El documento habla sobre las diferencias entre necesitar y querer en una relación de pareja. Explica que una relación saludable se basa en la elección y no en la necesidad, y que es mejor decir "te elijo porque quiero que formes parte de mi felicidad" en lugar de "no puedo vivir sin ti". También señala que el amor es libertad, no sufrimiento, y que cuando una relación deja de ser amor y se convierte en soportarse, ya no es sana.
2. ¿Te has preguntado alguna vez qué hay detrás de este tipo de afirmaciones? Tal vez una
relación de dependencia, tal vez una pérdida de la propia identidad, tal vez un miedo a
perder a la otra persona. Este tipo de declaraciones nos indican que detrás hay una
relación insana.
El psicólogo Walter Riso decía en uno de sus libros que el amor crea un lazo que se
puede convertir en cadena cuando no hay libertad. Para que una relación sea
saludable, ambos deben tener claro que estar con esa persona es una opción, no una
necesidad.
En lugar de decir “no puedo estar sin ti”, es mucho más bonito -aunque no estemos
acostumbrados- decir: “Podría estar sin ti y ser feliz; aun así elijo estar contigo porque
quiero que formes parte de mi felicidad”, o lo que es lo mismo: “te quiero, pero no te
necesito”.
Durante mucho tiempo nos han inculcado que en el amor es inevitable sufrir, y eso,
desde mi punto de vista, es falso.
Desde el momento en que lo estás pasando mal ha dejado de ser amor, al menos para los
que entendemos que el amor es sinónimo de bienestar, de plenitud, de entrega
incondicional, de respeto, de apoyo, y sobre todo de libertad.
Las parejas que pasan de quererse a soportarse, las personas que aguantan o toleran
situaciones que van en contra de sus principios, quienes permiten faltas de respeto o
chantaje emocional no lo hacen porque quieren a sus parejas, sino porque no se quieren
a ellas mismas.
Nadie es imprescindible
Muchas de las personas que se auto-engañan pensando que necesitan al otro, en realidad
viven acomodados en rutinas que no les satisfacen porque creen que, de dejarlo, no
volverían a encontrar el amor.
Necesitar implica que algo es imprescindible, que sin eso no podemos vivir. Necesitar
implica depender, y la dependencia nos aleja de la libertad.
Hay muchos ejemplos que ilustran la idea de que, nos guste o no, nadie es
imprescindible. Las personas se separan e inician nuevas relaciones, algunas personas
sufren la pérdida de un ser querido y siguen adelante, incluso nosotros mismos algún día
no estaremos aquí y la vida continuará.
Tener presente la idea de que nada es para siempre y saber renunciar a lo que no nos
conviene nos ayuda a valorar más a las personas que forman parte de nuestra vida y a
mantener relaciones más saludables basadas en la elección de lo que queremos, y no en
el conformismo basado en la falta de opciones.
La pareja es una parte, no un todo
3. A menudo la gente cae en la trampa de entender su relación de pareja como un todo:
“Ella es lo que da sentido a mi vida”… Y, por muy romántico que esto nos pueda sonar,
es uno de los peores errores que se pueden cometer.
No podemos dejar el sentido de nuestra vida, o lo que es lo mismo, nuestra felicidad, en
manos de otra persona, por mucho que la queramos.
La persona que elegimos para compartir nuestra vida es un ser importante, por supuesto
que sí; pero no puede ser lo único.
Como seres individuales nuestra vida se completa con más cosas. Y nos conviene
dedicar una parte del tiempo a nuestro propio crecimiento como personas.
Nuestra autonomía emocional y nuestros objetivos en la vida son partes que no
podemos dejar de lado.
Uno no puede dejar de ser quien es, no puede perder su esencia y su propia identidad
para satisfacer a su pareja. Si es así, estamos alimentado un amor enfermizo, una
relación tóxica basada en miedos y obsesiones.
No te olvides que querer no es necesitar: querer es amar en libertad, querer es poder
elegir, y querer a alguien es elegir a esa persona todos los días sin depender de ella.
5. La respuesta fisiológica del amor
La biología y la medicina siempre han intentado explicar todo comportamiento de forma
química, como hace el cerebro respondiendo con sustancias ante ciertos estímulos.
Incluso esta reacción de enamorarse ha sido estudiada y analizada.
Parece ser que estas alteraciones a la hora de enamorarnos vienen dadas por una
sustancia llamada feniletilamina, que aumenta nuestra energía y que hace que
produzcamos más dopamina, la llamada hormona de la felicidad o del amor.
Esta sustancia está relacionada con el placer y la satisfacción, y su aumento es lo que
produce la sensación de euforia típica de los primeros meses de relación.
Estos inicios de la pareja son vitales para el mantenimiento de la relación. La etapa del
enamoramiento cambia la producción de hormonas del cuerpo y altera por completo
nuestro estado de ánimo.
De este modo, acabamos relacionando esa gran satisfacción y felicidad, producidas por
los cambios químicos, con la persona que las produce.
Así también se crea una relación de intimidad y de deseo por seguir con el otro y
mantener la pareja.
¿Nos acostumbramos al amor?
Como se ha repetido, el enamoramiento acaba terminando. La producción de las
sustancias mencionadas va decayendo con el paso del tiempo. ¿Por qué? Básicamente
porque nuestro cuerpo se acostumbra a dichas sustancias.
Al principio, al ser una situación nueva, la reacción ante dichas hormonas es muy
intensa, pero una producción continuada hace que el organismo se habitúe y la respuesta
vaya disminuyendo, aun cuando las sustancias siguen estando en el cuerpo.
Esto ocurre normalmente al cabo de dos años, que es lo que muchos consideran como
el final del enamoramiento.
En este momento es cuando aparecen otros componentes químicos, como las
endorfinas, que producen una sensación de tranquilidad, comodidad o seguridad.
La siguiente etapa del amor ha llegado: la fase de la vinculación, del apego, de la
intimidad o incluso de la convivencia, según cada pareja.
Lo que sí está claro es que la relación cambia, y parece que nuestro cuerpo no
reacciona tanto con esa euforia y esas reacciones fisiológicas intensas, sino con una
búsqueda de seguridad y de serenidad al lado de nuestra pareja.
6. Y ¿cuál es el problema de todo esto? Parece obvio que los cambios son evidentes y que
prácticamente todos hemos pasado por esto. Sin embargo, no todas las personas aceptan
esta situación de la misma forma.
El problema surge al creer ciegamente que el enamoramiento debe perdurar siempre y
que, si no existen esas reacciones iniciales durante los siguientes años, es que el amor ha
desaparecido.
Pues no. El amor no desaparece, sino que cambia y se adapta. Y lo mismo debemos
hacer nosotros.
8. En este otro caso, es necesario que determinéis juntos los pasos a seguir, siempre que
queráis salvar la relación.
Sea cual sea vuestra situación, hay cinco cosas que no debes hacer cuando te sientes
celoso.
¡Cuidado, es muy fácil caer en ellas!
1.- No acuses a tu pareja
No la acuses ni des por hecho cosas inciertas, o se pondrá a la defensiva. Los celos
son un tema que debe tratarse con delicadeza y dulzura.
Además, hay personas que odian que se ponga en duda su confianza, y más si
sienten que no están dando motivos.
Aclara con tu pareja qué razones tienes para sentirte celoso. Habla con
sinceridad, no ocultes nada, por absurdo que te parezca.
Decirlo en voz alta te ayudará a ti también a darte cuenta de matices nuevos.
2.- No prohíbas
No quieras que tu pareja esté contigo por obligación, ni que se sienta frustrada o
limitada por ti. Eso hará que cada vez tenga menos ganas de estar contigo.
A nadie nos gusta que nos quiten libertades. Todo es negociable, y podéis hablarlo
para llegar a un acuerdo.
Prohibirle algo es una forma de amenazarle con quitarle tu cariño si lo hace: ¡y eso
es chantaje!
3.- No caigas en la tentación de mirarle a escondidas el móvil, el
ordenador…
Si lo haces, pierdes la razón que tienes.
El fin no justifica los medios. En todo caso es mejor que, eventualmente (no lo
hagas costumbre), le pidas a tu pareja que te enseñe ella misma algo que necesitas
ver para estar más tranquilo (algún mensaje, por ejemplo).
Si no quiere quiere hacerlo está en su derecho, y eso tampoco significa que tenga
algo que ocultar.
Todos necesitamos nuestra intimidad (es positivo que no fusionéis vuestros
espacios) y nos sentimos incómodos si alguien lo invade.
10. - Son personas alegres, joviales y con muchas ganas de diversión. Su
comportamiento es el de un eterno adolescente.
- Eluden responsabilidades típicas de su edad y de la adultez. Muchas veces esta
irresponsabilidad puede tener matices de rebeldía.
- Son personas dependientes e inseguras, que necesitan que cuiden de ellos, que les
mimen y que satisfagan sus necesidades a todas horas.
- En este sentido, tienen miedo a quedarse solos, a ser abandonados y a no saber
cuidarse por ellos mismos.
- Muchos de ellos presentan rasgos de narcisismo, es decir, de un excesivo
egocentrismo y amor por ellos mismos, que en realidad esconde más inseguridad.
- Suelen cambiar mucho de pareja, propio de su deseo de no querer cumplir con la
responsabilidad de la relación, huyendo del compromiso y la estabilidad.
Un Peter Pan conlleva una Wendy
En algunas ocasiones, aunque no tan frecuentemente, el síndrome de Peter Pan provoca
que, a su lado, tenga que haber una persona que se haga cargo de él. Es lo que se conoce
como el complejo de Wendy.
¿Cómo es una mujer con este complejo?
- Ante el hombre que necesita cuidados constantes, la mujer necesita satisfacerle,
agradarle y hacerle feliz constantemente; necesita ser imprescindible para él.
- Se preocupa excesivamente por el otro, procurando que todo esté a su gusto y
realizando conductas propias de un cuidado maternal.
- No sabe decirle que no. Le quita responsabilidades, resta importancia a sus malas
conductas o pide perdón por todo, aumentando su sentimiento de culpa.
- Son personas muy inseguras también. Buscan la aceptación de la pareja, por lo
que hacen cualquier cosa por él, intentando evitar que se enfade y les abandone.
- En definitiva, son sobreprotectoras, sacrificadas y con un gran complejo de
inferioridad, lo cual no hace más que potenciar el perfil de Peter Pan.
¿Cómo afecta a la relación de pareja?
Normalmente la pareja se ve afectada, en primer lugar, en el terreno del compromiso.
Las personas con el síndrome de Peter Pan eluden las responsabilidades propias de la
relación, además de buscar siempre un cuidado y aprecio por parte del otro miembro,
pero raramente dándolo ellos.
11. Y los afectados por el síndrome de Wendy siempre están ahí para satisfacerles: les
miman, hacen todo lo que quieren y cumplen por ellos, sobrecargándose de
responsabilidades y dejando de cuidar de ellos mismos, mirando cada vez menos por
ellos.
Es importante entender que modificar estas ideas supone un cambio enorme en la
personalidad de quienes las sufren, por lo que es un trabajo que exige gran esfuerzo,
tiempo y convicción.
Quienes tienen síndrome de Peter Pan deben comenzar a ver los aspectos positivos de
crecer y madurar, no dejarse llevar por ideas irreales sobre juventud eterna y, sobre
todo, asumir responsabilidades acordes a la edad y el compromiso propio de la relación
de pareja.
En quienes predomina el síndrome de Wendy deben aprender a quererse más a ellos
mismos y a preocuparse más por ellos, y deben entender que el amor significa más que
simplemente que los necesiten o que se sacrifiquen por el otro.
Como pareja debéis entender que la relación es cosa de los dos: ambos tenéis que dar al
otro, no esperar algo sin más, preocuparos por la pareja sin descuidaros a vosotros
mismos y aprender a valorar lo que el otro hace.
Recordad: nunca se deja de crecer; ni cada uno por separado, ni los dos como pareja.
13. 1.- El amor es la base sobre la que se sustenta la pareja.
Como si el simple concepto de amor, en muchas ocasiones idealizado y
difícilmente descifrable, fuese la clave.
Lo que define a una buena relación es, además de los tres componentes
mencionados antes, una buena comunicación, un buen sistema de refuerzos entre
ambos, el respeto, la confianza y una buena forma de resolver problemas
conjuntamente.
Éstos y otros muchos factores son el verdadero amor.
2.- El amor es espontáneo, inesperado, fortuito, impredecible: no puedes
controlar de quién te enamoras.
¿Dónde está escrito eso? La espontaneidad en el amor no es del todo cierta:
requiere predisposición por parte de la persona.
El amor no es algo mágico que sucede sin más, sin que podamos hacer nada por
evitarlo.
Cada persona elige de quien se enamora porque, para que en esa relación exista
el amor, debe haber todos esos componentes que no surgen misteriosamente, sino
que hay que trabajarlos y conseguirlos.
3.- Una idea muy relacionada con esta última es la siguiente: el amor, como
aparece sin que podamos controlarlo, también puede desaparecer sin que
podamos solucionarlo.
Ésta es una creencia que tiene mucho que ver con la idea de que el amor significa
enamoramiento. El enamoramiento no es más que una fase del amor.
Si creemos que esas emociones y sentimientos que se viven al inicio de la relación
son los que siempre mandarán en la pareja, estamos muy equivocados.
El amor se va transformando, cambia, y hay que adaptarse a eso: si no, estamos
perdidos.
4.- Y la última idea falsa: el amor lo puede todo. Quizá “todo” sea generalizar en
exceso.
El amor puede con casi todo, pero no con todo. Básicamente puede con las cosas
que decidáis vosotros, según lo que hayáis aprendido a lo largo de toda la relación
(y lo aprendido cada uno por su cuenta).
Puede ser que uno de los dos sea capaz de superar una dificultad que el otro no; por
eso es tan importante la comunicación y la negociación en los momentos de
conflicto en la pareja.
Por tanto, únicamente con el amor no es suficiente.
14. Si te identificas con alguna de estas ideas, es posible que tu concepto mitificado del
amor esté creando algún tipo de conflicto en la pareja.
Quizá sea el momento de reflexionar sobre lo que es realmente el amor y no otorgarle
falsas creencias.
15. La asertividad, clave en tu relación de pareja
Escrito por Guillermo González-Cruz Soler
Fotografía Manuel Bono http://www.bonofotografia.com
No es la primera vez que comentamos la importancia de la comunicación en la pareja.
Ésta es vital para el mantenimiento de una buena relación.
En este artículo damos un paso más hacia la adquisición de las herramientas necesarias
para una buena comunicación, y desarrollamos un concepto que quizá sea desconocido
para ti: la asertividad.
¿En qué consiste? ¿Cómo puede ayudar en tu relación? ¿Qué puedes aprender para
comunicarte mejor?
La asertividad, clave en tu relación de
pareja
Para empezar, desvelemos el concepto: ¿qué es la asertividad?
16. Se trata de una habilidad social que consiste en expresar nuestras ideas, convicciones y
opiniones, de forma adecuada, sin someterse al otro ni atacarle, simplemente
defendiendo nuestros derechos.
Si pensamos en la forma de comunicarse como una línea recta, un extremo sería el estilo
agresivo, el que exige que los demás estén de acuerdo con nuestro criterio y el que
considera su opinión por encima del resto; en el otro extremo estaría el estilo pasivo,
aquel que parece no tener opinión propia y siempre está de acuerdo simplemente por no
entrar en conflicto.
En el punto medio estaría la asertividad: la capacidad de poder mostrar tu opinión
correctamente y sin ofender.
Es posible que comiences a ver un estilo u otro en ti o en tu pareja. Obviamente, lo ideal
sería acercar lo máximo posible vuestro estilo de comunicación al punto central.
Cómo mejorar vuestra asertividad
¿Cómo puedes hacer esto? Veamos varios aspectos a trabajar para mejorar vuestra
asertividad:
Aprende a hacer críticas
Criticar no implica atacar al otro ni menospreciarle. Aprende a decir lo que te
gustaría del otro, en primer lugar entendiéndole y mostrando empatía, y luego
expresando tu deseo de cambiar cierta conducta, con el fin de que la pareja avance.
Aprende a recibir críticas
Entiende el punto de vista de tu pareja y su posible queja, mostrando ese
entendimiento y razonando tu posible desacuerdo. No te sientas mal: tenemos todo
el derecho a equivocarnos.
Aprende a hacer peticiones
Tienes todo el derecho a pedir ayuda para lo que necesites o a reclamar algo que
desees siempre que no implique hacer daño al otro. Todos tenemos necesidades y
todas son igual de importantes.
Aprende a decir “no”
A menudo nos sentimos culpables o egoístas cuando rechazamos hacer algo por el
otro, pero es tu derecho poder decir que no a algo que no quieras hacer, sin
justificar en exceso tu comportamiento. No tenemos la obligación de abarcarlo
todo.
Aprende a decir lo positivo
17. Igual que expresas las críticas, debes expresar las cosas buenas que hace el otro.
Hazlo sin sentir que te rebajas por el simple hecho de darle las gracias, y mantén
así el buen estado de la pareja.
Aprende a recibir lo positivo
Igualmente, cuando te hagan un cumplido, no pienses que lo hace con un doble
sentido o con ironía. Es muy importante que valores el agradecimientoque te
muestra tu pareja.
La asertividad envuelve algo muy importante que todos tendríamos que tener en cuenta:
la defensa de nuestros derechos.
No olvides que todos los tenemos por igual, así que defiende tu opinión y tu punto de
vista, y siempre entendiendo que tu pareja tiene igualmente el suyo.
Ser asertivo no es sólo defender tus derechos; también significa comprender que el otro
también los tiene.
19. Seis pasos para controlar el enfado con tu
pareja
Si te enfadas habitualmente con tu pareja, quizá pienses que siempre es culpa suya, que
está en tu contra.
Sin embargo, debes tener en cuenta otras posibles razones: puede que veas como una
amenaza prácticamente todo lo que te dice.
Es posible que tengas razón, pero si reaccionas estallando y perdiendo el control no
solucionas nada.
Técnicas y consejos para manejar el enfado
Entonces, ¿cómo puedes controlar tu enfado hacia tu pareja? Echa un vistazo a los
siguientes consejos y técnicas que puedes utilizar para manejarlo:
1.- Primero, conócete a ti mismo
Date cuenta de tus señales que indican que estás comenzando a enfadarte, ya sean
calores o respiraciones fuertes, pensamientos como “ya empezamos…” o “¿cómo
se atreve…?”, y conductas típicas como alzar la voz o gestos bruscos y
amenazantes.
Reconoce estas señales, pues son el punto de partida de tu enfado.
2.- Sé consciente de cuando te enfadas
Del mismo modo, sé consciente de esas situaciones en las que tienes más facilidad
para enfadarte, como al esperar mucho tiempo a tu pareja cuando habéis quedado,
estando en el coche parados en un atasco, ciertos temas de conversación que son de
por sí conflictivos (la educación de los hijos, por ejemplo), etc.
Es vital que conozcas tus propios contextos en los que puede ser más fácil que te
enfades.
3.- Bloquea tu respuesta de enfado desde ya
Si ya eres consciente de tus señales y tus situaciones, has dado un gran paso. Ahora
no permitas que vaya a más.
Si hace falta, sal de donde estés y distráete con música, una película o cualquier
otra cosa.
Si, por ejemplo, has tenido un mal día, no hables con tu pareja de temas
conflictivos: déjalo para otro momento. Detén tu enfado en este momento, que no
avance.
20. 4.- Utiliza la relajación
Respira profundamente, destensa los músculos, céntrate en tu respiración y piensa
en cualquier cosa que te relaje.
Al principio será muy complicado usar la relajación en estos momentos, pero con la
práctica podrás utilizarlo como un mecanismo para mitigar tu enfado.
5.- Trabaja los pensamientos
Las ideas rígidas del tipo “mi pareja debe estar de acuerdo conmigo en todo” o “mi
opinión siempre es la mejor” son muy dañinas para la relación y totalmente
irreales.
Debes ser flexible a la hora de pensar: podéis tener opiniones contrarias y ése no
tiene por qué ser un motivo de discusión.
6.- Aprende otras formas de mostrar tu descontento
Se pueden hacer críticas sin descalificar ni dando toques de ironía, entendiendo al
otro, diciendo sin atacar lo que deseas de tu pareja.
Y recibe tus propias críticas sin generalizar hacia otros temas ni sintiéndote
menospreciado; acepta y entiende la queja, y argumenta tu desacuerdo sin atacar la
postura de tu pareja.
Es muy complicado controlar el enfado, y más aún si ha sido una respuesta habitual en
tu repertorio.
Así que recuerda estos consejos, practícalos y dale un respiro a tu relación.
No olvides que dos no se pelean si uno no quiere.
22. Casi sin darnos cuenta, ya hemos descubierto lo que la Psicología identifica como el
primer “mito del amor romántico”: el mito de la media naranja.
Fantaseamos con que existe una persona ideal para nosotros, perdemos tiempo
comparando nuestra pareja actual con ese prototipo, nos esforzamos identificando sus
fallos con el fin de asemejarle más a nuestros deseos…
¿Vale la pena invertir energía en ello? Sacarás tu propia conclusión al final del artículo.
Lo cierto es que todos tenemos una definición personal sobre ese concepto tan
misteriosamente manoseado: el amor.
Podríamos pensar que formas de describirlo hay tantas como personas lo describan.
Pero, según han estudiado los psicólogos sociales, en nuestra cultura hay tendencias
marcadas a percibir el amor en función de estereotipos compartidos socialmente, que
nos llevan a tener ciertas creencias irracionales sobre cómo deberían ser nuestras
relaciones amorosas.
Desde que nacemos hasta que maduramos (¿realmente maduramos en algún momento?)
estamos implicados en un proceso de socialización constante, mediante el que vamos
interiorizando ideas abstractas sobre el amor que acabamos adoptando como si fueran
propias y transmitiéndolas de generación en generación.
Clasificamos las conductas amorosas según pertenezcan a la categoría “amor correcto”
o “amor incorrecto”, creemos saber lo que es aceptable y lo que no lo es en una
relación.
23. Mitos del amor romántico
El primer paso para deshacerse de estas ideas poco realistas sobre el amor es
identificarlas en nosotros mismos.
Rodeados de películas (Disney ha hecho mucho daño al amor), novelas, canciones y
abuelas que nos las inculcan constantemente, esta tarea se nos hace cuesta arriba.
¿Te ves reflejado en alguno de estos mitos del amor romántico?
1.- Mito de la exclusividad: “el amor o la atracción sólo puede sentirse por una
persona al mismo tiempo, porque si no, no es amor de verdad”.
2.- Mito de la omnipotencia: “el amor lo puede todo, si dos se quieren serán
capaces de superar todos los obstáculos externos”.
3.- Mito de los celos: “los celos son signo de amor verdadero, si no se pone celosa
es porque no le importo”.
4.- Mito de la fidelidad: “si la amo verdaderamente, todos mis deseos y fantasías
sexuales deben tener sólo a mi pareja como protagonista (y viceversa)”.
5.- Mito de la equivalencia: “el amor (confianza, intimidad, compromiso,
complicidad) y el enamoramiento (chispa, ilusión, pasión, mariposas en el
estómago) son sinónimos. Si uno deja de estar apasionadamente enamorado, es que
ya no ama a su pareja y es mejor abandonar la relación”.
Posiblemente estás pensando que puedes defender la veracidad de algunos de estos
“supuestos” mitos que dicen los psicólogos.
Desde luego, la socialización de la que hablábamos nos ha dado argumentos suficientes,
que sentimos nuestros. Pero aun así nos cuesta, a menudo, adherirnos a estas normas
implícitas…
Porque, al fin y al cabo, no son más que mentiras culturales, con un toque fantástico,
engañoso, e imposibles de llevar a cabo.
Desde luego, nuestra vida en pareja podrá fluir más naturalmente si nos liberamos de
estereotipos, quitando pesos añadidos a la relación.
25. Qué malo es a veces el remember que no permite empezar de cero.
Otras veces el mecanismo activador de los celos y de la necesidad de control es la mala
información: los mitos, de los que ya te hemos hablado en el artículo "Deshazte de las
mentiras sobre el amor".
Observa si te dices a menudo frases como “todas las mujeres son…” o “a todos los
hombres…”. La generalización -medir a todo el mundo por el mismo patrón- contribuye
a activar los celosy la posesividad.
En ocasiones lo que genera la desconfianza es la propia dinámica de la pareja, la
sensación de falta de compromiso y el miedo a perder al otro.
No obstante, amigo lector, tal y como tu agudo sentido común te habrá dado a entender,
pase lo que pase lo único que hará que tu pareja quiera estar a tu lado por mucho tiempo
será, entre otras variables positivas, que pueda sentirse libre.
Libre para poder tener un espacio, más o menos amplio, para sí misma.
En definitiva, es esencial disfrutar de una relación de pareja sin renunciar a ser persona.
Ese equilibrio es una de las claves del éxito de las relaciones duraderas.
¿Y qué hay de las personas a las que les gusta ser controladas? Aquellas que piensan
que los celos del otro son señal inequívoca de amor. Efectivamente, ciertos hombres y
mujeres aseguran que perciben como muestra del compromiso la posesividad de sus
parejas.
Juntas, estas parejas juegan un poco (o mucho) al peligroso pasatiempo de la
dependencia-sumisión, lo cual puede ser (o no) la antesala del abuso psicológico.
En todo caso, lo maduro, la mejor inversión, es la relación equitativa. Aquella en la que
ambos se fían el uno del otro, porque se demuestran que son de fiar, y en la que no se
juzgan injustamente por lo que cada uno vivió en el pasado.
Así que no dudes en negociar con tu pareja la parcela de libertad que necesitas:
debéis entenderla como algo bueno para ambos.
27. Al fin y al cabo, nos queremos cuando estamos felices el uno con el otro, y para ello
necesitamos potenciar los aspectos positivos de la relación.
¿Qué hacemos para conseguir más cosas positivas?
Podéis hacer muchas cosas para que esa cesta mencionada antes se llene de positivo y la
relación esté en una dinámica adecuada. He aquí algunos ejemplos de refuerzos que
van a motivaros:
- Haced cosas juntos.
Parece muy obvio, pero la base para ser felices es hacer cosas que nos agradan, que
nos hacen felices.
No hace falta que sean cosas muy complicadas ni que exijan una gran elaboración
ni dedicación; pueden ser simplemente actividades cotidianas, como ir a tomar un
café a un sitio nuevo, hacer ejercicio juntos, ver una película o una serie que os
apetezca, preparar una cena romántica…
- Escoged un día especial.
Elegid cada uno un día, entre semana, que no coincidan y sin saber el otro qué día
será.
Ese día lo dedicaréis a bombardear a la otra persona de cosas positivas: cuantas
más, mejor. Hazle el desayuno, cómprale algo que le guste, hazle un masaje,
prepárale una cena romántica, planea una actividad que le encante, etc.
El objetivo es hacer todo lo posible para que la otra persona disfrute al
máximo de ese día; al final te darás cuenta de que tú también habrás disfrutado.
- Retomad viejos recuerdos.
Es el momento de sacar esas fotos del viaje que hicisteis, el vídeo de vuestra boda,
la canción con la que os enamorasteis…
Revivid los momentos que han marcado vuestra relación para acordaros lo felices
que podéis ser. El poder de estos recuerdos no tiene precio y os ayudará
a reenamoraros.
- Fíjate en lo que hace por ti.
Es muy importante para la pareja que os deis cuenta de lo que hace el otro por ti y
por la relación. Si te cuesta, un día proponte como objetivo estar al tanto de cada
cosa positiva que hace tu pareja.
Si hace falta, hasta lo puedes anotar. A menudo nos olvidamos o no nos fijamos en
la mayoría de las cosas, por lo que es esencial que lo veáis.
28. - Observa y comenta lo bueno.
Fíjate también en lo que te gusta de tu pareja, las cosas buenas que tiene, así como
los aspectos positivos de vuestra relación.
Haced una lista completa de todas las cosas que se os ocurran y comentadla entre
vosotros. Hay que hacerlo siempre de forma positiva, comunicando
correctamente lo agradable del otro, sin ironías ni reproches.
Éstas son algunas de las muchas cosas que podéis hacer para que vuestra relación esté
siempre llena de aspectos positivos.
Recuerda que lo que os hace felices estando juntos es lo que mantiene la relación y por
lo que estáis el uno con el otro.
En definitiva, si os queréis, demostradlo.