Este documento resume el discurso pronunciado en la Embajada de Cuba en México en el 50 aniversario de la defensa de Playa Girón contra la invasión estadounidense de 1961. El orador recuerda la época heroica de las luchas revolucionarias y anticapitalistas de figuras como Fidel Castro, el Che Guevara y otros. También describe los eventos que llevaron a la derrota de la invasión en Playa Girón y cómo esto fortaleció la Revolución Cubana. Finalmente, celebra la victoria cubana
1. Discurso pronunciado en la Embajada de Cuba, en ocasión del 50 Aniversario de la
defensa de Playa Girón, luego de la pretendida invasión norteamericana a Cuba en
1961.
Ciudad de México
14 de abril de 2011
Adolfo Orive
Imaginemos una época cuando las izquierdas teníamos mística, tratábamos de
cambiar la realidad, dejábamos nuestro trabajo y aún a nuestras familias para lograr una
realidad más justa, más equitativa… cuando no pensábamos sólo en elecciones y cargos
de representación popular…
Imaginemos una época en la que el socialismo real no sólo no se había
desvanecido como un castillo de naipes y la poderosa URSS no se había desintegrado,
sino que la inmensa mayoría de los pueblos, que en aquella época nos llamábamos
subdesarrollados, sabíamos que la construcción del socialismo –el horizonte de
esperanza— estaba al alcance de nuestras manos…
Imaginemos una época en la que Mao Tse Tung y Ho Chi Minh conducían a sus
pueblos en la construcción de realidades anticapitalistas. Imaginemos una época cuando
Patricio Lumumba luchaba por la liberación del Congo y Fidel Castro y el Ché Guevara
estaban dedicados cada hora del día y de la noche a luchar por un mundo mejor…
Cuando el General Lázaro Cárdenas construía en México el movimiento de liberación
nacional…
Les estoy hablando, no de hace muchos siglos, sino apenas de hace 50 años.
Dos años y poco más de tres meses antes de ese 14 de abril de 1961, las dos
columnas revolucionarias encabezadas por el Ché Guevara y Camilo Cienfuegos habían
2. tomado La Habana, y ocho días después Fidel Castro, arriba de un tanque, volteaba la
cabeza y le preguntaba a su íntimo amigo: “¿Vamos bien Camilo?”.
En dos años y tres meses de responder, siempre para adelante, a las necesidades
del pueblo cubano, Fidel había podido llegar a crear una coyuntura en la que, ante una
plaza llena, le preguntaba a más de un millón de compatriotas: “¿Están de acuerdo con
la Reforma agraria? ¿Están de acuerdo con la Reforma urbana? ¿Están de acuerdo con
todas las medidas que el gobierno revolucionario ha tomado?”. Y ante la aprobación
unánime de la gente, él les contestó: “Eso que estamos viviendo, se llama ¡socialismo!”.
Meses antes de ese 14 de abril de 1961, el gobierno estadounidense había
reunido a unos mil cien mercenarios para entrenarlos, primero en Miami y luego en
Guatemala, para llevarlos a invadir la isla de Cuba, desembarcándolos en Playa Girón,
la que ellos llamaban Bahía de Cochinos.
Ese mismo 14 de abril de 1961, el General Lázaro Cárdenas –uno de los más
grandes mexicanos de nuestra historia— se vistió de caqui, se enfundó una 45 al cinto y,
parado en la sala de su casa, ahí en la calle de Andes, nos esperaba a un grupo de
jóvenes mexicanos que estábamos decididos a acompañarlo en la brigada internacional;
brigada que se transportaría ese mismo día a Cuba, para acompañar a Fidel y al pueblo
cubano en la defensa de su soberanía.
Un DC3 proporcionado por un amigo del General nos esperaba en la cabecera de
la pista del aeropuerto de la Ciudad de México, pero no contábamos con los celos del
entonces Presidente de la República, que no estaba dispuesto a ver crecer la figura
internacional de Lázaro Cárdenas.
Pasaban las horas y las noticias de lo que realmente sucedía en Playa Girón nos
eran desconocidas. Para nosotros, jóvenes en esa época, la urgencia de estar en la lucha
3. era todo: la vida no se pensaba…; la soberanía de la patria, la emancipación de los
pueblos era lo que primaba. Mientras tanto el General seguía usando todas sus
influencias y relaciones para presionar al presidente a fin de que dejara despegar al
DC3.
Así, con la tensión de quien quiere dar la vida para salvar la soberanía de una
patria hermana y la honra de los pueblos latinoamericanos que tantas veces en la historia
sido mellada por las tropas invasoras de los imperios, pasaron dos largos días.
Y, al tercer día, como por arte de magia, arte de magia hoy desconocido por los
jóvenes actuales que tienen acceso a las noticias mundiales en tiempo real, nos llegó una
imagen de un joven cubano, corpulento, de 1.90 de estatura y con 34 años de edad,
saltando de una tanqueta y gritándole a su pueblo: “¡Victoria, derrotamos a los
mercenarios del imperio del Norte!”. Era, por supuesto, Fidel Castro.
El General Cárdenas nos reunió, en su despacho, al pequeño grupo que
integrábamos la que quería ser brigada internacional y nos indicó que debíamos realizar
una gran concentración en el Zócalo. La mayoría de nosotros éramos dirigentes
estudiantiles y pudimos convocar, en horas, a miles y miles de mexicanos, la mayoría
jóvenes, cuyo corazón había estado latiendo durante 72 horas al mismo ritmo de los
latinos del pueblo cubano.
Estaba ya obscureciendo cuando el General Cárdenas llegó al Zócalo. Ya
estando en la plaza mayor de la República, el gobierno federal nos cortó todas las
fuentes de energía, y con el Ejército, cercó todas las calles que llegaban al Zócalo.
Teníamos que hacer algo para escuchar las palabras del General Cárdenas, que además
hablaba muy bajito… Así es que acercamos un coche al centro de la plancha, nos
sentamos a su alrededor, y subido él en el toldo, con la vehemencia que le dieron la
historia de su entrega a las mejores causas de los pueblos y su propia consciencia, nos
4. infundó, una vez más, la importancia de luchar por lo que significa la patria, la
soberanía de los pueblos y la lucha por la equidad; valores, todos ellos, que se están
perdiendo en el mundo neoliberal de ahora, a pasos vertiginosos.
Un par de días después, el gobierno revolucionario de Cuba, nos invitó a los
voluntarios a conocer su país: fue un privilegio para quienes éramos sus hermanos de
lucha.
Apenas aterrizamos en el aeropuerto Martí, nos llevaron a Playa Girón y todavía
nos tocó entrevistar, con las viejas grabadoras de entonces, a uno de los últimos
mercenarios que estaba saliendo de la zona pantanosa, aledaña a la playa. Nos contó
cómo fueron entrenados y cómo, según él, habían sido engañados respecto al pueblo
cubano y cómo éste, supuestamente, se levantaría en masa para derribar al gobierno
revolucionario.
Días después, un evento en un gran teatro de La Habana. Los congregados:
latinoamericanos, europeos, asiáticos, africanos, todos esperando a Fidel, que por cierto
y dicho con todo respeto, era poco puntual… De repente nos invadió a los más de mil
asistentes, el ánimo revolucionario cubano y sin conocernos entre nosotros, hicimos una
larga fila de internacionalistas, y empezamos a bailar, cantando: “Fidel, Fidel, qué tiene
Fidel que los norteamericanos no pueden con él…”. Luego de muchos minutos llegó
Fidel. Nos explicó, durante horas, los momentos fundamentales de la Revolución que
estaba construyendo, como decían los poetas de los 30: golpe a golpe, verso a verso;
porque no sólo el camino se estaba haciendo al andar, también el caminante.
Luego, en un salón relativamente pequeño, unos 10 ó 15 de nosotros, platicando
horas y horas en corto sobre la Revolución Cubana con el Ché y Raúl. El tema, claro,
era lo que se estaba haciendo en Cuba para construir el socialismo, y también lo que
todos pensábamos para la transformación revolucionaria de nuestros respectivos países.
5. Para finalizar, nos obsequiaron tres semanas recorriendo los campos y las
ciudades de la isla, platicando horas y horas con campesinos y trabajadores sobre lo
que, como protagonistas ellos, habían destruido del viejo régimen y cómo estaban
participando en la construcción de uno nuevo, en el cual ellos serían los sujetos de la
historia.
Ho Chi Minh, Giap y el pueblo vietnamita habían ya derrotado al imperialismo
francés, en 1957. El 14 de abril de 1961, Fidel Castro y el pueblo cubano derrotaron en
la primera batalla a los enviados del imperialismo estadounidense y cada día, desde
1962 en que se impuso el bloqueo, han seguido ganándole batallas al máximo imperio
del siglo XX.
Viva la Victoria de Playa Girón
Vivan los pueblos soberanos de América Latina
Muchas gracias por su atención.