2. Vino Jesús de Nazaret,
de Galilea, y Juan le
bautizó en el Jordán.
Y al salir del agua, vio
abrirse los cielos y al
Espíritu, descendiendo
en forma de paloma,
y posarse sobre él.
Y se oyó esta voz
del cielo:
Tú eres mi hijo, mi
amado, en ti
encuentro mi alegría.
Marcos 1, 7-11..
3. Dios Trinidad se muestra a los hombres. En el
Jordán, el Padre reconoce a su Hijo, el amado;
y el Espíritu Santo desciende sobre él. En Jesús,
todos somos hijos amados de Dios.
4. Cuando decimos sí a su llamada, Dios se
regocija. Cuando nos lanzamos a nuestra misión
evangelizadora y también los cielos se abren
para derramar su amor sobre nosotros.
5. Juan Bautista es un
profeta grande
pero humilde.
Proclama al que ha
de venir, y
reconoce que el
que viene es más
que él. Sabe
apartarse para que
Jesús, ya maduro y
adulto, inicie su
tarea.
6. Qué importante es saber retirarse a tiempo para
dejar que otros crezcan. Los padres respecto a
sus hijos, los profesores con sus alumnos, los
políticos con sus ciudadanos… Deben confiar en
ellos.
7. Ante Dios, somos instrumento de una gran obra
que nos sobrepasa. Somos herederos de una
cultura cristiana y hemos de pasar el relevo a
nuestros sucesores para que nuestra misión
continúe en el mundo.
8. Jesús se consagra en el Jordán. Ha pasado su
juventud en Nazaret, con su familia, creciendo
en el amor. Ahora es un hombre lúcido y
maduro, lleno de una profunda convicción,
unido fuertemente al Padre. Está preparado.
9. Se siente Hijo del Padre. El sentimiento filial es
vital para su tarea. Puede llevar el Reino de
Dios al mundo porque ya está en él: Jesús
desvela el rostro amoroso de Dios a los
hombres.
10. El cielo rasgado en la
cultura judía significa
un momento de
comunicación de Dios
con su criatura. La
Trinidad completa se
cierne sobre el
Jordán: Padre y
Espíritu acompañan al
Hijo en este momento
de consagración.
11. Este es mi hijo amado, mi predilecto.
Dios confía en él y encuentra en él su alegría.
Y el Espíritu Santo le confiere toda la
fuerza para convertir su vida en un eco de
la suave y penetrante palabra de Dios.
12. La suavidad, como un agitarse de alas,
permitirá que su mensaje de fuego cale en los
corazones que buscan, hambrientos de Dios.