John Turner visita el valle nacional a fines de 1908 y se hace amigo de jefes y policías locales. Durante su estadía, se entera de que la esclavitud sigue vigente en la región, donde los hombres son capturados por pequeños delitos y vendidos como esclavos en plantaciones de tabaco. También observa a grupos de hombres desterrados que sobreviven comiendo tortilla y chile. Más adelante, se separa de los esclavos y continúa su viaje a la capital del distrito, donde otros viajeros le advierten que
1. Capítulo 5 – En el valle de la muerte
Cuando John Turner visita valle nacional a fines de 1908, aprovecho para visitar algunas haciendas,
usando la misma estrategia que en Yucatán, de ser un comprador de Fincas, aquí se hace amigo de
jefes y de policías. Después llego a Tuxtepec con una carta personal otorgada por Rodolfo Prado
para cada uno de los subordinados que el pudiese encontrar en su camino. Así es como paso sus
primeros días, como un huésped del presidente.
Se encuentra con un contratista que le dice que los días de esclavitud aún siguen vigentes en
aquella región. Y más tarde lo comprobaría ya que vio como llevaban a un hombre a la cárcel, con
una reata amarrada al cuello, ya que esta era la manera más sencilla de apoderarse de ellos.
Visito la selva, y unas cañadas en las que se pudo dar cuenta de la presencia de plantaciones de
café, platanares y árboles de caña de azúcar. Al sentarse a platicar con los desterrados el autor
pudo conocer prácticamente cada una de sus historias, así como observar que sus principales
alimentos eran tortilla y chile. La mayoría eran de Pachuca, capital del estado de hidalgo; debido a
que eran enviados ahí por la voluntad del jefe de aquel distrito. Se enteró que el jefe de Pachuca
tiene contratos con algunos propietarios de plantaciones de tabaco, en el cual está dicho que
tienen que entregar 500 trabajadores sanos y capaces de realizar el trabajo duro y venderlos a 50$
cada uno, el jefe es capaz de conseguir buenas tarifas, para así poder pagarle algo al gobernador
de estado. Los hombres que aquí se negocian generalmente son obtenidos debido a que se les
aprende en la calle y se les encarcela hasta que se junta un buen grupo, y son enviados a la selva a
trabajar. John Turner se sorprendió por los relatos de aquellos hombres, porque parecían razones
muy tontas para que hubieran sido encarcelados, pero realmente eso paso debido a pequeñeces
como las que los esclavos les decían.
En el Hule, al cual llamaban la puerta del infierno mexicano fue donde John Turner se separó de
los esclavos para encaminarse a la capital del Distrito
Al otro día de su llegada, mandaron unos policías a que les trajeran unos caballos para su viaje. Es
aquí donde encuentran a otros viajeros a los que les decidió preguntar, si es que escapaban, pero
este le respondió que sí, que algunos lo intentaban, que el mejor camino era por el rio, ya que se
ofrece una gratificación de 10$ por cada fugitivo capturado, es por eso que debían esconderse de
todos, y aunque el fugitivo lograse salir del valle, se encontrara con el enganchador “Tres gallos”
que lo hará volver, y así cobrar su recompensa.
Después de esto John Turner en compañía de Rodolfo Prado entran a Jacatepec, donde les es
posible poder observar de nuevo a otra cuadrilla de esclavos. Lo más curioso es que donde quiera
que se detuviera lograba inducir a la gente con preguntas un tanto descuidadas con lo que podía
obtener información muy valiosa y de buenas fuentes, ya que escuchaba las opiniones de
prácticamente todos. Es así como se dio cuenta que los españoles eran quienes golpeaban a la
gente hasta hacerlos morir, y que la gran mayoría de las haciendas tabaqueras pertenecían a
españoles, los cuales a diario se enriquecían con el tabaco de Valle Nacional. También se enteró
que muchas veces los propietarios dejaban morir a sus esclavos y escasas veces eran castigados
por ello, ya que de muchas maneras tenían la protección de la ley. Así como también se enteró de
que no solían apresar a vagabundos norteamericanos, ya que eran malos trabajadores y morían a
los pocos días, sin embargo cuando estos lograban escapar y denunciaban a los propietarios con
los embajadores de Estados Unidos, en México, solo así se podía lograr la aprensión del
propietario.