El relato describe la inocente infancia de Raúl en un pequeño pueblo durante el invierno. Raúl asiste con su padre a una "escuela nocturna" que funciona como un matadero durante el día. Una noche, durante un recreo, el padre de Raúl decapita a un compañero por diferencias ideológicas. Raúl presencia el asesinato y deja de ser un niño inocente.
2. El frio invierno azotaba de nuevo el pequeño
pueblo. Los días grises, las frecuentes
lloviznas, la neblina y la escarcha en el
césped volvían a ser parte del nostálgico
paisaje. El tardío amanecer y el anochecer
precoz dejaban ese olor a resignación. Era
otro invierno como cualquier otro, en medio
de la discordia, el hambre y el odio.
3. Raúl era un niño normal. Disfrutaba las
tardes enteras jugando a la payana con sus
primos o a la escondida en el bosquecito del
sur. Algunos días se la pasaba en la casa del
árbol que había sido construida por Jorge, el
carpintero y amigo de la familia. Los días de
mucho frio (como aquel), le gustaba sentarse
al lado del improvisado hogar a escuchar a su
madre cantar mientras tejía.
4. En las tardes lluviosas, con sus pequeños
vecinos solían usurpar todo el comedor para
ellos solos, y arriba de la mesa presentaban
espléndidas funciones de títeres y obras de
teatro. Raúl fue príncipe, fue cazador y hasta fue
un dragón. Fue el villano y fue el héroe.
Era un niño y su inocencia era tan grande como
su imaginación. Su infancia estaba completa.
Completa y feliz.
No tenía conciencia de lo que pasaba a su
alrededor, no entendía lo que se estaba viviendo.
No entendía sobre el odio profundo que se
desataba sobre esas tierras sangrientas e
injustas.
5. Esa tarde, luego de ayudar a su madre en la
huerta de atrás, el ya sabía lo que debía hacer.
Como todos los días, antes de que caiga el sol,
debía estar aseado y preparado para esperar a su
padre, que volvía de sus largas y duras horas de
trabajo en el matadero, así podían cenar todos
juntos. Una vez terminada la comida, mientras la
señora del hogar se queda terminando de aliñar
la casa, Raúl acompañaba a su padre hasta su
lugar de trabajo nuevamente, Allí más atrás del
bosquecito, bien en el sur. Pero esta vez no van
para carnear animales. Su padre concurría a la
escuela nocturna del pueblo.
6. El término “escuela” era demasiado para
describir a ese galpón precario y poco
higienizado. Durante el día funcionaba como
degolladero de vacas, así que era de
esperarse el olor nauseabundo y la sangre
vieja adherida a los azulejos y tiñendo el piso
de cemento. Sin mencionar las cosas que
podían encontrarse allí, como restos óseos de
animales, por no decir más.
7. Raúl lo encontraba divertido. Jugaba con las
calaveras de las vacas, salía afuera a contar las
estrellas o a juntar las mejores piedritas para
luego jugar a su querida payana y hasta
frecuentemente participaba en las clases las
cuales le resultaban entretenidas y no muy
complicadas. Siempre lo trataban bien, de vez en
cuando alguien le regalaba una rebanada de pan
casero, y si se hacía muy tarde no era solo su
padre quien lo arrullaba para dormir. Todos lo
encontraban adorable, y es que así era él.
A pesar del frio que calaba hasta los huesos,
salió a juntar piedras como de costumbre.
8. Se escucha desde adentro un grito apasionado:
“¡viva la santa federación, mueran los salvajes
unitarios!“
Sus ojos se pusieron atentos.
-Señor Almagro, por favor. no genere conflictos
en este lugar! Estamos conviviendo en paz!-
Raúl volvió su atención a las piedras y siguió
haciendo lo que había dejado. No era más que su
padre otra vez alterando el salón. Podría decirse
que no era de los mejores alumnos, ni de los más
disciplinados.
9. Las horas pasaban y el frio aumentaba. La
neblina bajaba y se sentía húmeda. El frio dolía
un poco más cada minuto. Raúl estaba sentado
en el pasto jugando con unas ramas cuando
escucha a la maestra anunciar el pequeño pero
necesario recreo, para purificar los pulmones y
alejarlos del olor a carne en descomposición.
Los casi veinte alumnos se retiran de la sala en
orden.
El niño se aleja un poco del lugar para explorar
y seguir recolectando sus “tesoros
10. Algo en el aire no andaba bien. Las venas
vibraban, los músculos apretaban, los huesos
pinchaban y no de frio. El ambiente estaba
muy tenso. Todos estaban nerviosos. Fue la
primera vez que Raúl abrió los ojos y percibió
algo de lo que podía estar sucediendo
11. Se oyen gritos. Se escucha revuelo. El
pequeño siente la necesidad de correr a ver
qué pasa.
Mientras se amontona entre la gente oye
mas gritos
12. -“Vean aquí al orgulloso unitario!”- reía
entre dientes- “¡que viva la santa federación,
MUERAN LOS SALVAJES UNITARIOS!“
13. En ese instante, todo quedo en silencio todas
las respiraciones se cortaron, el aire comenzó a
pesar toneladas. La sangre corría en el césped,
solo se escuchó el golpe seco del cuerpo
decapitado desplomándose sobre el suelo. Todo
estaba teñido de color rojo. Pero Raúl solo podía
enfocarse en una cosa: las manos. Esas manos
culpables, pero sin culpa. Esas manos que dieron
a luz una pérdida en nombre de una victoria…Las
manos de su padre, manchadas con algo mucho
más fuerte que la sangre: manchadas con odio.
14. Fue él quien asesino a su compañero por
que no compartían las mismas ideologías.
Raúl estaba ahí. Había visto todo, y en ese
momento, dejo de ser un niño.
15. Ejercicio narrativo a partir de la lectura de El
matadero de Esteban Echeverría
Autora Camila Palamedi
Lengua y literatura
5to año Nuestra Señora de Guadalupe 2013
Santa Fe, Argentina