1. PLAN DE MEJORAMIENTO
SI TIENE ALGUNA INQUIETUD CON LA INFORMACIÓN PROPORCIONADA PARA REALIZAR EL PLAN DE MEJORAMIENTO HACERLO
SABER POR MEDIO DEL BLOG.
1102
SI TIENE PENDIENTE LA NOTA NÚMERO UNO DEBE REALIZAR
1. UN MAPA CONCEPTUAL POR CADA TEXTO SOBRE LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA. NO OLVIDE CONECTORES,
RECTÁNGULOS,FLECHAS, PALABRAS CLAVES (MÁXIMO5 PALABRAS POR RECTÁNGULO)
TEXTO 1
LITERATURA CONTEMPORÁNEA
Contexto histórico:
La sociedad durante este periodo se encontraba viviendo todas las consecuencias políticas, étnicas y sociales que había dejado la
segunda guerra mundial. Y a su vez se encontraban en amenaza de una posible nueva guerra que enfrentaría los dos bloques de
poderpolíticoyeconómicomundial,yaque el mundose dividióendospolosde tensión,yestadivisióntanmarcadadioorigenala
titulada Guerra Fría.
Luego del fin de esta guerra se impulsa un nuevo orden social y económico, titulado con el nombre de Globalización, el cual se
caracteriza por tener un papel determinante en los negocios entre países, y en el aumento de las nuevas tecnologías.
Contexto literario:
Durante estaépoca laliteraturanodebe estarcomprometidaideológicamentesino,que este debe serunespacioentre posiciones
opuestas.Porlocual elescritortienequereplantearse sufunciónysu replantación del mundo,ydebeconsiderardarleunsignificado
y un sentido a su actividad literaria.
Y a su vezel hombre contemporáneole corresponde latareade ser consciente de suherenciacultural,para así podercontribuiral
enriquecimiento y desarrollo de su propia cultura.
Géneros literarios
La poesía:
Se manifiestaclaramente laherenciade lasvanguardias,enactividadescomo:la desapariciónde lamétricatradicional,el rechazo
del conceptode rimaensu sustituciónporenconceptode ritmointerior.Yel poetacontemporáneole prestaatenciónala gráfica,
por lo cual el sentido de la vista adquiere importancia.
La prosa:
La literaturacontemporáneaacude adiversosrecursosexpresivosconel fin de reflejarlacondiciónde aislamientoyanonimatodel
hombre moderno, por lo cual en la prosa cobro mucho protagonismo el concentrarse en su propia realidad.
El teatro:
En el teatro contemporáneo pierde el protagonismoel espacio,el tiempoe inclusoel argumento.Paraprivilegiarel montaje de la
obra en sí. Y enel teatro el hombre modernobuscabareflejarlaangustiay la desesperacióndel hombre,yenellase destacandos
formas:el teatrode la crueldad,que busca que el espectadorsea consciente de la violenciaque dominalasfuerzasnaturalesysu
propio interior. Y el teatro total, en el cual cobra protagonismo la puesta en escena con recursos inusitados.
Autores
William Faulkner
Nacióen1897 y murióen1962, fue unnarradorypoetaestadounidense.Yensusnovelasrecreaunambienteopresivoyapasionado
de una clase dominante que decae y una nueva clase comercial que asciende, como lo refleja claramente en una de sus obras
titulada El ruido y la furia y mientras agonizo.
John Tolkien
Nacióen 1892 y murióen 1973, fue un escritor,poeta,filólogoyprofesoruniversitariobritánico,conocidoprincipalmente porser
el autor de las novelas clásicas El hobbit y El Señor de los Anillos. Y sus obras son fruto de la prodigiosa labor de creación de un
mundo fantástico, perfectamente verosímil. Ya que se cuidó de crear su lengua, mitología, cultura, geografía y habitantes.
Italo Calvino
Nacióen 1923 y murióen1985, y ha sidouno de los escritoresitalianosmásimportantesdel sigloXX,el cual tras sus inicioscomo
escritorde laresistenciaantifascista,fundióensuobralofantástico,losatíricoylofilosófico.Suobra másconocidafue Lasciudades
invisibles, el cual tiene un carácter idealista y fantástico.
Jose Saramago
Nacióen Portugal en1922 y murióel 18 de juniode 2010, fue un escritor,novelista,poeta,periodistaydramaturgoportugués.Su
obra másconocidafue El añode lamuerte de RicardoReis,lacual se a convertidoenunanovelade culto,yaque hadespertadoun
entusiasmo inusitado entre los lectores.
2. TEXTO DOS
LA CONTEMPORANEIDAD
Además de los géneros literarios que organizan la producción literaria, es posible estructurar la literatura desde una dimensión
temporal, es decir, clasificar las obras líricas, poéticas y dramáticas segúnla época en la que fueron escritas y publicadas.En este
sentido, la época contemporánea es el periodo de tiempo considerado desde la revoluciónfrancesa en el año 1789, hasta hoy en
día, abarcando todos los procesos y acontecimientos históricos como la revolución industrial,la ilustración, la primera y segunda
guerra mundial, la globalización, etc., y en términos literarios, todas las obras que han sido producidas durante ese intervalo de
tiempo.
LITERATURA CONTEMPORÁNEA:
De esta manera, existenciertas características o rasgos que agrupan a las obras del período contemporáneo, debido a que los
autores se ubican desde un mismo marco temporal en el cual los acontecimientos del mundo en general influyen en los temas,
formas y contenidos que utilizan los autores en sus obras, aun cuando existan algunas diferencias de estilo, espacio-geográficas,
etc.Entérminosgenerales,laliteraturacontemporáneaestáenrelaciónconnuevasconcepcionesde laliteraturaque sedesarrollan
en el marco de varios movimientos literarios como por ejemplo el romanticismo, el naturalismo,el realismo y el modernismo. El
objetivo de estas nuevas corrientes literarias es romper drásticamente con los modelos, concepciones y parámetros estéticos
anteriores, para imponer sus nuevos puntos de vista, estilos y técnicas literarias.
CARACTERÍSTICAS DE LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA:
Se destacayresaltael carácterficcional de laliteraturasegúnel cual laliteraturanodebeabocarse adescribirloreal, sino
que consiste en una herramienta para crear mundos ficticios paralelos a la realidad.
Variedad:El períodoliterariocontemporáneoabarcaypasapordiferentestendenciasycorrientesteóricas.Esunperíodo
inestableyde cambioencuantoal ámbitoteóricode laliteratura,endondenadaquedaestablecidode maneradefinitiva.
Surgimiento de losgéneros masivos: Gracias a los nuevos adelantos industriales y tecnológicos que permiten aumentar
engranmedidael númeroycantidadde publicaciones,apareceunaculturade masasdevotadeciertostiposde literatura
popular que se basa en temáticas fantásticas, de ciencia ficción, misterio, etc., y que, al generar un mercado literario,
privilegia cantidad antes de calidad literaria, surgiendo así el concepto de “best-seller”
Algunos de los temas que son desarrollados intensamente por los escritores contemporáneos son: El problema de
definicióne indefinicióndelserhumano;El motivourbanoenrelaciónalatecnología,evolución,progresosistematicidad,
rápidez y frialdad materialista de la vida contemporánea; El quiebre con la religión y las costumbres y creencias
tradicionales.
Aparición de nuevos géneros literarios tales como la novela social, la novela policíaca, la novela histórica, el boom
narrativo hispanoamericano, etc., que mezclan formatos y técnicas literarias, abriendo nuevos horizontes en el mundo
literario
Se juega con los límites entre realidad y ficción, confundiendo y trabajando sobre ambos escenarios sobrepuestos y
paralelos.
Surgen nuevastécnicasnarrativasque se relacionancon la alteracióndel ordentemporal,larepresentacióndel mundo
internode lospersonajesysuinconscienteysubconsciente, y la expresión paralela de múltiples voces y perspectivas.
En poesía se genera un rompimiento con las reglas tradicionales anteriores a la época; La rígida métrica tradicional es
descartada para dar paso a herramientas y técnicas líricas más novedosas, gráficas y que proponen un ritmo y sonido
interno relacionado con el motivo del poema.
Algunos autores y obras emblemáticas del período literario contemporáneo son: La colmena y La familia de Pascual
Duartede Camilo José Cela, El fulgor y la sangrede Ignacio Aldecoa, Ángel fieramente humano de Blas de Otero, La tabla de
Flandes de Manuel Vázquez Montalbán, Inés del alma mía de Isabel Allende, Ficciones de Jorge Luis Borges, etc.
TEXTO TRES
LITERATURA CONTEMPORÁNEA
Se entiende el nacimiento de la literatura contemporánea con las revolucionesindustrial y francesa; pero hay que aclarar que las
características de la literatura contemporánea se entiendenmejoral llegarlas guerrasmundiales,donde estallalalibre palabray
se establecen los conceptos de libre prensa y libertad de expresión.
Características principales de la literatura contemporánea:
Origen.- El origende la literaturacontemporáneanoesexactoy se puede entendersullegadacon el sigloXIX,esposible que más
que con la revolución industrial surgiera con la revolución francesa y sus teorías de libertad, que invadieron endémicamente al
planeta y aunque la independencia norteamericana influenció mucho, ésta seguía bajo el régimen y cultura inglesa que fue
sumamente opresora y conservadora.
Occidental.- Esta literatura se aplica exclusivamente al occidente, y debemos entender a éste como el conjunto de las naciones
europeas y americanas, ya sean sajonas o latinas pero esto no implica la existencia de literatura oriental como la rusa con Carlos
Marx, Federico Engels y León Trotsky.
Arte.- El arte influenciaplenamente ala literatura,puesel cambio total de colores,la músicae inclusola sociedadque la rodeaba
se expresan directamente junto con sus cambios en la nueva literatura. Así la literatura aunque cuenta con todas las facetas
anteriores se expresa con la idiosincrasia contemporánea y los cambios culturales de este periodo.
3. En el teatro el arte influencia a la literatura por sus diversos géneros:
Comedias
Musicales
Drama
Intriga
Realismo.- El realismo o naturalismo es un aspecto a destacar de la literatura contemporánea, pues es uno de los procesos que
exaltaron los autores, sobre todo por ser una contradicción directa a lo ya establecido.
Comic.- Esta es una nueva rama de la literatura contemporánea, su surgimiento comenzó con la fantasía, la difusión infantil y los
temasactuales,aunque suorigenparece posterioralaliteraturacontemporánea,esen este periodo cuando surgió plenamente.
Manga.- El manga esotra de lasvariantesdel comic,éstaya pertenece alaliteraturacontemporánea,se tratade unavariacióndel
comic americano.
Dadaísmo.- El dadaísmoesuna de las líneasliterariasde laliteraturacontemporánea,aquíse encuentranaspectosnovistosantes
o que no fueron importantes, “el absurdo”, “el color”, etc.
Vanguardismo.- Es vanguardismose reflejaen laliteraturade laprimeramitaddel sigloXX,donde se reflejabaclaramente todolo
que circundó a este periodo, abarcó a muchos escritores y muchos lugares, pero su duración fue relativamente corta. Utilizó
metáforas y símbolos que representaban ideas de época y perdió ampliamente la métrica, sintaxis e incluso la puntuación.
Novela.- La novela es la forma de expresión básica y más lógica de la literatura contemporánea, pues expresa la idea del autor y
puede incluircualquiergéneroomodismodeescritura;porlogeneral lanovelaeslibreperotambiénexiste lanovelaysusvariantes:
Novela Histórica
Novela de Misterio
Novela Policiaca
Novela de amor
Novela de terror
Novela infantil etc.
Fotografía.- Las fotografías son una integración a la literatura, solo se usó un poco antes pues antes del siglo XX a finales del XIX
donde se comenzaron a integrar las mismas a textos substituyendo a algunas litografías.
Poesía.- La poesíacontemporáneaabarca a todos lospaíses occidentales,e implicatemasigualmente actuales,donde se utilizael
sistemade métricaenversosacordesalavidacotidianaya temasnuevoscomotecnologíayprocesossocialesde estaépoca. Se ha
definidocomopoesíacontemporáneaala que se produjodurante la segundamitaddel sigloXX, se trata de una mezclade usos y
lírica clásica con temas actuales, donde se utiliza el verso libre y algunos autores pierden el uso de las técnicas tradicion ales
fomentando un nuevo proceso poético más libre e incluso desordenado.
Prosa.- Es el medio de escritura por excelencia para expresarse, forma la base principal de los textos de casi cualquier especie,
exceptuando claramente los que se encuentran en verso.
Cuento.- Estaesunaformade expresiónsencilla,quesi bienpuedeserexpresadaparapersonas adultas,se enfocaaniñosoincluso
adolecentes. Los cuentos y fábulas pueden incluir moraleja y son de fácil lectura.
Historia.- La historia se sirve hasta hoy en día de la literatura contemporánea para expresar sus circunstancias, ya sea por ser
expresadoporlos GANADORES oporlosperdedoresyademásesunabuenaformade preservarlos sucesos,yaseanconfantasíao
sin ella.
Historieta.- Este es un medio de expresiónque permite a los autores explotar su imaginación; se encuentra totalmente ligado al
comic y al manga, que son básicamente lo mismo pero con influencias diferentes.
Panfleto.- El panfletoesunpequeñolibrito,másbienpasquín,enel que seexpresabanideaspolíticas,sobretodoentextode prosa
y que como medio económico de comunicación llegó a ser utilizado por algunos autores para difundirse.
Periódico.- El periódico influenció ampliamente a la literatura, y desde su industrialización hasta últimas fechas, el periódico tuvo
su sección “cultural”, que es la que sirvió como difusor de información y de autores.
Revista.- Este esun medioenel que se expresalaliteratura enformadirecta,puesaunquese escribeenmuchasfacetas,existieron
revistas exclusivas para este tema.
Best seller.- Esta es una situaciónmercantilistaperosoloha existidoenlaliteraturacontemporánea,esunconceptode ventade
libros que se aplica principalmente a las novelas contemporáneas y a algunos libros de ventas mayores.
4. Influenciahistórica.- Aunque yaadelantamossobre esto,lahistoriainfluencióampliamentealaliteraturacontemporánea,puesla
guerra y las crisis que la circundaron así como los conocidos como campos de concentración, fomentaron una serie de literatos
sobrevivientesque expresaronlossucesosdesde susrespectivasperspectivas.Al margende lainfluenciade lasguerrasmundi ales,
losmovimientossocialescomolaguerracivil española,lasindependenciasde muchospaísesamericanosylasrevueltassocialesen
Europa, influenciaron a la literatura contemporánea. Fue el medio de expresión más exacto, donde se incluían las protestas,
expresadas mediante panfletos y periódicos.
TEXTO CUATRO
LITERATURA CONTEMPORÁNEA
La literatura contemporánea engloba la producción literaria “occidental” (producida en Europa y América) durante la Edad
Contemporánea,esdecir,a partir de la época de las revoluciones(tanto laAmericanacomolaFrancesa).Es un conceptodifícil de
aplicara la literaturadadola intrínsecaimbricaciónde lamayoría de las obrascon susantecesorashistóricas,peroeneste casoes
un conceptodefinidomásporvaloresde originalidadyrupturaestéticaque porcuestionespuramente cronológicas.Al igual queel
arte moderno,laliteraturacontemporánea -tambiénllamadamoderna- se conoce así no únicamente porhaber sidoescritasobre
todo a partir del siglo XIX, sino por romper drásticamente con lo anterior.
Esta literatura contemporánea ha vivido varios movimientos o estilosliterariosbien definidos. El primero fue el romanticismo, un
movimientonosóloliterariosinotambiénculturalypolítico.El rechazode larazón,lalibertadcomocausasuprema,yelsentimiento
por encima de todo crearon obras basadas en el predominio del “yo”, la evasión y la libertad formal.Goethe, Walter Scott, Lord
Byron, José Zorilla, Espronceda o Mary Shelley son algunos de los autores más representativos de esta escue la.
Tan representativa fue la anterior que la siguiente etapa del movimiento literario se conoció como postromanticismo, aunque
básicamente esunconceptoartificial que designaal parnasianismo,elsimbolismoyel decadentismo,tres“evoluciones”diferentes
del anterior tronco romántico.
El siguiente movimiento unificado llegó a mediados del siglo XIX y se conoce como realismo o naturalismo. Fue a su modo una
reacción a los excesos románticos; conservó el costumbrismo anterior pero se libró del sentimentalismo, la fantasía y la anarquía
formal. Nació con él la novela social, reflejo literario de la nueva sociedad de clases, y la novela psicológica, preocupada de los
temperamentos y las motivaciones. Dickens, Pérez Galdós, Dostoievski, Émile Zola y Flaubert son algunos de los autores más
representativos del movimiento.
Tras ellosllegalaexperimentaciónpropiadel Modernismo,que aunqueenEspañase ciñe a una serie de autoresconcretos(Rubén
Darío, Valle-Inclán…), internacionalmente se conoce como el inicio de las vanguardias. El elitismofrente a la cultura de masas, la
deconstruccióny la experimentaciónencontraronenHemingway,Proust,Joyce,Beckett,oVirginiaWoolf algunosde sus mejores
exponentes.
Tras la Primera Guerra Mundial la literatura entró de lleno en las vanguardias. Primero con el futurismo, el dadaísmo y el
surrealismo,luegoconunaseriecasi incontable de estilospersonalesypuraexperimentaciónliteraria.JorgeGuillén,Salinas,García
Lorca, Luís Cernuda o Dámaso Alonso en España; Neruda, Huidobro y Mistral en Latinoamérica, Beaovir o Camus en la escena
internacional son algunos de los más claros exponentes de este estilo.
Los periodos de la historia de la literatura moderna (o literatura contemporánea) comprenden la LITERATURA ROMÁNTICA, el
POSTROMANTICISMO, el REALISMO, el NATURALISMO, el MODERNISMO, el POSTMODERNISMO y las VANGUARDIAS.
La historiade laliteraturamoderna nodesignaconel nombre de literaturamodernaalaliteraturade la EDAD MODERNA,sinoa la
de nuestra EDAD CONTEMPORÁNEA, definida habitualmente como el periodo iniciado con laRevolución Francesa(1789) hasta el
presente, de modo que es también muy usualmente denominada como literatura contemporánea. No obstante, es un concepto
definidocon criterios estéticos y no tanto cronológicos,caracterizándose por los valores de originalidad y la ruptura más que por
losde la tradicióny la continuidad;de un modosimilara como se define el Losperiodosde la historiade la literaturamoderna(o
literatura contemporánea) comprende ARTE CONTEMPORANEO en la LITERATURA ROMANTICA, el POSTROMANTICISMO, el
TEXTO CINCO
5.
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9. SI TIENE PENDIENTE LA NOTA NÚMERO DOS DEBE REALIZAR
1. UN MAPA CONCEPTUAL POR CADA FRAGMENTODE OBRAS DE AUTORES CONTEMPORÁNEOS, EN ÉL DEBE RESALTAR
TEMA PRINCIPAL, ARGUMENTOO RESUMEN, LUGARES Y TIPO DE NARRADOR. NOOLVIDE CONECTORES,
RECTÁNGULOS,FLECHAS, PALABRAS CLAVES (MÁXIMO5 PALABRAS POR RECTÁNGULO)
EL CABALLERO INEXISTENTE
AUTOR ITALO CALVINO
Bajolasrojas murallasde Parísestabaformadoel ejércitode Francia.Carlomagnoibaapasarrevistaa lospaladines.Yall evabanallí
más de tres horas; hacía calor; era una tarde de comienzos del verano,algo cubierta, nublada; dentro de las armaduras se hervía
como enollasa fuegolento.Nohayque descartarque algunode aquellainmóvilhilerade caballeroshubieraperdidoyael se ntido
o se hubieraadormilado,perolaarmaduralesmanteníaerguidosenlasilla,atodosporigual.De pronto,tres toquesde trompeta:
las plumas de las cimeras se sobresaltaronen el aire inmóvil como ante una ráfaga de viento, y enmudeció de inmediato aquella
especie de bramidomarinoque se habíaoídohastaentonces,yque era,estávisto,unroncarde guerrerosensordecidoporlasgolas
metálicasde losyelmos.Ypor fin,le descubrieronavanzandodesde lejos,llegabaCarlomagnoenuncaballoque parecía mayor de
lonatural,conla barbasobre el pecho,lasmanosenel pomode lasilla.Reinayguerrea,guerreayreina,daleque dale,parecíaalgo
avejentado,desde laúltimavezque le habían vistoaquellosguerreros.Deteníael caballoante cada oficial y se volvía a mi rarlode
arriba abajo: –¿Y quién sois vos, paladín de Francia? –¡Salomón de Bretaña,sire! –Respondía aquél a voz en grito, 15 I alzando la
celada y descubriendo el rostro acalorado, y añadía alguna noticia práctica, del tipo–: cinco mil caballeros, tres mil quinientos
infantes,milochocientosde servicio,cincoañosde campaña. –¡Adelanteconlosbretones,paladín! –decíaCarlos,ytac-tac,tac-tac,
se acercaba a otro jefe de escuadrón. –¿Y-quién-sois-vos, paladín de Francia? –volvía a empezar. –¡Oliveros de Viena, sire! –
recalcabanloslabiosnadamáslevantarlarejilladel yelmo.Yasí–:tresmil caballerosescogidos,sietemil de tropa,veintemáquinas
de asedio.Vencedordel paganoFierabrás,por la gracia de Diosy para gloriade Carlos,rey de losfrancos. –Bienhecho,valiente...
el vienés –decía Carlomagno,y, a losoficialesdel séquito–:flacuchos...esoscaballos,aumentadlesel forraje –y seguía adelante–:
¿y-quién-sois-vos, paladín de Francia? –repetía, siempre con la misma cadencia: «Tatá-tatatá, tatatá-tatá...». –¡Bernardo de
Mompolier, sire! Vencedor de Brunamonte y Galiferno. –-¡Bella ciudad, Mompolier! ¡Ciudad de bellas mujeres! –y al séquito–:
veamossi lo ascendemosde grado –cosas todasque dichaspor el reydan gusto,peroeran siempre lasmismasfrases,desde hacía
muchos años. –¿Y-quién-sois-vos, con ese blasón que conozco? –Conocía a todos por las armas que llevaban en el escudo, sin
necesidadde que ledijerannada,perolacostumbreeraque fueranelloslosque descubrieransunombre ysurostro.Quizá,p orque
si no, alguienque tuvieraalgomejorque hacer que pasar revistahabría podidomandar allísu armadura con otro dentro. –Alardo
de Dordoña, del duque Aymon... –Buen chico, Alardo, ¿qué dice papá? –y así sucesivamente. «Tatá-tatatá, tatatá-tatá...» –
¡Gualfredo de Monjoie!¡Ocho mil caballeros sin contar los muertos! Ondeaban las cimeras. –¡Ugier el danés!¡Namo de Baviera!
¡Palmerínde Inglaterra!Caíalanoche.Los rostros,entre el ventalle ylabarbera,yano se distinguíannadabien.Cadapal abra,cada
gesto, eran ya 16 previsibles, lo mismoque todo lo demás en aquella guerra que duraba tantos años, cada enfrentamiento,cada
duelo,realizadosiempre segúnlasmismasreglas,de modoque se sabíaya hoyquiénvenceríamañana,quiénperdería,quiénsería
un héroe,quiéncobarde,aquiénle tocabaquedardestripadoyquiénse libraríaal serderribadoconunculetazoenel suelo.Enlas
corazas, por la noche a la luz de las antorchas, los herreros martilleaban siempre las mismas abolladuras. –¿Y vos? –El rey había
llegadoante un caballerode armadura totalmente blanca;sólouna finalíneanegra corría todo alrededor,porlosbordes;el resto
eracándida,bienconservada,sinunrasguño,bienacabadaentodaslasjuntas,coronadaenel yelmoporunpenachode quién sabe
qué raza oriental de gallo,cambiante contodosloscoloresdeliris.Enel escudohabíadibujadounblasónentre dosextremos de un
amplio manto drapeado, y dentro del blasónse abrían otros dos extremos de manto con un blasón más pequeño en medio,que
conteníaotro blasónensumanto aún máspequeño.Condibujocadavezmásfinose representabaunasucesiónde mantosque se
abrían unodentrode otro,yenmediodebíade haberquiénsabequé,peronose conseguíadistinguir,de tandiminutoque se hacía
el dibujo. –Y vos ahí, os presentáistanpulcro... –dijoCarlomagno,que cuantomás durabala guerra menosrespetoporla limpieza
veía en los paladines. –¡Yo soy –la voz llegaba metálica desde dentro del yelmo cerrado, como si no fuera una garganta, sino la
propiachapa de la armadura la que vibrase,ycon un leve retumbarde eco– AgilulfoEmoBertrandinode losGuildivernosyde los
Otrosde CorbentrazySura,caballerode SelimpiaCiterioryFez! –Aaah... –dijoCarlomagno,ydel labioinferior,algosalido, le brotó
unpequeñotrompeteo,comodiciendo:«Situvieraqueacordarmedelnombrede todos¡estaríaaviado!».Perodeinmediatofrunció
el ceño–.¿Y por qué no alzáislaceladay mostráisvuestrorostro?El caballeronohizoningúngesto;sudiestraenguantadaconuna
férrea y bien ensamblada manopla se aferró más fuerte al arzón, mientras que el otro brazo, que sostenía el escudo, pareció
sacudidoporun escalofrío.17–¡Os habloa vos,paladín! –insistióCarlomagno–.¿Cómoesque nomostráislacaraa vuestrorey?La
voz salió neta de la mentonera: –Porque yo no existo, sire. –¡Y ahora esto! –exclamó el emperador–. ¡Entonces tenemos entre
nuestrasfilasuncaballeroque noexiste!Dejadmever.Agilulfoparecióvacilarunmomento,ydespués,conmanofirme perolenta,
levantólacelada.El yelmoestabavacío. Dentrode la armadura blanca de iridiscente cimeranohabía nadie. –¡Vaya,vaya!¡Lo que
hayque ver! –dijoCarlomagno–.¿Ycómooslasarregláisparaprestarservicio,si noexistís? –¡Confuerzade voluntad–dijoAgilulfo–
y fe en nuestra santa causa! –Claro, claro, muy bien dicho, así es como se cumple con el deber. Bueno, para ser alguien que no
existe, valéismucho. Agilulfo cerraba la fila. El emperador había pasado ya revista a todos; dio media vuelta al caballo y se alejó
hacialas tiendasreales.Eraviejo,ytendíaaapartar de su mente lascuestionescomplicadas.Latrompetatocólaseñal de «rompan
filas».Hubola habitual desbandadade caballosyel gran bosque de lanzas se dobló,se movió en oleadascomoun campo de trigo
cuando pasa el viento. Los caballeros bajaban de la silla, movían las piernas para desentumecerse, los escuderosse llevaban los
caballosde lasriendas.Después,deltropelylapolvaredase separaronlospaladines,agrupadosencorrillostremolantesde cimeras
coloreadas,desahogandolaforzadainmovilidaddeaquellashorasconbromasybravatas,conchismorreossobremujeresyhonores.
Agilulfodiounospasospara mezclarse con unode estoscorrillos,despuéssinningún motivopasóa otro, perono se abrió paso y
nadie se fijóenél.Permanecióunratoindecisotraslasespaldasde éste oaquél,sinparticiparensusdiálogos,ydespués se quedó
apartado. Oscurecía;las plumasirisadasde la cimera parecían ahora todas de un únicoe indistintocolor;perola armadurablanca
se destacabaaisladaallíenel prado.Agilulfo,comosi de repente se sintieradesnudo,hizoademánde cruzarlosbrazosye ncogerse
10. de hombros.Despuésse recobróy a grandespasosse dirigióhacialas ca- 18 ballerizas.Llegadoallí,observóque el cuidadode los
caballosnose realizabasegúnlasreglas,reprendióalospalafreneros,infligiócastigosalosmozos,inspeccionótodoslos turnosde
faenas,redistribuyólastareasexplicandominuciosamenteacadaunocómohabía que realizarlasyhaciéndoserepetirlodichopara
versi habían entendidobien.Ycomoa cada momentosalíanaflote negligenciasenel serviciode suscolegasoficialespaladines,les
llamaba uno a uno, sustrayéndoles de las dulces conversaciones ociosas de la noche, y discutía con discreción pero con firme
exactitudsusfallos,ylesobligabaauno a ir de piquete,aotro de guardia,a otro de ronda alláabajo y así sucesivamente.Siempre
tenía razón, y los paladines no podían desentenderse, pero no ocultaban su descontento. Agilulfo Emo Bertrandino de los
Guildivernosyde losOtros de Corbentrazy Sura, caballerode SelimpiaCiterioryFez,eradesde luegounmodelode soldado; pero
a todos les era antipático.
Julio Cortázar
(1914-1984)
EL PERSEGUIDOR
(Las armas secretas, 1959)
DÉDÉE ME HA llamadoporla tarde diciéndome que Johnnynoestababien,yhe idoenseguidaal hotel.Desde hace unosdías
JohnnyyDédée vivenenunhotel de larue Lagrange,en una piezadel cuarto piso.Me ha bastadoverla puertade la piezapara
darme cuentade que Johnnyestáenla peorde las miserias;laventanadaa un patiocasi negro,y a la una de la tarde hay que
tenerlaluz encendidasi se quiere leerel diariooverse lacara. No hace frío, perohe encontradoa Johnnyenvueltoenuna
frazada,encajadoenun roñososillónque largaportodosladospedazosde estopaamarillenta.Dédée estáenvejecida,yel ve stido
rojole quedamuy mal;esun vestidoparael trabajo,para las lucesde laescena;enesa piezadel hotel se convierte enunaespecie
de coágulorepugnante.
—El compañeroBrunoes fiel comoel mal aliento —hadichoJohnnyamanerade saludo,remontandolasrodillashasta
apoyar enellasel mentón.Dédée me haalcanzadounasillayyo he sacado un paquete de Gauloises.Traíaun frascode ron enel
bolsillo,peronohe queridomostrarlohastahacerme unaideade loque pasa. Creoque lomás irritante erala lamparillacon su
ojoarrancado colgandodel hilosuciode moscas.Despuésde mirarlaunao dosveces,yponerme lamano comopantalla,le he
preguntadoa Dédée si nopodíamosapagar la lamparillayarreglarnosconlaluzde laventana.Johnnyseguíamispalabrasymis
gestoscon unagran atencióndistraída,comoun gato que mira fijoperoque se ve que estápor completoenotra cosa;que es otra
cosa. PorfinDédée se ha levantadoyhaapagado la luz.En loque quedaba,unamezclade gris y negro,noshemosreconocido
mejor.Johnnyhasacado una de suslargas manosflacas de debajode lafrazada,y yo he sentidolafláccidatibiezade supiel.
EntoncesDédée hadichoque ibaa prepararunosnescafés.Me ha alegradosaberque por lomenostienenunalatade nescafé.
Siempre que unapersonatiene unalatade nescafé me doycuentade que no estáenla últimamiseria;todavíapuede resistirun
poco.
—Hace rato que no nos veíamos —le he dichoaJohnny—.Unmespor lo menos.
—Túno hacesmás que contar el tiempo —me hacontestadode mal humor—.El primero,el dos,el tres,el veintiuno.A todo
le ponesunnúmero,tú.Y éstaesigual.¿Sabesporqué está furiosa?Porque he perdidoel saxo.Tiene razón,despuésde todo.
—¿Perocómohas podidoperderlo? —le he preguntado,sabiendoenel mismomomentoque erajustamente loque nose le
puede preguntaraJohnny.
—Enel metro —hadichoJohnny—.Paramayorseguridadlohabía puestodebajodel asiento.Eramagníficoviajarsabiendo
que lotenía debajode laspiernas,bienseguro.
—Se diocuentacuandoestabasubiendolaescaleradel hotel —hadichoDédée,conlavozun pocoronca—.Y yotuve que
salircomo unaloca a avisar a losdel métro,a la policía.
Por el silenciosiguienteme he dadocuentade que ha sidotiempoperdido.PeroJohnnyhaempezadoareírse comohace él,
con una risamás atrás de losdientesyde loslabios.
—Algúnpobre infelizestarátratandode sacarle algúnsonido —hadicho—.Eraunode lospeoressaxosque he tenidonunca;
se veía que Doc Rodríguezhabía tocado en él,estabacompletamentedeformadoporel ladodel alma.Comoaparatoensí noera
malo,peroRodríguezescapaz de echara perderunStradivariusconsolamente afinarlo.
—¿Yno puedesconseguirotro?
—Eslo que estamosaveriguando —hadichoDédée—.Parece que RoryFriendtiene uno.Lomaloesque el contratode
Johnny...
—El contrato —haremedadoJohnny—.Qué esesodel contrato.Hayque tocar y se acabó, y notengosaxoni dineropara
comprar uno,y losmuchachosestánigual que yo.
Esto últimonoescierto,y lostreslo sabemos.Nadie se atreve yaaprestarle uninstrumentoaJohnny,porque lopierde o
acaba con él en seguida.Haperdidoel saxode LouisRollingenBordeaux,harotoen trespedazos,pisoteándoloygol peándolo,el
saxoque Dédée habíacomprado cuandolocontrataron para una gira por Inglaterra.Nadie sabe yacuántosinstrumentoslleva
perdidos,empeñadosorotos.Yen todosellostocabacomoyo creo que solamente undiospuede tocarunsaxoalto,suponi endo
que hayanrenunciadoa laslirasy a las flautas.
—¿Cuándoempiezas,Johnny?
—Nosé.Hoy,creo, ¿eh,Dé?
—No,pasadomañana.
—Todoel mundosabe lasfechasmenosyo —rezongaJohnny,tapándose hastalasorejasconla frazada—.Hubierajurado
que era estanoche,y que estatarde había que ira ensayar.
—Lomismoda —hadichoDédée—.Lacuestiónesque notienessaxo.
—¿Cómolomismoda?No eslomismo.Pasadomañanaes despuésde mañana,ymañanaes muchodespuésde hoy.Yhoy
mismoesbastante despuésde ahora,enque estamoscharlandoconel compañeroBrunoy yo me sentiríamuchomejorsi me
pudieraolvidardel tiempoybeberalgunacosacaliente.
—Ya va a hervirel agua,esperaunpoco.
11. —Nome referíaal calor porebulliciónhadichoJohnny.Entonceshe sacadoel frascode ron y ha sidocomosi encendiéramos
la luz,porque Johnnyhaabiertode par enpar la boca, maravillado,ysusdientesse hanpuestoabrillar,yhasta Dédée ha tenido
que sonreírse al verlotan asombradoycontento.El roncon el nescafé noestabamal del todo,ylos tresnoshemossentido
muchomejordespuésdel segundotragoyde un cigarrillo.Yapara entonceshe advertidoque Johnnyse retraíapocoa pocoy q ue
seguíahaciendoalusionesal tiempo,untemaque le preocupadesde que loconozco.He vistopocoshombrestanpreocupados
por todolo que se refiere al tiempo.Esunamanía, lapeor de susmanías, que son tantas.Peroél la despliegaylaexplica conuna
gracia que pocospuedenresistir.Me he acordadode un ensayoantesde una grabación,enCincinnati,yestoeramuchoantesd e
venira París, enel cuarentay nueve oel cincuenta.Johnnyestabaengranforma enesosdías, y yohabía idoal ensayonada más
que para escucharloa él y tambiénaMilesDavis.Todostenían ganasde tocar, estabancontentos,andabanbienvestidos(de e sto
me acuerdoquizápor contraste,por lomal vestidoylosucioque anda ahora Johnny),tocabancongusto,sinninguna
impaciencia,yel técnicode sonidohaciaseñalesde contentodetrásde suventanilla,comounbabuinosatisfecho.Yjustamente
enese momento,cuandoJohnnyestabacomoperdidoensualegría,de golpe dejóde tocar y soltándoleunpuñetazoanosé
quiéndijo:“Estoloestoytocandomañana”,y los muchachosse quedaroncortados,apenasdoso tressiguieronunoscompases,
como untren que tarda enfrenar,y Johnnyse golpeabalafrente yrepetía:“Esto ya lotoqué mañana,eshorrible,Miles,estoyalo
toqué mañana”,y no lopodían hacersalirde eso,ya partirde entoncestodoanduvomal,Johnnytocabasinganasy deseando
irse (a drogarse otra vez,dijoel técnicode sonidomuertode rabia),ycuandolovi salir,tambaleándose yconlacara ceni cienta,
me pregunté si esoibaa durar todavíamucho tiempo.
—Creoque llamaré al doctorBernard —ha dichoDédée,mirandode reojoaJohnny,que bebe surona pequeñossorbos—.
Tienesfiebre,ynocomesnada.
—El doctor Bernardesun triste idiota —hadichoJohnny,lamiendosuvaso—.Me vaa dar aspirinas,ydespuésdiráque le
gusta muchísimoel jazz,porejemploRayNoble.Te dasunaidea,Bruno.Si tuvierael saxolorecibiríacon una músicaque lo haría
bajar de vueltaloscuatropisoscon el culoen cada escalón.
—De todosmodosno te hará mal tomarte lasaspirinas —he dicho,mirandode reojoaDédée—.Si quieresyotelefonearé al
salir,así Dédée notiene que bajar.Oye peroese contrato...Si empiezaspasadomañanacreoque se podrá hacer algo.Tambiényo
puedotratar de sacarle un saxoa RoryFriend.Y enel peorde loscasos...La cuestiónesque vasa tenerque andarcon más
cuidado,Johnny.
—Hoyno —hadichoJohnnymirandoel frascode ron—.Mañana, cuando tengael saxo.De manera que nohay por qué
hablarde esoahora.Bruno, cada vezque me doy mejorcuentade que el tiempo...Yocreoque la músicaayudasiempre a
comprenderunpocoeste asunto.Bueno,noa comprenderporque laverdadesque no comprendonada.Lo únicoque hagoes
darme cuentade que hayalgo. Comoesossueños,noescierto,enque empiezasasospecharte que todose vaa echar a perder, y
tienesunpocode miedoporadelantado;peroal mismotiemponoestásnadaseguro,y a lo mejortodose da vueltacomoun
panqueque yde repente estásacostadoconunachica preciosay todoesdivinamente perfecto.
Dédée estálavandolastazasy losvasosen unrincóndel cuarto. Me he dado cuentade que ni siquieratienenaguacorriente
enla pieza;veounapalanganacon floresrosadasyuna jofainaque me hace pensaren unanimal embalsamado.YJohnnysigue
hablandoconla boca tapada a mediasporla frazada,y tambiénél parece unembalsamadoconlasrodillascontrael mentónysu
cara negray lisaque el ron y lafiebre empiezanahumedecerpocoapoco.
—He leídoalgunascosassobre todo eso,Bruno.Es muyraro, y en realidadtandifícil...Yocreoque lamúsicaayuda,sabes.
No a entender,porque enrealidadnoentiendonada. —Se golpealacabezaconel puñocerrado. La cabeza le suenacomoun
coco.
—Nohaynada aquí dentro,Bruno,loque se dice nada.Esto no piensani entiende nada.Nuncame hahechofalta,para
decirte laverdad.Yo empiezoaentenderde losojosparaabajo,y cuanto más abajomejor entiendo.Peronoesrealmente
entender,enesoestoyde acuerdo.
—Te va a subirla fiebre —harezongadoDédéedesdeel fondode lapieza.
—Oh,cállate.Esverdad,Bruno.Nuncahe pensadoennada,solamente de golpeme doycuentade loque he pensado,pero
esono tiene gracia,¿verdad?¿Qué graciava a tenerdarse cuentade que unoha pensadoalgo?Para el caso eslomismoque si
pensarastú o cualquierotro.Nosoyyo,yo. Simplementesacoprovechode loque pienso,perosiempre después, yesoesloque
no aguanto.Ah,esdifícil,estan difícil..¿Nohaquedadoni untrago?
Le he dadolas últimasgotasde ron, justamente cuandoDédéevolvíaaencenderlaluz;yacasi nose veíaen lapieza.Johnny
estásudando,perosigue envueltoenlafrazada,yde cuandoencuando se estremece yhace crujirel sillón.
—Me di cuentacuandoera muychico, casi en seguidade aprenderatocar el saxo.En mi casa había siempre unlíode todos
losdiablos,yno se hablabamás que de deudas, de hipotecas.¿Túsabesloque esuna hipoteca?Debe seralgoterrible,porque la
viejase tirabade lospeloscada vezque el viejohablabade lahipoteca,yacababana losgolpes.Yotenía trece años...pe royahas
oído todoeso.
Vayasi lohe oído; vaya si he tratadode escribirlobienyverídicamenteenmi biografíade Johnny.
—Poresoencasa el tiemponoacababa nunca,sabes.De peleaenpelea,casi sincomer.Ypara colmolareligión,ah,esono
te lopuedesimaginar.Cuandoel maestrome consiguióunsaxoque te hubierasmuertode risasi loves,entoncescreoque me di
cuentaen seguida.Lamúsicame sacaba del tiempo,aunque noesmásque una manerade decirlo.Si quieressaberloque
realmente siento,yocreoque lamúsicame metía enel tiempo.Peroentonceshayque creerque este tiemponotienenadaque
vercon...bueno,con nosotros,pordecirloasí.
Comohace rato que conozcolas alucinacionesde Johnny,de todoslosque hacensumismavida,loescuchoatentamente
perosinpreocuparme demasiadoporloque dice.Me preguntoencambiocómo habrá conseguidoladrogaenParís.Tendré que
interrogara Dédée,suprimirsuposible complicidad.Johnnynovaa poderresistirmuchomásenese estado.La drogay la miseria
no sabenandarjuntas.Piensoenlamúsicaque se está perdiendo,enlasdocenasde grabacionesdonde Johnnypodríaseguir
dejandoesapresencia,ese adelantoasombrosoque tienesobre cualquierotromúsico.“Estolo,estoytocandomañana” se me
llenade pronto de un sentidoclarísimo,porque Johnnysiempre estátocandomañanayel restoviene ala zaga, eneste hoyque él
saltasin esfuerzoconlasprimerasnotasde sumúsica.
Soyun crítico de jazzlobastante sensible comoparacomprendermislimitaciones,yme doycuentade que loque estoy
pensandoestápordebajodel planodonde el pobre Johnnytratade avanzarcon sus frasestruncadas,sussuspiros,sussúbitas
12. rabiasy sus llantos.A él le importaunbledoque yolocrea genial,ynunca se ha envanecidode que sumúsicaesté muchomás
alláde la que tocan sus compañeros.Piensomelancólicamente que él estáal principiode susaxomientrasyovivoobligadoa
conformarme conel final.Él esla boca y yo laoreja,por no decirque él esla boca y yo...Todocrítico, ay, esel triste final de algo
que empezócomosabor,como deliciade morderymascar. Y la boca se mueve otravez,golosamente lagranlenguade Johnny
recoge un chorritode salivade loslabios.Lasmanos hacenun dibujoenel aire.
—Bruno,si un día lopudierasescribir...Nopormí,entiendes,amí qué me importa.Perodebe serhermoso,yosientoque
debe serhermoso.Te estabadiciendoque cuandoempecéatocar de chico me di cuentade que el tiempocambiaba.Estose lo
conté una veza Jimy me dijoque todoel mundose siente lomismo,yque cuandounose abstrae...Dijoasí,cuandouno se
abstrae.Perono,yo no me abstraigocuandotoco. Solamente que cambiode lugar.Escomo enun ascensor,túestásenel
ascensorhablandoconla gente,yno sientesnadararo,y entre tantopasa el primerpiso,el décimo,el veintiuno,ylaciudadse
quedóahí abajo,y tú estásterminandolafrase que habíasempezadoal entrar,y entre lasprimeraspalabrasylas últimashay
cincuentaydos pisos.Yome di cuentacuando empecé atocar que entrabaen un ascensor,peroeraun ascensorde tiempo,si te
lopuedodecirasi.No creasque me olvidabade lahipotecaode la religión.Solamente que enesosmomentoslahipotecayla
religiónerancomoel traje que unono tiene puesto;yosé que el traje estáenel ropero,peroa mf novas a decirme que enese
momentoese traje existe.El traje existecuandome lopongo,yla hipotecayla religiónexistíancuandoterminabade tocar yla
viejaentrabacon el pelocolgándole enmechonesyse quejabadé que yole rompía lasorejascon esa-música-del-diablo.
Dédée hatraído otra taza de nescafé,peroJohnnymiratristementesuvasovacío.
—Estodel tiempoescomplicado,me agarrapor todoslados.Me empiezoadarcuenta pocoa pocode que el tiemponoes
como unabolsaque se rellena.Quierodecirque aunque cambie el relleno,enlabolsanocabe más que unacantidady se acabó.
¿Vesmi valija,Bruno?Cabendostrajes,ydos paresde zapatos. Bueno,ahoraimagínate que la vacías y despuésvasaponerde
nuevolosdostrajesy losdos paresde zapatos,y entonceste dascuenta de que solamente cabenuntraje yun par de zapatos .
Perolomejorno eseso.Lo mejorescuando te das cuentade que puedesmeterunatiendaenteraenlavalija,cientosycientosde
trajes,comoyo metola músicaenel tiempocuandoestoytocando,a veces.Lamúsicay lo que piensocuandoviajoenel métro.
—Cuándoviajasenel métro.
—Eh,sí, ahí estála cosa —hadichosocorronamente Johnny—.El métroesungraninvento,Bruno.Viajandoenel métro te
das cuentade todo loque podría caber enla valija.A lomejorno perdíel saxoen el métro,a lomejor...
Se echa a reír, tose,y Dédée lomirainquieta.Peroél hace gestos,se ríe ytose mezclandotodo,sacudiéndosedebajode la
frazada comoun chimpancé.Le caenlágrimasy se las bebe,siempre riendo.
—Mejoresno confundirlascosas —dice despuésde unrato—.Loperdí y se acabó. Pero el métro me ha servidoparadarme
cuentadel truco de la valija.Mira,estode las cosaselásticasesmuyraro, yo losientoentodaspartes.Todo eselástico, chico.Las
cosas que pacecendurastienenunaelasticidad...
Piensa,concentrándose.
—...unaelasticidadretardada—agregasorprendentemente.Yohagoungestode admiraciónaprobatoria.Bravo,Johnny.El
hombre que dice que noes capaz de pensar.Vayacon Johnny.Y ahora estoyrealmenteinteresadoporloque vaa decir,y él se da
cuentay me mira más socarronamente que nunca.
—¿Túcreesque podré conseguirotrosaxopara tocar pasadomañana,Bruno?
—Sí,perotendrásque tenercuidado.
—Claro,tendré que tenercuidado.
—Un contratode unmes —explicalapobre Dédée—.Quincedíasenlaboîtede Rémy,dosconciertosy losdiscos.Podríamos
arreglarnostanbien.
—Un contratode unmes —remedaJohnnycongrandesgestos—.Laboîtede Rémy,dosconciertosylosdiscos.Be—bata—
bopbop bop,chrrr. Lo que tiene essed,unased,unased.Y unas ganasde fumar,de fumar.Sobre todounas ganasde fumar.
Le ofrezcounpaquete de Gauloises,aunque sé muybienque estápensandoenladroga.Ya esde noche,enel pasillo
empiezauniry venirde gente,diálogosenárabe,unacanción.Dédée se hamarchado,probablemente acompraralgunacosa
para la cena.Sientolamano de Johnnyenlarodilla.
—Esuna buenachica,sabes.Perome tiene harto.Hace rato que no laquiero,que nopuedosufrirla. Todavíame excita,a
ratos, sabe hacerel amor como... —juntalosdedosa laitaliana—.Perotengoque librarmede ella,volveraNuevaYork.Sobre
todotengoque volvera NuevaYork,Bruno.
—¿Paraqué?Alláte estabayendopeorque aquí.No me refieroal trabajosinoa tu vidamisma.Aquí me parece que tienes
más amigos.
—Si,estástúy la marquesa,yloschicos del club...¿Nuncahiciste el amorconlamarquesa,Bruno?
—No.
—Bueno,esalgoque...Peroyote estabahablandodel métro,yno sé por qué cambiamosde tema.El métro esun gran
invento,Bruno.Undía empecé a sentiralgoenel métro,despuésme olvidé...Yentoncesse repitió,dosotresdíasdespués.Yal
final me di cuenta.Es fácil de explicar,sabes,pero esfácil porque enrealidadnoeslaverdaderaexplicación.Laverdadera
explicaciónsencillamente nose puede explicar.Tendríasque tomarel métroyesperara que te ocurra,aunque me parece que eso
solamente me ocurre amí. Es unpoco así, mira.¿Perode verdadnuncahiciste el amorcon la marquesa?Le tienesque pedirque
suba al taburete doradoque tiene enel rincóndel dormitorio,al ladode unalámparamuybonita,y entonces...Bah,yaestá ésa
de vuelta.
Dédée entraconun bulto,ymira a Johnny.
—Tienesmásfiebre.Yatelefoneéal doctor,vaa venira lasdiez.Dice que te quedestranquilo.
—Bueno,de acuerdo,peroantesle voya contar lodel métro a Bruno. El otrodía me di biencuentade loque pasaba.Me
puse a pensarenmi vieja,despuésenLany loschicos,y claro,al momentome parecíaque estabacaminandopor mi barrio,y veía
lascaras de losmuchachos,losde aquel tiempo.Noerapensar,me parece que yate he dichomuchasvecesque yono pienso
nunca; estoycomo parado enuna esquinaviendopasarloque pienso,peronopiensoloque veo.¿Te dascuenta?Jimdice que
todossomosiguales,que engeneral (asídice) unonopiensaporsucuenta.Pongamosque seaasí, la cuestiónesque yohabía
tomadoel métro enla estaciónde Saint—Michel yenseguidame puse apensarenLan y los chicos,ya verel barrio.Apenasme
senté me puse a pensarenellos.Peroal mismotiempome dabacuentade que estabaenel métro,y vi que al cabo de un minuto
13. más o menosllegábamosaOdéon,yque lagente entrabaysalía. EntoncesseguípensandoenLan y vi a mi viejacuandovolvíade
hacer lascompras,y empecé a verlosatodos,a estar con ellosde unamanerahermosísima,comohacía muchoque no sentía.Los
recuerdossonsiempre unasco,peroestavezme gustabapensarenloschicos y verlos.Si me pongoa contarte todolo que vi no
lovas a creer porque tendríapara rato. Y esoque ahorraría detalles.Porejemplo,paradecirte unasolacosa,veía a Lan con un
vestidoverde que se poníacuandoibaal Club33 donde yotocaba con Hamp. Veíael vestidoconunascintas,un moño,una
especie de adornoal costadoy un cuello...Noal mismotiempo,sinoque enrealidadme estabapaseandoalrededordel vestido
de Lan y lomirabadespacio.Y despuésmiré lacarade Lan y lade loschicos,y despuésmé acordé de Mike que vivíaenla piezade
al lado,ycómo Mike me había contadola historiade unoscaballossalvajesenColorado,yél que trabajabaenunranchoy
hablabasacandopechocomo losdomadoresde caballos...
—Johnny —hadichoDédée desde surincón.
—Fíjate que solamente te cuentounpedacitode todoloque estabapensandoyviendo.¿Cuántoharáque te estoycontando
este pedacito?
—Nosé,pongamosunosdosminutos.
—Pongamosunosdosminutos —remedaJohnny—.Dosminutosyte he contadoun pedacitonadamás.Si te contara todolo
que lesvi hacer a loschicos,y cómo Hamp tocaba Saveit, pretty mamma y yoescuchabacada nota, entiendes,cadanota,yHamp
no esde los que se cansan,y si te contara que tambiénle oí a mi viejaunaoraciónlarguísima,donde hablabade repollos,me
parece,pedíaperdónpor mi viejoypor mí y decía algode unosrepollos...Bueno,si te contaraendetalle todoeso,pasaríanmás
de dos minutos,¿eh,Bruno?
—Si realmente escuchaste yviste todoeso,pasaríaunbuencuarto de hora —le he dicho,riéndome.
—Pasaríaun buencuarto de hora, eh,Bruno.Entoncesme vas a decircómo puede serque de repente sientoqueel métro se
para y yo me salgode mi viejayLan y todo aquello,yveoque estamosenSaint-Germain-des-Prés,que quedajustoaunminutoy
mediode Odéon.
Nuncame preocupodemasiadoporlascosasque dice Johnnyperoahora,con su manerade mirarme,he sentidofrío.
—Apenasunminutoymedioportu tiempo,porel tiempode ésa —hadichorencorosamenteJohnny—.Ytambiénporel
del métro y el de mi reloj,malditossean.Entonces,¿cómopuede serque yohayaestadopensandouncuartode hora,eh,Bruno?
¿Cómose puede pensaruncuarto de horaen un minutoymedio?Te juroque ese día no había fumadoni un pedacitoni una
hojita—agregacomoun chicoque se excusa—.Ydespuésme havueltoasuceder,ahorame empiezaasucederentodaspartes.
Pero—agregaastutamente— sóloenel métro me puedodarcuentaporque viajarenel métro escomo estarmetidoenunreloj.
Las estacionessonlosminutos,comprendes,esese tiempode ustedes,de ahora;peroyosé que hayotro, y he estadopensando ,
pensando...
Se tapa la cara con lasmanosy tiembla.Yoquisierahaberme idoya,ynosé cómohacer para despedirme sinqueJohnnyse
resienta,porque esterriblemente susceptibleconsusamigos.Si sigue asíle va a hacermal, porlo menosconDé dée nova a
hablarde esascosas.
—Bruno~si yopudierasolamentevivircomoenesosmomentos,ocomocuandoestoytocandoy tambiénel tiempocambia...
Te das cuentade lo que podría pasaren un minutoymedio...Entoncesunhombre,nosolamente yosinoésaytú ytodos los
muchachos,podríanvivircientosde años,si encontráramoslamanerapodríamos vivirmil vecesmásde loque estamosviviendo
por culpade losrelojes,de esamaníade minutosyde pasado mañana...
Sonrío lomejorque puedo,comprendiendovagamente que tiene razón,peroque loque él sospechayloque yopresientode
su sospechase va a borrar como siempre apenasesté enlacalle yme metaenmi vidade todoslosdías. En ese momentoestoy
segurode que Johnnydice algo que no nace solamente de que estámedioloco,de que larealidadse le escapayle dejaencambio
una especie de parodiaque él convierte enunaesperanza.Todoloque Johnnyme dice enmomentosasí(yhace más de cinco
años que Johnnyme dice ylesdice a todoscosas parecidas) nose puede escucharprometiéndosevolverapensarlomástarde.
Apenasse estáenla calle,apenasesel recuerdoyno Johnnyquienrepitelaspalabras,todose vuelveunfantaseode la
marihuana,unmanotearmonótono(porque hayotrosque dicencosasparecidas,a cada rato se sabe de testimoniosparecidos) y
despuésde lamaravillanace lairritación,ya mí por lo menosme pasaque sientocomosi Johnnyme hubieraestadotomandoe l
pelo.Peroestoocurre siempre al otrodía, no cuandoJohnnyme loestá diciendo,porqueentoncessientoque hayalgoque quiere
cederenalgunaparte,una luzque busca encenderse,omásbiencomosi fueranecesarioquebraralgunacosa,quebrarlade
arriba abajocomo untronco metiéndole unacuñay martillandohastael final.YJohnnyyanotiene fuerzasparamartillarnada,y
yo ni siquierasé qué martilloharíafaltapara meterunacuña que tampoco me imagino.
De maneraque al final me he ido de la pieza,peroanteshapasadouna de esas cosas que tienenque pasar—ésauotra
parecida—,yesque cuando me estabadespidiendode Dédée yle dabalaespaldaa Johnnyhe sentidoque algoocurría,lohe
vistoenlosojosde Dédée yme he vueltorápidamente(porquealomejorle tengounpoco de miedoa Johnny,a este ángel que
escomo mi hermano,a este hermanoque escomomi ángel) yhe vistoa Johnnyque se ha quitadode golpe lafrazadacon que
estabaenvuelto,ylohe vistosentadoenel sillóncompletamente desnudo,conlaspiernaslevantadasylas rodillasjuntoal
mentón,temblandoperoriéndose,desnudode arribaaabajoen el sillónmugriento.
—Empiezaahacer calor—ha dichoJohnny.Bruno,miraqué hermosacicatriztengoentre lascostillas.
—Tápate —hamandadoDédée,avergonzadaysinsaberqué decir.Nosconocemosbastante yun hombre desnudonoes
más que un hombre desnudo,perode todosmodosDédéehatenidovergüenzayyono sabía cómo hacerpara nodar la
impresiónde que loque estabahaciendoJohnnyme chocaba.Yél lo sabía y se ha reído contoda su bocaza,obscenamente
manteniendolaspiernaslevantadas,el sexocolgándole al borde del sillóncomounmonoenel zoo, y lapiel de losmusloscon
unas raras manchasque me handado un asco infinito.EntoncesDédéehaagarradola frazaday lo ha envueltopresurosa,
mientrasJohnnyse reíay parecía muy feliz.Me he despedidovagamente,prometiendovolveral otrodía, y Dédée me ha
acompañadohasta el rellano,cerrandolapuertapara que Johnnynooigalo que va a decirme.
—Estáasí desde que volvimosde lagirapor Bélgica.Había tocadotan bienentodaspartes,y yo estabatan contenta.
—Me preguntode dónde habrásacado la droga —he dicho,mirándolaenlosojos.
—Nosé.Ha estadobebiendovinoycoñaccasi todo el tiempo.Perotambiénhafumado,aunque menosque allá...
AlláesBaltimore yNuevaYork,sonlostres mesesenel hospital psiquiátricode Bellevue,ylalargatemporadaenCamarillo.
¿Realmente JohnnytocóbienenBélgica,Dédée?
14. —Sí,Bruno,me parece que mejorque nunca.La gente estabaenloquecida,ylosmuchachosde laorquestame lodijeron
muchasveces.De repente pasabancosasraras, como siempre conJohnny,peroporsuerte nuncadelante del público.Yocreí...
peroya ve,ahora espeor que nunca.
¿Peorque enNuevaYork?Usted nolo conocióenesosaños.
Dédée noestonta,peroa ningunamujerle gustaque le hablende suhombre cuandoaún noestabaen suvida,aparte de
que ahora tiene que aguantarloylode antesnoson más que palabras.Nosé cómo decírselo,yni siquierale tengoplena
confianza,peroal final me decido.
—Me imaginoque se han quedadosindinero.
—Tenemosese contratoparaempezarpasadomañana —hadichoDédée.
—¿Ustedcree que va a podergrabar y presentarse enpúblico?
—Oh,sí —hadichoDédée unpoco sorprendida—.Johnnypuede tocarmejorque nuncasi el doctor Bernardle corta la gripe.
La cuestiónesel saxo.
—Me voy a ocupar de eso.Aquí tiene,Dédée.Solamente que...Lomejorseríaque Johnnynolo supiera.
—Bruno...
Conun gesto,y empezandoabajarla escalera,he detenidolaspalabrasimaginables,lagratitudinútilde Dédée.Separadode
ellaporcuatro o cinco peldañosme hasidomás fácil decírselo.
—Pornada del mundotiene que fumarantesdel primerconcierto.Déjelobeberunpocoperono le dé dineroparalo otro.
Dédée noha contestadonada;aunque he vistocómosusmanos doblabanydoblabanlosbilletes,hastahacerlos
desaparecer.Porlomenostengolaseguridadde que Dédée nofuma.Suúnicacomplicidadpuedenacerdel miedoodel amor.Si
Johnnyse pone de rodillas,comolohe vistoenChicago,y le suplicallorando...Pero esunriesgocomotantosotroscon Johnny,y
por el momentohabrádineroparacomer y para remedios.Enlacalle me he subidoel cuellode lagabardinaporque empezabaa
lloviznar,yhe respiradohastaque me dolieronlospulmones;me haparecidoque París olía a limpio,apancaliente.Sóloahora
me he dadocuentade cómoolía la piezade Johnny,el cuerpode Johnnysudandobajolafrazada.He entradoenuncafé para
beberuncoñac y lavarme la boca,quizátambiénlamemoriaque insiste e insiste enlaspalabrasde Johnny,suscuentos,su
manerade verloque yo no veoy enel fondono quierover.Me he puestoa pensarenpasado mañanay era comouna
tranquilidad,comounpuente bientendidodel mostradorhaciaadelante.
EL MUERTO
AUTOR: JORGE LUIS BORGES
Que un hombre del suburbiode BuenosAires,que untriste compadritosin más virtudque la infatuacióndel coraje,se interne en
losdesiertosecuestresde lafronteradel Brasil y llegue acapitán de contrabandistas,parece de antemanoimposible.A quieneslo
entiendenasí,quierocontarlesel destinode BenjaminOtálora,de quienacasonoperduraun recuerdoenel barriode Balvaneray
que murió en su ley, de un balazo, en los confines de Río Grande do Sul. Ignoro los detalles de su aventura; cuando me sean
revelados, he de rectificar y ampliar estas páginas. Por ahora, este resumen puede ser útil.
BenjamínOtáloracuenta,hacia1891, diecinueveaños.Esunmocetónde frente mezquina,de sincerosojosclaros,de reciedumbre
vasca; una puñaladafelizle hareveladoque esunhombre valiente;noloinquietalamuerte de sucontrario,tampocolainme diata
necesidadde huirde laRepública.El caudillode laparroquiale dauna carta para un tal AzevedoBandeira,del Uruguay.Otálorase
embarca, la travesía es tormentosa y crujiente; al otro día, vaga por las calles de Montevideo, con inconfesada y tal vez ignorada
tristeza. No da con Azevedo Bandeira; hacia la medianoche, en un almacén del Paso del Molino,asiste a un altercado entre unos
troperos.Un cuchillorelumbra;Otálorano sabe de qué lado está la razón,pero lo atrae el puro sabor del peligro,comoa otros la
baraja o la música. Para, en el entrevero, una puñalada baja que un peónle tira a un hombre de galera oscura y de poncho. Éste,
después, resulta ser Azevedo Bandeira. (Otálora,al saberlo,rompe la carta, porque prefiere debérselo todo a sí mismo.) Azevedo
Bandeira da, aunque fornido, la injustificable impresión de ser contrahecho; en su rostro, siempre demasiado cercano, están el
judío, el negro y el indio; en su empaque, el mono y el tigre; la cicatriz que le atraviesa la cara es un adorno más, como el negro
bigote cerdoso.
Proyecciónoerrordel alcohol,el altercadocesaconlamismarapidezconque se produjo.Otálorabebe conlostroperosylu egolos
acompañaa unafarra yluegoauncaserónenlaCiudadVieja,yaconel sol bienalto.Enel últimopatio,queesde tierra,loshombres
tiendensurecadopara dormir.Oscuramente,Otáloracomparaesanoche con la anterior;ahora ya pisatierra firme,entre amigos.
Lo inquieta algún remordimiento,eso sí, de no extrañar a Buenos Aires. Duerme hasta la oración, cuando lo despierta el paisano
que agredió,borracho,a Bandeira.(Otálorarecuerdaque ese hombre ha compartidocon losotros lanoche de tumultoyde júbilo
y que Bandeiralosentóasu derechayloobligóa seguirbebiendo.) El hombre le dice que elpatrónlomanda buscar.En unasuerte
de escritorio que da al zaguán (Otálora nunca ha visto un zaguán con puertas laterales) está esperándolo Azevedo Bandeira,con
una claray desdeñosamujerde pelocolorado.Bandeiralopondera,le ofreceunacopade caña, le repite que le estápareciendoun
hombre animoso, le propone ir al Norte con los demás a traer una tropa. Otálora acepta; hacia la madrugada están en camino,
rumbo a Tacuarembó.
Empieza entonces para Otálora una vida distinta, una vida de vastos amaneceres y de jornadas que tienenel olor del caballo.Esa
vida es nueva para él, y a veces atroz, pero ya está en su sangre, porque lo mismo que los hombresde otras naciones veneran y
presientenel mar,así nosotros(tambiénel hombre que entreteje estossímbolos) ansiamoslallanurainagotableque resuenabajo
los cascos. Otálorase ha criado enlos barriosdel carrero y del cuarteador; antesde un año se hace gaucho. Aprende a jinetear,a
entropillarlahacienda,a carnear, a manejarel lazo que sujetay las boleadorasque tumban,a resistirel sueño,lastormentas,las
heladasy el sol, a arrear con el silbidoy el grito.Sólo una vez,durante ese tiempode aprendizaje,ve a AzevedoBandeira, perolo
tiene muypresente,porque serhombre de Bandeiraesserconsideradoy temido,yporque,ante cualquierhombrada,losgauchos
dicen que Bandeira lo hace mejor. Alguien opina que Bandeira nació del otro lado del Cuareim, en Rio Grande do Sul; eso, que
debería REBAJARLO, oscuramente lo enriquece de selvas populosas, de ciénagas, de inextricable y casi infinitas distancias.
Gradualmente,Otáloraentiendeque losnegociosde Bandeirasonmúltiplesyque el principalesel contrabando.Sertroperoesser
un sirviente; Otálora se propone ascender a contrabandista. Dos de los compañeros, una noche, cruzarán la frontera para volver
15. con unas partidas de caña; Otálora provoca a uno de ellos, lo hiere y toma su lugar. Lo mueve la ambición y también una oscura
fidelidad. Que el hombre (piensa) acabe por entender que yo valgo más que todos sus orientales juntos.
Otro año pasaantesque Otáloraregrese aMontevideo.Recorrenlasorillas,laciudad(que aOtálorale parece muygrande); llegan
a casa del patrón; los hombres tiendenlos recados en el último patio. Pasan los días y Otálora no ha visto a Bandeira. Dicen, con
temor,que estáenfermo;unmorenosuele subirasudormitorioconla calderaycon el mate.Una tarde,le encomiendan aOtálora
esa tarea. Éste se siente vagamente humillado, pero satisfecho también.
El dormitorioesdesmanteladoyoscuro.Hayun balcónque miraal poniente,hayunalargamesacon unresplandeciente desorden
de taleros, de arreadores, de cintos, de armas de fuego y de armas blancas, hay un remoto espejo que tiene la luna empañada.
Bandeira yace boca arriba; sueña y se queja; una vehemencia de sol último lo define. El vasto lecho blanco parece disminuirlo y
oscurecerlo;Otáloranotalascanas,lafatiga,laflojedad,lasgrietasde losaños.Losublevaque losesté mandandoeseviejo.Piensa
que un golpe bastaría para dar cuentade él.En eso,ve en el espejoque alguienhaentrado.Esla mujerde pelorojo;estáa medio
vestir y descalza y lo observa con fría curiosidad. Bandeira se incorpora; mientrashabla de cosas de la campaña y despacha mate
tras mate, sus dedos juegan con las trenzas de la mujer. Al fin, le da licencia a Otálora para irse.
Días después,lesllegalaordende ir al Norte.Arribana una estanciaperdida,que estácomoen cualquierlugarde la interminable
llanura. Ni árboles ni un arroyo la alegran, el primer sol y el último la golpean. Hay corrales de piedra para la hacienda, que es
guampuda y menesterosa. El Suspiro se llama ese pobre establecimiento.
Otálora oye en rueda de peones que Bandeira no tardará en llegar de Montevideo. Pregunta por qué; alguien aclara que hay un
forasteroagauchadoque estáqueriendomandardemasiado.Otáloracomprende que esunabroma,perole halagaque esa broma
ya seaposible.Averigua,después,que Bandeirase ha enemistadoconunode los jefespolíticosyque éste le haretiradosu apoyo.
Le gusta esa noticia.
Llegancajonesde armaslargas;lleganunajarrayunapalanganade plataparael aposentode lamujer;llegancortinasdeintrincado
damasco; llega de las cuchillas, una mañana, un jinete sombrío, de barba cerrada y de poncho. Se llama Ulpiano Suárez y es el
capanga o guardaespaldas de Azevedo Bandeira. Habla muy poco y de una manera abrasilerada. Otálora no sabe si atribuir su
reservaa hostilidad,adesdénoamera barbarie.Sabe,esosí,que para el plan que está maquinando tiene que ganar su amistad.
Entra después en el destino de Benjamín Otálora un colorado cabos negros que trae del sur Azevedo Bandeira y que luce apero
chapeado y carona con bordes de piel de tigre. Ese caballoliberal es un símbolo de la autoridad del patrón y por eso lo codi cia el
muchacho,que llegatambiéna desear,con deseorencoroso,a la mujerde peloresplandeciente.Lamujer,el aperoy el colorado
son atributos o adjetivos de un hombre que él aspira a destruir.
Aquí la historia se complica y se ahonda. Azevedo Bandeira es diestro en el arte de la intimidación progresiva, en la satánica
maniobrade humillaral interlocutorgradualmente,combinandoverasyburlas;Otáloraresuelve aplicarese métodoambiguoala
dura tarea que se propone.Resuelve suplantar,lentamente,aAzevedoBandeira.Logra,en jornadasde peligrocomún,laamistad
de Suárez.Le confíasuplan;Suárezle prometesuayuda.Muchascosasvanaconteciendodespués,delasque séunaspocas.Otálora
noobedece aBandeira;daenolvidar,encorregir,eninvertirsusórdenes.El universoparece conspirarconél yapresuraloshechos.
Un mediodía,ocurre encampos de Tacuarembóun tiroteocongente riograndense;Otálorausurpael lugarde Bandeiraymandaa
los orientales. Le atraviesa el hombro una bala, pero esa tarde Otálora regresa al Suspiro en el colorado del jefe y esa tarde unas
gotas de su sangre manchan la piel de tigre y esanoche duerme con lamujerde peloreluciente.Otrasversionescambianel orden
de estos hechos y niegan que hayan ocurrido en un solo día.
Bandeira, sin embargo, siempre es nominalmente el jefe. Da órdenes que no se ejecutan; Benjamín Otálora no lo toca, por una
mezcla de rutina y de lástima.
La última escena de la historia corresponde a la agitación de la última noche de 1894. Esa noche, los hombres del Suspiro comen
corderoreciéncarneadoy bebenunalcohol pendenciero.Alguien infinitamente rasgueaunatrabajosamilonga.Enla cabecerade
lamesa,Otálora,borracho,erige exultaciónsobre exultación,júbilosobre júbilo;esatorre de vértigoesunsímbolode su irresistible
destino. Bandeira, taciturno entre los que gritan, deja que fluya clamorosa la noche. Cuando las doce campanadas resuenan, se
levantacomoquienrecuerdaunaobligación.Se levantaygolpeaconsuavidadalapuertade lamujer.Éstale abre enseguida,como
si esperara el llamado. Sale a medio vestir y descalza. Con una voz que se afemina y se arrastra, el jefe le ordena:
-Ya que vos y el porteño se quieren tanto, ahora mismo le vas a dar un beso a vista de todos.
Agrega una circunstancia brutal. La mujer quiere resistir, pero dos hombres la han tomado del brazo y la echan sobre Otálora.
Arrasada enlágrimas,le besalacara y el pecho.UlpianoSuárezha empuñadoel revólver.Otáloracomprende,antesde morir, que
desde el principiolohantraicionado,que hasidocondenadoamuerte,que le hanpermitidoel amor,el mandoyel triunfo,porque
ya lo daban por muerto, porque para Bandeira ya estaba muerto.
Suárez, casi con desdén, hace fuego.
LA AUTOPISTA DEL SUR
AUTOR: JULIO CORTÁZAR
Al principio la muchacha del Dauphinehabía insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo.
Cualquiera podía mirarsu reloj pero era como si esetiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip dela radio midieran otra cosa,fuera el tiempo
de los que no han hecho la estupidez de querer regresar a París por la autopista del sur un domingo de tarde y, apenas salido sdeFontainbleau,
han tenido que ponerse al paso,detenerse, seis filasa cadalado (ya sesabequelos domingos la autopista está íntegramente reservada a los que
regresan a la capital),poner en marcha el motor,avanzar tres metros,detenerse, charlar con lasdos monj as del 2HP a laderecha,con lamuchacha
del Dauphine a la izquierda, mirar por retrovisor al hombre pálido que conduce un Caravelle, envidiar irónicamente la felicid ad avícola del
matrimonio del Peugeot 203 (detrás del Dauphinede la muchacha) que juega con su niñita y hace bromas y come queso, o sufrir dea ratos los
desbordes exasperados de los dos jovencitos del Simca que precede al Peugeot 404, y hasta bajarse en los altos y explorar sin alejarse mucho
(porque nunca se sabeen qué momento los autos de más adelante reanudarán la marcha y habrá que correr para que los de atrás no inicien la
guerra de las bocinasy los insultos),y así llegar a la altura deun Taunus delante del Dauphine de la muchacha que mira a c ada momento la hora,
y cambiar unas frases descorazonadas o burlonas con los hombres que viajan con el niño rubio cuya inmensa diversión en esas precisas
circunstanciasconsisteen hacer correr libremente su autito de juguete sobrelos asientos y el rebordeposterior del Taunus, o atreverse y avanzar
todavía un poco más,puesto que no parece que los autos deadelantevayan a reanudar lamarcha,y contemplar con alguna lástima al matrimonio
de ancianosen el ID Citroën que parece una gigantesca bañadera violeta dondesobrenadan los dos viejitos,él descansando losantebrazos en el
volante con un aire de paciente fatiga, ella mordisqueando una manzana con más aplicación que ganas.
16. A la cuarta vezde encontrarse con todo eso, de hacer todo eso, el ingeniero había decidido no salir más desu coche,a la espera de que la policía
disolviesede alguna manera el embotellamiento. El calor de agosto se sumaba a ese tiempo a ras de neumáticos para que la inmovilidad fuese
cada vez más enervante. Todo era olor a gasolina,gritos destemplados de los jovencitos del Simca, brillo del sol rebotando en los cristales y en
los bordes cromados,y para colmo sensación contradictoria del encierro en plena selva de máquinas pensadas para correr.El 4 04 del ingeniero
ocupa el segundo lugar de la pista de la derecha contando desde la franja divisoria de las dos pistas, con lo cual tenía otros cuatro autos a su
derecha y siete a su izquierda,aunque de hecho sólo pudiera ver distintamente los ocho coches que lo rodeaban y sus ocupantes que ya había
detallado hasta cansarse. Había charlado con todos, salvo con los muchachos del Simca que caían antipáticos; entre trecho y trecho se había
discutido la situación en sus menores detalles,y la impresión general era que hasta Corbeil -Essonesseavanzaríaal paso o poco menos, pero que
entre Corbeil y Juvisy el ritmo iría acelerándoseuna vez que los helicópteros y los motociclistaslograran quebrar lo peor del embotellamiento. A
nadiele cabía duda de que algún accidentemuy grave debía haberseproducido en la zona, única explicación de una lentitud tan increíble.Y con
eso el gobierno, el calor,los impuestos,la vialidad,un tópico tras otro,tres metros, otro lugar común, cinco metros, una frasesentenciosa o una
maldición contenida.
A las dos monjitas del 2HP les hubiera convenido tanto llegar a Milly-la-Fôret antes de las ocho, pues llevaban una cesta de hortalizas para la
cocinera. Al matrimonio del Peugeot 203 le importaba sobre todo no perder los juegos televisados de las nueve y media; la muc hacha del
Dauphine le había dicho al ingeniero que le daba lo mismo llegar más tarde a París pero que se quejaba por principio, porque le parecía un
atropello someter a millares depersonas a un régimen de caravana decamellos.En esas últimas horas (debían ser casi lascincopero el calor los
hostigaba insoportablemente) habían avanzado unos cincuenta metros a juicio del ingeniero, aunque uno de los hombres del Taun us que se
había acercado a charlar llevando de la mano al niño con su autito, mostró irónicamente la copa de un plátano solitario y la muchacha del
Dauphinerecordó que ese plátano (si no era un castaño) había estado en la misma línea quesu auto durante tanto tiempo que y a ni valía la pena
mirar el reloj pulsera para perderse en cálculos inútiles.
No atardecía nunca,la vibración del sol sobrela pista y lascarrocerías dilataban el vértigo hasta la náusea.Los anteojos negros,los pañuelos con
agua de colonia en la cabeza,los recursos improvisados para protegerse,para evitar un reflejo chirrianteo las bocanadasde los cañosdeescape
a cada avance,se organizaban y perfeccionaban,eran objeto de comunicación y comentario. El ingeniero bajó otra vez para estirar las piernas,
cambió unas palabrascon la parejadeairecampesino del Arianeque precedía al 2HP de las monjas.Detrás del 2HP había un Volkswagen con un
soldado y una muchacha que parecían recién casados.La tercera fila haciael exterior dejaba de interesarleporque hubiera tenido que alejarse
peligrosamente del 404;veía colores,formas,Mercedes Benz, ID, 4R, Lancia,Skoda,Morris Minor,el catálogo completo. A la izquierda,sobrela
pista opuesta,se tendía otra maleza inalcanzabledeRenault, Anglia,Peugeot, Porsche,Volvo; era tan monótono que al final, después decharlar
con los dos hombres del Taunus y de intentar sin éxito un cambio deimpresiones con el solitario conductor del Caravelle,no quedaba nada mejor
que volver al 404 y reanudar la misma conversación sobre la hora, las distancias y el cine con la muchacha del Dauphine.
A veces llegaba un extranjero, alguien que se deslizaba entre los autos viniendo desde el otro lado de la pista o desde las filas exteriores de la
derecha, y que traía alguna noticia probablemente falsa repetida de auto en auto a lo largo de calientes kilómetros.El extra njero saboreaba el
éxito de sus novedades, los golpes de las portezuelas cuando los pasajeros seprecipitaban para comentar lo sucedido,pero al c abo de un rato
se oía alguna bocina o el arranquede un motor, y el extranjero salía corriendo,selo veía zigzaguear entre los autos para reintegraseal suyo y no
quedar expuesto a la justa cólera delos demás.Alo largo dela tarde sehabía sabido así del choquedeun Floridecontra un 2HP cerca de Corbeil,
tres muertos y un niño herido, el doblechoque de un Fiat1500 contra un furgón Renault que había aplastado un Austin lleno deturistas ingleses,
el vuelco de un autocar de Orly colmado de pasajeros procedentes del avión de Copenhague. El ingeniero estaba seguro de que todo o casi todo
era falso, aunque algo grave debía haber ocurrido cerca de Corbeil e incluso en las proximidades de París para que la circulación se hubiera
paralizado hasta ese punto. Los campesinos del Ariane, que tenían una granja del lado de Montereau y conocían bien la región, contaban con
otro domingo en que el tránsito había estado detenido durante cinco horas, pero ese tiempo empezaba a parecer casi nimio ahora que el sol,
acostándosehaciala izquierdadela ruta,volcaba en cada auto una última avalanchadejalea anaranjada quehacía hervir los metales y ofuscaba
la vista, sin que jamás una copa de árbol desapareciera del todo a la espalda, sin que otra sombra apenas entrevista a la dis tancia se acercara
como para poder sentir de verdad que la columna se estaba moviendo aunque fuera apenas, aunque hubiera q ue detenerse y arrancar y
bruscamente clavar el freno y no salir nunca de la primera velocidad, del desencanto insultante de pasar una vez más de la pr imera al punto
muerto, freno de pie, freno de mano, stop, y así otra vez y otra vez y otra.
En algún momento, harto de inacción,el ingeniero se había decidido a aprovechar un alto especialmente interminablepara recorrer las filasde
la izquierda,y dejando a su espalda el Dauphine había encontrado un DKW, otro 2HP, un Fiat 600, y se había detenido junto a un De Soto para
cambiar impresiones con el azorado turista de Washington que no entendía casi el francés pero que tenía que estar a las ocho en la Place de
l’Opéra sin falta you understand, my wife will beawfully anxious,damn it,y sehablaba un poco de todo cuando un hombre con airede viajante
de comercio salió del DKW para contarles quealguien había llegado un rato antes con la noticiadeque un Piper Club se había estrellado en plena
autopista,varios muertos. Al americano el Piper Club lo tenía profundamente sin cuidado,y también al ingeniero que oyó un coro de bocinas y
seapresuró a regresar al 404,transmitiendo depaso lasnovedades a losdoshombres del Taunus y al matrimonio del 203.Reservó una explicación
más detallada para la muchacha del Dauphine mientras los coches avanzaban lentamente unos pocos metros (ahora el Dauphine estaba
ligeramente retrasado con relación al 404,y más tarde sería al revés, pero de hecho las docefilas semovían prácticamente en bloque, como si
un gendarme invisibleen el fondo de la autopista ordenara el avancesimultáneo sin que nadie pudiese obtener ventajas). Piper Club,señorita,
es un pequeño avión de paseo. Ah. Y la mala idea de estrellarse en plena autopista un domingo de tarde. Esas cosas. Si por lo menos hiciera
menos calor en los condenados autos,si esos árboles dela derecha quedaran por fin a la espalda,si la última cifradel cuen takilómetros acabara
de caer en su agujerito negro en vez de seguir suspendida por la cola, interminablemente.
En algún momento (suavemente empezaba a anochecer, el horizonte de techos de automóviles se teñía de lila) una gran mariposa blanca se
posó en el parabrisas del Dauphine, y la muchacha y el ingeniero admiraron sus alas en la breve y perfecta suspensión de su r eposo; la vieron
alejarsecon una exasperada nostalgia,sobrevolar el Taunus,el ID violeta de los ancianos,ir haciael Fiat600 ya invisible desdeel 404, regresar
hacia el Simca donde una mano cazadora trató inútilmente de atraparla,aletear amablemente sobre el Ariane de los campesinos que parecían
estar comiendo alguna cosa,y perderse después hacia la derecha.Al anochecer la columna hizo un primer avanceimportante, de casi cuarenta
metros; cuando el ingeniero miró distraídamente el cuentakilómetros, la mitad del 6 había desaparecido y un asomo del 7 empezaba a
descolgarsede lo alto. Casi todo el mundo escuchaba sus radios,los del Simca la habían puesto a todo trapo y coreaban un twistcon sacudidas
que hacían vibrar la carrocería; las monjas pasaban las cuentas de sus rosarios, el niño del Taunus se había dormido con la cara pegada a un
cristal,sin soltar el auto de juguete. En algún momento (ya era noche cerrada) llegaron extranjeros con más noticias,tan contradictorias como
las otras ya olvidadas,No había sido un Piper Club sino un planeador piloteado por la hija deun general. Era exacto que un furgón Renaulthabía
aplastado un Austin,pero no en Juvisy sino casi en las puertas deParís;uno de los extranjeros explicó al matrimonio del 20 3 queel macadamde
la autopista había cedido a la alturadeIgny y que cinco autos habían volcado al meter las ruedas delanterasen la grieta.La idea deuna catástrofe
natural se propagó hasta el ingeniero, que se encogió de hombros sin hacer comentarios. Más tarde, pensando en esas primeras horas de
oscuridad en que habían respirado un poco más libremente, recordó que en algún momento había sacado el brazo por la ventanill a para
tamborilear en la carrocería del Dauphine y despertar a la muchacha que se había dormido rec linada sobre el volante, sin preocuparse de un
nuevo avance. Quizá ya era medianoche cuando una de las monjas le ofreció tímidamente un sándwich de jamón, suponiendo que tendría
hambre. El ingeniero lo aceptó por cortesía (en realidad sentía náuseas) y pidió permiso paradividirlo con lamuchacha del Dauphine,queaceptó
y comió golosamente el sándwich y la tableta dechocolateque lehabía pasado el viajantedel DKW,su vecino de la izquierda. Mucha gentehabía
17. salido delos autos recalentados,porque otra vez llevaban horas sin avanzar;seempezaba a sentir sed, ya agotadas las botellas delimonada,la
coca-cola y hasta los vinosdea bordo. La primera en quejarsefue la niña del 203, y el soldado y el ingeniero abandonaron los au tos junto con el
padre de la niña para buscar agua.Delantedel Simca,donde la radio parecía suficientealimento,el ingeniero encontró un Beaulieu oc upado por
una mujer madura de ojos inquietos. No, no tenía agua pero podía darle unos caramelos para la niña. El matrimonio del ID se consultó un
momento antes de que la anciana metiera las manos en un bolso y sacara una pequeña lata de jugo de frutas. El ingeniero agrad eció y quiso
saber si tenían hambre y si podía serles útil; el viejo movió negativamente la cabeza, pero la mujer pa reció asentir sin palabras. Más tarde la
muchacha del Dauphine y el ingeniero exploraron juntos las filas dela izquierda,sin alejarsedemasiado;volvieron con algun os bizcochos y los
llevaron a la anciana del ID, con el tiempo justo para regresar corriendo a sus autos bajo una lluvia de bocinas.
Aparte de esas mínimas salidas, era tan poco lo que podía hacerse que las horas acababan por superponerse, por ser siempre la misma en el
recuerdo; en algún momento el ingeniero pensó en tachar ese día en su agenda y contuvo una risotada,pero más adelante, cuando empezaron
los cálculos contradictorios de las monjas, los hombres del Taunus y la muchacha del Dauphine, se vio que hubiera convenido l levar mejor la
cuenta. Las diarios locales habían suspendido las emisiones, y sólo el viajante del DKW tenía un aparato de ondas cortas que se empeñaba en
transmitir noticiasbursátiles… Hacia lastres dela madrugada pareció llegarsea un acuerdo tácito paradescansar,y hasta el amanecer la columna
no se movió. Los muchachos del Simca sacaron unas camas neumáticas y se tendieron al lado del auto; el ingeniero bajó el respaldo de los
asientos delanteros del 404 y ofreció las cuchetas a las monjas,que rehusaron; antes de acostarseun rato, el ingeniero pens ó en la muchacha
del Dauphine, muy quieta contra el volante, y como sin darleimportancia lepropuso que cambiaran de autos hasta el amanecer; ella se negó,
alegando que podía dormir muy bien de cualquier manera.Duranteun rato se oyó lloraral niño del Taunus,acostado en el asiento trasero donde
debía tener demasiado calor. Las monjas rezaban todavía cuando el ingeniero se dejó caer en la cucheta y se fue quedando dormido, pero su
sueño seguía demasiado cerca de la vigiliay acabó por despertarse sudoroso e inquieto, sin comprender en un primer momento dónde estaba;
enderezándose, empezó a percibir losconfusosmovimientos del exterior, un deslizarsedesombras entre los autos,y vio un bulto que sealejaba
hacia el borde de la autopista;adivinó lasrazones,y más tarde también él salió del auto sin hacer ruido y fue a aliviarseal bordede la ruta; no
había setos ni árboles,solamenteel campo negro y sin estrellas,algo que parecía un muro abstracto limitando la cinta blanca del macadamcon
su río inmóvil de vehículos, Casi tropezó con el campesino del Ariane, que balbuceó una fraseininteligible;al olor de la gasolina,persistente en
la autopista recalentada, se sumaba ahora la presencia más ácida del hombre, y el ingeniero volvió lo antes posible a su auto . La chica del
Dauphine dormía apoyada sobre el volante, un mechón de pelo contra los ojos; antes de subir al 404, el ingeniero se divirtió explorando en la
sombra su perfil, adivinando la curva de los labios que soplaban suavemente. Del otro lado, el hombre del DKW miraba también dormir a la
muchacha, fumando en silencio.
Por la mañana se avanzó muy poco pero lo bastante como para darles la esperanza de que esa tarde se abriría la ruta hacia París. A las nueve
llegó un extranjero con buenas noticias: habían rellenado las grietas y pronto se podría circular normalmente. Los muchachos del Simca
encendieron la radio y uno deellos trepó al techo del auto y gritó y cantó. El ingeniero sedijo quela noticia era tan dudosa como lasdela víspera,
y que el extranjero había aprovechado la alegría del grupo para pedir y obtener una naranja queledio el matrimonio del Ariane.Más tarde llegó
otro extranjero con la misma treta, pero nadiequiso darlenada.El calor empezaba a subir y la gente prefería quedarse en lo s autos a la espera
de que se concretaran las buenas noticias.Amediodía la niña del 203 empezó a llorar otra vez, y la muchacha del Dauphinefu e a jugar con ella
y se hizo amiga del matrimonio.Los del 203 no tenían suerte; a su derecha estaba el hombre silencioso del Caravelle,ajeno a todo lo que ocurría
en torno, y a su izquierda tenían que aguantar la verbosa indignación del conductor deun Floride,para quien el embotellamiento era una afrenta
exclusivamentepersonal.Cuando la niña volvió a quejarsede sed, al i ngeniero se le ocurrió ir a hablarcon los campesinosdel Ariane,seguro de
que en ese auto había cantidad de provisiones.Para su sorpresaloscampesinossemostraron muy amables; comprendían que en u na situación
semejante era necesario ayudarse, y pensaban que si alguien se encargaba de dirigir el grupo (la mujer hacía un gesto circular con la mano,
abarcando la docena de autos que los rodeaba) no se pasarían apreturas hasta llegar a Paría. Al ingeniero lo molestaba la idea de erigirse en
organizador,y prefirió llamara los hombres del Taunus para conferenciar con ellos y con el matrimonio del Ariane.Un rato después consultaron
sucesivamente a todos los del grupo. El joven soldado del Volkswagen estuvo inmediatamente de acuerdo, y el matrimonio del 20 3 ofreció las
pocas provisiones queles quedaban (la muchachadel Dauphinehabía conseguido un vaso degranadinacon agua paralaniña,que reía y jugaba).
Uno de los hombres del Taunus, que había ido a consultar a los muchachos del Simca, obtuvo un asentimiento burlón; el hombre pálido del
Caravelleseencogió de hombros y dijo queledaba lo mismo,que hicieran lo queles pareciesemejor.Los ancianos del ID y l a señoradel Beaulieu
se mostraron visiblemente contentos, como si se sintieran más protegidos. Los pilotos del Floride y del DKW no hicieron observaciones, y el
americano del De Soto los miró asombrado y dijo algo sobrela voluntad de Dios.Al ingeniero leresultó fácil proponer que un o de los ocupantes
del Taunus, en que tenía una confianza instintiva,seencargará de coordinar lasactividades. A nadie le faltaría de comer por el momento, pero
era necesario conseguir agua;el jefe, al que los muchachos del Simca llamaban Taunus a secas para divertirse,pidió al ingen iero,al soldado y a
uno de los muchachos que exploraran la zona circundante de la autopista y ofrecieran alimentos a cambio de bebidas. Taunus, que
evidentemente sabía mandar,había calculado quedeberían cubrirselasnecesidades deun día y medio como máximo, poniéndoseen la posición
menos optimista.En el 2HP de las monjas y en el Ariane de los campesinos había provisiones suficientes para ese tiempo, y si los exploradores
volvían con agua el problema quedaría resuelto. Pero solamente el soldado regresó con una cantimplora llena, cuyo du eño exigía en cambio
comida para dos personas. El ingeniero no encontró a nadie que pudiera ofrecer agua, pero el viaje le sirvió para advertir qu e más allá de su
grupo se estaban constituyendo otras células con problemas semejantes; en un momento dado el ocupante de un Alfa Romeo se negó a hablar
con él del asunto,y le dijo que se dirigiera al representantede su grupo, cinco autos atrás en la misma fila.Más tardevieron volver al muchacho
del Simca que no había podido conseguir agua,pero Taunus calculó queya tenían bastante para los dos niños,la anciana del ID y el resto de las
mujeres. El ingeniero le estaba contando a la muchacha del Dauphinesu circuito por la periferia (era la una dela tarde, y el sol los acorralaba en
los autos) cuando ella lo interrumpió con un gesto y le señaló el Simca. En dos saltos el ingeniero llegó hasta el auto y sujetó por el codo a uno
de los muchachos,quese repantigaba en su asiento para beber a grandes tragos de la cantimploraquehabía traído escondida en la chaqueta. A
su gesto iracundo,el ingeniero respondió aumentando la presión en el brazo; el otro muchacho bajó del auto y se tiró sobreel ingeniero,que dio
dos pasos atrásy lo esperó casi con lástima.El soldado ya venía corriendo,y los gritos delasmonjas alertaron a Taunus y a su compañero;Taunus
escuchó lo sucedido, se acercó al muchacho de la botella y le dio un par de bofetadas. El muchacho gritó y protestó, lloriqueando, mientras el
otro rezongaba sin atreverse a intervenir.El ingeniero lequitó la botella y sela alcanzó a Taunus.Empezaban a sonar bocinas y cadacual regresó
a su auto, por lo demás inútilmente puesto que la columna avanzó apenas cinco metros.
A la hora de la siesta,bajo un sol todavía más duro que la víspera,una de las monjas sequitó la toca y su compañera le mojó las sienes con agua
de colonia. Las mujeres improvisaban de a poco sus actividades samaritanas, yendo de un auto a otro, ocupándose de los niños para que los
hombres estuvieran más libres:nadiese quejaba pero el buen humor era forzado, se basaba siempreen los mismos juegos de palabras,en un
escepticismo de buen tono. Para el ingeniero y la muchacha del Dauphine,sentirsesudorosos y sucios era la vejación más gran de;lo enternecía
casi la rotunda indiferenciadel matrimonio decampesinos al olor queles brotaba de las axilascada vezque venían a charlar con elloso a repetir
alguna noticia deúltimo momento. Hacia el atardecer el ingeniero miró casualmente por el retrovisor y encontró como siempre la cara páliday
de rasgos tensos del hombredel Caravelle,queal igual queel gordo piloto del Floridesehabía mantenido ajeno a todas lasactividades.Lepareció
que sus facciones se habían afilado todavía más, y se preguntó si no estaría enfermo. Pero después, cuando al ir a charlar con el soldado y su
mujer tuvo ocasión de mirarlo desde más cerca, se dijo que ese hombre no estaba enfermo; era otra cosa, una separación, por d arle algún
nombre. El soldado del Volkswagen lecontó más tarde que a su mujer ledaba miedo ese hombre silencioso queno seapartaba jamásdel volante
y que parecía dormir despierto. Nacían hipótesis, se creaba un folklore para luchar contra la inacción. Los niños del Taunus y el 203 se habían
18. hecho amigos y se habían peleado y luego se habían reconciliado;sus padres sevisitaban,y la muchacha del Dauphineiba cadatanto a ver cómo
se sentían la ancianadel ID y la señora del Beaulieu.Cuando al atardecer soplaron bruscamente unas ráfagastormentosas y el sol seperdió entre
las nubes que se alzaban al oeste, la gente se alegró pensando que iba a refrescar. Cayeron algunas gotas, coincidiendo con un avance
extraordinario decasi cien metros;a lo lejos brilló un relámpago y el calor subió todavíamás.Había tanta electricidad en la atmósferaqueTaunus,
con un instinto que el ingeniero admiró sin comentarios,dejó al grupo en pazhasta la noche,como si temiera los efectos del cansancio y el calor.
A las ocho las mujeres se encargaron de distribuir lasprovisiones;sehabía decidido que el Arianede los campesinos sería el almacén general,y
que el 2HP de las monjas serviría de depósito suplementario. Taunus había ido en persona a hablar con los jefes de los cuatro o cinco grupos
vecinos;después, con ayuda del soldado y el hombre del 203, llevó una cantidad de alimentos a los grupos,regresando con más agua y un poco
de vino. Se decidió que los muchachos del Simca cederían sus colchones neumáticos a la anciana del ID y a la señora del Beaul ieu; la muchacha
del Dauphine les llevó dos mantas escocesas y el ingeniero ofreció su coche, que llamaba burlonamente el wagon-lit, a quienes lo necesitaran.
Para su sorpresa,la muchacha del Dauphineaceptó el ofrecimiento y esa noche compartió las cuchetas del 404 con una de las monjas;la otra
fue a dormir al 203 junto a la niña y su madre, mientras el marido pasaba la nochesobre el macadam, envuelto en una frazada.El ingeniero no
tenía sueño y jugó a los dados con Taunus y su amigo; en algún momento se les agregó el campesino del Arianey hablaron depo lítica bebiendo
unos tragos del aguardienteque el campesino había entregado a Taunus esa mañana.La noche no fue mala;había refrescado y br illaban algunas
estrellas entre las nubes.
Hacia el amanecer los ganó el sueño, esa necesidad de estar a cubierto que nacía con la grisalladel alba.Mientras Taunus dormía junto al niño
en el asiento trasero,su amigo y el ingeniero descansaron un rato en la delantera.Entre dos imágenes de sueño, el ingeniero creyó oír gritos a la
distanciay vio un resplandor indistinto;el jefedeotro grupo vino a decirles quetreinta autos más adelante habían habido un principio deincendio
en un Estafette, provocado por alguien que había querido hervir clandestinamente unas legumbres. Taunus bromeó sobre lo suced ido mientras
iba de auto en auto para ver cómo habían pasado toda la noche, pero a nadiese le escapó lo que quería decir.Esa mañana la columna empezó
a moverse muy temprano y hubo que correr y agitarse para recuperar los colchones y las mantas, pero como en todas partes debí a estar
sucediendo lo mismo nadie se impacientaba ni hacía sonar las bocinas. A mediodía habían avanzado más de cincuenta metros, y empezaba a
divisarse la sombra de un bosque a la derecha de la ruta. Se envidiaba la suerte de los que en ese momento podían ir ha sta la banquina y
aprovechar la frescura dela sombra;quizá había un arroyo,o un grifo de agua potable. La muchacha del Dauphinecerró los oj os y pensó en una
ducha cayéndole por el cuello y la espalda,corriéndolepor las piernas;el ingeniero, que la miraba de reojo, vio dos lágrimas quele resbalaban
por las mejillas.
Taunus,que acababa deadelantarsehasta el ID,vino a buscar a lasmujeres más jóvenes para que atendieran a la anciana que no se sentía bien.
El jefe del tercer grupo a retaguardia contaba con un médico entre sus hombres, y el soldado corrió a buscarlo.Al ingeniero,que había seguido
con irónica benevolencia losesfuerzos delos muchachitosdel Simca parahacerseperdonar su travesura,entendió que era el momento de darles
su oportunidad. Con los elementos de una tienda de campaña los muchachos cubrieron la ventanilla del 404, y el wagon-lit se transformó en
ambulancia paraquela anciana descansaraen una oscuridad relativa.Su marido setendió a su lado,teniéndole la mano,y los dejaron solos con
el médico. Después las monjas se ocuparon de la anciana,que se sentía mejor, y el ingeniero pasó la tarde como pudo, visitando otros autos y
descansando en el de Taunus cuando el sol castigaba demasiado;sólo tres veces letocó correr hasta s u auto,donde los viejitosparecían dormir,
para hacerlo avanzar junto con la columna hasta el alto siguiente. Los ganó la noche sin que hubiesen llegado a la altura del bosque.
Hacia las dos de la madrugada bajó la temperatura, y los que tenían mantas se alegraron de poder envolverse en ellas.Como la columna no se
movería hasta el alba (era algo que se sentía en el aire, que venía desde el horizonte de autos inmóviles en la noche) el ingeniero y Taunus se
sentaron a fumar y a charlar con el campesino del Ariane y el soldado. Los cálculos de Taunus no correspondían ya a la realidad, y lo dijo
francamente; por la mañana habría que hacer algo para conseguir más provisiones y bebidas. El soldado fue a buscar a los jefes de los grupos
vecinos, que tampoco dormían, y se discutió el problema en voz baja para no despertar a las mujeres. Los jefes habían hablado con los
responsables de los grupos más alejados, en un radio de ochenta o cien automóviles, y tenían la seguridad de que la situación era análoga en
todas partes. El campesino conocía bien la región y propuso que dos o tres hombres de cada grupo saliera al albapara comprar provis iones en
las granjascercanas,mientras Taunus seocupaba de designar pilotos para los autos quequedaran sin dueño durante la expedición.La idea era
buena y no resultó difícil reunir dinero entre los asistentes;se decidió que el campesino,el soldado y el amigo de Taunus i rían juntos y llevarían
todas las bolsas,redes y cantimploras disponibles.Los jefes de los otros grupos volvi eron a sus unidades para organizar expediciones similares,
y al amanecer seexplicó la situación a las mujeres y sehizo lo necesario paraquela columna pudiera seguiravanzando.La muchacha del Dauphine
le dijo al ingeniero que la anciana ya estaba mejor y que insistía en volver a su ID; a las ocho llegó el médico, que no vio inconvenientes en que
el matrimonio regresara a su auto. De todos modos, Taunus decidió que el 404 quedaría habilitado permanentemente como ambulan cia; los
muchachos,para divertirse,fabricaron un banderín con una cruz roja y lo fijaron en la antena del auto. Hacía ya rato que la gente prefería salir
lo menos posiblede sus coches; la temperatura seguía bajando y a mediodía empezaron los chaparrones y se vieron relámpagos a la distancia.
La mujer del campesino se apresuró a recoger agua con un embudo y una jarra deplástico,para especial regocijo de los muchac hos del Simca.
Mirando todo eso, inclinado sobreel volantedonde había un libro abierto que no le interesaba demasiado,el in geniero se preguntó por qué los
expedicionarios tardaban tanto en regresar; más tarde Taunus lo llamó discretamente a su auto y cuando estuvieron dentro le d ijo que habían
fracasado. El amigo de Taunus dio detalles: las granjas estaban abandonadas o la gente se negaba a venderles nada, aduciendo las
reglamentaciones sobre ventas a particulares y sospechando que podían ser inspectores que se valían de las circunstancias par a ponerlos a
prueba. A pesar de todo habían podido traer una pequeña cantidad deagua y algunas provisiones,quizá robadaspor el soldado quesonreía sin
entrar en detalles.Desde luego ya no sepodía pasar mucho tiempo sin que cesara el embotellamiento, pero los alimentos de qu e se disponía no
eran los más adecuados para los dos niños y la anciana. El médico, que vino hacia las cuatro y media para ver a la enferma, hizo un gesto de
exasperación y cansancio y dijo a Taunus que en su grupo y en todos los grupos vecinos pasaba lo mismo. Por la radio se había hablado de una
operación de emergencia para despejar la autopista, pero aparte de un helicóptero que apareció brevemente al anochecer no se vieron otros
aprestos.De todas maneras hacía cada vezmenos calor,y la gente parecía esperar la llegada dela nochepara taparsecon las mantas y abolir en
el sueño algunas horas más deespera.Desde su auto el ingeniero escuchaba la charladela muchacha del Dauphinecon el viajantedel DKW, que
le contaba cuentos y la hacía reír sin ganas.Lo sorprendió ver a la señora del Beaulieu que casi nunca aba ndonaba su auto,y bajó para saber si
necesitaba alguna cosa,pero la señora buscaba solamente las últimas noticias y sepuso a hablar con las monjas.Un hastío si n nombre pesaba
sobre ellos al anochecer; se esperaba más del sueño que de las noticias siempre contradictorias o desmentidas. El amigo de Taunus llegó
discretamente a buscar al ingeniero,al soldado y al hombre del 203. Taunus les anunció que el tripulantedel Florideacababa de desertar; uno
de los muchachos del Simca había visto el coche vacío, y después de un rato se había puesto a buscar a su dueño para matar el tedio. Nadie
conocía mucho al hombre gordo del Floride,que tanto había protestado el primer día aunque después acabara dequedarsetan ca llado como el
piloto del Caravelle… Cuando a las cinco de la mañana no quedó la menor duda de que Floride, como se divertían en llamarlo los chicos del
Simca, había desertado llevándose una valija de mano y abandonando otra llena de camisas y ropa interior, Taunus decidió que uno de los
muchachos se haría cargo del auto abandonado para no inmovilizar la columna. A todos los había fastidiado vagamente esa deserción en la
oscuridad,y sepreguntaban hasta dóndehabría podido llegar Florideen su fuga a través de los campos.Por lo demás parecía ser la nochede las
grandes decisiones:tendido en su cucheta del 404,al ingeniero lepareció oír un quejido,pero pensó queel soldado y su muj er serían responsables
de algo que, después de todo, resultaba comprensible en plena noche y en esas circunstancias. Después lo pensó mejor y levantó la lona que
cubría la ventanilla trasera;a la luz de unas pocas estrellas vio a un metro y medio el eterno parabrisas del Caravelley detrás, como pegada al
vidrio y un poco ladeada,la cara convulsa del hombre. Sin hacer ruido salió por el lado izquierdo para no despertar a las monjas,y se acercó al