1. CULTURA CIENTÍFICA EN LA EDUCACIÓN
El siglo XXI es heredero de un desarrollo científico y tecnológico sin
precedentes en la historia de la humanidad. La creación e innovación basadas
en el conocimiento científico y la investigación han permitido alcanzar nuevos
horizontes en el campo de la salud, alimentación, educación, el uso y
trasformación de los recursos naturales, etc. Por otra parte, todo este cúmulo
de tecnología y conocimiento nos están permitiendo reconocer los grandes
impactos que la humanidad ejerce sobre el medio ambiente que mantiene un
equilibrio complejo y frágil, y que está siendo alterado de manera peligrosa
tanto por los patrones de uso y consumo de los recursos naturales como por
las tecnologías que se utilizan.
El Perú como muchos de los países de Iberoamérica no ha logrado despegar
aún en el campo de la ciencia y la tecnología, y esto se traduce en mayores
dificultades para alcanzar el crecimiento y desarrollo basados en lo que se
conoce como la nueva economía del conocimiento. Ningún proyecto de
desarrollo podrá ser exitoso sino se privilegia la educación que genere
ciudadanos libres, críticos y creativos, que tengan la capacidad de generar
conocimientos y tecnologías novedosas y saludables en el marco de un nuevo
modelo de desarrollo que armonice el crecimiento económico, la equidad e
inclusión social y el equilibrio ambiental.
Es una tarea urgente que los distintos gobiernos adopten y apliquen políticas
adecuadas en el corto, mediano y largo plazo, con el objetivo de asegurar un
proyecto de desarrollo nacional sostenible. Dentro de un marco de planificación
del desarrollo, no solo se deben definir objetivos y estrategias, sino que
además se deben ejecutar acciones concretas para cimentar y estimular la
educación con un nuevo enfoque, el de la innovación, el desarrollo científico y
tecnológico y la investigación. Es necesario mejorar la calidad educativa de
forma sostenida, fomentando la cultura científica y aumentando la inversión en
I+D. Estas acciones deberían favorecer la aparición de profesionales
capacitados, científicos y técnicos que tengan las condiciones de crear nuevos
conocimientos y tecnologías.
En el campo de la educación básica se podría favorecer la aparición de las
vocaciones científicas planteado un nuevo enfoque educativo que no se limite
al desarrollo de clases monótonas y repetitivas en el aula, sino que implique un
estimulo continuo de la capacidad que tiene el ser humano de preguntarse y
cuestionarse, para que se favorezca la curiosidad y el deseo de identificar y
resolver problemas encontrando las respuestas por medio de la reflexión y el
trabajo en equipo.
La realidad nos enseña que muchos estudiantes no están desarrollando en la
práctica la capacidad de cuestionarse, reflexionar e iniciar la aventura de la
investigación. Esto puede deberse a múltiples factores que tienen que ver con
aspectos nutricionales y de salud, de desarrollo síquico y biológico, del entorno
socio-económico-ambiental en el que se encuentran, además de las propias
limitaciones de los profesores que no han desarrollado las capacidades
necesarias para ser una fuente constante de motivación y estimulo. La
2. actividad educativa se limita a la impartición de clases teóricas. Para el caso
peruano es lamentable el escaso o nulo uso de los laboratorios en las horas de
práctica, los que se pueden encontrar equipados pero no son usados,
fundamentalmente por la desidia del profesor o por el temor a enfrentarse a
situaciones inesperadas y nuevas.
En las escuelas peruanas se están formando estudiantes que en lo
fundamental son almacenadores y repetidores de conocimientos que ya vienen
predeterminados en la estructura curricular del ministerio. No hay margen para
la creación y la innovación pues todo se centra en copiar lo que ya existe, sin
arriesgarse a probar nuevos caminos. Este hecho se constata en las ferias de
ciencias en las que se suelen repetir experimentos de un año tras, o en las que
se copia las experiencias que se pueden encontrar ya hechas en internet.
Es imprescindible que el esfuerzo para lograr desarrollar la cultura y
vocaciones científicas en los estudiantes tenga su liderazgo en profesores
comprometidos con su vocación, deseosos de aprender y crecer, sin miedo a
enfrentar situaciones nuevas y desafíos. El maestro al que se le brinden las
condiciones materiales y el ambiente adecuado para que desarrolle con relativa
tranquilidad su trabajo, debe estar plenamente comprometido con esta tarea.
De lo contrario se habrá defraudado así mismo, y será el causante de que se
marchiten las capacidades y talentos de niños y jóvenes que pueden hacer
grandes cosas si se les orienta y ayuda con respeto y amor.
Hozmara Rocio Torres Acosta