Este documento describe la experiencia del autor en el downtown de Las Vegas. Describe cómo el downtown solía ser el centro de diversión de Las Vegas con sus luces de neón y casinos, pero cayó en decadencia cuando Las Vegas Strip se volvió más popular en los 90. Ahora, el downtown atrae principalmente a turistas estadounidenses que visitan lugares como el Heart Attack Grill, un restaurante de comida rápida conocido por sus hamburguesas extremadamente calóricas. El autor visita el restaurante y experimenta ser vestido como un paciente y recibir azotes
Hélice en el ADN, América Economía Internacional agosto 2013
Cuádruple bypass en las vegas, América Economía Internacional julio 2014
1. DAVIDCORNEJO
170 AMÉRICAECONOMÍA | JULIO, 2014
línea directa
Curvas de neón:
el downtown le
compite con luces
y sombras a Las
Vegas Strip.
se hicieron famosos en el
cine.Peroconelpredominio
de Las Vegas Strip en los
90, el downtown entró en decadencia.
Hoy no se ven turistas extranjeros, sino
a estadounidenses trabajadores que se
emborrachan,venespectáculoscallejeros
y se pasean entre las bailarinas que se
mueven sobre las mesas de apuestas. El
Pioneer Club conserva al vaquero, pero
hoyesunatiendadesouvenirsfabricados
en China. En la esquina de Freemont
con Las Vegas Blvd está el Heart Attack
Grill, cuyo lema lo dice todo: “Comida
por la que vale la pena morir”.
Es un restaurante de comida rápida
queenletrasluminosasanuncia“sipesas
másde150kiloscomesgratis”.También
certifica que tiene la hamburguesa más
calórica del mundo según el libro de
Record’s Guinness (9.982 calorías). En
la puerta un letrero dice “cuidado, este
local es malo para tu salud”, seguido de
“el gobierno exige que pongamos esto
para satisfacer su deseo megalomaníaco
E
stoy vestido con una bata de
enfermo. En mi muñeca tengo
una pulsera que dice “tengo un
bypass” y Katia, una enfermera rubia y
escotada, está a punto de azotarme el tra-
sero con una paleta de madera. No, no es
uno de aquellos sueños; estoy despierto,
en el downtown de Las Vegas.
Hoylaciudadtienesuzonamáslujosa
en Las Vegas Strip. Son 6 kilómetros
de hoteles-casinos, como el Bellagio
y su espectáculo de agua o el Ceasars
Palace, donde se filmó The Hangover.
Hay exclusivos shows del Cirque du
Soleil basados en Michael Jackson y
Los Beatles y presentaciones en vivo
de Lady Gaga y Britney Spears. Gente
de todo el mundo juega su dinero en los
casinos. Pero hubo una época en que la
verdadera diversión era el downtown.
Media hora en bus al norte de Las Vegas
Strip. Donde estoy ahora.
Acá se fundaron la ciudad y los pri-
meros hoteles. Sus luces de neón, espe-
cialmente el vaquero del Pioneer Club,
Cuádruple bypass en
Las Vegas
de controlar tus libertades”.
Al entrar, una enfermera oriental te
viste con bata de enfermo y la pulsera
que indica que tienes un bypass. El sa-
lón está lleno de afiches que parodian
películas famosas, como “Gone with
the waistline” (“Lo que la cintura se
llevó”) o “Burger Wars” (“La guerra de
las hamburguesas”). Hoy todo el público
es adulto, y al menos la mitad se ve con
sobrepeso, aunque no estoy seguro de
cuántos están comiendo gratis.
La carta dice “cuidado: este menú
contiene pornografía nutricional”.
Las hamburguesas, según la cantidad
de tocino, se llaman “single bypass”,
“double bypass”, y así, hasta llegar
al óctuple bypass con 40 láminas de
tocino. Las flatliner fries son papas
fritas con queso y chile
“fritas en pura manteca”.
Literalmente: las ponen en
la freidora con un puñado
de manteca blanca encima.
El vino es servido en bolsa
en un pedestal portasuero
y el menú vegano son ci-
garrillos “100 % hojas de tabaco”. El
postre es mantecado puro con vodka.
El problema es que si no terminas este
imposible menú una enfermera te azota
con la paleta de madera. Si entras, estás
entre la espada y la pared.
Me siento junto al mesón y veo a
un par de clientes azotados con la pa-
leta. La manager del local es la negra
enfermera “Stephanie”. Le pregunto si
ella también come allí y su respuesta
es un no rotundo. “La gente anda de
vacaciones en Vegas y se da permiso
para portarse mal”, me explica. “Pero
comer esto todos los días sería fatal”.
Sigo avanzando con mi menú, pero
finalmente me rindo. Llegó mi hora.
La enfermera Katia se acerca. Le pre-
gunto cuántos azotes son y me dice
“depende, tú tienes cara de cinco”.
Prepara la paleta y me dice “esto va a
doler”. Jamás la olvidaré. n
David Cornejo en Las Vegas