La mayoría de los accidentes eléctricos ocurren debido a que los medios de seguridad no son suficientes para garantizar la protección de las personas, y la energía eléctrica que se transforma en calor puede causar lesiones directas al cuerpo. Para evitar daños, la corriente eléctrica no debe exceder los 300 mA durante menos de 150 milisegundos o los 30 mA durante más de 150 milisegundos.