El documento describe los primeros descubrimientos del hidrógeno. Los alquimistas observaron en el siglo XVI que cuando el ácido sulfúrico actuaba sobre limaduras de hierro se desprendía un gas combustible de naturaleza desconocida. Más tarde, en 1766, Cavendish observó que este gas era diferente a otros gases inflamables y lo llamó "aire inflamable", aunque erróneamente supuso que procedía del metal en lugar del ácido.