1. La creciente popularización de Facebook ha
creado un espacio tan indispensable que puede
llegar a genuinos grados de adicción.Esta red se
ha convertido en uno de los grandes repositorios
de la cultura visual vernácula a través de fotogra-
fías de aficionado que versan sobre los temas de
la vida cotidiana: vacaciones, salidas al parque,
visitas al club nocturno, fiestas, reuniones de
amigos y, por supuesto, autorretratos. “Las foto-
grafías de grupo con etiquetas agregadas y
número de amigos que las han visto se han
convertido en los significadores de valor en la red,
y un signo de participación en el mundo digital.
El fenómeno del autorretrato, la auto-indulgencia visual y la imperiosa necesidad de
compartir con los demás nuestra apariencia ha sido una constante en la historia del
arte. El autorretrato no es un género nuevo, al contrario“…prácticamente todo artis-
ta, en todo medio, desde pintores hasta escultores se han aproximado a la explora-
ción del ser.” La necesidad de hacer autorretratos parece una urgencia humana tan
apremiante como nuestra peculiar exigencia por la socialización.El auge del autorre-
trato en estas primeras dos décadas del siglo XXI tiene que ver con una sociedad
occidental narcisista y también con un cambio en la percepción del pudor: la capaci-
dad de diferenciar entre lo público y lo privado, lo que puede compartirse y lo que
es mejor dejar como parte de las esfera personal reservada.