2. Capítulo 1: El vaso que rebalsó al alcohólico.
El intenso resplandor solar del mediodía veraniego, traspasó las claras
cortinas de la pared sur-occidental, conservando el calor de cada una de
las copulaciones matinales de la pareja, en la pieza principal, aún el
silbido de los muslos húmedos retumbaba en los pasillos mientras los
antiguos muebles emanaban sonidos de auxilio al percatar, que habían
sido arrancados de cuajo, sin permiso, sin compasión, de su amada tierra.
Varias horas antes, cuando la sorpresiva oscuridad comenzaba a desatar
los instintos más primitivos de los nocturnos moradores, la cena había
sido cómoda y perfecta; El vinilo, de la primera colección, “Black Jazz, de
Mulatu Astatke con Fela Kuti del año 1983, side A” estaba girando, con la
suavidad solemne del eje de los planetas, en la cubierta de un tocadiscos
especialmente acoplado a la chimenea de cinco metros cuadrados,
construida y pintada por un verdadero artista barroco de los suburbios
capitales, la cual poseía en ese momento, doce leñas de roble secas,
comenzando a arder con todo vigor y esplendor. La mesa, ubicada en el
centro de la sala de reuniones, acogía tres vinos, Cabernet Sauvignon,
Chardonnay y Merlot, respectivamente, “Marqués de Concha y Toro,
Exportación de Grandes Reservas, sello de Oro”, coctel de ostiones
salteados en salsa iraquí en dos platos de entrada, y en los dos platos
principales, Fetuccini Alfredo con Filete preparado a la “Cueva del Diablo”,
ensalada de frutos secos y la mejor iluminación que se puede conseguir
con 450 velas prendidas en distintos sectores de la única cabaña de tres
3. pisos al costado del Lago Quymayñ Qweni. No encontró manera de
celebrar mejor su quinto día de encuentros furtivos, en la casa de su amo,
junto a su antiguo compañero de sección, también esclavo de un ministro
gubernamental. No pudo ser más extraordinario, no acababan de vestirse
en la mañana, cuando los armoniosos cantos de los pájaros silvestres que
rodeaban la cabaña, los llamaron a correr desnudos, absorber los rayos
solares y lanzarse a nadar en las cálidas y transparentes aguas del
milenario lago.
Se besaron apasionadamente, y lloraron abrazados recordando los días
donde ni siquiera tenían derecho a comer dos veces en el día, la injusta
porción entregada por los militares, lloraron abrazados recordando los
años cuando no sabían lo que se sentía recibir en el rostro la luz del día,
cuando no sabían que existía un mundo sobre el Cielo de Piedra, cuando
no podían realizar ningún tipo de movimiento ni efectuar pensamientos que
no fuesen permitido por “El Poderoso”, lloraron desconsolados recordando
cuando no sabían que habían sido secuestrados, para mantener la Gran Fé
Económica. Lloraron por no poseer información. Lograron secar las
lágrimas, sonreír por la única oportunidad de haber salido al exterior y
observar juntos el soleado día, lograron descomponer los colores de las
diversas mariposas que circundaban el lago, una por una. Sonrieron
cuando se narraron mutuamente las antiguas historias, relatadas como
mitos por los mayores de la Bóveda, sobre las tres montañas que
resguardaban aquel sitio privado, eran inmensas, con nieve en sus
máximas alturas, y árboles en sus faldas. El Lago Quymayñ Qweni, de
alrededor de 5600 metros cuadrados, había nacido en la unión
subterránea de estos monstruos naturales, y aunque la vida es
extraordinaria, hermosa y agradecida de los esfuerzos, cuando la pareja de
esclavos se lograba liberar de sus dolores manteniendo una maravillosa
unión corporal y espiritual, al medio de la plenitud y pureza del agua del
ancestral lago, dos tiros llenaron sus frentes, dos tiros rompieron la calma
del lago, dos tiros ahuyentaron a los inocentes pájaros a volar a otros
árboles, dos tiros surcaron los difusos pensamientos de esperanza de dos
jóvenes autóctonos, destruyendo sus mentes, agotando los latidos de sus
salvajes corazones, y que cambiaron la historia del planeta, para siempre.
4. El agua pura del Lago, lamentó la pérdida de más seres inocentes entre
sus aguas, Quymayñ Qweni, fue el único testigo de aquel cruel asesinato,
siendo una de las últimas reservas de agua potable en el mundo, ubicado
donde antes se encontraba Penco, ex-comuna de la ex-ciudad de
Concepción, ex-Chile. Creado natural y accidentalmente después del
acoplamiento total de las placas de Nazca y Sudamericana, nacido
después del derrumbe de las ciudades, después del caos provocado por
nuestra madre Tierra y su furia contra nuestra estúpida desobediencia.
Expulsado por los inherentes cambios estructurales de siglos de intensos
terremotos, huracanes, explosiones volcánicas, desaparición del antiguo
mapa geográfico, estrepitosos nacimientos de montañas entre otros
violentos eh inaguantables desastres naturales, por parte de la débil
civilización humana. Fue, el Lago Quymayñ Qweni, creado antes de lo que
cualquiera pudiese imaginar.
Después de la desaparición de la, extinta palabra, Humanidad.
Observó la celda, respiró, las náuseas lo invadieron junto a su impaciencia
por salir de allí, varias decenas de hombres y mujeres en harapos
corrieron a su encuentro desesperados por comida o agua, sabían que las
dos reliquias no se podían conseguir a la misma vez, el guardia sacó el
arma, disparó a quemarropa a un hombre de pelo largo rubio, de notoria
contextura deportiva, que iba al frente de la comunidad sobresaltada, y
todos quedaron quietos, sólo una luz muy opaca dejaba ver los cuerpos
desnutridos cubiertos por estropeados manojos de ropa, eran muchos
aunque se presenciaba su total obediencia ante aquel único y solitario
guardia armado, el cuerpo del hombre fue rápidamente retirado por unas
mujeres hacia la profundidad de la enorme celda, la cual portaba en lo
alto, una enorme placa de acero, con el número 428.
El guardia les grito, mientras seguía apuntando con el arma:
5. -No vengo en son de paz, yo no soy el religioso, los sacerdotes me dan
asco, ellos y su mísera manera de alegrar corazones, aparte creo que
anoche murió uno de los últimos.
En ese momento guardó el arma, miró expectante, a cualquier movimiento
en falso, y al percatarse del silencio y la inactividad muscular de cada
uno de los cincuenta y cuatro, bueno, cincuenta y tres reclusos actuales
en la celda, continuó levantando al máximo su voz para que retumbara de
la misma manera en el oído, desde el primero hasta el último recluso:
- Tuve unos pésimos momentos, y ustedes corren hacia mi persona como
si fuese comida, no me arriesgaré a infectar mi cabeza con sus
obsesiones, con sus consumismos, ayer les di una bolsa de pan y antes
de ayer, cinco litros de agua, les debe de haber sobrado o acaso ¿quieren
engordar, muñecas?, ¿acaso están juntando comida para sus bebés?,
¿acaso no saben que ustedes no deben cuidarse entre sí?, ¿no se han
grabado en la memoria que nosotros somos los encargados de ofrecer la
nueva vida, sacar sus fetos y apartar los sanos genéticamente de su
asquerosa manera de vivir, porque ustedes derrumbaron el antiguo mundo?
Histérico, lleno de rabia y solo con ganas de estar en cualquier otro lugar,
ordenó salir a dos mujeres y dos hombres, los más sanos y jóvenes,
según el reporte médico semanal, números 01011, 00110, 10010 y 11100.
Se cerró la enorme puerta, apenas los cuatro elegidos, acompañaron al
enorme guardia nombrado Mustafá Tyler, con quejidos y llantos de
despedida, desolación, desesperanza, gritos de furia y de dolor. Tyler los
condujo por un pasillo muy largo rodeado sólo por cavernas y fierros,
hasta llegar a un contundente ascensor custodiado por dos guardias
armados.
-Un ministro necesita una nueva friega lozas y un mantenedor de
maquinarias- les dijo sin observarlos- ustedes son cuatro, tomen estas
armas, al llegar arriba, al momento de entrar en la pieza de fuselaje, las
cargarán con balas de electroshock, y deshabilitarán a su par género. Sólo
así podrán demostrarme quién es el más apto para ir conmigo, trabajarán
dignamente y dejarán la reproducción primitiva a un lado.
6. Mustafá Tyler les entregó a cada uno, una 9mm acondicionada, que
estaban en un bolso que le entregó uno de los guardias del ascensor, el
cual avanzó con la parsimonia estruendosa de máquina descompuesta, los
segundos avanzaban cortantes, tensos, hasta que, uno de los reclusos
masculinos, tomó el arma entregada hace unos instantes, la levantó por
sobre su cabeza y golpeó en la sien a uno de los guardias, el otro lo
tomó del cuello, se logró desatar de la llave de contención, y tres dedos
técnicamente puestos en el cuello junto con el preciso uso de presión y
fuerza, más una puñalada certera en el extremo derecho del pulmón,
calmaron su excitación, el recluso rebelde cayó al suelo en ese preciso
instante, no moriría, sino que perdería oxigeno paulatinamente sin perder
sangre, sin perder el conocimiento. Ningún otro esclavo hizo nada, sólo de
observar la degenerada técnica de combate de Mustafá, sabían que salir
de las reglas, era peor que morir de hambre, llegaron al final del recorrido
del ascensor, a la sección de las piezas de fuselaje, los dos guardias
sacaron al hombre a patadas y escupitajos, Mustafá caminó equipando
nuevamente su cuchillo en su brazo izquierdo con siniestra tranquilidad, los
tres prisioneros restantes no vieron lo espantoso que sucedió con su
compañero número 01011 en el cuarto contiguo, pero de imaginarlo no
contuvieron una que otra lágrima. El esclavo que no realizó ninguna acción
en respuesta a la constante opresión recibida por parte de los militares
del Estado Monetario, era de cabello castaño claro, cortado de una
extraña manera tribal, alto y de facciones aguileñas, con mirada sincera,
profunda y adolorida, su número era 10010 y quedó al resguardo de un
guardia obeso, lleno de hongos en el rostro y las manos por la intensa
humedad a la que había sido sometido, al trabajar en lo profundo de las
celdas, donde se encontraba una elite de esclavos, los cuales eran
sometidos a drásticas pruebas científicas, el guardia era formal y
militarizado hasta la médula, su nombre era Jack Héller “el árbol”, ya que
no debía pasar ninguna prueba de destreza, pues su rival ya era
incompetente, pasaron a una cruda entrevista con el médico de la sección
4 y sus sirvientas. Tyler continuó la caminata por un muy bien iluminado
pasillo, con pancartas de esperanza capital en sus costados, y una
bandera con el mundo en forma de moneda universal, custodiando la
7. puerta de la pieza de fuselaje, al entrar las dos jóvenes mujeres, quedaron
frente a una mesa llena de balas para pistola, la más alta, número 11100,
tomó el cargador en cosa de milisegundos, lo cargó, quitó el seguro y
apuntó a su rival, número 00110, apenas ella estaba observando la pistola,
llorando a mares, no sabía qué hacer, 11100 la observó, titubeó y disparó.
La arquitectura del emplazamiento del Estado Monetario era sencilla,
Sudamérica completa en 5000 pisos subterráneos, en forma de una mega
Colmena. Todo comenzó cuando los desastres naturales, las constantes
tentativas de guerras nucleares, amenazas de ataques virales, bombas
tóxicas, excesiva contaminación ambiental entre otras calamidades,
alarmaron a la población mundial, los con mayor poder adquisitivo
comenzaron a construir bunkers privados, en el siglo xx, luego de incluir la
conciencia de la fragilidad de la arquitectura humana, se masificó su
construcción en el siglo xxi, pero luego de la rápida desaparición del
continente oriental, Europa, África, Rusia, China y todos los países
contiguos que se inundaron en cuestión de un par de meses, para
siempre, de manera aterradora y sorpresiva, en el siglo xxii, debido al total
acomodamiento tectónico, que llevó a desnivelar aquella enorme parte del
planeta Tierra, hubo que tomar una radical decisión. Mientras, Sudamérica,
se elevaba con el surgimiento de más montañas, más cordones
cordilleranos, oriente se enteró, se divulgó la noticia de esperanza, hubo
un acelerado aumento de viajes por parte de los altos mandos europeos y
asiáticos y también se le sumaron los norteamericanos, que sufrieron una
completa congelación, hasta donde iniciaba el país de México, luego de
esta improvisada unión global comenzó una movilización militar, civil,
arquitectónica en proporciones dantescas para construir bajo cada rincón
de tierra útil, bajo cada ciudad, bajo cada país, bajo todo Sudamérica
miles de bunker gigantes, con las adecuadas comodidades de aseo, con
propias producciones de comida, con luz enviada de paneles solares anti
corrosión ambiental, bunker gigantes cada vez más y más profundos,
debido a la enorme cantidad demográfica situada en aquel provisorio
continente, el único sobre los mares, conectándose unos a otros por
túneles cada vez más y más complicados, hasta formar un verdadero
mundo bajo el estilo de vida subterráneo, con reservas de agua potable,
8. granjas artificiales, alcaldes en cada bunker, políticos y militares
discutiendo acaloradamente por años el cómo controlar el devenir
infrahumano, el prever el futuro completo de la humanidad y su alta
probabilidad de extinción, así no hubo posibilidad de la conformación de
países, todas las culturas estaban dispersas, adoloridas, sin identidad,
mescladas, sin raíz, sin historia, entonces el antiguo y caído sistema
capital impuso su voz, entregando la esperanza de homogeneidad,
supervivencia, calidad de vida y reproducción del destruido y
completamente tóxico, ambiente externo.
La continuidad de los siguientes párrafos han sido reducidos a papel blanco por
opción propia, la falta de minuciosidad literaria, falta de detalles y casi nula
rigurosidad técnica, me obliga a desearles un grato viaje por las pocas páginas
anteriores, y me esforzaré al máximo por entregar un trabajo decente para quién
desee continuar esta exploración narrativa, un abrazo, escribo pésimo, pero me
importa una mierda, bendiciones para quién haya llegado hasta estas precarias líneas
de excusamiento.
Nos veremos más allá del plano terrenal, donde las papas queman.
Natybo Fleiva
2015