1. Reseña del andinismo azuayo
En 1961, Galo “El Chino” Carrión junto a su gran amigo de
cordada Nicanor, “El Nico” Merchán se vinculan, a su corta edad,
al Club de Excursionismo y Ascensionismo del Colegio Rafael
Borja. Ahí nacen sus primeras experiencias con la montaña. En
1963, “El Chino” y “El Nico”, tenían conocimientos básicos acerca
del andinismo y la utilización de su “equipo” (en ese entonces
escaso ya que no existían centros de abastecimiento dentro del
país)
Es gracias a los diversos recorridos por los extensos terrenos del
Parque Nacional Cajas y a muchas otras aventuras que toda su
sabiduría la fueron adquiriendo poco a poco, todo a base de
experiencias, como ellos lo describen, “a lo macho”. En 1968,
después de la llegada del jesuita Fabián Zurita a Cuenca, se funda
el “Movimiento Juvenil de Cumbres El Sadday” (Dios de las
montañas), enfocado en gran manera, en la alta montaña, sin
dejar de lado la media montaña y las zonas bajas como el Cajas.
Este es el inicio oficial del andinismo como organización en la
ciudad y en la provincia del Azuay. La masificación llega gracias a
su seriedad y persistencia, a pesar de ser tachados de “locos” por
la comunidad conservadora de aquella época.
Con el devenir del tiempo, se formaron varios núcleos del club de
andinismo en diferentes colegios como el Garaicoa, los Corazones,
Benigno Malo, Herlinda Toral, Catalinas, tomando fuerza para
continuar expandiéndose por todo el país. En 1973, llega al
Ecuador el Primer Campamento Nacional para Formación de
Líderes Montañeros que se dio lugar en las faldas del Cotopaxi:
llegaron 120 andinistas, del Azuay asisten Eduardo Muñoz, Jorge
Hermida y Galo Carrión.
Un año después, el proyecto de montaña se proyectó hacia la
parte social de las ciudades y a realizar trabajos políticos en
sectores marginados sin dejar de lado el espíritu montañista. En
este proyecto hay nombres de importantes figuras que
contribuyeron al ascenso como Ramón Gómez, Patricio Arteaga,
Patricio Valladares, entre otros. Después de un largo tiempo, en
1981, los miembros del Movimiento Juvenil de Cumbres El
Sadday, se reunieron para transformar algunos conceptos, con los
cuales se había formado el club. La parte religiosa quedó
ligeramente apartada, ya que se quitó la tradición de rezar el “TE
2. DEUM DE CUMBRES”, al coronar la montaña. Sin Fabián Zurita a
la cabeza, el club cambió su tono místico por uno más deportivo.
Otra cambio fue su nombre, se cambió al Movimiento Juvenil de
Cumbres El Sadday por Club de Andinismo Sangay, ya que era el
nevado más cercano al Azuay.
Para ese tiempo el club Sangay ya acogía a todo tipo personas:
hombres y mujeres, niños desde los 4 años hasta personas de más
de ochenta. La actividad del club crecía masivamente, y tenía un
calendario de salidas a las montañas que se publicaba y se
publica actualmente aún, y que genera interés entre quienes
gustan de las experiencias inolvidables con la naturaleza.
El montañismo y la escalada, se relacionaron fuertemente con los
rescates de aquella época, por ejemplo, la primera cordada azuaya
estuvo presente en la búsqueda del avión de Saeta de 1976, caído
en el Chimborazo; así como en los diferentes rescates en el
extenso Cajas, realizando un importante papel como rescatistas.
Estas oportunidades se fueron haciendo más relevantes y fue
gracias a la experiencia que cada teoría se convirtió en un
discurso de vida y de pasión como una enseñanza para las nuevas
generaciones.
Dentro del andinismo azuayo, además se debe reconocer la gran
participación de Edgar Montezuma con el anexo del Club Nuevos
Horizontes de Quito, de Wilson Serrano, de Fabián Jaramillo, de
Javier Landívar, Enrique Osorio, Federico Ñauta, Víctor Hugo
Dávila, Ruth Andrade, las hermanas Izquierdo y las hermanas
Torres. Y muchos otros apasionados amantes del andinismo y el
montañismo, un deporte extremo que exigió de ellos el máximo de
las habilidades, el recorrido por diferentes suelos, climas y
condiciones, este deporte que les exigió coraje, esfuerzo y
sobretodo valentía para ir más allá.
Un deporte que casi siempre está exento de grandes aplausos y de
reconocimientos pero hoy, como una muestra de justicia, tenemos
esa maravillosa oportunidad de reconocer a los precursores de
este quijotesco y precioso deporte. Como decía Gastón Rébuffat “el
andinista es quien conduce su cuerpo allá donde un día sus ojos
lo soñaron”.
LSA/NS