1. Garbancitoarbancitoarbancitoarbancito
Había una vez, un niño tan pequeño, tan pequeño,
que tenía el tamaño de un garbanzo, por eso todo el
mundo le llamaba Garbancito.
Un día, la mamá de Garbancito tenía que llevarle
la comida a su marido al campo, pero estaba muy
atareada. Entonces Garbancito le dijo: -Mamá déjame
que yo le lleve la comida a papá. Conozco bien el camino.
Por favor, déjame, dejame ir.- Su madre le contestó: -
No hijo mío. Eres demasiado pequeño y las personas te
podrían pisar sin querer, o pasarte cualquier cosa.-
Garbancito respondió: - No mamá. Yo iré cantando
fuerte para que me oiga todo el mundo. Así no me
pisarán. ¡Déjame, por favor, déjame!-
Tanto insistió Garbancito, que su madre lo dejó ir.
Así que fue cantando todo el camino tan contento: -
Pachín, pachín, pachón, mucho cuidado con lo que haceis.
Pachín, pachín, pachón, que a garbancito no piseis.- Pero
de pronto empezó a llover y todo el mundo se puso a
correr. Entonces garbancito, viendo el peligro, decidió
buscar refugio. junto al camino, había un campo de coles,
en el que estaba pastando un buey tranquilamente. Corrió
2. y se escondió dentro de una de ellas, con tan mala suerte,
que el buey fue a comerse justamente esa col con
garbancito incluido.
Cuando el padre de garbancito volvió del campo sólo,
sin haber comido ni saber nada sobre su hijo, la madre se
dio cuenta rápidamente que el niño se había perdido.
Entonces salieron los dos a la calle a buscarlo gritando: -
¡Garbancito! ¿Dónde estás?, ¡Garbancito! ¿Dónde
estás?- Repetían una y otra vez por todas partes.
Cuando ya se acercaron a la zona en la que se
encontraba el pequeño; Garbancito pudo oírlos y
entonces empezó a gritar muy fuerte: - ¡Aquí estoy!
¡En la barriga del buey que se mueve, donde ni nieva ni
llueve! - Pero sus padres no lograban escucharle y
seguían repitiendo una y otra vez: - ¡Garbancito!
¡Dónde estás?- Y el niño volvía a gritar con todas sus
fuerzas: ¡En la barriga del buey que se mueve, donde ni
nieva ni llueve! - Al fin, una de las veces, su madre
se encontraba muy cerca de la bestia y pudo oirlo.
Entonces empezaron a darle de comer y de comer sin
parar al animal hasta que éste estuvo tan harto que
estalló y salió garbancito expulsado como un cohete. Sus
padres lo recogieron y todos muy contentos se fueron a su
3. casa, donde lo bañaron muy bien, lo perfumaron y
cuando estaban muy abrazados, Garbancito le prometió
a su mamá que en adelante, le haría mucho más caso y
nunca más se pondría tan pesado con sus caprichos. Así
que fueron felices y comieron perdices y a mi no me
dieron porque no quisieron y colorín colorado este cuento
se ha acabado. Y colorín colorete, por la chimenea sale un
cohete.
FIN
4. Caperucita Roja
Érase una vez, una niña muy bonita que se
llamaba Caperucita Roja, porque siempre llevaba un
abriguito con una capucha roja. Un día su mamá le
dijo: -Caperucita, tienes que ir a casa de la abuelita
que está enferma, para llevarle esta cestita con comida
y medicinas, pero no tires por el bosque, ten mucho
cuidado con el lobo que es muy malo y querrá
comerte. Caperucita se puso en camino y cuando llegó
a la entrada del bosque se acordó de lo que le había
dicho su mamá y pensó en coger otro camino cuando
de repente apareció el lobo y ella se asustó. -No te
asustes niña, que no voy a hacerte daño. Yo no soy
tan malo como te han contado. No hagas caso a las
habladurías ¿Dónde vas Caperucita? -Le dijo el
lobo- Y ella le contestó: - A casa de mi abuelita que
está enferma y voy a llevarle esta cestita con comida
y medicinas. Entonces el lobo le contestó: Pues yo
puedo ayudarte, para que veas que soy bueno, te voy
a enseñar un camino que es mucho más corto y así
podrás llegar antes. Caperucita confiada hizo caso al
lobo, que la estaba engañando. Así que él tiró
5. realmente por el camino más corto, llegó antes, se
comió a la abuelita, se disfrazó con sus ropas y esperó
a Caperucita metido en la cama haciéndose pasar por
la anciana. Cuando llegó Caperucita, llamó a la
puerta:- Pon, pon. -¿Quién es? -respondió el lobo
imitando la voz de la abuela-
-Soy yo abuelita, Caperucita, que te traigo una
comidita y medicinas para que te mejores. -Pasa,
pasa hija mía, que estoy en la cama. -Dijo el lobo-
La niña al ver a la anciana se quedó muy
extrañada y le dijo: -Abuelita, abuelita, que ojos
más grandes tienes. -Son para verte mejor. -
Contestó el lobo-
-Abuelita, abuelita, que orejas más grandes tiene. -
Son para oírte mejor. -Volvió a decir el animal.
-Abuelita, abuelita, que manos más grandes tienes.
-Son para acariciarte mejor. -Respondió el lobo
nuevamente- -Abuelita, abuelita, pero que boca más
grande tienes. -insistió la niña- Entonces, la fiera,
abalanzándose sobre ella le respondió: -Es para
comerte mejor. Y se la zampó de un bocado. Pero un
leñador que estaba cerca y escuchó los gritos, se acercó,
vio al lobo con el vientre hinchado y lo cogió por la
6. barriga, apretando, apretando, hasta que la abuela y
la niña, salieron fuera, sanas y salvas y al lobo lo
tiró río abajo advirtiéndole que no volviera nunca
más. Caperucita y su abuelita le dieron las gracias al
leñador y fueron felices y comieron perdices, y a mí
no me dieron porque no quisieron, y colorín colorado
este cuento se ha acabado.
Fin