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LA TRASCENDENCIA HUMANA
Y LA SOCIEDAD PERFECTA
JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA QUE
  HA CONVERTIDO EL CRISTIANISMO EL RELIGIÓN BASURA.




DE OPTIMO REPUBLIQUE STATU DE INSULA UTOPÍA


                                RODOLFO PLATA LÓPEZ
PORTADA: Grabado perteneciente a la primera edición de: “De optimo reipublicae statu de que nova
insula Utopia” (1516), obra del pensador y político inglés Tomás Moro, prosa satírica de carácter
social y político, creó con ella una nueva palabra (utopía: sociedad perfecta que existe solo en
proyecto) y un género literario y filosófico. Su invención de una república ideal se enmarca en el
humanismo renacentista de su época.


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y otros registros anteriores y posteriores


Es voluntad del autor declarar esta obra patrimonio cultural de la humanidad; y por ello de
antemano se denuncia la nulidad de las cláusulas de adhesión que violen nuestra voluntad irrevocable
de otorgar gratuitamente el permiso para traducir y editar la obra completa e inalterable en todos los
idiomas y países, a todas las instituciones, organismos y organizaciones, públicas, políticas, gremiales
o altruistas que deseen promoverlo o distribuirlo, y nuestra anuencia a que las bibliotecas públicas lo
presten e impriman foto copias a sus afiliados, y las escuelas, institutos y universidades lo usen como
texto de consulta. Y solo nos reservamos los derechos de autor para usos comerciales.



DEDICATORIA: A mis hijos Rodolfo Miguel, León Felipe y Luis Alonso, por la
entereza, confianza y amor con que enfrentaron los rigores de la austeridad y las
difíciles pruebas que nos deparo el destino durante los veinticinco años que me
dedique tiempo completo a elaborar este estudio. Y mi profundo agradecimiento a
Rudy por trasformar un burdo manuscrito en un obra aceptable, y el muchísimo
tiempo dedicado a promoverlo en la web.
JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA.

I.- INTRODUCCIÓN

 La importancia capital de la crítica a la doctrina judaizante de la Iglesia, radica en que nos
aporta los elementos de juicio necesarios para darnos cuenta del fatal error que cometió
Pablo en sus epístolas al cercenar la naturaleza humana de Cristo; cegando a la humanidad
de la posibilidad de alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta practicando el
altruismo, el misticismo y el activismo social intensos; y de la urgente necesidad de corregir
la doctrina de la Iglesia formulando un nuevo cristianismo que no omita sino que acentué la
trascendencia humana de Cristo, que es la enseñanza espiritual más importante para la
humanidad, a fin de que el cristianismo afronte con éxito los retos y amenazas del Islam, el
judaísmo, las corrientes de la nueva Era y la modernidad. Y en este momento crítico, en el
que Europa esta a punto de ser islamizada, nos encontramos ante la disyuntiva de tener que
escoger entre la universalización del mensaje de Cristo formulando un cristianismo laico, o
reafirmando el exclusivismo de la religión judeo cristiana. Esta problemática, es el objeto de
la siguiente crítica a la doctrina judaizante de la Iglesia.


I,1.- IMPERATIVOS QUE JUTIFICAN Y EXIGEN URGENTEMENTE UN NUEVO ENFOQUE
DEL CRISTIANISMO, A EFECTO DE ACTUALIZARLO, RENOVARLO Y ENFRENTAR
CON EXITO LA CRISIS DE LA MODERNIDAD

Respecto a la actual crisis de la fe, la Iglesia y el cristianismo, puede decirse que el consenso
es total. Hay diferencias en cuanto a su interpretación y a su significado, pero no, en cuanto a
su realidad. Son muchos los indicios que lo atestiguan: 1: La deserción de grandes
multitudes, a causa del nihilismo generalizado de nuestra sociedad. 2: La lucha intestina
entre “conservadores -VS- modernistas”. 3: El conflicto entre “la Iglesia -VS- el Estado”. 4: El
conflicto entre “el clero -VS- la sociedad secular y laica”. 5: La lucha intestina entre las
Iglesias __Entre los imperativos impostergables podemos citar 1: La necesidad de evitar la
muerte anunciada de la Iglesia y el cristianismo. 2: La necesidad de anular la creciente
judaización del Cristianismo. 3: La necesidad de impedir la creciente islamización de Europa.
4: La necesidad de actualizar el cristianismo enmarcando las enseñanzas de Cristo en el
fenómeno espiritual de la transformación humana a fin de resolver la controversia entre “la fe
-VS- la razón”. 5 La necesidad de enfatizar el carácter universal del mensaje de Cristo,
cristianizando las corrientes de la Nueva Era. Entre los imperativos morales se encuentra la
necesidad de 1: El derecho a ser educados en la verdad y los valores supremos de la
trascendencia humana y la sociedad perfecta que nos desarrollan espiritualmente y nos
permiten alcanzar la supra humanidad, y no en los convencionalismos sagrados de Israel
que truncan nuestro desarrollo espiritual e impiden alcanzar la sociedad perfecta, aduciendo
falazmente que son valores dictados por Dios. Todo lo cual hace patente la necesidad un
nuevo enfoque o reformulación del cristianismo, porque la religión tal como la hemos
conocido, ha entrado en crisis al no resistir los embates de la modernidad, a causa del
progreso científico que pone entredicho las explicaciones fantásticas de la religión, perdiendo
su credibilidad. Son varias causas las que hacen crisis. Señalaremos algunas remitiéndonos
únicamente a la religión cristiana en Occidente en donde se hace evidente que la doctrina
milenaria esta fuera de época y de cultura.

En la prehistoria la religión había dado respuesta a los fenómenos que se dan en cosmos, la
naturaleza, el hombre, la vida en el más allá y de todo lo que aparecía como trascendente:
origen y sentido de las cosas y del universo, sentido de la historia y del ser humano, fuente
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del comportamiento moral, explicación de la vida y de la muerte, postulación de una vida
eterna, atribuyéndolos a la acción y voluntad divina; así es como se han configurado las
religiones teístas. Recurriendo a una supuesta revelación religiosa y al autoritarismo
pontificio para imponer como dogmas y ley obligatoria sus explicaciones teológicas
inaceptables para el hombre y mujer modernos. Es por ello, que la religión de creencias se
había configurado como antropología espiritual, epistemología, cosmología, moral y visión de
la historia. Pero estas diferentes configuraciones de la religión de creencias, son
precisamente las que han entrado en crisis; por ello las iglesias están vacías. Porque para el
hombre y mujer modernos, las explicaciones bíblicas de las mismas resultan increíbles. Y no
es, porque al ser humano actual no tenga en gran estima la religión en su especificidad, sino
porque la explicación de los fenómenos que se dan en el cosmos, la naturaleza y el hombre,
que postula la religión de creencias como palabra de Dios, son fenómenos naturales cuyas
explicaciones y aplicaciones para el bienestar de la humanidad, son competencia de la
ciencia, y por ello, tienen que ser científicas, no de fe. La manera tradicional de ser y de
funcionar de la religión de creencias fue convincente durante siglos e incluso milenios, pero
ya no lo es más. La moral judeo cristiana que parecía llamada a permanecer religiosa para
siempre, al ser compatible con la revelación y el dogma, ha dejado de serlo para convertirse
en competencia filosófica, argumental, procedimental y, por lo tanto, científica; ya que en la
modernidad, ninguna moral puede reivindicar ser a priori la correcta, menos aún apoyándose
en la autoridad de una revelación. Hoy la moral que necesitamos, tiene que ser coherente
con la realidad; es decir debe ser construida a partir de la misma realidad de un mundo
globalizado, tan plural y diversa en sí y en sus interpretaciones, que sea aceptada
genéricamente, al ser atea, incluyente, laica, secular y sincretista, en sus visiones, retos y
opciones (Vg. Los derechos humanos); y todo ello en un proceso de prueba y error, como
cualquier otro conocimiento de naturaleza interpretada y aplicada.

La ciencia actual, al derrumbar las concepcioness bíblicas de la cosmología, antropología,
concepción de la historia y de la moral, propios de la cultura primitiva hebrea, sobre los
cuales la religión en sus contenidos y funciones se montaba y articulaba, e incluso con
muchos de los cuales se identificaba; explicaciones e interpretaciones de la doctrina
elevados a dogmas, también se cayeron con ellos. Este es el fenómeno al que estamos
asistiendo actualmente. Es una crisis en la naturaleza de los contenidos bíblicos, en sus
interpretaciones, en su estructura y en su realidad, al no ser aceptables para el hombre
moderno; o sea en el fondo, es una crisis de la religión de creencias concebida como
revelación y, por lo tanto, aceptada acríticamente; en pocas palabras, es una crisis de la
religión como creencias. Por creencia normalmente se entiende la aceptación acrítica de
enunciados bíblicos sin comprobar si son ciertos, debido a que supuestamente son mandatos
divinos que fueron escritos, inspirados y revelados por Dios. Esta es la religión que ha
entrado en crisis al ser desacreditadas las palabras atribuidas a Dios; y es lo llevo a
Nietzsche a exclamar ¡¡Dios ha muerto!! lo cual implica directamente un acontecimiento
actual, implica la negación de las ideas, las normas, los principios y los fines. En definitiva, la
negación de todos los valores. El derrumbamiento del reino de valores, del mundo
metafísico, del mundo del hombre moderno. No solo es el progreso de la ciencia lo que ha
contribuido a la crisis actual. La transformación de la cultura ha dejado sin el soporte
adecuado de credibilidad a la religión.

En la cultura actual en todo lo que son valores, la experiencia es la fuente de acreditación y
validación, pero el judeo cristianismo no es presentado como tal. Aquí hay una explicación de
la crisis en términos de una transformación cultural, así como de su superación. No hay
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experiencia de lo religioso sin experiencia del mundo espiritual, hay que redescubrirlo para
poder conectar convincentemente la religión con la experiencia espiritual. Atrás queda el mito
como forma de pensar, con su empirismo y sus tabúes, y lo que se abre por delante es un
pensar consciente, reflexivo y crítico, en categorías de totalidad y de universalidad y, por
consiguiente genérico. El producto de este pensar y de la nueva conciencia, conforma de un
abanico de enfoques y opciones que pueden ser de naturaleza religiosa, cósmica, metafísica,
filosófica, científica o terapéutica, enmarcados en el fenómeno de la transformación humana,
donde éstos se estructuran en la doctrina y teoría de la trascendencias humana y la sociedad
perfecta. Esto le permite a los nuevos enfoques, liberarse del espacio y apoderarse del
tiempo, adquiriendo de esta manera una vocación y una capacidad universales, vinculadas a
una conciencia nueva de ser y de situarse en el cosmos, en el mundo y en la historia.
Identificados como corrientes de la Nueva Era por su carácter humanista, laico, sincretista y
terapéutico, y porque se estructuran y configuran como elementos de la triada preteológica:
fenomenología o experiencia, explicación o razonamiento, y aplicación terapéutica.

Por su parte, las religiones deístas, siguieron permaneciendo vinculadas a sus referentes
míticos, mágicos y empíricos arraigados en sus viejas tradiciones, cultura e ideología
particular, que tienden a olvidarse al paso del tiempo para dar paso a una cultura y
civilización universal en un mundo globalizado e intercomunicado por la web. Es decir,
también podemos explicar la crisis de la religión como un choque de culturas, entre la cultura
primitiva hebrea y la cultura occidental moderna. Cuyo efecto transformador significó una
auténtica revolución cultural que marcó un antes y un después, un auténtico parte aguas en
las religiones del mundo, al que Jaspers se refiere con la expresión «tiempo-eje» similar al
parte aguas, antes y después de Cristo. En pocas palabras, para la religión organizada esta
comenzando una nueva transformación vinculada a un nuevo «tiempo-eje» a causa del
choque de civilizaciones y culturas que se da en la modernidad. Así, nos damos cuenta que
la religión que está en crisis es la religión anquilosada en las tradiciones ancestrales judías y
el fundamentalismo radical; y por ello no es susceptible de transformación. Aquí es
conveniente señalar, que: El cristianismo puro es susceptible de trasformación debido a que
el mensaje de Cristo es universal y eteno; es decir que puede enmarcarse en diferentes
contextos, en diferentes culturas, en diferentes modelos, paradigmas, y religiones; de todas
maneras permanece inmutable, porque es genérico y universal; por ello, pudo injertarse al
judaísmo, crecer junto a la cizaña judía, mantenerse en el oscurantismo judío privado de la
luz de la razón, sin asfixiarse, cegarse o morir. Y puede soportar la luz de la razón, y
enmarcase en el helenismo, el hinduismo, el budismo, el sufismo. Soportar el cambio de
paradigmas, y crecer y desarrollarse en el ateismo, el empirismo, el escepticismo, el
desarrollo humano, el racionalismo, el humanismo, el misticismo, la nueva Era, la
modernidad, la post modernidad y el sincretismo; el reto para los cristianos es avocarnos a
ello separándolo del judaísmo.

 Con respecto a la existencia de la crisis se puede decir que el consenso es total entre los
estudiosos de lo religioso. Hay diferencias en cuanto a su interpretación y a su significado,
pero no en cuanto a su realidad. Muchos fenómenos así lo reflejan. Señalaremos algunos
remitiéndonos únicamente a la religión cristiana en Occidente: En una de sus catequesis
semanales trasmitidas a través de los medios, el Papa, Juan Pablo II, declaró que el infierno
no podía ser interpretado como lugar sino como el estadío mental en el que deviene el ser
humano que se condena. La noticia tuvo sin duda un impacto liberador por su efecto de
catarsis: ¡por fin!, la máxima autoridad de la Iglesia Católica reconocía públicamente algo que
muchos de sus fieles hace años habían cuestionado. Aunque tarde, la noticia tenía un efecto
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liberador, porque la Iglesia, tuvo que aceptar la conclusión a la que por su cuenta ya había
llegado la ciencia moderna; lo cual es evidencia que las Sagradas escrituras y la doctrina de
la Iglesia, no son infalibles, sino que pueden ser sometidas al juicio de la razón, a fin de
indagar que tan sólidos son los cimientos de la fe. En otras palabras, lo que hizo crisis no fue
el contenido dogmático, sino el fideísmo bíblico y la ortodoxia judía; es decir la autoridad
escatológica de las Sagradas Escrituras. De ahí la celebración de la noticia. Más arriba
hablábamos de paneles enteros de contenidos que se derrumban como naipes.. ¿Se podrá
medir el efecto en cadena de una declaración de este tipo? A otras interpretaciones tenidas
en su tiempo por verdades de fe y así transmitidas les puede esperar, si no les ha ocurrido
ya, la misma suerte. Ya entonces se extrajo una conclusión inmediata: si el infierno no es
lugar, el cielo tampoco. Pero sobre todo, ¿se podrá calcular el efecto de pérdida de
credibilidad en la misma función de la autoridad religiosa? Porque aquí es donde se
manifiesta principalmente la crisis. El que conocimientos queden superados, mueran y
desaparezcan, es cosa de todos los días. Las noticias en este sentido cada día, por lo
esperadas, lo son menos. Lo que aquí la modernidad cobra es la caída de un conocimiento
impuesto y mantenido autoritariamente. Si la autoridad que dogmáticamente se legitima entra
en crisis, y del mismo modo toda institución igualmente legitimada, por ejemplo las mismas
iglesias, ¿extrañará que suceda lo que está ocurriendo: la crisis en la pertenencia a las
mismas, la selección personal de las propias creencias reteniendo unos elementos y
rechazando otros, la indiferencia creciente frente a sus mensajes, y una actitud progresiva de
increencia? Los mencionados son otros tantos comportamientos normales, predecibles, y
todos ellos apuntando al mismo síndrome: un malestar creciente con las verdades religiosas
propuestas dogmática, autoritariamente.

Hace crisis lo que no es específico en la religión. Hacen crisis los contenidos de tipo
dogmático y hacen crisis todos los contenidos religiosos que sean y se expresen como
mágicos y míticos. Porque todos ellos, en la medida en que apelan a la autoridad de las
Sagradas Escrituras para que se les otorgue credibilidad, en el fondo están renunciando a su
especificidad, a la experiencia como fuente de validación, para ubicar su competencia en el
dominio de la ciencia y sin guiarse por los criterios y exigencias de ésta sino recurriendo
siempre a la autoridad. Esto es lo que sucede también con los contenidos morales cuando en
su pretensión de verdad apelan a referentes únicos y excluyentes, por ejemplo a verdades y
normas que serían objetivas y válidas para siempre. Todo ello ante el temor de caer en un
relativismo moral. La crisis en la religión no es obra, pues, del positivismo científico o, mejor
dicho cientificista. Es obra de su pérdida de especificidad y de su anacronismo. El desarrollo
del pensamiento científico lo que cuestiona es el error cometido por la religión: su pretensión
frecuente de ser objetiva y empírica, de ser científica, en el mismo nivel de la ciencia. Así, el
infierno como lugar no cayó porque ahora la ciencia lo pueda explicar. Ella no lo puede
explicar. Cayó precisamente en la medida en que se le pretendió explicar como un lugar,
como una realidad física y bajo un modelo físico, aunque fuera de física espiritual. Esto es lo
que cayó. En este sentido la función que cumple la ciencia con respecto a la religión es
impulsar ésta a que descubra su campo, su dominio y su especificidad, y recordarle que su
lenguaje es siempre simbólico, nunca material, por así decirlo. La ciencia más bien está
ayudando indirectamente a la religión a redescubrirse a sí misma mostrándole teórica y
prácticamente cuáles no son sus competencias.

Hace crisis todo lo que es y funciona como no real, como dogmático, y por lo tanto, como
autoritario y excluyente. Así sucede cuando lo que son expresiones propias y legítimas de
una tradición religiosa y por lo tanto se proclaman como monopolio de verdades únicas,
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desconociendo así que todas las grandes tradiciones religiosas tienen, expresadas de
diferente manera, las mismas grandes enseñanzas, el mismo camino, donde se transita en
actitud de sincero aprendizaje unos de otros, y para ello en continuo diálogo y a partir de un
reconocimiento de la igualdad de principio que asiste a todas las grandes tradiciones, los
derechos humanos y la igualdad de genero. Valores que constituyen progresiva evidencia
para el hombre y mujer modernos, de la extemporalidad de la doctrina y el discurso de la
Iglesia. Hace crisis lo mágico en la religión. Hace crisis la oración y el culto entendidos y
practicados como un pedir que Dios resuelva nuestros problemas y no como un trabajo sobre
nosotros mismos para llegar a ser lo que pedimos. De nuevo, esa oración es mágica; se
desacredita a sí misma tan pronto aflora a nuestra mente y a nuestros labios. Pretende
convertir en mecánica y en intencional algo que pertenece a otra ontología: una ontología
que a decir verdad no tiene ontología porque, sencillamente, es. Quien descubre que la
espiritualidad no tiene nada de mágico ni de mecánica, no puede reconocerse en esa idea y
práctica de la oración, porque con razón la siente como un bloqueo, un impedimento para
implicarse verdaderamente en el camino espiritual. La vida espiritual no es pedir que Dios
haga o que mueva a otros para que ellos hagan, es ser y hacer uno.

La religión hace crisis cuando, queriendo dirigirse al hombre y a la mujer de hoy, lo hace en
una matriz cultural, en unos valores y en unas categorías, que no son de hoy, que
respondieron a otras culturas, a otros seres humanos, a otras evidencias, a otros tiempos.
Buena parte de la teología cristiana lo sabe, es consciente de esta crisis, pero no acierta, o
no tiene el valor, en enfrentarla a cuerpo limpio: la única manera de hacerlo. De ahí un
sentimiento de malestar creciente en el interior de la propia teología, de los propios teólogos.
Este malestar trasciende el ya de por sí real ante la falta de libertad institucional para
investigar. Nace de los propios compromisos del teólogo o del estudioso de lo religioso con lo
que él cree que es la religión. De todas maneras, aún con limitaciones, se están dando en
estos años, como era de esperar, interpretaciones de la crisis, interpretaciones que por lo
valiosas que son es importante conocer.

Hace crisis la religión como sistema moral. Lo que el hombre y mujer modernos han
descubierto es que ellos tienen que construir su moral. Obviamente, siempre teniendo en
cuenta la realidad y su realidad como seres humanos, personales y sociales, pero la tienen
que construir. No existe una moral ya construida, revelada o equivalente, descubierta y
fundada por una filosofía objetiva de una vez para siempre. La realidad lleva en su entraña
exigencias morales, por eso es un referente obligado, pero no lleva en sí misma la moral
como un modelo simplemente a seguir. No existe una moral «natural» y «perenne». Concebir
la realidad como si llevara en sí misma impresa este modelo, es incluir en la realidad, desde
la pura concepción de las cosas, esto es, desde el puro comienzo en el proceso de
alumbramiento de una moral, algo más que no es la realidad. De esta manera se introduce
un factor distorsionante: una aceptación de una normal moral en virtud de algo que no es
moral, porque no emana de la realidad como en sí misma es, sino en virtud de la autoridad y
de la imposición. Y de nuevo tenemos el rechazo No porque el hombre y mujer modernos no
sean morales sino, al contrario, porque al menos en la construcción de su moral no pueden
ser inmorales, porque en algo tan real y tan llamado a ser verificado en la realidad como es el
correcto actuar, no pueden recurrir a principios no verificados, de autoridad (Nietzsche: Más
allá de la moral). Cuando moral y religión coinciden como dos dominios dogmáticos, como
que se agigantan sus efectos distorsionan es y el rechazo por parte del ser humano moderno
no puede ser mayor, traduciéndose en increencia e indiferencia. Ante lo que percibe como
anacronismo y prepotencia dogmática, es quizás la mejor manera que tiene de defenderse;
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lo cual nos permite explicar la crisis de la religión como un conflicto de intereses entre los que
se oponen al cambio y los que luchan por el cambio de enfoque del cristianismo; es decir
entre los que defienden la judaización del cristianismo y los que luchan por helenizarlo.

El conflicto de intereses, tiene un mar de fondo; por un lado esta el interés de lo judíos
cristianos de preservar sus tradiciones y dar cumplimiento a las directrices ancestrales a fin
de hacer de Israel la principal de las naciones; por el otro lado esta el interés del los
cristianos no judíos de preservar su cultura y tradiciones grecorromanas, siguiendo a Cristo
como hombre ejemplo de lo que es la trascendencia humana y su doctrina como praxis para
alcanzarla. Lo importante es vislumbrar el futuro ¿qué tendencia va a triunfar? el judeo
cristianismo o el helenismo cristiano, ¿Que religión es la que estructuralmente hablando va a
surgir?, ¿la mismas pero reciclada?, o una nueva religión universal; esta es la cuestión: ser
parte del cambio, renovándose; o oponerse al cambio y caducar. La decisión es muy
importante por que esta en juego la muerte de la Iglesia y el cristianismo. En efecto, la
religión que está en crisis es la religión montada sobre los convencionalismos sagrados de
Israel; es decir, la religión fundamentada en el escenario fantástico del pacto del Sinaí. Mito
constitutivo de Israel a fin de unir y gobernar las doce tribus en un solo pueblo, y sin
escrúpulo alguno hacer de Israel la principal de las naciones, por mandato divino. Por el
contrario, la que no está en crisis, es la religión fundamentada en el altruismo, el misticismo y
activismo social intensos instruidos y ejemplificados por Cristo, en los Evangelios. Es la
religión que muchos autores llaman del «conocimiento silencioso» al que se llega ejercitando
el altruismo, el misticismo y el altruismo intensos a fin de disolver nuestro ego centrismo que
nos impide trascender las imperfecciones que nos mantienen sub desarrollados
espiritualmente. ¿Por qué de conocimiento silencioso? Porque este conocimiento no opera
mediante conceptos, representaciones ni discursos, sino, al contrario, por una introspección
profunda mas allá de nuestros sentidos físicos, contenidos mentales conscientes y sub
conscientes y razón, hasta alcanzar la supra conciencia; y para esto se requiere
armonizarnos de alma, mente y cuerpo mediante la práctica intensa de las disciplinas
místicas a fin de aquietar nuestra mente y alcanzar la paz interna o nirvana antesala de la
iluminación que Cristo elevó a bien aventuranza.

Esta experiencia es fruto de un mecanismo psíquico de respuesta a nuestras problemáticas
intensas, y puede surgir de diferentes profundidades de nuestro inconsciente individual,
colectivo o meta consciente. Por ello puede adoptar las formas más variadas, teístas y no
teístas, monoteístas y no monoteístas, religiosas y profanas. Su validez no está en las
formas que puede adoptar la vivencia psíquica o espiritual, sino en sus contenidos y los
fenómenos psíquicos y espirituales que se dan en el vidente y su entorno en el momento de
la experiencia de la que sale o emerge trasformado. Evidencia palpable de la realidad de la
experiencia mística; pero la descripción neutra de la vivencia y sus contenidos, su explicación
y aplicación terapéutica; así como las transformaciones a que da lugar, deben ser analizadas
y criticadas porque revelan su naturaleza y validez aportando los elementos de juicio que nos
permiten discernir el bien o el mal, la coherencia o la incoherencia que hay en ella.
Consecuentemente no todas las experiencias místicas son buenas ni convenientes, debido a
que surgen de diferentes profundidades de nuestra conciencia guiados por las problemáticas
intensas o líneas de pensamiento que las indujeron. A causa de lo cual, es posible analizar y
criticar la conducta de los videntes, las problemáticas intensas que las indujeron, así como la
descripción neutra de las vivencias, su explicación y su aplicación; no solo como fuente de
conocimiento, sino para criticar el profetismo judío.


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JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA.

La comprensión de los fenómenos espirituales que se dan en los estados alterados de
conciencia, para sanar el alma de sus heridas profundas, y propiciar trasformaciones
convenientes para si mismo y la sociedad, mediante prácticas terapéuticas que armonizan el
cuerpo, la mente y el espíritu. Son interés primordial del misticismo: budista, cristiano,
hinduista, sufí, la filosofía clásica y moderna y la psicología clínica. El conocimiento interior
que se obtiene al experimentar los diferentes planos de nuestra existencia, permite que
paulatinamente emerjan las potencialidades del espíritu, Por ser infinitas sus posibilidades,
es necesario difundir inculcar y promover las técnicas místicas y, las técnicas clínicas y
psicoterapeutas requeridas. Es evidente que se necesita una técnica y un adiestramiento
remoto para inducir experiencias benéficas para si mismos y los demás; y sino se tienen o
ejercitan intensamente esas técnicas, es difícil conseguir las experiencia; excepto en los
estados alterados de conciencia, donde no solo se dan inesperada e involuntariamente sino
que es difícil contener las tremendas erupciones del inconsciente para impedir el daño que
provocan en el sujeto que las experimenta, como en el delirium tremens y la posesión
diabólica. En contraste el conocimiento fruto del éxtasis, refleja la armonía, la belleza, la
bondad, la paz, la sabiduría y la justicia inherentes al bien en todas sus facetas. Es creativo,
edificante, instructivo, ilustrativo, sapiencial, terapéutico y sus posibilidades son infinitas,
pues revela los grandes enigmas del universo. Es conocimiento y experiencia puros,
gratuitos, totalmente desinteresados, no egocéntricos, no dualistas. Es el conocimiento fruto
de la contemplación o camino interior, conocido como iluminación, revelación, sabiduría
interna, presente en todas las religiones. A él se hace referencia en éstas cuando se habla
del «ojo de la contemplación» (oculus contemplationis) u «ojo del Espíritu» «sabiduría
interna», como contrapuesto al «ojo de la carne» (oculus carnis) y al «ojo de la mente»
(oculus mentis), haciendo consistir el ejercicio de la religión sobre todo en el primero.

Esta es la religión llamada a emerger de la crisis; religión antigua como vemos, y a la vez
profundamente nueva, capaz de resistir, la crisis actual, porque no tiene nada de creencia. Al
no ser creíble la religión de creencias, ésta es la única religión coherente con la nueva cultura
y la nueva sociedad, que viven del conocimiento. No solamente es posible y ha existido
desde siempre sino que, hoy, es la única forma de religión creíble, vista ésta desde la
modernidad. Es por ello que la nueva estructura del cristianismo, tiene como condición
__para no ser más de lo mismo, una simple repetición de los intentos anteriores para judaizar
el cristianismo, iniciados en la Era común cuando en las asambleas todos eran judíos con
objeto de que los seguidores de Cristo siguieran siendo Israel. Y que continuó a través del
tiempo a medida que los pueblos no judíos fueron admitidos en las asambleas, y perduró aún
después de que los judíos desaparecieran de las asambleas, y las asambleas fueran
realizadas y presididas por no judíos. Intentó repetido por la Reforma luterana que se hizo en
afán de devolver la pureza de la fe a los tiempos de la Iglesia antigua. Y vuelto a reintentar
por la Iglesia Conciliar en afán de actualizar el discurso de la Iglesia a los tiempos modernos,
pero sin criticar el profetismo judío en aras del ecumenismo y el dialogo inter religioso con el
judaísmo__ es que debe enmarcarse en el fenómeno espiritual de la transformación humana
a efecto de lograr transformaciones en los creyente buenas para si mimo y la sociedad, y
sirva de terapia para sanar los conflictos del alma cristiana, utilizando las enseñanzas de
Cristo, las pautas del análisis e interpretación de la psicología, y las técnicas prescritas por
misticismo y la psicoterapia.

En efecto: la angustia existencial provocada por los conflictos del alma al no encontrar la
salida a los laberintos mentales que ha construido, la hacen presa del miedo, el dolor, el
duelo y los automatismos que nos impelen a actuar inconscientemente provocados por la
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neurosis compulsiva (Paul Sartre: La Nausea). Ciertamente en la incertidumbre anida el
miedo que nos hace sufrir en lo profundo del alma, provocando un dolor interior cuya causa
parece imposible descifrar y un estado de duelo, de malestar e insatisfacción permanente y
continuo. Y como en la caja de Pandora una vez abierto el inconsciente, emerge incontenible
el dolor de las heridas profundas trasformadas en traumas psicológicos tras haber sido por
largo tiempo reprimidas, pero en el fondo subsiste la esperanza de trascender el dolor, el
sufrimiento, los traumas y disfunciones mentales, renaciendo nuevamente como el ave fénix
que renace de sus cenizas. Ya que el sufrimiento y duelo profundo, son la génesis de un
nuevo y feliz estado de ser o renacimiento, confirmando lo expuesto por Cristo en el sermón
del Monte “Bien aventurados los que sufren, por que ellos serán consolados”. Pero no
lloramos tanto la partida de alguien que necesitamos, amamos y sentimos como parte de
nosotros mismos, como la ruptura de nuestro modo de vida, la “partida” de algo que fuimos y
nunca más volveremos a ser. Lloramos por el derrumbe de nuestra estructura interna de
valores que nos sostenían al movernos el piso o cimiento de nuestra vida. Sufrimos porque
estamos en una situación poco agradable, entre algo que se fue y algo que no acaba de
emerger ante nosotros; porque ya no podemos ser, ni vivir como antes, pero tampoco de
golpe podemos vivir y ser otra cosa nueva, aunque éste es el reto.

Algo así es lo que está sucediendo con la religión. Al menos así lo perciben las propias
instituciones religiosas, que generalizan este sentimiento hablando de «crisis de las
Iglesias». Aunque, a decir verdad, no solo son las Iglesias, el clero, la fe y valores de los
creyentes lo que está en crisis, son los contenidos y sus interpretaciones o dogmas que
conforman la estructura de la religión como un todo lo que está en crisis. La crisis actual es
de contenidos, no de personas; es de concepción, no de fidelidad. Crisis que repercute en la
pérdida grave de credibilidad de que los textos bíblicos sean palabra de Dios, estén escritos
o estén inspirados por Dios; haciendo peligrar el mensaje y doctrina de Cristo y el
cristianismo. Por lo que refiere a ciertos aspectos se tiene la impresión de estar asistiendo a
un verdadero seísmo. Contenidos enteros que tiempos atrás fueron evidentes y aceptados
como tales, hoy son rechazados, son letra muerta. La letra muerta no pueden ser preservada
en nuestro corazón; al paso del tiempo se descompone y apesta, esto produce mucho dolor y
sufrimiento que se expresa en neurosis, psicosis e histerias persistentes. De ahí la sensación
real de duelo que experimentan la Iglesias y los creyentes desde hace tiempo. Aquí, como
cuando alguien ha visto roto su proyecto de vida, el dolor es porque ya no se puede vivir
como antes, con la mismas expectativas y metas, con los mismos valores y experiencias, con
las mismas seguridades. Todo esto se colapsó. Ya no se puede vivir bajo de ellos. Se podría
decir que se puede vivir sin la compañía de quien partió, lo que no se puede es vivir sobre las
seguridades sobre las que se vivía, antes de colapsarse. Las iglesias sufren, porque ya no
pueden transmitir su mensaje tan confiadamente como lo hacían antes. Y cuanto más
insisten en sus intentos por trascender la crisis, es más fuerte el rechazo, y mayor la
frustración de las Iglesia, clérigos y creyentes.

Ante una situación así hay que enfrentar el duelo encausándolo. No hay otra alternativa.
Ahora bien, hay maneras diversas de hacerlo. Una manera es ignorándolo. Se toma como un
accidente y se intenta vivir como si nada ha pasado, como si todo sigue siendo válido. Falta
definitivamente algo o alguien que era parte nuestra, pero se actúa o se intenta actuar como
si el antiguo modo de vida, modo de ser permaneciera inalterable. Hubo un accidente que
nos cercenó internamente, pero en el fondo nada ha cambiado. Todo sigue igual, con el
mismo futuro por delante. Aquí no hay encauzamiento del duelo, lo que hay es un intento por
reforzar las seguridades que entraron en crisis fingiendo que no ha pasado nada que todo
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sigue igual, ignorando la realidad. Otra manera de enfrentar la ruptura es intentando dar
cabida a la nueva experiencia pero siempre dentro de la vieja estructura doctrinal ya caduca.
Se llora por un tiempo, se siente la ausencia. Como no, se percibe más que antes la propia
fragilidad y la del propio proyecto, se someten a terapia las partes más débiles, se descubre
y acoge la sensibilidad de otras, se echa mano de ciertos sucedáneos, llámense éstos
modernización de: los ritos, la liturgia, los sacramentos y el discurso; sustituyendo: el misterio
y la solemnidad, el misticismo, los altares, la iconografía, el incienso, la velas, los cantos
gregorianos, los himnos y la música sacra, que acompañaba la representación sacramental
de la vida, enseñanzas, pasión y muerte de Cristo, con gesticulaciones espectaculares.
Convirtiendo la asamblea de los fieles en una tertulia religiosa, haciendo participar a lo fieles
en una coreografía rítmica amenizada por cánticos juveniles; pero, como decíamos, la vieja
estructura judeo cristiana sigue siendo la misma. Aquí hay más elaboración de duelo, sin
duda; se han reciclado los valores y actitudes que más hacían sufrir, pero no se dejó emerger
la Iglesia nueva que podía haber brotado desde hace dos mil años

Hay una tercera manera de encausar el duelo, de enfrentar la ruptura de seguridades y
valores pasados, y es la de tocar fondo y dejar que emerja, crezca, desarrolle y de fruto, un
cristianismo nuevo, universal, cuyos valores fundamentales son opuestos a los valores
sagrados del judaísmo que acríticamente hicimos nuestros en afán de seguir fielmente la
tradición judeo cristiana. Son los valores supremos de la trascendencia humana y la sociedad
perfecta inherentes a la dignidad humana los que nos dan la oportunidad de renovar el
cristianismo explicando científicamente a Cristo y su doctrina, y la oportunidad de vivir algo
realmente nuevo. Y para que esto se realice, es mejor derrumbar la caduca doctrina que
amenaza con venirse abajo, que evitar que se derrumbe apuntalando la vieja estructura de la
doctrina medieval judeo cristiana. Se trata de reiniciar el cristianismo, desde antes de la
iglesia primitiva, cuando el movimiento cristiano no era religión sino un movimiento laico, ya
que ni Cristo y sus apóstoles eran sacerdotes; y esto se logra formulando un cristianismo sin
judaísmo abrogando el Antiguo Testamento de nuestra fe. Esto no significa el final del
cristianismo, ni de la Iglesia, ni de los sacerdotes cuya misión específica es resguardar y
propagar el mensaje de Cristo; solo significa la renovación del cristianismo a fin de
reivindicar las Iglesias de Occidente y Oriente a sus legitimas dueños, los cristianos no judíos
herederos de la cultura greco romana; y por ello, es necesario expulsar el judeo cristianismo
de las Iglesias y a los emisarios de la Sinagoga, entronizando el helenismo cristiano en la
cátedra de Cristo.

Desde luego que los emisarios de la Sinagoga no van a permitirlo sin oponer una resistencia
radical e intransigente, debido a que la Sinagoga es la beneficiaria del status quo, y cuentan
como aliado la resistencia al cambio que se da en nosotros mismos. El temor a nacer de
nuevo, del que hablo Jesús a Nicodemo en el Evangelio (Jn III, 3-7), es muy grande, y muy
comprensible. Nadie cambia el paradigma que sustenta su vida por otro, hasta que no esté
convencido y hasta necesitado de la eficacia del cambio. El dolor por la pérdida o ruptura,
hace temer ante lo nuevo, que todavía no existe, ni ha mostrado la bondad y la seguridad
que teníamos en el pasado roto. Cristo nos increpó a no tener miedo ante la tormenta de la
vida, asegurándonos que siempre estará con nosotros hasta el final de los tiempos. De ahí lo
impropio de la tendencia al parche y al remiendo contra la misma advertencia de Cristo (Mc
II, 21-22): no echar remiendos nuevos en vestidos viejos ni el vino nuevo en odres viejos. Y
es que si se sigue utilizando el viejo entramado judío que se rompió, y se volverá a romper al
no poder resistir a la embestida de la crisis de la modernidad. Las iglesias desoyendo a
Cristo, tienden una y otra vez al parche y al remiendo. Esta actitud es explicable, y para
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reforzar su enseñanza sobre la renovación, Cristo nos ilustro otro ejemplo, la envasar el vino
nuevo en odres nuevos, porque los odres viejos no resisten la fuerza de la fermentación del
vino nuevo; la de una religión sin religión fincada en un misticismo universal. La religión
nueva es un auto descubrimiento y experiencia de nuestra estructura interna, cuyas
posibilidades permanecían ignoradas por nosotros y que en la crisis bien elaborada, como en
el proceso de duelo, puede emerger. Por ello, algunos autores cristianos ven en este
momento de la historia la ocasión providencial para que el cristianismo redescubra su
dimensión espiritual experimentándola, nosotros calificaríamos este momento como
doblemente providencial: porque es el momento no sólo para que las religiones redescubran
su dimensión espiritual y la valoren, lo que vendría a resultar en la segunda manera de
elaborar el duelo, sino para que redescubran lo que en sus testigos y maestros son:
conocimiento, no creencia; algo profundamente diferente.

Respecto al oscurantismo religioso que impone por la fuerza de la Ley lo que no acepta la
razón, ni el sentido común, aduciendo falazmente mandato divino, palabra de Dios, etc.
Cristo señaló que nadie enciende una candela para ponerla en un lugar escondido ni debajo
de un celemín; sino sobre un candelero para que los que entren vean la luz (Lucas XI,33).
Mantener la doctrina de Cristo en el oscurantismo judío cristiano, impidiendo difundir Su
mensaje universal a la luz de la razón para que la trascendencia humana refleja en Cristo
ilumine a toda la humanidad, no solo es una grave apostasía sino un delito de lesa
humanidad. Casus belli contra el oscurantismo, sus pontífices, emisarios y beneficiarios, a
causa del grave daño moral a la humanidad al impedirle alcanzar la trascendencia humana y
la sociedad perfecta. “Así que no los temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser
descubierto, ni oculto que no haya de saberse”. (Mateo X, 26). Es oscurantismo: 1. Negarse
a actualizar el cristianismo criticando el profetismo judío aduciendo falazmente que fue
revelado por Dios, apostatando la enseñada de Cristo sobre la necesidad del juicio justo
revelada al ciego de nacimiento, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen
ciegos a la verdad. 2. Aducir que pontífice de la Iglesia, es representante aquí en la Tierra de
Dios o de Cristo, por mandato divino, para entronizar su autoridad y voluntad sobre gobierno
y autoridades civiles; la jerarquía y el gobierno de la Iglesia, individual y colegiada;
abrogando la lección de Cristo dada a sus seguidores sobre la soberanía de la humildad
sobre el poder y la autoridad, lavándole los pies a sus apóstoles, con el propósito de que no
avasallaran a sus seguidores. Aducir voluntad divina para: 3. Negar los derechos y
prestaciones laborales que otorga la Ley Federal de Trabajo a los empleados y trabajadores
de las instituciones y empresas, a fin de esclavizar a sacerdotes y religiosos consagrados o
laicos. 4. Violentar los derechos humanos de los sacerdotes, religiosos consagrados y laicos,
negándoles el sacramento del matrimonio para imponerles el celibato. 5. Violentar los
derechos humanos de las religiosas consagradas, negándoles el derecho a ser sacerdotes,
obispos, arzobispos, cardenales y pontífices, de acuerdo a sus conocimientos, espiritualidad,
experiencia, inteligencia y sabiduría.

I, 2) LA PATOLOGIA DEL ALMA CRISTIANA EN LA CRISIS DE LA POST
MODERNIDAD.

Nos encontramos, definitivamente, ante una crisis del vigente sistema, una crisis extrema,
una crisis escatológica. Y es ésta sin duda una crisis de valores, de valores culturales que
estan en crisis debido a la post modernidad. La pregunta clave que nos hacernos es ¿cómo
afrontar los problemas derivados de nuestra época post modernista? ¿Cómo afrontar la crisis
de valores? ¿Cómo afrontar el nihilismo resultante? La post modernidad implica la posibilidad
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de destrucción de todos los valores e instituciones tradicionales, ya no hay costumbres,
credos, devoción, dogmas, fundamentos, instituciones, ideologías, liturgias o ritos, seguros
que queden al margen de esta posibilidad. La post modernidad supone ser post cualquier
cosa conocida. Es una reconstrucción, un proceso de deshacer, supone un cambio de
identidad, no solo personal, familiar, social, nacional, continental, mundial, religiosa; asi se
habla abiertamente de Eurabia ante la posibilidad de islamizarnos, es decir de que en un
futuro Europa dejara blanca y cristiana; lo mismo sucede en Norteamérica; lo cual supone la
destrucción del nacionalismo, del patriotismo, aún más, supone el cambio de la identidad
occidental, fruto de un mundo globalizado. La desvalorización supone un vaciamiento de
sentido, un nihilismo significativo, aquello que ya vaticinaba Nietzsche. El postmoderno sabe
que no hay mañana, no hay futuro, o mejor aún, que el mañana es el hoy, que el futuro es el
presente. La post modernidad ya ha acabado con el consuelo metafísico, con el consuelo
religioso y finalmente con el consuelo científico, las ciencias ya no son garantía de nada,
como dice Prigogine: (El fin de las certidumbres: “ya no es admisible la idea de una realidad
dada”). Lo importante de esta cuestión, ES QUE NOSOTROS HACEMOS LA REALIDAD.
Tenemos que manejar el cambio, orientándonos hacia un futuro ideal, ya esbozado para
evitar que el destino nos alcance sin un proyecto seguro. La post modernidad es, en
definitiva, nihilista. El nihilista está condenado a dar vueltas, su mal consiste en su continua
insatisfacción, un no poder amar a nadie ni a nada, una agitación sin objeto, un ser sin
sentido, o mejor aún, un sinsentido siendo, un ser que consiste en ser siempre proyecto
inacabado, búsqueda incesante de aquello que no se puede encontrar.

Nietzsche auscultó el alma cristiana, y descubrió que el malestar de nuestro tiempo no
estaba el individuo sino en la civilización occidental enferma y decadente. Y diagnosticó la
patología actual de nuestra sociedad: la indeferencia hacia la religión, y exclamó ¡Dios ha
muerto! La teología y moral judeo cristiana son cuestionadas en tanto implican juicios
valorativos/morales. Y señaló que la solución para sanar el alma cristina, no es desarrollar
una terapia tendente a adaptar el individuo una sociedad decadente, sino renovar las
creencias y valores morales judeo cristianos causales de la decadencia de la sociedad. E
inició la lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo, a fin de actualizar la
doctrina milenaria de la Iglesia que por su anacronismo y ex temporalidad, es la causa de la
severa crisis de la Iglesia y de la perdida de la fe. El reto es superar el nihilismo de la
sociedad actual formulando un cristianismo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo
religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el
sincretismo, resaltando la importancia genérica de la trascendencia Cristo, y sus enseñanzas
como ilustración de la praxis para alcanzarla. Y para poder lograrlo tenemos que actualizar la
teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia
humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la
cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que
la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia,
logoterápia, desarrollo humano, etc.). Sincretismo religioso expresado por Raimon Panikkar,
para explicar su sincretismo y pluralidad: «Me marché cristiano, me descubrí hindú y regresé
budista, sin haber dejado de ser cristiano»; a fin de hacer objetivos tanto <las identidades o
universalismos integrantes de la triada preteológica, origen de todas las religiones {la
fenomenología (descripción neutra del fenómeno espiritual), la explicación (mágica o
racional) del fenómeno y las cusas que lo provocan, y la aplicación terapéutica para sanar el
alma de la sintomatología observada y propiciar trasformaciones convenientes para si mismo
y la sociedad, mediante prácticas terapéuticas que armonizan el cuerpo, la mente y el
espíritu} que demarcan el camino ecuménico por el que transita la humanidad hacia su
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desarrollo espiritual> que sustentan el carácter universal del mensaje de Cristo al mundo,
como <la desviación del judeo cristianismo hacia la ecumene Abraham-ica demarcada por
los convencionalismos de lo que solo es sagrado para Israel {su pueblo, su territorio,
Jerusalén, su templo, sus: leyes, historia, tradiciones y costumbres contenidas en la Torah},
que sustentan el carácter racista de la religión judía, fundamento de la conducta (criminal y
genocida serial) de Israel desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad, a fin de, sin
escrúpulo alguno, hacer de Israel la principal de las naciones, directriz supremaciíta que
orienta el activismo internacional judío>.

La desviación del cristianismo hacia la ecuméne Abrahamica se debe a que el mensaje y la
vida de Cristo, desde su origen ha sido históricamente preservado y controlado por la Iglesia
judía (la Iglesia primitiva, cuando todos en la asamblea eran judíos) que, con el paso de los
años y por virtud de un lento proceso, terminó por constituirse en la Religión de Occidente,
preservada y difundida por la Iglesia cristiana de occidente y oriente donde la asamblea y los
ritos se relizan entre cristianos no judíos). Por lo que nos relatan los evangelios, podemos
afirmar con seguridad que Cristo no pensó fundar una Iglesia. Ni pensó fundar una nueva
Religión, sino iniciar un movimiento laico a partir de lo que él vio y vivió en el judaísmo del
siglo primero. Prueba de ello, es explicita en su diatriba contra el puritanismo hipócrita de los
sacerdotes y escribas de la sinagoga __ya que a pesar de que condena la opresión de los
principes de la Sinagoga que se enriquecían imponiendo al pueblo por fuerza de ley
pesadísimas cargas fiscales con pretexto del culto. Y condena el judaísmo, diciendo; ¡Hay de
vosotros escribas y fariseos, hipócritas!, que andáis girando por mar y tierra tratando de
convertir a los gentiles; y después de convertidos, con vuestro ejemplo y doctrina los hacéis
reos del infierno, dos veces más que ustedes__ Pide al pueblo judío obediencia a los
mandatos de los pontífices; diciendo “Los sacerdotes, escribas y fariseos, están sentados en
la cátedra de Moisés; luego entonces, practicad y haced todo lo que os dijeren; pero no
moldeéis vuestra conducta con la suya, porque ellos dicen lo que debe hacerse y no lo
hacen”; lo cual nos permite aclarar, “que una cosa es el pueblo judío y otra cosa la religión
judía; y si Cristo a pesar de ser judío repudio la religión judía, los no judíos seguidores de
Cristo no tenemos porque seguir la Torah Judía; es decir que los no judíos seguimos a Cristo
no por ser judío, sino a pesar de ser judío”. Lo cual fue ratificado por Cristo, diciendo: “Tengo
también otras ovejas que no son de este rebaño, las cuales debo Yo recoger, y oirán mi voz;
y de todas se hará un solo rebaño y un solo pastor”. (Jn X, 16). Los no judíos podemos
caminar junto a los judíos, pero conservando nuestra identidad grecorromana. Podemos
transitar juntos, siempre y cuando respetemos nuestra identidad. No somos judíos ni
queremos serlo; lo cual garantiza que haya paz en el tránsito común; y por ello, los
grecorromanos debemos permitir que los judíos sigan siendo judíos y, los judíos deben
abstenerse de inculcarnos sus tradiciones y creencias. Cristo ilustró a la mujer Samaritana,
entre dos tribus distintas. En el pozo de Jacob: Jesús le dijo:

 Mujer, dame de beber". Y ella respondió: "¿Cómo Tú, judío, me pides de beber a mí que soy
mujer samaritana? Porque los judíos no tienen comunicación con los samaritanos". Cristo le
contesto: "Si tú conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: "Dame de beber", quizá
tú le hubieras pedido a Él, y Él te habría dado agua viva". Ella le replico: "Señor, Tú no tienes
con qué sacar, y el pozo es hondo; ¿de dónde entonces tienes esa agua viva? Acaso eres
Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él mismo, y sus
hijos y sus ganados?" Jesús respondió: "Todos los que beben de esta agua, tendrán de
nuevo sed; mas quien beba el agua que Yo le daré, no tendrá sed nunca, sino que el agua
que Yo le daré será fuente de vida eterna". Replicó la mujer: "Señor, dame esa agua, para
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que no tenga más sed, ni tenga más que venir a sacar agua". Él le dijo: "Ve a buscar a tu
marido, y vuelve aquí". Replicó la mujer y dijo: "No tengo marido". Jesús le dijo: "Es vedad lo
que has dicho: porque cinco maridos has tenido, y el hombre que ahora tienes, no es tu
marido. la mujer: "Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres adoraron sobre este monte;
según vosotros, en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar". Jesús le respondió:
"Mujer, créeme a Mí, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén
adoraréis al Padre. Vosotros, adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que
conocemos, porque la religión viene de los judíos. Dios es espíritu, y ha llegado el momento,
en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Replicó la
mujer: "Yo sé que el Mesías - es decir el Cristo - ha de venir. Cuando Él venga, nos instruirá
en todo". Jesús le dijo: "Yo lo soy. Yo que te hablo".

La lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo iniciada por Nietzsche, nos lleva
a abordar la lucha por la titularidad de la cátedra de Cristo impartida y formulada por San
Pedro y San Pablo, para instruir la doctrina de Cristo a los cristianos judíos obligados a
seguir y respetar la ley de Israel y las tradiciones judías; y por ello, en la cultura occidental
moderna, ha caducado la estructura judía de la doctrina milenaria de la Iglesia, provocando la
severa crisis actual, a causa de que en occidente la asamblea de los fieles no se realiza
entre judíos sino entre no judíos; y consecuentemente la cátedra y discurso de la Iglesia
requiere de una estructura adecuada a la civilización, costumbre, cultura, leyes y gobierno de
la sociedad occidental moderna. Y al caducar la vieja estructura de la cátedra formulada por
San Pedro y San Pablo, la actual titularidad de la cátedra de Cristo y el gobierno de la Iglesia,
no puede estar en manos de un pontífice seguidor de Pedro y San Pablo que impida una
nueva reformulación del cristianismo sin judaísmo, a fin de universalizar el mensaje de Cristo,
modernizando la estructura de la doctrina milenaria de la Iglesia conforme a la razón,
enmarcada en el fenómeno espiritual de la transformación humana. Aquí hay un conflicto
muy grande de intereses a causa del poder y el dinero que con lleva la titularidad de la
cátedra de Cristo y el gobierno de la Iglesia. Conflicto cuyo interés jurídico, rebasa la
estructura jerárquica y gobierno de la Iglesia, y se sitúa en la sociedad occidental heredera
de la cultura greco romana, verdadera propietaria de los bienes de la Iglesia; y por ello, en
primera instancia debe resolverse colegiada y democráticamente, en un Concilio entre la fe y
la razón que abrogue el judeo cristianismo y entronice el helenismo cristiano. En segunda
instancia, ante los tribunales judiciales, a fin de reivindicar los bienes de la Iglesia a sus
legítimos dueños, expulsando de las Iglesias al clero judeo cristiano, dando posesión de los
recintos sagrados a las organizaciones altruistas cristianas. En tercera instancia en el estrado
revolucionario de la indignación pública que resuelva lo que no pudieran resolver los
Tribunales de la razón y de la Ley, a causa del severo daño moral a la sociedad provocado
por los emisarios del pasado que impiden la actualización del cristianismo.

Durante el siglo XX hemos encontrado algunas respuestas filosóficas a la crisis de la
modernidad, que podríamos enmarcar en dos grandes corrientes: el existencialismo y el
neopositivismo. El existencialismo se percata del nihilismo existente, de la caída de todos los
valores, y el vacío resultante del mismo, el mundo tal y como lo entendíamos se ha
derrumbado. La respuesta que se mantiene desde las tesis existencialista supone una
conversión, una conversión hacia la desesperación, un aceptación de la angustia existencial,
de la nausea. En definitiva, propone la aceptación sin tapujos del sin sentido de la existencia.
La aceptación de que lo único que tiene valor es la propia existencia sin dirección alguna. El
fundamento de toda tesis existencialista es la base de una conciencia desgraciada,
escindida, destruida, tras la crisis de los valores surge el sentimiento trágico, el carácter
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trágico de la vida, dado que el único valor es la existencia, y la existencia no tiene ningún
sentido, la vida es vacía. El existencialismo cristiano recoge la tensión existente entre el
hombre hedonista y el hombre religioso, entre individuo y Dios, mostrando el abismo
insalvable, sintiendo, de nuevo, el sentido trágico de la existencia humana. Esta visión
pesimista es atemperada en algunas propuestas, como la de Sastre: (El existencialismo es
un humanismo), pero nunca deja atrás ese halo de pesimismo, ese afrontar la existencia sin
en esos puntos de referencia que servían como faro en nuestro viaje vital.

Por su parte el neopositivismo acepta las limitaciones de la razón, aceptan sus límites, y
propone un uso restringido de la misma. La nueva ciencia, la nueva razón, está vacía de
preguntas fundamentales, no da respuestas existenciales a las cuestiones que el hombre se
plantea, posee un talante marcadamente anti metafísico. Esta nueva ciencia es una ciencia
huérfana de fundamentación última, pero si antes esto suponía un escándalo inaceptable,
basta recordar los esfuerzos kantianos o newtonianos por fundar una ciencia segura y
universal, ahora ésta nos parece un posición coherente, nos estamos habituando a la crisis
de fundamentos. Así nos hallamos ante la tríada actual, nuestra época es una época no solo
postmoderna, sino también post existencialista, post metafísica y pos tradicional. Heidegger
sostenía que la razón es el adversario más obstinado del pensar, y afirmaba que la única
salvación de la skepsis, es ir más allá de la metafísica y de la ontología, hacia una especie
de mística, poética, o mitología estética, que recorre los nuevos caminos del pensar. Pero si
ya la metafísica, basada en fundamentos puramente abstractos, era difícilmente asumible
¿qué podemos decir de esta nueva meta-metafísica? ¿Cómo asumir este nuevo camino que
Heidegger propone? Así se nos abrían dos caminos por recorrer, o bien el camino propuesto
por Heidegger, hacia un pensar poético, o bien lanzarnos hacia el vacío del escepticismo.
Nuestra sociedad, optó por la segunda, casi obligada ante la dificultad del planteamiento
heideggeriano, y el nihilismo profundizó aún más sus raíces.

Junto a esas dos posiciones mencionadas, existencialismo y neopositivismo, podríamos
incluir lo que Aranguren: (Implicaciones de la Filosofía en la vida contemporánea), denomina
pensamiento intelectualista que se compondría de una serie de posiciones filosófica que
suponen una reafirmación del papel de la razón, y vislumbran una posible salida al callejón
en el que nos encontramos. Así el auge de la filosofía husserliana, que representa la
confianza en una razón que se auto limita objetivos metafísicos, más allá de las
consideraciones estrictamente personales, como la fenomenología de autores como
Merleau-Ponty o Ricouer, suponen resultados a este respecto realmente apreciables. Incluso
las actividades del grupo de Oxford, o la filosofía de Zubiri, suponen intentos interesantes por
salir de la vía muerta en la que nos hallamos. Todos ellos tienen en común la recuperación
de la razón, pero desde un uso moderado de la misma, dentro de sus límites. Desde estas
posiciones se replantea, asimismo, el problema metafísico desde unas nuevas coordenadas,
supuestamente nuestra época no dispone de un sistema metafísico, por lo tanto, en el mejor
de los casos, tendrá que ir construyéndolo. Ahora bien, ¿cómo emprender el camino hacia un
sistema metafísico, siendo la nuestra una época marcadamente anti metafísica? No
podremos iniciarlo desde posiciones religiosas, ni tampoco sobre el pensar poético que
proponía Heidegger. Las abstracciones se han vislumbrado como inútiles en este camino,
será preciso sustentarse sobre problemas concretos, sobre la ciencia positiva (Merleau-
Ponty, Zubiri), sobre análisis fenomenológicos (el mismo Merleau Ponty), o sobre el
desarrollo humano de Roger y el grupo de Oxford, solo así será posible poder ir
reconstruyendo, poco a poco, una nueva y modesta metafísica.


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JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA.

El pensamiento de fondo que hay tras esta actitud, es que los solmenes sistema metafísicos
no son más que secularizaciones de la religión, para uso y disfrute de pequeñas elites
intelectuales, compuestas por aquellos que perdieron y añoran la fe. La fabricación de
enormes sistemas metafísicos es sentida como algo vacío y vacuo. En esta línea señala
Ryle que el desprestigio de los grandes sistemas filosóficos coincide con el apaciguamiento
del fuego teológico (RYLE, G: El concepto de lo mental). La gente ya no se ocupa de
teología, y por esa misma razón tampoco se interesa en cuestiones metafísica. Por ello la
filosofía actual no guía a nadie, no predica, es ajena a la teología, e incluso a la política, se
ha hecho excesivamente microscópica. Es un hecho que esta forma de intelectualismo, tan
modesta, puede suscitar el desprecio de los racionalistas, pero ¿qué es más racional y más
razonable, reconocer nuestra incapacidad para explicarlo todo y aceptar nuestros modestos
avances en el proceso de racionalización, o intentar sobrepasar los límites de la razón hasta
el infinito? Tras la destrucción originada por la crisis, nuestra labor inmediata debe ser la de
reconstruir. Para ello será preciso tener un proyecto conforme a un plan. Y dicha
construcción deberá “hacerse con tiento, al ritmo que la obra pida”

II.- EN DEFENSA DE LAS RAICES CRISTIANAS DE EUROPA LAICA.

LOS VALORES SUPREMOS DE LA TRASCENDENCIA HUMANA Y LA SOCIEDAD
PERFECTA, DEBEN ORIENTAR LOS OBJETIVOS DEL CURRÍCULO ESCOLAR LAICO Y
LA CATEQUESIS, A FIN DE ALCANZAR LA SUPRA HUMANIDAD. La Epístola apócrifa de
los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la educación en los
valores de la paideia griega (cultivo de sí). Que tenía como propósito educar a la juventud en
la “virtud” (desarrollo de la espiritualidad mediante la práctica continua de ejercicios
espirituales, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, para alcanzar la
trascendencia humana) y la “sabiduría” (cuidado de la verdad, mediante el estudio de la
filosofía, la física y la política, a efecto de alcanzar la sociedad perfecta). El educador
utilizando el discurso filosófico, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas
y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes
opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de
humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, ilustra lo que
es la trascendencia humana y como alcanzarla. Y por su autentico valor propedéutico, el
apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente
enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el
pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates,
Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar los fines últimos de la paideia
griega siguiendo a Cristo. Meta que no se ha logrado debido a que la letrina moral del
Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores
extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna
(muerte espiritual)__ El reto actual, es formular un cristianismo laico que se pueda vivir y
practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo, la pluralidad
y el sincretismo, a fin de afrontar con éxito los retos de la modernidad. Es tiempo de rectificar
retomando la paideia griega de Cristo (cristianismo grecorromano), separando de nuestra fe
el Antiguo Testamento y su religión basura que han impedido a los pueblos cristianos
alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua.
Editorial Siruela




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JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA.

III.- BREVE CRÍTICA AL PROFETISMO JUDÍO DEL ANTIGUO TESTAMENTO.

La relación entre la fe y la razón expuesta parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento
(Juan IX, 39), nos enseña la necesidad de hacer un juicio justo de nuestras creencias
utilizando el raciocinio para indagar “si es verdad o es mentira” que los textos bíblicos son
palabra de Dios, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la
verdad. Lo cual nos exige criticar el profetismo judío o revelación, enmarcado la crítica en el
fenómeno espiritual de la trasformación humana y, las ciencias y técnicas que nos ayudan a
desarrollarnos espiritualmente. Abordados por la doctrina y la teoría de la trascendencia
humana, conceptualizadas por los filósofos griegos y la sabiduría védica, instruida por Buda
e ilustrada por Cristo, la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y
moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales:
(psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, ). Utilizando los principios
universales del saber filosófico y espiritual como tabla rasa, a fin de deslindar y hacer objetivo
lo “que es” o “no es” del mundo del espíritu. Método o criterio que nos ayuda a discernir
objetivamente __la verdad o el error en los textos bíblicos analizando los diferentes aspectos
y características que integran la triada preteológica: (la fenomenología, la explicación y la
aplicación, del encuentro cercano escritos en los textos bíblicos). Vg: la conducta de los
profetas Abraham y Moisés, no es la conducta de los místicos; la directriz del pensamiento
de Abraham, es el deseo intenso de llegar a tener una descendencia numerosísima y llegar a
ser un país rico como el de Ur, deseo intenso y obsesivo que es opuesto al despego de las
cosas materiales pregonado por Cristo y seguido por los místicos; es por ello, que la
promesas de Yahvé a Abraham son alucinaciones contestatarias de los deseos del patriarca,
y no tienen nada que ver con el mundo del espíritu. La directriz del pensamiento de Moisés,
es la existencia de Israel entre la naciones a fin de llegar a ser la principal de todas, que es
opuesta a la directriz de vida eterna o existencia después de la vida que orienta el
pensamiento místico (Vg: la moradas celestiales, la salvación o perdición eterna a causa del
bien o mal de nuestras obras en el juicio final de nuestra vida terrenal, abordadas por Cristo);
el encuentro cercano descrito por Moisés en la zarza ardiente describe el fuego fatuo; el pie
del rayo que pasa por el altar erigido por Moisés en el Monte Horeb, describe un fenómeno
meteorológico; la nube y la tormenta sobre el Monte que anuncia la presencia de Javeh
descrita en el pacto del Sinaí o mito fundacional de Israel como nación entre las naciones
por voluntad divina a fin de santificar sus ancestros, su pueblo, su territorio, Jerusalén, el
templo y la Torah; descripciones que no corresponden al encuentro cercano expresado por
Cristo al experimentar la común unión: “El Padre y Yo, somos una misma cosa”, la cual
coincide con la descrita por los místicos iluminados. Las leyes de la guerra dictadas por
Moisés en el Deuteronomio causales del despojo, exterminio y sometimiento de las doce
tribus cananeas y del actual genocidio del pueblo palestino, hacen evidente la ideología
racista, criminal y genocida serial que sigue el pueblo judío desde tiempos bíblicos hasta hoy
en día, conducta opuesta a la doctrina de la no violencia enseñada por Cristo__
Discernimiento que nos aporta las suficientes pruebas objetivas de juicio que nos dan la
certeza que el profetismo judío o revelación bíblica, ES OPUESTO A LAS ENSEÑANZAS DE
CRISTO, Y POR LO TANTO, NO ES PALABRA DE DIOS; ya que en lugar de sanar y
prevenir las enfermedades del alma para desarrollarnos espiritualmente, enerva a sus
seguidores provocándoles: alucinaciones, estulticia, histeria y paranoia; propiciando la
bibliolatría, el fanatismo, la intolerancia, el puritanismo, el sectarismo, e impidiendo su
desarrollo espiritual.



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JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA.

IV.- BREVE CRÍTICA A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA, A FIN DE
VISLUMBRAR LA NECESIDAD Y POSIBILIDAD DE FORMULAR UN NUEVO
CRISTIANISMO, PARA EVITAR QUE EL MENSAJE DE CRISTO QUE SEA ACAYADO
POR EL ISLAMISMO, EL JUDAÍSMO Y LAS CORRIENTES DE LA NUEVA ERA.

La gran relevancia que actualmente tiene esta crítica, radica en la urgente necesidad
formular un cristianismo laico para remediar el divorcio que existe desde hace veinte siglos
entre la filosofía y la religión judeo cristiana que ha propiciado el raquitismo y falta de
vitalidad del alma occidental, a causa de la separación entre la fe y la razón promovida por la
cristología judaizante de San Pablo y de la enjundia del pueblo judío en su esfuerzo por
hacer realidad las directrices supremaciítas de sus ancestros. La cristología de San Pablo, es
el punto de partida y eje rector y de la religión judeo cristiana y la doctrina de la Iglesia; lo
cual evidencia la importancia toral de escudriñar las fuentes y motivaciones que llevaron a
san Pablo a formularla para convertir el movimiento cristiano inicialmente laico, en religión, si
queremos vislumbrar la posibilidad y necesidad de cambiar su orientación el cristianismo, a
fin de actualizarlo para poder enfrentar con éxito el islam, el judaísmo, el ateismo, las
corrientes de la nueva Era y el nihilismo que amenazan con sofocar el mensaje de Cristo. Y
en este momento crítico, en el que Europa esta a punto de ser islamizada, nos encontramos
ante la disyuntiva de tener que escoger entre la universalización del mensaje de Cristo
formulando un cristianismo laico, o reafirmando el exclusivismo de la religión judeo cristiana.
Esta problemática, es el objeto de la siguiente crítica a la cristología de Pablo.

 Entre los sicarios más exaltados del sanedrín enviados por los príncipes de la Sinagoga para
perseguir y exterminar, por el delito de blasfemia, a los judíos seguidores de Cristo dispersos
en las provincias grecorromanas, destacaba Pablo por su radicalidad; quien al darse cuenta
de gran cantidad de gentiles que se unían a ese movimiento, ideó reencausarlo para que los
judíos cristianos siguieran siendo Israel, conservaran su religión, tradiciones ancestrales y
leyes; y los gentiles cristianos ayudaran a Israel alcanzar la supremacía sobre todas las
demás naciones. Atribuyendo los motivos de su conversión a la experiencia de Cristo
resucitado camino a Damasco, para poder unirse y encausar a la secta cristiana como
dirigente; con tanta o más autoridad que la de los apóstoles; arguyendo que ellos fueron
escogidos por Jesús hombre, en cuanto que él fue escogido por Cristo resucitado: PABLOR
RECONOCE SER UN MENTIROSO y arguye: Pero si por mi mentira la verdad de Dios
abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador? (Romanos 3,7),
confirmando la replica de Cristo a los fariseos cuando negando la paternidad divina de Cristo,
arguyeron ser hijos de Abraham mientras que él era hijo del demonio, señalando a los hijos
de Israel, como hijos de la mentira. (Juan VIII, 37 al 44)

Pablo no conoció al Jesús terreno. A él “se le apareció” el Resucitado, cosa que Pablo repite
varias veces (Gal I, 11-16; 1 Cor IX, 1; XV, 8; 2 Cor IV, 6). Portento rela tado por Lucas, en
los Hechos de los Apóstoles, (IX, 1-19; XXII, 3-21; XXVI, 9-18). Esto ya da idea de la
importancia de la experiencia de Cristo resucitado que Pablo trasmitió a su colaborador más
cercano (Lucas quien fue enviado por los sabios alejandrinos a dar fe de la trascendencia
humana de Cristo). En las epístolas de Pablo pronto se advierte su afán de resaltar la
divinidad de Cristo. Por lo consiguiente, el punto de partida para estudiar la cristología de
Pablo, es el hecho trascendental de “Cristo resucitado”; soslayando la importancia genérica
de “la trascendencia humana patente en Cristo”; es decir que cristología de Pablo es más
que nada una teología de Cristo. Porque omite los hechos Jesús, narrados en los evangelios,
y lo que esa información representa: “El conocimiento objetivo del Jesús humano”, para
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JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA.

privilegiar “el conocimiento subjetivo de la divinidad de Cristo. Privilegiando el acto piadoso o
cultote las organizaciones religiosas, a costa del acto misericordioso o altruismo de la
organizaciones altruistas; contradiciendo el deseo expreso de Dios revelado a los profetas”
“Me place más la misericordia, que el sacrificio” (MATEO VIII,13, XII,7). Contradicción
señalada por Cristo a los fariseos. Es por ello, que Pablo no mostró ningún interés por los
hechos de Cristo narrados en los evangelios, como fuente de su cristología, sino que utilizó
como fuente y directriz, el cumplimiento de las profecías narradas en el Pentateuco.

El propio Pablo arguye que: fue el Dios de Cristo resucitado quien lo escogió como apóstol; y
por ello, “para formular su cristología: no consultó a los apóstoles escogidos por Jesús
hombre, ni a ninguno de sus seguidores; tampoco viajó a Jerusalén para indagar en el lugar
de los hechos de Cristo hombre, los testimonios de su vida, ejemplo y enseñanzas; en lugar
de esto se fue a Arabia, de donde volvió de nuevo a Damasco” (Galatas I, 16-17). Pablo llega
a confesar que el conocimiento de Cristo “según la carne” no le interesa (2 Corintos V, 16).
Una afirmación que evidencia claramente que la “existencia terrena” de Jesús no entraba en
el ámbito de la cristología de Pablo. Esta confesión en primer lugar, nos hace caer en la
cuenta que la conversión de Pablo, en el camino a Damasco, no fue una “conversión” el
sentido propio y de esa palabra, sino una misión encomendada a él, por el Dios de Israel,
revelada en el camino a Damasco, en su experiencia de Cristo resucitado. Es por ello, que
Pablo no se aplica a si mismo el adjetivo de converso sino el de inspirado por el Dios de
Israel a fin de llevar el mensaje de Cristo a los pueblos gentiles. Y por lo consiguiente siguió
creyendo en el Dios de la religión en la que había sido educado. Por ello, cuando Pablo habla
de Dios, no se refiere al Dios hecho hombre en la persona de Cristo, sino que se refiere al
Dios de Abrahán y a las promesas hechas a sus descendientes (Galatas III, 16-21; Romanos
IV, 2-20). Y es precisamente a partir de esa experiencia, que elabora su cristología,
arguyendo: “cuando Aquél que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su
gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles...”
(Galatas I, 15-16).

Esto hace evidente que el punto de partida de la teología de Pablo, no es Jesús hombre, sino
el Cristo exaltado por el Dios de Israel. Lo cual significa que la cristología de Pablo arranca
de una convicción determinante: “No conocemos a Dios desde Jesús, sino que conocemos a
Jesús, desde Dios”. Por tanto, “No es Jesús el que nos explica a Dios, sino que sino que son
las Sagradas Escrituras dictadas por Dios las que nos explican quién es Jesús”. Para Pablo,
pues, lo que el judío cristiano ha de dar por conocido, es el Dios de Israel, en tanto que el
desconocido es Jesús humano. Dicho de otra manera, la cristología de Pablo no modifica
sustancialmente el tradicional conocimiento de Dios que podía tener cualquier israelita
seguidor de la Torah. Porque el problema religioso fundamental, para Pablo, no está en
explicar a Jesús para conocer a Dios, sino en reconocer y comprender los designios de Dios,
a través de Jesús. El inconveniente estriba en que Pablo no percibe que “en Jesucristo, Dios
mismo se ha definido de una forma enteramente nueva”; y que la humanidad de Cristo es
inseparable de su condición divina. La ceguera de Pablo a la unidad indisoluble de la
naturaleza humana y la naturaleza divina patente en Cristo, o trascendencia humana patente
en Cristo; es el error fatal de la cristología de Pablo que priva a la humanidad del mayor
legado de Cristo “La doctrina de la trascendencia humana que Cristo enseñó e ilustró. Es
decir; que la cristología de Pablo, es la de un Cristo mutilado de su humanidad. Mutilando la
universalidad del mensaje de Cristo, al dejar de lado la trascendencia humana patente en
Cristo, para encausarlo hacia la ecumene Abrahámica.


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JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA.

Ya que, para Pablo el cristianismo es – un apéndice del judaísmo - que explica a Cristo como
cumplimiento de las profecías ancestrales en un intento de impedir que los seguidores de
Jesús dejaran de ser Israel, incumplieran la ley, la religión y las tradiciones ancestrales. De
esta manera Pablo convirtió el mensaje universal de Jesús sobre la trascendencia humana,
en un mensaje sobre la salvación por medio de la fe el Dios de Israel, para que los judíos
cristianos siguieran cumpliendo la ley, la religión y las tradiciones judías (Mateo XXII,1). Y
desde el momento en quePablo no conoció al Jesús terreno, de condición humana; puesto
que sólo conoció al Cristo resucitado de condición divina; desde ese momento Pablo quedó
imposibilitado para entender la divinidad del hombre en Jesús de Nazaret y, la importancia
capital de la trascendencia humana patente en Cristo; y en última instancia, para “entender a
Dios, el Dios que se nos reveló en Jesús”. El Dios de Jesús sólo puede ser conocido desde
la encarnación de Dios en Jesús divinizándolo, o unión armoniosa del cuerpo y el espíritu
humano. Ahora bien, si Pablo estuvo siego a la unión indisoluble de Dios con el hombre, en
la humanidad de Jesús de Nazaret; el conocimiento divino de Cristo que aporta Pablo a en
su cristología, desecha la piedra clave de la doctrina de Cristo, sustituyéndola por la doctrina
de la salvación por medio de la fe. De ahí que la cristología de Pablo, no solo dificulta el
entendimiento de Cristo hombre, esbozado en la cristología de los sinópticos, sino sobre todo
dificulta la comprensión de la trascendencia humana patente en Cristo y la confirmación de la
teoría y la doctrina de la trascendencia humana formulada por Aristóteles y el misticismo
universal. Evidencia propuesta por el apóstol Felipe a los sabios alejandrinos, para
enriquecer los ejercicios espirituales de la paideia griega, con la vida, ejemplo y enseñanzas
de Cristo, y confirmar que es posible alcanzar la trascendencia humana practicando las
virtudes opuestas a nuestros defectos.

Lo más nefasto ha sido, como se ha expuesto; es que las ideas de Pablo expuestas en sus
Epístolas, fueron determinantes en la formulación de la doctrina de la Iglesia surgida de los
concilios de Nicea y Calcedonia. Señalando el hecho histórico de que las Epístolas de Pablo
se escribieron entre los años 50 al 57 D. C; mientras que los evangelios sinópticos no
aparecieron hasta la década de los 70. Esto quiere decir, que en la Iglesia primitiva se
difundieron las reflexiones de Pablo, expuestas en su cristología, unos 20 años antes que los
evangelios sinópticos de los hechos de Cristo hombre, fueran escritos. O sea, en la iglesia
primitiva se conoció mucho antes la “condición divina” del Cristo resucitado, que la “condición
humana” del Jesús histórico. Por eso no es exagerado afirmar, que Pablo mutiló al
cristianismo de su significado trascendental y universalidad, a fin de adecuarlo a las
Sagradas Escrituras con planteamientos subjetivos, que al apartar la fe de la razón,
convirtieron el judeo cristianismo en religión basura.

Lo que importa ahora es comprender las consecuencias que se siguieron, precisamente para
la cristología, de este desplazamiento de la objetividad de hechos de Cristo narrados en los
evangelios “Cristo histórico”, hacia la subjetividad de “Cristo glorioso”, encadenado a la
teología judía. Cuando este centro prescindió de la encarnación de Dios en Jesús, y se fijó
fundamentalmente en la glorificación de Jesús en Dios; el cristianismo ganó en exclusivismo
particularidad, lo que perdió en humanidad, trascendencia y universalidad genérica. Por eso
se comprende que la cristología de Pablo como directriz del ethos, el pathos y futuro
judeocristiano, tenga su raíz en el cielo y no en la tierra (1 Cor 15, 40-49; 2 Cor 5, 1-2; Ef 1,
10; Fil 3, 19-20). Dejando las cosas de este mundo, a disposición de intereses mundanos.
Intereses justificados, además, con el pretexto de que nuestro centro no está en “lo terreno”,
sino en “lo celestial”. Argumento que esgrimen los mercaderes de la fe para manipular y
explotar a los creyentes aduciendo voluntad divina.
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Se ha expuesto, con toda razón, que Pablo fue el hombre clave que le dio un giro nuevo y
definitivo al cristianismo. En cuanto que consiguió hacer de un movimiento laico judío, una
“religión de los gentiles inseparable de la religión judía”. El movimiento cristiano, inicialmente
laico, convertido en un movimiento religioso, obtuvo un éxito sensacional entre los gentiles en
todas las provincias del Imperio Romano. Porque fue por medio del mensaje de Cristo cómo
se llegó a una auténtica inculturación de la religión judía en el mundo de cultura helenista.
Más aún, mediante Pablo, lo que era una “secta disidente” judía llegó a ser una religión
universal; por medio de la cual Oriente y Occidente se encontraron estrechamente,
eclipsando la doctrina de la trascendencia humana ilustrada y enseñada por Cristo, y
formulada por la filosofía griega.

Sin duda fue mérito de Pablo sacar el mensaje cristiano de la particularidad del judaísmo,
para expandirlo el mundo greco romano. Nunca ponderaremos bastante la importancia
decisiva que tuvo este proceso de divulgación universal del movimiento cristiano convertido
en religión para la cultura de greco romana, en detrimento del movimiento cristiano
inicialmente laico, adoptado por los sabios alejandrinos, después de que, el apóstol Felipe les
comunicara el mensaje universal de Cristo, para enriquecer la educación de la paideia
griega. Este detrimento tuvo un precio muy alto. Ante todo, porque, como se ha dicho, “si se
quería que fuera universal, el cristianismo tenía que evitar cimentar su doctrina en la
experiencia particular de los ancestros de Israel, y asentarse en la experiencia genérica del
misticismo universal, orientada por los valores supremos de la trascendencia humana y la
sociedad perfecta perseguidos paideia griega.

En este proceso, el emperador Constantino y San Pablo tuvieron una influencia decisiva para
institucionalizar y socializar el judeo cristianismo en el Imperio greco romano. Pero lo
consiguieron a base de “evitar el radicalismo judío” que se advierte y se expresa con fuerza
en no pocos textos del Antiguo Testamento. ¿Quiere decir esto que Pablo mutiló el Antiguo
testamento, limó sus aristas y lo suavizó, con la “sana” intención de hacerlo más aceptable
en el tejido social del Imperio? Uno de los puntos más ásperos que era evadir la
responsabilidad de Israel en el crimen de Cristo, y Pablo lo solventó formulando la doctrina
de la redención humana, arguyendo que Cristo murió en la Cruz para redimir a la humanidad
de sus pecados. Igual de ásperos eran los textos de odio contra los gentiles escritos en el
Pentateuco (“Mata al que ofrezca sacrificios a otro dios que no sea Yahvé”. (Éxodo
XXII:19 y Deuteronomio XIII, 6). La limadura de estas asperezas fue tarea de muchos
exegetas, entre los que destaca Filón de Alejandría que logró obnubilar los textos de odió
contra los gentiles proponiendo el Alegorismo. Dejando de lado el sentido literal de los textos
bíblicos, a fin de buscar su significado oculto a manera de los oráculos griegos. No se trata
de que Pablo mutilara el Evangelio de Jesús. Abrogó la doctrina de Cristo sobre la salvación
eterna por obras de un Dios remunerativo, y la sustituyó por la salvación por fe, y la de la
predestinación, a fin de resguardar las directrices racistas, rapaces, criminales y genocidas
seriales dictadas por los ancestros de Israel. Directrices que dejó vigentes arguyendo que los
judíos seguidores de Cristo son el nuevo Israel, y los gentiles hijos adoptivos del patriarca
Abraham.

Como ya se señalado el problema está en que Pablo no conoció al Jesús terreno; y por
consiguiente es objetivo que las apariciones de Cristo a sus seguidores, fue el punto de
partida - y eje toral de la cristología que Pablo formuló para reencausar el cristianismo laico
hacia la religión judía; convirtiéndolo en la religión judeo cristiana. Ahora bien, desde el
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momento en que Pablo no conoció al Jesús de este mundo, sino al Señor del otro mundo,
desde ese momento. Pablo no se sintió vinculado a los hechos de la vida, ejemplo de Cristo
narrados en los Evangelios, sino vinculado a su experiencia trascendente de Cristo
resucitado. Y precisamente porque la experiencia mística de Cristo resucitado, nos
trasciende a todos; por eso mismo se puede manejar y adaptar a las más diversas
especulaciones subjetivas, y apartarse de los hechos de Cristo, la objetividad y la razón. De
esta manera El Señor “trascendente” de Pablo, podía ser visto sin especial dificultad como el
Señor “universal”. El problema está en que esta “universalidad”, se alcanzó a costa de ocultar
la “trascendencia humana de Cristo” que se palpa en el Jesús de los evangelios.

En la cristología de Pablo, la fe se relaciona directamente con “lo religioso” y con “la
especulación teológica”. Cimentando la fe en la “justificación” y la predestinación que Dios
concede al pecador. Lo cual explica por qué el pecado, como poder de perdición, “aparece
en el centro del pensamiento” de Pablo. De ahí que la fe, según el apóstol Pablo, está
íntimamente relacionada con el misterio de la “salvación” definitiva realizada por Dios
mediante la fe en que Jesucristo con su pasión y muerte, pagó el rescate de nuestra
salvación. Salvación de la que el ser humano participa por la “justificación” que el hombre
alcanza por su fe. Esto explica por qué la fe se nos presenta, en los escritos de Pablo, casi
siempre en conexión con la “justificación” que Dios concede al hombre pecador (Romanos I,
17; 3, 22. 25. 26. 30; IV, 16; V, 1, etc; Galatas II, XVI. 20; III, VII, 9-12; Etecios II, 8; III, 12,
etc). Esto explica igualmente, que el discurso de la fe, no se entienda a partir de situaciones
concretas de la vida ejemplo y enseñanzas de Cristo, sino teniendo como modelo a Abrahán
que creyó en Dios y en el cumplimiento de Sus promesas de satisfacer los deseos del
patriarca de procrear una numerosísima descendencia que avasallara a todos los pueblos del
mundo, y su reino, poder y riqueza no tendrá fin, a cambio de su fidelidad al Dios de Israel.
Por eso, en la mentalidad de Pablo, el padre o modelo de todos los creyentes es
precisamente Abrahán (RomANOS IV, 16-17). Y si es que relacionamos esta fe con Jesús,
Pablo la entiende como fe en Cristo o en el Hijo de Dios, “que me amó y se entregó por mí”
(Galatas II, 16; Filipenses I, 29). Lo que supone que vivir la fe, significa mantener la condición
de “hombre justificado” hasta el final, hasta el alcanzar el logro de la esperanza definitiva
(Galatas V, 5).

En la escuela bíblica, al leer los hechos narrados en el Antiguo y el Nuevo Testamento,
enseguida se advierte la tensión y el contraste existente entre __las directrices racistas,
criminales y genocidas seriales que los redactores del Antiguo Testamento imprimieron en
los relatos de los patriarcas, profetas, reyes y jueces de Israel__ y las directrices de amor,
fraternidad y solidaridad universal que los evangelistas imprimieron al redactar los hechos de
Cristo. Tensión amortiguada por Pablo en su cristología. En efecto, mientras que, para Pablo,
la fe es una experiencia que expresa la vinculación del pueblo judío con el Dios de Israel, y
para Jesús (tal como lo presentan los sinópticos), la fe es una experiencia mística que
expresa la vinculación inmanente y trascendente del hombre con Dios (El Padre y Yo somos
una misma cosa). Se trata, pues, de dos formas de entender la fe que se ven, no sólo como
experiencias distintas, sino sobre todo contrapuestas, en la que lo humano en la cristología
de Pablo pasa a un segundo término, si no es que se desentiende de ello; porque el centro
de su pensamiento está puesto en la religión de Israel, vinculando a Cristo con en el
cumplimiento de las promesas hechas por Dios a los ancestros de Israel.

Por el contrario, para Jesús, la fe expresa la convicción del hombre de su trascendencia, lo
cual vincula lo humano con lo divino. Inicialmente, el impulso primordial del hombre es la
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satisfacción de sus necesidades básicas (casa, vestido, sustento, seguridad, matrimonio y
descendencia). Satisfechas las necesidades básicas, este impuso primordial lleva al hombre
a esforzarse para satisfacer sus necesidades sociales (identidad, pertenencia,
reconocimiento y poder). Y en la madures del hombre, el impulso primordial lleva al hombre a
esforzarse por satisfacer sus necesidades superiores o espirituales. Y desde el principio
hasta el final del desarrollo físico, mental y espiritual del hombre; el hombre busca el modo
de trascender sus limitaciones físicas, mentales y espirituales. La necesidad de trascender,
es el impulso primordial genérico que da origen a la reflexión y la especulación, cuyo fruto
son las doctrinas de la religión y las teorías de la ciencia, debido a su doble naturaleza
material y espiritual (Problemática abordada por la mitología griega en la historia del centauro
Quiron; que siendo médico, al auscultar una herida que recibió en una batalla, descubrió que
no podía sanar su herida, debido a que debajo de su piel existía otra naturaleza espiritual
también herida, y consecuentemente la terapia debería avocarse a sanar lo físico y lo
espiritual ); lo cual hace objetiva la articulación entre la sanación del cuerpo, la mente y el
alma. Y es por ello, los sinópticos describen a Cristo en sus evangelios como médico de
almas y cuerpos. La gran mayoría de los hechos de Cristo en los Evangelios narran las
curaciones milagrosas de enfermos: la salud de un paralítico (Marcos II, 1-12 ), la curación
de la hija de Jairo y de la mujer que padecía hemorragias (Marcos V, 21-43), el caso del
ciego Bartimeo (Marcos X, 46-52 ), el del siervo del centurión romano (Mateo VIII, 6-13), la
hija de la mujer cananea (Marcos VII, 24-30 par), la devolución de la vista a dos ciegos
(Mateo IX, 27-31), la curación de los diez leprosos (Lucas XVII, 11-19). En todos estos casos,
es la fe de los enfermos la que actúa como fuerza curativa. Las expresiones en este sentido
son inequívocas: “tu fe te ha salvado” (Marcos II, 5; Mateo IX, 2; Lucas v, 12); “viendo la fe
que tenían” (Marcos II, 5 par); “no temas, solamente cree” (Marcos V, 36 ). Es más, la
relación entre la fe y la salud de los enfermos es tan fuerte, que donde Jesús no encuentra
fe, no pude curar a los pacientes (Marcos VI, 5-6).

La cristología de Pablo, trata de la interpretación de la salvación, del pecado y de la religión.
Por lo que se refiere a la salvación, Pablo la entiende como realidad sobrenatural y
trascendente: “El evangelio es poder de Dios para la salvación de todo el que cree”
(Romanos I, 16). Pablo habla aquí de la salvación definitiva y última, la salvación
“escatológica”, que consiste en la justificación concedida por Dios (Romanos X, 10). Y
aunque es verdad que Pablo habla, en algún caso, de la salvación como un bien que se
refiere al tiempo presente (2 Corintos I, 10), lo normal es que la entiende como una
experiencia de solución definitiva en el “más allá” (Filipenses I, 19). En lo que se refiere al
pecado, la tesis central que plantea Pablo, en la carta a los romanos, es que “Jesús el
Mesías murió por los pecadores”, es decir, “murió por nosotros cuando éramos pecadores”. Y
así es como Dios “nos salvará por él del castigo” (Romanos V, 6-11). Pablo, por tanto,
entiende la salvación como “salvación del pecado”. Y, mediante tal salvación, liberación
también de la cólera divina y del consiguiente castigo (Romanos V, 9-10).

  La idea que tiene Pablo, sobre la relación del ser humano con Dios, se centra en el
problema de cómo aplacar a Dios ofendido y, en consecuencia, cómo encontrar una
salvación que está fuera de este mundo. En el fondo, es la misma mentalidad que se
manifiesta en el himno de acción de gracias del sacerdote Zacarías, el padre del Bautista,
cuando bendice a Dios porque concede a su pueblo “el cocimiento de la salvación por medio
del perdón de los pecados” (Lucas I, 77). La “salvación”, para la mentalidad religiosa de los
israelitas de aquel tiempo, era salvación del “pecado”. Es la mentalidad de la que, sin duda,
estaba imbuido Pablo. La teología de los sinópticos, en cuanto se refiere a la salvación, es
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  • 1. LA TRASCENDENCIA HUMANA Y LA SOCIEDAD PERFECTA JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA QUE HA CONVERTIDO EL CRISTIANISMO EL RELIGIÓN BASURA. DE OPTIMO REPUBLIQUE STATU DE INSULA UTOPÍA RODOLFO PLATA LÓPEZ
  • 2. PORTADA: Grabado perteneciente a la primera edición de: “De optimo reipublicae statu de que nova insula Utopia” (1516), obra del pensador y político inglés Tomás Moro, prosa satírica de carácter social y político, creó con ella una nueva palabra (utopía: sociedad perfecta que existe solo en proyecto) y un género literario y filosófico. Su invención de una república ideal se enmarca en el humanismo renacentista de su época. ® Derechos Reservados por el Autor SEP- INDAUTOR REGISTRO PÚBLICO 03-2006—112412291700-01l y otros registros anteriores y posteriores Es voluntad del autor declarar esta obra patrimonio cultural de la humanidad; y por ello de antemano se denuncia la nulidad de las cláusulas de adhesión que violen nuestra voluntad irrevocable de otorgar gratuitamente el permiso para traducir y editar la obra completa e inalterable en todos los idiomas y países, a todas las instituciones, organismos y organizaciones, públicas, políticas, gremiales o altruistas que deseen promoverlo o distribuirlo, y nuestra anuencia a que las bibliotecas públicas lo presten e impriman foto copias a sus afiliados, y las escuelas, institutos y universidades lo usen como texto de consulta. Y solo nos reservamos los derechos de autor para usos comerciales. DEDICATORIA: A mis hijos Rodolfo Miguel, León Felipe y Luis Alonso, por la entereza, confianza y amor con que enfrentaron los rigores de la austeridad y las difíciles pruebas que nos deparo el destino durante los veinticinco años que me dedique tiempo completo a elaborar este estudio. Y mi profundo agradecimiento a Rudy por trasformar un burdo manuscrito en un obra aceptable, y el muchísimo tiempo dedicado a promoverlo en la web.
  • 3. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. I.- INTRODUCCIÓN La importancia capital de la crítica a la doctrina judaizante de la Iglesia, radica en que nos aporta los elementos de juicio necesarios para darnos cuenta del fatal error que cometió Pablo en sus epístolas al cercenar la naturaleza humana de Cristo; cegando a la humanidad de la posibilidad de alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta practicando el altruismo, el misticismo y el activismo social intensos; y de la urgente necesidad de corregir la doctrina de la Iglesia formulando un nuevo cristianismo que no omita sino que acentué la trascendencia humana de Cristo, que es la enseñanza espiritual más importante para la humanidad, a fin de que el cristianismo afronte con éxito los retos y amenazas del Islam, el judaísmo, las corrientes de la nueva Era y la modernidad. Y en este momento crítico, en el que Europa esta a punto de ser islamizada, nos encontramos ante la disyuntiva de tener que escoger entre la universalización del mensaje de Cristo formulando un cristianismo laico, o reafirmando el exclusivismo de la religión judeo cristiana. Esta problemática, es el objeto de la siguiente crítica a la doctrina judaizante de la Iglesia. I,1.- IMPERATIVOS QUE JUTIFICAN Y EXIGEN URGENTEMENTE UN NUEVO ENFOQUE DEL CRISTIANISMO, A EFECTO DE ACTUALIZARLO, RENOVARLO Y ENFRENTAR CON EXITO LA CRISIS DE LA MODERNIDAD Respecto a la actual crisis de la fe, la Iglesia y el cristianismo, puede decirse que el consenso es total. Hay diferencias en cuanto a su interpretación y a su significado, pero no, en cuanto a su realidad. Son muchos los indicios que lo atestiguan: 1: La deserción de grandes multitudes, a causa del nihilismo generalizado de nuestra sociedad. 2: La lucha intestina entre “conservadores -VS- modernistas”. 3: El conflicto entre “la Iglesia -VS- el Estado”. 4: El conflicto entre “el clero -VS- la sociedad secular y laica”. 5: La lucha intestina entre las Iglesias __Entre los imperativos impostergables podemos citar 1: La necesidad de evitar la muerte anunciada de la Iglesia y el cristianismo. 2: La necesidad de anular la creciente judaización del Cristianismo. 3: La necesidad de impedir la creciente islamización de Europa. 4: La necesidad de actualizar el cristianismo enmarcando las enseñanzas de Cristo en el fenómeno espiritual de la transformación humana a fin de resolver la controversia entre “la fe -VS- la razón”. 5 La necesidad de enfatizar el carácter universal del mensaje de Cristo, cristianizando las corrientes de la Nueva Era. Entre los imperativos morales se encuentra la necesidad de 1: El derecho a ser educados en la verdad y los valores supremos de la trascendencia humana y la sociedad perfecta que nos desarrollan espiritualmente y nos permiten alcanzar la supra humanidad, y no en los convencionalismos sagrados de Israel que truncan nuestro desarrollo espiritual e impiden alcanzar la sociedad perfecta, aduciendo falazmente que son valores dictados por Dios. Todo lo cual hace patente la necesidad un nuevo enfoque o reformulación del cristianismo, porque la religión tal como la hemos conocido, ha entrado en crisis al no resistir los embates de la modernidad, a causa del progreso científico que pone entredicho las explicaciones fantásticas de la religión, perdiendo su credibilidad. Son varias causas las que hacen crisis. Señalaremos algunas remitiéndonos únicamente a la religión cristiana en Occidente en donde se hace evidente que la doctrina milenaria esta fuera de época y de cultura. En la prehistoria la religión había dado respuesta a los fenómenos que se dan en cosmos, la naturaleza, el hombre, la vida en el más allá y de todo lo que aparecía como trascendente: origen y sentido de las cosas y del universo, sentido de la historia y del ser humano, fuente 1
  • 4. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. del comportamiento moral, explicación de la vida y de la muerte, postulación de una vida eterna, atribuyéndolos a la acción y voluntad divina; así es como se han configurado las religiones teístas. Recurriendo a una supuesta revelación religiosa y al autoritarismo pontificio para imponer como dogmas y ley obligatoria sus explicaciones teológicas inaceptables para el hombre y mujer modernos. Es por ello, que la religión de creencias se había configurado como antropología espiritual, epistemología, cosmología, moral y visión de la historia. Pero estas diferentes configuraciones de la religión de creencias, son precisamente las que han entrado en crisis; por ello las iglesias están vacías. Porque para el hombre y mujer modernos, las explicaciones bíblicas de las mismas resultan increíbles. Y no es, porque al ser humano actual no tenga en gran estima la religión en su especificidad, sino porque la explicación de los fenómenos que se dan en el cosmos, la naturaleza y el hombre, que postula la religión de creencias como palabra de Dios, son fenómenos naturales cuyas explicaciones y aplicaciones para el bienestar de la humanidad, son competencia de la ciencia, y por ello, tienen que ser científicas, no de fe. La manera tradicional de ser y de funcionar de la religión de creencias fue convincente durante siglos e incluso milenios, pero ya no lo es más. La moral judeo cristiana que parecía llamada a permanecer religiosa para siempre, al ser compatible con la revelación y el dogma, ha dejado de serlo para convertirse en competencia filosófica, argumental, procedimental y, por lo tanto, científica; ya que en la modernidad, ninguna moral puede reivindicar ser a priori la correcta, menos aún apoyándose en la autoridad de una revelación. Hoy la moral que necesitamos, tiene que ser coherente con la realidad; es decir debe ser construida a partir de la misma realidad de un mundo globalizado, tan plural y diversa en sí y en sus interpretaciones, que sea aceptada genéricamente, al ser atea, incluyente, laica, secular y sincretista, en sus visiones, retos y opciones (Vg. Los derechos humanos); y todo ello en un proceso de prueba y error, como cualquier otro conocimiento de naturaleza interpretada y aplicada. La ciencia actual, al derrumbar las concepcioness bíblicas de la cosmología, antropología, concepción de la historia y de la moral, propios de la cultura primitiva hebrea, sobre los cuales la religión en sus contenidos y funciones se montaba y articulaba, e incluso con muchos de los cuales se identificaba; explicaciones e interpretaciones de la doctrina elevados a dogmas, también se cayeron con ellos. Este es el fenómeno al que estamos asistiendo actualmente. Es una crisis en la naturaleza de los contenidos bíblicos, en sus interpretaciones, en su estructura y en su realidad, al no ser aceptables para el hombre moderno; o sea en el fondo, es una crisis de la religión de creencias concebida como revelación y, por lo tanto, aceptada acríticamente; en pocas palabras, es una crisis de la religión como creencias. Por creencia normalmente se entiende la aceptación acrítica de enunciados bíblicos sin comprobar si son ciertos, debido a que supuestamente son mandatos divinos que fueron escritos, inspirados y revelados por Dios. Esta es la religión que ha entrado en crisis al ser desacreditadas las palabras atribuidas a Dios; y es lo llevo a Nietzsche a exclamar ¡¡Dios ha muerto!! lo cual implica directamente un acontecimiento actual, implica la negación de las ideas, las normas, los principios y los fines. En definitiva, la negación de todos los valores. El derrumbamiento del reino de valores, del mundo metafísico, del mundo del hombre moderno. No solo es el progreso de la ciencia lo que ha contribuido a la crisis actual. La transformación de la cultura ha dejado sin el soporte adecuado de credibilidad a la religión. En la cultura actual en todo lo que son valores, la experiencia es la fuente de acreditación y validación, pero el judeo cristianismo no es presentado como tal. Aquí hay una explicación de la crisis en términos de una transformación cultural, así como de su superación. No hay 2
  • 5. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. experiencia de lo religioso sin experiencia del mundo espiritual, hay que redescubrirlo para poder conectar convincentemente la religión con la experiencia espiritual. Atrás queda el mito como forma de pensar, con su empirismo y sus tabúes, y lo que se abre por delante es un pensar consciente, reflexivo y crítico, en categorías de totalidad y de universalidad y, por consiguiente genérico. El producto de este pensar y de la nueva conciencia, conforma de un abanico de enfoques y opciones que pueden ser de naturaleza religiosa, cósmica, metafísica, filosófica, científica o terapéutica, enmarcados en el fenómeno de la transformación humana, donde éstos se estructuran en la doctrina y teoría de la trascendencias humana y la sociedad perfecta. Esto le permite a los nuevos enfoques, liberarse del espacio y apoderarse del tiempo, adquiriendo de esta manera una vocación y una capacidad universales, vinculadas a una conciencia nueva de ser y de situarse en el cosmos, en el mundo y en la historia. Identificados como corrientes de la Nueva Era por su carácter humanista, laico, sincretista y terapéutico, y porque se estructuran y configuran como elementos de la triada preteológica: fenomenología o experiencia, explicación o razonamiento, y aplicación terapéutica. Por su parte, las religiones deístas, siguieron permaneciendo vinculadas a sus referentes míticos, mágicos y empíricos arraigados en sus viejas tradiciones, cultura e ideología particular, que tienden a olvidarse al paso del tiempo para dar paso a una cultura y civilización universal en un mundo globalizado e intercomunicado por la web. Es decir, también podemos explicar la crisis de la religión como un choque de culturas, entre la cultura primitiva hebrea y la cultura occidental moderna. Cuyo efecto transformador significó una auténtica revolución cultural que marcó un antes y un después, un auténtico parte aguas en las religiones del mundo, al que Jaspers se refiere con la expresión «tiempo-eje» similar al parte aguas, antes y después de Cristo. En pocas palabras, para la religión organizada esta comenzando una nueva transformación vinculada a un nuevo «tiempo-eje» a causa del choque de civilizaciones y culturas que se da en la modernidad. Así, nos damos cuenta que la religión que está en crisis es la religión anquilosada en las tradiciones ancestrales judías y el fundamentalismo radical; y por ello no es susceptible de transformación. Aquí es conveniente señalar, que: El cristianismo puro es susceptible de trasformación debido a que el mensaje de Cristo es universal y eteno; es decir que puede enmarcarse en diferentes contextos, en diferentes culturas, en diferentes modelos, paradigmas, y religiones; de todas maneras permanece inmutable, porque es genérico y universal; por ello, pudo injertarse al judaísmo, crecer junto a la cizaña judía, mantenerse en el oscurantismo judío privado de la luz de la razón, sin asfixiarse, cegarse o morir. Y puede soportar la luz de la razón, y enmarcase en el helenismo, el hinduismo, el budismo, el sufismo. Soportar el cambio de paradigmas, y crecer y desarrollarse en el ateismo, el empirismo, el escepticismo, el desarrollo humano, el racionalismo, el humanismo, el misticismo, la nueva Era, la modernidad, la post modernidad y el sincretismo; el reto para los cristianos es avocarnos a ello separándolo del judaísmo. Con respecto a la existencia de la crisis se puede decir que el consenso es total entre los estudiosos de lo religioso. Hay diferencias en cuanto a su interpretación y a su significado, pero no en cuanto a su realidad. Muchos fenómenos así lo reflejan. Señalaremos algunos remitiéndonos únicamente a la religión cristiana en Occidente: En una de sus catequesis semanales trasmitidas a través de los medios, el Papa, Juan Pablo II, declaró que el infierno no podía ser interpretado como lugar sino como el estadío mental en el que deviene el ser humano que se condena. La noticia tuvo sin duda un impacto liberador por su efecto de catarsis: ¡por fin!, la máxima autoridad de la Iglesia Católica reconocía públicamente algo que muchos de sus fieles hace años habían cuestionado. Aunque tarde, la noticia tenía un efecto 3
  • 6. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. liberador, porque la Iglesia, tuvo que aceptar la conclusión a la que por su cuenta ya había llegado la ciencia moderna; lo cual es evidencia que las Sagradas escrituras y la doctrina de la Iglesia, no son infalibles, sino que pueden ser sometidas al juicio de la razón, a fin de indagar que tan sólidos son los cimientos de la fe. En otras palabras, lo que hizo crisis no fue el contenido dogmático, sino el fideísmo bíblico y la ortodoxia judía; es decir la autoridad escatológica de las Sagradas Escrituras. De ahí la celebración de la noticia. Más arriba hablábamos de paneles enteros de contenidos que se derrumban como naipes.. ¿Se podrá medir el efecto en cadena de una declaración de este tipo? A otras interpretaciones tenidas en su tiempo por verdades de fe y así transmitidas les puede esperar, si no les ha ocurrido ya, la misma suerte. Ya entonces se extrajo una conclusión inmediata: si el infierno no es lugar, el cielo tampoco. Pero sobre todo, ¿se podrá calcular el efecto de pérdida de credibilidad en la misma función de la autoridad religiosa? Porque aquí es donde se manifiesta principalmente la crisis. El que conocimientos queden superados, mueran y desaparezcan, es cosa de todos los días. Las noticias en este sentido cada día, por lo esperadas, lo son menos. Lo que aquí la modernidad cobra es la caída de un conocimiento impuesto y mantenido autoritariamente. Si la autoridad que dogmáticamente se legitima entra en crisis, y del mismo modo toda institución igualmente legitimada, por ejemplo las mismas iglesias, ¿extrañará que suceda lo que está ocurriendo: la crisis en la pertenencia a las mismas, la selección personal de las propias creencias reteniendo unos elementos y rechazando otros, la indiferencia creciente frente a sus mensajes, y una actitud progresiva de increencia? Los mencionados son otros tantos comportamientos normales, predecibles, y todos ellos apuntando al mismo síndrome: un malestar creciente con las verdades religiosas propuestas dogmática, autoritariamente. Hace crisis lo que no es específico en la religión. Hacen crisis los contenidos de tipo dogmático y hacen crisis todos los contenidos religiosos que sean y se expresen como mágicos y míticos. Porque todos ellos, en la medida en que apelan a la autoridad de las Sagradas Escrituras para que se les otorgue credibilidad, en el fondo están renunciando a su especificidad, a la experiencia como fuente de validación, para ubicar su competencia en el dominio de la ciencia y sin guiarse por los criterios y exigencias de ésta sino recurriendo siempre a la autoridad. Esto es lo que sucede también con los contenidos morales cuando en su pretensión de verdad apelan a referentes únicos y excluyentes, por ejemplo a verdades y normas que serían objetivas y válidas para siempre. Todo ello ante el temor de caer en un relativismo moral. La crisis en la religión no es obra, pues, del positivismo científico o, mejor dicho cientificista. Es obra de su pérdida de especificidad y de su anacronismo. El desarrollo del pensamiento científico lo que cuestiona es el error cometido por la religión: su pretensión frecuente de ser objetiva y empírica, de ser científica, en el mismo nivel de la ciencia. Así, el infierno como lugar no cayó porque ahora la ciencia lo pueda explicar. Ella no lo puede explicar. Cayó precisamente en la medida en que se le pretendió explicar como un lugar, como una realidad física y bajo un modelo físico, aunque fuera de física espiritual. Esto es lo que cayó. En este sentido la función que cumple la ciencia con respecto a la religión es impulsar ésta a que descubra su campo, su dominio y su especificidad, y recordarle que su lenguaje es siempre simbólico, nunca material, por así decirlo. La ciencia más bien está ayudando indirectamente a la religión a redescubrirse a sí misma mostrándole teórica y prácticamente cuáles no son sus competencias. Hace crisis todo lo que es y funciona como no real, como dogmático, y por lo tanto, como autoritario y excluyente. Así sucede cuando lo que son expresiones propias y legítimas de una tradición religiosa y por lo tanto se proclaman como monopolio de verdades únicas, 4
  • 7. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. desconociendo así que todas las grandes tradiciones religiosas tienen, expresadas de diferente manera, las mismas grandes enseñanzas, el mismo camino, donde se transita en actitud de sincero aprendizaje unos de otros, y para ello en continuo diálogo y a partir de un reconocimiento de la igualdad de principio que asiste a todas las grandes tradiciones, los derechos humanos y la igualdad de genero. Valores que constituyen progresiva evidencia para el hombre y mujer modernos, de la extemporalidad de la doctrina y el discurso de la Iglesia. Hace crisis lo mágico en la religión. Hace crisis la oración y el culto entendidos y practicados como un pedir que Dios resuelva nuestros problemas y no como un trabajo sobre nosotros mismos para llegar a ser lo que pedimos. De nuevo, esa oración es mágica; se desacredita a sí misma tan pronto aflora a nuestra mente y a nuestros labios. Pretende convertir en mecánica y en intencional algo que pertenece a otra ontología: una ontología que a decir verdad no tiene ontología porque, sencillamente, es. Quien descubre que la espiritualidad no tiene nada de mágico ni de mecánica, no puede reconocerse en esa idea y práctica de la oración, porque con razón la siente como un bloqueo, un impedimento para implicarse verdaderamente en el camino espiritual. La vida espiritual no es pedir que Dios haga o que mueva a otros para que ellos hagan, es ser y hacer uno. La religión hace crisis cuando, queriendo dirigirse al hombre y a la mujer de hoy, lo hace en una matriz cultural, en unos valores y en unas categorías, que no son de hoy, que respondieron a otras culturas, a otros seres humanos, a otras evidencias, a otros tiempos. Buena parte de la teología cristiana lo sabe, es consciente de esta crisis, pero no acierta, o no tiene el valor, en enfrentarla a cuerpo limpio: la única manera de hacerlo. De ahí un sentimiento de malestar creciente en el interior de la propia teología, de los propios teólogos. Este malestar trasciende el ya de por sí real ante la falta de libertad institucional para investigar. Nace de los propios compromisos del teólogo o del estudioso de lo religioso con lo que él cree que es la religión. De todas maneras, aún con limitaciones, se están dando en estos años, como era de esperar, interpretaciones de la crisis, interpretaciones que por lo valiosas que son es importante conocer. Hace crisis la religión como sistema moral. Lo que el hombre y mujer modernos han descubierto es que ellos tienen que construir su moral. Obviamente, siempre teniendo en cuenta la realidad y su realidad como seres humanos, personales y sociales, pero la tienen que construir. No existe una moral ya construida, revelada o equivalente, descubierta y fundada por una filosofía objetiva de una vez para siempre. La realidad lleva en su entraña exigencias morales, por eso es un referente obligado, pero no lleva en sí misma la moral como un modelo simplemente a seguir. No existe una moral «natural» y «perenne». Concebir la realidad como si llevara en sí misma impresa este modelo, es incluir en la realidad, desde la pura concepción de las cosas, esto es, desde el puro comienzo en el proceso de alumbramiento de una moral, algo más que no es la realidad. De esta manera se introduce un factor distorsionante: una aceptación de una normal moral en virtud de algo que no es moral, porque no emana de la realidad como en sí misma es, sino en virtud de la autoridad y de la imposición. Y de nuevo tenemos el rechazo No porque el hombre y mujer modernos no sean morales sino, al contrario, porque al menos en la construcción de su moral no pueden ser inmorales, porque en algo tan real y tan llamado a ser verificado en la realidad como es el correcto actuar, no pueden recurrir a principios no verificados, de autoridad (Nietzsche: Más allá de la moral). Cuando moral y religión coinciden como dos dominios dogmáticos, como que se agigantan sus efectos distorsionan es y el rechazo por parte del ser humano moderno no puede ser mayor, traduciéndose en increencia e indiferencia. Ante lo que percibe como anacronismo y prepotencia dogmática, es quizás la mejor manera que tiene de defenderse; 5
  • 8. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. lo cual nos permite explicar la crisis de la religión como un conflicto de intereses entre los que se oponen al cambio y los que luchan por el cambio de enfoque del cristianismo; es decir entre los que defienden la judaización del cristianismo y los que luchan por helenizarlo. El conflicto de intereses, tiene un mar de fondo; por un lado esta el interés de lo judíos cristianos de preservar sus tradiciones y dar cumplimiento a las directrices ancestrales a fin de hacer de Israel la principal de las naciones; por el otro lado esta el interés del los cristianos no judíos de preservar su cultura y tradiciones grecorromanas, siguiendo a Cristo como hombre ejemplo de lo que es la trascendencia humana y su doctrina como praxis para alcanzarla. Lo importante es vislumbrar el futuro ¿qué tendencia va a triunfar? el judeo cristianismo o el helenismo cristiano, ¿Que religión es la que estructuralmente hablando va a surgir?, ¿la mismas pero reciclada?, o una nueva religión universal; esta es la cuestión: ser parte del cambio, renovándose; o oponerse al cambio y caducar. La decisión es muy importante por que esta en juego la muerte de la Iglesia y el cristianismo. En efecto, la religión que está en crisis es la religión montada sobre los convencionalismos sagrados de Israel; es decir, la religión fundamentada en el escenario fantástico del pacto del Sinaí. Mito constitutivo de Israel a fin de unir y gobernar las doce tribus en un solo pueblo, y sin escrúpulo alguno hacer de Israel la principal de las naciones, por mandato divino. Por el contrario, la que no está en crisis, es la religión fundamentada en el altruismo, el misticismo y activismo social intensos instruidos y ejemplificados por Cristo, en los Evangelios. Es la religión que muchos autores llaman del «conocimiento silencioso» al que se llega ejercitando el altruismo, el misticismo y el altruismo intensos a fin de disolver nuestro ego centrismo que nos impide trascender las imperfecciones que nos mantienen sub desarrollados espiritualmente. ¿Por qué de conocimiento silencioso? Porque este conocimiento no opera mediante conceptos, representaciones ni discursos, sino, al contrario, por una introspección profunda mas allá de nuestros sentidos físicos, contenidos mentales conscientes y sub conscientes y razón, hasta alcanzar la supra conciencia; y para esto se requiere armonizarnos de alma, mente y cuerpo mediante la práctica intensa de las disciplinas místicas a fin de aquietar nuestra mente y alcanzar la paz interna o nirvana antesala de la iluminación que Cristo elevó a bien aventuranza. Esta experiencia es fruto de un mecanismo psíquico de respuesta a nuestras problemáticas intensas, y puede surgir de diferentes profundidades de nuestro inconsciente individual, colectivo o meta consciente. Por ello puede adoptar las formas más variadas, teístas y no teístas, monoteístas y no monoteístas, religiosas y profanas. Su validez no está en las formas que puede adoptar la vivencia psíquica o espiritual, sino en sus contenidos y los fenómenos psíquicos y espirituales que se dan en el vidente y su entorno en el momento de la experiencia de la que sale o emerge trasformado. Evidencia palpable de la realidad de la experiencia mística; pero la descripción neutra de la vivencia y sus contenidos, su explicación y aplicación terapéutica; así como las transformaciones a que da lugar, deben ser analizadas y criticadas porque revelan su naturaleza y validez aportando los elementos de juicio que nos permiten discernir el bien o el mal, la coherencia o la incoherencia que hay en ella. Consecuentemente no todas las experiencias místicas son buenas ni convenientes, debido a que surgen de diferentes profundidades de nuestra conciencia guiados por las problemáticas intensas o líneas de pensamiento que las indujeron. A causa de lo cual, es posible analizar y criticar la conducta de los videntes, las problemáticas intensas que las indujeron, así como la descripción neutra de las vivencias, su explicación y su aplicación; no solo como fuente de conocimiento, sino para criticar el profetismo judío. 6
  • 9. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. La comprensión de los fenómenos espirituales que se dan en los estados alterados de conciencia, para sanar el alma de sus heridas profundas, y propiciar trasformaciones convenientes para si mismo y la sociedad, mediante prácticas terapéuticas que armonizan el cuerpo, la mente y el espíritu. Son interés primordial del misticismo: budista, cristiano, hinduista, sufí, la filosofía clásica y moderna y la psicología clínica. El conocimiento interior que se obtiene al experimentar los diferentes planos de nuestra existencia, permite que paulatinamente emerjan las potencialidades del espíritu, Por ser infinitas sus posibilidades, es necesario difundir inculcar y promover las técnicas místicas y, las técnicas clínicas y psicoterapeutas requeridas. Es evidente que se necesita una técnica y un adiestramiento remoto para inducir experiencias benéficas para si mismos y los demás; y sino se tienen o ejercitan intensamente esas técnicas, es difícil conseguir las experiencia; excepto en los estados alterados de conciencia, donde no solo se dan inesperada e involuntariamente sino que es difícil contener las tremendas erupciones del inconsciente para impedir el daño que provocan en el sujeto que las experimenta, como en el delirium tremens y la posesión diabólica. En contraste el conocimiento fruto del éxtasis, refleja la armonía, la belleza, la bondad, la paz, la sabiduría y la justicia inherentes al bien en todas sus facetas. Es creativo, edificante, instructivo, ilustrativo, sapiencial, terapéutico y sus posibilidades son infinitas, pues revela los grandes enigmas del universo. Es conocimiento y experiencia puros, gratuitos, totalmente desinteresados, no egocéntricos, no dualistas. Es el conocimiento fruto de la contemplación o camino interior, conocido como iluminación, revelación, sabiduría interna, presente en todas las religiones. A él se hace referencia en éstas cuando se habla del «ojo de la contemplación» (oculus contemplationis) u «ojo del Espíritu» «sabiduría interna», como contrapuesto al «ojo de la carne» (oculus carnis) y al «ojo de la mente» (oculus mentis), haciendo consistir el ejercicio de la religión sobre todo en el primero. Esta es la religión llamada a emerger de la crisis; religión antigua como vemos, y a la vez profundamente nueva, capaz de resistir, la crisis actual, porque no tiene nada de creencia. Al no ser creíble la religión de creencias, ésta es la única religión coherente con la nueva cultura y la nueva sociedad, que viven del conocimiento. No solamente es posible y ha existido desde siempre sino que, hoy, es la única forma de religión creíble, vista ésta desde la modernidad. Es por ello que la nueva estructura del cristianismo, tiene como condición __para no ser más de lo mismo, una simple repetición de los intentos anteriores para judaizar el cristianismo, iniciados en la Era común cuando en las asambleas todos eran judíos con objeto de que los seguidores de Cristo siguieran siendo Israel. Y que continuó a través del tiempo a medida que los pueblos no judíos fueron admitidos en las asambleas, y perduró aún después de que los judíos desaparecieran de las asambleas, y las asambleas fueran realizadas y presididas por no judíos. Intentó repetido por la Reforma luterana que se hizo en afán de devolver la pureza de la fe a los tiempos de la Iglesia antigua. Y vuelto a reintentar por la Iglesia Conciliar en afán de actualizar el discurso de la Iglesia a los tiempos modernos, pero sin criticar el profetismo judío en aras del ecumenismo y el dialogo inter religioso con el judaísmo__ es que debe enmarcarse en el fenómeno espiritual de la transformación humana a efecto de lograr transformaciones en los creyente buenas para si mimo y la sociedad, y sirva de terapia para sanar los conflictos del alma cristiana, utilizando las enseñanzas de Cristo, las pautas del análisis e interpretación de la psicología, y las técnicas prescritas por misticismo y la psicoterapia. En efecto: la angustia existencial provocada por los conflictos del alma al no encontrar la salida a los laberintos mentales que ha construido, la hacen presa del miedo, el dolor, el duelo y los automatismos que nos impelen a actuar inconscientemente provocados por la 7
  • 10. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. neurosis compulsiva (Paul Sartre: La Nausea). Ciertamente en la incertidumbre anida el miedo que nos hace sufrir en lo profundo del alma, provocando un dolor interior cuya causa parece imposible descifrar y un estado de duelo, de malestar e insatisfacción permanente y continuo. Y como en la caja de Pandora una vez abierto el inconsciente, emerge incontenible el dolor de las heridas profundas trasformadas en traumas psicológicos tras haber sido por largo tiempo reprimidas, pero en el fondo subsiste la esperanza de trascender el dolor, el sufrimiento, los traumas y disfunciones mentales, renaciendo nuevamente como el ave fénix que renace de sus cenizas. Ya que el sufrimiento y duelo profundo, son la génesis de un nuevo y feliz estado de ser o renacimiento, confirmando lo expuesto por Cristo en el sermón del Monte “Bien aventurados los que sufren, por que ellos serán consolados”. Pero no lloramos tanto la partida de alguien que necesitamos, amamos y sentimos como parte de nosotros mismos, como la ruptura de nuestro modo de vida, la “partida” de algo que fuimos y nunca más volveremos a ser. Lloramos por el derrumbe de nuestra estructura interna de valores que nos sostenían al movernos el piso o cimiento de nuestra vida. Sufrimos porque estamos en una situación poco agradable, entre algo que se fue y algo que no acaba de emerger ante nosotros; porque ya no podemos ser, ni vivir como antes, pero tampoco de golpe podemos vivir y ser otra cosa nueva, aunque éste es el reto. Algo así es lo que está sucediendo con la religión. Al menos así lo perciben las propias instituciones religiosas, que generalizan este sentimiento hablando de «crisis de las Iglesias». Aunque, a decir verdad, no solo son las Iglesias, el clero, la fe y valores de los creyentes lo que está en crisis, son los contenidos y sus interpretaciones o dogmas que conforman la estructura de la religión como un todo lo que está en crisis. La crisis actual es de contenidos, no de personas; es de concepción, no de fidelidad. Crisis que repercute en la pérdida grave de credibilidad de que los textos bíblicos sean palabra de Dios, estén escritos o estén inspirados por Dios; haciendo peligrar el mensaje y doctrina de Cristo y el cristianismo. Por lo que refiere a ciertos aspectos se tiene la impresión de estar asistiendo a un verdadero seísmo. Contenidos enteros que tiempos atrás fueron evidentes y aceptados como tales, hoy son rechazados, son letra muerta. La letra muerta no pueden ser preservada en nuestro corazón; al paso del tiempo se descompone y apesta, esto produce mucho dolor y sufrimiento que se expresa en neurosis, psicosis e histerias persistentes. De ahí la sensación real de duelo que experimentan la Iglesias y los creyentes desde hace tiempo. Aquí, como cuando alguien ha visto roto su proyecto de vida, el dolor es porque ya no se puede vivir como antes, con la mismas expectativas y metas, con los mismos valores y experiencias, con las mismas seguridades. Todo esto se colapsó. Ya no se puede vivir bajo de ellos. Se podría decir que se puede vivir sin la compañía de quien partió, lo que no se puede es vivir sobre las seguridades sobre las que se vivía, antes de colapsarse. Las iglesias sufren, porque ya no pueden transmitir su mensaje tan confiadamente como lo hacían antes. Y cuanto más insisten en sus intentos por trascender la crisis, es más fuerte el rechazo, y mayor la frustración de las Iglesia, clérigos y creyentes. Ante una situación así hay que enfrentar el duelo encausándolo. No hay otra alternativa. Ahora bien, hay maneras diversas de hacerlo. Una manera es ignorándolo. Se toma como un accidente y se intenta vivir como si nada ha pasado, como si todo sigue siendo válido. Falta definitivamente algo o alguien que era parte nuestra, pero se actúa o se intenta actuar como si el antiguo modo de vida, modo de ser permaneciera inalterable. Hubo un accidente que nos cercenó internamente, pero en el fondo nada ha cambiado. Todo sigue igual, con el mismo futuro por delante. Aquí no hay encauzamiento del duelo, lo que hay es un intento por reforzar las seguridades que entraron en crisis fingiendo que no ha pasado nada que todo 8
  • 11. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. sigue igual, ignorando la realidad. Otra manera de enfrentar la ruptura es intentando dar cabida a la nueva experiencia pero siempre dentro de la vieja estructura doctrinal ya caduca. Se llora por un tiempo, se siente la ausencia. Como no, se percibe más que antes la propia fragilidad y la del propio proyecto, se someten a terapia las partes más débiles, se descubre y acoge la sensibilidad de otras, se echa mano de ciertos sucedáneos, llámense éstos modernización de: los ritos, la liturgia, los sacramentos y el discurso; sustituyendo: el misterio y la solemnidad, el misticismo, los altares, la iconografía, el incienso, la velas, los cantos gregorianos, los himnos y la música sacra, que acompañaba la representación sacramental de la vida, enseñanzas, pasión y muerte de Cristo, con gesticulaciones espectaculares. Convirtiendo la asamblea de los fieles en una tertulia religiosa, haciendo participar a lo fieles en una coreografía rítmica amenizada por cánticos juveniles; pero, como decíamos, la vieja estructura judeo cristiana sigue siendo la misma. Aquí hay más elaboración de duelo, sin duda; se han reciclado los valores y actitudes que más hacían sufrir, pero no se dejó emerger la Iglesia nueva que podía haber brotado desde hace dos mil años Hay una tercera manera de encausar el duelo, de enfrentar la ruptura de seguridades y valores pasados, y es la de tocar fondo y dejar que emerja, crezca, desarrolle y de fruto, un cristianismo nuevo, universal, cuyos valores fundamentales son opuestos a los valores sagrados del judaísmo que acríticamente hicimos nuestros en afán de seguir fielmente la tradición judeo cristiana. Son los valores supremos de la trascendencia humana y la sociedad perfecta inherentes a la dignidad humana los que nos dan la oportunidad de renovar el cristianismo explicando científicamente a Cristo y su doctrina, y la oportunidad de vivir algo realmente nuevo. Y para que esto se realice, es mejor derrumbar la caduca doctrina que amenaza con venirse abajo, que evitar que se derrumbe apuntalando la vieja estructura de la doctrina medieval judeo cristiana. Se trata de reiniciar el cristianismo, desde antes de la iglesia primitiva, cuando el movimiento cristiano no era religión sino un movimiento laico, ya que ni Cristo y sus apóstoles eran sacerdotes; y esto se logra formulando un cristianismo sin judaísmo abrogando el Antiguo Testamento de nuestra fe. Esto no significa el final del cristianismo, ni de la Iglesia, ni de los sacerdotes cuya misión específica es resguardar y propagar el mensaje de Cristo; solo significa la renovación del cristianismo a fin de reivindicar las Iglesias de Occidente y Oriente a sus legitimas dueños, los cristianos no judíos herederos de la cultura greco romana; y por ello, es necesario expulsar el judeo cristianismo de las Iglesias y a los emisarios de la Sinagoga, entronizando el helenismo cristiano en la cátedra de Cristo. Desde luego que los emisarios de la Sinagoga no van a permitirlo sin oponer una resistencia radical e intransigente, debido a que la Sinagoga es la beneficiaria del status quo, y cuentan como aliado la resistencia al cambio que se da en nosotros mismos. El temor a nacer de nuevo, del que hablo Jesús a Nicodemo en el Evangelio (Jn III, 3-7), es muy grande, y muy comprensible. Nadie cambia el paradigma que sustenta su vida por otro, hasta que no esté convencido y hasta necesitado de la eficacia del cambio. El dolor por la pérdida o ruptura, hace temer ante lo nuevo, que todavía no existe, ni ha mostrado la bondad y la seguridad que teníamos en el pasado roto. Cristo nos increpó a no tener miedo ante la tormenta de la vida, asegurándonos que siempre estará con nosotros hasta el final de los tiempos. De ahí lo impropio de la tendencia al parche y al remiendo contra la misma advertencia de Cristo (Mc II, 21-22): no echar remiendos nuevos en vestidos viejos ni el vino nuevo en odres viejos. Y es que si se sigue utilizando el viejo entramado judío que se rompió, y se volverá a romper al no poder resistir a la embestida de la crisis de la modernidad. Las iglesias desoyendo a Cristo, tienden una y otra vez al parche y al remiendo. Esta actitud es explicable, y para 9
  • 12. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. reforzar su enseñanza sobre la renovación, Cristo nos ilustro otro ejemplo, la envasar el vino nuevo en odres nuevos, porque los odres viejos no resisten la fuerza de la fermentación del vino nuevo; la de una religión sin religión fincada en un misticismo universal. La religión nueva es un auto descubrimiento y experiencia de nuestra estructura interna, cuyas posibilidades permanecían ignoradas por nosotros y que en la crisis bien elaborada, como en el proceso de duelo, puede emerger. Por ello, algunos autores cristianos ven en este momento de la historia la ocasión providencial para que el cristianismo redescubra su dimensión espiritual experimentándola, nosotros calificaríamos este momento como doblemente providencial: porque es el momento no sólo para que las religiones redescubran su dimensión espiritual y la valoren, lo que vendría a resultar en la segunda manera de elaborar el duelo, sino para que redescubran lo que en sus testigos y maestros son: conocimiento, no creencia; algo profundamente diferente. Respecto al oscurantismo religioso que impone por la fuerza de la Ley lo que no acepta la razón, ni el sentido común, aduciendo falazmente mandato divino, palabra de Dios, etc. Cristo señaló que nadie enciende una candela para ponerla en un lugar escondido ni debajo de un celemín; sino sobre un candelero para que los que entren vean la luz (Lucas XI,33). Mantener la doctrina de Cristo en el oscurantismo judío cristiano, impidiendo difundir Su mensaje universal a la luz de la razón para que la trascendencia humana refleja en Cristo ilumine a toda la humanidad, no solo es una grave apostasía sino un delito de lesa humanidad. Casus belli contra el oscurantismo, sus pontífices, emisarios y beneficiarios, a causa del grave daño moral a la humanidad al impedirle alcanzar la trascendencia humana y la sociedad perfecta. “Así que no los temáis, porque nada hay encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse”. (Mateo X, 26). Es oscurantismo: 1. Negarse a actualizar el cristianismo criticando el profetismo judío aduciendo falazmente que fue revelado por Dios, apostatando la enseñada de Cristo sobre la necesidad del juicio justo revelada al ciego de nacimiento, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad. 2. Aducir que pontífice de la Iglesia, es representante aquí en la Tierra de Dios o de Cristo, por mandato divino, para entronizar su autoridad y voluntad sobre gobierno y autoridades civiles; la jerarquía y el gobierno de la Iglesia, individual y colegiada; abrogando la lección de Cristo dada a sus seguidores sobre la soberanía de la humildad sobre el poder y la autoridad, lavándole los pies a sus apóstoles, con el propósito de que no avasallaran a sus seguidores. Aducir voluntad divina para: 3. Negar los derechos y prestaciones laborales que otorga la Ley Federal de Trabajo a los empleados y trabajadores de las instituciones y empresas, a fin de esclavizar a sacerdotes y religiosos consagrados o laicos. 4. Violentar los derechos humanos de los sacerdotes, religiosos consagrados y laicos, negándoles el sacramento del matrimonio para imponerles el celibato. 5. Violentar los derechos humanos de las religiosas consagradas, negándoles el derecho a ser sacerdotes, obispos, arzobispos, cardenales y pontífices, de acuerdo a sus conocimientos, espiritualidad, experiencia, inteligencia y sabiduría. I, 2) LA PATOLOGIA DEL ALMA CRISTIANA EN LA CRISIS DE LA POST MODERNIDAD. Nos encontramos, definitivamente, ante una crisis del vigente sistema, una crisis extrema, una crisis escatológica. Y es ésta sin duda una crisis de valores, de valores culturales que estan en crisis debido a la post modernidad. La pregunta clave que nos hacernos es ¿cómo afrontar los problemas derivados de nuestra época post modernista? ¿Cómo afrontar la crisis de valores? ¿Cómo afrontar el nihilismo resultante? La post modernidad implica la posibilidad 10
  • 13. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. de destrucción de todos los valores e instituciones tradicionales, ya no hay costumbres, credos, devoción, dogmas, fundamentos, instituciones, ideologías, liturgias o ritos, seguros que queden al margen de esta posibilidad. La post modernidad supone ser post cualquier cosa conocida. Es una reconstrucción, un proceso de deshacer, supone un cambio de identidad, no solo personal, familiar, social, nacional, continental, mundial, religiosa; asi se habla abiertamente de Eurabia ante la posibilidad de islamizarnos, es decir de que en un futuro Europa dejara blanca y cristiana; lo mismo sucede en Norteamérica; lo cual supone la destrucción del nacionalismo, del patriotismo, aún más, supone el cambio de la identidad occidental, fruto de un mundo globalizado. La desvalorización supone un vaciamiento de sentido, un nihilismo significativo, aquello que ya vaticinaba Nietzsche. El postmoderno sabe que no hay mañana, no hay futuro, o mejor aún, que el mañana es el hoy, que el futuro es el presente. La post modernidad ya ha acabado con el consuelo metafísico, con el consuelo religioso y finalmente con el consuelo científico, las ciencias ya no son garantía de nada, como dice Prigogine: (El fin de las certidumbres: “ya no es admisible la idea de una realidad dada”). Lo importante de esta cuestión, ES QUE NOSOTROS HACEMOS LA REALIDAD. Tenemos que manejar el cambio, orientándonos hacia un futuro ideal, ya esbozado para evitar que el destino nos alcance sin un proyecto seguro. La post modernidad es, en definitiva, nihilista. El nihilista está condenado a dar vueltas, su mal consiste en su continua insatisfacción, un no poder amar a nadie ni a nada, una agitación sin objeto, un ser sin sentido, o mejor aún, un sinsentido siendo, un ser que consiste en ser siempre proyecto inacabado, búsqueda incesante de aquello que no se puede encontrar. Nietzsche auscultó el alma cristiana, y descubrió que el malestar de nuestro tiempo no estaba el individuo sino en la civilización occidental enferma y decadente. Y diagnosticó la patología actual de nuestra sociedad: la indeferencia hacia la religión, y exclamó ¡Dios ha muerto! La teología y moral judeo cristiana son cuestionadas en tanto implican juicios valorativos/morales. Y señaló que la solución para sanar el alma cristina, no es desarrollar una terapia tendente a adaptar el individuo una sociedad decadente, sino renovar las creencias y valores morales judeo cristianos causales de la decadencia de la sociedad. E inició la lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo, a fin de actualizar la doctrina milenaria de la Iglesia que por su anacronismo y ex temporalidad, es la causa de la severa crisis de la Iglesia y de la perdida de la fe. El reto es superar el nihilismo de la sociedad actual formulando un cristianismo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el sincretismo, resaltando la importancia genérica de la trascendencia Cristo, y sus enseñanzas como ilustración de la praxis para alcanzarla. Y para poder lograrlo tenemos que actualizar la teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Sincretismo religioso expresado por Raimon Panikkar, para explicar su sincretismo y pluralidad: «Me marché cristiano, me descubrí hindú y regresé budista, sin haber dejado de ser cristiano»; a fin de hacer objetivos tanto <las identidades o universalismos integrantes de la triada preteológica, origen de todas las religiones {la fenomenología (descripción neutra del fenómeno espiritual), la explicación (mágica o racional) del fenómeno y las cusas que lo provocan, y la aplicación terapéutica para sanar el alma de la sintomatología observada y propiciar trasformaciones convenientes para si mismo y la sociedad, mediante prácticas terapéuticas que armonizan el cuerpo, la mente y el espíritu} que demarcan el camino ecuménico por el que transita la humanidad hacia su 11
  • 14. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. desarrollo espiritual> que sustentan el carácter universal del mensaje de Cristo al mundo, como <la desviación del judeo cristianismo hacia la ecumene Abraham-ica demarcada por los convencionalismos de lo que solo es sagrado para Israel {su pueblo, su territorio, Jerusalén, su templo, sus: leyes, historia, tradiciones y costumbres contenidas en la Torah}, que sustentan el carácter racista de la religión judía, fundamento de la conducta (criminal y genocida serial) de Israel desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad, a fin de, sin escrúpulo alguno, hacer de Israel la principal de las naciones, directriz supremaciíta que orienta el activismo internacional judío>. La desviación del cristianismo hacia la ecuméne Abrahamica se debe a que el mensaje y la vida de Cristo, desde su origen ha sido históricamente preservado y controlado por la Iglesia judía (la Iglesia primitiva, cuando todos en la asamblea eran judíos) que, con el paso de los años y por virtud de un lento proceso, terminó por constituirse en la Religión de Occidente, preservada y difundida por la Iglesia cristiana de occidente y oriente donde la asamblea y los ritos se relizan entre cristianos no judíos). Por lo que nos relatan los evangelios, podemos afirmar con seguridad que Cristo no pensó fundar una Iglesia. Ni pensó fundar una nueva Religión, sino iniciar un movimiento laico a partir de lo que él vio y vivió en el judaísmo del siglo primero. Prueba de ello, es explicita en su diatriba contra el puritanismo hipócrita de los sacerdotes y escribas de la sinagoga __ya que a pesar de que condena la opresión de los principes de la Sinagoga que se enriquecían imponiendo al pueblo por fuerza de ley pesadísimas cargas fiscales con pretexto del culto. Y condena el judaísmo, diciendo; ¡Hay de vosotros escribas y fariseos, hipócritas!, que andáis girando por mar y tierra tratando de convertir a los gentiles; y después de convertidos, con vuestro ejemplo y doctrina los hacéis reos del infierno, dos veces más que ustedes__ Pide al pueblo judío obediencia a los mandatos de los pontífices; diciendo “Los sacerdotes, escribas y fariseos, están sentados en la cátedra de Moisés; luego entonces, practicad y haced todo lo que os dijeren; pero no moldeéis vuestra conducta con la suya, porque ellos dicen lo que debe hacerse y no lo hacen”; lo cual nos permite aclarar, “que una cosa es el pueblo judío y otra cosa la religión judía; y si Cristo a pesar de ser judío repudio la religión judía, los no judíos seguidores de Cristo no tenemos porque seguir la Torah Judía; es decir que los no judíos seguimos a Cristo no por ser judío, sino a pesar de ser judío”. Lo cual fue ratificado por Cristo, diciendo: “Tengo también otras ovejas que no son de este rebaño, las cuales debo Yo recoger, y oirán mi voz; y de todas se hará un solo rebaño y un solo pastor”. (Jn X, 16). Los no judíos podemos caminar junto a los judíos, pero conservando nuestra identidad grecorromana. Podemos transitar juntos, siempre y cuando respetemos nuestra identidad. No somos judíos ni queremos serlo; lo cual garantiza que haya paz en el tránsito común; y por ello, los grecorromanos debemos permitir que los judíos sigan siendo judíos y, los judíos deben abstenerse de inculcarnos sus tradiciones y creencias. Cristo ilustró a la mujer Samaritana, entre dos tribus distintas. En el pozo de Jacob: Jesús le dijo: Mujer, dame de beber". Y ella respondió: "¿Cómo Tú, judío, me pides de beber a mí que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen comunicación con los samaritanos". Cristo le contesto: "Si tú conocieras el don de Dios, y quien es el que te dice: "Dame de beber", quizá tú le hubieras pedido a Él, y Él te habría dado agua viva". Ella le replico: "Señor, Tú no tienes con qué sacar, y el pozo es hondo; ¿de dónde entonces tienes esa agua viva? Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebió él mismo, y sus hijos y sus ganados?" Jesús respondió: "Todos los que beben de esta agua, tendrán de nuevo sed; mas quien beba el agua que Yo le daré, no tendrá sed nunca, sino que el agua que Yo le daré será fuente de vida eterna". Replicó la mujer: "Señor, dame esa agua, para 12
  • 15. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. que no tenga más sed, ni tenga más que venir a sacar agua". Él le dijo: "Ve a buscar a tu marido, y vuelve aquí". Replicó la mujer y dijo: "No tengo marido". Jesús le dijo: "Es vedad lo que has dicho: porque cinco maridos has tenido, y el hombre que ahora tienes, no es tu marido. la mujer: "Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres adoraron sobre este monte; según vosotros, en Jerusalén está el lugar donde se debe adorar". Jesús le respondió: "Mujer, créeme a Mí, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros, adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la religión viene de los judíos. Dios es espíritu, y ha llegado el momento, en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Replicó la mujer: "Yo sé que el Mesías - es decir el Cristo - ha de venir. Cuando Él venga, nos instruirá en todo". Jesús le dijo: "Yo lo soy. Yo que te hablo". La lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo iniciada por Nietzsche, nos lleva a abordar la lucha por la titularidad de la cátedra de Cristo impartida y formulada por San Pedro y San Pablo, para instruir la doctrina de Cristo a los cristianos judíos obligados a seguir y respetar la ley de Israel y las tradiciones judías; y por ello, en la cultura occidental moderna, ha caducado la estructura judía de la doctrina milenaria de la Iglesia, provocando la severa crisis actual, a causa de que en occidente la asamblea de los fieles no se realiza entre judíos sino entre no judíos; y consecuentemente la cátedra y discurso de la Iglesia requiere de una estructura adecuada a la civilización, costumbre, cultura, leyes y gobierno de la sociedad occidental moderna. Y al caducar la vieja estructura de la cátedra formulada por San Pedro y San Pablo, la actual titularidad de la cátedra de Cristo y el gobierno de la Iglesia, no puede estar en manos de un pontífice seguidor de Pedro y San Pablo que impida una nueva reformulación del cristianismo sin judaísmo, a fin de universalizar el mensaje de Cristo, modernizando la estructura de la doctrina milenaria de la Iglesia conforme a la razón, enmarcada en el fenómeno espiritual de la transformación humana. Aquí hay un conflicto muy grande de intereses a causa del poder y el dinero que con lleva la titularidad de la cátedra de Cristo y el gobierno de la Iglesia. Conflicto cuyo interés jurídico, rebasa la estructura jerárquica y gobierno de la Iglesia, y se sitúa en la sociedad occidental heredera de la cultura greco romana, verdadera propietaria de los bienes de la Iglesia; y por ello, en primera instancia debe resolverse colegiada y democráticamente, en un Concilio entre la fe y la razón que abrogue el judeo cristianismo y entronice el helenismo cristiano. En segunda instancia, ante los tribunales judiciales, a fin de reivindicar los bienes de la Iglesia a sus legítimos dueños, expulsando de las Iglesias al clero judeo cristiano, dando posesión de los recintos sagrados a las organizaciones altruistas cristianas. En tercera instancia en el estrado revolucionario de la indignación pública que resuelva lo que no pudieran resolver los Tribunales de la razón y de la Ley, a causa del severo daño moral a la sociedad provocado por los emisarios del pasado que impiden la actualización del cristianismo. Durante el siglo XX hemos encontrado algunas respuestas filosóficas a la crisis de la modernidad, que podríamos enmarcar en dos grandes corrientes: el existencialismo y el neopositivismo. El existencialismo se percata del nihilismo existente, de la caída de todos los valores, y el vacío resultante del mismo, el mundo tal y como lo entendíamos se ha derrumbado. La respuesta que se mantiene desde las tesis existencialista supone una conversión, una conversión hacia la desesperación, un aceptación de la angustia existencial, de la nausea. En definitiva, propone la aceptación sin tapujos del sin sentido de la existencia. La aceptación de que lo único que tiene valor es la propia existencia sin dirección alguna. El fundamento de toda tesis existencialista es la base de una conciencia desgraciada, escindida, destruida, tras la crisis de los valores surge el sentimiento trágico, el carácter 13
  • 16. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. trágico de la vida, dado que el único valor es la existencia, y la existencia no tiene ningún sentido, la vida es vacía. El existencialismo cristiano recoge la tensión existente entre el hombre hedonista y el hombre religioso, entre individuo y Dios, mostrando el abismo insalvable, sintiendo, de nuevo, el sentido trágico de la existencia humana. Esta visión pesimista es atemperada en algunas propuestas, como la de Sastre: (El existencialismo es un humanismo), pero nunca deja atrás ese halo de pesimismo, ese afrontar la existencia sin en esos puntos de referencia que servían como faro en nuestro viaje vital. Por su parte el neopositivismo acepta las limitaciones de la razón, aceptan sus límites, y propone un uso restringido de la misma. La nueva ciencia, la nueva razón, está vacía de preguntas fundamentales, no da respuestas existenciales a las cuestiones que el hombre se plantea, posee un talante marcadamente anti metafísico. Esta nueva ciencia es una ciencia huérfana de fundamentación última, pero si antes esto suponía un escándalo inaceptable, basta recordar los esfuerzos kantianos o newtonianos por fundar una ciencia segura y universal, ahora ésta nos parece un posición coherente, nos estamos habituando a la crisis de fundamentos. Así nos hallamos ante la tríada actual, nuestra época es una época no solo postmoderna, sino también post existencialista, post metafísica y pos tradicional. Heidegger sostenía que la razón es el adversario más obstinado del pensar, y afirmaba que la única salvación de la skepsis, es ir más allá de la metafísica y de la ontología, hacia una especie de mística, poética, o mitología estética, que recorre los nuevos caminos del pensar. Pero si ya la metafísica, basada en fundamentos puramente abstractos, era difícilmente asumible ¿qué podemos decir de esta nueva meta-metafísica? ¿Cómo asumir este nuevo camino que Heidegger propone? Así se nos abrían dos caminos por recorrer, o bien el camino propuesto por Heidegger, hacia un pensar poético, o bien lanzarnos hacia el vacío del escepticismo. Nuestra sociedad, optó por la segunda, casi obligada ante la dificultad del planteamiento heideggeriano, y el nihilismo profundizó aún más sus raíces. Junto a esas dos posiciones mencionadas, existencialismo y neopositivismo, podríamos incluir lo que Aranguren: (Implicaciones de la Filosofía en la vida contemporánea), denomina pensamiento intelectualista que se compondría de una serie de posiciones filosófica que suponen una reafirmación del papel de la razón, y vislumbran una posible salida al callejón en el que nos encontramos. Así el auge de la filosofía husserliana, que representa la confianza en una razón que se auto limita objetivos metafísicos, más allá de las consideraciones estrictamente personales, como la fenomenología de autores como Merleau-Ponty o Ricouer, suponen resultados a este respecto realmente apreciables. Incluso las actividades del grupo de Oxford, o la filosofía de Zubiri, suponen intentos interesantes por salir de la vía muerta en la que nos hallamos. Todos ellos tienen en común la recuperación de la razón, pero desde un uso moderado de la misma, dentro de sus límites. Desde estas posiciones se replantea, asimismo, el problema metafísico desde unas nuevas coordenadas, supuestamente nuestra época no dispone de un sistema metafísico, por lo tanto, en el mejor de los casos, tendrá que ir construyéndolo. Ahora bien, ¿cómo emprender el camino hacia un sistema metafísico, siendo la nuestra una época marcadamente anti metafísica? No podremos iniciarlo desde posiciones religiosas, ni tampoco sobre el pensar poético que proponía Heidegger. Las abstracciones se han vislumbrado como inútiles en este camino, será preciso sustentarse sobre problemas concretos, sobre la ciencia positiva (Merleau- Ponty, Zubiri), sobre análisis fenomenológicos (el mismo Merleau Ponty), o sobre el desarrollo humano de Roger y el grupo de Oxford, solo así será posible poder ir reconstruyendo, poco a poco, una nueva y modesta metafísica. 14
  • 17. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. El pensamiento de fondo que hay tras esta actitud, es que los solmenes sistema metafísicos no son más que secularizaciones de la religión, para uso y disfrute de pequeñas elites intelectuales, compuestas por aquellos que perdieron y añoran la fe. La fabricación de enormes sistemas metafísicos es sentida como algo vacío y vacuo. En esta línea señala Ryle que el desprestigio de los grandes sistemas filosóficos coincide con el apaciguamiento del fuego teológico (RYLE, G: El concepto de lo mental). La gente ya no se ocupa de teología, y por esa misma razón tampoco se interesa en cuestiones metafísica. Por ello la filosofía actual no guía a nadie, no predica, es ajena a la teología, e incluso a la política, se ha hecho excesivamente microscópica. Es un hecho que esta forma de intelectualismo, tan modesta, puede suscitar el desprecio de los racionalistas, pero ¿qué es más racional y más razonable, reconocer nuestra incapacidad para explicarlo todo y aceptar nuestros modestos avances en el proceso de racionalización, o intentar sobrepasar los límites de la razón hasta el infinito? Tras la destrucción originada por la crisis, nuestra labor inmediata debe ser la de reconstruir. Para ello será preciso tener un proyecto conforme a un plan. Y dicha construcción deberá “hacerse con tiento, al ritmo que la obra pida” II.- EN DEFENSA DE LAS RAICES CRISTIANAS DE EUROPA LAICA. LOS VALORES SUPREMOS DE LA TRASCENDENCIA HUMANA Y LA SOCIEDAD PERFECTA, DEBEN ORIENTAR LOS OBJETIVOS DEL CURRÍCULO ESCOLAR LAICO Y LA CATEQUESIS, A FIN DE ALCANZAR LA SUPRA HUMANIDAD. La Epístola apócrifa de los Hechos de Felipe, expone al cristianismo como continuación de la educación en los valores de la paideia griega (cultivo de sí). Que tenía como propósito educar a la juventud en la “virtud” (desarrollo de la espiritualidad mediante la práctica continua de ejercicios espirituales, a efecto de prevenir y curar las enfermedades del alma, para alcanzar la trascendencia humana) y la “sabiduría” (cuidado de la verdad, mediante el estudio de la filosofía, la física y la política, a efecto de alcanzar la sociedad perfecta). El educador utilizando el discurso filosófico, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, ilustra lo que es la trascendencia humana y como alcanzarla. Y por su autentico valor propedéutico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar los fines últimos de la paideia griega siguiendo a Cristo. Meta que no se ha logrado debido a que la letrina moral del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ El reto actual, es formular un cristianismo laico que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo, la pluralidad y el sincretismo, a fin de afrontar con éxito los retos de la modernidad. Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo (cristianismo grecorromano), separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su religión basura que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela 15
  • 18. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. III.- BREVE CRÍTICA AL PROFETISMO JUDÍO DEL ANTIGUO TESTAMENTO. La relación entre la fe y la razón expuesta parabolicamente por Cristo al ciego de nacimiento (Juan IX, 39), nos enseña la necesidad de hacer un juicio justo de nuestras creencias utilizando el raciocinio para indagar “si es verdad o es mentira” que los textos bíblicos son palabra de Dios, a fin de disolver las falsas certezas de la fe que nos hacen ciegos a la verdad. Lo cual nos exige criticar el profetismo judío o revelación, enmarcado la crítica en el fenómeno espiritual de la trasformación humana y, las ciencias y técnicas que nos ayudan a desarrollarnos espiritualmente. Abordados por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana, conceptualizadas por los filósofos griegos y la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo, la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, ). Utilizando los principios universales del saber filosófico y espiritual como tabla rasa, a fin de deslindar y hacer objetivo lo “que es” o “no es” del mundo del espíritu. Método o criterio que nos ayuda a discernir objetivamente __la verdad o el error en los textos bíblicos analizando los diferentes aspectos y características que integran la triada preteológica: (la fenomenología, la explicación y la aplicación, del encuentro cercano escritos en los textos bíblicos). Vg: la conducta de los profetas Abraham y Moisés, no es la conducta de los místicos; la directriz del pensamiento de Abraham, es el deseo intenso de llegar a tener una descendencia numerosísima y llegar a ser un país rico como el de Ur, deseo intenso y obsesivo que es opuesto al despego de las cosas materiales pregonado por Cristo y seguido por los místicos; es por ello, que la promesas de Yahvé a Abraham son alucinaciones contestatarias de los deseos del patriarca, y no tienen nada que ver con el mundo del espíritu. La directriz del pensamiento de Moisés, es la existencia de Israel entre la naciones a fin de llegar a ser la principal de todas, que es opuesta a la directriz de vida eterna o existencia después de la vida que orienta el pensamiento místico (Vg: la moradas celestiales, la salvación o perdición eterna a causa del bien o mal de nuestras obras en el juicio final de nuestra vida terrenal, abordadas por Cristo); el encuentro cercano descrito por Moisés en la zarza ardiente describe el fuego fatuo; el pie del rayo que pasa por el altar erigido por Moisés en el Monte Horeb, describe un fenómeno meteorológico; la nube y la tormenta sobre el Monte que anuncia la presencia de Javeh descrita en el pacto del Sinaí o mito fundacional de Israel como nación entre las naciones por voluntad divina a fin de santificar sus ancestros, su pueblo, su territorio, Jerusalén, el templo y la Torah; descripciones que no corresponden al encuentro cercano expresado por Cristo al experimentar la común unión: “El Padre y Yo, somos una misma cosa”, la cual coincide con la descrita por los místicos iluminados. Las leyes de la guerra dictadas por Moisés en el Deuteronomio causales del despojo, exterminio y sometimiento de las doce tribus cananeas y del actual genocidio del pueblo palestino, hacen evidente la ideología racista, criminal y genocida serial que sigue el pueblo judío desde tiempos bíblicos hasta hoy en día, conducta opuesta a la doctrina de la no violencia enseñada por Cristo__ Discernimiento que nos aporta las suficientes pruebas objetivas de juicio que nos dan la certeza que el profetismo judío o revelación bíblica, ES OPUESTO A LAS ENSEÑANZAS DE CRISTO, Y POR LO TANTO, NO ES PALABRA DE DIOS; ya que en lugar de sanar y prevenir las enfermedades del alma para desarrollarnos espiritualmente, enerva a sus seguidores provocándoles: alucinaciones, estulticia, histeria y paranoia; propiciando la bibliolatría, el fanatismo, la intolerancia, el puritanismo, el sectarismo, e impidiendo su desarrollo espiritual. 16
  • 19. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. IV.- BREVE CRÍTICA A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA, A FIN DE VISLUMBRAR LA NECESIDAD Y POSIBILIDAD DE FORMULAR UN NUEVO CRISTIANISMO, PARA EVITAR QUE EL MENSAJE DE CRISTO QUE SEA ACAYADO POR EL ISLAMISMO, EL JUDAÍSMO Y LAS CORRIENTES DE LA NUEVA ERA. La gran relevancia que actualmente tiene esta crítica, radica en la urgente necesidad formular un cristianismo laico para remediar el divorcio que existe desde hace veinte siglos entre la filosofía y la religión judeo cristiana que ha propiciado el raquitismo y falta de vitalidad del alma occidental, a causa de la separación entre la fe y la razón promovida por la cristología judaizante de San Pablo y de la enjundia del pueblo judío en su esfuerzo por hacer realidad las directrices supremaciítas de sus ancestros. La cristología de San Pablo, es el punto de partida y eje rector y de la religión judeo cristiana y la doctrina de la Iglesia; lo cual evidencia la importancia toral de escudriñar las fuentes y motivaciones que llevaron a san Pablo a formularla para convertir el movimiento cristiano inicialmente laico, en religión, si queremos vislumbrar la posibilidad y necesidad de cambiar su orientación el cristianismo, a fin de actualizarlo para poder enfrentar con éxito el islam, el judaísmo, el ateismo, las corrientes de la nueva Era y el nihilismo que amenazan con sofocar el mensaje de Cristo. Y en este momento crítico, en el que Europa esta a punto de ser islamizada, nos encontramos ante la disyuntiva de tener que escoger entre la universalización del mensaje de Cristo formulando un cristianismo laico, o reafirmando el exclusivismo de la religión judeo cristiana. Esta problemática, es el objeto de la siguiente crítica a la cristología de Pablo. Entre los sicarios más exaltados del sanedrín enviados por los príncipes de la Sinagoga para perseguir y exterminar, por el delito de blasfemia, a los judíos seguidores de Cristo dispersos en las provincias grecorromanas, destacaba Pablo por su radicalidad; quien al darse cuenta de gran cantidad de gentiles que se unían a ese movimiento, ideó reencausarlo para que los judíos cristianos siguieran siendo Israel, conservaran su religión, tradiciones ancestrales y leyes; y los gentiles cristianos ayudaran a Israel alcanzar la supremacía sobre todas las demás naciones. Atribuyendo los motivos de su conversión a la experiencia de Cristo resucitado camino a Damasco, para poder unirse y encausar a la secta cristiana como dirigente; con tanta o más autoridad que la de los apóstoles; arguyendo que ellos fueron escogidos por Jesús hombre, en cuanto que él fue escogido por Cristo resucitado: PABLOR RECONOCE SER UN MENTIROSO y arguye: Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador? (Romanos 3,7), confirmando la replica de Cristo a los fariseos cuando negando la paternidad divina de Cristo, arguyeron ser hijos de Abraham mientras que él era hijo del demonio, señalando a los hijos de Israel, como hijos de la mentira. (Juan VIII, 37 al 44) Pablo no conoció al Jesús terreno. A él “se le apareció” el Resucitado, cosa que Pablo repite varias veces (Gal I, 11-16; 1 Cor IX, 1; XV, 8; 2 Cor IV, 6). Portento rela tado por Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, (IX, 1-19; XXII, 3-21; XXVI, 9-18). Esto ya da idea de la importancia de la experiencia de Cristo resucitado que Pablo trasmitió a su colaborador más cercano (Lucas quien fue enviado por los sabios alejandrinos a dar fe de la trascendencia humana de Cristo). En las epístolas de Pablo pronto se advierte su afán de resaltar la divinidad de Cristo. Por lo consiguiente, el punto de partida para estudiar la cristología de Pablo, es el hecho trascendental de “Cristo resucitado”; soslayando la importancia genérica de “la trascendencia humana patente en Cristo”; es decir que cristología de Pablo es más que nada una teología de Cristo. Porque omite los hechos Jesús, narrados en los evangelios, y lo que esa información representa: “El conocimiento objetivo del Jesús humano”, para 17
  • 20. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. privilegiar “el conocimiento subjetivo de la divinidad de Cristo. Privilegiando el acto piadoso o cultote las organizaciones religiosas, a costa del acto misericordioso o altruismo de la organizaciones altruistas; contradiciendo el deseo expreso de Dios revelado a los profetas” “Me place más la misericordia, que el sacrificio” (MATEO VIII,13, XII,7). Contradicción señalada por Cristo a los fariseos. Es por ello, que Pablo no mostró ningún interés por los hechos de Cristo narrados en los evangelios, como fuente de su cristología, sino que utilizó como fuente y directriz, el cumplimiento de las profecías narradas en el Pentateuco. El propio Pablo arguye que: fue el Dios de Cristo resucitado quien lo escogió como apóstol; y por ello, “para formular su cristología: no consultó a los apóstoles escogidos por Jesús hombre, ni a ninguno de sus seguidores; tampoco viajó a Jerusalén para indagar en el lugar de los hechos de Cristo hombre, los testimonios de su vida, ejemplo y enseñanzas; en lugar de esto se fue a Arabia, de donde volvió de nuevo a Damasco” (Galatas I, 16-17). Pablo llega a confesar que el conocimiento de Cristo “según la carne” no le interesa (2 Corintos V, 16). Una afirmación que evidencia claramente que la “existencia terrena” de Jesús no entraba en el ámbito de la cristología de Pablo. Esta confesión en primer lugar, nos hace caer en la cuenta que la conversión de Pablo, en el camino a Damasco, no fue una “conversión” el sentido propio y de esa palabra, sino una misión encomendada a él, por el Dios de Israel, revelada en el camino a Damasco, en su experiencia de Cristo resucitado. Es por ello, que Pablo no se aplica a si mismo el adjetivo de converso sino el de inspirado por el Dios de Israel a fin de llevar el mensaje de Cristo a los pueblos gentiles. Y por lo consiguiente siguió creyendo en el Dios de la religión en la que había sido educado. Por ello, cuando Pablo habla de Dios, no se refiere al Dios hecho hombre en la persona de Cristo, sino que se refiere al Dios de Abrahán y a las promesas hechas a sus descendientes (Galatas III, 16-21; Romanos IV, 2-20). Y es precisamente a partir de esa experiencia, que elabora su cristología, arguyendo: “cuando Aquél que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles...” (Galatas I, 15-16). Esto hace evidente que el punto de partida de la teología de Pablo, no es Jesús hombre, sino el Cristo exaltado por el Dios de Israel. Lo cual significa que la cristología de Pablo arranca de una convicción determinante: “No conocemos a Dios desde Jesús, sino que conocemos a Jesús, desde Dios”. Por tanto, “No es Jesús el que nos explica a Dios, sino que sino que son las Sagradas Escrituras dictadas por Dios las que nos explican quién es Jesús”. Para Pablo, pues, lo que el judío cristiano ha de dar por conocido, es el Dios de Israel, en tanto que el desconocido es Jesús humano. Dicho de otra manera, la cristología de Pablo no modifica sustancialmente el tradicional conocimiento de Dios que podía tener cualquier israelita seguidor de la Torah. Porque el problema religioso fundamental, para Pablo, no está en explicar a Jesús para conocer a Dios, sino en reconocer y comprender los designios de Dios, a través de Jesús. El inconveniente estriba en que Pablo no percibe que “en Jesucristo, Dios mismo se ha definido de una forma enteramente nueva”; y que la humanidad de Cristo es inseparable de su condición divina. La ceguera de Pablo a la unidad indisoluble de la naturaleza humana y la naturaleza divina patente en Cristo, o trascendencia humana patente en Cristo; es el error fatal de la cristología de Pablo que priva a la humanidad del mayor legado de Cristo “La doctrina de la trascendencia humana que Cristo enseñó e ilustró. Es decir; que la cristología de Pablo, es la de un Cristo mutilado de su humanidad. Mutilando la universalidad del mensaje de Cristo, al dejar de lado la trascendencia humana patente en Cristo, para encausarlo hacia la ecumene Abrahámica. 18
  • 21. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. Ya que, para Pablo el cristianismo es – un apéndice del judaísmo - que explica a Cristo como cumplimiento de las profecías ancestrales en un intento de impedir que los seguidores de Jesús dejaran de ser Israel, incumplieran la ley, la religión y las tradiciones ancestrales. De esta manera Pablo convirtió el mensaje universal de Jesús sobre la trascendencia humana, en un mensaje sobre la salvación por medio de la fe el Dios de Israel, para que los judíos cristianos siguieran cumpliendo la ley, la religión y las tradiciones judías (Mateo XXII,1). Y desde el momento en quePablo no conoció al Jesús terreno, de condición humana; puesto que sólo conoció al Cristo resucitado de condición divina; desde ese momento Pablo quedó imposibilitado para entender la divinidad del hombre en Jesús de Nazaret y, la importancia capital de la trascendencia humana patente en Cristo; y en última instancia, para “entender a Dios, el Dios que se nos reveló en Jesús”. El Dios de Jesús sólo puede ser conocido desde la encarnación de Dios en Jesús divinizándolo, o unión armoniosa del cuerpo y el espíritu humano. Ahora bien, si Pablo estuvo siego a la unión indisoluble de Dios con el hombre, en la humanidad de Jesús de Nazaret; el conocimiento divino de Cristo que aporta Pablo a en su cristología, desecha la piedra clave de la doctrina de Cristo, sustituyéndola por la doctrina de la salvación por medio de la fe. De ahí que la cristología de Pablo, no solo dificulta el entendimiento de Cristo hombre, esbozado en la cristología de los sinópticos, sino sobre todo dificulta la comprensión de la trascendencia humana patente en Cristo y la confirmación de la teoría y la doctrina de la trascendencia humana formulada por Aristóteles y el misticismo universal. Evidencia propuesta por el apóstol Felipe a los sabios alejandrinos, para enriquecer los ejercicios espirituales de la paideia griega, con la vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo, y confirmar que es posible alcanzar la trascendencia humana practicando las virtudes opuestas a nuestros defectos. Lo más nefasto ha sido, como se ha expuesto; es que las ideas de Pablo expuestas en sus Epístolas, fueron determinantes en la formulación de la doctrina de la Iglesia surgida de los concilios de Nicea y Calcedonia. Señalando el hecho histórico de que las Epístolas de Pablo se escribieron entre los años 50 al 57 D. C; mientras que los evangelios sinópticos no aparecieron hasta la década de los 70. Esto quiere decir, que en la Iglesia primitiva se difundieron las reflexiones de Pablo, expuestas en su cristología, unos 20 años antes que los evangelios sinópticos de los hechos de Cristo hombre, fueran escritos. O sea, en la iglesia primitiva se conoció mucho antes la “condición divina” del Cristo resucitado, que la “condición humana” del Jesús histórico. Por eso no es exagerado afirmar, que Pablo mutiló al cristianismo de su significado trascendental y universalidad, a fin de adecuarlo a las Sagradas Escrituras con planteamientos subjetivos, que al apartar la fe de la razón, convirtieron el judeo cristianismo en religión basura. Lo que importa ahora es comprender las consecuencias que se siguieron, precisamente para la cristología, de este desplazamiento de la objetividad de hechos de Cristo narrados en los evangelios “Cristo histórico”, hacia la subjetividad de “Cristo glorioso”, encadenado a la teología judía. Cuando este centro prescindió de la encarnación de Dios en Jesús, y se fijó fundamentalmente en la glorificación de Jesús en Dios; el cristianismo ganó en exclusivismo particularidad, lo que perdió en humanidad, trascendencia y universalidad genérica. Por eso se comprende que la cristología de Pablo como directriz del ethos, el pathos y futuro judeocristiano, tenga su raíz en el cielo y no en la tierra (1 Cor 15, 40-49; 2 Cor 5, 1-2; Ef 1, 10; Fil 3, 19-20). Dejando las cosas de este mundo, a disposición de intereses mundanos. Intereses justificados, además, con el pretexto de que nuestro centro no está en “lo terreno”, sino en “lo celestial”. Argumento que esgrimen los mercaderes de la fe para manipular y explotar a los creyentes aduciendo voluntad divina. 19
  • 22. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. Se ha expuesto, con toda razón, que Pablo fue el hombre clave que le dio un giro nuevo y definitivo al cristianismo. En cuanto que consiguió hacer de un movimiento laico judío, una “religión de los gentiles inseparable de la religión judía”. El movimiento cristiano, inicialmente laico, convertido en un movimiento religioso, obtuvo un éxito sensacional entre los gentiles en todas las provincias del Imperio Romano. Porque fue por medio del mensaje de Cristo cómo se llegó a una auténtica inculturación de la religión judía en el mundo de cultura helenista. Más aún, mediante Pablo, lo que era una “secta disidente” judía llegó a ser una religión universal; por medio de la cual Oriente y Occidente se encontraron estrechamente, eclipsando la doctrina de la trascendencia humana ilustrada y enseñada por Cristo, y formulada por la filosofía griega. Sin duda fue mérito de Pablo sacar el mensaje cristiano de la particularidad del judaísmo, para expandirlo el mundo greco romano. Nunca ponderaremos bastante la importancia decisiva que tuvo este proceso de divulgación universal del movimiento cristiano convertido en religión para la cultura de greco romana, en detrimento del movimiento cristiano inicialmente laico, adoptado por los sabios alejandrinos, después de que, el apóstol Felipe les comunicara el mensaje universal de Cristo, para enriquecer la educación de la paideia griega. Este detrimento tuvo un precio muy alto. Ante todo, porque, como se ha dicho, “si se quería que fuera universal, el cristianismo tenía que evitar cimentar su doctrina en la experiencia particular de los ancestros de Israel, y asentarse en la experiencia genérica del misticismo universal, orientada por los valores supremos de la trascendencia humana y la sociedad perfecta perseguidos paideia griega. En este proceso, el emperador Constantino y San Pablo tuvieron una influencia decisiva para institucionalizar y socializar el judeo cristianismo en el Imperio greco romano. Pero lo consiguieron a base de “evitar el radicalismo judío” que se advierte y se expresa con fuerza en no pocos textos del Antiguo Testamento. ¿Quiere decir esto que Pablo mutiló el Antiguo testamento, limó sus aristas y lo suavizó, con la “sana” intención de hacerlo más aceptable en el tejido social del Imperio? Uno de los puntos más ásperos que era evadir la responsabilidad de Israel en el crimen de Cristo, y Pablo lo solventó formulando la doctrina de la redención humana, arguyendo que Cristo murió en la Cruz para redimir a la humanidad de sus pecados. Igual de ásperos eran los textos de odio contra los gentiles escritos en el Pentateuco (“Mata al que ofrezca sacrificios a otro dios que no sea Yahvé”. (Éxodo XXII:19 y Deuteronomio XIII, 6). La limadura de estas asperezas fue tarea de muchos exegetas, entre los que destaca Filón de Alejandría que logró obnubilar los textos de odió contra los gentiles proponiendo el Alegorismo. Dejando de lado el sentido literal de los textos bíblicos, a fin de buscar su significado oculto a manera de los oráculos griegos. No se trata de que Pablo mutilara el Evangelio de Jesús. Abrogó la doctrina de Cristo sobre la salvación eterna por obras de un Dios remunerativo, y la sustituyó por la salvación por fe, y la de la predestinación, a fin de resguardar las directrices racistas, rapaces, criminales y genocidas seriales dictadas por los ancestros de Israel. Directrices que dejó vigentes arguyendo que los judíos seguidores de Cristo son el nuevo Israel, y los gentiles hijos adoptivos del patriarca Abraham. Como ya se señalado el problema está en que Pablo no conoció al Jesús terreno; y por consiguiente es objetivo que las apariciones de Cristo a sus seguidores, fue el punto de partida - y eje toral de la cristología que Pablo formuló para reencausar el cristianismo laico hacia la religión judía; convirtiéndolo en la religión judeo cristiana. Ahora bien, desde el 20
  • 23. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. momento en que Pablo no conoció al Jesús de este mundo, sino al Señor del otro mundo, desde ese momento. Pablo no se sintió vinculado a los hechos de la vida, ejemplo de Cristo narrados en los Evangelios, sino vinculado a su experiencia trascendente de Cristo resucitado. Y precisamente porque la experiencia mística de Cristo resucitado, nos trasciende a todos; por eso mismo se puede manejar y adaptar a las más diversas especulaciones subjetivas, y apartarse de los hechos de Cristo, la objetividad y la razón. De esta manera El Señor “trascendente” de Pablo, podía ser visto sin especial dificultad como el Señor “universal”. El problema está en que esta “universalidad”, se alcanzó a costa de ocultar la “trascendencia humana de Cristo” que se palpa en el Jesús de los evangelios. En la cristología de Pablo, la fe se relaciona directamente con “lo religioso” y con “la especulación teológica”. Cimentando la fe en la “justificación” y la predestinación que Dios concede al pecador. Lo cual explica por qué el pecado, como poder de perdición, “aparece en el centro del pensamiento” de Pablo. De ahí que la fe, según el apóstol Pablo, está íntimamente relacionada con el misterio de la “salvación” definitiva realizada por Dios mediante la fe en que Jesucristo con su pasión y muerte, pagó el rescate de nuestra salvación. Salvación de la que el ser humano participa por la “justificación” que el hombre alcanza por su fe. Esto explica por qué la fe se nos presenta, en los escritos de Pablo, casi siempre en conexión con la “justificación” que Dios concede al hombre pecador (Romanos I, 17; 3, 22. 25. 26. 30; IV, 16; V, 1, etc; Galatas II, XVI. 20; III, VII, 9-12; Etecios II, 8; III, 12, etc). Esto explica igualmente, que el discurso de la fe, no se entienda a partir de situaciones concretas de la vida ejemplo y enseñanzas de Cristo, sino teniendo como modelo a Abrahán que creyó en Dios y en el cumplimiento de Sus promesas de satisfacer los deseos del patriarca de procrear una numerosísima descendencia que avasallara a todos los pueblos del mundo, y su reino, poder y riqueza no tendrá fin, a cambio de su fidelidad al Dios de Israel. Por eso, en la mentalidad de Pablo, el padre o modelo de todos los creyentes es precisamente Abrahán (RomANOS IV, 16-17). Y si es que relacionamos esta fe con Jesús, Pablo la entiende como fe en Cristo o en el Hijo de Dios, “que me amó y se entregó por mí” (Galatas II, 16; Filipenses I, 29). Lo que supone que vivir la fe, significa mantener la condición de “hombre justificado” hasta el final, hasta el alcanzar el logro de la esperanza definitiva (Galatas V, 5). En la escuela bíblica, al leer los hechos narrados en el Antiguo y el Nuevo Testamento, enseguida se advierte la tensión y el contraste existente entre __las directrices racistas, criminales y genocidas seriales que los redactores del Antiguo Testamento imprimieron en los relatos de los patriarcas, profetas, reyes y jueces de Israel__ y las directrices de amor, fraternidad y solidaridad universal que los evangelistas imprimieron al redactar los hechos de Cristo. Tensión amortiguada por Pablo en su cristología. En efecto, mientras que, para Pablo, la fe es una experiencia que expresa la vinculación del pueblo judío con el Dios de Israel, y para Jesús (tal como lo presentan los sinópticos), la fe es una experiencia mística que expresa la vinculación inmanente y trascendente del hombre con Dios (El Padre y Yo somos una misma cosa). Se trata, pues, de dos formas de entender la fe que se ven, no sólo como experiencias distintas, sino sobre todo contrapuestas, en la que lo humano en la cristología de Pablo pasa a un segundo término, si no es que se desentiende de ello; porque el centro de su pensamiento está puesto en la religión de Israel, vinculando a Cristo con en el cumplimiento de las promesas hechas por Dios a los ancestros de Israel. Por el contrario, para Jesús, la fe expresa la convicción del hombre de su trascendencia, lo cual vincula lo humano con lo divino. Inicialmente, el impulso primordial del hombre es la 21
  • 24. JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. satisfacción de sus necesidades básicas (casa, vestido, sustento, seguridad, matrimonio y descendencia). Satisfechas las necesidades básicas, este impuso primordial lleva al hombre a esforzarse para satisfacer sus necesidades sociales (identidad, pertenencia, reconocimiento y poder). Y en la madures del hombre, el impulso primordial lleva al hombre a esforzarse por satisfacer sus necesidades superiores o espirituales. Y desde el principio hasta el final del desarrollo físico, mental y espiritual del hombre; el hombre busca el modo de trascender sus limitaciones físicas, mentales y espirituales. La necesidad de trascender, es el impulso primordial genérico que da origen a la reflexión y la especulación, cuyo fruto son las doctrinas de la religión y las teorías de la ciencia, debido a su doble naturaleza material y espiritual (Problemática abordada por la mitología griega en la historia del centauro Quiron; que siendo médico, al auscultar una herida que recibió en una batalla, descubrió que no podía sanar su herida, debido a que debajo de su piel existía otra naturaleza espiritual también herida, y consecuentemente la terapia debería avocarse a sanar lo físico y lo espiritual ); lo cual hace objetiva la articulación entre la sanación del cuerpo, la mente y el alma. Y es por ello, los sinópticos describen a Cristo en sus evangelios como médico de almas y cuerpos. La gran mayoría de los hechos de Cristo en los Evangelios narran las curaciones milagrosas de enfermos: la salud de un paralítico (Marcos II, 1-12 ), la curación de la hija de Jairo y de la mujer que padecía hemorragias (Marcos V, 21-43), el caso del ciego Bartimeo (Marcos X, 46-52 ), el del siervo del centurión romano (Mateo VIII, 6-13), la hija de la mujer cananea (Marcos VII, 24-30 par), la devolución de la vista a dos ciegos (Mateo IX, 27-31), la curación de los diez leprosos (Lucas XVII, 11-19). En todos estos casos, es la fe de los enfermos la que actúa como fuerza curativa. Las expresiones en este sentido son inequívocas: “tu fe te ha salvado” (Marcos II, 5; Mateo IX, 2; Lucas v, 12); “viendo la fe que tenían” (Marcos II, 5 par); “no temas, solamente cree” (Marcos V, 36 ). Es más, la relación entre la fe y la salud de los enfermos es tan fuerte, que donde Jesús no encuentra fe, no pude curar a los pacientes (Marcos VI, 5-6). La cristología de Pablo, trata de la interpretación de la salvación, del pecado y de la religión. Por lo que se refiere a la salvación, Pablo la entiende como realidad sobrenatural y trascendente: “El evangelio es poder de Dios para la salvación de todo el que cree” (Romanos I, 16). Pablo habla aquí de la salvación definitiva y última, la salvación “escatológica”, que consiste en la justificación concedida por Dios (Romanos X, 10). Y aunque es verdad que Pablo habla, en algún caso, de la salvación como un bien que se refiere al tiempo presente (2 Corintos I, 10), lo normal es que la entiende como una experiencia de solución definitiva en el “más allá” (Filipenses I, 19). En lo que se refiere al pecado, la tesis central que plantea Pablo, en la carta a los romanos, es que “Jesús el Mesías murió por los pecadores”, es decir, “murió por nosotros cuando éramos pecadores”. Y así es como Dios “nos salvará por él del castigo” (Romanos V, 6-11). Pablo, por tanto, entiende la salvación como “salvación del pecado”. Y, mediante tal salvación, liberación también de la cólera divina y del consiguiente castigo (Romanos V, 9-10). La idea que tiene Pablo, sobre la relación del ser humano con Dios, se centra en el problema de cómo aplacar a Dios ofendido y, en consecuencia, cómo encontrar una salvación que está fuera de este mundo. En el fondo, es la misma mentalidad que se manifiesta en el himno de acción de gracias del sacerdote Zacarías, el padre del Bautista, cuando bendice a Dios porque concede a su pueblo “el cocimiento de la salvación por medio del perdón de los pecados” (Lucas I, 77). La “salvación”, para la mentalidad religiosa de los israelitas de aquel tiempo, era salvación del “pecado”. Es la mentalidad de la que, sin duda, estaba imbuido Pablo. La teología de los sinópticos, en cuanto se refiere a la salvación, es 22