El documento resume un viaje por varios países de Europa, incluyendo Suiza, Italia (Venecia, Florencia, Roma), y Grecia. Describe las atracciones principales de cada ciudad como la arquitectura de Venecia, el Renacimiento en Florencia, y los museos y monumentos antiguos en Roma y Grecia. También incluye algunas anécdotas divertidas del viaje.
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Martes 13 de febrero de 2007
UNA CARTA
Estimados amigos, hemos sabido por X y Y, y
también por Z, que el resto del viaje se realizo sin
contrariedades y que ustedes, a pesar de los
contratiempos en Madrid, por fin se encuentran en
casa, hecho que nos satisface, porque sabemos,
como ustedes, del afán y la tranquilidad de estar con
los nuestros. Nosotros, gracias a Apolo, Júpiter y a
todo el Olimpo Griego, nos encontramos con los
nuestros, disfrutando de mejor clima y más calor de
hogar.
De Ginebra en adelante, apurando el peor rato,
ocasionado por la tristeza de la separación,
especialmente de ustedes con quienes nos divertimos
tanto, nos internamos por los Alpes en busca de
Italianas tierras pergeñando la historia de la Roma
Imperial, del cuattrocento Florentino cuna del
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renacimiento, y del más vasto imperio ideológico
contemporáneo, El Vaticano. Todo lo encontramos y
lo vimos, muy a pesar nuestro, a vuelo de neblí
aligero.
Ingresamos por Venecia lacustre, por canales
tortuosos y la mar de góndolas en rápido crucero.
Permítaseme una anécdota que servirá para reflejar
el sol del medio día de ésta romántica ciudad:
Encontramos en un hotel de Roma, de amplias
plazas y espaciosa piscina, a una dona de torso
ebúrneo, cincelado, seguramente, por Leonardo da
Vinci o por Miguel Ángel, vaya usted a saber, que,
de piscina en piscina, tantas que contamos hasta
cien, sin contar las que no vimos. Nosotros y quienes
observaban a nuestro lado, con pasmo, tal estado
físico, apostamos todos a una que debía de ser
campeona de natación; otros afirmaban que era
quien en reiteradas ocasiones había atravesado a
nado el Canal de la Mancha, y, los menos, que era
una sirena que había adquirido el hotel para atraer a
los turistas. Así en estas cábalas, dizques y diretes
nuestra dama salió del agua y optamos por
preguntarle quien era... a lo que respondió:
-¡Puta Callejera en Venecia!
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Venecia es además una ciudad impresionante por su
arquitectura que cierra con galanura la gran plaza de
San Marcos. Son de especial mención sus antiguas
fábricas de cristal de Murano, la fundación Pegy, el
Guggenheim, el Palacio Ducale, el Puente Rialto, el
Campanario de San Marcos, el Palacio de Dux y el
Museo de Carrer de Pesaro. En Venecia el agua lo
determina todo y azas el silencio, ese silencio
profundo solo interrumpido por el ruido rítmico del
agua al chocar contra los muelles y paredes de los
canales, movida por las góndolas y otras
embarcaciones. Sus múltiples puentes y canales le
dan el carácter de una ciudad romántica.
De Venecia nos dirigimos a Florencia y al
renacimiento Italiano: Allí se confunden la política y
el arte. Los Medícaselos Orbieto, los Uffisi con
Rafael, Dónatelo, Giotto y Maquiavelo. La gran
plaza de la Lonja de la Signoria donde la escultura
tiene asiento refundiendo la escultura Romana
Antigua con la escultura del Quinientos Florentino
entre las que se destacan el David, el rapto de las
sabinas, el grupo de Menelao y Patroclo y a su lado
la arquitectura, la Catedral de Santa Crocce, el
Palazzo Vecchio, el Duomo de Brunelleschi y Ponte
Vecchio. Vale la pena destacar la amabilidad de sus
gentes, porte y señorío: Salimos a la calle una noche,
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ni de rumba, ni de copas, sino con el ánimo de
contemplar el claro oscuro de la ciudad. Nos
perdimos. Y ella rogando por aparecer y yo afinando
la brújula, pero nada, en estos menesteres apareció
un florentino todo de rosa vestido. Ante la fantástica
visión quisimos correr, no dábamos crédito a los
ojos, pero, como es costumbre, puede más la
necesidad que la prudencia. Nos acercamos a la
aparición y le preguntamos:
-¿Dónde queda el Hotel de Giorgio?
Él, con finísimo ademan, rasgando delicadamente
con sus dedos índices los ojos hacia las sienes
respondió:
-¡Ay, mi amor, aquí estoy!
Llegamos por fin a Roma, a los Museos Vaticanos y
al Coliseo, al Foro, a la Fuente de Trevi donde se
deben tirar tres monedas, no para alimentar el
hambre de quienes las recogen por la noche, sino
para regresar a Italia, a las catacumbas y a los
Museos Vaticanos. Ya no sabemos qué admirar más,
si la lira, no la de los acompañamientos musicales de
Nerón, ni la de colgar, sino la moneda Italiana y la
habilidad Vaticana para recaudarla. Definitivamente
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la iglesia es mendicante por naturaleza. Cristo con
todo y ser el hijo de Dios no logro sacar a los
mercaderes del templo: En los pasillos del Vaticano
te venden desde una medallita, un pañuelo, una
cartera, unos zapatos o una joya bien engastada.
En el Vaticano se encuentran también las mejores
colecciones de arte de todas las épocas. Allí no se
habla de Museo Vaticano sino de Museos Vaticanos
arrancando de la capilla Sixtina hasta el arte
contemporáneo. En conclusión, se debe ir a Roma,
pero ojo con las liras. Hoy comprendemos, con toda
claridad, porque Roma es la cuna del Derecho...
Cansados, con los ojos enrojecidos por la vigilia
ingresamos a Grecia, la alegre, la esplendida, la cuna
de la civilización de occidente. Allí hasta el sol es
más brillante y el mar de un puro azul. En otros
sitios de la tierra la abulia se hubiera convertido en
pereza y no en creatividad, de ello nos hablan
Homero, Sófocles, Pericles, Solón, Parmenides,
Sócrates, Platón, Aristóteles y muchos más. Así
mismo la grandeza de sus monumentos, los cuales
fueron víctimas de sucesivas invasiones, del
fanatismo cristiano y de la codicia y rapiña inglesa.
Por ellos han pasado los siglos, pero aún siguen
siendo el punto de referencia de la historia, la cultura
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y las artes.
En Grecia hay sitios que invitan al recogimiento
espiritual por todo lo que entrañan de patrimonio
científico, cultural y artístico: El teatro Odeón en
Epidauro es uno de ellos, allí no se necesitan los
avances científicos y técnicos para escuchar desde
cualquiera de sus catorce mil plazas el más mínimo
suspiro. Delfos, El Partenón, Las cariátides son
monumentos que hablan de la grandeza del hombre.
La estatuaria Griega hay que verla en dos ciclos, el
primero, en el Museo Nacional de Londres, el
segundo, en Grecia en sus diversos museos
localizados a lo largo y ancho de su geografía. Otra
cosa son sus Islas con sus pueblos llenos de luz y
colorido. En fin, no quiero cansarlos con tanta
cháchara, ni estar constantemente recordando les
nuestras raíces y el divino destello de lo
Dionisiaco...
Recorrer Gracia es vivir su mitología, sentirla,
acercarse al mundo de los dioses y recorrer la
geografía de mano de los Dioses, protegidos y
asediados por ellos, no en balde Prometeo es el
benefactor por excelencia de la humanidad, en una
ocasión estallo una disputa en Silicón, sobre que
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partes de un animal sacrificado debían ser ofrecidas
a los dioses y con que debían quedarse los hombres.
Para dirimir la disputa fue elegido Prometeo. El
Titán sacrifico al animal e hizo dos bolsas con la
piel, en la primera depósito la carne del animal
cubierta luego con las viseras y en la segunda los
huesos y la grasa toda bien dispuesta. Terminada
esta labor llamo a Zeus y le pidió que eligiera una de
las bolsas .Zeus escogió la que estaba mejor
dispuesta, la de los huesos y la grasa, que era más
atractiva a la vista. Desde entonces se les ofrecían a
los Dioses los huesos y la grasa de los animales
sacrificados.
Zeus enfurecido por la artimaña de la que había sido
objeto exclamo:" Que coman la carne cruda" y se
negó a proporcionarle a los hombres el fuego.
Prometeo, comprometido con la causa de los
hombres, entro a escondidas al Olimpo, robo el
fuego sagrado y se lo entrego a los hombres.
Disgustado Zeus, por tener que aceptar la peor parte
de los animales decidió vengarse. Ordeno a Hefestos
que creara y modelase de la arcilla a la primera
mujer a imagen de las Diosas; Atenea la vistió, las
Gracias la cubrieron de joyas, Afrodita la embelleció
y así, sucesivamente los dioses le fueron otorgando
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gracias hasta que le toco el turno a Hefestos quien le
otorgo la maldad, la insidia y fue llamada Pandora.
Zeus se la ofreció a Epimeteo, hermano de
Prometeo, quien acepto el obsequio muy a pesar de
las advertencias de su hermano en relación con los
ofrecimientos de los dioses.
Epimeteo por encargo de Prometeo custodiaba un
ánfora donde había logrado encerrar a todos los
males de la humanidad. A pesar de que Epimeteo le
había prohibido a su mujer abrir aquella ánfora,
Pandora acuciada por la curiosidad la abrió. De allí
se escaparon todos los males esparciéndose por
todos los continentes entre el género humano, en el
recipiente solo quedo la esperanza, que Epimeteo
logro encerrar tapando la ánfora rápidamente...
Las injusticias, las insidias, la trapacería, la envidia,
la codicia y todos los males siguen sueltos. La
esperanza encerrada en una urna desde el principio
de los siglos...