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-476057-483325<br />ANTOLOGIA DE TEXTO III<br />IDENTIDAD LATINOAMERICANA<br />CUARTOS MEDIOS<br />**IMAGEN : MADRE DE GUAYASAMIN<br />LA BÚSQUEDA DEL PRESENTE<br />Por Octavio Paz<br />COMIENZO CON UNA PALABRA que todos los hombres, desde que el hombre es hombre, han proferido: gracias. Es una palabra que tiene equivalentes en todas las lenguas. Y en todas es rica la gama de significados. En las lenguas romances va de lo espiritual a lo físico, de la gracia que concede Dios a los hombres para salvarlos del error y la muerte a la gracia corporal de la muchacha que baila o a la del felino que salta en la maleza. Gracias es perdón, indulto, favor, benefició, nombre, inspiración, felicidad en el estilo de hablar o de pintar, ademán que revela las buenas maneras y, en fin, acto que expresa bondad de alma. La gracia es gratuita, es un don; aquel que lo recibe, el agraciado, si no es un mal nacido, lo agradece: da las gracias. Es lo que yo hago ahora con estas palabras de poco peso. Espero que mi emoción compense<br />su levedad. Si cada una fuese una gota de agua, ustedes podrían ver, a través de ellas, lo que siento: gratitud, reconocimiento. Y también una indefinible mezcla de temor, respeto y sorpresa al verme ante ustedes, en este recinto que es, simultáneamente, el hogar de las letras suecas y la casa de la literatura universal. Las lenguas son realidades más vastas que las entidades políticas e históricas que llamamos naciones. Un ejemplo de esto son las lenguas europeas que hablamos en América. La situación peculiar de nuestras literaturas frente a las de Inglaterra, España, Portugal y Francia depende precisamente de este hecho básico; son literaturas escritas en lenguas transplantadas. Las lenguas nacen y crecen en un suelo; las alimenta una historia común. Arrancadas de su suelo natal y de su tradición propia, plantadas en un mundo desconocido y por nombrar, las lenguas europeas arraigaron en las tierras nuevas, crecieron con las sociedades americanas y se transformaron. Son la misma planta y son una planta distinta.<br />Nuestras literaturas no vivieron pasivamente las vicisitudes de las lenguas transplantadas: participaron en el proceso y lo apresuraron. Muy pronto dejaron de ser meros reflejos transatlánticos; a veces han sido la negación de las literaturas europeas y otras, con más frecuencia, su réplica.<br />A despecho de estos vaivenes, la relación nunca se ha roto. Mis clásicos son los de mi lengua y me siento descendiente de Lope y de Quevedo como cualquier escritor español, pero no soy español. Creo que lo mismo podrían decir la mayoría de los escritores hispanoamericanos y también los de los Estados Unidos,<br />Brasil y Canadá frente a la tradición inglesa, portuguesa y francesa.<br />Para entender más claramente la peculiar posición de los escritores americanos, basta con pensar en el diálogo que sostiene el escritor japonés, chino o árabe con esta o aquella literatura europea: es un diálogo a través de lenguas y de civilizaciones distintas. En cambio, nuestro diálogo se realiza en el interior de la misma lengua. Somos y no somos europeos. ¿Qué somos entonces? Es difícil definir lo que somos pero nuestras obras hablan por nosotros.<br />La gran novedad de este siglo, en materia literaria, ha sido la aparición de las literaturas de América. Primero surgió la angloamericana y después, en la segunda mitad del siglo xx, la de América Latina en sus dos grandes ramas, la hispanoamericana y la brasileña. Aunque son muy distintas, las tres literaturas tienen un rasgo en común; la pugna, más ideológica que literaria, entre las tendencias cosmopolitas y las nativistas, el europeísmo y el americanismo. ¿Qué ha quedado de esa disputa? Las polémicas se disipan: quedan las obras. Aparte de este parecido general, las diferencias entre las tres son numerosas y profundas. Una es de orden histórico más que literario: el desarrollo de la literatura angloamericana coincide con el ascenso histórico de los Estados Unidos como potencia mundial; el de la nuestra con las<br />desventuras y convulsiones políticas y sociales de nuestros pueblos. Nueva prueba de los límites de los determinismos sociales e históricos, los crepúsculos de los imperios y las perturbaciones de las sociedades coexisten a veces con obras y momentos de esplendor en las artes y las letras: Li-Po y Tu Fu fueron testigos de la caída de los Tang. Velázquez fue el pintor de Felipe IV, Séneca y Lucano fueron contemporáneos y víctimas de Nerón. Otras diferencias son de orden literario y se refieren más a las obras en particular que al carácter de cada literatura. ¿Pero tienen carácter las literaturas, poseen un conjunto de rasgos comunes que las distingue unas de otras? No lo creo. Una literatura no se define por un quimérico, inasible carácter. Es una sociedad de obras únicas unidas por relaciones de oposición y afinidad.<br />La primera y básica diferencia entre la literatura latinoamericana y la angloamericana reside en la diversidad de sus orígenes. Unos y otros comenzamos por ser una proyección europea. Ellos de una isla y nosotros de una península. Dos regiones excéntricas por la geografía, la historia y la cultura. Ellos, vienen de Inglaterra y la Reforma; nosotros de España, Portugal y la Contrarreforma. Apenas si debo mencionar, en el caso de los hispanoamericanos, lo que distingue a España de las otras naciones europeas y le otorga una notable y original fisonomía histórica. España no es menos excéntrica que Inglaterra, aunque lo es de<br />manera distinta. La excentricidad inglesa es insular y se caracteriza por el aislamiento: una excentricidad por exclusión. La hispana es peninsular y consiste en la coexistencia de diferentes civilizaciones y pasados: una excentricidad por inclusión. En lo que sería la católica España los visigodos profesaron la herejía de Arriano, para no hablar de los siglos de dominación de la civilización árabe, de la influencia del pensamiento judío, de la Reconquista y de otras peculiaridades.<br />En América la excentricidad hispánica se reproduce y se multiplica, sobre todo en países con antiguas y brillantes civilizaciones como México y Perú. Los españoles encontraron en México no sólo una geografía sino una historia. Esa historia está viva todavía: no es un pasado sino un presente. El México precolombino, con sus templos y sus dioses, es un montón de ruinas, pero el espíritu que animó ese mundo no ha muerto. Nos habla en el lenguaje cifrado de los mitos, las leyendas, las formas de convivencia, las artes populares, las costumbres. Ser escritor mexicano significa oír lo que nos dice ese presente -esa presencia.<br />Oírla, hablar con ella, descifrarla: decirla... Tal vez después de esta breve digresión sea posible entrever la extraña relación que, al mismo tiempo, nos une y separa de la tradición europea.<br />La conciencia de la separación es una nota constante de nuestra historia espiritual. A veces sentimos la separación como una herida y entonces se transforma en escisión interna, conciencia desgarrada que nos invita al examen de nosotros mismos; otras aparece como un reto, espuela que nos incita a la acción, a salir al encuentro de los otros y del mundo. Cierto, el sentimiento de la separación es universal y no es privativo de los hispanoamericanos. Nace en el momento mismo de nuestro nacimiento: desprendidos del todo caemos en un suelo extraño. Esta experiencia se convierte en una llaga que nunca cicatriza. Es el fondo insondable de cada hombre: todas nuestras empresas y acciones, todo lo que hacemos y soñamos, son puentes para romper la separación y unirnos al mundo y a nuestros semejantes. Desde esta perspectiva, la vida de cada hombre y la historia colectiva de los hombres pueden verse como tentativas destinadas a reconstruir la situación original. Inacabada e inacabable cura de la escisión. Pero no me propongo hacer otra descripción, una más, de este sentimiento. Subrayo que entre nosotros se manifiesta sobre todo en términos históricos. Así, se convierte en conciencia de nuestra historia. ¿Cuándo y cómo aparece este sentimiento y cómo se transforma en conciencia? La respuesta a esta doble pregunta puede consistir en una teoría o en un testimonio personal. Prefiero lo segundo: hay muchas teorías y ninguna del todo confiable. El sentimiento de separación se confunde con mis recuerdos más antiguos y confusos; con el primer llanto, con el primer miedo. Como todos los niños, construí puentes imaginarios y afectivos que me unían al mundo y a los otros. Vivía en un pueblo de las afueras de la ciudad de México, en una vieja casa ruinosa con un jardín selvático y una gran habitación llena de libros.<br />Primeros juegos, primeros aprendizajes. El jardín se convirtió en el centro del mundo y la biblioteca en caverna encantada. Leía y jugaba con mis primos y mis compañeros de escuela. Había una higuera, templo vegetal, cuatro pinos, tres fresnos, un huele-denoche, un granado, herbazales, plantas espinosas que producían rozaduras moradas. Muros de adobe. El tiempo era elástico; el espacio, giratorio. Mejor dicho: todos los tiempos, reales o imaginarios, eran ahora mismo; el espacio, a su vez, se transformaba sin cesar; allá era aquí; todo era aquí; un valle, una montaña, un país lejano, el patio de los vecinos. Los libros de<br />estampas, particularmente los de historia, hojeados con avidez, nos proveían de imágenes: desiertos y selvas, palacios y cabañas, guerreros y princesas, mendigos y monarcas. Naufragamos con Simbad y con Robinson, nos batimos con D’Artagnan, tomamos Valencia con el Cid. ¡Cómo me hubiera gustado quedarme para siempre en la isla de Calipso! En verano la higuera mecía todas sus ramas verdes como si fuesen las velas de una carabela o de un barco pirata; desde su alto mástil, batido por el viento, descubrí<br />islas y continentes -tierras que apenas pisadas se desvanecían. El mundo era ilimitado, y, no obstante, siempre al alcance de la mano; el tiempo era una sustancia maleable y un presente sin fisuras.<br />¿Cuándo se rompió el encanto? No de golpe: poco a poco. Nos cuesta trabajo aceptar que el amigo nos traiciona, que la mujer querida nos engaña, que la idea libertaria es la máscara del tirano. Lo que se llama “caer en la cuenta” es un proceso lento y sinuoso porque nosotros mismos somos cómplices de nuestros errores y engaños. Sin embargo, puedo recordar con cierta claridad un incidente que, aunque pronto olvidado, fue la primera señal. Tendría unos seis años y una de mis primas, un poco mayor que yo, me enseñó una revista norteamericana con una fotografía de soldados desfilando por una avenida, probablemente de Nueva York. “Vuelven de la guerra”, me dijo. Esas pocas palabras me turbaron como si anunciasen el fin del mundo o el segundo advenimiento de Cristo. Sabía, vagamente, que allá lejos, unos<br />años antes, había terminado una guerra y que los soldados desfilaban para celebrar su victoria; para mí aquella guerra había pasado en otro tiempo, no ahora ni aquí La foto me desmentía. Me sentí, literalmente, desalojado del presente.<br />Desde entonces el tiempo comenzó a fracturarse más y más. Y el espacio, los espacios. La experiencia se repitió una y otra vez. Una noticia cualquiera, una frase anodina, el titular de un diario, una canción de moda: pruebas de la existencia del mundo de afuera y revelaciones de mi irrealidad. Sentí que el mundo se escindía: yo no estaba en el presente. Mi ahora se disgregó: el verdadero tiempo estaba en otra parte. Mi tiempo, el tiempo del jardín, la higuera, los juegos con los amigos, el sopor bajo el sol de las tres de la tarde<br />entre las yerbas, el higo entreabierto -negro y rojizo como un ascua pero un ascua dulce y fresca- era un tiempo ficticio. A pesar del testimonio de mis sentidos, el tiempo de allá, el de los otros, era el verdadero, el tiempo del presente real. Acepté lo inaceptable: fui adulto. Así comenzó mi expulsión del presente.<br />Decir que hemos sido expulsados del presente puede parecer una paradoja. No: es una experiencia que todos hemos sentido alguna vez: algunos la hemos vivido primero como una condena y después transformada en conciencia y acción. La búsqueda del presente no es la búsqueda del edén terrestre ni de la eternidad sin fechas: es la búsqueda de la realidad real. Para nosotros, hispano  americanos, ese presente real no estaba en nuestros países: era el tiempo que vivían los otros, los ingleses, los franceses, los alemanes. El tiempo de Nueva York, París, Londres. Había que salir en su busca y traerlo a nuestras tierras. Esos años fueron también los de mi descubrimiento de la literatura. Comencé a escribir poemas.<br />No sabía qué me llevaba a escribirlos: estaba movido por una necesidad interior difícilmente definible. Apenas ahora he comprendido que entre lo que he llamado mi expulsión del presente y escribir poemas había una relación secreta. La poesía está enamorada del instante y quiere revivirlo en un poema; lo aparta de la sucesión y lo convierte en presente fijo. Pero en aquella época yo escribía sin preguntarme por qué lo hacía. Buscaba la puerta de entrada al presente; quería ser de mi tiempo y de mi siglo. Un poco después esta obsesión se volvió idea fija: quise ser un poeta moderno. Comenzó mi búsqueda de la modernidad.<br />¿Qué es la modernidad? Ante todo, es un término equívoco: hay tantas modernidades como sociedades. Cada una tiene la suya. Su significado es incierto y arbitrario, como el del periodo que la precede, la Edad Media. Si somos modernos frente al medievo, ¿seremos acaso la Edad Media de una futura modernidad? Un nombre que cambia con el tiempo, ¿es un verdadero nombre? La modernidad es una palabra en busca de su significado: ¿es una idea, un espejismo o un momento de la historia? ¿Somos hijos de la modernidad o ella es nuestra creación? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Poco importa: la seguimos, la perseguimos. Para mí, en aquellos años, la modernidad se confundía con el presente o, más bien, lo producía: el presente era su flor extrema y última. Mi caso no es único ni excepcional: todos los poetas de nuestra época, desde el periodo simbolista, fascinados por esa figura a un tiempo magnética y elusiva, han corrido tras ella. El primero fue Baudelaire. El primero también que logró tocarla y así descubrir que no es sino tiempo que se deshace entre las manos. No referiré mis aventuras en la persecución de la modernidad: son las de casi<br />todos los poetas de nuestro siglo. La modernidad ha sido una pasión universal. Desde 1850 ha sido nuestra diosa y nuestro demonio. En los últimos años se ha pretendido exorcisarla y se habla mucho de la “postmodernidad”. ¿Pero qué es la postmodernidad sino una modernidad aún más moderna? Para nosotros, latinoamericanos, la búsqueda de la modernidad poética tiene un paralelo histórico en las repetidas y diversas tentativas de modernización de nuestras naciones. Es una tendencia que nace a fines del siglo xviii y que abarca a la misma España. Los Estados Unidos nacieron con la modernidad y ya para 1830, como lo vio Tocqueville, eran la matriz del futuro; nosotros nacimos en el momento en que España y Portugal se apartaban de la modernidad. De ahí que a veces se hablase de “europeizar” a nuestros países: lo moderno estaba afuera y teníamos que importarlo. En la historia de México el proceso comienza un poco antes de las guerras de Independencia; más tarde se convierte en un gran debate ideológico y político que divide y apasiona a los mexicanos durante el siglo xix. Un episodio puso en entredicho no tanto la legitimidad del proyecto reformador como la manera en que se había intentado realizarlo: la Revolución mexicana. A diferencia de las otras revoluciones del siglo xx, la de México no fue tanto la expresión de una ideología más o menos utópica como la explosión de una realidad histórica y psíquica oprimida. No fue<br />la obra de un grupo de ideólogos decididos a implantar unos principios derivados de una teoría política; fue un sacudimiento popular que mostró a la luz lo que estaba escondido. Por esto mismo fue, tanto o más que una revolución, una revelación. México buscaba al presente afuera y lo encontró adentro, enterrado<br />pero vivo. La búsqueda de la modernidad nos llevó á descubrir nuestra antigüedad, el rostro oculto de la nación. Inesperada lección histórica que no se si todos han aprendido: entre tradición y modernidad hay un puente. Aisladas, las tradiciones se petrifican y las modernidades se volatilizan; en conjunción, una anima a la otra y la otra le responde dándole peso y gravedad. La búsqueda de la modernidad poética fue una verdadera quéte, en el sentido alegórico y caballeresco que tenía esa palabra en el siglo xii. No rescaté ningún Grial, aunque recorrí varias waste lands, visité castillos de espejos y acampé entre tribus fantasmales. Pero descubrí a la tradición moderna. Porque la modernidad no es una escuela poética sino un linaje, una familia esparcida en varios continentes y que durante dos siglos ha sobrevivido a nuestras<br />vicisitudes y desdichas: la indiferencia pública, la soledad y los tribunales de las ortodoxias religiosas, políticas, académicas y sexuales. Ser una tradición y no una doctrina le ha permitido, simultáneamente, permanecer y cambiar. También le ha dado diversidad: cada aventura poética es distinta y cada poeta ha<br />plantado un árbol diferente en este prodigioso bosque parlante. Si las obras son diversas y los caminos distintos, ¿qué une a todos estos poetas? No una estética sino la búsqueda. Mi búsqueda no fue quimérica, aunque la idea de modernidad sea un espejismo, un haz de reflejos. Un día descubrí que no avanzaba sino que volvía al punto de partida: la búsqueda de la modernidad era un descenso a los orígenes. La modernidad me condujo a mi comienzo, a mi antigüedad. La ruptura se volvió reconciliación. Supe así que el poeta es un latido en el río de las generaciones.<br />La idea de modernidad es un subproducto de la concepción de la historia como un proceso sucesivo, lineal e irrepetible. Aunque sus orígenes están en el judeocristianismo, es una ruptura con la doctrina cristiana. El cristianismo desplazó al tiempo cíclico de los paganos: la historia no se repite, tuvo un principio y tendrá un fin; el tiempo sucesivo fue el tiempo profano de la historia, teatro de las acciones de los hombres caídos, pero sometido al tiempo sagrado, sin principio ni fin. Después del juicio Final, lo mismo en el cielo que en el infierno, no habrá futuro. En la Eternidad no sucede nada porque todo es. Triunfo del ser sobre el devenir. El tiempo nuevo, el nuestro, es lineal como el cristiano pero abierto al infinito y sin referencia a la. Eternidad. Nuestro tiempo es el de la historia profana. Tiempo irreversible y perpetuamente inacabado,<br />en marcha no hacia su fin sino hacia el porvenir. El sol de la historia se llama futuro y el nombre del movimiento hacia el futuro es Progreso. Para el cristiano, el mundo -o como antes se decía: el siglo, la<br />vida terrenal- es un lugar de prueba: las almas se pierden o se salvan en este mundo. Para la nueva concepción, el sujeto histórico no es el alma individual sino el género humano, a veces concebido como un todo y otras a través de un grupo escogido que lo representa: las naciones adelantadas de Occidente, el proletariado, la raza blanca o cualquier otro ente. La tradición filosófica pagana y cristiana había exaltado al Ser, plenitud henchida, perfección que no cambia nunca; nosotros adoramos al Cambio, motor del progreso y modelo de nuestras sociedades. El Cambio tiene dos modos privilegiados de manifestación: la evolución y la revolución, el trote y el salto. La modernidad es la punta del movimiento histórico, la encarnación de la evolución o de la revolución, las dos caras del progreso. Por último, el progreso se realiza gracias a la doble acción de la ciencia y de la técnica,  aplicadas al dominio de la naturaleza y a la utilización de sus inmensos recursos.<br />El hombre moderno se ha definido como un ser histórico. Otras sociedades prefirieron definirse por valores e ideas distintas al cambio: los griegos veneraron a la Polis y al círculo pero ignoraron al progreso, a Séneca le desvelaba, como a todos los estoicos, el eterno retorno. San Agustín creía que el fin del mundo<br />era inminente, Santo Tomás construyó una escala -los grados del ser- de la criatura al Creador y así sucesivamente. Una tras otra esas ideas y creencias fueron abandonadas. Me parece que comienza a ocurrir lo mismo con la idea del Progreso y, en consecuencia, con nuestra visión del tiempo, de la historia y de nosotros mismos. Asistimos al crepúsculo del futuro. La baja de la idea de modernidad, y la boga de una noción tan dudosa como “postmodernidad”, no son fenómenos que afecten únicamente a las artes y a la literatura: vivimos la crisis de las ideas y creencias básicas que han movido a los hombres desde hace más de dos siglos. En otras ocasiones me he referido con cierta extensión al tema. Aquí sólo puedo hacer un brevísimo resumen. En primer término: está en entredicho la concepción de un proceso abierto hacia el infinito y sinónimo de progreso continuo. Apenas si debo mencionar lo que todos sabemos: los recursos<br />naturales son finitos y un día se acabarán. Además, hemos causado daños tal vez irreparables al medio natural y la especie misma está amenazada. Por otra parte, los instrumentos del progreso –la ciencia y la técnica- han mostrado con terrible claridad que pueden convertirse fácilmente en agentes de destrucción. Finalmente, la existencia de armas nucleares es una refutación de la idea de progreso inherente a la historia. Una refutación, añado, que no hay más remedio que llamar devastadora:<br />En segundo término: la suerte del sujeto histórico, es decir, de la colectividad humana, en el siglo xx. Muy pocas veces los pueblos y los individuos habían sufrido tanto: dos guerras mundiales, despotismos en los cinco continentes, la bomba atómica y, en fin, la multiplicación de una de las instituciones más crueles y<br />mortíferas que han conocido los hombres, el campo de concentración. Los beneficios de la técnica moderna son incontables pero es imposible cerrar los ojos ante las matanzas, torturas, humillaciones, degradaciones y otros daños que han sufrido millones de inocentes en nuestro siglo.<br />En tercer término: la creencia en el progreso necesario. Para nuestros abuelos y nuestros padres las ruinas de la historia - cadáveres, campos de batalla desolados, ciudades demolidas- no negaban la bondad esencial del proceso histórico. Los cadalsos y las tiranías, las guerras y la barbarie de las luchas civiles eran el precio del progreso, el rescate de sangre que había que pagar al dios de la historia. ¿Un dios? Sí, la razón misma, divinizada y rica en crueles astucias, según Hegel. La supuesta racionalidad de la historia se ha evaporado. En el dominio mismo del orden, la regularidad y la coherencia -en las ciencias exactas y en la física- -han reaparecido las viejas nociones de accidentes y de catástrofe.<br />Inquietante resurrección que me hace pensar en los errores. Del Año Mil y en la angustia de los aztecas al fin de cada ciclo cósmico.<br />Y para terminar esta apresurada enumeración: la ruina de todas esas hipótesis filosóficas e históricas que pretendían conocer las leyes de desarrollo histórico. Sus creyentes, confiados en que eran dueños de las llaves de la historia, edificaron poderosos Estados sobré pirámides cadáveres. Esas orgullosas construcciones, destinadas en teoría a liberar a los hombres, se  convirtieron muy pronto en cárceles gigantescas. Hoy las hemos visto caer; las echaron abajo no los enemigos ideológicos sino el cansancio y el afán libertario de las nuevas generaciones. ¿Fin de las utopías? Más bien: fin de la idea de la Historia como un fenómeno cuyo desarrollo se conoce de antemano El determinismo histórico ha sido una costosa y sangrienta fantasía. La Historia es imprevisible porque su agente, el hombre, es la indeterminación en<br />persona. Esté pequeño repaso muestra que, muy probablemente, estamos al fin de un periodo histórico y al comienzo de otro. ¿Fin o mutación de la Edad Moderna? Es difícil saberlo. De todos modos, el derrumbe de las utopías ha dejado un  gran vacío, no en los países en donde esa ideología ha hecho sus pruebas y ha fallado sino en aquellos en los que muchos la abrazaron con entusiasmo y esperanza. Por primera vez en la historia los hombres viven en una suene de intemperie espiritual y no, como antes, a la sombra de esos sistemas religiosos y políticos que, simultáneamente, nos oprimían y nos consolaban. Las sociedades son históricas pero todas han vivido guiadas e inspiradas por un conjunto de creencias e ideas metahistóricas. La nuestra es la primera que se apresta a vivir sin una doctrina metahistórica: nuestros absolutos –religiosos o filosóficos, éticos o estéticos- no son colectivos sino privados. La experiencia es arriesgada. Es imposible saber si las tensiones y conflictos de esta privatización de ideas, prácticas y creencias que tradicionalmente pertenecían a la; vida pública no terminará por quebrantar la fábrica social. Los hombres podrían ser poseídos nuevamente por las antiguas, furias religiosas y por los fanatismos nacionalistas. Sería terrible que la caída del ídolo abstracto de la ideología anunciase la resurrección de las pasiones enterradas de las tribus, las sectas y las iglesias. Por desgracia, los signos son inquietantes.<br />La declinación de las ideologías que he llamado metahistóricas, es decir, que asignan un fin y una dirección a la historia, implica el tácito abandono de soluciones globales. Nos inclinamos más y más, con buen sentido, por remedios limitados para resolver problemas concretos. Es cuerdo abstenerse de legislar sobre el porvenir. Pero el presente requiere no solamente atender a sus necesidades inmediatas: también nos pide una reflexión global y más rigurosa. Desde hace mucho creo, y lo creo firmemente, que el ocaso del futuro anuncia el advenimiento del hoy. Pensar el hoy significa, ante todo, recobrar la mirada crítica. Por ejemplo, el triunfo de la economía de mercado -un triunfo por default del adversario-no puede ser únicamente motivo de regocijo. El mercado es un mecanismo eficaz pero, como todos los mecanismos, no tiene conciencia y tampoco misericordia. Hay que encontrar la manera de insertarlo en la sociedad para que sea la expresión del pacto social y un instrumento de justicia y equidad.<br />Las sociedades democráticas desarrolladas han alcanzado una prosperidad envidiable; asimismo, son islas de abundancia en el océano de la miseria universal. El tema del mercado tiene una relación muy estrecha con el deterioro del medio ambiente. La contaminación no sólo infesta al aire, a los ríos y a los bosques<br />sino a las almas. Una sociedad poseída por el frenesí de producir más para consumir más tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y las personas mismas en objetos de consumo. Todo se vuelve cosa que se compra, se usa y se tira al basurero. Ninguna sociedad había producido tantos desechos como la nuestra. Desechos materiales y morales.<br />La reflexión sobre el ahora no implica renuncia al futuro ni olvido del pasado: el presente es el sitio de encuentro de los tres tiempos. Tampoco puede confundirse con un fácil hedonismo. El árbol del placer no crece en el pasado o en el futuro sino en el ahora mismo.<br />También la muerte es un fruto del presente. No podemos rechazarla: es parte de la vida. Vivir bien exige morir bien. Tenemos que aprender a mirar de frente a la muerte. Alternativamente luminoso y sombrío, el presente es una esfera donde se unen las dos mitades, la acción y la contemplación. Así como hemos tenido filosofías del pasado y del futuro, de la eternidad y de la nada, mañana tendremos una filosofía del<br />presente. La experiencia poética puede ser una de sus bases. ¿Qué sabemos del presente? Nada o casi nada. Pero los poetas saben algo: el presente es el manantial de las presencias.<br />En mi peregrinación en busca de la modernidad me perdí y me encontré muchas veces. Volví a mi origen y descubrí que la modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer. Habla en náhuatl, traza<br />ideogramas chinos del siglo ix y aparece en la pantalla de televisión. Presente intacto, recién desenterrado, que se sacude el polvo de siglos, sonríe y, de pronto, se echa a volar y desaparece por la ventana. Simultaneidad de tiempos y de presencias: la modernidad rompe con el pasado inmediato sólo para rescatar al pasado milenario y convertir a una figurilla de fertilidad del neolítico en nuestra contemporánea. Perseguimos a la modernidad en sus incesantes metamorfosis y nunca logramos asirla. Se escapa siempre: cada encuentro es una fuga. La abrazamos y al punto se disipa: sólo era un poco de aire. Es el instante, ese pájaro que está en todas partes y en ninguna. Queremos asirlo vivo pero abre las alas y. se desvanece, vuelto un puñado de sílabas. Nos quedamos con las manos vacías. Entonces las puertas de la percepción se entreabren y aparece el otro tiempo, el verdadero, el que buscábamos sin saberlo: el presente, la presencia. <br />*Transcripción del texto del discurso pronunciado por el escritor ante la Real Academia Sueca<br />LA PAZ NO TIENE FRONTERAS<br />Oscar Arias Sánchez<br />Discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz10 de diciembre de 1987Oslo, Noruega<br />Cuando ustedes decidieron honrarme con este premio, decidieron honrar a un país de paz, decidieron honrar a Costa Rica. Cuando, en este año -1987-, concretaron el deseo de Alfred E. Nobel, de fortalecer los esfuerzos de paz en el mundo, decidieron fortalecer los esfuerzos para asegurar la paz en América Central. Estoy agradecido por el reconocimiento de nuestra búsqueda de la paz. Todos estamos agradecidos en Centroamérica.<br />Nadie sabe mejor que los honorables miembros de este Comité que este premio es una señal para hacerle saber al mundo que ustedes quieren promover la iniciativa de paz centroamericana. Con su decisión, apoyan sus posibilidades de éxito; declaran cuán bien conocen que la búsqueda de la paz no puede terminar nunca, y que es una causa permanente, siempre necesitada del apoyo verdadero de amigos verdaderos, de gente con coraje para promover el cambio en favor del paz, a pesar de todos los obstáculos.<br />La paz no es un asunto de premios ni de trofeos. No es producto de una victoria ni de un mandato. No tiene fronteras, no tiene plazos, no es inmutable en la definición de sus logros.<br />La paz es un proceso que nunca termina; es el resultado de innumerables decisiones tomadas por muchas personas en muchos países. Es una actitud, una forma de vida, una manera de solucionar problemas y de resolver conflictos. No se puede forzar en la nación más pequeña ni puede imponerla la nación más grande. No puede ignorar nuestras diferencias ni dejar pasar inadvertidos nuestros intereses comunes. Requiere que trabajemos y vivamos juntos.<br />La paz no es sólo asunto de palabras nobles y de conferencias Nobel. Ya tenemos abundantes palabras, gloriosas palabras, inscritas en las cartas de las Naciones Unidas, de la Corte Mundial, de la Organización de los Estados Americanos y de una red de tratados internacionales y leyes. Necesitamos hechos que respeten esas palabras que honren los compromisos avalados por esas leyes. Necesitamos fortalecer nuestras instituciones de paz como las Naciones Unidas, cerciorándonos de que se utilizan en favor del débil tanto como del fuerte.<br />No presto atención a los que dudan ni a los detractores que no desean creer que la paz duradera puede ser sinceramente aceptada por quienes marchan bajo diferentes banderas ideológicas o por quienes están más acostumbrados a los cañones de guerra que a los acuerdos de paz.<br />En América Central no buscamos la paz a solas, ni sólo la paz que será seguida algún día por el progreso político, sino la paz y la democracia juntas, indivisibles, el final del derramamiento de la represión de los derechos humanos. Nosotros no juzgamos, ni mucho menos condenamos ningún sistema político ni ideológico de cualquiera otra nación, libremente escogido y no exportado. No podemos pretender que Estados soberanos se conformen con patrones de gobierno no escogidos por ellos mismos. Pero podemos insistir en que todo gobierno respete los derechos universales del hombre, cuyo valor trasciende las fronteras nacionales y las etiquetas ideológicas. Creemos que la justicia y la paz sólo pueden prosperar juntas, nunca separadas. Una nación que maltrata a sus propios ciudadanos es más propensa a maltratar a sus vecinos.<br />Recibir este Premio Nobel el 10 de diciembre es para mi una maravillosa coincidencia. Mi hijo Oscar Felipe, aquí presente, cumple hoy ocho años. Le digo a él, y por su intermedio a todos los niños de mi país, que nunca deberemos recurrir a la violencia, que nunca deberemos apoyar las soluciones militares para los problemas de Centroamérica. Por la nueva generación debemos comprender, hoy más que nunca, que la paz sólo puede alcanzarse por medio de sus propios instrumentos: el diálogo y el entendimiento, la tolerancia y el perdón, la libertad y la democracia.<br />Sé bien que ustedes comparten lo que les decimos a todos los miembros de la comunidad internacional, y particularmente alas naciones del Este y del Oeste, que tienen mucho más poder y muchos más recursos que los que mi pequeña nación esperaría poseer jamás. A ellos les digo con la mayor urgencia: dejen que los centroamericanos decidamos el futuro de Centroamérica. Déjennos la interpretación y el cumplimiento de nuestro Plan de Paz a nosotros; apoyen los esfuerzos de paz y no las fuerzas de guerra en nuestra región; envíen a nuestros pueblos arados en lugar de espadas, azadones en lugar de lanzas, Si, para sus propios fines, no pueden abstenerse de acumular armas de guerra, entonces, en el nombre de Dios, por lo menos deberían dejarnos en paz.<br />Le digo aquí a su Alteza Real y a los honorables miembros del Comité Nobel de la Paz, al maravilloso pueblo de Noruega, que acepto este premio porque sé cuán apasionadamente comparten ustedes nuestra búsqueda de la paz, nuestro anhelo de éxito. Si en los años venideros la paz prevalece y se eliminan, entonces, la violencia y la guerra, gran parte de esa paz se deberá a la fe del pueblo noruego y será suya para siempre.<br />Sólo la paz puede escribir la nueva historia<br />Desear la paz<br />La paz consiste, en gran parte, en el hecho de desearla con toda el alma. El mío es un pueblo sin armas donde nuestros niños nunca vieron un avión de combate, ni un tanque, ni un barco de guerra. Don José Figueres Ferrer es el hombre visionario que en 1948 abolió el ejército de mi Patria y le señaló, así, un curso diferente de nuestra historia.<br />Soy uno de América Latina<br />No recibo este premio como Oscar Arias. Tampoco lo recibo como Presidente de mi país. No tengo la arrogancia de pretender que represento a alguien o a alguno, pero no le temo a la humildad que me identifica con todos y con sus grandes causas. Lo recibo como uno de los 400.000.000 de latinoamericanos que buscan el retorno a la libertad, en la práctica de la democracia, el camino para superar tanta miseria y tanta injusticia<br />Soy uno de esa América Latina de rostro marcado de profundas huellas de dolor, que recuerdan el destierro, la tortura, la prisión y la muerte de muchos hombres y de sus mujeres. Soy uno de esa América Latina cuya geografía aún exhibe regímenes totalitarios que avergüenzan a la humanidad entera.<br />América busca la libertad<br />América busca, en estos años, retornar a la libertad. Los problemas que debe superar América son enormes. La herencia de un pasado de injusticias se agravó con la nefasta acción del tirano para producir el endeudamiento externo, la insensibilidad social, la destrucción de las economías, la corrupción y muchos otros males en nuestras sociedades. Estos males están a la vista, desnudos para quien quiera verlos.<br />No puedo aceptar que ser realista signifique tolerar la miseria, la violencia y los odios. No creo que el hombre con hambre, por expresar su dolor, deba ser tratado como subversivo. Nunca podré aceptar que la ley pueda usarse para justificar la tragedia, para que todo siga igual, para que renunciemos a pensar en un mundo diferente. La les es el camino de la libertad y, como tal, debe ser oportunidad de desarrollo para todos.<br />La libertad hace milagros<br />La libertad hace milagros. Cuando los hombres son libres todo es posible. Los retos a que se enfrenta América puede superarlos una América libare, una América democrática. Cuando asumí la Presidencia de Costa Rica convoqué a una alianza para la libertad y la democracia en las Américas. Dije entonces, y lo repito ahora, que , ni política ni económicamente, debemos ser aliados de gobiernos que oprimen a sus pueblos. América Latina no ha conocido una sola guerra entre dos democracias. Esta razón, es suficiente para que todo hombre de buena fe, para que toda nación bien intencionada, apoye los esfuerzos para acabar con las tiranías.<br />Hay prisa en América<br />Hay prisa porque América sea libre. Toda América debe ser libre.<br />Vengo de un mundo que tiene prisa porque el hambre tiene prisa. La violencia que olvidó la esperanza tiene prisa. El dogmatismo que traicionó al diálogo tiene prisa. Vengo de un mundo donde tenemos prisa por hacer irreversibles los caminos de la libertad y por frustrar todo intento de opresión. Yo vengo de un mundo que tiene prisa porque el guerrillero y el soldado detengan el fuego: están muriendo jóvenes, están muriendo hermanos, y mañana no sabrán por qué. Yo vengo de un mundo que tiene prisa porque se abran las puertas de las cárceles y salgan los hombres presos, en vez de que, como ayer, entren en ellas los hombres libres.<br />América tiene prisa por su libertad, prisa por su democracia, y requiere la comprensión del mundo entero para liberarse del dictador, para liberarse de la miseria.<br />Soy uno de Centroamérica<br />Recibo este premio como uno de los 27.000.000 de centroamericanos. Más de cien años de dictadores despiadados y de injusticias y pobreza generalizada, son el antecedente del despertar democrático de Centroamérica. Vivir la violencia durante otro siglo o alcanzar la paz superando el miedo a la libertad, es el reto de mi pequeña América. Sólo la paz puede escribir una historia nueva.<br />En América Central no vamos a perder la fe. Vamos a rectificar la historia. ¡Cuán triste es que quieran obligarnos a creer que la paz es un sueño, que la justicia es una utopía, que no es posible el bienestar compartido! ¡Cuán triste es que haya en el mundo quienes no entiende que en Centroamérica hoy se afirman naciones que buscan, con todo derecho, un destino mejor para sus pueblos! ¡Cuán triste es que algunos no comprendan que la América Central no quiere prolongar su pasado, sino escribir un futuro nuevo, con la esperanza para los jóvenes y con dignidad para los viejos!<br />Convertir sueños en realidades<br />El istmo centroamericano es zona de grandes contrastes, pero también de alentadoras concordancias. Millones de hombres y mujeres comparten sueños de libertad y de desarrollo. Estos sueños se desvanecen en algunos países ante violaciones sistemáticas de los derechos humanos; se estrellan contra luchas fratricidas en campos y ciudades y afrontan realidades de pobreza extrema que paralizan el corazón. Poetas que son orgullo de la humanidad saben que millones y millones de personas no pueden leerlos en sus propias tierras, porque allí miles y miles de hombres y mujeres son analfabetos. Hay en esta angosta faja de tierra pintores y escultores que admiraremos siempre, pero también dictadores que no quisiéramos recordar porque ofendieron los más queridos valores del hombre.<br />América Central no quiere ni puede seguir soñando. La historia exige que los sueños se transformen en realidades. Es hoy cuando podemos tomar el destino en nuestras manos. En estos territorios, que albergan por igual a la más antigua y fuerte democracia de la América Latina -la de Costa y a las más despiadadas y cruel dictaduras, el despertar democrático exige una fidelidad especial a la libertad.<br />La historia sólo puede tener la dirección de la libertad. La historia sólo puede tener por alma la justicia. Cuando se marcha en sentido contrario a la historia, se transita la ruta de la vergüenza, de la pobreza, de la opresión. No hay revolución si no hay libertad. Toda opresión camina en dirección contraria al alma del hombre.<br />Libertad: anhelo compartido<br />América Central se halla ante una encrucijada terrible: frente a angustiosos problemas de miseria generalizada, surge el conflicto entre las grandes potencias del Este y del Oeste: los problemas de pobreza se juntan con la pugna ideológica.<br />Sólo la liberación de la miseria y del temor es respuesta para Centroamérica, respuesta para su pobreza, respuesta para sus retos políticos. Quienes propician la solución de males centenarios en nombre de ciertos dogmas, sólo contribuirán a hacer que los problemas de ayer sean más grandes en el futuro.<br />Hay un anhelo compartido en el alma de los hombres, que pide desde hace siglos la libertad en América Central. Nadie debe traicionar la alianza de las almas. Hacerlo significa condenar a nuestra pequeña América a otros cien años de horrorosa opresión, a otros cien años de muerte sin sentido, a otros cien años de lucha por la libertad.<br />Soy uno de Costa Rica<br />Recibo este premio como uno de los 2.700.000 costarricenses. AL sur y al norte, Costa Rica ha limitado casi siempre con el dictador y la dictadura.<br />Somos un pueblo sin armas y luchamos por seguir siendo un pueblo sin hambre.<br />Somos para América símbolo de paz y queremos ser símbolo de desarrollo. Nos proponemos demostrar que la paz es requisito y fruto del desarrollo.<br />Tierra de maestros<br />Mi tierra es tierra de maestros. Por eso es tierra de paz. Nosotros discutimos nuestros éxitos y nuestros fracasos en completa libertad.<br />Porque mi tierra es de maestros, cerramos los cuarteles, y nuestro niños marchan con libros bajo el brazo y no con fusiles sobre el hombro. Creemos en el diálogo, en la transacción, en la búsqueda del consenso. Repudiamos la violencia.<br />Porque mi tierra es de maestros, creemos en convencer y no en vencer al adversario. Preferimos levantar al caído y no aplastarlo, porque creemos que nadie posee la verdad absoluta.<br />Porque mi tierra es de maestros, buscamos que los hombres cooperen solidariamente y no compitan hasta anularse.<br />Desde hace 118 años en mi tierra la educación es obligatoria y gratuita. La atención médica protege hoy a todos los habitantes, y la vivienda popular es fundamental para mi Gobierno.<br />Una nueva economía<br />Así como estamos orgullosos de muchos de nuestros logros, no escondemos nuestras angustias y nuestros problemas.<br />En horas difíciles debemos ser capaces de establecer una nueva economía para volver a crecer. Hemos dicho que no queremos una economía insensible a las necesidades de los hogares, a las demandas de los más humildes. Hemos dicho que en nombre del crecimiento económico no vamos a renunciar a la aspiración de crear una sociedad más igualitaria.<br />Hoy somos el país de más baja tasa de desocupación en el Hemisferio Occidental. Queremos ser el primer país de América Latina libre del tugurio. Estamos convencidos de que un país libre de tugurios será un país libre de odios, donde trabajar por el progreso en libertad podrá ser, también, privilegio de países.<br />Más fuerza que mil ejércitos<br />En estos años amargos para América Central muchos en mi Patria temieron que, empujada por mentes enfermas y ciegas de fanatismo, la violencia centroamericana pudiera contagiar a nuestra Costa Rica. Algunos costarricenses fueron embargados por el temor de que tuviésemos que crear un ejército, para mantener la violencia fuera de nuestras fronteras. !Qué debilidad más sin sentido! La fortaleza de Costa Rica, la fuerza que la hace invencible ante la violencia, que la hace más poderosa que mil ejércitos, es la fuerza de la libertad, de sus principios, de los grandes ideales de nuestra civilización. Cuando las ideas se viven con honestidad, cuando no se teme a la libertad, se es invulnerable ante los embates totalitarios.<br />En Costa Rica sabemos que sólo la libertad permite construir proyectos políticos donde caben todos los habitantes de un país. Sólo la libertad permite que la tolerancia concilie a los hombres. Los dolorosos caminos por los que, errantes en el mundo, transitan cubanos, nicaragüenses, paraguayos, chileno y tantos otros que deambulan sin poder retornar a sus propias tierras, son el más cruel testimonio del imperio del dogmatismo.<br />Un plan de paz<br />Ante la cercanía de la violencia de Centroamérica, Costa Rica me exigió llevar al campo de batalla de la región la paz de mi pueblo, la fe en el diálogo, la necesidad de la tolerancia. Como servidor de ese pueblo, propuse un plan de paz para Centroamérica. Ese plan se fundamentó también en el grito libertario de Simón Bolívar, expresado en el trabajo tesonero y valiente del Grupo de Contadora y del Grupo de Apoyo.<br />Soy uno de los cinco presidentes.<br />Recibo este premio como uno de los cinco Presidentes que han comprometido ante el mundo la voluntad de sus pueblos para cambiar una historia de opresión por un futuro de libertad; para cambiar una historia de hambre por un destino de progreso; para cambiar el llanto de las madres y la muerte violenta de los jóvenes por una esperanza, por un camino de paz que deseamos transitar juntos.<br />La esperanza es la fuerza más grande que impulsa a los pueblos. La esperanza que transforma, que fabrica nuevas realidades, es la que abre el camino hacia la libertad del hombre. Cuando se alienta una esperanza, es necesario unir el coraje a la sabiduría. Sólo así es posible evitar la violencia, sólo así es posible tener la serenidad requerida para responder con paz a las ofensas.<br />Hay ocasiones en que, no importa cuán noble sea la cruzada emprendida, algunos anhelan y propician su fracaso. Unos pocos parecen aceptar la guerra como el curso normal de los acontecimientos, como la solución a los problemas. !Cuán irónico es que los esfuerzos de paz dejen al descubierto que, para muchos, los odios son más fuertes que el amor,; que las ansias de alcanzar el poder por medio de las victorias militares hagan perder la razón a tantos hombres, olvidar la vergüenza, traicionar la historia!<br />Que callen todas las armas<br />En Centroamérica, cinco Presidentes hemos firmado un acuerdo para buscar una paz firme y duradera. Buscamos que callen las armas y hablen los hombres.<br />Las armas no se disparan solas. Son los que perdieron la esperanza los que disparan las armas. Son los que están dominados por los dogmatismos los que disparan las armas. Hemos de luchar sin desmayos pro la paz y aceptar sin temor estos retos del mundo sin esperanza y de la amenaza del fanático.<br />Le digo al poeta<br />El plan de paz que firmamos los cinco Presidentes afronta todos los desafíos. El camino de la paz es difícil, muy difícil En Centroamérica necesitamos la ayuda de todos para alcanzar la paz.<br />La historia no la han escrito hombres que predijeron el fracaso, que renunciaron a soñar, que abandonaron sus principios, que permitieron que la pereza adormeciera la inteligencia. Si en ciertas horas hubo hombres que en su soledad estuvieron buscando victorias, siempre estuvo vigilante al lado de ellos el alma de los pueblos, la fe y el destino de muchas generaciones.<br />Quizá fue en horas difíciles para América Central, como las que hoy vivimos, quizá previendo la encrucijada actual, cuando Rubén Darío, el poeta más grande de nuestra América escribió estos versos, convencido de que la historia cambiaría su curso:<br />quot;
Ruega generoso, piadoso, orgulloso;ruega casto, puro, celeste, animoso;por nos intercede, suplica por nos,pues casi ya estamos sin savia, sin brote,sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Diosquot;
<br />Aseguro al poeta inmortal que no vamos a renunciar a soñar, que no vamos a temer a la sabiduría, que no vamos a huir de la libertad. Yo le digo al poeta de siempre que en Centroamérica no vamos a olvidar al Quijote, no vamos a renunciar a la vida, no vamos a dar las espaldas al alma y no vamos a perder jamás la fe en Dios.<br />Soy uno de esos cinco hombres que firmamos un acuerdo, un compromiso que consiste, en gran parte en el hecho de desear la paz con toda el alma.<br />LA IDENTIDAD SOCIAL DE HISPANOAMÉRICA: EL MESTIZAJE Y LA ILEGITIMIDAD, UNA HISTORIA INCONCLUSA<br />Sonia Montecinos<br />Con este pequeño análisis acerca del mestizaje social, deseo esbozar someramente la importancia que cobra en nuestras sociedades hispanoamericanas, especialmente la osornina, originada de la unión de diversos grupos sociorraciales, que se entremezclaron para dar origen a la sociedad que actualmente nos identifica, y que hunde sus raíces en el mestizaje español, reforzado con la corriente inmigratoria europea, mayoritariamente alemana y francesa, y del Cercano Oriente, la árabe-siria.<br />Nos detendremos en un componente básico del origen del mestizaje español, la ilegitimidad,  HYPERLINK quot;
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 [1] que a lo largo de toda nuestra historia ha sido una constante.<br />En las últimas décadas del siglo XIX, en la parroquia San Mateo de Osorno, se cuenta sobre el 20% de ilegitimidad sólo de parejas que contrajeron matrimonio, debemos contemplar también aquellas que no registran la información, y otras que mantuvieron una relación de convivencia con descendencia, situación que  no devela la problemática en toda su dimensión. HYPERLINK quot;
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 [2]<br />Cifras recientes, del 2001, nos revelan que la ilegitimidad en nuestro país alcanza un 48,17%.  HYPERLINK quot;
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 [3]<br />Debemos hacer notar que, en la actualidad sigue existiendo en la sociedad chilena y local aprehensiones con relación al concepto de mestizaje y de ilegitimidad,  como si deliberadamente se quisiera desconocer una situación ancestral, actitud muy parecida al período de conquista española en que se privilegió la pureza de sangre, y se escondió el orden social alternativo, que a todas luces se evidenciaba.<br />Situación al parecer distinta,  es la connotación que se le da al mestizaje cultural, asociado a la diversidad, al enriquecimiento, a las proyecciones que tiene una sociedad, al mostrarse como multicultural.<br /> <br />Los Mestizos y el mestizaje<br /> <br />Desde su origen mismo –los mestizos- surgieron con la tacha de marginados, no fueron españoles ni indios, se debatían entre dos aguas, no se sintieron pertenecientes a ninguna de las dos categorías sociorraciales, aunque generalmente estaban más cercanos a los indios, e incluso hasta vivían en sus comunidades.<br />La marginación fue total, desde la estructura socioeconómica hasta laboral. Estaban incapacitados de asumir ninguna responsabilidad, ni menos laboral. Reconocemos que, la encomienda de indios sustentó las economías hispanoamericanas, dejando de lado al mestizo, por su consideración de ilegítimo; “de ser hombres generalmente de mala cabeza, de poco alcance y poca disposición”.  HYPERLINK quot;
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 [4]<br />En Chile, al menos se tienen antecedentes que a finales del siglo XVII, se contrataron mestizos en los centros mineros del Norte Chico, aunque definitivamente es en el siglo siguiente donde se incorporaron a la estructura laboral. Los empresarios tanto mineros como agroganaderos tuvieron que integrarlos, por el descenso de la mano de obra indígena, y por el término de la encomienda, dando pie a su funcionalización, pero con una gran resistencia de los propios mestizos y de los empresarios.<br />El mestizo, por su conformación social se mantuvo muy reacio a la integración socio-laboral. Por ello, su vida no se esquematizó, o no se moldeó de acuerdo al prototipo español, del indio, o de las otras castas, que sí se integraron relativamente “bien”, o dentro de  márgenes aceptables, en el modelo social y económico estructurado. Por eso la historia, los conoce por no seguir los moldes tradicionales, por ser desfuncionalizados, no tener apego al matrimonio, a la familia, a la moral cristiana, porque precisamente no tienen lazos familiares, carecen de la formación más básica; deambulan por los centros mineros, las haciendas y estancias, con la intención de robar para sobrevivir. El término mestizo fue durante el período colonial sinónimo de conflictivo.<br />Marcelo Carmagnani describe ampliamente a los marginados, dice textualmente:<br /> <br />Todas sus actitudes y costumbres están en abierta consonancia con su marginación, a punto de crear una actitud vital y una moral diferente, pero en el fondo moral, de la que sustentaba a las clases funcionalizadas dentro del sistema social...Viven en suma de acuerdo a otras normas en las cuales el entregarse a la embriaguez....no existe tampoco entre ellos vida familiar y la mayoría, a lo más se dedica a “mantener la manceba galena”, vivir en las fondas y pulperías, dedicarse al juego de los naipes y dados...Su desprecio a las normas jurídicas, a la familia y a la religión es algo interior, no sienten el motivo por el cual haya que respetarlas y aun gustan de burlarlas a vista y paciencia de los encargados de su mantenimiento. HYPERLINK quot;
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 [5]<br /> <br />A los mestizos, se los incorporó a las faenas laborales, tanto en los distritos mineros del Norte Chico como en las zonas agrícolas, del centro y sur del territorio nacional, como peones mineros, peones agrícolas e inquilinos respectivamente.<br />Los antecedentes descritos a grandes rasgos, nos permiten situar al mestizo dentro del grupo social de marginados, que en una mayor proporción se sintieron ajenos a las pautas generales que la sociedad dictaba en cuanto a moral, buenas costumbres y valores sociales, acercándose más a la ilicitud, a la transgresión, como norma de vida y como acto de rebelión contra lo estatuido. A pesar que, en el siglo XVIII y XIX se habían integrado a la estructura socioeconómica y laboral vigentes, o como lo llama Carmagnani, al sistema mercantilista, muchos de ellos mantuvieron el mismo comportamiento.<br />En la ciudad de Osorno, a pesar que la segunda colonización fue dirigida con pobladores de otras regiones, en cierta forma funcionalizados, HYPERLINK quot;
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 [6] con familias, igualmente se recurrió a mano de obra marginada, para que desarrollaran trabajos en obras públicas y en faenas agropecuarias; pocos se asentaron permanentemente, sólo los que se incorporaron al mercado laboral, la generalidad mantuvo su carácter errante o itinerante, dados a la vagancia y al robo.<br />En cuanto a los estamentos sociales, tenemos que a partir del siglo XVIII, conviven las categorías tradicionales: mestizos, indios, españoles y criollos, agregándose en el siglo siguiente, los inmigrantes en su mayoría alemanes.<br />Los mestizos y los indígenas lideraron el ámbito social por su alto número. Estos últimos representaron un total de 1.500, según lo señala Ambrosio O´Higgins, en parte de su correspondencia.  Un escaso número de españoles, dedicados al servicio del ejército, venidos directamente de la Península, del Perú, y de Valdivia. Generalmente se trató de altos oficiales, algunos con hábito de caballero, los cuales cumplían un corto período de trabajo, para luego ser trasladados a otras jurisdicciones. El ejemplo característico lo constituyó Valdivia, por haber tenido la connotación de Plaza Fuerte y Presidio Real se formó una sociedad eminentemente militar.<br />Otro grupo de españoles, pertenecientes a los rangos más bajos del ejército, los cuales además compartieron la actividad agropecuaria, algunos medianos y pequeños propietarios. Son detectados en los protocolos notariales, al solicitar posesión de los terrenos que cultivaban, mencionaban ser miembros del ejército.<br />La mayoría de los mestizos, integraron el grupo de los colonos, durante el período de la Repoblación (1796-1808), pertenecientes en su totalidad a los estratos bajos de la sociedad, dedicados a la agricultura y al artesanado.<br />Tomando en consideración una nómina de población, para el año 1800, tenemos un total de 1.012 colonos, 587 procedentes de Chiloé, 279 de la Zona Central, 79 de Valdivia, 36 de España, 10 de Concepción, 9 de Perú, 2 de Escocia, 7 de Irlanda y 5 de Inglaterra, de los cuales, 388 estaban casados, 518 solteros y 113 niños.  HYPERLINK quot;
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 [7]<br />En una Memoria de 1867, enviada por el Gobernador de Osorno al intendente, apreciamos una situación similar; textualmente dice:<br /> <br />Es infinito el número de pobres que viven en pequeñas habitaciones húmedas, desarraigadas y sujetas a los rigores de la estación lluviosa: contraen enfermedades y como tienen que continuar en su misma morada,  resulta   que  las  mas   de  las  veces  la  medicina que  se  les suministra es importante; de manera que hai que mirar con dolor que sean arrastrados al sepulcro por la miseria.  HYPERLINK quot;
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 [8]<br /> <br />En cuanto a la calidad de los colonos alemanes de Valdivia y Osorno, durante la colonización alemana, estudios de la Señora Schwarzenberg nos señalan:<br /> <br />Han revelado una presencia apreciable de familias pertenecientes a la alta burguesía y a la nobleza alemana – varias de ellas tituladas – que se radicaron  en  Valdivia y Osorno...Los pequeños agricultores tienden<br />a establecerse en Llanquihue, y en general en las zonas del interior se percibe una tendencia entre los grandes agricultores a instalarse en Río Bueno y La Unión, en tanto que en Valdivia permanecen los industriales, con los más sobresalientes representantes del saber.  HYPERLINK quot;
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 [9]<br />           <br />A mediados del siglo XIX, se produjo una modificación de la fisonomía de los estamentos sociales, debido a dos hechos importantes: la independencia nacional, la cual provocó una emigración masiva de los españoles a Valdivia y a Chiloé, y la llegada de los inmigrantes alemanes, que junto a los pocos mestizos más acaudalados, lideraron la sociedad local.<br />Los alemanes de Osorno se distinguieron al principio, por ser un grupo muy cerrado, de carácter endogámico, que poco a poco se integró con los mestizos más influyentes, a través de los matrimonios. Esta afirmación se fundamenta a partir de las instituciones que organizaron, como la escuela alemana, el Club  Alemán,  institución social y de esparcimiento, y la Segunda Compañía de Bomberos Germania, todas integradas por y para los alemanes.<br />           <br />La Ilegitimidad              <br />           <br />Como lo señalamos, la categoría mestizo e ilegitimo ha sido una constante histórica, ya que en su gran mayoría el mestizaje en Hispanoamérica se estructuró en base a una unión mezclada -indígena y española-, fruto de relaciones transgresoras, es decir, fuera del matrimonio. Lo mismo ocurrió con las castas, y con los demás inmigrantes extranjeros que en forma regular se establecieron desde mediados del siglo XIX, a lo largo del territorio nacional.<br />En el derecho español, los hijos ilegítimos fueron conocidos como “hijos naturales”. En las  Partidas,  se definen como aquellos hijos que nacen de una relación de convivencia entre un soltero y una soltera, que al decidir formalizarla en un matrimonio,  debía pedir la dispensa correspondiente. Las leyes de Toro, también consideraron a los hijos naturales, producto de padres solteros, pero en la eventualidad de querer casarse no era necesario solicitar la dispensa matrimonial.<br />Aparte de los hijos naturales, también fueron considerados ilegítimos: los hijos adulterinos, o de “dañado ayuntamiento”; los hijos bastardos, producto de la barraganía o el concubinato; los hijos nefarios, producto del incesto por línea recta; los hijos incestuosos por línea transversal; los hijos sacrílegos, producto de la unión con clérigos, y los hijos manceres, hijos de prostitutas. HYPERLINK quot;
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 [10]<br />El discurso eclesiástico, tanto en Europa como en Hispanoamérica fueconsiderar al matrimonio, como único estado lícito de una pareja, permitiendo a ésta la posibilidad de tener relaciones sexuales abiertas a la procreación, y consolidarse como familia, lo contrario a este discurso fue considerado  censurable  por  la Iglesia Católica, y por la sociedad en general. No obstante, aunque éste era el modelo ideal, “nunca se aplicó de manera integral”, porque parte de la sociedad fue permisiva con los incumplimientos de los nobles y la burguesía. Por su parte, el campesinado pobre recurrió a la vida sexual “disoluta”. En estos casos la moral cristiana adoptó un doble discurso, el que por un lado aceptaba ciertas transgresiones, y por el otro exigía el cumplimiento estricto de lo legislado. HYPERLINK quot;
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 [11] Sabemos que, no toda la sociedad siguió este modelo, porque sin relaciones ilícitas, la ilegitimidad no hubiese sido tan alta en América.Legalidad y realidad social fueron en muchos casos divergentes.  HYPERLINK quot;
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 [12]<br />La legitimidad era considerada el estado “normal”, calidad que sólo el matrimonio podía perpetuar; éste otorgaba estabilidad a la pareja, a los nacimientos y a la familia. Para que permaneciese este orden “natural”, la Iglesia y la Corona lucharon sin descanso,  especialmente en América, donde la libertad sexual fue parte de la idiosincrasia india. Podemos señalar que, la legitimidad se convirtió en sinónimo de orden de la estructura familiar, le dio firmeza, estabilidad a la institución.<br />Para Manuel José de Lara Ródenas: “La legitimidad...se  comportaría  como un  esqueleto  que  sostendría la definición misma de la familia y como una fuerza gravitatoria que regularía las posiciones relativas de los elementos que la forman”.  HYPERLINK quot;
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 [13]<br />En la Europa y en la Hispanoamérica del Antiguo Régimen, la Iglesia y la Corona lucharon denodadamente por frenar las conductas sexuales ilícitas, como el concubinato y el amancebamiento, que fueron las principales formas de trasgresión sexual, las cuales dieron origen a los nacimientos ilegítimos.<br />La ilegitimidad cruzó todas las barreras sociales, desde los nobles, los burgueses a los campesinos, los blancos y demás calidades sociorraciales, toda la sociedad se vio comprometida, aunque el comportamiento fue diferente en cada caso, tanto en los hombres como en las mujeres.<br />Podemos mencionar que en la mayoría de los casos, los hijos fueron los más  perjudicados,   primero   por  el    estigma   que    significó  nacer  bajo las condiciones de ilegítimo, el rechazo del padre y de la sociedad. La mayoría de las veces, la mujer enfrentaba sola la situación,  sobre todo en los estamentos más bajos, y sólo cuando podía sustentar a los hijos, pero cuando no era así, no le quedaba más remedio que abandonarlos. Un comportamiento semejante tuvieron las mujeres de elite, en este caso como una forma de evitar el deshonor. Hubo excepciones, en que la mujer asumió la responsabilidad de la crianza de manera oculta. Cuando el hombre de elite criaba solo al hijo, generalmente lo camuflaba como un sirviente más, sólo los reyes y muy grandes señores criaron públicamente a sus bastardos.<br />En cuanto a los burgueses y a los campesinos acomodados que dejaban embarazadas a una sirvienta, en lugar de criar a sus hijos como en otras épocas, los dejaban en la calle, no tanto por maldad, sino por temor al escándalo. En Nantes, Francia,  en el siglo XVI y en las ciudades vecinas el 50 por 100 de los nacimientos seguía siendo producto del concubinato. En la misma ciudad, en el siglo XVIII la tasa bajó entre el 6.5 a 2 por 1000. En todas las ciudades francesas, llegó a ser muy raro que una muchacha tuviera más de un hijo ilegítimo en la misma parroquia.  HYPERLINK quot;
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 [14]<br />La ilegitimidad no se expresó de la misma manera en todos los sitios. Apreciamos diferencias entre las zonas rurales y las urbanas, así como de colonización, entre  Europa y América. Mucho  tienen que  ver con los registros disponibles, en cuanto a las actas matrimoniales, de bautismo, de nacimiento y los testamentos. Todos ellos revelan en parte la magnitud de la ilegitimidad.<br /> <br />En la Nueva España va invariablemente entrelazada con la mezcla de las razas y el concubinato. La desproporción de los sexos entre españoles   de  la  conquista   sugiere,  por  sí  misma,  que  los varones europeos inevitablemente tendrían relaciones sexuales con mujeres indígenas y africanas, si querían reproducirse activamente. En el siglo XVI, la relación de la ilegitimidad con la mezcla de razas fue tan grande que una de las normas que definían las castas era, precisamente, la de la ilegitimidad. Proporciones de nacimientos ilegítimos de 20 a 60%, junto con altos niveles de adultos que no se casaban hacen que la Nueva España, junto con casi toda América Latina se desvíe marcadamente de la experiencia demográfica europea. HYPERLINK quot;
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 [15]<br /> <br />Considerando estas diferencias, en la geografía española, también apreciamos algunas particularidades. Al respecto, Manuel José de Lara Ródenas nos muestra a la Huelva del siglo XVII, a partir del estudio sobre 1.875 testamentos, detectó sólo 13 casos de hijos naturales, correspondiente a un 0.7% del total, contrastando por ejemplo con la ilegitimidad de los parisinos del siglo XVIII, de un 3%, a igual fuente documental.<br />El autor reconoce la importancia de confrontar las cifras obtenidas con las actas bautismales, de esta forma, se obtiene un resultado más cercano a la realidad. Por ello, cita algunas estadísticas de ilegitimidad de otras localidades de Huelva, como Ayamonte, en que Sánchez Lara contabiliza entre 1621 y 1645, entre 15.3% y el 19.6%, incluidos los expósitos. La parroquia de El Salvador con un 6.1% entre 1600-1624, un 4.8% en 1625-1649, un 3% en 1650-1675 y un 1.8% en 1675-1699.                                                   <br />El autor se plantea que Ayamonte puede representar un caso especial, en cuanto a los altos niveles de ilegitimidad, con relación a otros. Sánchez Lara, sin embargo, lo atribuye al hecho de haber sido un importante centro esclavista. Las cifras señaladas, contrastan con las que nos presenta José Pablo Blanco Carrasco, para Extremadura, con alrededor de un 0.2% a un 0.3% de ilegitimidad, para los siglos XVI, XVII y primera mitad  del XVIII. Presenta también una muestra rural extremeña de ilegitimidad, para la segunda mitad del siglo XVI de un 2.78%, entre 1600-1650; 1651-1700 de 2.93%; 1701-1750 de 1.59%; 1751-1800 de 1.48% y en 1801-1860 de 2.91%.<br />En parroquias urbanas, los porcentajes de ilegitimidad fueron más altos, de acuerdo a los cálculos hechos por Cortés (1983) fluctúan entre el 12 y el 7% para Zafra  en  los  siglos  XVI  y  XVII respectivamente.  Un 8.03% calculado por Rodríguez Grajera (1985), para el siglo XVII; el 11% estimado para Badajoz, a mediados del siglo XVII.  HYPERLINK quot;
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 [16]<br /> <br />            A pesar de la elevada tasa de ilegitimidad de los grandes núcleos –a excepción de Cáceres-, el porcentaje sigue siendo muy escaso con relación a la natalidad global, de modo que las alteraciones que pudiesen venir de la ilegitimidad no declarada y por tanto abultada a los ojos de la ilegitimidad podemos considerarlas escasas.  HYPERLINK quot;
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 [17]<br /> <br />Laslett nos aporta cifras de un total de 98 parroquias de Inglaterra, en las cuales la tasa de ilegitimidad fluctuaba entre el 3.2 por 100 en el decenio de 1600, y del 1.7 por 100 en los años 1640.<br />Hay varios aspectos a considerar dentro de la natalidad ilegítima, una de ellas es la edad al matrimonio. Se ha detectado que, si los matrimonios se realizaron más tardíamente, los porcentajes de ilegitimidad se elevan, porque la mujer soltera está también más expuesta a concebir hijos fuera del matrimonio.<br />Siguiendo con esta explicación que puede ser válida también para explicar el aumento de la ilegitimidad en el siglo XIX, podemos agregar además los cambios en el sistema económico. Se dice que los niveles bajos de ilegitimidad para  algunos   territorios  españoles durante  el  siglo  XVII,  se deberían  a  una ilegitimidad transitoria, que se subsanaba posteriormente con el matrimonio.<br />Otra explicación posible es que las comunidades campesinas habrían estimulado la nupcialidad como una forma de crear y reforzar vínculos entre los vecinos (alianzas estratégicas). Podemos incluir también la centralización administrativa que corrió a parejas con la cobertura que tuvo la Iglesia y la Corona en la “difusión y asimilación de la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la sexualidad”.  HYPERLINK quot;
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 [18]                                                                      <br />En la parroquia de La Paz en Lima, encontramos un alto porcentaje de ilegitimidad durante el siglo XVII, asociado a períodos de crisis económica y retraso de las uniones matrimoniales, que hicieron sentir su influencia en la constitución familiar. Una cierta “relajación moral”, fomentó las relaciones extra conyugales, medidas en parte por el grado de hijos ilegítimos, decimos en parte,  porque la  que  dice  relación  con  la  ilegitimidad  infecunda,  noqueda<br />registrada en las estadísticas.<br />Clara López plantea la dificultad de saber efectivamente el porcentaje de parejas extraconyugales, aunque sí piensa que en los grupos de elite el control social fue mucho mayor en cuanto a las relaciones ilícitas, en comparación a los otros sectores sociales. Agrega que, en la parroquia San Agustín en la Paz, la más importante de los españoles entre 1661 y 1680 se registraron 670 bautizos, de los cuales el 43% fueron declarados como hijos legítimos, el 50% como hijos ilegítimos, el 7% de padres desconocidos y un 1% sin antecedentes. Nos indica que la ilegitimidad en las capas altas de La Paz fueron menores, en comparación al resto de la sociedad, pero también es cierto que, tenían motivos para esconderla, porque el control social también era mayor.  HYPERLINK quot;
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 [19]<br /> <br />A finales del siglo XVIII, la ilegitimidad aumenta progresivamente por el número de niños expósitos, que presentan un ejemplo extremo de quiebre del sistema de seguridad familiar y los mecanismos de protección y solidaridad entre parientes, invita a pensar en un tránsito del fenómeno de la ilegitimidad hacia situaciones de naturaleza definitiva y por tanto independientes de la estructura demográfica. Se daría un paso, pues, a largo plazo, de una ilegitimidad explicada en el seno de la mecánica demográfica, a una ilegitimidad de carácter nuevamente económico.  HYPERLINK quot;
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 [20]<br /> <br />Si comparamos el fenómeno de la ilegitimidad europea, con la latinoamericana percibimos la existencia de grandes diferencias, tanto en los orígenes, la evolución y las particularidades en cada una de las regiones. En cuanto a los orígenes, podemos señalar que en el caso latinoamericano, estamos en presencia de un proceso de mestizaje o de miscegenación de la población, por efecto de un concubinato y amancebamiento extremos, ya que las relaciones consensuales fueron mayoritarias durante el período de conquista, a pesar de los esfuerzos de la Iglesia y de la Corona, por imponer la institución  matrimonial  como el modelo de unión de las parejas bajo protección divina, la realidad fueron las relaciones libres. Hemos intentado explicar el comportamiento sexual de la población india, como parte de una costumbre arraigada basada en la poligamia,  que no se desterró con la llegada de inmigración española. Con la llegada de la mujer europea se formalizaron las uniones matrimoniales pero, igualmente, se siguieron manteniendo relaciones ilícitas interétnicas.   <br />Durante el siglo XIX, en América Latina, el matrimonio tendió a imponerse, iniciándose un proceso lento de disminución de la ilegitimidad, entre un 10 a un 20%, aunque seguimos insistiendo en las particularidades regionales. El ejemplo típico es el valle de Petorca en Chile, con tasas de ilegitimidad del 29 al 38% durante el siglo XIX. Tenemos también cifras de México, alcanzando en el período de 1724-1842 entre el 18 al 33%,  Sao Paulo, Bolivia y Minas Gerais en Brasil, las tasas se sitúan entre el 20 y 60% en el siglo XIX.  HYPERLINK quot;
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 [21]<br />Para otros sectores del Cono Sur de América, de acuerdo a los antecedentes proporcionados por José Luis Moreno en su estudio sobre el río de La Plata entre 1780-1850, nos describe una región fronteriza con una cierta homogeneidad en los patrones de comportamiento sexual de hombres y de mujeres, e influenciada por un proceso migratorio y de movilidad constante. Menciona una fuerte liberalidad en las relaciones sexuales de ambos sexos. Para la mujer, la edad de 15 años se consideraba como apropiada para casarse, a partir de allí, se supone iniciaría las relaciones sexuales, elevando en muchos casos el embarazo prematuro, que a veces se arreglaba con un matrimonio posterior.<br />Nos menciona que, en localidades con el nombre de San Vicente, Mateo en Lobos se efectuaron matrimonios “después de haber tenido tres, cuatro o más hijos, no sólo de migrantes sino también de originarios de la zona. El origen de los contrayentes, es decir, si eran migrantes o locales, no podían afectar demasiado la realización del matrimonio religioso”.  HYPERLINK quot;
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 [22]<br />En cuanto a índices de ilegitimidad, encontramos proporciones altas, en comparación sobre todo a Europa. Entre 1787-1797, aumentó del 13.4% al 35% entre 1840-1850. La causa del aumento de los nacimientos y especialmente la ilegitimidad, fue el corrimiento de la frontera bonaerense, sin embargo se mantuvieron estables los matrimonios.<br />El autor le atribuye importancia al inicio del ciclo de la mujer, circunscribiéndolo entre los 14 y 17 años de edad, considerado como un período reproductivo largo y de alto riesgo de embarazo, por no contarse con “la aplicación de algún método contraceptivo, excepto la abstinencia en el período invernal o en fechas  religiosas”. Señala el  amamantamiento  como un mecanismo de control sexual, y el coitus interruptus por parte de los sectores altos de la sociedad.  HYPERLINK quot;
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 [23]<br />La frontera pampeana como hemos señalado presentó sus propios patrones sexuales, que tuvo lógicamente que ver con la geografía, pero en este caso también  influyó  la  presión  de  los  sexos, especialmente de los hombres por ser mayoría, en comparación a las mujeres.<br /> <br />También influyó la presión por poblar y fecundar- en la acepción humana y productiva-, por un lado, y por otro, el imperativo de la moral prescrita por la Iglesia católica que, a juzgar por los hechos, no se abandonaba definitivamente pero tampoco se cumplió a pie juntillas, en que el honor (sexual), es decir, la virginidad de la mujer, puesta en juego en la relación con el hombre aparece en varios pleitos como un valor que debía salvaguardarse.  HYPERLINK quot;
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 [24]<br /> <br />En este sentido, las uniones libres de hombres y mujeres fueron habituales en todos los estratos sociales, de alrededor del 25 al 35%, lo que llevaría al autor a “extender el concepto de matrimonio a estos casos”. Da a entender que estas cifras de consensualidad, nos deberían llevar a pensar que las bases del matrimonio y la familia cristianos son diferentes a las nociones que la población en general tenía del matrimonio.<br />Encontramos otro trabajo, sobre ilegitimidad en la Pampa Argentina, entre 1810-1869, específicamente de la localidad de Lobos, provincia de Buenos Aires, en el cual se destacan dos fenómenos característicos de América Latina: el alto porcentaje de ilegitimidad conyugal y filial, y la intensa movilidad de la población que se acentúa en los sectores fronterizos.<br />Coincidente con el estudio citado anteriormente, también se menciona la “libertad sexual”. En este caso, el autor advierte que tanto la legitimidad como la ilegitimidad están ligadas fuertemente con las normas que impuso la Iglesia, con las normas de derecho sucesorio, siendo esta última la que hizo la distinción entre hijos legítimos e ilegítimos, que poco a poco, les fue restando privilegios a la concubina y a sus hijos.<br />En este contexto, se   trataría  de   una  nueva definición de matrimonio cristiano, “como requisito para gozar del derecho legal de heredar, ya fuese como cónyuge o descendiente”. En este sentido, la nobleza señorial vio con agrado la confirmación y validez del matrimonio monógamo, para “reducir el número de pretendientes ilegítimos, y por consiguiente los peligros, y la violencia de las disputas sucesorias”.  HYPERLINK quot;
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 [25]<br />Jack Goody plantea que, la Iglesia validó el matrimonio monógamo y desechó el concubinato, porque esta relación generaba “herederos ficticios o adicionales, cuya presencia podía impedir a una pareja donar sus riquezas para fines religiosos”.  HYPERLINK quot;
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 [26] Sólo los hijos naturales podían ser legitimados, después del matrimonio de los padres. Antes que así fuese, la identidad de ellos podía quedar en el anonimato en los registros parroquiales, registrándose como de “padres no conocidos”, o bien mencionándose sólo el nombre de la madre.  HYPERLINK quot;
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 [27]<br />Los hijos ilegítimos también tuvieron problemas con la herencia de los padres,  recibían un porcentaje mucho menor que los legítimos (según las leyes de Toro, sólo 1/5 parte), claro que, si el progenitor no dejaba herederos, ellos podían solicitar la herencia completa. Al respecto, la ley 9 de las Leyes de Toro, nos señala textualmente:<br /> <br />Es evidente, por tanto, que la ley concede a los hijos ilegítimos más capacidad para heredar de parte de la madre que del padre, pero en ningún caso se iguala a lo que hereda el hijo legítimo de ambos progenitores. Otra discriminación, que podemos constatar está dada en que los testamentos  sólo  mencionan a los hijos legítimos, los ilegítimos aparecen sólo cuando no existen los primeros, y en el caso que el padre o la madre “decide libremente nombrarlos herederos u otorgarles mandas”.  HYPERLINK quot;
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 [28]<br /> <br />En Hispanoamérica en general, la dualidad concubinato-ilegitimidad ocupó el mayor porcentaje, en lo que a relaciones ilícitas se refiere, y en cuanto a las calidades sociorraciales,  la mestiza fue la más proclive a  este tipo de relaciones, en cambio, la india ocupó un porcentaje mucho menor.<br /> <br />Durante el  período   fundacional,   la   calidad   de mestizo   fue aborrecida por su carácter de híbrido. El cronista Huamán de Ayala se refiere al mestizo como “cholo”, palabra que designa la mezcla entre español e indio.  HYPERLINK quot;
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 [29]<br /> <br />Por su parte: el derecho canónico estaba marcadamente a favor de la libertad matrimonial entre fieles, y no establecía nada en contra de las uniones interraciales, sin embargo la política real fue un tanto ambigua. Los indios podían casarse con españoles, pero el mestizo ilegítimo, fruto de uniones informales de españoles e indias se les asignaba una categoría inferior, aunque estos hijos podían legitimarse ante el Consejo de Indias, mediante “el recurso gracias a sacar”. Esta dispensa real daba a los solicitantes el “permiso” para trascender a la categoría legal de hijos legítimos. Los candidatos que se presentaban eran pocos, y sólo los que tenían buenos antecedentes raciales y económicos para lograr esa aprobación.  HYPERLINK quot;
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 [30]<br /> <br />En el caso, de las relaciones entre africanos y castas, con españoles e indios, la Corona se opuso. En cuanto a matrimonios interraciales (indios, negros o mulatos), la Audiencia de México recomendó se dieran órdenes especiales  a los  curas  párrocos,  en  caso  de  que algún indio deseare contraer matrimonio con alguna persona perteneciente a estas castas; fueron reconvenidos en presencia de sus padres, que si lo hacían, no podían ocupar cargos públicos. Menos se aceptaba el concubinato interracial. Esta actitud de la Corona tiene que ver directamente con la limpieza de la sangre. HYPERLINK quot;
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 [31]<br />Woodrow Borah y Sherburne Cook afirmaron en 1966, que “la  ley y la costumbre españolas permitieron las uniones sexuales no formalizadas”, las cuales dieron origen a los hijos naturales. Esta tolerancia permitió la extensión a América de altos niveles de ilegitimidad. Parte de la explicación viene dada por la mayor libertad sexual que los europeos encontraron en el Nuevo Mundo y porque las normas cristianas y las leyes no siempre se cumplieron de forma estricta, ni los organismos eclesiásticos y judiciales actuaron con el mismo rigor ante los afectados por las normas. Por otro lado, también podríamos encontrar otras razones, como  “inconciencia procreadora que llevaba a las parejas a engendrar hijos sin preocuparse por su porvenir, junto al abandono de la práctica   de tomar   medidas  radicales para   eliminarlos  si   no  se   les  podía conservar”.<br /> <br />En Chile, la ilegitimidad estuvo asociada en la mayoría de los casos, al abandono de los niños, [más que nada por la inestabilidad de la relación que dio origen al nacimiento, y por la miseria reinante. Aunque el abandono, también se asoció a la legitimidad, pero en casos excepcionales]. El mayor número de abandono de hijos legítimos se producía cuando tenían edades más avanzadas y muy escasamente en los primeros meses de su existencia. Por el contrario, los expósitos ilegítimos eran abandonados frecuentemente en los primeros meses después del nacimiento, si no antes. En este caso, además de la miseria, en la decisión jugaba un papel importante la actitud mental que buscaba evitar la vergüenza social y el rechazo de los que rodeaban a la madre. HYPERLINK quot;
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_ftn32quot;
 [32]<br /> <br />[El gran número de niños expósitos ha sido atribuido a la libertadsexual de las parejas consensuales]. Un alto porcentaje de los hijos abandonados fueron engendrados al interior de uniones consensuales. El  abandono  reemplazó  otras  formas  de eliminación  de  hijos, tales<br />como el infanticidio, muy común hasta fines del siglo XIX, o la muerte por hambre o inanición. Esta práctica se dio preferentemente en los sectores pobres de la sociedad.  HYPERLINK quot;
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 [33]<br /> <br />El problema más grave enfrentado por los hijos ilegítimos fue el desamparo de los padres,  por  no  tener los medios suficientes debían dejarlos a la buena de Dios, quedando totalmente desamparados. En algunas ciudades importantes existieron casas de niños expósitos, en donde podían vivir, pero en forma muy precaria, aumentando de esta forma la mortalidad infantil. Los niños expósitos se conocen a través de las actas de bautismo, o posteriormente los de matrimonio, en que expresan provenir de padres “no conocidos”. La mayoría de los hijos ilegítimos fueron criados por la madre, y muy pocos por el padre.<br />En la historiografía encontramos abundante información acerca del abandono de los niños, en las distintas edades de la infancia, y desde tiempos muy antiguos. Durante los siglos XVII y XVIII era frecuente que madres de escasos recursos, abandonaran a sus hijos en las calles, o bien en lugares de depósito, conocidas como Casa de Expósitos, antes de recurrir al infanticidio o al aborto, como una forma de eliminarlos. HYPERLINK quot;
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_ftn34quot;
 [34] <br />Un porcentaje grande de los niños abandonados en casas de Expósitos fueron concebidos en uniones consensuales. En la Casa de Huérfanos de Santiago de Chile, entre 1770-1926, tenemos un total de 100.000 niños abandonados, “probablemente uno de cada 10 nacidos fue abandonado por la pareja que los gestó”.  HYPERLINK quot;
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 [35] El aumento de niños expósitos estaba en directa relación con el aumento de los nacimientos, en la tendencia de larga duración.<br />El abandono de los niños se dio preferentemente en los sectores más pobres de la sociedad, aquellos también más propensos a la emigración. HYPERLINK quot;
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 [36] La Casa de Huérfanos de Santiago recibió un importante contingente de niños abandonados, desde los 0 a 3 años y más, generalmente con muy pocas expectativas de vida, la mayoría se encontraban enfermos, con signosde desnutrición, con “enfermedades agudas y crónicas, infecciones en general, sífilis, infecciones bacilares, oftalmológicas, gastroenteritis, escrófulo, etc.”   HYPERLINK quot;
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 [37]<br />Salinas señala que, la casa se convirtió en un depósito de muertos, porque algunos llegaban sólo a morir, y no lograban sobreponerse a las enfermedades.<br />En nuestra literatura latinoamericana, y especialmente chilena, encontramos el término huacho, para designar al niño ilegítimo- mestizo,  HYPERLINK quot;
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 [38] fruto de la unión ilícita entre español e india, y que en muy contados casos,  terminó en un matrimonio religioso.  La mayoría de las mujeres se tuvieron que conformar con su hijo huacho, y un padre ausente.<br />Sonia Montecino nos menciona el mito popular de “La Llorona”, característico de Centroamérica, que nos relata a una mujer india que engendró un niño, fruto de una relación ilícita con un blanco. Cuando ésta fue abandonada comete un infanticidio y arroja a su hijo al río. En ese momento señala la mujer:<br /> <br />Mi madre me ha dicho que la sangre de los verdugos no se mezcla con la de los esclavos. ¡Hay madre ...ay madre...ay madre! Acto seguido se sumergió en el agua con la intención de salvar a su hijo, pero no pudo. Desde ese momento se le conoció como La Llorona, por los gritos emitidos al sentirse impotente al no poder rescatar a su hijo.  HYPERLINK quot;
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 [39]<br /> <br />A partir del mito de La Llorona, la autora hace un símil con el mestizaje, la relación español-india, que no produjo rechazo para la mujer, sólo el fruto de la unión fue repudiado: el bastardo. Es la india la que sostiene al hijo huacho, “huérfano de padre y de legitimidad”. Ejemplo que se repite constantemente en la historia hispanoamericana.<br /> <br />La noción de huacho que se desprende de este modelo de identidad, de ser hijo o hija ilegítimos, gravitará en nuestras sociedades- por lo menos los datos para Chile así parecen indicarlo- hasta nuestros días.<br />                                                                                               <br />El problema de la ilegitimidad /bastardía, atraviesa el orden social chileno transformándose en una “marca” definitoria del sujeto en la historia nacional,...La ilegitimidad jugó un papel esencial en la formación de nuestra sociedad, y creemos que sus implicancias no sólo pueden analizarse desde un correlato sexual y cultural, sino también social.  HYPERLINK quot;
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 [40]<br />                                                                                                                       <br />Como lo menciona Eugenia Rodríguez Sáenz lo confirma Rolando Mellafe, la población india no se oponía a las relaciones interraciales concubinatorias, especialmente con el español porque era una forma de mejorar el status social.<br />Para nuestra historia, el tema de la ilegitimidad como dice Montecino, tomando en cuenta las citas de Mellafe, debemos entenderla como parte de los orígenes de la familia chilena, y el papel que jugaron las relaciones extraconyugales (amancebamiento y barraganía), en la generación de una enorme masa de bastardos.  HYPERLINK quot;
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 [41]<br />Los estudios de Gabriel Salazar y de Jorge Pinto nos muestran que la economía rural y minera del Chile colonial, originó la reproducción del Huacharaje y del lacho. El huacho se reproduce en el lacho, es decir, el personaje típico de las zonas mineras que deambulaba de un lugar a otro, en busca de mujeres, que a cambio de la protección como “macho”, las mujeres se encargaban de darle subsistencia, “a cambio de vivir ocioso y mantenido por su protegida”.  HYPERLINK quot;
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 [42] En este sentido, es sólo una relación extraconyugal transitoria, que ni siquiera termina en matrimonio. Los hijos que surgen de estas relaciones, estaban destinados a vivir sin padre, y seguramente con el transcurso del tiempo, tuvieron la oportunidad de conocer otros “padres”, o lachos que ocuparon el lugar que dejó el padre “legítimo”.<br />El tema del huacho del siglo XIX, ha sido desarrollado por Gabriel  Salazar, en el artículo “Ser niño huacho en la historia de Chile (siglo XIX)”. Comienza el relato con la protagonista Rosaria Araya, campesina pobre, soltera, con tres hijos, y con uno más en el vientre, oriunda del Valle de Illapel, (Norte Chico).<br />La historia de Rosaria nos muestra el dramatismo vivido por una mujer que sufre el abandono del padre de sus hijos, logrando dar a luz cuatro huachos antes de morir. Los  hijos  son  repartidos  entre  familiares y amigos. Aparte de describir el entorno de la vida cotidiana de Rosaria, también nos da cuenta de los costos que implicaban ser hijo de un peón-gañán, sinónimo de abandono, de ausencia del padre. Señala textualmente:<br /> <br />Cuando se tenía un padre como ese Mateo, es decir: un simple “peón”, entonces había que hacerse la idea de que papá no era sino un accidente- o una cadena de incidentes- en las vidas de su prole. Los hombres  como  Mateo no formaban una familia. Se sentían compelidos, más bien, a “andar la tierra”. En camino a otros valles, de vuelta de otros fundos, en busca de otras minas...Dormían a cielo descubierto, o “paraban” en cualquier rancho  que hallaban en su travesía...Sus hijos, por lo tanto, no dormían junto a ellos. Tan sólo se “noticiaban”, de repente, de que su padre andaba en los cerros de tal parte, arreando quién sabe qué tropillos de animales...Y aun pedí en pasar años, sin que se tuviese el menor “noticiamiento” de él. Hasta que alguien avisaba que estaba preso que lo habían herido en una riña de borrachos. Que lo habían visto convicto, enjaulado y engrillado, reparando el camino del puerto.<br /> <br />Así, poco a poco, de pura ausencia y “noticiamiento”, un papá del tipo de Mateo Vega se iba transformando en la mente de sus hijos, en una especie de leyenda.<br /> <br />Era un sospechoso de nacimiento. ¡Pobre Papá! Daba lástima. A veces, como merodeando, aparecía por el rancho de mamá. Como un proscrito culpable, corrido, irresponsable. Despojado de toda aureola legendaria. Traía regalos, claro algo para mamá: una yegua, un cabrito, una pierna de buey.  HYPERLINK quot;
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_ftn43quot;
 [43]<br /> <br />Desde los albores de la Colonia, el modelo familiar chileno comenzó a gestarse alrededor de la figura de la madre, ya que la constante y prolongada guerra de Arauco, además de la economía minera y agrícola, hizo posible que los hombres se transformaran en unos migrantes permanentes.<br />                                                                                                                       <br />Las mujeres permanecieron por meses, e incluso años, solas, a cargo de estancias y familias, socializando a los hijos junto a sirvientes y parentelas femeninas. Cada madre, mestiza, india y española dirigió el hogar y bordó laboriosamente un ethos en donde su imagen se extendió poderosa.  HYPERLINK quot;
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 [44]<br /> <br />Sonia Montecino plantea que, en el siglo XIX se produce un cambio en la constitución de la familia de las capas altas de la sociedad, al ceñirse estrictamente al modelo de familia cristiano-occidental, monógama, y fundada por la ley del padre, en cambio, en las capas medias y bajas se mantuvo el modelo de familia formada por la madre, sus hijos y el padre ausente.<br />La ilegitimidad fue un problema muy complejo en las sociedades hisponoamericanas, porque no siempre la unión que las había originado se legalizaba, provocando que esos hijos nacidos de una relación ilícita estuvieran en desventaja muy grande, con relación a los hijos legítimos, que podían disfrutar de una unión formal, de los cuidados de sus padres y de una herencia que les permitiera una proyección futura.<br />Los hijos ilegítimos, si bien podían ser legitimados, o bien pedir su legitimación, en caso de que los padres no formalizaran su unión conyugal, lo podían hacer directamente al soberano “por acta pública o testamento, por oblación a la curia”, en caso de solicitar el acceso a algún cargo público, o para tomar los votos eclesiásticos. <br /> La Corona, para remediar en parte la tragedia de la ilegitimidad, expidió un Real Decreto el 5 de enero de 1794, en que los niños expósitos de padre no conocido, recibirían automáticamente la legitimación.  HYPERLINK quot;
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_ftn45quot;
 [45]<br />En materias económicas, también estaban en desventaja, cuando se trataba de formar parte de los gremios o asociaciones, porque al principio sólo los legítimos podían acceder. Por primera vez se abren los gremios en Alemania, en 1731, y en España en 1796. HYPERLINK quot;
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_ftn46quot;
 [46]<br />LatinoamericanismoJosé Enrique Rodó y el americanismo como factor cultural<br />Primera parte – El Arielpor Héctor Valle<br />Mirar en lo profundo de nuestra historia, comprende, naturalmente, el adentrarse en lo cultural y en ese estadio, visitar la narrativa. <br />Así, llegados a este punto de la investigación, y provistos del espíritu de propiciar una mirada más extensa y directa hacia ese ángulo de la vida de nuestros pueblos, nos encontramos con la figura de José Enrique Rodó, ese grande de nuestra cultura. <br />Rodó tuvo para sí un compromiso irrenunciable con el estudio del mejoramiento en las condiciones morales e intelectuales del hombre. Así fue, consiguientemente, que arriba a una de sus máximas obras, aunque no la única ni la mayor, cual es el “Ariel”. <br />Así, pues, es que iremos recorriendo esta obra[1]que ya desde el inicio establece un horizonte y un cielo en su misma dedicatoria:<br />ArielA la juventud de América<br /> Aparecida en el mes de febrero del año de 1900, cuenta el momento en que el viejo y venerado maestro, a quien solían llamar Próspero, por alusión al mago de La Tempestad shakespeariana, se despedía de sus jóvenes discípulos, pasando un año de tareas, congregándolos una vez más a su alrededor, nos cuenta Rodó. <br />José Enrique Rodó nació en Montevideo all�
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Antologia de textos iii iv medios

  • 1. -476057-483325<br />ANTOLOGIA DE TEXTO III<br />IDENTIDAD LATINOAMERICANA<br />CUARTOS MEDIOS<br />**IMAGEN : MADRE DE GUAYASAMIN<br />LA BÚSQUEDA DEL PRESENTE<br />Por Octavio Paz<br />COMIENZO CON UNA PALABRA que todos los hombres, desde que el hombre es hombre, han proferido: gracias. Es una palabra que tiene equivalentes en todas las lenguas. Y en todas es rica la gama de significados. En las lenguas romances va de lo espiritual a lo físico, de la gracia que concede Dios a los hombres para salvarlos del error y la muerte a la gracia corporal de la muchacha que baila o a la del felino que salta en la maleza. Gracias es perdón, indulto, favor, benefició, nombre, inspiración, felicidad en el estilo de hablar o de pintar, ademán que revela las buenas maneras y, en fin, acto que expresa bondad de alma. La gracia es gratuita, es un don; aquel que lo recibe, el agraciado, si no es un mal nacido, lo agradece: da las gracias. Es lo que yo hago ahora con estas palabras de poco peso. Espero que mi emoción compense<br />su levedad. Si cada una fuese una gota de agua, ustedes podrían ver, a través de ellas, lo que siento: gratitud, reconocimiento. Y también una indefinible mezcla de temor, respeto y sorpresa al verme ante ustedes, en este recinto que es, simultáneamente, el hogar de las letras suecas y la casa de la literatura universal. Las lenguas son realidades más vastas que las entidades políticas e históricas que llamamos naciones. Un ejemplo de esto son las lenguas europeas que hablamos en América. La situación peculiar de nuestras literaturas frente a las de Inglaterra, España, Portugal y Francia depende precisamente de este hecho básico; son literaturas escritas en lenguas transplantadas. Las lenguas nacen y crecen en un suelo; las alimenta una historia común. Arrancadas de su suelo natal y de su tradición propia, plantadas en un mundo desconocido y por nombrar, las lenguas europeas arraigaron en las tierras nuevas, crecieron con las sociedades americanas y se transformaron. Son la misma planta y son una planta distinta.<br />Nuestras literaturas no vivieron pasivamente las vicisitudes de las lenguas transplantadas: participaron en el proceso y lo apresuraron. Muy pronto dejaron de ser meros reflejos transatlánticos; a veces han sido la negación de las literaturas europeas y otras, con más frecuencia, su réplica.<br />A despecho de estos vaivenes, la relación nunca se ha roto. Mis clásicos son los de mi lengua y me siento descendiente de Lope y de Quevedo como cualquier escritor español, pero no soy español. Creo que lo mismo podrían decir la mayoría de los escritores hispanoamericanos y también los de los Estados Unidos,<br />Brasil y Canadá frente a la tradición inglesa, portuguesa y francesa.<br />Para entender más claramente la peculiar posición de los escritores americanos, basta con pensar en el diálogo que sostiene el escritor japonés, chino o árabe con esta o aquella literatura europea: es un diálogo a través de lenguas y de civilizaciones distintas. En cambio, nuestro diálogo se realiza en el interior de la misma lengua. Somos y no somos europeos. ¿Qué somos entonces? Es difícil definir lo que somos pero nuestras obras hablan por nosotros.<br />La gran novedad de este siglo, en materia literaria, ha sido la aparición de las literaturas de América. Primero surgió la angloamericana y después, en la segunda mitad del siglo xx, la de América Latina en sus dos grandes ramas, la hispanoamericana y la brasileña. Aunque son muy distintas, las tres literaturas tienen un rasgo en común; la pugna, más ideológica que literaria, entre las tendencias cosmopolitas y las nativistas, el europeísmo y el americanismo. ¿Qué ha quedado de esa disputa? Las polémicas se disipan: quedan las obras. Aparte de este parecido general, las diferencias entre las tres son numerosas y profundas. Una es de orden histórico más que literario: el desarrollo de la literatura angloamericana coincide con el ascenso histórico de los Estados Unidos como potencia mundial; el de la nuestra con las<br />desventuras y convulsiones políticas y sociales de nuestros pueblos. Nueva prueba de los límites de los determinismos sociales e históricos, los crepúsculos de los imperios y las perturbaciones de las sociedades coexisten a veces con obras y momentos de esplendor en las artes y las letras: Li-Po y Tu Fu fueron testigos de la caída de los Tang. Velázquez fue el pintor de Felipe IV, Séneca y Lucano fueron contemporáneos y víctimas de Nerón. Otras diferencias son de orden literario y se refieren más a las obras en particular que al carácter de cada literatura. ¿Pero tienen carácter las literaturas, poseen un conjunto de rasgos comunes que las distingue unas de otras? No lo creo. Una literatura no se define por un quimérico, inasible carácter. Es una sociedad de obras únicas unidas por relaciones de oposición y afinidad.<br />La primera y básica diferencia entre la literatura latinoamericana y la angloamericana reside en la diversidad de sus orígenes. Unos y otros comenzamos por ser una proyección europea. Ellos de una isla y nosotros de una península. Dos regiones excéntricas por la geografía, la historia y la cultura. Ellos, vienen de Inglaterra y la Reforma; nosotros de España, Portugal y la Contrarreforma. Apenas si debo mencionar, en el caso de los hispanoamericanos, lo que distingue a España de las otras naciones europeas y le otorga una notable y original fisonomía histórica. España no es menos excéntrica que Inglaterra, aunque lo es de<br />manera distinta. La excentricidad inglesa es insular y se caracteriza por el aislamiento: una excentricidad por exclusión. La hispana es peninsular y consiste en la coexistencia de diferentes civilizaciones y pasados: una excentricidad por inclusión. En lo que sería la católica España los visigodos profesaron la herejía de Arriano, para no hablar de los siglos de dominación de la civilización árabe, de la influencia del pensamiento judío, de la Reconquista y de otras peculiaridades.<br />En América la excentricidad hispánica se reproduce y se multiplica, sobre todo en países con antiguas y brillantes civilizaciones como México y Perú. Los españoles encontraron en México no sólo una geografía sino una historia. Esa historia está viva todavía: no es un pasado sino un presente. El México precolombino, con sus templos y sus dioses, es un montón de ruinas, pero el espíritu que animó ese mundo no ha muerto. Nos habla en el lenguaje cifrado de los mitos, las leyendas, las formas de convivencia, las artes populares, las costumbres. Ser escritor mexicano significa oír lo que nos dice ese presente -esa presencia.<br />Oírla, hablar con ella, descifrarla: decirla... Tal vez después de esta breve digresión sea posible entrever la extraña relación que, al mismo tiempo, nos une y separa de la tradición europea.<br />La conciencia de la separación es una nota constante de nuestra historia espiritual. A veces sentimos la separación como una herida y entonces se transforma en escisión interna, conciencia desgarrada que nos invita al examen de nosotros mismos; otras aparece como un reto, espuela que nos incita a la acción, a salir al encuentro de los otros y del mundo. Cierto, el sentimiento de la separación es universal y no es privativo de los hispanoamericanos. Nace en el momento mismo de nuestro nacimiento: desprendidos del todo caemos en un suelo extraño. Esta experiencia se convierte en una llaga que nunca cicatriza. Es el fondo insondable de cada hombre: todas nuestras empresas y acciones, todo lo que hacemos y soñamos, son puentes para romper la separación y unirnos al mundo y a nuestros semejantes. Desde esta perspectiva, la vida de cada hombre y la historia colectiva de los hombres pueden verse como tentativas destinadas a reconstruir la situación original. Inacabada e inacabable cura de la escisión. Pero no me propongo hacer otra descripción, una más, de este sentimiento. Subrayo que entre nosotros se manifiesta sobre todo en términos históricos. Así, se convierte en conciencia de nuestra historia. ¿Cuándo y cómo aparece este sentimiento y cómo se transforma en conciencia? La respuesta a esta doble pregunta puede consistir en una teoría o en un testimonio personal. Prefiero lo segundo: hay muchas teorías y ninguna del todo confiable. El sentimiento de separación se confunde con mis recuerdos más antiguos y confusos; con el primer llanto, con el primer miedo. Como todos los niños, construí puentes imaginarios y afectivos que me unían al mundo y a los otros. Vivía en un pueblo de las afueras de la ciudad de México, en una vieja casa ruinosa con un jardín selvático y una gran habitación llena de libros.<br />Primeros juegos, primeros aprendizajes. El jardín se convirtió en el centro del mundo y la biblioteca en caverna encantada. Leía y jugaba con mis primos y mis compañeros de escuela. Había una higuera, templo vegetal, cuatro pinos, tres fresnos, un huele-denoche, un granado, herbazales, plantas espinosas que producían rozaduras moradas. Muros de adobe. El tiempo era elástico; el espacio, giratorio. Mejor dicho: todos los tiempos, reales o imaginarios, eran ahora mismo; el espacio, a su vez, se transformaba sin cesar; allá era aquí; todo era aquí; un valle, una montaña, un país lejano, el patio de los vecinos. Los libros de<br />estampas, particularmente los de historia, hojeados con avidez, nos proveían de imágenes: desiertos y selvas, palacios y cabañas, guerreros y princesas, mendigos y monarcas. Naufragamos con Simbad y con Robinson, nos batimos con D’Artagnan, tomamos Valencia con el Cid. ¡Cómo me hubiera gustado quedarme para siempre en la isla de Calipso! En verano la higuera mecía todas sus ramas verdes como si fuesen las velas de una carabela o de un barco pirata; desde su alto mástil, batido por el viento, descubrí<br />islas y continentes -tierras que apenas pisadas se desvanecían. El mundo era ilimitado, y, no obstante, siempre al alcance de la mano; el tiempo era una sustancia maleable y un presente sin fisuras.<br />¿Cuándo se rompió el encanto? No de golpe: poco a poco. Nos cuesta trabajo aceptar que el amigo nos traiciona, que la mujer querida nos engaña, que la idea libertaria es la máscara del tirano. Lo que se llama “caer en la cuenta” es un proceso lento y sinuoso porque nosotros mismos somos cómplices de nuestros errores y engaños. Sin embargo, puedo recordar con cierta claridad un incidente que, aunque pronto olvidado, fue la primera señal. Tendría unos seis años y una de mis primas, un poco mayor que yo, me enseñó una revista norteamericana con una fotografía de soldados desfilando por una avenida, probablemente de Nueva York. “Vuelven de la guerra”, me dijo. Esas pocas palabras me turbaron como si anunciasen el fin del mundo o el segundo advenimiento de Cristo. Sabía, vagamente, que allá lejos, unos<br />años antes, había terminado una guerra y que los soldados desfilaban para celebrar su victoria; para mí aquella guerra había pasado en otro tiempo, no ahora ni aquí La foto me desmentía. Me sentí, literalmente, desalojado del presente.<br />Desde entonces el tiempo comenzó a fracturarse más y más. Y el espacio, los espacios. La experiencia se repitió una y otra vez. Una noticia cualquiera, una frase anodina, el titular de un diario, una canción de moda: pruebas de la existencia del mundo de afuera y revelaciones de mi irrealidad. Sentí que el mundo se escindía: yo no estaba en el presente. Mi ahora se disgregó: el verdadero tiempo estaba en otra parte. Mi tiempo, el tiempo del jardín, la higuera, los juegos con los amigos, el sopor bajo el sol de las tres de la tarde<br />entre las yerbas, el higo entreabierto -negro y rojizo como un ascua pero un ascua dulce y fresca- era un tiempo ficticio. A pesar del testimonio de mis sentidos, el tiempo de allá, el de los otros, era el verdadero, el tiempo del presente real. Acepté lo inaceptable: fui adulto. Así comenzó mi expulsión del presente.<br />Decir que hemos sido expulsados del presente puede parecer una paradoja. No: es una experiencia que todos hemos sentido alguna vez: algunos la hemos vivido primero como una condena y después transformada en conciencia y acción. La búsqueda del presente no es la búsqueda del edén terrestre ni de la eternidad sin fechas: es la búsqueda de la realidad real. Para nosotros, hispano americanos, ese presente real no estaba en nuestros países: era el tiempo que vivían los otros, los ingleses, los franceses, los alemanes. El tiempo de Nueva York, París, Londres. Había que salir en su busca y traerlo a nuestras tierras. Esos años fueron también los de mi descubrimiento de la literatura. Comencé a escribir poemas.<br />No sabía qué me llevaba a escribirlos: estaba movido por una necesidad interior difícilmente definible. Apenas ahora he comprendido que entre lo que he llamado mi expulsión del presente y escribir poemas había una relación secreta. La poesía está enamorada del instante y quiere revivirlo en un poema; lo aparta de la sucesión y lo convierte en presente fijo. Pero en aquella época yo escribía sin preguntarme por qué lo hacía. Buscaba la puerta de entrada al presente; quería ser de mi tiempo y de mi siglo. Un poco después esta obsesión se volvió idea fija: quise ser un poeta moderno. Comenzó mi búsqueda de la modernidad.<br />¿Qué es la modernidad? Ante todo, es un término equívoco: hay tantas modernidades como sociedades. Cada una tiene la suya. Su significado es incierto y arbitrario, como el del periodo que la precede, la Edad Media. Si somos modernos frente al medievo, ¿seremos acaso la Edad Media de una futura modernidad? Un nombre que cambia con el tiempo, ¿es un verdadero nombre? La modernidad es una palabra en busca de su significado: ¿es una idea, un espejismo o un momento de la historia? ¿Somos hijos de la modernidad o ella es nuestra creación? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Poco importa: la seguimos, la perseguimos. Para mí, en aquellos años, la modernidad se confundía con el presente o, más bien, lo producía: el presente era su flor extrema y última. Mi caso no es único ni excepcional: todos los poetas de nuestra época, desde el periodo simbolista, fascinados por esa figura a un tiempo magnética y elusiva, han corrido tras ella. El primero fue Baudelaire. El primero también que logró tocarla y así descubrir que no es sino tiempo que se deshace entre las manos. No referiré mis aventuras en la persecución de la modernidad: son las de casi<br />todos los poetas de nuestro siglo. La modernidad ha sido una pasión universal. Desde 1850 ha sido nuestra diosa y nuestro demonio. En los últimos años se ha pretendido exorcisarla y se habla mucho de la “postmodernidad”. ¿Pero qué es la postmodernidad sino una modernidad aún más moderna? Para nosotros, latinoamericanos, la búsqueda de la modernidad poética tiene un paralelo histórico en las repetidas y diversas tentativas de modernización de nuestras naciones. Es una tendencia que nace a fines del siglo xviii y que abarca a la misma España. Los Estados Unidos nacieron con la modernidad y ya para 1830, como lo vio Tocqueville, eran la matriz del futuro; nosotros nacimos en el momento en que España y Portugal se apartaban de la modernidad. De ahí que a veces se hablase de “europeizar” a nuestros países: lo moderno estaba afuera y teníamos que importarlo. En la historia de México el proceso comienza un poco antes de las guerras de Independencia; más tarde se convierte en un gran debate ideológico y político que divide y apasiona a los mexicanos durante el siglo xix. Un episodio puso en entredicho no tanto la legitimidad del proyecto reformador como la manera en que se había intentado realizarlo: la Revolución mexicana. A diferencia de las otras revoluciones del siglo xx, la de México no fue tanto la expresión de una ideología más o menos utópica como la explosión de una realidad histórica y psíquica oprimida. No fue<br />la obra de un grupo de ideólogos decididos a implantar unos principios derivados de una teoría política; fue un sacudimiento popular que mostró a la luz lo que estaba escondido. Por esto mismo fue, tanto o más que una revolución, una revelación. México buscaba al presente afuera y lo encontró adentro, enterrado<br />pero vivo. La búsqueda de la modernidad nos llevó á descubrir nuestra antigüedad, el rostro oculto de la nación. Inesperada lección histórica que no se si todos han aprendido: entre tradición y modernidad hay un puente. Aisladas, las tradiciones se petrifican y las modernidades se volatilizan; en conjunción, una anima a la otra y la otra le responde dándole peso y gravedad. La búsqueda de la modernidad poética fue una verdadera quéte, en el sentido alegórico y caballeresco que tenía esa palabra en el siglo xii. No rescaté ningún Grial, aunque recorrí varias waste lands, visité castillos de espejos y acampé entre tribus fantasmales. Pero descubrí a la tradición moderna. Porque la modernidad no es una escuela poética sino un linaje, una familia esparcida en varios continentes y que durante dos siglos ha sobrevivido a nuestras<br />vicisitudes y desdichas: la indiferencia pública, la soledad y los tribunales de las ortodoxias religiosas, políticas, académicas y sexuales. Ser una tradición y no una doctrina le ha permitido, simultáneamente, permanecer y cambiar. También le ha dado diversidad: cada aventura poética es distinta y cada poeta ha<br />plantado un árbol diferente en este prodigioso bosque parlante. Si las obras son diversas y los caminos distintos, ¿qué une a todos estos poetas? No una estética sino la búsqueda. Mi búsqueda no fue quimérica, aunque la idea de modernidad sea un espejismo, un haz de reflejos. Un día descubrí que no avanzaba sino que volvía al punto de partida: la búsqueda de la modernidad era un descenso a los orígenes. La modernidad me condujo a mi comienzo, a mi antigüedad. La ruptura se volvió reconciliación. Supe así que el poeta es un latido en el río de las generaciones.<br />La idea de modernidad es un subproducto de la concepción de la historia como un proceso sucesivo, lineal e irrepetible. Aunque sus orígenes están en el judeocristianismo, es una ruptura con la doctrina cristiana. El cristianismo desplazó al tiempo cíclico de los paganos: la historia no se repite, tuvo un principio y tendrá un fin; el tiempo sucesivo fue el tiempo profano de la historia, teatro de las acciones de los hombres caídos, pero sometido al tiempo sagrado, sin principio ni fin. Después del juicio Final, lo mismo en el cielo que en el infierno, no habrá futuro. En la Eternidad no sucede nada porque todo es. Triunfo del ser sobre el devenir. El tiempo nuevo, el nuestro, es lineal como el cristiano pero abierto al infinito y sin referencia a la. Eternidad. Nuestro tiempo es el de la historia profana. Tiempo irreversible y perpetuamente inacabado,<br />en marcha no hacia su fin sino hacia el porvenir. El sol de la historia se llama futuro y el nombre del movimiento hacia el futuro es Progreso. Para el cristiano, el mundo -o como antes se decía: el siglo, la<br />vida terrenal- es un lugar de prueba: las almas se pierden o se salvan en este mundo. Para la nueva concepción, el sujeto histórico no es el alma individual sino el género humano, a veces concebido como un todo y otras a través de un grupo escogido que lo representa: las naciones adelantadas de Occidente, el proletariado, la raza blanca o cualquier otro ente. La tradición filosófica pagana y cristiana había exaltado al Ser, plenitud henchida, perfección que no cambia nunca; nosotros adoramos al Cambio, motor del progreso y modelo de nuestras sociedades. El Cambio tiene dos modos privilegiados de manifestación: la evolución y la revolución, el trote y el salto. La modernidad es la punta del movimiento histórico, la encarnación de la evolución o de la revolución, las dos caras del progreso. Por último, el progreso se realiza gracias a la doble acción de la ciencia y de la técnica, aplicadas al dominio de la naturaleza y a la utilización de sus inmensos recursos.<br />El hombre moderno se ha definido como un ser histórico. Otras sociedades prefirieron definirse por valores e ideas distintas al cambio: los griegos veneraron a la Polis y al círculo pero ignoraron al progreso, a Séneca le desvelaba, como a todos los estoicos, el eterno retorno. San Agustín creía que el fin del mundo<br />era inminente, Santo Tomás construyó una escala -los grados del ser- de la criatura al Creador y así sucesivamente. Una tras otra esas ideas y creencias fueron abandonadas. Me parece que comienza a ocurrir lo mismo con la idea del Progreso y, en consecuencia, con nuestra visión del tiempo, de la historia y de nosotros mismos. Asistimos al crepúsculo del futuro. La baja de la idea de modernidad, y la boga de una noción tan dudosa como “postmodernidad”, no son fenómenos que afecten únicamente a las artes y a la literatura: vivimos la crisis de las ideas y creencias básicas que han movido a los hombres desde hace más de dos siglos. En otras ocasiones me he referido con cierta extensión al tema. Aquí sólo puedo hacer un brevísimo resumen. En primer término: está en entredicho la concepción de un proceso abierto hacia el infinito y sinónimo de progreso continuo. Apenas si debo mencionar lo que todos sabemos: los recursos<br />naturales son finitos y un día se acabarán. Además, hemos causado daños tal vez irreparables al medio natural y la especie misma está amenazada. Por otra parte, los instrumentos del progreso –la ciencia y la técnica- han mostrado con terrible claridad que pueden convertirse fácilmente en agentes de destrucción. Finalmente, la existencia de armas nucleares es una refutación de la idea de progreso inherente a la historia. Una refutación, añado, que no hay más remedio que llamar devastadora:<br />En segundo término: la suerte del sujeto histórico, es decir, de la colectividad humana, en el siglo xx. Muy pocas veces los pueblos y los individuos habían sufrido tanto: dos guerras mundiales, despotismos en los cinco continentes, la bomba atómica y, en fin, la multiplicación de una de las instituciones más crueles y<br />mortíferas que han conocido los hombres, el campo de concentración. Los beneficios de la técnica moderna son incontables pero es imposible cerrar los ojos ante las matanzas, torturas, humillaciones, degradaciones y otros daños que han sufrido millones de inocentes en nuestro siglo.<br />En tercer término: la creencia en el progreso necesario. Para nuestros abuelos y nuestros padres las ruinas de la historia - cadáveres, campos de batalla desolados, ciudades demolidas- no negaban la bondad esencial del proceso histórico. Los cadalsos y las tiranías, las guerras y la barbarie de las luchas civiles eran el precio del progreso, el rescate de sangre que había que pagar al dios de la historia. ¿Un dios? Sí, la razón misma, divinizada y rica en crueles astucias, según Hegel. La supuesta racionalidad de la historia se ha evaporado. En el dominio mismo del orden, la regularidad y la coherencia -en las ciencias exactas y en la física- -han reaparecido las viejas nociones de accidentes y de catástrofe.<br />Inquietante resurrección que me hace pensar en los errores. Del Año Mil y en la angustia de los aztecas al fin de cada ciclo cósmico.<br />Y para terminar esta apresurada enumeración: la ruina de todas esas hipótesis filosóficas e históricas que pretendían conocer las leyes de desarrollo histórico. Sus creyentes, confiados en que eran dueños de las llaves de la historia, edificaron poderosos Estados sobré pirámides cadáveres. Esas orgullosas construcciones, destinadas en teoría a liberar a los hombres, se convirtieron muy pronto en cárceles gigantescas. Hoy las hemos visto caer; las echaron abajo no los enemigos ideológicos sino el cansancio y el afán libertario de las nuevas generaciones. ¿Fin de las utopías? Más bien: fin de la idea de la Historia como un fenómeno cuyo desarrollo se conoce de antemano El determinismo histórico ha sido una costosa y sangrienta fantasía. La Historia es imprevisible porque su agente, el hombre, es la indeterminación en<br />persona. Esté pequeño repaso muestra que, muy probablemente, estamos al fin de un periodo histórico y al comienzo de otro. ¿Fin o mutación de la Edad Moderna? Es difícil saberlo. De todos modos, el derrumbe de las utopías ha dejado un gran vacío, no en los países en donde esa ideología ha hecho sus pruebas y ha fallado sino en aquellos en los que muchos la abrazaron con entusiasmo y esperanza. Por primera vez en la historia los hombres viven en una suene de intemperie espiritual y no, como antes, a la sombra de esos sistemas religiosos y políticos que, simultáneamente, nos oprimían y nos consolaban. Las sociedades son históricas pero todas han vivido guiadas e inspiradas por un conjunto de creencias e ideas metahistóricas. La nuestra es la primera que se apresta a vivir sin una doctrina metahistórica: nuestros absolutos –religiosos o filosóficos, éticos o estéticos- no son colectivos sino privados. La experiencia es arriesgada. Es imposible saber si las tensiones y conflictos de esta privatización de ideas, prácticas y creencias que tradicionalmente pertenecían a la; vida pública no terminará por quebrantar la fábrica social. Los hombres podrían ser poseídos nuevamente por las antiguas, furias religiosas y por los fanatismos nacionalistas. Sería terrible que la caída del ídolo abstracto de la ideología anunciase la resurrección de las pasiones enterradas de las tribus, las sectas y las iglesias. Por desgracia, los signos son inquietantes.<br />La declinación de las ideologías que he llamado metahistóricas, es decir, que asignan un fin y una dirección a la historia, implica el tácito abandono de soluciones globales. Nos inclinamos más y más, con buen sentido, por remedios limitados para resolver problemas concretos. Es cuerdo abstenerse de legislar sobre el porvenir. Pero el presente requiere no solamente atender a sus necesidades inmediatas: también nos pide una reflexión global y más rigurosa. Desde hace mucho creo, y lo creo firmemente, que el ocaso del futuro anuncia el advenimiento del hoy. Pensar el hoy significa, ante todo, recobrar la mirada crítica. Por ejemplo, el triunfo de la economía de mercado -un triunfo por default del adversario-no puede ser únicamente motivo de regocijo. El mercado es un mecanismo eficaz pero, como todos los mecanismos, no tiene conciencia y tampoco misericordia. Hay que encontrar la manera de insertarlo en la sociedad para que sea la expresión del pacto social y un instrumento de justicia y equidad.<br />Las sociedades democráticas desarrolladas han alcanzado una prosperidad envidiable; asimismo, son islas de abundancia en el océano de la miseria universal. El tema del mercado tiene una relación muy estrecha con el deterioro del medio ambiente. La contaminación no sólo infesta al aire, a los ríos y a los bosques<br />sino a las almas. Una sociedad poseída por el frenesí de producir más para consumir más tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y las personas mismas en objetos de consumo. Todo se vuelve cosa que se compra, se usa y se tira al basurero. Ninguna sociedad había producido tantos desechos como la nuestra. Desechos materiales y morales.<br />La reflexión sobre el ahora no implica renuncia al futuro ni olvido del pasado: el presente es el sitio de encuentro de los tres tiempos. Tampoco puede confundirse con un fácil hedonismo. El árbol del placer no crece en el pasado o en el futuro sino en el ahora mismo.<br />También la muerte es un fruto del presente. No podemos rechazarla: es parte de la vida. Vivir bien exige morir bien. Tenemos que aprender a mirar de frente a la muerte. Alternativamente luminoso y sombrío, el presente es una esfera donde se unen las dos mitades, la acción y la contemplación. Así como hemos tenido filosofías del pasado y del futuro, de la eternidad y de la nada, mañana tendremos una filosofía del<br />presente. La experiencia poética puede ser una de sus bases. ¿Qué sabemos del presente? Nada o casi nada. Pero los poetas saben algo: el presente es el manantial de las presencias.<br />En mi peregrinación en busca de la modernidad me perdí y me encontré muchas veces. Volví a mi origen y descubrí que la modernidad no está afuera sino adentro de nosotros. Es hoy y es la antigüedad más antigua, es mañana y es el comienzo del mundo, tiene mil años y acaba de nacer. Habla en náhuatl, traza<br />ideogramas chinos del siglo ix y aparece en la pantalla de televisión. Presente intacto, recién desenterrado, que se sacude el polvo de siglos, sonríe y, de pronto, se echa a volar y desaparece por la ventana. Simultaneidad de tiempos y de presencias: la modernidad rompe con el pasado inmediato sólo para rescatar al pasado milenario y convertir a una figurilla de fertilidad del neolítico en nuestra contemporánea. Perseguimos a la modernidad en sus incesantes metamorfosis y nunca logramos asirla. Se escapa siempre: cada encuentro es una fuga. La abrazamos y al punto se disipa: sólo era un poco de aire. Es el instante, ese pájaro que está en todas partes y en ninguna. Queremos asirlo vivo pero abre las alas y. se desvanece, vuelto un puñado de sílabas. Nos quedamos con las manos vacías. Entonces las puertas de la percepción se entreabren y aparece el otro tiempo, el verdadero, el que buscábamos sin saberlo: el presente, la presencia. <br />*Transcripción del texto del discurso pronunciado por el escritor ante la Real Academia Sueca<br />LA PAZ NO TIENE FRONTERAS<br />Oscar Arias Sánchez<br />Discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz10 de diciembre de 1987Oslo, Noruega<br />Cuando ustedes decidieron honrarme con este premio, decidieron honrar a un país de paz, decidieron honrar a Costa Rica. Cuando, en este año -1987-, concretaron el deseo de Alfred E. Nobel, de fortalecer los esfuerzos de paz en el mundo, decidieron fortalecer los esfuerzos para asegurar la paz en América Central. Estoy agradecido por el reconocimiento de nuestra búsqueda de la paz. Todos estamos agradecidos en Centroamérica.<br />Nadie sabe mejor que los honorables miembros de este Comité que este premio es una señal para hacerle saber al mundo que ustedes quieren promover la iniciativa de paz centroamericana. Con su decisión, apoyan sus posibilidades de éxito; declaran cuán bien conocen que la búsqueda de la paz no puede terminar nunca, y que es una causa permanente, siempre necesitada del apoyo verdadero de amigos verdaderos, de gente con coraje para promover el cambio en favor del paz, a pesar de todos los obstáculos.<br />La paz no es un asunto de premios ni de trofeos. No es producto de una victoria ni de un mandato. No tiene fronteras, no tiene plazos, no es inmutable en la definición de sus logros.<br />La paz es un proceso que nunca termina; es el resultado de innumerables decisiones tomadas por muchas personas en muchos países. Es una actitud, una forma de vida, una manera de solucionar problemas y de resolver conflictos. No se puede forzar en la nación más pequeña ni puede imponerla la nación más grande. No puede ignorar nuestras diferencias ni dejar pasar inadvertidos nuestros intereses comunes. Requiere que trabajemos y vivamos juntos.<br />La paz no es sólo asunto de palabras nobles y de conferencias Nobel. Ya tenemos abundantes palabras, gloriosas palabras, inscritas en las cartas de las Naciones Unidas, de la Corte Mundial, de la Organización de los Estados Americanos y de una red de tratados internacionales y leyes. Necesitamos hechos que respeten esas palabras que honren los compromisos avalados por esas leyes. Necesitamos fortalecer nuestras instituciones de paz como las Naciones Unidas, cerciorándonos de que se utilizan en favor del débil tanto como del fuerte.<br />No presto atención a los que dudan ni a los detractores que no desean creer que la paz duradera puede ser sinceramente aceptada por quienes marchan bajo diferentes banderas ideológicas o por quienes están más acostumbrados a los cañones de guerra que a los acuerdos de paz.<br />En América Central no buscamos la paz a solas, ni sólo la paz que será seguida algún día por el progreso político, sino la paz y la democracia juntas, indivisibles, el final del derramamiento de la represión de los derechos humanos. Nosotros no juzgamos, ni mucho menos condenamos ningún sistema político ni ideológico de cualquiera otra nación, libremente escogido y no exportado. No podemos pretender que Estados soberanos se conformen con patrones de gobierno no escogidos por ellos mismos. Pero podemos insistir en que todo gobierno respete los derechos universales del hombre, cuyo valor trasciende las fronteras nacionales y las etiquetas ideológicas. Creemos que la justicia y la paz sólo pueden prosperar juntas, nunca separadas. Una nación que maltrata a sus propios ciudadanos es más propensa a maltratar a sus vecinos.<br />Recibir este Premio Nobel el 10 de diciembre es para mi una maravillosa coincidencia. Mi hijo Oscar Felipe, aquí presente, cumple hoy ocho años. Le digo a él, y por su intermedio a todos los niños de mi país, que nunca deberemos recurrir a la violencia, que nunca deberemos apoyar las soluciones militares para los problemas de Centroamérica. Por la nueva generación debemos comprender, hoy más que nunca, que la paz sólo puede alcanzarse por medio de sus propios instrumentos: el diálogo y el entendimiento, la tolerancia y el perdón, la libertad y la democracia.<br />Sé bien que ustedes comparten lo que les decimos a todos los miembros de la comunidad internacional, y particularmente alas naciones del Este y del Oeste, que tienen mucho más poder y muchos más recursos que los que mi pequeña nación esperaría poseer jamás. A ellos les digo con la mayor urgencia: dejen que los centroamericanos decidamos el futuro de Centroamérica. Déjennos la interpretación y el cumplimiento de nuestro Plan de Paz a nosotros; apoyen los esfuerzos de paz y no las fuerzas de guerra en nuestra región; envíen a nuestros pueblos arados en lugar de espadas, azadones en lugar de lanzas, Si, para sus propios fines, no pueden abstenerse de acumular armas de guerra, entonces, en el nombre de Dios, por lo menos deberían dejarnos en paz.<br />Le digo aquí a su Alteza Real y a los honorables miembros del Comité Nobel de la Paz, al maravilloso pueblo de Noruega, que acepto este premio porque sé cuán apasionadamente comparten ustedes nuestra búsqueda de la paz, nuestro anhelo de éxito. Si en los años venideros la paz prevalece y se eliminan, entonces, la violencia y la guerra, gran parte de esa paz se deberá a la fe del pueblo noruego y será suya para siempre.<br />Sólo la paz puede escribir la nueva historia<br />Desear la paz<br />La paz consiste, en gran parte, en el hecho de desearla con toda el alma. El mío es un pueblo sin armas donde nuestros niños nunca vieron un avión de combate, ni un tanque, ni un barco de guerra. Don José Figueres Ferrer es el hombre visionario que en 1948 abolió el ejército de mi Patria y le señaló, así, un curso diferente de nuestra historia.<br />Soy uno de América Latina<br />No recibo este premio como Oscar Arias. Tampoco lo recibo como Presidente de mi país. No tengo la arrogancia de pretender que represento a alguien o a alguno, pero no le temo a la humildad que me identifica con todos y con sus grandes causas. Lo recibo como uno de los 400.000.000 de latinoamericanos que buscan el retorno a la libertad, en la práctica de la democracia, el camino para superar tanta miseria y tanta injusticia<br />Soy uno de esa América Latina de rostro marcado de profundas huellas de dolor, que recuerdan el destierro, la tortura, la prisión y la muerte de muchos hombres y de sus mujeres. Soy uno de esa América Latina cuya geografía aún exhibe regímenes totalitarios que avergüenzan a la humanidad entera.<br />América busca la libertad<br />América busca, en estos años, retornar a la libertad. Los problemas que debe superar América son enormes. La herencia de un pasado de injusticias se agravó con la nefasta acción del tirano para producir el endeudamiento externo, la insensibilidad social, la destrucción de las economías, la corrupción y muchos otros males en nuestras sociedades. Estos males están a la vista, desnudos para quien quiera verlos.<br />No puedo aceptar que ser realista signifique tolerar la miseria, la violencia y los odios. No creo que el hombre con hambre, por expresar su dolor, deba ser tratado como subversivo. Nunca podré aceptar que la ley pueda usarse para justificar la tragedia, para que todo siga igual, para que renunciemos a pensar en un mundo diferente. La les es el camino de la libertad y, como tal, debe ser oportunidad de desarrollo para todos.<br />La libertad hace milagros<br />La libertad hace milagros. Cuando los hombres son libres todo es posible. Los retos a que se enfrenta América puede superarlos una América libare, una América democrática. Cuando asumí la Presidencia de Costa Rica convoqué a una alianza para la libertad y la democracia en las Américas. Dije entonces, y lo repito ahora, que , ni política ni económicamente, debemos ser aliados de gobiernos que oprimen a sus pueblos. América Latina no ha conocido una sola guerra entre dos democracias. Esta razón, es suficiente para que todo hombre de buena fe, para que toda nación bien intencionada, apoye los esfuerzos para acabar con las tiranías.<br />Hay prisa en América<br />Hay prisa porque América sea libre. Toda América debe ser libre.<br />Vengo de un mundo que tiene prisa porque el hambre tiene prisa. La violencia que olvidó la esperanza tiene prisa. El dogmatismo que traicionó al diálogo tiene prisa. Vengo de un mundo donde tenemos prisa por hacer irreversibles los caminos de la libertad y por frustrar todo intento de opresión. Yo vengo de un mundo que tiene prisa porque el guerrillero y el soldado detengan el fuego: están muriendo jóvenes, están muriendo hermanos, y mañana no sabrán por qué. Yo vengo de un mundo que tiene prisa porque se abran las puertas de las cárceles y salgan los hombres presos, en vez de que, como ayer, entren en ellas los hombres libres.<br />América tiene prisa por su libertad, prisa por su democracia, y requiere la comprensión del mundo entero para liberarse del dictador, para liberarse de la miseria.<br />Soy uno de Centroamérica<br />Recibo este premio como uno de los 27.000.000 de centroamericanos. Más de cien años de dictadores despiadados y de injusticias y pobreza generalizada, son el antecedente del despertar democrático de Centroamérica. Vivir la violencia durante otro siglo o alcanzar la paz superando el miedo a la libertad, es el reto de mi pequeña América. Sólo la paz puede escribir una historia nueva.<br />En América Central no vamos a perder la fe. Vamos a rectificar la historia. ¡Cuán triste es que quieran obligarnos a creer que la paz es un sueño, que la justicia es una utopía, que no es posible el bienestar compartido! ¡Cuán triste es que haya en el mundo quienes no entiende que en Centroamérica hoy se afirman naciones que buscan, con todo derecho, un destino mejor para sus pueblos! ¡Cuán triste es que algunos no comprendan que la América Central no quiere prolongar su pasado, sino escribir un futuro nuevo, con la esperanza para los jóvenes y con dignidad para los viejos!<br />Convertir sueños en realidades<br />El istmo centroamericano es zona de grandes contrastes, pero también de alentadoras concordancias. Millones de hombres y mujeres comparten sueños de libertad y de desarrollo. Estos sueños se desvanecen en algunos países ante violaciones sistemáticas de los derechos humanos; se estrellan contra luchas fratricidas en campos y ciudades y afrontan realidades de pobreza extrema que paralizan el corazón. Poetas que son orgullo de la humanidad saben que millones y millones de personas no pueden leerlos en sus propias tierras, porque allí miles y miles de hombres y mujeres son analfabetos. Hay en esta angosta faja de tierra pintores y escultores que admiraremos siempre, pero también dictadores que no quisiéramos recordar porque ofendieron los más queridos valores del hombre.<br />América Central no quiere ni puede seguir soñando. La historia exige que los sueños se transformen en realidades. Es hoy cuando podemos tomar el destino en nuestras manos. En estos territorios, que albergan por igual a la más antigua y fuerte democracia de la América Latina -la de Costa y a las más despiadadas y cruel dictaduras, el despertar democrático exige una fidelidad especial a la libertad.<br />La historia sólo puede tener la dirección de la libertad. La historia sólo puede tener por alma la justicia. Cuando se marcha en sentido contrario a la historia, se transita la ruta de la vergüenza, de la pobreza, de la opresión. No hay revolución si no hay libertad. Toda opresión camina en dirección contraria al alma del hombre.<br />Libertad: anhelo compartido<br />América Central se halla ante una encrucijada terrible: frente a angustiosos problemas de miseria generalizada, surge el conflicto entre las grandes potencias del Este y del Oeste: los problemas de pobreza se juntan con la pugna ideológica.<br />Sólo la liberación de la miseria y del temor es respuesta para Centroamérica, respuesta para su pobreza, respuesta para sus retos políticos. Quienes propician la solución de males centenarios en nombre de ciertos dogmas, sólo contribuirán a hacer que los problemas de ayer sean más grandes en el futuro.<br />Hay un anhelo compartido en el alma de los hombres, que pide desde hace siglos la libertad en América Central. Nadie debe traicionar la alianza de las almas. Hacerlo significa condenar a nuestra pequeña América a otros cien años de horrorosa opresión, a otros cien años de muerte sin sentido, a otros cien años de lucha por la libertad.<br />Soy uno de Costa Rica<br />Recibo este premio como uno de los 2.700.000 costarricenses. AL sur y al norte, Costa Rica ha limitado casi siempre con el dictador y la dictadura.<br />Somos un pueblo sin armas y luchamos por seguir siendo un pueblo sin hambre.<br />Somos para América símbolo de paz y queremos ser símbolo de desarrollo. Nos proponemos demostrar que la paz es requisito y fruto del desarrollo.<br />Tierra de maestros<br />Mi tierra es tierra de maestros. Por eso es tierra de paz. Nosotros discutimos nuestros éxitos y nuestros fracasos en completa libertad.<br />Porque mi tierra es de maestros, cerramos los cuarteles, y nuestro niños marchan con libros bajo el brazo y no con fusiles sobre el hombro. Creemos en el diálogo, en la transacción, en la búsqueda del consenso. Repudiamos la violencia.<br />Porque mi tierra es de maestros, creemos en convencer y no en vencer al adversario. Preferimos levantar al caído y no aplastarlo, porque creemos que nadie posee la verdad absoluta.<br />Porque mi tierra es de maestros, buscamos que los hombres cooperen solidariamente y no compitan hasta anularse.<br />Desde hace 118 años en mi tierra la educación es obligatoria y gratuita. La atención médica protege hoy a todos los habitantes, y la vivienda popular es fundamental para mi Gobierno.<br />Una nueva economía<br />Así como estamos orgullosos de muchos de nuestros logros, no escondemos nuestras angustias y nuestros problemas.<br />En horas difíciles debemos ser capaces de establecer una nueva economía para volver a crecer. Hemos dicho que no queremos una economía insensible a las necesidades de los hogares, a las demandas de los más humildes. Hemos dicho que en nombre del crecimiento económico no vamos a renunciar a la aspiración de crear una sociedad más igualitaria.<br />Hoy somos el país de más baja tasa de desocupación en el Hemisferio Occidental. Queremos ser el primer país de América Latina libre del tugurio. Estamos convencidos de que un país libre de tugurios será un país libre de odios, donde trabajar por el progreso en libertad podrá ser, también, privilegio de países.<br />Más fuerza que mil ejércitos<br />En estos años amargos para América Central muchos en mi Patria temieron que, empujada por mentes enfermas y ciegas de fanatismo, la violencia centroamericana pudiera contagiar a nuestra Costa Rica. Algunos costarricenses fueron embargados por el temor de que tuviésemos que crear un ejército, para mantener la violencia fuera de nuestras fronteras. !Qué debilidad más sin sentido! La fortaleza de Costa Rica, la fuerza que la hace invencible ante la violencia, que la hace más poderosa que mil ejércitos, es la fuerza de la libertad, de sus principios, de los grandes ideales de nuestra civilización. Cuando las ideas se viven con honestidad, cuando no se teme a la libertad, se es invulnerable ante los embates totalitarios.<br />En Costa Rica sabemos que sólo la libertad permite construir proyectos políticos donde caben todos los habitantes de un país. Sólo la libertad permite que la tolerancia concilie a los hombres. Los dolorosos caminos por los que, errantes en el mundo, transitan cubanos, nicaragüenses, paraguayos, chileno y tantos otros que deambulan sin poder retornar a sus propias tierras, son el más cruel testimonio del imperio del dogmatismo.<br />Un plan de paz<br />Ante la cercanía de la violencia de Centroamérica, Costa Rica me exigió llevar al campo de batalla de la región la paz de mi pueblo, la fe en el diálogo, la necesidad de la tolerancia. Como servidor de ese pueblo, propuse un plan de paz para Centroamérica. Ese plan se fundamentó también en el grito libertario de Simón Bolívar, expresado en el trabajo tesonero y valiente del Grupo de Contadora y del Grupo de Apoyo.<br />Soy uno de los cinco presidentes.<br />Recibo este premio como uno de los cinco Presidentes que han comprometido ante el mundo la voluntad de sus pueblos para cambiar una historia de opresión por un futuro de libertad; para cambiar una historia de hambre por un destino de progreso; para cambiar el llanto de las madres y la muerte violenta de los jóvenes por una esperanza, por un camino de paz que deseamos transitar juntos.<br />La esperanza es la fuerza más grande que impulsa a los pueblos. La esperanza que transforma, que fabrica nuevas realidades, es la que abre el camino hacia la libertad del hombre. Cuando se alienta una esperanza, es necesario unir el coraje a la sabiduría. Sólo así es posible evitar la violencia, sólo así es posible tener la serenidad requerida para responder con paz a las ofensas.<br />Hay ocasiones en que, no importa cuán noble sea la cruzada emprendida, algunos anhelan y propician su fracaso. Unos pocos parecen aceptar la guerra como el curso normal de los acontecimientos, como la solución a los problemas. !Cuán irónico es que los esfuerzos de paz dejen al descubierto que, para muchos, los odios son más fuertes que el amor,; que las ansias de alcanzar el poder por medio de las victorias militares hagan perder la razón a tantos hombres, olvidar la vergüenza, traicionar la historia!<br />Que callen todas las armas<br />En Centroamérica, cinco Presidentes hemos firmado un acuerdo para buscar una paz firme y duradera. Buscamos que callen las armas y hablen los hombres.<br />Las armas no se disparan solas. Son los que perdieron la esperanza los que disparan las armas. Son los que están dominados por los dogmatismos los que disparan las armas. Hemos de luchar sin desmayos pro la paz y aceptar sin temor estos retos del mundo sin esperanza y de la amenaza del fanático.<br />Le digo al poeta<br />El plan de paz que firmamos los cinco Presidentes afronta todos los desafíos. El camino de la paz es difícil, muy difícil En Centroamérica necesitamos la ayuda de todos para alcanzar la paz.<br />La historia no la han escrito hombres que predijeron el fracaso, que renunciaron a soñar, que abandonaron sus principios, que permitieron que la pereza adormeciera la inteligencia. Si en ciertas horas hubo hombres que en su soledad estuvieron buscando victorias, siempre estuvo vigilante al lado de ellos el alma de los pueblos, la fe y el destino de muchas generaciones.<br />Quizá fue en horas difíciles para América Central, como las que hoy vivimos, quizá previendo la encrucijada actual, cuando Rubén Darío, el poeta más grande de nuestra América escribió estos versos, convencido de que la historia cambiaría su curso:<br />quot; Ruega generoso, piadoso, orgulloso;ruega casto, puro, celeste, animoso;por nos intercede, suplica por nos,pues casi ya estamos sin savia, sin brote,sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Diosquot; <br />Aseguro al poeta inmortal que no vamos a renunciar a soñar, que no vamos a temer a la sabiduría, que no vamos a huir de la libertad. Yo le digo al poeta de siempre que en Centroamérica no vamos a olvidar al Quijote, no vamos a renunciar a la vida, no vamos a dar las espaldas al alma y no vamos a perder jamás la fe en Dios.<br />Soy uno de esos cinco hombres que firmamos un acuerdo, un compromiso que consiste, en gran parte en el hecho de desear la paz con toda el alma.<br />LA IDENTIDAD SOCIAL DE HISPANOAMÉRICA: EL MESTIZAJE Y LA ILEGITIMIDAD, UNA HISTORIA INCONCLUSA<br />Sonia Montecinos<br />Con este pequeño análisis acerca del mestizaje social, deseo esbozar someramente la importancia que cobra en nuestras sociedades hispanoamericanas, especialmente la osornina, originada de la unión de diversos grupos sociorraciales, que se entremezclaron para dar origen a la sociedad que actualmente nos identifica, y que hunde sus raíces en el mestizaje español, reforzado con la corriente inmigratoria europea, mayoritariamente alemana y francesa, y del Cercano Oriente, la árabe-siria.<br />Nos detendremos en un componente básico del origen del mestizaje español, la ilegitimidad,  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn1quot; [1] que a lo largo de toda nuestra historia ha sido una constante.<br />En las últimas décadas del siglo XIX, en la parroquia San Mateo de Osorno, se cuenta sobre el 20% de ilegitimidad sólo de parejas que contrajeron matrimonio, debemos contemplar también aquellas que no registran la información, y otras que mantuvieron una relación de convivencia con descendencia, situación que  no devela la problemática en toda su dimensión. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn2quot; [2]<br />Cifras recientes, del 2001, nos revelan que la ilegitimidad en nuestro país alcanza un 48,17%.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn3quot; [3]<br />Debemos hacer notar que, en la actualidad sigue existiendo en la sociedad chilena y local aprehensiones con relación al concepto de mestizaje y de ilegitimidad,  como si deliberadamente se quisiera desconocer una situación ancestral, actitud muy parecida al período de conquista española en que se privilegió la pureza de sangre, y se escondió el orden social alternativo, que a todas luces se evidenciaba.<br />Situación al parecer distinta,  es la connotación que se le da al mestizaje cultural, asociado a la diversidad, al enriquecimiento, a las proyecciones que tiene una sociedad, al mostrarse como multicultural.<br /> <br />Los Mestizos y el mestizaje<br /> <br />Desde su origen mismo –los mestizos- surgieron con la tacha de marginados, no fueron españoles ni indios, se debatían entre dos aguas, no se sintieron pertenecientes a ninguna de las dos categorías sociorraciales, aunque generalmente estaban más cercanos a los indios, e incluso hasta vivían en sus comunidades.<br />La marginación fue total, desde la estructura socioeconómica hasta laboral. Estaban incapacitados de asumir ninguna responsabilidad, ni menos laboral. Reconocemos que, la encomienda de indios sustentó las economías hispanoamericanas, dejando de lado al mestizo, por su consideración de ilegítimo; “de ser hombres generalmente de mala cabeza, de poco alcance y poca disposición”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn4quot; [4]<br />En Chile, al menos se tienen antecedentes que a finales del siglo XVII, se contrataron mestizos en los centros mineros del Norte Chico, aunque definitivamente es en el siglo siguiente donde se incorporaron a la estructura laboral. Los empresarios tanto mineros como agroganaderos tuvieron que integrarlos, por el descenso de la mano de obra indígena, y por el término de la encomienda, dando pie a su funcionalización, pero con una gran resistencia de los propios mestizos y de los empresarios.<br />El mestizo, por su conformación social se mantuvo muy reacio a la integración socio-laboral. Por ello, su vida no se esquematizó, o no se moldeó de acuerdo al prototipo español, del indio, o de las otras castas, que sí se integraron relativamente “bien”, o dentro de  márgenes aceptables, en el modelo social y económico estructurado. Por eso la historia, los conoce por no seguir los moldes tradicionales, por ser desfuncionalizados, no tener apego al matrimonio, a la familia, a la moral cristiana, porque precisamente no tienen lazos familiares, carecen de la formación más básica; deambulan por los centros mineros, las haciendas y estancias, con la intención de robar para sobrevivir. El término mestizo fue durante el período colonial sinónimo de conflictivo.<br />Marcelo Carmagnani describe ampliamente a los marginados, dice textualmente:<br /> <br />Todas sus actitudes y costumbres están en abierta consonancia con su marginación, a punto de crear una actitud vital y una moral diferente, pero en el fondo moral, de la que sustentaba a las clases funcionalizadas dentro del sistema social...Viven en suma de acuerdo a otras normas en las cuales el entregarse a la embriaguez....no existe tampoco entre ellos vida familiar y la mayoría, a lo más se dedica a “mantener la manceba galena”, vivir en las fondas y pulperías, dedicarse al juego de los naipes y dados...Su desprecio a las normas jurídicas, a la familia y a la religión es algo interior, no sienten el motivo por el cual haya que respetarlas y aun gustan de burlarlas a vista y paciencia de los encargados de su mantenimiento. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn5quot; [5]<br /> <br />A los mestizos, se los incorporó a las faenas laborales, tanto en los distritos mineros del Norte Chico como en las zonas agrícolas, del centro y sur del territorio nacional, como peones mineros, peones agrícolas e inquilinos respectivamente.<br />Los antecedentes descritos a grandes rasgos, nos permiten situar al mestizo dentro del grupo social de marginados, que en una mayor proporción se sintieron ajenos a las pautas generales que la sociedad dictaba en cuanto a moral, buenas costumbres y valores sociales, acercándose más a la ilicitud, a la transgresión, como norma de vida y como acto de rebelión contra lo estatuido. A pesar que, en el siglo XVIII y XIX se habían integrado a la estructura socioeconómica y laboral vigentes, o como lo llama Carmagnani, al sistema mercantilista, muchos de ellos mantuvieron el mismo comportamiento.<br />En la ciudad de Osorno, a pesar que la segunda colonización fue dirigida con pobladores de otras regiones, en cierta forma funcionalizados, HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn6quot; [6] con familias, igualmente se recurrió a mano de obra marginada, para que desarrollaran trabajos en obras públicas y en faenas agropecuarias; pocos se asentaron permanentemente, sólo los que se incorporaron al mercado laboral, la generalidad mantuvo su carácter errante o itinerante, dados a la vagancia y al robo.<br />En cuanto a los estamentos sociales, tenemos que a partir del siglo XVIII, conviven las categorías tradicionales: mestizos, indios, españoles y criollos, agregándose en el siglo siguiente, los inmigrantes en su mayoría alemanes.<br />Los mestizos y los indígenas lideraron el ámbito social por su alto número. Estos últimos representaron un total de 1.500, según lo señala Ambrosio O´Higgins, en parte de su correspondencia.  Un escaso número de españoles, dedicados al servicio del ejército, venidos directamente de la Península, del Perú, y de Valdivia. Generalmente se trató de altos oficiales, algunos con hábito de caballero, los cuales cumplían un corto período de trabajo, para luego ser trasladados a otras jurisdicciones. El ejemplo característico lo constituyó Valdivia, por haber tenido la connotación de Plaza Fuerte y Presidio Real se formó una sociedad eminentemente militar.<br />Otro grupo de españoles, pertenecientes a los rangos más bajos del ejército, los cuales además compartieron la actividad agropecuaria, algunos medianos y pequeños propietarios. Son detectados en los protocolos notariales, al solicitar posesión de los terrenos que cultivaban, mencionaban ser miembros del ejército.<br />La mayoría de los mestizos, integraron el grupo de los colonos, durante el período de la Repoblación (1796-1808), pertenecientes en su totalidad a los estratos bajos de la sociedad, dedicados a la agricultura y al artesanado.<br />Tomando en consideración una nómina de población, para el año 1800, tenemos un total de 1.012 colonos, 587 procedentes de Chiloé, 279 de la Zona Central, 79 de Valdivia, 36 de España, 10 de Concepción, 9 de Perú, 2 de Escocia, 7 de Irlanda y 5 de Inglaterra, de los cuales, 388 estaban casados, 518 solteros y 113 niños.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn7quot; [7]<br />En una Memoria de 1867, enviada por el Gobernador de Osorno al intendente, apreciamos una situación similar; textualmente dice:<br /> <br />Es infinito el número de pobres que viven en pequeñas habitaciones húmedas, desarraigadas y sujetas a los rigores de la estación lluviosa: contraen enfermedades y como tienen que continuar en su misma morada,  resulta   que  las  mas   de  las  veces  la  medicina que  se  les suministra es importante; de manera que hai que mirar con dolor que sean arrastrados al sepulcro por la miseria.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn8quot; [8]<br /> <br />En cuanto a la calidad de los colonos alemanes de Valdivia y Osorno, durante la colonización alemana, estudios de la Señora Schwarzenberg nos señalan:<br /> <br />Han revelado una presencia apreciable de familias pertenecientes a la alta burguesía y a la nobleza alemana – varias de ellas tituladas – que se radicaron  en  Valdivia y Osorno...Los pequeños agricultores tienden<br />a establecerse en Llanquihue, y en general en las zonas del interior se percibe una tendencia entre los grandes agricultores a instalarse en Río Bueno y La Unión, en tanto que en Valdivia permanecen los industriales, con los más sobresalientes representantes del saber.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn9quot; [9]<br />           <br />A mediados del siglo XIX, se produjo una modificación de la fisonomía de los estamentos sociales, debido a dos hechos importantes: la independencia nacional, la cual provocó una emigración masiva de los españoles a Valdivia y a Chiloé, y la llegada de los inmigrantes alemanes, que junto a los pocos mestizos más acaudalados, lideraron la sociedad local.<br />Los alemanes de Osorno se distinguieron al principio, por ser un grupo muy cerrado, de carácter endogámico, que poco a poco se integró con los mestizos más influyentes, a través de los matrimonios. Esta afirmación se fundamenta a partir de las instituciones que organizaron, como la escuela alemana, el Club  Alemán,  institución social y de esparcimiento, y la Segunda Compañía de Bomberos Germania, todas integradas por y para los alemanes.<br />           <br />La Ilegitimidad              <br />           <br />Como lo señalamos, la categoría mestizo e ilegitimo ha sido una constante histórica, ya que en su gran mayoría el mestizaje en Hispanoamérica se estructuró en base a una unión mezclada -indígena y española-, fruto de relaciones transgresoras, es decir, fuera del matrimonio. Lo mismo ocurrió con las castas, y con los demás inmigrantes extranjeros que en forma regular se establecieron desde mediados del siglo XIX, a lo largo del territorio nacional.<br />En el derecho español, los hijos ilegítimos fueron conocidos como “hijos naturales”. En las  Partidas,  se definen como aquellos hijos que nacen de una relación de convivencia entre un soltero y una soltera, que al decidir formalizarla en un matrimonio,  debía pedir la dispensa correspondiente. Las leyes de Toro, también consideraron a los hijos naturales, producto de padres solteros, pero en la eventualidad de querer casarse no era necesario solicitar la dispensa matrimonial.<br />Aparte de los hijos naturales, también fueron considerados ilegítimos: los hijos adulterinos, o de “dañado ayuntamiento”; los hijos bastardos, producto de la barraganía o el concubinato; los hijos nefarios, producto del incesto por línea recta; los hijos incestuosos por línea transversal; los hijos sacrílegos, producto de la unión con clérigos, y los hijos manceres, hijos de prostitutas. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn10quot; [10]<br />El discurso eclesiástico, tanto en Europa como en Hispanoamérica fueconsiderar al matrimonio, como único estado lícito de una pareja, permitiendo a ésta la posibilidad de tener relaciones sexuales abiertas a la procreación, y consolidarse como familia, lo contrario a este discurso fue considerado  censurable  por  la Iglesia Católica, y por la sociedad en general. No obstante, aunque éste era el modelo ideal, “nunca se aplicó de manera integral”, porque parte de la sociedad fue permisiva con los incumplimientos de los nobles y la burguesía. Por su parte, el campesinado pobre recurrió a la vida sexual “disoluta”. En estos casos la moral cristiana adoptó un doble discurso, el que por un lado aceptaba ciertas transgresiones, y por el otro exigía el cumplimiento estricto de lo legislado. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn11quot; [11] Sabemos que, no toda la sociedad siguió este modelo, porque sin relaciones ilícitas, la ilegitimidad no hubiese sido tan alta en América.Legalidad y realidad social fueron en muchos casos divergentes.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn12quot; [12]<br />La legitimidad era considerada el estado “normal”, calidad que sólo el matrimonio podía perpetuar; éste otorgaba estabilidad a la pareja, a los nacimientos y a la familia. Para que permaneciese este orden “natural”, la Iglesia y la Corona lucharon sin descanso,  especialmente en América, donde la libertad sexual fue parte de la idiosincrasia india. Podemos señalar que, la legitimidad se convirtió en sinónimo de orden de la estructura familiar, le dio firmeza, estabilidad a la institución.<br />Para Manuel José de Lara Ródenas: “La legitimidad...se  comportaría  como un  esqueleto  que  sostendría la definición misma de la familia y como una fuerza gravitatoria que regularía las posiciones relativas de los elementos que la forman”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn13quot; [13]<br />En la Europa y en la Hispanoamérica del Antiguo Régimen, la Iglesia y la Corona lucharon denodadamente por frenar las conductas sexuales ilícitas, como el concubinato y el amancebamiento, que fueron las principales formas de trasgresión sexual, las cuales dieron origen a los nacimientos ilegítimos.<br />La ilegitimidad cruzó todas las barreras sociales, desde los nobles, los burgueses a los campesinos, los blancos y demás calidades sociorraciales, toda la sociedad se vio comprometida, aunque el comportamiento fue diferente en cada caso, tanto en los hombres como en las mujeres.<br />Podemos mencionar que en la mayoría de los casos, los hijos fueron los más  perjudicados,   primero   por  el    estigma   que    significó  nacer  bajo las condiciones de ilegítimo, el rechazo del padre y de la sociedad. La mayoría de las veces, la mujer enfrentaba sola la situación,  sobre todo en los estamentos más bajos, y sólo cuando podía sustentar a los hijos, pero cuando no era así, no le quedaba más remedio que abandonarlos. Un comportamiento semejante tuvieron las mujeres de elite, en este caso como una forma de evitar el deshonor. Hubo excepciones, en que la mujer asumió la responsabilidad de la crianza de manera oculta. Cuando el hombre de elite criaba solo al hijo, generalmente lo camuflaba como un sirviente más, sólo los reyes y muy grandes señores criaron públicamente a sus bastardos.<br />En cuanto a los burgueses y a los campesinos acomodados que dejaban embarazadas a una sirvienta, en lugar de criar a sus hijos como en otras épocas, los dejaban en la calle, no tanto por maldad, sino por temor al escándalo. En Nantes, Francia,  en el siglo XVI y en las ciudades vecinas el 50 por 100 de los nacimientos seguía siendo producto del concubinato. En la misma ciudad, en el siglo XVIII la tasa bajó entre el 6.5 a 2 por 1000. En todas las ciudades francesas, llegó a ser muy raro que una muchacha tuviera más de un hijo ilegítimo en la misma parroquia.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn14quot; [14]<br />La ilegitimidad no se expresó de la misma manera en todos los sitios. Apreciamos diferencias entre las zonas rurales y las urbanas, así como de colonización, entre  Europa y América. Mucho  tienen que  ver con los registros disponibles, en cuanto a las actas matrimoniales, de bautismo, de nacimiento y los testamentos. Todos ellos revelan en parte la magnitud de la ilegitimidad.<br /> <br />En la Nueva España va invariablemente entrelazada con la mezcla de las razas y el concubinato. La desproporción de los sexos entre españoles   de  la  conquista   sugiere,  por  sí  misma,  que  los varones europeos inevitablemente tendrían relaciones sexuales con mujeres indígenas y africanas, si querían reproducirse activamente. En el siglo XVI, la relación de la ilegitimidad con la mezcla de razas fue tan grande que una de las normas que definían las castas era, precisamente, la de la ilegitimidad. Proporciones de nacimientos ilegítimos de 20 a 60%, junto con altos niveles de adultos que no se casaban hacen que la Nueva España, junto con casi toda América Latina se desvíe marcadamente de la experiencia demográfica europea. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn15quot; [15]<br /> <br />Considerando estas diferencias, en la geografía española, también apreciamos algunas particularidades. Al respecto, Manuel José de Lara Ródenas nos muestra a la Huelva del siglo XVII, a partir del estudio sobre 1.875 testamentos, detectó sólo 13 casos de hijos naturales, correspondiente a un 0.7% del total, contrastando por ejemplo con la ilegitimidad de los parisinos del siglo XVIII, de un 3%, a igual fuente documental.<br />El autor reconoce la importancia de confrontar las cifras obtenidas con las actas bautismales, de esta forma, se obtiene un resultado más cercano a la realidad. Por ello, cita algunas estadísticas de ilegitimidad de otras localidades de Huelva, como Ayamonte, en que Sánchez Lara contabiliza entre 1621 y 1645, entre 15.3% y el 19.6%, incluidos los expósitos. La parroquia de El Salvador con un 6.1% entre 1600-1624, un 4.8% en 1625-1649, un 3% en 1650-1675 y un 1.8% en 1675-1699.                                                   <br />El autor se plantea que Ayamonte puede representar un caso especial, en cuanto a los altos niveles de ilegitimidad, con relación a otros. Sánchez Lara, sin embargo, lo atribuye al hecho de haber sido un importante centro esclavista. Las cifras señaladas, contrastan con las que nos presenta José Pablo Blanco Carrasco, para Extremadura, con alrededor de un 0.2% a un 0.3% de ilegitimidad, para los siglos XVI, XVII y primera mitad  del XVIII. Presenta también una muestra rural extremeña de ilegitimidad, para la segunda mitad del siglo XVI de un 2.78%, entre 1600-1650; 1651-1700 de 2.93%; 1701-1750 de 1.59%; 1751-1800 de 1.48% y en 1801-1860 de 2.91%.<br />En parroquias urbanas, los porcentajes de ilegitimidad fueron más altos, de acuerdo a los cálculos hechos por Cortés (1983) fluctúan entre el 12 y el 7% para Zafra  en  los  siglos  XVI  y  XVII respectivamente.  Un 8.03% calculado por Rodríguez Grajera (1985), para el siglo XVII; el 11% estimado para Badajoz, a mediados del siglo XVII.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn16quot; [16]<br /> <br />            A pesar de la elevada tasa de ilegitimidad de los grandes núcleos –a excepción de Cáceres-, el porcentaje sigue siendo muy escaso con relación a la natalidad global, de modo que las alteraciones que pudiesen venir de la ilegitimidad no declarada y por tanto abultada a los ojos de la ilegitimidad podemos considerarlas escasas.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn17quot; [17]<br /> <br />Laslett nos aporta cifras de un total de 98 parroquias de Inglaterra, en las cuales la tasa de ilegitimidad fluctuaba entre el 3.2 por 100 en el decenio de 1600, y del 1.7 por 100 en los años 1640.<br />Hay varios aspectos a considerar dentro de la natalidad ilegítima, una de ellas es la edad al matrimonio. Se ha detectado que, si los matrimonios se realizaron más tardíamente, los porcentajes de ilegitimidad se elevan, porque la mujer soltera está también más expuesta a concebir hijos fuera del matrimonio.<br />Siguiendo con esta explicación que puede ser válida también para explicar el aumento de la ilegitimidad en el siglo XIX, podemos agregar además los cambios en el sistema económico. Se dice que los niveles bajos de ilegitimidad para  algunos   territorios  españoles durante  el  siglo  XVII,  se deberían  a  una ilegitimidad transitoria, que se subsanaba posteriormente con el matrimonio.<br />Otra explicación posible es que las comunidades campesinas habrían estimulado la nupcialidad como una forma de crear y reforzar vínculos entre los vecinos (alianzas estratégicas). Podemos incluir también la centralización administrativa que corrió a parejas con la cobertura que tuvo la Iglesia y la Corona en la “difusión y asimilación de la doctrina cristiana sobre el matrimonio y la sexualidad”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn18quot; [18]                                                                      <br />En la parroquia de La Paz en Lima, encontramos un alto porcentaje de ilegitimidad durante el siglo XVII, asociado a períodos de crisis económica y retraso de las uniones matrimoniales, que hicieron sentir su influencia en la constitución familiar. Una cierta “relajación moral”, fomentó las relaciones extra conyugales, medidas en parte por el grado de hijos ilegítimos, decimos en parte,  porque la  que  dice  relación  con  la  ilegitimidad  infecunda,  noqueda<br />registrada en las estadísticas.<br />Clara López plantea la dificultad de saber efectivamente el porcentaje de parejas extraconyugales, aunque sí piensa que en los grupos de elite el control social fue mucho mayor en cuanto a las relaciones ilícitas, en comparación a los otros sectores sociales. Agrega que, en la parroquia San Agustín en la Paz, la más importante de los españoles entre 1661 y 1680 se registraron 670 bautizos, de los cuales el 43% fueron declarados como hijos legítimos, el 50% como hijos ilegítimos, el 7% de padres desconocidos y un 1% sin antecedentes. Nos indica que la ilegitimidad en las capas altas de La Paz fueron menores, en comparación al resto de la sociedad, pero también es cierto que, tenían motivos para esconderla, porque el control social también era mayor.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn19quot; [19]<br /> <br />A finales del siglo XVIII, la ilegitimidad aumenta progresivamente por el número de niños expósitos, que presentan un ejemplo extremo de quiebre del sistema de seguridad familiar y los mecanismos de protección y solidaridad entre parientes, invita a pensar en un tránsito del fenómeno de la ilegitimidad hacia situaciones de naturaleza definitiva y por tanto independientes de la estructura demográfica. Se daría un paso, pues, a largo plazo, de una ilegitimidad explicada en el seno de la mecánica demográfica, a una ilegitimidad de carácter nuevamente económico.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn20quot; [20]<br /> <br />Si comparamos el fenómeno de la ilegitimidad europea, con la latinoamericana percibimos la existencia de grandes diferencias, tanto en los orígenes, la evolución y las particularidades en cada una de las regiones. En cuanto a los orígenes, podemos señalar que en el caso latinoamericano, estamos en presencia de un proceso de mestizaje o de miscegenación de la población, por efecto de un concubinato y amancebamiento extremos, ya que las relaciones consensuales fueron mayoritarias durante el período de conquista, a pesar de los esfuerzos de la Iglesia y de la Corona, por imponer la institución  matrimonial  como el modelo de unión de las parejas bajo protección divina, la realidad fueron las relaciones libres. Hemos intentado explicar el comportamiento sexual de la población india, como parte de una costumbre arraigada basada en la poligamia,  que no se desterró con la llegada de inmigración española. Con la llegada de la mujer europea se formalizaron las uniones matrimoniales pero, igualmente, se siguieron manteniendo relaciones ilícitas interétnicas.   <br />Durante el siglo XIX, en América Latina, el matrimonio tendió a imponerse, iniciándose un proceso lento de disminución de la ilegitimidad, entre un 10 a un 20%, aunque seguimos insistiendo en las particularidades regionales. El ejemplo típico es el valle de Petorca en Chile, con tasas de ilegitimidad del 29 al 38% durante el siglo XIX. Tenemos también cifras de México, alcanzando en el período de 1724-1842 entre el 18 al 33%,  Sao Paulo, Bolivia y Minas Gerais en Brasil, las tasas se sitúan entre el 20 y 60% en el siglo XIX.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn21quot; [21]<br />Para otros sectores del Cono Sur de América, de acuerdo a los antecedentes proporcionados por José Luis Moreno en su estudio sobre el río de La Plata entre 1780-1850, nos describe una región fronteriza con una cierta homogeneidad en los patrones de comportamiento sexual de hombres y de mujeres, e influenciada por un proceso migratorio y de movilidad constante. Menciona una fuerte liberalidad en las relaciones sexuales de ambos sexos. Para la mujer, la edad de 15 años se consideraba como apropiada para casarse, a partir de allí, se supone iniciaría las relaciones sexuales, elevando en muchos casos el embarazo prematuro, que a veces se arreglaba con un matrimonio posterior.<br />Nos menciona que, en localidades con el nombre de San Vicente, Mateo en Lobos se efectuaron matrimonios “después de haber tenido tres, cuatro o más hijos, no sólo de migrantes sino también de originarios de la zona. El origen de los contrayentes, es decir, si eran migrantes o locales, no podían afectar demasiado la realización del matrimonio religioso”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn22quot; [22]<br />En cuanto a índices de ilegitimidad, encontramos proporciones altas, en comparación sobre todo a Europa. Entre 1787-1797, aumentó del 13.4% al 35% entre 1840-1850. La causa del aumento de los nacimientos y especialmente la ilegitimidad, fue el corrimiento de la frontera bonaerense, sin embargo se mantuvieron estables los matrimonios.<br />El autor le atribuye importancia al inicio del ciclo de la mujer, circunscribiéndolo entre los 14 y 17 años de edad, considerado como un período reproductivo largo y de alto riesgo de embarazo, por no contarse con “la aplicación de algún método contraceptivo, excepto la abstinencia en el período invernal o en fechas  religiosas”. Señala el  amamantamiento  como un mecanismo de control sexual, y el coitus interruptus por parte de los sectores altos de la sociedad.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn23quot; [23]<br />La frontera pampeana como hemos señalado presentó sus propios patrones sexuales, que tuvo lógicamente que ver con la geografía, pero en este caso también  influyó  la  presión  de  los  sexos, especialmente de los hombres por ser mayoría, en comparación a las mujeres.<br /> <br />También influyó la presión por poblar y fecundar- en la acepción humana y productiva-, por un lado, y por otro, el imperativo de la moral prescrita por la Iglesia católica que, a juzgar por los hechos, no se abandonaba definitivamente pero tampoco se cumplió a pie juntillas, en que el honor (sexual), es decir, la virginidad de la mujer, puesta en juego en la relación con el hombre aparece en varios pleitos como un valor que debía salvaguardarse.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn24quot; [24]<br /> <br />En este sentido, las uniones libres de hombres y mujeres fueron habituales en todos los estratos sociales, de alrededor del 25 al 35%, lo que llevaría al autor a “extender el concepto de matrimonio a estos casos”. Da a entender que estas cifras de consensualidad, nos deberían llevar a pensar que las bases del matrimonio y la familia cristianos son diferentes a las nociones que la población en general tenía del matrimonio.<br />Encontramos otro trabajo, sobre ilegitimidad en la Pampa Argentina, entre 1810-1869, específicamente de la localidad de Lobos, provincia de Buenos Aires, en el cual se destacan dos fenómenos característicos de América Latina: el alto porcentaje de ilegitimidad conyugal y filial, y la intensa movilidad de la población que se acentúa en los sectores fronterizos.<br />Coincidente con el estudio citado anteriormente, también se menciona la “libertad sexual”. En este caso, el autor advierte que tanto la legitimidad como la ilegitimidad están ligadas fuertemente con las normas que impuso la Iglesia, con las normas de derecho sucesorio, siendo esta última la que hizo la distinción entre hijos legítimos e ilegítimos, que poco a poco, les fue restando privilegios a la concubina y a sus hijos.<br />En este contexto, se   trataría  de   una  nueva definición de matrimonio cristiano, “como requisito para gozar del derecho legal de heredar, ya fuese como cónyuge o descendiente”. En este sentido, la nobleza señorial vio con agrado la confirmación y validez del matrimonio monógamo, para “reducir el número de pretendientes ilegítimos, y por consiguiente los peligros, y la violencia de las disputas sucesorias”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn25quot; [25]<br />Jack Goody plantea que, la Iglesia validó el matrimonio monógamo y desechó el concubinato, porque esta relación generaba “herederos ficticios o adicionales, cuya presencia podía impedir a una pareja donar sus riquezas para fines religiosos”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn26quot; [26] Sólo los hijos naturales podían ser legitimados, después del matrimonio de los padres. Antes que así fuese, la identidad de ellos podía quedar en el anonimato en los registros parroquiales, registrándose como de “padres no conocidos”, o bien mencionándose sólo el nombre de la madre.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn27quot; [27]<br />Los hijos ilegítimos también tuvieron problemas con la herencia de los padres,  recibían un porcentaje mucho menor que los legítimos (según las leyes de Toro, sólo 1/5 parte), claro que, si el progenitor no dejaba herederos, ellos podían solicitar la herencia completa. Al respecto, la ley 9 de las Leyes de Toro, nos señala textualmente:<br /> <br />Es evidente, por tanto, que la ley concede a los hijos ilegítimos más capacidad para heredar de parte de la madre que del padre, pero en ningún caso se iguala a lo que hereda el hijo legítimo de ambos progenitores. Otra discriminación, que podemos constatar está dada en que los testamentos  sólo  mencionan a los hijos legítimos, los ilegítimos aparecen sólo cuando no existen los primeros, y en el caso que el padre o la madre “decide libremente nombrarlos herederos u otorgarles mandas”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn28quot; [28]<br /> <br />En Hispanoamérica en general, la dualidad concubinato-ilegitimidad ocupó el mayor porcentaje, en lo que a relaciones ilícitas se refiere, y en cuanto a las calidades sociorraciales,  la mestiza fue la más proclive a  este tipo de relaciones, en cambio, la india ocupó un porcentaje mucho menor.<br /> <br />Durante el  período   fundacional,   la   calidad   de mestizo   fue aborrecida por su carácter de híbrido. El cronista Huamán de Ayala se refiere al mestizo como “cholo”, palabra que designa la mezcla entre español e indio.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn29quot; [29]<br /> <br />Por su parte: el derecho canónico estaba marcadamente a favor de la libertad matrimonial entre fieles, y no establecía nada en contra de las uniones interraciales, sin embargo la política real fue un tanto ambigua. Los indios podían casarse con españoles, pero el mestizo ilegítimo, fruto de uniones informales de españoles e indias se les asignaba una categoría inferior, aunque estos hijos podían legitimarse ante el Consejo de Indias, mediante “el recurso gracias a sacar”. Esta dispensa real daba a los solicitantes el “permiso” para trascender a la categoría legal de hijos legítimos. Los candidatos que se presentaban eran pocos, y sólo los que tenían buenos antecedentes raciales y económicos para lograr esa aprobación.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn30quot; [30]<br /> <br />En el caso, de las relaciones entre africanos y castas, con españoles e indios, la Corona se opuso. En cuanto a matrimonios interraciales (indios, negros o mulatos), la Audiencia de México recomendó se dieran órdenes especiales  a los  curas  párrocos,  en  caso  de  que algún indio deseare contraer matrimonio con alguna persona perteneciente a estas castas; fueron reconvenidos en presencia de sus padres, que si lo hacían, no podían ocupar cargos públicos. Menos se aceptaba el concubinato interracial. Esta actitud de la Corona tiene que ver directamente con la limpieza de la sangre. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn31quot; [31]<br />Woodrow Borah y Sherburne Cook afirmaron en 1966, que “la  ley y la costumbre españolas permitieron las uniones sexuales no formalizadas”, las cuales dieron origen a los hijos naturales. Esta tolerancia permitió la extensión a América de altos niveles de ilegitimidad. Parte de la explicación viene dada por la mayor libertad sexual que los europeos encontraron en el Nuevo Mundo y porque las normas cristianas y las leyes no siempre se cumplieron de forma estricta, ni los organismos eclesiásticos y judiciales actuaron con el mismo rigor ante los afectados por las normas. Por otro lado, también podríamos encontrar otras razones, como  “inconciencia procreadora que llevaba a las parejas a engendrar hijos sin preocuparse por su porvenir, junto al abandono de la práctica   de tomar   medidas  radicales para   eliminarlos  si   no  se   les  podía conservar”.<br /> <br />En Chile, la ilegitimidad estuvo asociada en la mayoría de los casos, al abandono de los niños, [más que nada por la inestabilidad de la relación que dio origen al nacimiento, y por la miseria reinante. Aunque el abandono, también se asoció a la legitimidad, pero en casos excepcionales]. El mayor número de abandono de hijos legítimos se producía cuando tenían edades más avanzadas y muy escasamente en los primeros meses de su existencia. Por el contrario, los expósitos ilegítimos eran abandonados frecuentemente en los primeros meses después del nacimiento, si no antes. En este caso, además de la miseria, en la decisión jugaba un papel importante la actitud mental que buscaba evitar la vergüenza social y el rechazo de los que rodeaban a la madre. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn32quot; [32]<br /> <br />[El gran número de niños expósitos ha sido atribuido a la libertadsexual de las parejas consensuales]. Un alto porcentaje de los hijos abandonados fueron engendrados al interior de uniones consensuales. El  abandono  reemplazó  otras  formas  de eliminación  de  hijos, tales<br />como el infanticidio, muy común hasta fines del siglo XIX, o la muerte por hambre o inanición. Esta práctica se dio preferentemente en los sectores pobres de la sociedad.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn33quot; [33]<br /> <br />El problema más grave enfrentado por los hijos ilegítimos fue el desamparo de los padres,  por  no  tener los medios suficientes debían dejarlos a la buena de Dios, quedando totalmente desamparados. En algunas ciudades importantes existieron casas de niños expósitos, en donde podían vivir, pero en forma muy precaria, aumentando de esta forma la mortalidad infantil. Los niños expósitos se conocen a través de las actas de bautismo, o posteriormente los de matrimonio, en que expresan provenir de padres “no conocidos”. La mayoría de los hijos ilegítimos fueron criados por la madre, y muy pocos por el padre.<br />En la historiografía encontramos abundante información acerca del abandono de los niños, en las distintas edades de la infancia, y desde tiempos muy antiguos. Durante los siglos XVII y XVIII era frecuente que madres de escasos recursos, abandonaran a sus hijos en las calles, o bien en lugares de depósito, conocidas como Casa de Expósitos, antes de recurrir al infanticidio o al aborto, como una forma de eliminarlos. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn34quot; [34] <br />Un porcentaje grande de los niños abandonados en casas de Expósitos fueron concebidos en uniones consensuales. En la Casa de Huérfanos de Santiago de Chile, entre 1770-1926, tenemos un total de 100.000 niños abandonados, “probablemente uno de cada 10 nacidos fue abandonado por la pareja que los gestó”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn35quot; [35] El aumento de niños expósitos estaba en directa relación con el aumento de los nacimientos, en la tendencia de larga duración.<br />El abandono de los niños se dio preferentemente en los sectores más pobres de la sociedad, aquellos también más propensos a la emigración. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn36quot; [36] La Casa de Huérfanos de Santiago recibió un importante contingente de niños abandonados, desde los 0 a 3 años y más, generalmente con muy pocas expectativas de vida, la mayoría se encontraban enfermos, con signosde desnutrición, con “enfermedades agudas y crónicas, infecciones en general, sífilis, infecciones bacilares, oftalmológicas, gastroenteritis, escrófulo, etc.”   HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn37quot; [37]<br />Salinas señala que, la casa se convirtió en un depósito de muertos, porque algunos llegaban sólo a morir, y no lograban sobreponerse a las enfermedades.<br />En nuestra literatura latinoamericana, y especialmente chilena, encontramos el término huacho, para designar al niño ilegítimo- mestizo,  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn38quot; [38] fruto de la unión ilícita entre español e india, y que en muy contados casos,  terminó en un matrimonio religioso.  La mayoría de las mujeres se tuvieron que conformar con su hijo huacho, y un padre ausente.<br />Sonia Montecino nos menciona el mito popular de “La Llorona”, característico de Centroamérica, que nos relata a una mujer india que engendró un niño, fruto de una relación ilícita con un blanco. Cuando ésta fue abandonada comete un infanticidio y arroja a su hijo al río. En ese momento señala la mujer:<br /> <br />Mi madre me ha dicho que la sangre de los verdugos no se mezcla con la de los esclavos. ¡Hay madre ...ay madre...ay madre! Acto seguido se sumergió en el agua con la intención de salvar a su hijo, pero no pudo. Desde ese momento se le conoció como La Llorona, por los gritos emitidos al sentirse impotente al no poder rescatar a su hijo.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn39quot; [39]<br /> <br />A partir del mito de La Llorona, la autora hace un símil con el mestizaje, la relación español-india, que no produjo rechazo para la mujer, sólo el fruto de la unión fue repudiado: el bastardo. Es la india la que sostiene al hijo huacho, “huérfano de padre y de legitimidad”. Ejemplo que se repite constantemente en la historia hispanoamericana.<br /> <br />La noción de huacho que se desprende de este modelo de identidad, de ser hijo o hija ilegítimos, gravitará en nuestras sociedades- por lo menos los datos para Chile así parecen indicarlo- hasta nuestros días.<br />                                                                                               <br />El problema de la ilegitimidad /bastardía, atraviesa el orden social chileno transformándose en una “marca” definitoria del sujeto en la historia nacional,...La ilegitimidad jugó un papel esencial en la formación de nuestra sociedad, y creemos que sus implicancias no sólo pueden analizarse desde un correlato sexual y cultural, sino también social.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn40quot; [40]<br />                                                                                                                       <br />Como lo menciona Eugenia Rodríguez Sáenz lo confirma Rolando Mellafe, la población india no se oponía a las relaciones interraciales concubinatorias, especialmente con el español porque era una forma de mejorar el status social.<br />Para nuestra historia, el tema de la ilegitimidad como dice Montecino, tomando en cuenta las citas de Mellafe, debemos entenderla como parte de los orígenes de la familia chilena, y el papel que jugaron las relaciones extraconyugales (amancebamiento y barraganía), en la generación de una enorme masa de bastardos.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn41quot; [41]<br />Los estudios de Gabriel Salazar y de Jorge Pinto nos muestran que la economía rural y minera del Chile colonial, originó la reproducción del Huacharaje y del lacho. El huacho se reproduce en el lacho, es decir, el personaje típico de las zonas mineras que deambulaba de un lugar a otro, en busca de mujeres, que a cambio de la protección como “macho”, las mujeres se encargaban de darle subsistencia, “a cambio de vivir ocioso y mantenido por su protegida”.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn42quot; [42] En este sentido, es sólo una relación extraconyugal transitoria, que ni siquiera termina en matrimonio. Los hijos que surgen de estas relaciones, estaban destinados a vivir sin padre, y seguramente con el transcurso del tiempo, tuvieron la oportunidad de conocer otros “padres”, o lachos que ocuparon el lugar que dejó el padre “legítimo”.<br />El tema del huacho del siglo XIX, ha sido desarrollado por Gabriel  Salazar, en el artículo “Ser niño huacho en la historia de Chile (siglo XIX)”. Comienza el relato con la protagonista Rosaria Araya, campesina pobre, soltera, con tres hijos, y con uno más en el vientre, oriunda del Valle de Illapel, (Norte Chico).<br />La historia de Rosaria nos muestra el dramatismo vivido por una mujer que sufre el abandono del padre de sus hijos, logrando dar a luz cuatro huachos antes de morir. Los  hijos  son  repartidos  entre  familiares y amigos. Aparte de describir el entorno de la vida cotidiana de Rosaria, también nos da cuenta de los costos que implicaban ser hijo de un peón-gañán, sinónimo de abandono, de ausencia del padre. Señala textualmente:<br /> <br />Cuando se tenía un padre como ese Mateo, es decir: un simple “peón”, entonces había que hacerse la idea de que papá no era sino un accidente- o una cadena de incidentes- en las vidas de su prole. Los hombres  como  Mateo no formaban una familia. Se sentían compelidos, más bien, a “andar la tierra”. En camino a otros valles, de vuelta de otros fundos, en busca de otras minas...Dormían a cielo descubierto, o “paraban” en cualquier rancho  que hallaban en su travesía...Sus hijos, por lo tanto, no dormían junto a ellos. Tan sólo se “noticiaban”, de repente, de que su padre andaba en los cerros de tal parte, arreando quién sabe qué tropillos de animales...Y aun pedí en pasar años, sin que se tuviese el menor “noticiamiento” de él. Hasta que alguien avisaba que estaba preso que lo habían herido en una riña de borrachos. Que lo habían visto convicto, enjaulado y engrillado, reparando el camino del puerto.<br /> <br />Así, poco a poco, de pura ausencia y “noticiamiento”, un papá del tipo de Mateo Vega se iba transformando en la mente de sus hijos, en una especie de leyenda.<br /> <br />Era un sospechoso de nacimiento. ¡Pobre Papá! Daba lástima. A veces, como merodeando, aparecía por el rancho de mamá. Como un proscrito culpable, corrido, irresponsable. Despojado de toda aureola legendaria. Traía regalos, claro algo para mamá: una yegua, un cabrito, una pierna de buey.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn43quot; [43]<br /> <br />Desde los albores de la Colonia, el modelo familiar chileno comenzó a gestarse alrededor de la figura de la madre, ya que la constante y prolongada guerra de Arauco, además de la economía minera y agrícola, hizo posible que los hombres se transformaran en unos migrantes permanentes.<br />                                                                                                                       <br />Las mujeres permanecieron por meses, e incluso años, solas, a cargo de estancias y familias, socializando a los hijos junto a sirvientes y parentelas femeninas. Cada madre, mestiza, india y española dirigió el hogar y bordó laboriosamente un ethos en donde su imagen se extendió poderosa.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn44quot; [44]<br /> <br />Sonia Montecino plantea que, en el siglo XIX se produce un cambio en la constitución de la familia de las capas altas de la sociedad, al ceñirse estrictamente al modelo de familia cristiano-occidental, monógama, y fundada por la ley del padre, en cambio, en las capas medias y bajas se mantuvo el modelo de familia formada por la madre, sus hijos y el padre ausente.<br />La ilegitimidad fue un problema muy complejo en las sociedades hisponoamericanas, porque no siempre la unión que las había originado se legalizaba, provocando que esos hijos nacidos de una relación ilícita estuvieran en desventaja muy grande, con relación a los hijos legítimos, que podían disfrutar de una unión formal, de los cuidados de sus padres y de una herencia que les permitiera una proyección futura.<br />Los hijos ilegítimos, si bien podían ser legitimados, o bien pedir su legitimación, en caso de que los padres no formalizaran su unión conyugal, lo podían hacer directamente al soberano “por acta pública o testamento, por oblación a la curia”, en caso de solicitar el acceso a algún cargo público, o para tomar los votos eclesiásticos. <br /> La Corona, para remediar en parte la tragedia de la ilegitimidad, expidió un Real Decreto el 5 de enero de 1794, en que los niños expósitos de padre no conocido, recibirían automáticamente la legitimación.  HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn45quot; [45]<br />En materias económicas, también estaban en desventaja, cuando se trataba de formar parte de los gremios o asociaciones, porque al principio sólo los legítimos podían acceder. Por primera vez se abren los gremios en Alemania, en 1731, y en España en 1796. HYPERLINK quot; http://historietas.bligoo.com/content/edit/quot; quot; _ftn46quot; [46]<br />LatinoamericanismoJosé Enrique Rodó y el americanismo como factor cultural<br />Primera parte – El Arielpor Héctor Valle<br />Mirar en lo profundo de nuestra historia, comprende, naturalmente, el adentrarse en lo cultural y en ese estadio, visitar la narrativa. <br />Así, llegados a este punto de la investigación, y provistos del espíritu de propiciar una mirada más extensa y directa hacia ese ángulo de la vida de nuestros pueblos, nos encontramos con la figura de José Enrique Rodó, ese grande de nuestra cultura. <br />Rodó tuvo para sí un compromiso irrenunciable con el estudio del mejoramiento en las condiciones morales e intelectuales del hombre. Así fue, consiguientemente, que arriba a una de sus máximas obras, aunque no la única ni la mayor, cual es el “Ariel”. <br />Así, pues, es que iremos recorriendo esta obra[1]que ya desde el inicio establece un horizonte y un cielo en su misma dedicatoria:<br />ArielA la juventud de América<br /> Aparecida en el mes de febrero del año de 1900, cuenta el momento en que el viejo y venerado maestro, a quien solían llamar Próspero, por alusión al mago de La Tempestad shakespeariana, se despedía de sus jóvenes discípulos, pasando un año de tareas, congregándolos una vez más a su alrededor, nos cuenta Rodó. <br />José Enrique Rodó nació en Montevideo all�