierta para posibilitar una sana convivencia y 40
  • 41. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l relaciones más armónicas en nuestra región. De igual modo, dignificar la vida de los jóvenes artistas a través de un modelo pedagógico que además tenga las características de un proyecto productivo es el reto de la Corporación Camaleón de Urabá. INDUSTRIAS CULTURALES: AMENAZA U OPORTUNIDAD El convenio Andrés Bello define tres tipos de actividades económicas dentro del sector cultural: • Actividades ligadas con la producción del sector público. • Actividades indirectas estrechamente ligadas a las anteriores (uso y difusión, creacio- nes culturales como la impresión). • Principales insumos y vehículos de transmisión de las actividades anteriores. Más específicamente, un estudio de la Universidad de los Andes y el Ministerio de Cultura, dirigido a para determinar el crecimiento de las industrias creativas en Colom- bia, las divide en los siguientes subsectores: • fotografía • arquitectura • cine y video • libros, folletos, revistas, periódicos. • arte • diseño de interfaz • música • artes escénicas • diseño de moda • patrimonio • artesanías • diseño gráfico • publicidad • diseño textil • televisión y radio Una de las debilidades de Urabá para asumir las industrias culturales como una oportu- nidad es precisamente la educación de los artistas. El artista de hoy debe ser un profesional formado en escuelas y universidades; aunque la posesión de un título no expresa las posibi- lidades artísticas de un creador, sí marca una diferencia. A la luz de la oferta de formación en nuestro medio, se nos plantea el arte desde dos perspectivas: las bellas artes o el folclor. Por otro lado, entendemos que el arte como oficio se rige por principios económi- cos, y no olvidamos que si bien su producto no es una mercancía ordinaria, está sujeto a las leyes del mercado. Por lo tanto, los artistas debemos reflexionar siempre sobre nuestro quehacer social; para producir arte se requiere entender la historia y proyectarse en el tiempo. Así, debemos asumir que nuestra producción está determinada por los principios de la oferta y la demanda, el comportamiento y el consumo culturales, y se inscribe en la categoría de los bienes culturales. Como tal, son bienes de consumo que vehiculan ideas, valores simbólicos y formas de vida. Se incluyen aquí libros, revistas, productos de multimedia, grabaciones de películas, videos, artesanías, etc. Su comercialización está marcada por las limitaciones cuantitativas. La gestión de tales producciones debe tener en cuenta también una infraestructura, 41
  • 42. Universidad, cultura y sociedad una organización, las políticas culturales vigentes, un portafolio de servicios, un presupuesto para la producción basada en proyectos, y otros recursos necesarios. La suma de esto genera una industria. Para ello, debemos plantear una organización que se enfoque hacia un mercado específico: local, regional, nacional o internacional. En medio de esto no pode- mos olvidar que a Urabá se le presentan cambios importantes, retos deseados o impuestos por un estrepitoso “progreso” que no va a la par con la realidad social de la región. Algunas circunstancias que han limitado la actividad cultural en Apartadó, mencionadas en el Plan Decenal de Cultura del 2001, son: • La violencia, tanto presente como en la forma de secuelas de la guerra vivida en nues- tra región, que no deja a los jóvenes otra opción que enrolarse en grupos armados de diferente índole. • La indiferencia de la comunidad y de las entidades a cargo limitan la posibilidad de hacer del arte una industria y un proyecto económico para los jóvenes en Urabá. • La ausencia de universidades en la región para profesionalizarse en el ejercicio del arte. • El monopolio de las casas de la cultura por los gobiernos de turno. • La carencia de espacios y opciones para los jóvenes en su tiempo libre. • La ausencia de políticas culturales claras y de un consejo municipal de cultura. • La distancia del centro del departamento, que dificulta el avance tecnológico y por tanto la comunicación y la información. Revisando lo anterior, podemos concluir que es necesario trabajar conjuntamente desde diferentes instancias para elevar la categoría de los productos artísticos y culturales. Al hablar de instancias, me refiero a los organismos públicos y privados; ésta es una tarea y un compromiso no sólo con la región, cuna de grandes talentos, embajadores culturales de nuestro país en el mundo entero. Debemos trabajar juntos por crear políticas claras que contribuyan a que menos artistas, cultores y artesanos tengan que salir de su tierra para ver valorada su actividad. Así mismo, no podemos olvidar que las oportunidades que plantea la construcción de industrias culturales exigen preparación. Esto implica un cambio de actitud frente a nuestro oficio: indagar, conocer, estudiar, mantenernos actualizados y, por supuesto, iniciar un proceso de organización desde nuestras iniciativas culturales. Lo anterior nos demanda otras tareas adicionales: • Entender el campo en el que nos movemos sin alejarnos de nuestra identidad y de la realidad de nuestro contexto. • Identificar el sector cultural: quiénes forman parte de él, cuáles son los obstáculos, cuáles son las ventajas. • Apropiarnos de la lógica cultural que se manifiesta de la siguiente manera: -de la representación a la creación: profesión; -de la celebración al espectáculo: público; -de la homogeneidad a la multiculturalidad: legislación. 42
  • 43. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l En el campo de la legislación es importante conocer la Ley General de Cultura, la Constitución Política, el Programa Nacional de Concertación. Éstas y otras marcan una ruta de acción para nuestro oficio. PARTICIPACIÓN EN EVENTOS CULTURALES COMUNITARIOS: El grupo Camaleón Títeres y Teatro de Urabá ha participado en diferentes espacios como: • Apoyo artístico a las campañas de Apartadó Civismo la verdadera Urabá, 2002 • Apoyo artístico a la campaña de cultura ciudadana de la administración municipal, 2002 y 2003 • Fiestas del río, Mutatá, 2002 y 2003-2006 • En el séptimo Encuentro Nacional Comunitario de Arte Joven, Medellín, 2002 • Fiestas del coco, Necoclí, 2003 • Ganador V Festival Municipal de Teatro, 2002 - 2003 • Urabá en el tercer milenio, encuentro comercial, 2002 • Mes de la solidaridad, Cordesu Apartadó, 2002 - 2003 - 2004 • Colombia en el planeta, 2002 - 2003 • Festiarte Triganá, Turbo, 2003 • Urabá en el planeta, 2002 - 2003 - 2004 - 2005 • Festival del truequiando, Apartadó, 2002 • Lanzamiento del proyecto de Mana, Carepa y Apartadó, 2003 • Urabá vibra en Medellín, Medellín, 2002 y 2004 - 2006 • Agroexpo, Bogotá, 2003 • I encuentro departamental de artes escénicas: Laboratorio teatral, San Carlos, Antioquia, 2003 • Festival internacional de mimos Mímame, Medellín, 2003 • Titirifestival, Medellín, 2003 y 2004 - 2005 (ganador con la obra Tierra del Sol) • Encuentro regional de danzas folclóricas, Apartadó, 2002, 2003 y 2004-2005 • Celebración día del niño, la niña y la recreación, 2005 • Jornadas de salud ocupacional Prosalud, 2005 • Feria del libro Apartadó, 2005 • Celebración de las familias afrodescendientes Comfama, 2005 • Encuentro comunitario de teatro, Medellín, 2005 • Encuentro comunitario de teatro y títeres región de Urabá, 2005 • Proyecto vigías de paz, Bogotá y Villa de Leiva, 2005 • Acompañamiento artístico a los encuentros culturales de la comunal San Jorge, orga- nizadas por Corbanacol y el BID, 2004 - 2005 • Elaboración de mapa de riesgos en Urabá, proyecto articulado con la OIM, 2005 43
  • 44. Universidad, cultura y sociedad • Festival regional de teatro San Juan, 2005 (obra ganadora) • Expo comercial, 2005 • Feria Artística El Cruce, Bogotá, 2005 • Navidad en familia, Apartadó, 2005 • Participación en el festival Movida Joven, Cundinamarca, 2006 • Urabá Vibra en Medellín, 2006 • Laboratorio Teatral San Carlos, 2006 • Festival de Teatro del Oriente Antioqueño • Cofraternidad Amazónica en Amazonas, 2006 • Festival de Títeres, Cartagena, 2006 • Cruce artístico Vigías de Paz, Bogotá, 2006 • Jornada de intercambio de saberes Artísticos, San Andrés Islas, 2006 • Feria del emprendimiento Sena, 2006 • Navidarte, 2006 VALORES INSTITUCIONALES: • Trabajo continuo con la comunidad • Promoción y fomento de los valores artísticos de la comunidad • Promoción de espacios de convivencia pacífica y tolerancia • Respeto por la diferencia • Amor • Dignidad OBJETIVOS CORPORATIVOS • Formación integral de niños(as) y jóvenes a través del arte y la cultura • Promoción de la identidad y la idiosincrasia de la región de Urabá • Contribución directa a una mejor calidad de vida de los participantes del proyecto y, de forma indirecta, a la de sus familias y la comunidad en general • Trabajo permanente en la proyección de las diferentes disciplinas artísticas • Desarrollo, mediante la investigación y la capacitación, de las metodologías adecuadas para la enseñanza y la práctica de la recreación y las artes. CARACTERÍSTICAS DE LA ORGANIZACIÓN Tipo: Organización cultural comunitaria Ámbito territorial: Serranía, Comuna 4, municipio de Apartadó, Antioquia, Colombia. COMPONENTES Programas para el cumplimiento de nuestra misión: • Coordinación interinstitucional para la gestión cultural 44
  • 45. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l • Proyección y cualificación de grupos artísticos de la región • Asesoría y asistencia en la ejecución de proyectos e iniciativas culturales y artísticas • Acompañamiento académico e integral al semillero infantil y juvenil • Desarrollo socio-cultural: con el objetivo de cualificar y mejorar nuestras condiciones de vida en comunidad, se trabaja en los proyectos: • Vacacionarte: la calle como un lugar que convoca para el encuentro con los otros, toma lúdica donde se intercambian conocimientos en la interlocución de jóvenes, niños(as) y adultos mayores en un encuentro de vida y esperanza. • Cultura ciudadana: generar actitudes positivas mediante la sensibilización con el entorno y con los demás para consolidar una sociedad más armoniosa y justa para todos(as). • Chocolarte: recuperar la memoria cultural es un acto de amor por lo que somos y hace- mos. Pone en un chocolate el pretexto para reconstruir valores de identidad y pertenencia en la interlocución con adultos mayores. SUEÑOS QUE SE HAN HECHO REALIDAD: ALIANZAS Y COMUNICACIÓN EN RED CON OTRAS ORGANIZACIONES DE NUESTRO MUNICIPIO Y EL DEPARTAMENTO • Titirifestival: Articulación Manicomio de Muñecos, trabajo en red con Colombiatíteres. Primer festival regional de títeres en el 2004, con una amplia convocatoria y más de cuatro mil espectadores. • Día Internacional del Teatro: articulación con otros grupos y organizaciones culturales de la región. A la fecha hemos realizado tres versiones de este evento, de los cuales el de mayor acogida fue el del 2005; no sólo por los grupos artísticos que se presentaron, sino también por la asistencia masiva de la comunidad. • Urabá en el planeta: municipios del eje bananero, Fundauniban y el departamento, a través de la gobernación. En la actualidad, el proyecto cobija a 110 jóvenes en la región de Urabá, entre quienes se evidencia el liderazgo de los integrantes de la corporación Cama- león. • Red de teatro en comunidad: organización nacional que busca cualificar y apoyar el traba- jo en red. En el 2005 se realizó el primer encuentro comunitario de teatro y títeres región de Urabá, con la participación de grupos de Argentina y Cuba, alternando con grupos nacionales y regionales. Para este evento la corporación Camaleón contó con el apoyo de otras instituciones culturales, como la corporación Cuarto Creciente, de Turbo. • Proyecto CIFAC (Centro de Iniciación y Formación Artística y Cultural): por medio del arte busca promover procesos de ciudadanía y crecimiento humano. Funciona como escuela itinerante en los municipios de Chigorodó, Carepa, Turbo y Apartadó. Es patro- cinado por la fundación social de Banacol, Corbanacol. A la fecha hay 174 jóvenes bene- ficiados directamente por el proyecto. • Proyecto Vigías de Paz: en articulación con la Universidad Nacional de Colombia y con 45
  • 46. Universidad, cultura y sociedad Camaleón como coordinador en la región, hemos logrado hacer del arte una estrategia de paz y convivencia, y contribuir a la creación de corporaciones y entidades culturales, como es el caso de Múcura en Chigorodó y Cuarto Creciente de Turbo, entidades que conocemos con el nombre de nichos. 46
  • 47. MÓDULO 4 IV LAS POLÍTICAS PÚBLICAS COMO ELEMENTO FUNDAMENTAL DE UNA CULTURA POLÍTICA abierta C Á T E D R A Universidad, cultura y sociedad
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  • 49. C O N F E R E N C I A U N O IV Cultura política: diseño de políticas públicas bajo un enfoque de gobernanza Luisa Fernanda Cano Blandón* *Abogada Universidad de Antioquia, Especialista en Políticas Públicas de la FLACSO México 49
  • 50.
  • 51. U n i v e r s i d a d d e A n t i o q u i a • Vi c e r r e c t o r í a d e E x t e n s i ó n • D i v i s i ó n d e E x t e n s i ó n C u l t u r a l INTRODUCCIÓN Esta presentación sobre “las políticas públicas como elemento fundamental de una cultura política” pretende hacer un breve recorrido por el concepto, presupuestos y etapas de lo que se ha venido a denominar “gobernar por políticas públicas”. Esto se logrará desde dos marcos conceptuales distintos: la nueva gestión pública y la nueva gobernanza democrática. En la primera se abordará el tema de las políticas públicas y en la segunda la gobernabilidad y la gobernanza como respuestas a la limitación de capaci- dad y de eficacia directiva de los gobiernos. La primera pregunta que se busca responder es ¿por qué y cuándo es pertinente un gobierno por políticas públicas? Históricamente, la crisis del modelo de estado social de derecho, el crecimiento des- medido del Estado, el déficit fiscal y la falta de respuesta a la satisfacción de las necesida- des materiales de la población por medio de los llamados derechos sociales evidenciaron el requerimiento urgente de acotar, racionalizar y focalizar la acción gubernamental, partiendo de una realidad económica dominada por la escasez y la limitación de poder y de recursos. Se entendió, entonces, que cada decisión pública consume recursos políti- cos y fiscales y representa un costo de oportunidad evidenciado en la desatención o no- intervención en otros asuntos. La crisis del estado social, que más podría ser considerada una crisis de los gobiernos de turno que del modelo de estado social como tal, constituyó un llamado de atención sobre la falta de abundancia. El remedio que propone el enfoque de políticas públicas frente a esta carencia es la intervención gubernamental eficiente y focalizada. Se impuso entonces la necesidad de un gobierno ilustrado, basado en la razón y cuestionado por ella misma, siguiendo la propuesta enunciada por Harold Lasswell en 51