Si Dios fuera mujer, los seres humanos se acercarían a ella de manera diferente. La abrazarían y besarían su cuerpo en lugar de adorarla de forma distante. Sería inmortal y nos contagiaría su inmortalidad. Nos esperaría en el infierno con sus brazos abiertos y su amor, en lugar de instalarse lejos en el cielo. Si Dios fuera mujer, sería un escándalo maravilloso.