1.
Editorial
La leche... otra vez*
¿Alguien se acuerda del 70-30? Para los nuevos en el negocio, se trataba de un
mecanismo que garantizaba al productor el 70% del precio del litro al consumidor,
y el restante 30% se repartía entre los demás eslabones de la cadena. Era muy
justo, pero nunca se cumplió en las épocas cíclicas de enlechada.
¿Alguien se acuerda de los precios de referencia y la cuota excedente, que
permitían un precio mínimo para la sobreoferta estacional, sin vulnerar el flujo de
caja del ganadero ni los costos de la industria? Era una fórmula imaginativa que
siempre nos gustó, pero igual, frente a los hechos, nunca se cumplió a cabalidad
en las épocas cíclicas de enlechada.
Por ello fue reemplazada en 2005 por “la libertad vigilada y el precio inequitativo”.
¿Alguien se acuerda del precio inequitativo?, una fórmula bienintencionada, pero
que tampoco se cumplió en épocas cíclicas de enlechada.
Desde 2007 está vigente el sistema del “precio competitivo” o de “fórmula
automática con revisión semestral”, sin que se hayan registrado grandes
inconformidades, mas no tanto por la idoneidad de la fórmula misma, sino porque
su aplicación coincidió con un crecimiento económico sin antecedentes, que
impactó positivamente la demanda y neutralizó las angustias de la sobreoferta
estacional, mientras el mundo se enfrentaba a una burbuja de precios altos de los
alimentos que llegó a adquirir la calificación de “crisis mundial”, pero que se
desinfló pronto sin que, a propósito, la supiéramos aprovechar. Muy poco o nada
exportamos a US$5.000 la tonelada y, por el contrario, resulta paradójico que, en
medio de ese “cuarto de hora” de escasez y precios altos, me atrevo a afirmar
que Colombia fue el único país que permaneció enlechado.
2.
Hoy, el escenario giratorio de la economía dio una vuelta de 180 grados. El mundo
enfrenta la peor crisis económica desde el ya mítico desplome de los años 30 del
siglo pasado, y la llamada crisis mundial de los alimentos, que disparó el precio de
los comodities, fue apenas una estrella fugaz y, hoy, el precio de la leche en polvo
en el mercado mundial oscila apenas entre US$2.050 y US$2.300 la tonelada.
El escenario de nuestra propia economía, por su parte, no se puede sustraer a las
tendencias del mundo. La recesión, que ya se siente, ha echado para atrás
nuevamente la demanda. Los bajos precios internacionales nos hacen cada vez
menos competitivos para venderle al mundo nuestros excedentes, y seguimos
dependiendo de la vecina Venezuela para salir de parte de ellos, con un costo de
compensación cada vez mayor para el Fondo de Estabilización de Precios
administrado por FEDEGÁN. Y como si fuera poco, el “cielo está roto” como decían
nuestras abuelas, y ya ni siquiera enfrentamos una sobreoferta estacional, porque
el invierno se nos está volviendo impredecible y medio permanente.
Estamos pues, como al principio, con un sistema de precios –el de hoy–, “que no
se cumple en las épocas cíclicas de enlechada”, y en la eterna puja entre
ganaderos e industriales, para ventilar sus derechos ante el Ministerio de
Agricultura y ante las diferentes formas de institucionalidad, que también se han
creado en el tiempo para administrar los también diferentes “sistemas de precios”.
Y ahí viene, entonces, mi reflexión sobre el tema. No es posible que continuemos
dándole vuelta a la noria como mula ciega, para llegar siempre al mismo punto. Ya
es hora de comprender que el de la leche, primero: es un problema estructural,
segundo: es un problema que va más allá del pleito sobre el precio, y tercero: no
es un problema tan grande ni tan difícil de solucionar; sólo basta consenso sobre
lo fundamental y política pública acertada. A propósito de las dimensiones,
hablando del asunto con un gran industrial español de la leche, se asombraba de
que un país como Colombia, se declarara enlechado y en crisis por una
sobreoferta de apenas 20.000 toneladas. ¡Una bicoca!, me decía. Y es así, 20.000
toneladas no representan siquiera 10 días de producción.
3.
La respuesta no está en pelear eternamente por el precio, sin que esté diciendo
con ello que FEDEGÁN abandone la defensa de los intereses de los ganaderos,
mientras la solución se circunscriba al estrecho espacio de la puja de precios. No
obstante, la respuesta se encuentra en buscarle salida a los excedentes a través
de mecanismos suficientes y permanentes.
FEDEGÁN ha propuesto un paquete de medidas de emergencia, como la asignación
de $40.000 del Presupuesto Nacional para apoyar la exportación a través del
Fondo de Estabilización de Precios; la protección del mercado en frontera
mediante la elevación del arancel externo de importación hasta el 60% y un control
eficaz a la importación de lactosueros. Igualmente, el Gobierno debe conservar e
incrementar el Incentivo al Almacenamiento de Leche, y comprometerse con un
control efectivo al precio de los insumos.
Sin embargo, la medida de coyuntura por excelencia, la que FEDEGÁN defenderá
con verticalidad, es la de mantener el precio de agosto de 2008 ($718/lt), con el
que el ganadero pierde, pero no se quiebra, como sucedería si se accede a las
peticiones de la industria, de volver al precio de febrero de 2008, de $697 por litro.
Pero la respuesta –reitero–– está en las soluciones de largo aliento. Soluciones
con permanencia, como el mecanismo de cesiones y compensaciones internas
para sacar parte de los excedentes, con precio diferencial, hacia el llamado
mercado asistencial. Leche de menor precio y buena calidad para los más pobres
de Colombia, sin menoscabo de que otra porción de excedentes se exporte,
también compensada, hacia los mercados externos.
Como estrategia permanente, es necesario seguir trabajando en la disminución de
costos vía modernización y productividad –un compromiso de FEDEGÁN–, pero
también vía control estatal para neutralizar los abusos de los productores de
insumos.
Será necesario trabajar en el incremento de la capacidad instalada de
procesamiento y almacenamiento, en la formalización del mercado de leche cruda,
y en el fomento al consumo para incrementar la demanda interna; pero también en
4.
la inteligencia de mercados, y ¿por qué no?, mientras se necesite un sistema de
precios, en analizar la viabilidad de retornar al de Cuota Excedente, que, a nuestro
sentir, es el que preserva en mejor forma el equilibrio entre las partes.
Así suene a lugar común, las crisis son para aprovecharlas y convertirlas en
oportunidades. La respuesta frente a ellas da cuenta de la capacidad de los
involucrados o de su estrechez de miras. Los ganaderos no nos quedaremos
llorando sobre la leche derramada; seguiremos produciendo la que alimentará
nuestro futuro.
*Publicado en Carta FEDEGÁN 111