1. AVUELO DE NEBLIÍ ALIGERO XI
EL DEDO EN LA LLAGA…
EL SIGLO XXI, EN LOS ALBORES DEL SIGLO XVIII...
A PROPOSITO DE LAS DIRECTIVAS DE LA COMUNIDAD EUROPEA SOBRE INMIGRACION Y
HORARIO LABORAL.
Decía Albert Camus, que “todo muro es una puerta”. Me viene la frase a la
memoria gracias a la “progresista” directiva de la Unión Europea sobre los inmigrantes.
Sorprende, por decir lo menos, que en pleno Sig. XXI, aun queden mentes que piensen que las
migraciones humanas se pueden detener tendiendo muros de alambre o de hormigón,
dictando leyes restrictivas o, en el peor de los casos, hundiendo las pateras a cañonazos, como
algún político iluminado ha propuesto, si fuere necesario. Estamos pasando de la Europa
humanista, culta, conciliadora y del estado del bienestar, a la Europa oscurantista y retrograda
que propone Silvio Berlusconi.
La directiva de la Comunidad Europea, cualquiera que sea el formato en que la presenten, es
un ataque, sin paliativos, a los derechos de las personas, al reconocimiento y el respeto por los
derechos humanos. Ningún estado puede alegar en su favor que la norma no lo obliga, o que
dispone dentro de su legislación normas más avanzadas y humanas para tratar el problema. La
disculpa no deja de ser una excusa sin sentido e inaceptable cuando hablamos de los derechos
personalísimos del ser humano.
La posibilidad de reclusión, de la privación de la libertad, sin previa decisión judicial, que pueda
extenderse por un periodo de 18 meses, que los menores de edad puedan a su vez ser
internados y expulsados, configura un tratamiento ajeno a las elementales normas de derecho
y una violación flagrante de los derechos fundamentales.
Las migraciones humanas, al menos las voluntarias, si es que alguna se puede
concebirse como tal, vienen motivadas por el instinto de mejora en la calidad de vida
de las personas o por la inestabilidad política y la violencia que se ejerce dentro de sus
comunidades, muchas veces sostenidas y subvencionadas por países extranjeros para
proteger sus mezquinos intereses. Observemos, para justificar esta afirmación, en las
causas económicas o políticas subyacentes, a las no tan lejanas migraciones europeas.
Dos ejemplos tan aparentemente disímiles como pueden ser el caso de los colonos
holandeses que entre los siglos XVII y XVIII invadieron las tierras de Sudáfrica, y el de
los irlandeses e italianos que en el siglo XIX llegaron a las costas de Estados Unidos, o
las migraciones producidas en el siglo pasado por las guerras civiles o por las dos
guerras mundiales, que tuvieron como destino a Suramérica, bien pueden servirnos
para ilustrar nuestra afirmación.
El problema, con todo, es más antiguo. La explotación -cuando no el expolio- llevada a
cabo durante siglos en los ricos territorios de los países hoy tornados en emisores de
2. personas migrantes viene de antaño. Para no mencionar siquiera la oscura época de la
conquista de América - y el consiguiente saqueo de los yacimientos de oro y plata o el
exterminio y esclavitud de la población aborigen en nombre de Dios y de la
dominación, por parte de los pueblos imperiales, ya fueran estos ingleses,
portugueses, franceses, españoles o belgas, etc.
Hablar de derechos para todos en ESTE MUNDO DONDE LA IRRACIONALIDAD PRIVA
SOBRE CUALQUIER OTRO CONCEPTO, es poner freno al continuo aumento de armas
nucleares, a las guerras preventivas basadas en meras sospechas, al respeto por el otro
independientemente de su credo, raza o ideario político. . Sería indispensable
replantearse, la distribución del poder y de la riqueza económica o la perversa
utilización de la ayuda al desarrollo cuando, como es sabido, “las subvenciones y
aranceles de la OCDE provocan en los países en desarrollo pérdidas anuales de
bienestar por valor de casi 20.000 millones de dólares, que equivalen
aproximadamente al 40% a la ayuda al desarrollo ofrecida para el año de 1998 y que
cada año va a menos como puede constatarse”
La crisis del estado social, con la vuelta a las 60 o 65 horas laborales a la semana, es
decir a las condiciones laborales del siglo XVIII, es otra vuelta de tuerca en el
desmantelamiento de los derechos sociales que conlleva un empeoramiento del
estatus jurídico del trabajador y, en mayor medida, del trabajador extranjero,
aceptado únicamente desde una perspectiva mercantilista que evidentemente choca
con cualquier posibilidad de su reconocimiento no ya como ciudadano, sino como
residente de pleno derecho, dada la limitación que ello supondría para sus condiciones
de trabajo .La única aceptación que se hace del extranjero es aquella que entiende
al inmigrante como un instrumento “que permita maximizar ganancias y actuar
como contrapeso frente a la crisis de la base demográfica de los sistemas de
seguridad social”.
Lo lamentable de estos hechos es tanto el silencio cómplice de las centrales obreras
como de los medios de información masiva, así como el silencio de los partidos
políticos de izquierda y de derecha, de los gobiernos que no asumen sus
responsabilidades y se convierten en simples policías o vigilantes de cicateros intereses
privados. A todos ellos les quiero recordar las palabras de Martin Luther King:
“Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX, no nos parecerán lo más
grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las
buenas personas”.
Martin Luther King
3. Con esta actitud está demostrando la Unión Europea su “agradecimiento” por los
cientos de miles de europeos que en las migraciones del siglo pasado fueron bien
acogidos, aceptados, protegidos e integrados por los pueblos de América Latina, donde
aún viven miles de ellos. Permítaseme una anécdota recogida por Eduardo Galeano
en su obra Espejos:
Flora Tristán, abuela de Paul Gauguin, errante militante, peregrina de la
revolución, dedicó su turbulenta vida a pelear contra el derecho de propiedad del
marido sobre la mujer, del patrón sobre el obrero, del amo sobre el esclavo.
En 1883 viajó al Perú. En las afueras de Lima, visitó un ingenio azucarero.
Conoció los molinos que trituraban la caña, las calderas que hervían la melaza, la
refinería que hacía el azúcar. Por todas partes vio esclavos negros que iban y
venían, trabajando en silencio. Ni se enteraron de su presencia.
El dueño le dijo que tenía novecientos. En mejores tiempos había tenido el doble:
-Es la ruina- se quejó.
Y dijo todo lo que estaba previsto que dijera: Que los negros eran holgazanes
como los indios que sólo a latigazos trabajaban, que...
Cuando ya se estaba marchando, Flora descubrió una cárcel a un costado de la
plantación.
Sin pedir permiso, se metió.
Allí, en la cerrada sombra de un calabozo, alcanzó a distinguir dos negras
desnudas, agazapadas en un rincón.
-Ni bestias son - despreció el guardián- . Las bestias no matan a sus cachorros.
Estas esclavas habían matado a sus cachorros.
Las dos miraron a esa mujer, que las miraba desde el otro lado del mundo...
Afirmaba Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar, que: “Mandar
recitar de memoria lo que no se entiende, es hacer papagayos. Hay que
enseñar a los niños a preguntar para que se acostumbren a obedecer a
la razón: no a la autoridad, cuando carece de ella, porque es hacer el
tonto, ni a la costumbre como los estúpidos. Al que no sabe, cualquiera
lo engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra.